Holismo e individualismo metodológico en la sociología clásica y contemporánea
Enviado por Juan Pablo Mivielle
- Introducción
- Tres alternativas frente a una polémica
- La posición de los clásicos
- Concurrencia entre el individualismo y el holismo metodológico en la explicación social
- Conclusión
- Bibliografía
- Notas
Resulta difícil negar el hecho de que el hombre nace dentro de un contexto social objetivo y que lo produce y reproduce en cuanto adquiere la capacidad para conducirse dentro de él 1. Ahora bien, el poder explicativo de una teoría social depende del grado de desarrollo que alcance en la elucidación del vínculo entre la acción de ese individuo y el entorno social que le viene dado.
Para dar cuenta, verdaderamente, de esta relación, el cientista social, en su explicación, debe valorar de manera ecuánime la incidencia causal tanto de los factores sociales como de los individuales. Es justamente en este marco donde se libra el debate que nos interesa tratar: ¿en la explicación de un fenómeno social se debe otorgar relevancia causal a las creencias, intenciones y estados mentales de los individuos, o por el contrario, se debe enfatizar el rol que desempeñan las condiciones, estructuras o instituciones sociales en la configuración de la conducta humana?
Para limitar el campo de análisis, dada la amplitud de cuestiones que involucra la polémica holismo-individualismo metodológico, conviene ceñirnos a la hipótesis del trabajo. Mi propósito es demostrar que, a partir de las tres alternativas que plantea Corina Yturbe en cuanto a las posiciones que se pueden adoptar en torno al debate, sólo una da cuenta de la verdadera naturaleza de la realidad social, del individuo y del vínculo que los une, sin caer en falsas reducciones ni desconociendo partes importantes de la realidad. Para mostrar las virtudes y defectos de cada una de las opciones consideraré, básicamente, las posturas que adoptaron los representantes de la teoría social clásica y algunos de los miembros más importantes de la sociología contemporánea 2.
Tres alternativas frente a una polémica
Según Yturbe, existen tres alternativas con respecto al debate holismo-individualismo metodológico, cada una plantea de un modo diferente la actitud que se puede adoptar frente a sendas perspectivas epistémicas:
– la primera opción supone que el individualismo y el holismo son dos enfoques en competencia, que son dos metodologías excluyentes: o se adopta el punto de vista holista donde la realidad social se explica, principalmente, apelando a estructuras; o bien se adopta el punto de vista individualista, donde a la base de toda explicación se encuentra el individuo, sus intereses, creencias y deseos.
– una segunda actitud que puede adoptar el cientista social frente a la disyuntiva holismo e individualismo consiste en suponer que el uso de una u otra metodología depende del fenómeno a explicar; así, cada una se vería como un proyecto explicativo distinto y guiado por un interés específico: según el aspecto de la realidad social que se pretenda estudiar se adoptará un método u otro.
– una última forma de entender la relación entre ambos enfoques epistémicos es suponer que son complementarios, es decir, considerar que es posible elaborar una teoría social donde los dos tipos de factores causales, estructuras sociales e individuos, tengan ambos un papel relevante en la explicación; así, dar cuenta de la realidad social incluiría tanto la subjetividad del individuo (racionalidad, intereses, intenciones) como el contexto social en donde tiene lugar.
Subrayando, sobre todo, los lineamientos teóricos principales en donde aparezca más claramente formulado el principio metodológico adoptado, conviene exponer sumariamente la doctrina de cada uno de los autores escogidos.
Tanto Marx como Durkheim y Weber asientan sus respectivos proyectos teóricos sobre la base de una sola concepción metodológica, los dos primeros autores lo hacen sobre la plataforma del holismo y el último sobre la del individualismo3.
Marx, al igual que Durkheim, adopta el principio del holismo metodológico, en tanto explica la conducta de los individuos apelando a leyes macroscópicas y descripciones de las posiciones o situaciones que ocupan los individuos al interior del conjunto social.
