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Los pronombres por Angela Di Tullio


Partes: 1, 2

  1. La índole del pronombre: dificultades en su definición
  2. La clasificación de los pronombres
  3. Ejercitación
  4. Bibliografía recomendada

La clase de los pronombres es sumamente heterogénea. Como hemos visto en el capítulo anterior, los pronombres constituyen una subclase del sustantivo que, como los nombres propios, coinciden con la proyección máxima. Los pronombres se diferencian de los otros tipos de sustantivos por ciertas propiedades flexionales y sintácticas: algunos –los personales– se flexionan en caso y persona, varios tienen género neutro o corresponden a éste (esto, eso, aquello, algo, nada…), otros –los relativos– comparten con la conjunción la propiedad de incrustar una cláusula en otra. Existen, además, dos funciones semánticas que cumplen la mayor parte de los pronombres: la de remitir al contexto lingüístico o a la situación para localizar e identificar al referente al que alude el hablante. En este capítulo nos referiremos a la índole de los pronombres, tanto desde una perspectiva semántica como desde el ángulo gramatical, y a su clasificación. En la última parte, nos centraremos en los valores de se.

La índole del pronombre: dificultades en su definición

Como vimos en el capítulo anterior, consideramos al pronombre como una subclase de los sintagmas nominales ya que comparte su potencial funcional y, en alguna medida, la estructura interna del sintagma del que forma parte. En cambio, en la tradición gramatical española se lo considera una clase independiente de palabras, caracterizada desde dos perspectivas alternativas: [165]

1. como sustituto del nombre

2. como categoría transversal, a partir de sus rasgos semánticos: la carencia de contenido descriptivo y la significación ocasional. Así definida, formarían parte de esa clase no sólo miembros sustantivos sino también adjetivos (los demostrativos, los posesivos, algunos indefinidos) y adverbiales (aquí. allí, ahora, hoy, mañana, así).

La definición tradicional del pronombre como sustituto del nombre (de acuerdo con su etimología) ha recibido múltiples críticas (ya que, por ejemplo, no se entiende a qué sustantivos sustituyen los pronombres personales de primera o segunda persona o los pronombres interrogativos o los negativos como nadie). Por otra parte, incluso en los casos en que puede aceptarse el pronombre como sustituto no lo es del sustantivo sino, en todo caso, del SN. Si se entiende al pronombre como una subclase de sustantivos1 con propiedades semánticas específicas, se salvan estas dificultades. A diferencia de los sustantivos comunes y de los propios, los pronombres constituyen una clase cerrada de palabras. Su significado es, fundamentalmente, gramatical. Como señala el Esbozo…. "No sabemos lo que significa el pronombre esto, por ejemplo, pero sí para lo que sirve: para señalar a algo que está ante nuestros ojos o a algo que acabamos de pronunciar o escribir, sin mentar el concepto" (2.5.1.b.).

La segunda dirección, que ha sido defendida por gramáticos tan ilustres como Francisco Sánchez, de las Brozas (el Brocense), Andrés Bello y Amado Alonso-P. Henríquez Ureña, entre otros, destaca precisamente la falta de contenido descriptivo de los pronombres: todo pronombre debe ser interpretado en relación con la situación o con el contexto discursivo. Sin embargo, estas propiedades semánticas no están circunscriptas a los pronombres, incluso con las ampliaciones propuestas (de determinantes y adverbios). En realidad, sirven más bien para definir un grupo mucho más amplio de unidades léxicas, las "proformas": proverbos como hacerlo, procláusulas como sí, no, por supuesto e incluso pronominales como cosa, lugar, cuestión y otros evaluativos referidos a personas:

(1) a. Juan resolvió todos los problemas solo y lo hizo en pocos minutos.

b. —¿Resolvió Juan todos los problemas solo? —Sí.

c. Juan resolvió todos los problemas solo pero el tonto no entrego la hoja.

De todos modos, aunque el criterio semántico no sea el definitivo para definir el pronombre, puede ser útil para dilucidar el tipo de referencia particular que realiza. Su carácter no descriptivo está ligado a su índole de palabra [166] gramatical, con un significado léxico acotado. La segunda propiedad, el significado ocasional, se manifiesta en sus dos usos típicos: el deíctico y el anafórico.

La mayor parte de las palabras tienen un significado descriptivo, independientemente de quien las use y de la situación discursiva. Sin embargo, todas las lenguas cuentan con un pequeño número de palabras que deben ser interpretadas necesariamente en relación con una instancia discursiva ya que sus significados varían sistemáticamente de acuerdo con quienes sean los participantes o el tiempo y lugar de la situación en la que se produce el acto de enunciación. Este fenómeno se denomina deíxis, palabra que proviene del griego y que significa señalar. Gran parte de los pronombres puede ser usada deícticamente:

(2) Yo no te veía por aquí desde el mes pasado.

