Regla 2. Características generales de los gobernantes
Atraen la atención de las demás personas en forma especial. Tienen algunas dotes en mayor altura que las de sus gobernados. Estas provocan alabanza o censura en ellos. Unos son tenidos por avaros y otros por generosos. Unos por rapaces y otros por dadivosos. Unos por crueles, otros por compasivos. Unos por leales, otros por desleales a sus promesas. Unos por feroces y valerosos, otros por afeminados y cobardes. Unos por soberbios, otros por humanos. Unos por recatados, otros por lascivos. Unos por complacientes y flexibles, otros por severos e intolerantes.
Unos por firmes, otros por ligeros. Unos por creyentes y religiosos, otros por incrédulos e impíos.
Loable y deseable sería que el gobernante poseyera todas las cualidades o virtudes buenas enumeradas, y ninguna de las malas. Más aun que pusiera todas las cualidades buenas en práctica. Pero ni lo primero ni lo segundo es posible, porque la naturaleza humana no lo permite.
Por tanto es necesario que el gobernante sea lo bastante prudente como para evitar la infamia de los defectos o vicios que le pueden hacer perder su gobernabilidad y su gobernación. Pero no debe temer incurrir en algunos de ellos para conservar el Estado.
No debe olvidar que hay características como la benignidad y la clemencia, que aunque aparecen como virtudes, su práctica puede causar su ruina, mientras que otras como el temor y la astucia, que aparecen como vicios, su uso puede mejorar la seguridad y el bienestar.
Regla 3. Características convenientes para los gobernantes
3.1 Contar con la estimación de sus súbditos.
Lo que más proporciona estimación a un gobernante:
Las grandes empresas y las acciones raras y maravillosas que ejecute[5]Los gobiernos de los mejores gobernantes han sido una secuencia de empresas grandiosas y algunas extraordinarias. Conviene conocer estos gobernantes, sus empresas y como las ejecutaron. Por ejemplo Alejandro Magno (356 – 323 a. de JC.), Cesar Cayo Julio (101 – 44 a. de JC.) y Fernando V monarca de España.
Emprender y terminar en el orden civil acciones y obras poco comunes, inaugurarlas con gran celebridad y premiar a los copartícipes del entorno para que se apropien de ellas.
La celeridad con que las desarrollen no da tiempo a sus gobernados de urdir tramas en su contra. Acciones y obras que deje sin terminar van a engrandecer al gobernante que luego lo haga.
Castigar de forma ejemplar a los ejecutores de acciones malas. Estas celebraciones, premios y castigos deben dar al público de que hablar en forma notable.
Manifestarse como amigo generoso de las personas talentosas y honrar a sus gobernados que sobresalgan en cualquier arte.
Estimular a quienes ejercen pacíficamente su profesión u oficio.
Promocionar premios para quienes funden establecimientos útiles, para quienes multipliquen los recursos en las ciudades.
Proporcionar fiestas y espectáculos a las comunidades en las fechas habituales.
Reunirse a veces con estas comunidades y sus juntas y tener algunos especiales miramientos con ellos.
Dar ejemplo de humildad y generosidad protegiendo sin embargo que la majestad de su cargo permanezca inalterable y evitando que por popularidad se humille de alguna manera su dignidad.
Estas empresas les permiten: Mantener ocupados a quienes pueden conspirar. Adquirir mayor dominio sobre los súbditos al aumentar la admiración y el respeto. Contar con el dinero del Estado, de las religiones y de los acaudalados para ejecutarlas. Mantener la admiración de sus pueblos y la atención en las consecuencias que podrían acarrear.
Evitar lo que pueda hacerlo odioso y despreciable[6]Lo que más desprecio causa es usurpar bienes, honra o mujeres a los súbditos[7]Mientras no se quiten bienes, honra y mujeres a los súbditos, la mayoría vivirán contentos. Solo hay que evitar y reprimir de cualquier modo la ambición de unos pocos[8]
La opinión perspicaz del gobernante en sus súbditos, debe ser tan grande que ninguno se atreva a engañarlo, o armar intrigas o conspiraciones contra él[9]Manteniendo una alta estimación en su pueblo, difícilmente se conspirará contra él[10]Tampoco lo harán los gobernantes extranjeros.
