- Introducción
- Inicio como voluntaria en el grupo de recuperación total reto Oaxaca
- El universo siempre responde
- El grupo de autoayuda
- Finitud
- Experiencia extraña
- Limonada
- La cuerda se rompe por el lado más débil
- El cuerpo llora lo que el alma calla
- Mi libro de oraciones
- Decisión firme de vivir
- Flor y fruto
Introducción
"El que sacia con sus bienes tus deseos; para que se renueve tu juventud como la del águila "
Salmo 103.
Hace tiempo escuche una fábula utilizada ampliamente en seminarios de superación personal llamada "La renovación del águila", posteriomente me topé con el Salmo 103, que hace referencia también a este mito; aunque realmente no sucede de esta manera en las águilas, la enseñanza que deja ésta fábula es hermosa y realmente renovadora.
Así fue como tuve la idea que, como esta águila mítica, mi ser había sufrido también un proceso de renovación a través de la dolorosa experiencia del cáncer de mama. Antes de continuar con mi historia, leamos esta fábula:
La renovación del águila.
El águila es el ave que vive más tiempo, llegando a alcanzar 70 años. Sin embargo, para llegar a esa edad, a los 40 años tiene que tomar una seria y difícil decisión. A los 40 años el águila se encuentra en una fase decisiva y delicada de su vida: las uñas se le han puesto largas y flexibles, y así, ya no logra agarrar a los animales de los que se alimentaba; el pico alargado y puntiagudo se ha puesto curvo, lo que le complica el cazar y el alimentarse. Sus alas están envejecidas y pesadas porque las plumas están más gruesas y se le hace cada vez más difícil volar. En ese momento de la vida, el águila sólo tiene una alternativa: morir o enfrentar un doloroso proceso de renovación que va a durar 150 días. Ese proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña y alojarse en un nido cerca de una pared, donde no necesite volar. Después de encontrar ese lugar, el águila comienza a batir con el pico en la pared hasta lograr arrancárselo. Después de arrancarlo, espera que nazca un nuevo pico, lo que tarda algunas semanas. Una vez que tiene su nuevo pico, el ave ya puede arrancarse las uñas. Cuando las nuevas uñas comienzan a nacer, el águila comienza a arrancarse las viejas plumas. Apenas cinco meses, cuando el proceso está terminado, sale para el famoso vuelo de renovación y para vivir entonces 30 años más.[1]
Y bien el cáncer de mama me sorprendió apenas cumplidos treinta y dos años, con muchos planes, con sueños que de repente se venían a bajo ante una dolorosa realidad. Como mucha gente asocié la palabra cáncer con muerte y esa posibilidad de morir me desmoronó. Al principio sentí mucho enojo, con Dios, con mi familia, con la gente en general, pero sobre todo conmigo misma.
Pero esta etapa de mi vida apenas comenzaba, ignorante de todo lo que vendría después. Sin embargo esa situación límite me dio la oportunidad de amar y valorar mi vida y cada minuto que tenía para continuar. A la distancia reconozco que inicié un viaje hacia mi interior que permitió un autoconocimiento y valoración, como ninguna otra experiencia de vida me había dado hasta ese momento; toda una aventura.
Inicio como voluntaria en el grupo de recuperación total reto Oaxaca
A principios de 1996 eran frecuentes mis visitas a la Casa de la Mujer "Rosario Castellanos" que en aquel tiempo se ubicaba en la calle Constitución, de la Ciudad de Oaxaca de Juárez. Acudía por material e ideas para mis clases de Temas Selectos de Biología y Ecología y medio ambiente; en una ocasión supe de la visita del recién constituido Grupo. Ellas llamaron mi atención desde el primer momento pero ajena estaba que acudiría al grupo RETO posteriormente.
En Agosto de ese mismo año tuve mi primera cita con el médico oncólogo, quien me operó a principios del mes de octubre, debido a que la biopsia dio como resultado un carcinoma mucinoso; volví al quirófano y se me practicó una mastectomía radical modificada. Pasado el periodo de recuperación mi médico de ese entonces me recomendó acudir al Grupo RETO y me proporcionó el teléfono; -comunícate con ellas, van a ayudarte- me dijo.
Recuerdo que llamé, platicamos por teléfono; la presidenta del grupo me invito a la reunión, -este miércoles a las seis de la tarde, te esperamos –me dijo. Acudí puntualmente y casualmente encontré en la puerta a una de las voluntarias, quien me dio la bienvenida y de esa primera sesión guardo un hermoso recuerdo. Me sentí comprendida, ellas me enseñaron sus cicatrices y desde ese momento me sentí hermanada con ellas.
