Por otra parte es elocuente con esta postura territorial que se viene planteando, el tratamiento dado a la cuestión indígena tanto desde la dimensión académica de la historia como desde su enseñanza en la institución escolar. En primer lugar se arraigó una visión tradicional del mundo indígena -cuando no se lo ignoró por completo- desde la expresión desierto, imagen de un territorio casi vacío, ocupado sólo por bandas nómades o seminómades con una economía basada en el pastoreo, la caza, y fundamentalmente, el pillaje (causante de daños económicos y crueldades a las poblaciones de la frontera). (Mandrini, 2003: 20). Esta visión de desierto acompaño por años el acercamiento a la historia indígena. El origen de esta expresión se encuentra en la literatura y el arte del siglo XIX, pero también en la denominación de la campaña genocida "La conquista del desierto".
Es ejemplo de esto la construcción de una memoria a través de las imágenes fotográficas de la conquista del "desierto". En su análisis Ferguson & Aliata consideran los lugares representados: "…lo que vemos son grandes panorámicas donde los sujetos y objetos fotográficos se pierden en una inmensidad vertiginosa…" (Ferguson & Aliata, 2004: 4). Ellos consideran que las panorámicas fueron una elección deliberada del fotógrafo (Antonio Pozzo) que tuvo consecuencias directas sobre la totalidad del registro donde se enfatiza una percepción del espacio: el vacío. Este vacío fue producido por la eliminación real y simbólica de sus antiguos habitantes. El lenguaje fotográfico hace explícita la negación de "los antiguos habitantes" por sobre las imágenes del paisaje, del territorio.
Pero al desierto, como dice Mandrini, no se lo conquista, se lo ocupa. (Mandrini, 1986). Esta contradicción implícita en la denominación oculta la existencia de los grupos poblacionales, la diversidad étnica y cultural, y el mestizaje. Susana Rotker plantea que la sociedad argentina es una sociedad discursivamente blanca donde han desaparecido las cautivas, los negros y los indígenas, pero que su existencia en algún momento de la historia (cita obras pictóricas y literarias) sugiriere "…una genealogía mestiza de la que difícilmente se pueden encontrar rastros ni en las calles, ni en los libros de textos, ni en los relatos nacionales…" (Rotker, 1999: 18) Pinto Rodríguez plantea algo similar al considerar que la desarticulación del mundo indígena significó la desarticulación del espacio fronterizo que existía en las pampas y la Araucanía durante la colonia.
Fueron víctimas del acoso del Estado: misioneros, conchavadores (y conchabados) y militares de la antigua frontera, de modo que la desintegración del espacio fronterizo pulverizó viejas relaciones sociales y a los actores que habían participado en ellas. (Pinto Rodríguez, 1996: 46) Además si se tiene en cuenta el destino final de aquellos que fueron sometidos pero no exterminados físicamente en las campañas militares (el ejército y la marina, las casa de familias, los ingenios y establecimiento rurales) y que algunas comunidades se mantuvieron como tales en espacios cedidos por el Estado, hace posible entender que estos grupos configuran la sociedad argentina, y que no fueron totalmente eliminados de ella. (Mases, 2002) Aunque sí en el discurso histórico.
En cuanto a la enseñanza, los grupos dominantes que emprendieron la terea genocida fueron los que consideraron a la escuela una prioridad estratégica (Juliano, 2002: 256) ¿Por qué? Porque como bien señala Marta Bechis "…una vez lograda un forma social, la historia sigue porque las relaciones sociales de que están hechas aquellas formas hay que hacerlas todos los días para que mantengan su vigencia y sostengan cambios…" (Bechis, 1992: 92)
En cuanto a la identidad, Juliano señala como la enseñanza escolar enfatiza los aspectos geográficos, concibiendo la identidad étnica desde una base territorial y no a partir de los aspectos históricos, por un origen común. (Juliano, 2002: 256). La escuela tenía por objetivo, según la autora, terminar con los vestigios de la cultura tradicional colonial e indígena. Esta no fue incluida en la historia nacional: fue desconocida su existencia, tratada someramente, desvalorizada y negada. (Juliano, 2002: 256). Su postura se puede sintetizar cuando señala como la escuela argentina ha rechazado sistemáticamente y por más de cien años el pasado en tanto experiencia social, pero lo ha recuperación en forma maniática en lo referente a acontecimientos históricos y ejemplos personales (todos miembros de los grupos dominantes) (Juliano, 2002: 262)
Desde el análisis literario Fernández Bravo se pregunta ¿qué hay en la geografía y en la naturaleza de la región que exprese la identidad de esa cultura? Y ¿Por qué las representaciones espaciales del territorio son empleadas a su vez para representar una cultura, identificando en ella rasgos de la identidad nacional? (Fernández Bravo, 1999: 10). A estas preguntas se debiera responder teniendo en cuenta lo que se viene analizando. Lo geográfico, el territorio que determina la identidad nacional no es más que aquello que oculta a los otros en esa identidad. Por cierto, estos otros presentan una heterogeneidad étnica que resulta inadecuada para la imagen de nación que los grupos dominantes pretendían en el siglo XIX (una sociedad civilizada, blanca y europea). Estas minorías fueron eliminadas físicas y /o históricamente de una forma violenta. Es por ello que sus historias fueron suprimidas del relato nacional. Por lo tanto como asevera Juliano (quien sigue los planteos de Nicolás Shunway) es parte constituyente de las ficciones orientadoras de la población argentina una mitología de la exclusión (Juliano, 2002: 259). Algo similar plantea Susana Rotker al decir que tanto el qué y el cómo se recuerda hablan mucho de lo que somos; que tanto la memoria, como el olvido, la represión y los desplazamientos son eslabones de la cadena de quiénes somos o creemos ser (Rotker, 1999: 12).