Ante todo ingeniar los modos en que cada una de sus operaciones políticas engrandezca su fama de grande e ingenioso gobernante.
Su obligación es proceder con moderación, prudencia y humanidad. Mucha desconfianza lo convierte en imprevisible, demasiada confianza en insoportable[11]
Otras dotes con que debe contar un gobernante son; constancia, seriedad, virilidad, valentía y decisión en sus actos.
Otros defectos que hacen despreciable a un gobernante son: ser variable, ligero, afeminado, pusilánime e indeciso.
Cumplir promesas y saber engañar
Cumplimiento Digno de alabanza es el gobernante que cumple lo prometido, vive de modo integro y no es hipócrita en su conducta[12]No hay quien no comprenda esta verdad[13]
Engaño Sin embargo, varios gobernantes para manipular a voluntad el espíritu de sus súbditos y poder realizar grandes empresas desdeñaron la rectitud e integridad, emplearon la astucia y acabaron triunfando sobre los que procedieron con lealtad[14]
Cuando un gobernante prudente advierte que el cumplimiento de sus promesas redunda en perjuicio y que los motivos que lo llevaron a formularlas no existen, debe olvidarlas. Lo contrario podría llevarlo a la ruina[15]
Este precepto sería detestable si muchos súbditos no abandonaran al gobernante cuando se les presenta una mejor ocasión e incumplen con su lealtad al gobernante.
Tampoco el gobernante está obligado a cumplirles si se ve forzado a ello[16]Nunca faltan razones legítimas a un gobernante para justificar el incumplimiento de algunas promesas: la terminación o incumplimiento de convenios o tratados, la anulación de proyectos o empeños[17]
Pero es necesario saber encubrir este proceder artificioso y hábil, saber disimular y fingir. El gobernante que sabe emplear mejor en este caso el comportamiento del zorro, logra mejores resultados[18]
La mayoría de las personas son tan ingenuas y están tan condicionadas por sus necesidades que se dejan convencer siempre por quienes manipulan con arte el engaño[19]
Uno de los ejemplos más fehacientes de ellos fue el Papa Alejandro VI, incesantemente pensaba en medios para inducir al error a la feligresía y no hizo otra cosa que buscar ocasión para engañar siempre a sus fieles. Hasta ahora no ha habido nadie que haya conocido y aplicado mejor el arte de las protestas persuasivas, que haya afirmado con juramentos respetables tantas promesas y que las haya incumplido. Fue el Papa trapacero que con estratagemas y engaños supo dirigir a la comunidad católica y cumplir sus designios[20]
Los gobernantes, especialmente los nuevos, han de saber que no le es posible observar con integridad perfecta lo que hace ver a las personas como virtuosas. Con frecuencia para mantener el orden de su Estado se ven obligados a obrar contra lo prometido, contra las virtudes humanas o caritativas y hasta contra su religión[21]
Deben estar dispuestos a tomar la dirección que las circunstancias impongan, procurando no apartarse del bien mientras puedan, pero sabiendo obrar también con maldad cuando no les quede otro recurso.
Saber fingir
No hace falta que un gobernador posea todas las virtudes que le son necesarias, sino que sepa aparentar que las posee. Me atrevo a decir que es más conveniente que no las posea y sepa aparentar que las posee, a que realmente las posea y las practique continuamente[22]Tiene que aparecer para gobernantes y gobernados como manso, humano, fiel, leal, aún sin serlo[23]Pero le es necesario conservar su corazón en completo acuerdo con su inteligencia, especialmente cuando tiene que tomar actitudes contrarias. Deben cuidarse muchos de ser circunspectos. Que cuantas presentaciones públicas y palabras salgan de su boca, lleven el sello de las virtudes mencionadas. Para que quien los vea u oiga los crean llenos de buena fe, entereza, humanidad, caridad y religiosidad [24]De estas virtudes, aparentar la última es la más importante[25]
En general las personas juzgan más por lo que ven, que por lo que realmente se hace. A todos se les debe hacer ver lo que es conveniente. Tocar y comprobar se debe permitir solo a un limitado número de privilegiados. El pueblo ve lo que el gobernante parece ser, y tener como apoyo de sus ilusiones el poder del Estado que los protege[26]Solo muy pocos aprecian lo que el gobernante realmente es, pero no se atreven a contradecir la opinión del pueblo[27]Un gobernante debe predicar solo paz y hablar únicamente de buena fe, pero no observarlas cuando puede perder la estimación que le profesan y los dominios que gobierna[28]
Ver las cosas como son y no como se las imagina
Los gobernantes deben ver la verdadera realidad y no los desvaríos de algunas imaginaciones[29]Muchos concibieron Estados y Repúblicas que solo existieron en su fantasía acalorada y que jamás vieron[30]Hay mucha distancia entre saber cómo viven los hombres y cómo debieran vivir.