El carácter holístico de la presentación marxista de las condiciones de la existencia humana es revelado en cuanto se consideran los conceptos que utiliza para formular su teoría: formación social, fuerza productiva, relaciones de producción, conciencia de clase, etc.
El materialismo histórico es la concepción que establece que el resorte fundamental del desarrollo de la historia se encuentra en la actividad productiva y en las consiguientes relaciones sociales que trae aparejada. Así, la historia, y cualquier fenómeno social, puede explicarse al margen de las iniciativas, intenciones o estados de la conciencia del hombre. El marxismo considera que los agentes históricos son meros portadores de ciertas relaciones sociales y que todas las esferas de la vida, social e individual, son reflejo, en última instancia, de la base económico-productiva de la sociedad. De esta manera, no hay acción que no esté orientada por las condiciones materiales de la existencia, porque el hombre no puede determinar de modo consciente su propio destino: la situación de clase crea una situación en la que todo el destino de un individuo está determinado por la clase a la que pertenece y la función que se le ha asignado en el sistema productivo.
El otro gran exponente del holismo metodológico es Durkheim, cuya formulación teórica aparece, a primera vista, como mucho más "radical" que la de Marx. La teoría durkheminiana contiene explicitada la perspectiva holística en términos metafísicos: los hechos sociales son cosas que se conocen a través de la observación, de una naturaleza completamente diferente de los estados psíquicos de la conciencia individual. Durkheim estudia los fenómenos sociales en sí mismos, independientemente de los sujetos que están implicados en ellos.
"Los modos colectivos de obrar y de pensar" tienen una realidad objetiva, una existencia propia, y un poder coercitivo que hace que las voluntades individuales no puedan oponer resistencia. Así, el sustrato de un hecho social no es el individuo sino la sociedad, que es definida no como un simple agregado de individuos, sino como un todo real y orgánico, donde las distintas funciones -clases- que la componen cooperan entre sí en situaciones normales.
En La división del trabajo social se ofrece una definición resumida y muy ilustrativa de la orientación epistemológica escogida:
La conciencia colectiva o común es el conjunto de creencias y de sentimientos comunes al término medio de los miembros de una misma sociedad, constituye un sistema determinado que tiene vida propia… es independiente de sus manifestaciones particulares, es la misma en las grandes y pequeñas ciudades, en las distintas profesiones, en las diferentes generaciones…4
El autor adopta una perspectiva holista incluso para estudiar un fenómeno como el suicido, donde parece patente el hecho de que al menos algún rol explicativo importante deben tener los estados psíquicos o mentales y que no son tomados en cuenta5.
Cabe realizar una última observación: Durkheim reconoce que las cosas sociales se actualizan a través de la acción de los hombres, pero estos son siempre objetos pasivos, nunca sujetos actuantes (los hechos sociales residen en la propia sociedad y no en los miembros que los producen).
Para señalar las limitaciones del holismo metodológico, es conveniente formular una de las críticas que Watkins6 le dirige y que es una falla en la que incurre tanto el materialimo histórico como la teoría social durkheminiana. Según el filósofo, no es posible captar las características totales de una situación social, antes de aprender algo acerca de las situaciones individuales de los protagonistas de dichas situaciones; aduce que es falsa la presunción de que se pueden detectar los rasgos esenciales de alguna totalidad histórica permaneciendo alejado de las conductas de los sujetos concretos.
Por otro lado, hay que admitir que las cosas sociales no son producto de la "generación espontánea", son creadas y recreadas permanentemente por voluntades particulares que actúan en situaciones concretas y con fines específicos y, que la mayoría de las veces saben lo que hacen. Normalmente, en la vida cotidiana, conocemos lo qué hacemos, por qué lo hacemos y en qué momento hacerlo; y por otra parte, interpretamos acertadamente qué hace el otro, por qué razón lo hace y por qué lo hace en un momento particular. Esto significa que una teoría social debe ubicar en el centro el hecho cotidiano de que los agentes humanos son conocedores de las condiciones sociales con las que día a día se entretejen sus acciones y que no son meramente sujetos pasivos abandonados al arbitrio de entidades supraindividuales que determinan su conducta.