La persona es una categoría deíctica: la interpretación referencial de los pronombres de primera y persona es inherentemente deíctica ya que se los interpreta como el hablante y el destinatario, respectivamente, en una instancia discursiva determinada. Son intercambiables: sólo mi condición de hablante me habilita para usar el pronombre de primera persona para designarme y usar el de segunda para dirigirme a mi destinatario. Cuando mi interlocutor haga uso de la palabra, los pronombres se invertirán. El pronombre de tercera persona puede ser usado deícticamente para identificar a un individuo diferente al emisor y al destinatario; su definición es negativa. Asociados a estos pronombres personales, los demostrativos (este, ese) y los posesivos (mi, tu, nuestro) correspondientes también funcionan deícticamente, en tanto que los que corresponden a la tercera persona (aquel, su) podrán ser también usados anafóricamente, como veremos en seguida.

Además de los pronombres, son índices deícticos algunos adverbios temporales y locativos (ahora, mañana, hoy, aquí, ahí…), los SSNN (Abra la ventana) y, como veremos en el próximo capítulo, los tiempos verbales, que se miden tomando como referencia el momento de la enunciación ("los tiempos absolutos": presente, perfecto –simple y compuesto– y futuro).

Algunos pronombres, en cambio, remiten a una expresión mencionada previamente en el contexto lingüístico. En (3) el clítico se usa anafóricamente:

(3) Juan resolvió todos los problemas pero la maestra no lo felicitó.

En efecto, el pronombre personal de tercera persona, en caso acusativo, lo sustituye al sustantivo propio (a) Juan, que es su antecedente. La relación [167] existente entre lo y Juan se denomina anáfora. Muchos de los miembros de la clase de los pronombres funcionan como anáforas:

(4) a. Juan resolvió los problemas solo pero los compañeros no se lo perdonan.

b. Juan resolvió estos problemas pero falló en aquellos.

En (4a) el pronombre lo no tiene como antecedente un SN, como en (3) sino toda la cláusula que lo precede en tanto que el dativo se remite anafóricamente al sujeto del primer coordinado. En el segundo coordinado de (b) el demostrativo carece de núcleo léxico (problemas): se trata de un caso de elipsis. La elipsis también funciona anafóricamente porque exige recuperar el elemento faltante a partir del contexto previo.

Menos frecuentemente, el pronombre remite no a un elemento precedente sino a un elemento que le sigue; en este caso se usa catafóricamente:

(5) a. Juan necesita eso, que lo quieran.

b. Ése es el programa que más me gusta.

c. Cuando proi resolvió todos los problemas, Juani llamó a la maestra.

En (a) el demostrativo neutro eso anticipa la cláusula subordinada que explicita qué es lo que necesita Juan. En (b) hallamos una predicación catafórica. equivalente a Ese programa es el que más me gusta, en el que, en cambio, el relativo apunta anafóricamente al sujeto. El sujeto de la subordinada en (c) es una categoría nominal vacía que se recupera a partir del contexto siguiente. Adviértase que sólo en casos de subordinación es posible esta remisión catafórica; con la coordinación, no se establece la correferencia:

(6) *proi resolvió todos los problemas y Juani llamó a la maestra.

Tanto las anáforas como las catáforas remiten al contexto lingüístico en el que se insertan ("al hilo del discurso"): son elementos endofóricos. Además de los pronombres, funcionan endofóricamente el artículo definido, cuando remite a un sustantivo introducido previamente en el discurso, y, algunos tiempos verbales:

(7) En 1951 llegó un hombre joven y apuesto. El hombre había visitado varios países europeos.

[168]

Como ya hemos señalado en el capítulo anterior, uno de los valores básicos del artículo definido es el de la "mención ulterior" a una entidad ya introducida en el universo del discurso. El Pretérito Pluscuamperfecto se mide en relación con otro momento del pasado (llegó), con respecto al cual denota un acontecimiento anterior. Tanto el artículo definido como el pluscuamperfecto remiten al contexto lingüístico previo: funcionan anafóricamente.

La clasificación de los pronombres

Los pronombres se subdividen en varios grupos: personales, posesivos, demostrativos, relativos, interrogativos, indefinidos y cuantitativos. Nos referiremos brevemente a cada uno:

1. Pronombres personales. Los pronombres personales constan de dos series: la tónica y la átona. Los pronombres tónicos son los que están marcados en caso nominativo o terminal: yo, mí, conmigo, tú /vos, ti, contigo, él, ella, ello, ellos, ellas, sí. nosotros, nosotras, (vosotros, vosotras), usted, ustedes, además de las formas compuestas conmigo, contigo, consigo. Las categorías morfológicas involucradas son la persona, el número, el género, el caso y, en los pronombres que designan al destinatario, la cortesía, que opone las formas de tratamiento vos o (de acuerdo con el dialecto) a usted (y en el español peninsular, vosotros a ustedes).

La rica flexión verbal del español hace, en general, innecesaria la expresión de los pronombres de primera o segunda persona en función de sujeto ya que las desinencias pueden ser entendidas como sujetos flexionales. Aparecen fundamentalmente cuando se los pone de relieve o se establece una oposición:

(8) a. Yo propuse esa medida.

b. Vos te ganaste el premio, no ellos.

Los pronombres átonos o clíticos se dividen, a su vez. en oblicuos (lo, la, los, las, le, les) y reflexivos (se): los primeros denotan un referente distinto al del sujeto: en cambio, los segundos son correferentes con éste2:

(9) a. Juan lo considera culpable (a Francisco).

b. Juan se considera culpable (a sí mismo).