Quien para gobernar estudia lo que las personas hacen y deduce de allí lo que sería más noble y más justo hacer, aprende a crear su ruina, en lugar de preservarse de ella. El gobernante que a toda costa intenta ser bueno, camina hacia el desastre porque entre los gobernados que lo rodean hay quienes no lo son[31]El gobernante que quiera mantenerse en una gobernación, debe no ser bueno en ciertos casos y usar o no su bondad según lo exigen las circunstancias[32]
Saber aplicar severidad y clemencia
Todo gobernante debe desear que se le conozca por clemente y no por cruel, pero debe evitar siempre hacer mal uso de su clemencia[33]Cuando el gobernante necesita de la crueldad para conservar unidos a sus gobernados, e impedirles que falten a la lealtad que le deben, no debe temer a la infamia inherente al usarla. Los casos en que tienen que usar la severidad son muy pocos y ofenden solo a unos cuantos particulares. Aquellos con que usa la tolerancia, por ejemplo al producirse desordenes, robos y crímenes ofenden a todos los ciudadanos.
A un gobernante nuevo le es muy difícil evitar la fama de cruel porque debe siempre obrar con severidad extrema sin atemorizarse. No debe obrar con tolerancia ante los males que le avisen. Vale entonces a un gobernante ser más temible que amado? La respuesta, es conveniente que sea las dos cosas a la vez. Ante la dificultad de mantener los dos beneficios debe decidirse por ser temido antes que ser amado, porque es más seguro.
Cuando le sea indispensable eliminar a alguien, debe hacerlo con suficiente justificación, como con un delito patente[34]En este caso no debe incautar los bienes de la víctima, porque las personas olvidan más pronto la muerte de su padre, que la pérdida de su patrimonio. Si su inclinación es la de raptar la propiedad del prójimo, le sobrarán muchas ocasiones. La persona acostumbrada a la rapiña encuentra siempre pretextos para apoderarse de lo que no es suyo[35]En cambio las ocasiones para eliminar a sus súbditos son más raras, faltan con más frecuencia[36]
3.6 Saber usar la violencia
Varios gobernantes lograron defenderse de sus enemigos, a pesar de tantas traiciones y tamañas crueldades, vivir luego seguros en sus patrias, sin ser considerados traidores y crueles. Por qué sus conciudadanos no se conjuraron nunca contra ellos? En cambio, otros gobernantes que emplearon iguales recursos, no consiguieron conservar sus Estados ni en tiempos de paz, ni de guerra. Mi respuesta es que ello dimana del uso conveniente o no que se haga de la crueldad y de la traición. Llamo uso conveniente de estos actos cuando se ejercen rápidamente, una sola vez, sin continuarlos por la necesidad de proveer seguridad y encaminados, en cuanto sea posible, a la mayor utilidad de los gobernados[37]Estos actos de traición y crueldad no son convenientes cuando van aumentándose y se multiplican día a día y se cambia su finalidad. Los que usan el primer método de maldades, como los ejecutan solo una vez y no se ven obligados a repetirlos cada día, logran tranquilizar a sus gobernados a quienes luego ganarán fácilmente haciéndoles el bien. Con los auxilios divinos y humanos, como Agátocles, logran remediar esta situación, en tanto que aquellos que usan el segundo no es posible que se mantengan en sus Estados. Los actos de maldad han de ejecutarse rápido y todos juntos a la vez, en cambio los beneficios deben darse poco a poco para que sean mejor conocidos y apreciados[38]El gobernante que obra con temor, o guiado por malos consejos, se ve obligado a ejercer continuamente las maldades. Esto no le permite contar nunca con sus súbditos y ellos tampoco se sentirán jamás seguros de estos gobernantes. Cuando sobrevienen tiempos difíciles y penosos, el gobernante intenta remediar las maldades hechas, cambiar su comportamiento, pero el bien que entonces hace ya no se lo agradecerán porque lo ven forzado y no redundará en provecho[39]