Además, es acertada la observación que realiza Watkins al sostener que una postura como la de Durkheim, al otorgarles una realidad objetiva análoga a la de una sustancia, duplica y no explica la naturaleza de los fenómenos sociales7.
Por su parte, Popper critica explicitamente al holismo en general y al marxismo en particular, argumentando que las teorías sociales holísticas son ambiguas en el uso de los términos que hacen referencia al todo social8 y que este no puede ser estudiado desde su carácter de totalidad: la ciencia es selectiva puesto que no es posible para el hombre construir una teoría que contemple todos los aspectos del mundo 9.
Max Weber, formula su propia teoría sociológica desde la perspectiva del individualismo metodológico; desde su óptica, el objetivo principal de las ciencias sociales se encuentra en la interpretación del sentido subjetivo de las acciones. Para entenderlo claramente conviene exponer lo que se conoce como el postulado weberiano de interpretación subjetiva, porque es particularmente allí donde son más manifiestas las limitaciones del individualismo metodológico a la hora de explicar la realidad social.
Según Weber, las ciencias sociales procuran comprender los fenómenos sociales en términos de categorías provistas de sentido de la experiencia humana individual: toda conducta humana socialmente significativa es una expresión de estados psíquicos motivados; el investigador social no puede contentarse con estudiar los procesos sociales como sucesos externamente relacionados, sino que debe construir tipos ideales 10, en cuyos términos comprender la conducta social.
En suma, el postulado sostiene que todas las explicaciones científicas del mundo social deben referirse al sentido subjetivo que confieren los hombres a sus propias acciones, porque toda conducta manifiesta tiene su origen en determinados estados psíquicos, intencionales o motivacionales 11.
Es cierto que todas las explicaciones científicas del mundo social pueden y deben referirse al sentido subjetivo de las acciones de los seres humanos en los que se origina la realidad social, pero el comportamiento de un actor sólo puede comprenderse con respecto a una situación que se encuentra condicionada por variables sociales.
El supuesto del individualismo metodológico de que la sociedad es un conjunto de personas que se comportan de manera más o menos inteligible y que se influyen mutuamente, parece bastante sensato, lo que sucede es que es insuficiente. Las preferencias, el egoísmo y la racionalidad no bastan a la hora de dar cuenta de los procesos histórico-sociales, es necesario agregar otros supuestos: el modo en que las estructuras limitan las acciones, el modo en que se vinculan los actores para convertirse en actores sociales colectivos, el modo en que se renuevan, modifican o trastocan las estructuras sociales a partir de las acciones particulares, etc. La comprensión de una situación social compleja no puede derivarse exclusivamente del conocimiento de las predisposiciones, creencias y relaciones de los individuos.
Ya señaladas las limitaciones, tanto de una como de otra versión metodológica, sobre la base de la sociología clásica, volvamos y relacionemos esto con las alternativas que planteaba Corina Yturbe.
Se había dicho que los tres autores se encolumnaban detrás de la concepción que sostenía que el holismo y el individualismo eran dos métodos mutuamente excluyentes. Ahora bien, adoptar la primera alternativa frente al debate en cuestión, implica otorgar prioridad explicativa a tipos distintos de factores causales: a las creencias, acciones e intenciones de los individuos, en el caso del individualismo metodológico, o a las propiedades de las estructuras sociales en el caso del holismo. Esta alternativa parece poco fructífera, ya que supone una reducción del objeto de estudio de la sociología: ya sea a las estructuras (en cuyo caso, el hombre se transforma en un mero portador de funciones o estructuras sociales) o al individuo (y el contexto histórico-social queda reducido sin ninguna incidencia causal sobre la acción individual).