Por fin habían quien podía comprenderme, quienes podían ser esa luz que me guiara por el largo y difícil proceso de enfrentar un cáncer de mama. Pero sobre todo estaban ahí para decirme-¡si se puede!-, el cáncer no necesariamente significa muerte. Se puede vivir y tener una vida digna y realizar tus planes y proseguir.
En los primeros días del mes de diciembre viajamos a la ciudad de Querétaro en mi primer e inolvidable viaje con el Grupo RETO, asistimos a un congreso médico como invitadas especiales; y las Señoras integrantes de Grupo RETO Querétaro organizaron una donación de prótesis de mama de silicón y de esta manera obtuve mi primera prótesis con la cual se aminoró mucho el duelo por la pérdida de mi seno.
El universo siempre responde
El tiempo pasó, un año después de la mastectomía, tuve una recidiva y se volvió a extraer un tumor para analizarlo; resultó ser maligno y entonces el tratamiento continuó, esta vez, radioterapia. Después de 21 radiaciones mi piel visiblemente quemada se ulceró. Fue terrible, desde el cuello hasta el tórax cubierto de dolorosas llagas; me sentía débil e indefensa. Al quitarme la camiseta partes de mi piel se desprendían. Por eso una noche me dormí sin cubrirme y al despertar descubrí que algunas llagas se habían infectado, algunas supuraban. Aunque acudí al médico general y me apliqué lo indicado por él, no apreciaba cambios significativos. Estaba desesperada, ore, y entonces sucedió uno de los muchos afortunados sucesos que me han asombrado.
Tuve la visita de un compañero de trabajo, me visitó junto con su esposa; en ese entonces yo estudiaba la maestría en Ciencias de la educación; por lo que este compañero acudió a mi domicilio para ofrecerme el "Diccionario de las ciencias de la educación". Mientras hablábamos en la sala de mi casa, su esposa me dijo –disculpe mi indiscreción ¿se ha quemado usted? –preguntó. _Observo que tiene llagas en el cuello, permítame sugerirle algo_ Dijo. Respondí que sí, y entonces me sugirió utilizar "gel de caléndula" para ayudar a la cicatrización de mi piel. Seguí su consejo, y obtuve muy buenos resultados.
En mi experiencia, cuando estamos pasando por alguna situación y solicitamos ayuda a Dios, su ayuda llega por caminos inesperados, Dios siempre responde.
Meses después de concluir el tratamiento de radioterapia, comencé a toser, Era una tos con espesas secreciones blanquecinas al principio, pero después fue una tos seca molesta y frecuente. Los resultados de la tomografía indicaron metástasis en pulmón izquierdo por tanto comenzó la quimioterapia para mí. Pero unos días antes, una querida amiga de la infancia me visitó, llevaba consigo un tríptico con la información sobre un curso de autoayuda. La escuché por cortesía, pero no estaba interesada en ese entonces. Ella siguió insistiendo por varias semanas, visitándome continuamente y contándome su testimonio y sobre todo el testimonio del autor del método de auto curación.
Finalmente asistí al mencionado curso por complacerla y para hacerlo tuve que faltar a una de mis clases de la maestría el sábado por la mañana. Situación que valió la pena al concluir el curso el domingo; por la noche yo era otra persona. Algo paso, una transformación que empezó ahí y cuyo cambio en conciencia continúa hasta el día de hoy.
Pase de ser una mujer víctima de sus circunstancias a otra mujer con conocimiento y aceptación de la total responsabilidad por todo lo que me pasa. La alegría por vivir renació en mí, pude conocer poco a poco mis causas y perdonarlas. Incluso llevé al curso prácticamente a toda mi familia. Asistimos con singular emoción por casi ocho años continuos. Años en que tomé todos los cursos y participé activamente en ese grupo de autoayuda.
De la gente que conocí en esos años conservo bellas amistades. Inclusive aún nos reunimos un pequeño grupo de amigos cada miércoles por las tardes. Ellos representan un gran apoyo para mí y la ayuda es recíproca.
Cabe mencionar que fue precisamente ese conocimiento a tiempo el que me ayudó a superar por primera vez el cáncer metastásico a pulmón izquierdo con pronóstico sombrío. Los cosas marchaban bien yo me sentía feliz y continué con mis planes de vida. Emprendí muchos proyectos, en algunos tuve éxito en otros no, pero en general estaba bien.
La primera vez que recibí quimioterapia fue difícil pero logramos detener el proceso maligno en mi pulmón izquierdo. Mientras estuve en tratamiento y peloncita, aproveche para utilizar todo tipo de sombreros y turbantes, esa parte fue divertida.