3.7 Infundir temor y contar con astucia.
Un gobernante dispone de dos recursos para conseguir ser obedecido, la ley usada con las personas y la fuerza empleada con los animales. Cuando no basta lo primero hay que recurrir a lo segundo[40]Un gobernante debe saber hacer buen uso de ambos recursos, simultánea o sucesivamente. Para tal fin fueron confiados los candidatos a gobernantes en su niñez, en la mitología griega, como Aquiles, al centauro Quirón para que los educara en esta disciplina[41]Esta alegoría significa que tuvieron por maestro a un ser mitad hombre y mitad bestia. O sea que un gobernante necesita utilizar a la vez, o intermitentemente, de las dos naturalezas del ser humano para conseguir acatamiento.
Cuando un gobernante para obrar competentemente se ve precisado a obrar según la índole animal de las personas, debe imitar al león o al zorro según el caso en que se encuentre. El ejemplo del león no basta cuando debe preservarse de engaños, ardides, ó tretas. El ejemplo del zorro solo, no es suficiente cuando tiene que librarse de lobos. Debe ser por tanto zorro para evitar las trampas y león para espantar los lobos[42]
3.8 Saber usar la liberalidad y la avaricia.
La liberalidad es perjudicial en grado sumo a un gobernante cuando impide que le teman. Debe ejercerla con prudencia y secretamente para evitar la fama de intolerante[43]Un gobernante puede ser pródigo en el camino para adquirir una gobernación, pero no para mantenerla. César lo fue para conseguir la gobernación de Roma, pero si hubiera vivido y continuado sin moderar sus dispendios costosos hubiera arruinado el imperio. Cuando el gobernante dispone solo de bienes propios y de los de sus súbditos, debe ser económico. Pero cuando dispone de bienes ajenos no puede prescindir de la complacencia y prodigalidad. El gobernante que con sus ejércitos efectúa saqueos y se apodera de los caudales de los vencidos, está obligado a ser pródigo con sus soldados, quienes no lo seguirán acompañando sin este estímulo[44]Puede mostrarse ampliamente generoso porque da a sus soldados lo que no es suyo, ni de sus súbditos, sino de los vencidos. Este dispendio que hace de bienes ajenos, lejos de dañar su reputación le agrega la cualidad de generoso y complaciente. Así lo hicieron Ciro, Alejandro y Cesar[45]
El gobernante que quiere mantener fama de complaciente y generoso debe aparecer suntuoso y prodigar riquezas para conservar semejante gloria. Para ello se verá obligado a gravar cuantiosamente a sus súbditos, a ser extremadamente fiscal y a hacer cuanto sea imaginable para obtener dinero. Para favorecer a un pequeñísimo número de súbditos tendrá que perjudicar a la mayoría de ellos. Esta conducta lo tornará odioso a los gobernados que empobrece. Al perder la estimación de ellos y continuar con la necesidad apremiante de obtener dinero pondrá en peligro su gobernación al menor riesgo[46]Si reconoce su error e intenta cambiar de conducta ganará inmediatamente el oprobio de avaro.
Como un gobernante no puede ejercer de modo notorio la virtud de la generosidad sin perjuicio, debe ser prudente y no inquietarse de ser tildado de avaro. Cuando observen con el tiempo que, gracias a su prudencia, le alcanzaron las rentas para acometer empresas y defenderse de quien le declare la guerra, sin gravar adicionalmente a sus súbditos, lo reconocerán finalmente como buen gobernante. De esta manera favorece a un número inmenso de súbditos y será tildado de avaro solo por unos pocos que intentan conseguir mucho a cambio de nada[47]Gobernantes que pasaron por avaros como el Papa Julio II y Fernando rey de Castilla y Aragón, lograron grandes cosas, y muchos gobernantes pródigos terminaron vencidos.
