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La visualidad en la Educación Plástica: su importancia desde la edad preescolar


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    1. Bibliografía

    La visualidad es uno de los recursos didácticos que más se ha utilizado desde las primeras edades a través de toda la historia de la pedagogía. Un análisis histórico concreto del mismo advierte que desde las ideas del filósofo griego Aristóteles (384(322 a.n.e) hasta la Escuela Nueva, esta generalmente estuvo presente en cada uno de los sistemas educacionales imperantes, donde se le restó y sumó importancia indistintamente; gran trascendencia le concedió a la misma el pedagogo eslavo J. A. Comenius (1592(1670), quien consideró el conocimiento del mundo real sobre la base de la percepción directa y recomendaba que en caso de imposibilidad para trabajar con los modelos vivos debían emplearse láminas y dibujos.

    "Cualquier tipo de enseñanza debe basarse en la observación y la experiencia y elevarse después a conclusiones y generalizaciones. Como resultado de la observación, el niño recibe sensaciones visuales, auditivas y otras, que despiertan en él la idea y la necesidad de hablar".[1] Estas palabras del pedagogo suizo J. E. Pestalozzi (1746(1827) dejan sentada la necesidad de la experiencia directa (recibida a través de los analizadores visuales) para la adquisición de conocimiento y el desarrollo de las capacidades intelectuales, así como la importancia de la contemplación de los objetos para determinar los rasgos esenciales de los mismos. Estas ideas reafirmaron el pensamiento de Comenius y Rousseau acerca de la importancia de la visualidad para una comprensión más acertada del medio y los objetos por parte de los niños.

    La Pedagogía Experimental que se desarrolló desde finales del siglo XIX en Alemania, Inglaterra y Estados Unidos, se planteó como objetivo fundamental el experimento, teniendo a la ética y la estética como bases primordiales. Logró resultados positivos en la solución de problemas relacionados con la percepción directa de la realidad. No obstante esta pedagogía situó al niño fuera del contexto social, confiriéndole a la educación un carácter biológico y no social.

    El paradigma de la Escuela Nueva por su parte tuvo dentro de una de sus líneas directrices la atención por lograr que el niño desarrollara su aprendizaje en un ambiente amplio e incitador de ejercicios variados que se correspondieran con su edad, de modo que contribuyeran a su formación, estableciendo para ello la relación con un mundo de cosas muy extenso ante el cual se pudiera obrar de múltiples formas para estimular un desarrollo intelectual vivo. Se ponderó además en este modelo pedagógico la utilización de la visualidad que tenía como fin la asimilación de vivencias concretas por parte del niño para favorecer determinadas nociones y aspectos de la vida cotidiana.

    En el pensamiento pedagógico cubano, a lo largo de toda la historia de la educación, el uso de la visualidad en los sistemas educativos también ha sido una constante. F. Varela y Morales (1788(853) el maestro de todos los cubanos, revela la necesidad de utilizarla en el proceso de enseñanza(aprendizaje y así lo expone en uno de sus principios donde establece iniciar el estudio de la naturaleza y de la sociedad mediante la observación, que era necesariamente ampliada y profundizada desde las posibilidades intelectuales que ya alcanzaban los niños.

    "Para lograr los fines de una enseñanza eficiente el alumno tiene que participar activamente en el proceso de aprendizaje, es necesario que mire, que vea, sobre todo que interrogue, que indague, que sienta la necesidad de saber, que haga las afirmaciones que le permitan su estado mental y la cultura de su vista y de su oído (…)". [2]Las palabras anteriores pertenecen al pedagogo cubano M. Valdés Rodríguez (1849–1914) quien expuso en sus concepciones la necesidad del componente visual en el proceso de enseñanza(aprendizaje como elemento básico para enriquecer las vivencias de los infantes. Valdés Rodríguez también abogó por el conocimiento del entorno y su importancia en los saberes de los niños.

    En el caso de J. Martí (1853(1895) no dejó de exponer en su teoría pedagógica la importancia de la visualidad par el aprendizaje y así lo expone cuando afirma en su revista La Edad de Oro: "Todo lo que quieran saber le vamos a decir, y de modo que lo entiendan bien, con palabras claras y con láminas finas". [3]Para el Apóstol de la independencia de Cuba la imagen visual debía poseer una acabada factura de modo que impactara desde el primer momento en los analizadores visuales de los niños, pues los consideraba una de las primeras vías por lo que la información podía hacerse más efectiva.

    En la República los pedagogos de avanzada también reconocieron la importancia de la observación en las primeras edades, así como la necesidad de utilizar un laminario adecuado en función de educar y al mismo tiempo estimular la visualidad.

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