Recuerdo que una de mis compañeras del Grupo RETO, me recomendó raparme, _es menos doloroso que te rapes ahora, a que observes como se te cae el pelo por mechones– dijo. Entonces un viernes le dije a mis alumnos de bachillerato, este fin de semana juega el Cruz Azul, es mi equipo favorito; si gana festejaremos y si pierde me rapo, les dije. El lunes me presenté rapada a mis clases y mis alumnos dijeron: – ¡oh, la maestra si cumple sus promesas!
Con seguridad todos los seres humanos sabemos que moriremos algún día, sin embargo no es un asunto que nos preocupe todo el tiempo. Pero ante el diagnóstico de una enfermedad "Crónica, degenerativa y mortal" la vida se ve muy diferente. Se sabe que la posibilidad de morir pronto está presente, es real y te acompaña a todas partes.
Mi hermano mayor me consiguió una cita con una doctora de medicina alternativa en la ciudad de México, a la cual acudí acompañada por otro hermano. Experimenté varias terapias de sanación pero una en espacial llamó mi atención en ese momento. Está dinámica consistió en una relajación inducida, en la cual, la terapeuta me dijo: _imagina que te encuentras en un largo pasillo, en ambos lados se encuentran las personas que conoces, compañeros de trabajo amigos, después tus hermanos y hermanas ya al final se encuentra tus padres. _Escucha, continuó diciendo, _ hazte consciente que estás muriendo y tienes la oportunidad de despedirte de cada una de estas personas, avanza por el pasillo y diles lo que quieras pero despídete de cada una porque vas a morir. Me resistí al principio de hacer lo que me indicaba, pero ella dijo _es fantasía, sólo es una dinámica, hazlo. Seguí sus instrucciones y recuerdo que lloré mucho. Finalmente estaba frente a la puerta y me dijo "morir es abrir la puerta" entonces me negué a dar ese paso, volvió a decirme que era una dinámica que abriera la puerta y respondí "yo quiero vivir" ¡no abriré esa puerta!
Entiendo que era una dinámica para que el miedo a morir no detuviera mi vida, pero me llamó la atención que no quise jugar a eso, por tanto en ese momento supe algo, aceptaba que moriría algún día, pero no era el tiempo ni el momento, surgió en mí un gran deseo por vivir y asumí el reto que significaba luchar por mi vida. Entonces confié en que la ciencia médica curaría mi cuerpo, pero también decidí ocuparme de sanar mi mente y mis emociones como una tarea que me tocaba hacer sólo a mí.
Una mañana en una sesión de quimioterapia, mientras veía pasar el medicamente por vía intravenosa, observe un cambio en mi campo visual. Veía como a través de un vidrio mojado. Llamé a la enfermera y le explique que me sentía extraña, en ese momento llegó mi hermana Elvira y la llamé también, ella tomó mi mano y al hacerlo me sentí desvanecer; no pude sostener mi mano y está calló a mi constado, cerré los ojos y sólo vi una intensa luz plateada y sentí hundirme en esa luz, sentí que me iba, que era el final. No podía hablar pero grité en mi mente ¡Quiero vivir! ¡Quiero vivir! Entonces, volví a sentir una mano que me sostenía, pero no era mi hermana; a ella la habían alejado de mí y esperaba en la puerta de ese cuarto de quimioterapias. Y una enfermera, que por cierto tomó junto conmigo un curso de Tanatología, era quien sostenía mi mano y acariciaba mi cabeza.
Me había asistido con presteza y recobré poco a poco la consciencia, el color regresó a mi rostro y mi campo visual se aclaró, volví a ver con normalidad.
Como dice la canción " si del cielo te caen limones aprende hacer limonada". Que el cáncer toque tu vida es devastador, pero sin duda, te brinda la oportunidad de aprender y reencauzar tu vida como pocas experiencias pueden hacerlo. Todos sabemos que moriremos algún día, pero para la mayoría de las personas, no es algo que les preocupa demasiado. Sin embargo una situación como ésta te enfrenta a una clara realidad eres plenamente consciente de tu finitud, y que tu vida gira alrededor de esa situación.
La conciencia de mi finitud redimensionó muchas situaciones en mi vida. Algunas cosas que antes eran muy importantes dejaron de serlo y otras situaciones adquirieron nuevo valor para mí. Al saber que tenía poco tiempo decidí hacer una lista con todas las cosas que quería realizar antes de morir; así nació mi "Lista de las 50 cosas que quiero hacer antes de morir" y comencé de inmediato. Algunos puntos de esa lista se lograron otros no, éstos últimos los sustituí por otras metas.