La avaricia es uno de los vicios que aseguran una gobernación. Por tanto un gobernante debe temer poco ganar reputación de avaro si con ello no se ve obligado a despojar a sus gobernados, les evita sufrir pobreza y miseria y no le falta nunca con que defenderse[48]
Algo que perjudica considerablemente a un gobernante es gastar los propios bienes porque nada lo agota peor que la generosidad desmedida. Al ejercerla pierde capacidad económica y se torna pobre y despreciable. Al evitar su ruina por medio de la avaricia se hace rapaz y odioso[49]La generosidad desmedida conduce al menosprecio, aborrecimiento y odio del gobernante por el pueblo, unos de los inconvenientes mayores que debe evitar. Más sabio es no temer a la reputación de avaro que produce la infamia sin odio[50]
3.9 Forzar la fortuna
Muchos creyeron y creen que la providencia o fortuna domina de tal forma el mundo, que no existe remedio alguno para oponerle y que a las personas no les es posible, con prudencia, dominar lo que tienen de adverso estas situaciones[51]Con arreglo a tal fatalismo muchas personas juzgan que no vale la pena fatigarse en ocasiones temerosas y prefieren dejarse llevar por los caprichos de la suerte[52]Como esta opinión goza de cierto crédito debido a los grandes cambios que se ven cada día, me inclino a estimar que la Providencia, la fortuna o la suerte controlan la mitad de nuestras acciones y que la otra mitad es gobernada por nuestro libre albedrío[53]
La fortuna me parece comparable con un río caudaloso, que cuando abundan sus aguas inunda las partes bajas, derriba árboles y edificios, arranca y se lleva terrenos[54]Todos temen a su furia y huyen de él cuando esto sucede sin poder resistirle. Y no obstante en tiempos secos, las personas toman precauciones contra él, construyendo diques y exclusas[55]y cuando vuelve a crecer se ve obligado a correr por los canales que hacen menos ruinosa en estos sitios la fogosidad anárquica[56]Con la fortuna sucede lo mismo, respeta a las personas preparadas y vuelve su violencia hacia aquellas que no construyeron muros u otras defensas para contenerla. Los Estados hay que preservarlos con virtudes militares y cívicas para que dejen de ser campiñas sin exclusas ni diques con que puedan controlar revueltas populares e inundaciones de tropas extranjeras. Cuando se está preparado difícilmente se presentan estas situaciones peligrosas.
La fortuna también es comparable con aquellas mujeres que necesitan más de la protección masculina, y que se apegan más a los hombres que las tratan mal. La fortuna acompaña más a quienes la exigen, a quienes obligan o fuerzan su presencia. Pero luego en tiempo más corto que largo, también se aleja de ellos. Por su carácter femenino es más amiga de los jóvenes sobre todo de aquellos que son irascibles, poco circunspectos y que se imponen con más audacia. Por esto mismo se puede afirmar que a un gobernante le vale más ser violento que moderado. Hay gobernantes que de la prosperidad pasan a la ruina sin que hayan cambiado de cualidades ni de carácter. Ello no se debe a la fortuna, sino a que no saben proceder de acuerdo a las circunstancias[57]
Autor:
Rafael Bolívar Grimaldos
[1] A estos me ajusto más. Según esto, fatal, mil veces fatal la retirada de Moscú! 2 Los seleccioné como consultores, pero solo cuando había reconocido de antemano una máxima superioridad intelectual. 3 Dentro de ellos están también los que se pierden por la soberbia gratuita de creer que siempre hacen lo mejor de lo mejor.
[2]
[3]
[4]
[5] Con ellas me he elevado y con ellas me mantengo en altura. Cuando ya no haya otras nuevas que sobrepasen a las anteriores empezará mi decadencia.
[6] Cuando se hacen cosas grandes no hay que temer al desprecio, pues a pesar de todo se consigue admiración.
[7] Est modus in rebus?
[8] Que no es tan fácil.
[9] Cosa difícil cuando poseen la esperanza del tiempo.
[10] Siempre habrán valentones que lo intentarán.
[11] Perfecto! Sublime!
[12] Quien admira hasta este punto la honradez, la sinceridad y la rectitud no puede ser estadista.
[13] Es la verdad del pueblo.