Preferir una metodología en detrimento de otra, implica sobredimensionar determinados aspectos de la realidad social en perjuicio de otros no menos importantes: en una acción social nunca se persiguen únicamente intereses propios; así como, tampoco hay contexto ni estructura social que no implique individuos con capacidad de producirlos y reproducirlos. No se está afirmando que quienes adoptan el individualismo como método nieguen la existencia de estructuras sociales, sino que no le conceden relevancia explicativa ni eficacia causal: argumentan que las estructuras no pueden actuar, sólo los individuos, y por lo tanto, las características de las estructuras sociales no son sino resultado de rasgos individuales (son los sujetos individuales los que determinan el curso de los acontecimientos, entendiendo sujeto como agente racional e intencional). Por otro lado, quienes aceptan el holismo, no sostienen que las estructuras existen o actúan independientemente de sus miembros, sino que son las estructuras las que actúan a través de los individuos y que para explicar las características de los individuos se debe apelar a las propiedades de aquéllas (es el contexto social el que produce a los individuos y el que configura su capacidad de actuar).
Así, hemos desechado la primera opción que planteaba la autora porque la elección de un método u otro deja sin explicar aspectos importantes de la realidad social; ahora queda por resolver cuál de las otras dos alternativas planteadas es más viable a la hora de dar cuenta del mundo social.
En cuanto a la segunda alternativa, respecto de las posibles actitudes que se pueden asumir en la discusión epistemológica que se está considerando, cabe indicar que adoptar alternativamente el holismo o el individualismo según el fenómeno a estudiar o el interés del científico social, no supera ninguna de las dificultades teóricas que suponía la primera alternativa. El cientista social que adopte esta actitud no conjuga ambas perspectivas al interior de una misma explicación sino que las utiliza de manera alternativa, no concurrente, y por tanto se cometen, alternativamente, tanto las faltas del holismo como las del individualismo.
Concurrencia entre el individualismo y el holismo metodológico en la explicación social
Aún resta por considerar la última alternativa plantada por Yturbe, respecto del debate holismo-individualismo, y examinar si es una opción viable o si sólo constituye un proyecto impreciso, ecléctico, que no puede plasmarse en ninguna explicación científica concreta.
Afirmar que es posible conjugar, en una misma explicación, tanto factores causales sociales como individuales, implica recuperar el sujeto como agente racional y actuante -que el pensamiento estructuralista disuelve en las estructuras sociales-, pero también, evitar una caída en el subjetivismo, que tiende a explicar las acciones colectivas y las individuales a partir de la suma de elecciones y propósitos particulares. Así, debe admitirse que los seres humanos son agentes que razonan, tienen intenciones, conciencia y capacidad, pero también reconocer que los planes, los motivos o la racionalidad se encuentran limitados por condiciones y variables que exceden al sujeto individual.
La relación entre acción humana y estructura social debe entenderse, tal como sostiene Giddens, a partir del reconocimiento de una doble dualidad que está implicada en el proceso de reproducción social: la dualidad de la estructura 12 (dada por las reglas y los recursos) y la del sujeto (dada por su capacidad y cognoscibilidad). Desde este punto de vista, para dar cuenta de la realidad social es necesario comprender la acción del individuo en términos de motivos y fines y así mismo identificar al contexto social como medio y resultado de la acción, como constituido y constituyente del comportamiento humano.
En la teoría de la estructuración, Anthony Giddens reconoce, ante todo, que las acciones se dan en el marco de condiciones no reconocidas y de consecuencias no anticipadas 13* , dos conceptos centrales de cualquier perspectiva holística; pero categorías tales como monitoreo reflexivo de la acción y racionalización de la acción que hacen referencia al carácter intencional del comportamiento humano, constituyen rasgos inequívocos del individualismo metodológico.
Giddens encuentra en el concepto de acción dos componentes básicos de la conducta humana: la capacidad y la cognoscibilidad. La capacidad es la posibilidad que tiene un agente humano de haber actuado de otra manera y la cognoscibilidad son todas aquellas cosas que los miembros de una sociedad conocen acerca de la misma y de las condiciones de su actividad dentro de ella 14.
