curame con tus hierbas poné tu imagen sagrada al sol a orar por nosotros
por nuestros pecados nuestras dudas nuestras deudas
abríme / cerrame – cerrame / abríme
para que navegués mis páginas retrocesos en letras negras
perfumes malogrados café que no se asienta
vení a esta hoguera de febrero vení tomá mis manos maestrita
consolame con el desconsuelo que no consuela
saboreá estas lágrimas cuchillos apagados en la distancia
apagame / encendeme / apagame / encendeme
decíme que no me querés que me querés que no
que yo soy otro el otro
alguien que imagina tu vuelo los martes o los jueves
tus figurillas de arcilla en la casa sin paredes
las cariátides del último pabellón que no conoceremos
el piso de candela la escalera en flor el cielo en duermevela
decíme con tus dedos de agua apagame en este incendio oceánico
apagame o encendeme o apagame con tus guerreros del viento
pero decíme si hemos sido somos seremos arrepentimiento
con tus manos tus sueños con tus cantos tus anzuelos
porque me ahogo me esfumo porque me quemo
decíme
(Del libro Profesión u Oficio, Ediciones Andrómeda, 2002)
CARTA AL HIJO
Sería difícil escribir esta carta sin evitar las justificaciones
digresiones de caída y vela hinchada hacia el poniente
en el fósforo del Báltico un amanecer de lluvia y lágrimas
con el rostro frente a las paredes blancas de un hospital invernadero
¿Será difícil inventariar las lunas los cruces de esquina
los caballos estivales galopando a ambos lados del transiberiano
las noches de vodka alrededor de la ausencia sin tus pasos?
Será duro el batallar de los acontecimientos
las visas los pasaportes los aeropuertos los desencuentros
las callosidades del alma la inutilidad de los abrazos
Será difícil anotar que he desvivido bebido huido
hacia los agujeros del tiempo en la marcha de las palabras
Más difícil aún revisar imágenes de un país imaginario
las bombas que caen en el Chorrillo sobre San Miguelito la luna
el desfile de gorilas amarillos desatando el istmo con su fuego homicida
sus fauces hediondas alimañas de carnicería
y vos bajo la telaraña de la cama en la habitación del miedo
asustado y sorprendido sin comprender por qué el imperialismo
los capitales la banda neoliberal los lameculos tropicales
la horda de paisanos como perfectos chacales
el paréntesis de este centro planetario atiborrado de compañías
comerciantes del reino usureros serruchadores de tus sueños
mis sueños de una sola patria matria nuestros sueños
los de tu madre con los muñecones del teatrillo callejero
por las selvas del Darién o en el Archipiélago donde las embarcaciones
llevan traen los cuentos de los fundadores elementales
los soles de la palma el brillo soberbio de las pieles
trasiegan el pasado contra el futuro en un eterno presente
Es difícil ocultarse hijo muy difícil
escribir todo esto sin que me tiemblen las manos
y un rumor de cadenas crepitaciones inexpresables
naveguen por dentro como una estampida de bisontes guerrilleros
y la mirada se nos pueble de nubes en el olvido de nuestros nombres
Harto difícil esta tarea de acercarte a mi otro yo
el de los ojos del antifaz con la suerte del andariego
en un tranvía negro que siempre retorna y retorna
con las hilachas nocturnas de los murciélagos
siemprevivo siempreamargo cautiverio de las páginas que se humedecen
como las lapidas con el rocío de los cementerios
o las bestias que huyen perseguidas por el amazónico incendio
Me es muy difícil decirte hijo decírtelo sin faltarle al recuerdo
que yo también me caigo me lluevo me abro me cierro
me ablando me tiemblo me tenso con los látigos los templos
del primer indicio la mediada caricia el último vuelo
para decirte así sencillamente hijo sin literatura
así al puro aire que todos somos viajantes y que por eso
y a pesar de todo lo que transcurre bajo el poema
a pesar de todo lo que muero te escribo y te quiero
(Del libro Profesión u Oficio, Ediciones Andrómeda, 2002)
CASI-DA A FEDERICO GARCÍA LORCA
Nuestras ciudades enloquecieron con sus guadañas
el humo asfixia a los maricas los peones las pitonisas
los rascacielos los callejones la caravana de gitanos
en el éxodo de los incendios la Danza de la Muerte