[14] Sobre ello puedo dar muchos ejemplos. Los tontos están en este mundo para favorecer a los inteligentes.
[15] En estos casos no hay otro camino.
[16] Se debe disponer de hombres ingeniosos que manejen estos casos.
[17] Porque a pesar del escándalo ello redunda a largo tiempo en bien de los gobernados.
[18] Los más astutos y entre ellos el Papa no podrán negarme esta habilidad.
[19] Las multitudes están compuestas esencialmente de crédulos y necios y las pocas personas desconfiadas que dudan no se atreven a decirlo.
[20] Tremendo pontífice! No honró la tiara pero extendió los estados de la Santa sede. Cosa que me encargaré de volver a poner en orden.
[21] Cuando la tienen.
[22] Este consejo es interpretado de diferente manera.
[23] Vale más parecer hombre honrado que serlo.
[24] Exigencia excesiva, basta con hacer lo que al respecto se pueda.
[25] Antiguamente, no ahora en estos tiempos.
[26] Cuando se triunfa aun por el peor medio siempre nos dan la razón.
[27] Con esto es con lo que cuento.
[28] Maquiavelo se refiere a Fernando el Católico.
[29] Es preciso ver las cosas como son y no como nos las imaginamos.
[30] En la práctica los desvaríos de Platón valen tanto como los de Rouseau. Sin embargo, con arreglo a estas utopías, los visionarios de la filosofía y la moral juzgan a los estadistas.
[31] Los más perversos son pocos, pero aparentan muy bien a menudo ser los mejores y utilizan todos sus recursos para hacer ver que la mayoría es perversa.
[32] No importa lo que se diga, o lo que se quiera, lo importante para un gobernante es conservar su estado y mantenerlo en orden.
[33] Sucede cuando uno alcanza la gloria y usa la clemencia con exageradas pretensiones.
[34] Con esto restringe demasiado las prerrogativas de los gobernantes.
[35] Esta es una de las ventajas de mi autoridad.
[36] A Maquiavelo se le olvida que estas ocasiones las provoca uno mismo.
[37] Perfeccioné bastante esta maniobra el 18 Brumario y sobre todo al día siguiente, en Saint Cloud.
[38] Cuando se deja pasar un largo tiempo sin castigar una mala acción, el que la castiga aparecerá como cruel, porque se habrá olvidado lo que hace justo su castigo. Los gobernantes cobardes se ensañan contra los débiles y esto hace revelarse a los más fuertes. Cuando los bienes se derraman a manos llenas los aprovechados son los oportunistas que nunca los agradecen.
[39] En estas circunstancias por mucho que se prometa y se dé, ya de nada sirve. Los pueblos permanecen indiferentes ante los gobernantes que sucumben por traidores, crueles y mezquinos.
[40] El segundo es más efectivo.
[41] Explicación que nadie había sabido dar antes de Maquiavelo.
[42] Verdad indiscutible que debe ser aplicada en política.
[43] Si se es liberal es por interés vanidoso.
[44] Nadie lo hizo mejor que yo. Di licencia para pillajes y devastaciones. Di a mis soldados cuanto podían tomar. De allí su inmutable apego a mi persona.
[45] Yo también entro en esta lista.
[46] Recobraré la estimación con hazañas engañosas. Iré a los países extranjeros en busca de dinero.
[47] En esto eres un pobre hombre de espíritu apocado!
[48] Con el vicio de la avaricia no contaré.
[49] Hay que inventar nuevos medios de abastecerse. El qué dirán no me inquieta.
[50] Como compensación del odio público cuento con el amor de mis soldados y el aprecio de mis prefectos senadores, etc.
[51] Consuelo de débiles y perezosos. Con energía y actividad, ayudados por el ingenio, es posible dominar las más adversas circunstancias.
[52] Los cambios mayores y más numerosos los engendré y puedo aún producirlos.
[53] Mi libre albedrío ha domado a Europa y hasta a la misma naturaleza.
[54] Esta fortuna asoladora he sido yo mismo.
[55] A mis enemigos no les di tiempo ni facilidades para tomar estas precauciones.
[56] La mala fortuna que puedo ocasionar no se reduce con esa facilidad.
[57] Lo más difícil en el mundo y lo que exige mayor entereza es variar según las circunstancias.
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