Pero la sociedad no es el resultado del proyecto intencional de uno o más individuos, sino que toda actividad humana tiene lugar en el contexto de estructuras sociales que tienen una larga trayectoria en el tiempo que al individuo le vienen dadas al nacer.
La sociedad contiene estructuras que existen pero no como una cosa en el mundo, tienen una existencia virtual, potencial, se actualizan en la medida en que funcionan, y funcionar implica que haya agentes que actúen, que "hagan uso" de ella. El agente social tiene conciencia y capacidad, pero una acción no puede tener lugar si la estructura no provee de dos elementos importantes que son constitutivos de ella: las reglas (restricciones, limitaciones a la capacidad del agente, definen lo que puede hacer y lo que no) y los recursos (permiten que la regla se cumpla, son la condición de posibilidad para que el agente actúe). Las estructuras son duales, están constituidas por reglas -que limitan- y por recursos -que posibilitan.
La estructura es condición y medio para la acción pero no es superior al individuo, sin él no existe, porque no tiene razones ni necesidades de ninguna clase, sólo el actor las tiene y son sus actividades las que constituyen y reconstituyen las sociedades -en el marco de las consecuencias no intencionadas y condiciones no reconocidas, pero también en el del monitoreo reflexivo de la acción y en el de la racionalidad.
Las estructuras sociales suceden y son hechas suceder a través de los múltiples actos de los agentes individuales, que conocen mucho, tanto en el sentido de la conciencia práctica como en el de la discursiva, acerca de las condiciones en donde tienen lugar sus actividades. Así, las estructuras sociales están constituidas por acciones y relaciones humanas, pero a su vez, esas acciones están influidas por las características estructurales de la sociedad en que ocurren.
La continuidad y el cambio social han de entenderse como una mezcla entre la voluntad de individuos que tienen capacidad de acción y conocimiento del medio social en el que viven, y las variables desconocidas y las consecuencias no previstas de las acciones de los agentes humanos. Los cambios se producen en parte porque las personas pretenden que ocurran, y en parte por las consecuencias que nadie prevé.
Según el punto de vista holístico, los individuos son producto de la sociedad, la cual no sólo impone límites a sus deseos, metas y posibilidades de llevar a cabo sus proyectos, sino que los configura. Pero el holismo olvida que la realidad social contiene un significado y un plexo de significatividades para los seres humanos que viven, actúan y piensan dentro de ella 15. Tal como lo señala Alfred Schütz, el hombre desde el comienzo experimenta el mundo social cultural como provisto de sentido, es el pensamiento de sentido común el que refleja el conocimiento que tienen los hombres en su vida cotidiana de las diferentes dimensiones del mundo social en que vive, a través de él se orienta dentro de la sociedad y se puede entender con los demás miembros. En la vida cotidiana, en la interacción con otros agentes humanos, comprendemos su conducta porque comprendemos sus motivos, elecciones, objetivos y planes (no en sus circunstancias biográficamente determinadas sino en su tipicidad), este sentido subjetivo que tiene una acción para el actor es el referido por Weber en el postulado de interpretación subjetiva. Por lo tanto, no dar cuenta de estas dimensiones simbólicas que tienen una importancia decisiva en el comportamiento cotidiano de los individuos implica desconocer, al menos como factor causal, una parte fundamental de la realidad social.
Por su parte, en la teoría de la acción comunicativa, Jürgen Habermas también complementa una perspectiva holística con una individualista al considerar que en la comprensión del mundo social son tan importantes las acciones que llevan a cabo los sujetos individuales como el contexto en el que están insertas: en las comunicaciones cotidianas, una manifestación nunca tiene significado por sí misma, sino que recibe parte de su contenido semántico del contexto cuya comprensión el hablante supone en el oyente.
Para Habermas el concepto de acción del individuo es central y lo desarrolla en cuatro conceptos básicos: acción teleológica y su variante estratégica, acción regulada por normas, acción dramatúrgica y acción comunicativa. Todas estas acciones suponen un agente dotado de un "complejo cognitivo-volitivo" que le permite desarrollar conductas a partir del conocimiento de los estados de cosas existentes en el mundo.