con sus harapos sus cadenas su retorcerse
alrededor de este siglo que también se nos muere
por las horas graves de esta tarde en que subís vos
Federico ángel toreador de las estrellas los enjambres
Siempre vos subís por las cinco sangres de la tarde
con Antoñito el Camborio e Ignacio
con el rey de Harlem y el Viejo de las hierbas del Hudson
con una comparsa de negros en búsqueda de su Habana para verte
Subís y bajás y subís por las cinco sangres de todas las tardes
como un son de la murga en la guitarra más ancha y profunda
pletórico de romances saetas valses con tu luna de plata
tu barca amarrada al alma tu caballo anclado en el Alhambra
el puñal abierto y las cartas lanzadas a las esquinas de los amantes
Tras de vos vienen los fusiladores con sus capas de tinta y cera
y todos los que te han matado y te matan sin matarte
pero también vienen Margarita Antonio Pablo Luis Vicente
y los demás poetas con sus cantos y sus olivares de trashumante
Subís hacha de luz con todas las muertes a cuestas
encendido en el baile de máscaras con las páginas abiertas
como las flores en el instante de la primavera
Subís con nosotros en la hora ciega de los alacranes
con todo tu amor en nuestra rabia y en nuestros pesares
para iluminarnos y limpiar el óxido de los altares
la rancia costura de los maestros los empleados los generales
Subís toro torero por este cementerio de plantas y pañales
con tu fuego perpetuo de lluvia para apagar las academias
los anuncios las lámparas de la fama las camas vacías los pedestales
Subís y subís con tu alta raíz de sombras y jaguares
hasta este nombrarte nombrándome en la apuesta más lúcida
de los guernicas las plazas los bosques los labios más lunares
subís y nos subís por la garganta como una procesión fresca de animales
para regresar a la humedad de los collares en el lomo del tiempo
y arrear la bandera negra de tu Andalucía para izar la nuestra
esta funda de sortilegios en la concavidad de todas todas las sangres
(Del libro Profesión u Oficio, Ediciones Andrómeda, 2002)
VIDEO CLIP PARA JORGE LUIS BORGES
Yo no miro el oro de los tigres
sino las palabras / tigres que nos devoran
así como el jardín sin los senderos
nos identifican nos ignoran
no el mundo de Morel al alimón
con Bioy Casares tu otro yo en sus alucinaciones
Tampoco es como piensan tus biógrafos
críticos ramplones sin imaginación creativa
que la mirada interior (- que – la – mira – da – al – interior)
el laberinto de los ojos con su Teseo
el podium de los pinochetes con el laurel y la lira
la biblioteca infinita del ratón que se muerde la cola
y roe todos los folios de lo alarmantemente maravilloso
¡Claro que no!
Simplemente este abismo abismándose más
para doblar la esquina y saber lo que hay que saber
que esto no es Buenos Aires ni Ginebra (ni siquiera ron)
sino tigres / palabras que se evaporan y reescribimos infinitamente
como el ciego en una playa antes de la batalla
o el cantor perseguido esquivando la luz
cuando escupe estos pergaminos amarillentos
sin importar el fuego ni las migajas azules del tiempo
(Los anteriores poemas pertenecen a "Profesión u Oficio". Los que siguen pertenecen al libro "Caza del Poeta", Ediciones Andrómeda, 2004).
4.
La casa del Poeta es un refugio
el misterio de sus manos en la sangre extendida
Hasta ella llegan las muchachas temerosas
los chicos balbuceantes
a encender la lámpara del vino
la estufa de la memoria
En los estantes cuelgan los trofeos de la noche
acuarelas del primer beso desteñido
uñas de gato zarpas de pantera
aguafuerte de batallas milenarias
faldas de mujeres olvidadas
máscaras antigases para el mitin de lo posible
La Casa del Poeta es una caverna de murales
dispuesta al interior de su colorido
para alumbrar las vigilias de la bomba
Pero se canta y se bebe
se tocan instrumentos de toda estirpe
se tañen las cuerdas se templan los cueros
se prepara el cazador para la partida.
Y se ama en otros cuerpos la manera más salvaje.
Se aspira el cielo en una línea de deseo
y se espanta el tedio con el humo de la manzana
alrededor de la hoguera de puñales
con mapas olvidados en una isla de piratas
en restos florecidos de animales.
