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Rasgos característicos de la actividad apostólica y misionera de Pedro y Pablo en la iglesia primitiva (página 2)

Enviado por Juan D. Calvo


Partes: 1, 2

Una confirmación del lugar acordado por Lucas en los Hechos a Pedro, lo aporta el testimonio de San Pablo (Gál. i, 18-20). Luego de su conversión y de tres años de residencia en Arabia, Pablo fue a Jerusalén "a conocer a Pedro". Aquí el Apóstol de los Gentiles claramente designa a Pedro como la cabeza autorizada de los Apóstoles y de la temprana Iglesia Cristiana. La larga residencia de Pedro en Jerusalén y Palestina pronto tocó a su fin. Herodes Agripa I inició una nueva persecución a la Iglesia en Jerusalén; después de la ejecución de Santiago, el hijo de Zebedeo, este gobernante hizo poner a Pedro en prisión, con la intención de también hacerlo ejecutar cuando hubiere pasado la Pascua Judía. Pedro, no obstante, fue liberado de manera milagrosa, y dirigiéndose a casa de la madre de Juan Marcos, donde muchos de los fieles estaban reunidos para la oración, les informó sobre su liberación de manos de Herodes, les mandó que comunicasen el hecho a Santiago y los hermanos y entonces salió de Jerusalén para marchas "a otro lugar" (Hechos 12:1-18). Sobre la posterior actividad de San Pedro no recibimos más información desde las fuentes existentes, aunque poseemos breves noticias sobre ciertos episodios individuales de su ulterior vida

San Lucas no nos dice adónde fue Pedro luego de su liberación de la prisión en Jerusalén. De comentarios casuales sabemos que subsecuentemente él hizo largas giras misioneras en Oriente, aunque no se nos da pista alguna sobre la cronología de sus viajes. Es seguro que permaneció durante un tiempo en Antioquía; hasta puede haber retornado más allá varias veces. La comunidad Cristiana de Antioquía fue fundada por Judíos Cristianizados que habían sido sacados de Jerusalén por la persecución. La residencia de Pedro entre ellos se prueba mediante el episodio que concierne a la observancia de la ley aún entre paganos Cristianizados, relatado por San Pablo (Gál., 11-21). Los Apóstoles principales en Jerusalén—los "pilares", Pedro, Santiago y Juan—habían aprobado sin reservas el Apostolado de San Pablo a los Gentiles, mientras ellos por su parte tenían la intención de trabajar principalmente entre los Judíos. Mientras Pablo vivía en Antioquía (la fecha no puede ser determinada con certeza), San Pedro fue allá y se mezcló libremente con los Cristianos no-Judíos de la comunidad, frecuentando sus hogares y compartiendo sus comidas. Pero cuando los Cristianos Judíos llegaron a Jerusalén, Pedro, por temor a que por ello se escandalizasen estos rígidos observantes de la ley ceremonial Judía y su influencia con los Cristianos Judíos peligrase, evitó en lo sucesivo comer con los incircuncisos.

Su conducta impresionó grandemente a los otros Cristianos Judíos de Antioquía, al punto que hasta Bernabé, el compañero de San Pablo, ahora evitó comer con los paganos Cristianizados. Por ser esta acción totalmente opuesta a los principios y prácticas de Pablo y podría llevar a confusión entre los paganos conversos, este Apóstol reprochó públicamente a San Pedro, porque su conducta parecía indicar un deseo de impulsar a los conversos paganos a hacerse Judíos y aceptar la circuncisión y la ley Judía. Todo el incidente es otra prueba de la ubicación autoritaria de San Pedro en la temprana Iglesia, desde que su ejemplo y su conducta eran considerados decisivos. Pero Pablo, que acertadamente vio la incoherencia en la conducta de Pedro y los Cristianos Judíos, no titubeó en defender la inmunidad de los paganos conversos ante la ley Judía. Respecto de la actitud subsiguiente de Pedro en este tema, San Pablo no nos proporciona información explícita. Aunque es altamente probable que Pedro haya ratificado la contención del Apóstol de los Gentiles y se haya, en adelante, comportado como al principio hacia los paganos Cristianizados. Como principales opositores de su visión al respecto, Pablo menciona y combate en todos sus escritos solamente a los Cristianos Judíos extremos venidos "de Santiago" (i.e., de Jerusalén). Mientras que la fecha de este suceso, si antes o después del Concilio de los Apóstoles, no puede determinarse, es probable que haya ocurrido después Pedro fundó la Iglesia de Antioquia, indica el hecho que él trabajó por un largo período allí y quizá, vivió allí hacia el fin de sus días .