Por otra parte, este sujeto al llevar a cabo sus acciones se mueve en el horizonte de tres mundos:
– el mundo objetivo, como conjunto de todas las entidades sobre las que son posibles enunciados verdaderos,
– el mundo social, como conjunto de todas las relaciones interpersonales legítimamente reguladas, y
– el mundo subjetivo, como totalidad de vivencias del hablante a las que éste tiene un acceso privilegiado.
Así, no puede comprenderse ningún tipo de hecho social si no se observan tanto los estados cognitivos y motivacionales del agente como los mundos que presuponen y con los que interactúan. La comprensión del mundo social es posible si se reconoce la estructura teleológica 16* que subyace a todos los conceptos de acción y el modo en que los "elementos del mundo de la vida" (desde textos, tradiciones, obras de arte, técnicas, bienes y teorías hasta instituciones, estructuras y el sistema social en su conjunto) producen y son producidos por el comportamiento del individuo.
De esta manera, también Habermas como Giddens centra su atención tanto en los factores individuales como en los sociales, sin menoscabar la incidencia causal de ninguno de los dos tipos de términos. Examinar con detalle el modo en que se relacionan el individuo a través de los distintos modos de acción y los tres tipos de mundos excede por su complejidad y extensión los límites de este trabajo, pero basta con señalar que para Habermas la subjetividad guarda una relación de complementariedad con el mundo externo (el mundo objetivo y el mundo social), son las estructuras del mundo de la vida las que le permiten a los individuos adoptar orientaciones racionales de acción. Al desarrollar intenciones con la finalidad de traer a la existencia estados de cosas deseados, son los agentes humanos como seres dotados de un complejo cognitivo-volitivo los que producen y reproducen la sociedad.
Volviendo a la alternativa planteada por Corina Yturbe, vemos de qué manera algunos de los autores de la sociología contemporánea adoptan marcos epistemológicos donde en la configuración del proceso social no se pasan por alto: ni la intervención de la intencionalidad de las acciones individuales, ni la importancia de una situación condicionada por variables de nivel supraindividual.
Hemos visto que los intentos de dar cuenta de las explicaciones sociales en términos holista -Durkheim, Marx- tienen grandes lagunas, faltas en las que también incurren los proyectos individualistas de explicar los hechos sociales como resultado de acciones individuales -Weber. Esto nos ha conducido a descartar la posibilidad de considerar al individualismo y al holismo como dos metodologías excluyentes o como proyectos explicativos distintos que se pueden adoptar según un interés específico, que eran las dos primeras alternativas planteadas por Yturbe.
Una perspectiva que combine aspectos holistas e individualistas sin distorsionar ni parcializar la realidad no debe subordinar al actor intencional y capaz a las estructuras sociales o al sistema social, ni viceversa; debe observar que ambos términos están involucrados en un proceso dialéctico de constitución y reproducción mutua, donde ambos se retroalimentan e implican recíprocamente.
La elección de un método en ciencias sociales debe tener en cuenta la manera en que opera la realidad, debe atender al hecho cotidiano de que orientamos nuestro comportamiento según nuestros intereses, creencias, objetivos y de que interpretamos exitosamente, la gran mayoría de las veces, la conducta de nuestros semejantes en los mismos términos. Por otro lado, también es cierto que la dimensión subjetiva individual puede explicar las acciones, pero no bastan a la hora de dar cuenta de los fenómenos histórico-sociales. Una teoría debe observar además de las variables que caen dentro de la órbita del individuo (intenciones, significados, creencias, etc.), el modo en que los actores se vinculan para llevar adelante acciones sociales colectivas, el contexto a partir del cual se realizan las acciones y la manera en que el entorno muchas veces las orienta y las configura.