Quizás estas palabras puedan resultar muy duras, pero pretenden entender la realidad histórica y actual de la relación del Estado nacional y de los grupos aborígenes. La relevancia de este tema radica, en que estas cuestiones son parte constituyente de la sociedad argentina, de los mecanismos a través de los cuales esta se piensa, se expresa y se reproduce. Entenderlos y poder cuestionarlos críticamente es una tarea que puede colaborar con la construcción de una sociedad que no sea excluyente y que se piense a sí misma como una comunidad respetuosa de su heterogeneidad étnica. Alumbrar sus violentos silenciamientos posibilitara su entendimiento como acciones genocidas y no como gloriosas epopeyas de heroicos hombres que escribieron sus propias historias justificadoras.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
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BECHIS, M. 1992. "Instrumentos para el estudio de las relaciones interétnicas en el período formativo y de consolidación de los Estados nacionales" En: HIDALGO C. & L. TAMAGNO Etnicidad e Identidad. CEAL.
FERGUSON, J y H. ALIMONDA. 2004. "Imágenes desierto y memoria nacional. Las fotografías de la campaña del ejercito argentino contra los indios- 1879" En: Revista chilena de Antropología visual, nº 4, universidad académica de Humanismo y cristianismo, Santiago de Chile.
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MANDRINI, R. 1986. "La sociedad indígena en las pampas en el siglo XIX. En: LISCHETTI (comp.)Antropología. 2da. edición, Biblioteca del ciclo básico, EUDEBA, pp 205-230
………………… 2003. "Hacer historia indígena: El desafío a los Historiadores. En: MANDRINI, R y C. PAZ (comp.) Las fronteras hispanocriollas del mundo indígena latinoamericano en los siglos XVIII- XIX. Un estudio comparativo, IEHS- Ce. Hi. R- UNS, Argentina.
MASES, E. H. 2002. Estado y cuestión indígena. El destino final de los indios sometidos en el sur del territorio (1878- 1910). Prometeo libros /Entrepasados. Cap I, III, V
PINTO RODRIGUEZ, J. 1996. "Integración y desintegración de un espacio fronterizo. La aracucanía y las pampas, 1550- 1900". En: Araucanías y las pampas. Un mundo fronterizo en América del Sur. Edicones Universidad de la Frontera, 11- 46.
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TRINCHERO, H. H. 2000. Los dominios del dominio. Civilización y Barbarie en las fronteras de la Nación. El Chaco Central. Buenos Aires, Eudeba. Introducción.
Biografía del autor
María Fernanda Comas: Argentina, nacida en la ciudad de Balcarce provincia de Buenos Aires el 14 de octubre de 1983. Estudió Profesorado en Historia en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata, carrera de la que se recibió en septiembre del año 2006. Participó en el Grupo de investigación denominado Grupo de Investigación en Historia Rural Rioplatense (GIHRR), durante el período 2005- 2007. Actualmente colabora con el desarrollo de las investigaciones en el Museo Histórico Municipal de Balcarce, abocada a la tarea junto con los demás miembros de la publicación de un tercer tomo sobre Historia de Balcarce. Participó en varias jornadas de exposición de trabajos y en seminarios de capacitación. Se encuentra abocada a la realización de su tesina de linceciatura.
Autora:
Prof. Comas, María Fernanda
Profesora de Historia, recibida en la Universidad Nacional de Mar del Plata en el año 2006.
Argentina
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