Es también probable que Pedro haya proseguido sus trabajos Apostólicos en varios distritos del Asia Menor, porque sería raro suponer que pasó todo el período entre su liberación de la prisión y el Concilio de los Apóstoles ininterrumpidamente en una ciudad, fuere Antioquía, Roma u otra. Y dado que después dirigió la primera de sus Epístolas a los fieles en las Provincias del Ponto, Galacia, Capodocia y Asia, uno puede razonablemente presumir que él había trabajado personalmente en al menos ciertas ciudades de estas provincias, dedicándose principalmente a la Diáspora. La Epístola, no obstante, es de un carácter general y da poco indicio de relaciones personales con las personas a quienes a quienes está dirigida. sobre que Pedro (al igual que Pablo) había vivido en Corinto y plantado allí la Iglesia. Aún cuando la tradición debiera no recibir apoyo de la existencia del "bando de Cephas", que Pablo menciona entre otras divisiones de la Iglesia de Corinto (I Cor. 12.22), la estada de Pedro en Corinto (hasta en conexión con el plantar y gobierno de la Iglesia por Pablo) no es imposible. Que Pedro realizó varios viajes Apostólicos (sin duda en este tiempo, especialmente ciando él no residía ya permanentemente en Jerusalén) se establece claramente por la afirmación genérica de Pablo en (I Cor. 12; 22), respecto del "resto de los apóstoles, y los hermanos [primos] del Señor, y que estaban viajando por los alrededores en el ejercicio de su Apostolado.

Pedro retornó ocasionalmente a la inicial Iglesia Cristiana de Jerusalén, cuya guía fuera encomendada a Santiago, el pariente de Jesús, luego de la partida del Príncipe de los Apóstoles. La última mención de San Pedro en los Hechos ( 1-29; 1-10) surge en la reseña del Concilio de los Apóstoles en ocasión de una visita tan efímera. Como consecuencia de los problemas causados a Pedro y Bernabé por los extremos Cristianos Judíos en Antioquía, la Iglesia de esa ciudad envió a estos dos Apóstoles con otros enviados a Jerusalén para obtener una decisión definitiva respecto de las obligaciones de los paganos conversos . Además de Santiago, estaban entonces en Jerusalén, Pedro y Juan. En el tratamiento y la decisión de esta importante cuestión, Pedro ejerció naturalmente una influencia decisiva. Cuando se había manifestado en la asamblea un gran divergencia de opiniones, Pedro pronunció la palabra decisiva. Mucho antes, de acuerdo al testimonio Divino, él había anunciado el Evangelio a los gentiles (conversión de Cornelio y los suyos); ¿por qué, entonces, intentar aplicar el yugo Judío al cuello de los paganos conversos? Después que Pablo y Bernabé relataron cómo Dios había trabajado entre los Gentiles a su alrededor, Santiago, el principal representante de los Cristianos Judíos, adoptó el criterio de Pedro y de acuerdo con él hizo propuestas que fueron expresadas en una encíclica a los paganos conversos.

Los sucesos de Cesarea y Antioquía, así como el debate en el Concilio de Jerusalén, revelan claramente la actitud de Pedro hacia los conversos del paganismo. Lo mismo que los otros once Apóstoles originales, él se consideraba llamado a predicar la Fe en Jesús primero entre los Judíos (Hechos, 10 42), de manera que el pueblos elegido por Dios pudiera compartir la salvación en Cristo, prometida primariamente a ellos y surgiendo de su seno. La visión en Joppe y la efusión del Espíritu Santo sobre Cornelio, el pagano convertido y su gente, determinaron que Pedro los admitiese de inmediato en la comunidad de los creyentes sin imponerles la ley Judía. En sus viajes Apostólicos fuera de Palestina, él reconoció en la práctica la igualdad entre los conversos Judíos y los Gentiles, tal como lo prueba su proceder original en Antioquía. Su distanciamiento de los conversos Gentiles, por consideración a los Cristianos Judíos de Jerusalén, de ninguna manera fue un reconocimiento oficial del criterio de los Judaizantes extremistas, tan opuestos a San Pablo. Esto es clara e indiscutiblemente establecido por su actitud en el Concilio de Jerusalén. Entre Pedro y Pablo no había diferencias dogmáticas en su concepción de la salvación para los Cristianos Judíos y Gentiles. El reconocimiento de Pablo como el Apóstol de los Gentiles (Gál. 1-9) fue totalmente sincero y excluye todo interrogante sobre una divergencia fundamental de criterios. San Pedro y los otros Apóstoles reconocían a los conversos del paganismo como hermanos Cristianos en un pié de igualdad; Cristianos Judíos y Gentiles formaban un solo Reino de Cristo. Si Pedro dedicó la parte preponderante de su actividad Apostólica a los Judíos, esto surgió principalmente de consideraciones prácticas y de la posición de Israel como el pueblo elegido. La hipótesis de Baur sobre la existencia de corrientes opuestas de "Pedrismo" y de "Paulismo" en la primitiva Iglesia es absolutamente insostenible y totalmente rechazada hoy por los protestantes.