La cuerda se rompe por el lado más débil
En cierta ocasión escuché una grabación del autor del curso de autoayuda al que me he referido; él decía que nuestro cuerpo después de sufrir una enfermedad como el cáncer queda debilitado en ese punto y si los hábitos y emociones que lo originaron se repiten la enfermedad vuelve aparecer – "El cordel se rompe por el lado más débil, tengan cuidado_" decía. Me parece una poética manera de explicar que el cáncer es una enfermedad crónica, degenerativa y mortal.
Pasó algo, me desilusioné y me deprimí entonces el cáncer volvió esta vez los tumores se desarrollaron en ambos pulmones; terrible, difícil experiencia. El cáncer regresó después de cinco años de sobrevivencia.
Obediente a la medicina ortodoxa me sometí al tratamiento de quimioterapia pero también trabaje con mi mente y mis emociones. Los libros de Louis Hay y su forma de entender la enfermedad y la curación me ayudaron mucho.
El cuerpo llora lo que el alma calla
Ante la disyuntiva de operarme o no hacerlo, me sentí como Damocles con una filosa espada pendiendo sobre mi cabeza. Finalmente me convencí, que en ese momento y con la información que tenía, la mastectomía era la única salida. Así en el mes de octubre de 1996 me practicaron una mastectomía radical modificada del seno izquierdo. Profundamente triste, me sentía separada, dividida iba de la negación a la ira, para luego pasar hacia una tristeza profunda, abatida, llorando mucho. Pero en determinado momento me pare frente al espejo con el torso desnudo y me grite ¡Socorro, no llores más! No derrames otra lágrima por esta situación que no puedes cambiar.
Entonces me refugie en una gruesa capa de dureza y negación y no lloré más. Diez años después, de repente noté que salía de la piel radiada de mi pecho una gotita, el médico oncólogo diagnosticó una necrosis de costilla. Posteriormente tras analizar estudios radiológicos de control me informó sobre una pericarditis, en término comunes me dijo que estaba acumulando un líquido en el pericardio. Seguí el tratamiento indicado por mi médico hasta que ingrese a urgencias del hospital para ser canalizada al especialista para extraer el líquido que en esos momentos había aumentado considerablemente.
Algo más sobre esta vivencia en particular, aun cuando se sabía de la existencia de ese líquido, continúe bajo observación. Sin embargo una mañana desperté con un presentimiento que en principio no identifique, entonces me dirigí al consultorio particular de mi médico oncólogo mientras lo esperaba compre un plato de uvas y me comí solo una; el médico no llegó entonces me dirigí al Hospital del ISSSTE para ese entonces ya eran como las dos de la tarde; me topé con la cardióloga quien bolsa en mano se había detenido en la recepción. La abordé, ella ya sabía sobre la pericarditis que sufría, le dije que me sentía rara y ella me examinó. Este hecho me salvó la vida puesto que gracias a ella ingresé a urgencias y al anochecer el líquido que oprimía mi corazón ya se estaba extrayendo por punción. Después de esa intervención de emergencia se me colocó días después una ventana pericárdica.
Mientras convalecía por la punción me visito una compañera de trabajo, hermana de una de las enfermeras del hospital quien le dio detalles sobre mi caso. Ésta compañera me dijo –que suerte tienes Soco, el médico que te practicó la punción no opera a nadie que no esté programado y sucedió que su paciente no llegó y por eso te atendió. Ella le llamó suerte, yo lo explico de esta manera: ante tu decisión firme de vivir el universo conspira atrayendo personas cosas y situaciones que favorecen tu mayor y absoluto bien.
Como ya mencioné, finalmente mediante una "ventana pericárdica" el líquido fue extraído. Esta es la parte que como paciente viví y la explicación médica que me dieron. Pero yo me pregunté ¿por qué esa manifestación? En meditación recibí esta respuesta: todo ese líquido en mi corazón representaban las lágrimas que reprimí con tanto coraje, todo lo que no lloré, el duelo que interrumpí; desde entonces me permito con gentileza manifestar lo que siento, y si lo que necesito es llorar lo hago. Todo eso por amor a mí misma, porque nuestros cuerpos manifiestan lo que estamos viviendo.
Mi libro de oraciones
Una enorme herida en mi pecho debido a una ventana pericárdica provocó que estuviera internada en el hospital del ISSSTE por varios meses. La herida se abrió e infectó a los pocos días de ser dada de alta, por lo que regresé al hospital y ahí solicité se me llevará mi computadora portátil así que cada noche escribía cómo quería que se desarrollara mi vida día con día. Compile esas oraciones en un libro que llamé "Mi libro de oraciones" y lo publique en el año 2009.