Dentro de una misma teoría social se debe pensar que los dos tipos de factores causales, individual y social, desempeñan ambos un papel importante en la explicación. Esto es lo que hacen tanto Giddens como Habermas, complementando las estructuras dentro de las cuales actúan los individuos con el modo en que estos les otorgan un sentido subjetivo a sus acciones: la intencionalidad del individuo interviene en la configuración del contexto social, a través de sus iniciativas los agentes pueden resignificar, crear, recrear y darle nuevos sentidos a la realidad social.
Entonces, un marco adecuado en las disciplinas sociales debe incluir tanto las intenciones y proyectos subjetivos de los individuos como la naturaleza de sus contextos socio-materiales, esto y no otra cosa es lo que planteaba la tercera alternativa esbozada por Yturbe y llevada a buen término en las teorías desarrolladas por Giddens y Habermas.
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- El individuo no nace miembro de una sociedad sino que nace con una predisposición a la sociabilidad y llega a ser miembro efectivo de ella a través de "la aprehensión o interpretación inmediata de los propios semejantes y del mundo como realidad significativa y social". Así, el individuo socializado externaliza simultáneamente su propio ser y el mundo social y lo internaliza como realidad objetiva, a este continuo proceso dialéctico me refería con la producción y reproducción social por parte de los agentes humanos. Para una visión más amplia del proceso de socialización, cfr. : P. BERGER y TH. LUCKMAN : "La sociedad como realidad subjetiva" en La construcción social de la realidad ; Bs. As., Argentina ;Amorrortu ; 1984.
- La selección de autores clásicos de la teoría social no es arbitraria, sino que obedece al carácter del debate metodológico en cuestión : la polémica sobre el individualismo y el holismo es tan amplia e implica tantas posiciones y matices que abarcarlos resulta imposible, al menos, en la naturaleza y extensión de este trabajo. El criterio por el cual se ha escogido a representantes de la sociología clásica, siguiendo a Jeffrey Alexander, se debe a una necesidad funcional : un "clásico" simplifica y facilita la discusión teórica en tanto permite que un número muy reducido de obras sustituyan -representen- una extensa variedad de formulaciones matizadas ; son posiciones teóricas paradigmáticas que permiten fijar un punto de referencia común a todas las perspectivas implicadas en el debate. Cfr. : ALEXANDER, Jeffrey C. : "La centralidad de los clásicos" en La teoría social hoy ; Madrid, España ; Alianza ; 1990.
- Esto no significa que Durkheim no plantease algunos aspectos parciales de su teoría utilizando el principio del individualismo metodológico, o que Weber desconociese por completo la importancia de las estructuras sociales en la sociología, de hecho se le deben grandes aportes intelectuales a sus estudios sobre la burocracia ; pero lo que se está remarcando en este trabajo, a riesgo de simplificar excesivamente, es el punto de vista epistemológico general desde donde se formula la teoría, exceptuando detalles o aspectos puntuales que requeriría un trabajo de otra naturaleza.
- DURKHEIM, Emile : La división del trabajo social ; Bs. As., Argentina ; Schapire ; 1978 ; pp.78-80.
- Para Durkheim, el suicidio se debe a un bajo grado de integración social del individuo a la sociedad religiosa, doméstica y política ; cuanto más débiles son estos grupos, el individuo dependerá menos de ellos y afirmará más su individualidad, esto puede conducirlo a un egoísmo extremo que es el generador principal del suicidio.
- Cfr. : WATKINS, J.W.N. : "Tipos ideales y explicación histórica" en RYAN, Alan (comp.) : La filosofía de la explicación social ; México, México ; FCE ; 1976.
- La crítica es similar a la que Aristóteles le hace a la teoría de las Formas de Platón. Véase : ARISTOTELES : Metafísica ; 992 a27.