La Caza del Poeta es una cintura abierta.
9.
El poeta joven llega con sus arbolitos
bajo el brazo
al jurado de las academias
editoriales de hierba seca
tribunales de tinta muerta
Coma adjetivos suplante sustantivos
beba conjunciones joven poeta
mira que no hay mayor peligro que las palabras
chocolatinas de la pradera
Copie destace versifique
desafíe a los maestros chinos
iguale la destreza de los nahuales
recomponga las páginas inmortales
Verifique
mastique a los provenzales
digiera los idiomas las vocales
si se indigesta tómese ésta
agua de seltz posmoderna
aspirina de la metáfora perfecta
Así tendrás la recompensa:
el estercolero de las buenas intenciones
consejos de los poetas viejos
y el apetecido premio del circo
que buscaste sin tregua
en la fastuosa tumba tarumba
del suplemento dominical
sobre los espumantes retratos
de las esquelas
25.
Come chocolate niña, come
mira que caen las bombas sobre Bagdad
Hazle caso al Poeta de Lisboa
mira que el incendio te ilumina
en las pantallas cibernéticas
Los halcones alzan el vuelo
desde El Capitolio hasta la arena
Come chocolates niña, come
los marines entre los cadáveres y la ceniza
reparten chocolates del Pop Wuj
con sus Siete Cerbataneros
y el bastón de La Calavera
"Chocolaya" "Harricks" "Nestlé" "toffee stars".
Sobre las cúpulas palestinas
el Ángel de la Muerte.
¡Come Carita sucia, come!
¡Come chocolates Poeta, come chocolates!
27.
Voy a tomar esta pastilla
en la que se reflejan todos nuestros países
con sus utopías y el asco de un mundo perfecto
mercadeado por los comandantes del templo
esta aspirina más grande que el sol
como nos la recetaba Roquito
pero con sus piedrecillas de hierba
átomos de ácido lisérgico
para descansar al fin de tanto subterfugio
tanto cometa sin viento
veletas de la palabra
mujeres sin poesía
gobiernos sin fundamento
Voy a tomar esta enorme pastillita
para domar al potro rojo
que remonta el ojo de Dios
52.
Este poema lo encontré en la boca
de los poemas de Boccanera
poeta argentino maestro de los lunes
justamente un martes
cuando las cenizas del disparo
disiparon las palabras
en boca de otro poeta
que boquea
centroamericanamente
53.
Se debe premiar la perseverancia del artista
su atrevimiento la ruptura con el tiempo
expresa el erudito conferencista en el museo de arte
el premio dinero a cambio de su parte
un artefacto colorido o mecánico tal vez virtual
pero jamás la luz de sus ojos vaciados en las noches de taller y vela
o en las tabernas donde ruge La Vencedora
tañendo su melodía en la entrepierna de la bailadora desnuda
o al rasgarse sus manos con el cristal del oficio
para encabalgar la maestría en serie de pieles y huesos
sobre el potro encapuchado y el charco rojo
donde riela la escultura azul no comerciable
temblorosa en el fondo estrellado de la caverna
54.
Lluvia de nuevo
sobre los pastizales
lluvia roja
de soles negros
en el recuadro de las bestias
del miedo a la metralla
desdentada en el bosque de cadáveres
incrustados en el sueño
por el homicidio del miedo
lluvia y más lluvia
en enero o en abril
el mes más cruel
hasta diciembre
pasando por las gotas negras
del tranvía
lluvia de palabras
imágenes sin sentido
sostenidas por la lluvia
que envuelve campos y ciudades
desbordadas por las cañadas
con sus casas marginales
en el ojo del huracán
como una maldición
o un presagio
de lo que será
de lo que no fuimos
nunca seremos
achará
59.
En el fondo de la tarde
con la arboleda frutal de cámara verde
recuerdo a Madre pedaleando
sobre esa magnífica estructura
de metales fundidos y maderas preciosas
en cuyo centro de hierro forjado
podíamos deletrear S-I-N-G-E-R
La aguja trazaba veredas de pájaros
estelas de pececillos escarlatas
cantos de ojales decorados
y cuando se salía de su ruta
Ella sin lentes detenía mi lectura
para que le ayudase a pasar el hilo de tiempo
por el orificio de la nada
Hoy que barajo lentamente esas imágenes
mientras mi esposa en el taller
pinta sus figuras obesas de barro y canto
percibo el ronroneo del pedal bajo el escritorio
y las manos de Madre enhebran las palabras
sobre camisas y blusas de otra tarde
en que versos y esculturas son canciones
de una máquina en el viento
62.
