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La Vuelta a las Raíces: Nacionalismo Cultural de Jean Franco

Enviado por Nabih Samsón


Partes: 1, 2

    1. Política y Cultura en el Perú
    2. La Novela y la Regeneración Nacional
    3. El Nacionalismo y el Inmigrante
    4. Nacionalismo Cultural y Vanguardia
    5. El Regionalismo Brasileño
    6. América como Vanguardia

    Jean Franco, de nacionalidad francesa, es un reconocido investigador y catedrático de estudios latinoamericanos de la universidad de Montpellier y un destacado especialista en Literatura latinoamericana.

    En este capítulo de su libro desarrolla, con un sorprendente abanico de exposiciones, fruto de sus intensas lecturas sobre el arte latinoamericano en general, el concepto de "Nacionalismo Cultural", cual es objeto principal de mi atención en su libro: "La Cultura moderna en América Latina". [1]

    Para Franco, es en 1918 cuando se produce el fracaso por parte de Europa de continuar como ideal de los artistas latinoamericanos, volcándose éstos a enrolarse entre sus propias raíces. Es en la década del 20", cuando músicos, escritores, pintores y otros artistas, comenzaron a encontrar en sus tierras y en los pueblos indígenas los caracteres que estaba perdiendo Europa.[2] La fecha de 1918, como comienzo de las nuevas búsquedas de los artistas latinoamericanos en sus propios orígenes, no es ajena a lo que significaba el término de la primera guerra mundial. El socialista argentino José Ingenieros (1877-1925) calificaba el final de ésta como "una lucha entre fuerzas reaccionarias, cuya destrucción era el heraldo de una nueva Era de justicia social"[3] Pues, con razón, en su desenlace se encontraba el germen de un nuevo porvenir en el espacio del pensamiento latinoamericano.

    El periodo posbélico fue, tanto para Europa como para Latinoamérica, de gran agitación social: En Perú, Chile y Brasil había mucha convulsión entre las clases obreras, a las que se sumaban escritores e intelectuales; en Argentina, un movimiento de reforma universitaria nacida en la provincia de Córdoba que se extendió a Chile, Uruguay y Perú, unificaba a los estudiantes contra los viejos sistemas de enseñanza; en México, se había realizado una revolución social importantísima; en Chile, había subido al poder Jorge Alessandri (1896-1986) con un amplio programa de reforma social; en Uruguay, tomaba fuerza la política reformista; y en Brasil, un ciclo de significativas revoluciones en 1922, 1924 y 1925 que convulsionaban al país (aunque con el infortunio de ser aplastadas por el poder gobernante). Los años veintes, dice Franco, fueron años de esperanza para Latinoamérica, esperanza que se mantenía viva gracias al triunfo de la Revolución Mexicana.

    El Nacionalismo Cultural Mexicano

    La Revolución Bolchevique de 1917 se reflejó en el arte latinoamericano tardíamente en los años treinta. En la década del 20" fue la Revolución Mexicana la que proporcionó el nuevo ideal. La Revolución Mexicana no estaba inspirada con base ideológica, como sí lo estaba la Revolución rusa, pero contaba con nuevos personajes: la figura del campesinado, indígenas y de los obreros, que dejaron intranquilos a la opinión pública internacional. México no se colocaba como modelo revolucionario a seguir, sino como un ejemplo de un nuevo nacionalismo basado en una estructura social equitativa (justicia social). Este nacionalismo mexicano no era como el tradicional nacionalismo político, sino era más "espiritual", penetrante en el arte y en las ideas, era un nacionalismo cultural, deseoso de integrar en sus filas a todo aquél que quisiera participar en la vida nacional. Tanto así, que posteriormente la misma élite buscaría en la cultura popular, en los pueblos indígenas y en su tierra, los valores que primeramente había aceptado de Europa sin cuestionárselos.

    Franco considera como "arquitécto del nacionalismo cultural mexicano" a José Vasconcelos (1882-1959), un variado filósofo y escritor, que se unió a la revolución mexicana desde las filas de Francisco I. Madero (1873-1913). Madero era el principal opositor al dictador Porfirio Díaz y representaba al sector más moderado de la revolución, en contrapartida con los radicales Francisco "Pancho" Villa y Emiliano Zapata. Éstos no gozaban de la completa simpatía de Vasconcelos. Este personaje activo de la casta política mexicana trabaja en la filas del presidente Obregón tras el asesinato de Madero en 1913, desempeñando la función de Ministro de Educación, e impulsando un excelente programa de nacionalismo cultural que lograron "cambiar el rostro de México".

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