- Una crítica similar formula Nagel cuando analiza el enunciado "el todo es más que la suma de las partes", donde muestra la relatividad del enunciado, la vaguedad de los términos que lo componen y la pluralidad de sentidos y contextos en los que puede ser aplicado y, en mucho de los cuales, no sólo es problemático sino lógicamente absurdo. Cfr. : NAGEL, Ernest : "Sobre el enunciado : El todo es más que la suma de las partes" en LAZARSFELD, Paul y ROSENBERG, Morris (comps.) : The languaje of social research ; The free press ; Glencoe ; 1955.
- Esta crítica puede ser cuestionada, no creo que ningún holista sensato haya pretendido explicar toda la realidad social en todos sus aspectos.
- Weber formula tipos ideales holistas e individualistas que utiliza en distintas etapas de su producción intelectual, para precisar las sucesivas concepciones acerca de los tipos ideales que sustentó el sociólogo cfr. : WATKINS, J.W.N. : "Tipos ideales y explicación histórica" en RYAN, Alan (comp.) : La filosofía de la explicación social ; México, México ; FCE ; 1976.
- Cfr. SCHUTZ, A. : "Formación de conceptos y teorías en ciencias sociales" en El problema de la realidad social ; Bs. As., Argentina ; Amorrortu ; 1974 ; POPPER, Karl : La sociedad abierta y sus enemigos ; Bs. As., Argentina ; Paidós ; 1985 ; cap. 13 y 14 y NAGEL, Ernest : La estructura de la ciencia ; Bs. As., Argentina ; Paidós ; 1968 ; cap. XIV.. Tanto Popper como Nagel han criticado seriamente el postulado weberiano de interpretación subjetiva, en primer lugar porque, según ellos conduce al psicologismo (la derivación de todas las leyes sociales a partir de los estados psicológicos humanos y por tanto una reducción de los fenómenos sociales a estados mentales de mentes individuales), y por otro lado, a los ojos de los filósofos, el postulado presenta dificultades epistémicas insalvables: las fuentes de la acción no son accesibles a la observación sensorial, la imposibilidad de comprobar que un estado psicológico específico determine el fenómeno explicado, la relación causal entre los estados subjetivos y la conducta social manifiesta es ininteligible para el investigador social, etc. Por su parte, Schutz sostiene que las críticas son infundadas y que se basan en una interpretación errónea del postulado de Weber.
- Giddens no utiliza un concepto objetivista de estructura, cuya formulación clásica puede inetificarse en los escritos de Durkheim y en la literatura funcionalista de Parsons y Merton.
- Las condiciones no reconocidas de la acción son los aspectos de la realidad que el agente desconoce, pero sobre los cuales influirá; las consecuencias no anticipadas son todos los efectos no previstos o no deseados que tiene un curso de acción determinado.
- Giddens no identifica la cognoscibilidad de los agentes con aquello que es conocido de manera consciente, sino que entiende la subjetividad como la interacción de: 1) la conciencia discursiva : que es la capacidad que tiene el agente para dar cuenta o explicitar las razones de lo que está haciendo, pero los relatos que los individuos son capaces de ofrecer respecto de su conducta no es todo lo que saben acerca de ella ; y 2) la conciencia práctica : que es el conjunto de conocimientos tácitos sobre cómo proceder en los distintos contextos de la vida social, que son utilizados hábilmente en la ejecución de la conducta cotidiana, pero que el actor no es capaz de formular discursivamente.
- El hombre es un animal simbólico que está inserto en tramas de significación que él mismo ha creado, su mundo cotidiano está constituido por infinidad de sistemas de signos interpretables o símbolos en interacción, el hombre vive cotidianamente en un mundo simbólico, provisto de sentido, un sentido que viene dado pero que también es constituido y reproducido por el comportamiento individual. Los defensores del holismo metodológico se equivocan al desconocer estas estructuras de significación y el alcance social que tienen en la conducta del individuo y en el todo social del que forman parte. En este punto coinciden tanto Schütz, como Weber y Geertz.
- La estructura teleológica supone que el actor realiza un fin eligiendo en una situación dada los medios más adecuados, la idea central es la de una decisión entre alternativas de acción orientada a la realización de un propósito.
Juan Pablo Minvielle