La Caza de la Poesía breve intersticio
donde Madre oscila suavemente
sobre el tedio de la tarde
sostenida por su poltrona de musgo y nieve
con las sombras de líquenes heliconias helechos
mientras la cabalgata desfila
por la calle central de la ciudad
que se decolora por el llanto
en el mapa amarillento de las cortinas
como vestidos circulares de las muñecas de balsa
que Ella fabricaba en la infancia
y que ahora giran por el aire como palomillas
anunciando la lluvia de los días
63.
despertamos chapaleando en el barro en la oscurana torpes sin las armas sin los báculos sin remos sin nada despertamos era como volver a dormir sin la luz encerrados en el llanto vimos el cuerpo de Madre entre los cirios su sonrisa portadora de ángeles con las flores de la primavera en el traspatio de la noche su rostro lo único luminoso y las orquídeas por el bosque de palabras como graznidos de máquinas futuristas los perros aullaban deambuló por toda la casa salpicó con agua invisible las pantorrillas de mi mujer y siguió flotante entre las camas hasta el féretro por toda la madrugada hasta el cielo de barbas amarillas donde el coro séptimo entona la cantata de la primera sinfonía con todos los metales y las cuerdas por la alameda de nieblas hasta que logramos despertar o conciliar el sueño y percibir la luz perpetua dentro del grito coagulándose
64.
Una tormenta de nieve en Lake Tahoe
anuncia la llegada de un niño
como años atrás en San Petersburgo
Hijo del rayo no reconocido
por estas páginas
el segundo crece en las nieblas del gran canal
mientras el primero se arropa en los pinos
y el coche de sus primeros pasos
Así la noche los convoca
los absuelve
cada uno en su nota
con la agitación de las sombras
y el aumento de decibeles
en este bar donde la vida se consume
en una línea
como un pez bajo la lluvia
67.
Mi Casa es más que "el simple sudor del viento"
porque ciertamente vivo en un país "que amo, que odio"
pues solamente "8 milímetros de patria quiero"
Ni siquiera la "patria del poema está en las hojas
que la muerte y el odio han abonado"
porque "la patria, les decía, es una casa,
donde vivimos todos como hermanos"
y no puedo invitar a una casa "a caminar yo te acompaño"
porque "todo esto es distinto a la patria" que cae
"como una pastillita de veneno en mis horas"
Por eso no puedo decir "mi patria es altísima"
O "Alabado sea el dueño y Buen Señor que va dando a cada país lo suyo"
La patria es la metáfora del gran fingidor
que desde la ventana de su casa mira la calle vacía
regresa solitario a la cueva sin camisa
apaga el fuego lentamente
y acuesta el puñal de la Historia en la sangre de su sonrisa
Adriano Corrales
(Costa Rica, 1958)
Ha publicado: Tranvía Negro (Poesía, Ediciones Alambique, San José, 1995; Ediciones Perro Azul, San José, 1999), Los ojos del Antifaz (Novela, Ediciones Perro Azul, San José, 1999; Ediciones Piel de Leopardo, Buenos Aires, Argentina, 2001; EUNED, San José, 2007), La suerte del Andariego (Poesía, Ediciones Perro Azul, San José, 1999), Hacha Encendida (Ediciones El Pez Soluble, Caracas, Venezuela, 2000), Profesión u Oficio (Poesía, Ediciones Andrómeda, San José, 2002), Caza del Poeta (Poesía, Ediciones Andrómeda, San José, 2004), El jabalí de la media luna (Cuento, Ediciones Arboleda, San José, 2005) y Balalaika en clave de son (Novela, Editorial Costa Rica, San José, 2006).
Es profesor e investigador del Instituto Tecnológico de Costa Rica y dirige la revista FRONTERAS. Ha sido antologador de poesía y narrativa costarricense y centroamericana y ha participado en múltiples festivales y encuentros de escritores nacionales e internacionales, entre ellos el XII Festival Internacional de Poesía de Medellín, Colombia. También escribe teatro y colabora con varias publicaciones nacionales y latinoamericanas.
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