EL MINISTERIO APOSTÓLICO DE PABLO

A. El llamado del apóstol Pablo (Hechos 26:15-19).  Los

misioneros deben ser llamados por el Señor a fin de que

puedan ir.  Además, deben ser apoyados por la iglesia local.

La iglesia de Antioquia reconoció que Dios estaba escogiendo a Pablo y a Bernabé para la obra (Hechos 13.1-2; Romanos 1:14-15).  El esfuerzo misionero de una iglesia se puede ver frustrado si no envía a los que el Señor ha llamado

B. La preparación del ministerio del apóstol.  Cristo comisionó al apóstol Pablo durante su conversión, pero se considera que su conversión para ser misionero demoró entre 7 a 17 años.  Es necesario reconocer que el desarrollo de las habilidades de un líder eficaz se da a través de un largo tiempo.  A menudo el progreso incluye un período de muchas pruebas y tiempos difíciles (Romanos 5:3-15; Santiago 1:2-4). Cualquier obrero que va, tiene que comenzar su capacitación en la iglesia local; es allí donde se tiene que probar sus dones, talentos y su llamado a la obra. El misionero también debe tener suficiente preparación teológica. Finalmente el candidato debe ser capacitado transculturalmente; debe recibir una capacitación especial que le permita conocer la cultura, el idioma del pueblo para poder introducir el evangelio sin chocar con la cultura de la gente.  Además, debe ser bien preparado doctrinalmente, para poder enseñar sin titubeos la verdad de la Palabra.

C. Hechos 26:18, La misión encomendada al apóstol Pablo, el día de conversión fue:

  • Para que abras sus ojos.

  • Para que se conviertan de las tinieblas a la luz.

  • Para que se conviertan de la potestad de Satanás a Dios.

  • Para que reciban perdón de pecados

  • Para que reciban una herencia entre los santificados.

D. El equipo misionero del apóstol Pablo.  El trabajo en grupo es muy importante.  El apóstol no estuvo sólo en la obra (Hechos 13:2,5,13; 15:36,40; 18:2-5; Filipenses 4:3).  Las estrategias misioneras no son para una sola persona o una sola familia.  Se habla hoy de equipos misioneros, es decir grupos de familias misioneras que se unen para la evangelización de un pueblo no alcanzado.

E. La visión misionera del apóstol Pablo.  Para el apóstol Pablo el trabajo de las misiones significaba ir a lugares remotos.  Las fronteras eran su enfoque (Romanos 15:20).  El apóstol establecía y cuidaba a las iglesias nuevas, pero posteriormente se iba a los lugares lejanos (Romanos 15:15-25).  Muchos misioneros modernos, nunca dejan su iglesia de una manera definitiva.  El apóstol Pablo nunca perdía su visión de las misiones e ir a los lugares remotos.  Los resultados fueron más positivos que si el se hubiera quedado en un solo lugar.  El evangelio llegó a todas partes de la tierra.  Las iglesias que se establecieron eran fuertes y no dependientes.

LECCIONES PRÁCTICAS PARA LA ACTIVIDAD MISIONERA DE LA IGLESIA EN ARGENTINA

Un pueblo se ha alcanzado hasta que se establece una iglesia con las siguientes características:

1. Que tenga un liderazgo con fuertes convicciones misioneras. 2. Que sean líderes con capacidad de cambio sin estructuras mentales.3. Que tenga la capacidad de sostener al misionero que sale al campo.4. Que puedan establecerse y reproducirse en otras iglesias y que sean formadores de lideres con alcance a otros pueblos. 5. Que tengan una buena base doctrinal para que no se desvíen y sean encandilados por proyectos y formas de crecimientos explosivos.

Mientras estas características no se den, un pueblo no está todavía alcanzado.

CONCLUSIÓN

  • El mandato de Mateo 28:19 es "id y haced discípulos a todas las naciones".

  • Hemos reconocido como iglesia, que el deseo de Dios es que todos oigan de sus maravillas en sus respectivos idiomas.

 

Autor:

Juan D. Calvo

Profesor: Cieta Mar del Plata

Partes: 1, 2
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