Después de ser dada de alta en mayo de 2007, la herida permaneció abierta dos años más. Tiempo en el que aprendí a cuidarme para evitar que se infectara, acudiendo además a curaciones periódicas al hospital del ISSSTE.
Entonces me dibujé en una cartulina como un gran imán atrayendo la perfecta cicatrización de mi pecho. Esa imagen la veía cada noche antes de dormir y agradecía dando por hecho la cicatrización de mi herida; mientras tanto continué trabajando y estudiando.
La solución llegó cuando el cirujano plástico me colocó un injerto de mi propia piel y así fue como tres años después, esa etapa quedó superada.
En noviembre de 2014, sentí "ardor en mi seno derecho" la molestia siguió y la reporte a mi médico oncólogo. Pero salvo ese síntoma, los exámenes no arrojaron problema alguno. Sin embargo, días después al estornudar o toser, sentí un dolor intenso en el lado derecho del tórax. Ese dolor se fue intensificando. Era un dolor agudo al estornudar o toser que dejaba como un eco que se iba quitando poco a poco. Después el cansancio y un dolor sordo que irradiaba hacia la espalda.
El dolor se hizo cada vez más intenso siempre al toser o estornudar. Solicité una interconsulta a mi oncólogo, el amablemente me la concedió y además me ordeno una tomografía para checar que estaba pasando.
Como siempre confío en el profesionalismo de mi oncólogo y esta parte se la dejo a él; me enfoco en mí para descubrir mis causas mentales y emocionales y actuar desde esa trinchera.
Ante este panorama me pregunté ¿Qué me estás diciendo ahora? ¿Cuál es tu mensaje? ¿A qué emoción o memoria responde esta manifestación? Mientras escribo siento la molestia en mi espalda, sin embargo confío que la causa emocional me será revelada, y de esta manera pueda conocer, perdonar y liberar.
Finalmente resultó que mi esternón está involucrado en el proceso maligno. Mi medicó decidió cambiar el protocolo de tratamiento. Ahora me estoy tratando con base en este nuevo protocolo.
Ahora me siento más tranquila y decido perdonar y liberar la causa mental-emocional que está detrás de esta manifestación física. Continúo con mi vida y con mis planes confiando en la ciencia médica para tratar mi cuerpo físico. Por mi parte cada noche impacto el campo cuántico de mi experiencia consciente para grabar vida saludable y feliz, en cada átomo que me forma, en cada célula, en cada gen.
Revisando los documentos con los que me apoyo en mis procesos de curación emocional, me encontré con la siguiente información, esta idea me sacudió. Ante mis ojos, se armó un enorme rompecabezas, comprendí el porqué de las desilusiones de mi vida.
Según ésta información la explicación de porqué nuestra vida se vuelve una secuencia de desilusiones, porqué intentas una y otra vez, con el mismo resultado. Cuando las cosas suceden de esta manera es lógico que la vida pierda su emoción, que no tengamos ganas de vivir, de continuar y además nos fijamos sólo en lo detestable de la vida, en las noticias negativas, en los desastres, en la muerte. La razón es: "no queremos vivir".
La solución entonces es desear vivir, con toda tu emoción, con todas tus fuerzas y hacer todo aquello que demuestra que quieres vivir: cuidarte, asearte, alimentarte. Involucrarte en nuevos proyectos, planear tu vida, lo que quieres hacer y ser cada día, todos los días.
Flor y fruto
Me identifico con el cuento de Ester Feliciano Mendoza "El árbol que quería cantar" del cual cito un fragmento:
"Y así pasaban los soles y las lunas, las lluvias y los vientos. La canción crecía y crecía en el alma del roble. La sentía vibrar por todo su ramaje extendido. En sus mil ojitos verdes, en su rojo corazón, sentía que lo iba llenando todo. Ya no le cabía dentro su dulce carga sonora. Una mañana, los pájaros, los árboles, los cielos y los niños, vieron la canción intensa brotar del roble. Era hermosamente rosada. Tenía mucho de soles y de amanecer, y ternuras de atardeceres. Tenía alas a punto de vuelo y gargantas estremecidas de música."
El canto del árbol se expresó en sus flores, de la misma manera es mi vida mi riqueza, mi experiencia aquí contada es mi flor y mi fruto. Muchas gracias.
Autor:
Dra. María del Socorro Aragón Henríquez.
[1] http://www.ciudadredonda.org/articulo/pdf/id/5575