[169]

Esta distinción entre pronombres oblicuos y reflexivos sólo se manifiesta en la tercera persona. En el resto, se neutraliza: Juan me considera culpable / Me considero culpable (a mí misma). Asimismo, como ya hemos visto en capítulos anteriores, sólo en los pronombres de tercera persona se distingue el caso acusativo (lo, la, los, las) del dativo (le, les), de manera que puede considerarse que en los pronombres átonos de las restantes personas sólo cabría hablar de caso objetivo.

2. Pronombres demostrativos y posesivos. Como hemos visto en el capítulo ocho, para evitar la duplicación categorial, no estableceremos la distinción tradicional entre adjetivos y pronombres demostrativos. Los demostrativos son determinativos: como tales, ocupan la posición de especificador, seguidos de un SN con o sin contenido léxico. Si se posponen al sustantivo (el libro ese), en cambio, son modificadores y requieren la presencia de un artículo definido. Se requiere, por lo tanto, postular una categoría nominal nula recuperable a partir del contexto en el caso de los "usos pronominales".3 Si bien los demostrativos funcionan fundamentalmente como deícticos, pueden ser también usados anafóricamente, como vemos en el siguiente ejemplo:

(10) "Nos referiremos ahora a los demostrativos y a los posesivos. Éstos se relacionan directamente con los pronombres personales; aquéllos, también organizados en un sistema tripartito, permiten discriminar el referente en relación con las personas del discurso".

A diferencia del artículo, el demostrativo tiene una función discriminativa asociada a la distancia –tanto en su uso deíctico como en el anafórico.

Entre los posesivos4 se distinguen dos series: la átona (mi /-s, tu /-s, su -s) y la acentuada (mío, tuyo, suyo). Los posesivos átonos siempre preceden al sustantivo; en cambio, los tónicos se le posponen (a) o funcionan como predicativo (b); con un núcleo nulo, requieren la presencia de un artículo (c). La distinción se neutraliza en el caso de los posesivos de primera y segunda de plural, siempre tónicos (d): nuestro –vuestro –con sus correspondientes variaciones de género y número:

(11) a. Esa afición suya por la gramática se convirtió en una pasión dominante.

b. Este libro es (el) mío.

c. Mi interés es transitorio: el tuyo parece permanente.

d. Nuestro interés es transitorio. / El nuestro es transitorio.

[170]

3. Pronombres relativos e interrogativos: Forman una serie doble, átona y tónica, respectivamente (en el español actual, el relativo cuyo carece del interrogativo correspondiente). A su vez, los interrogativos coinciden, en su mayor parte, con los pronombres exclamativos.5

Además de incluir una cláusula dentro de la principal, los pronombres relativos –que, el que, quien, cual, cuyo y cuanto– son anafóricos: remiten a un SN antecedente:

(12) a. El libro que compré ayer está sobre la mesa.

b. El libro cuyo autor te mencioné….

c. El libro en el que hallé la cita…

En cambio, puede considerarse que los interrogativos, en tanto requieren una respuesta de parte del destinatario, son catafóricos: establecen la categoría y la clase semántica de la eventual respuesta:

(13) a. ¿Qué libro compraste ayer?

b. ¿Quién es el autor de este libro?

c. ¿Dónde hallaste la cita?

4. Los pronombres indefinidos y cuantitativos: Indiscutiblemente pronominales son uno, cualquiera, alguien, algo, nadie y nada. El resto de las formas (algún, ningún, todo, varios, cualquier, uno, bastante, demasiado, etcétera y los numerales cardinales) son determinativos que admiten un núcleo nominal nulo. A diferencia de los otros pronombres, la función de éstos no es fundamentalmente deíctica y/o anafórica, por lo que constituyen el grupo de más difícil clasificación dentro de la clase de los pronombres.

La polivalencia funcional del se

Uno de los temas más debatidos en la gramática del español es la naturaleza y funciones de la partícula se. Se han propuesto múltiples clasificaciones, pero siempre se encuentran casos que no se acomodan a las clases reconocidas, ya porque no corresponden enteramente a sus rasgos definitorios, ya porque se sitúan en el límite entre dos o más tipos. Este carácter refractario del se se debe a que. habiendo varios tipos diferenciados, existen otras tantas posibilidades de ambigüedad. Por eso resulta conveniente distinguir, en primer [171] término, los valores básicos y luego los derivados a partir de éstos. En esta primera clasificación distinguiremos:

I. casos en que el se es un pronombre personal.

II. casos en que el se altera la realización de la estructura argumental del predicado.

III. casos en que el se es un formante del lexema.

IV. casos en que la presencia del se está ligada a factores estilísticos.

Como acabamos de mencionar, sólo los pronombres de tercera persona cuentan con formas diferentes de reflexivos y oblicuos. En los primeros hay coincidencia entre las referencias del pronombre y la del sujeto:

(14) a. Juani sei considera un genio.

b. Silviai sei cepilló los dientes.

c. Esa mujeri quiere todo para síi.

d. Pedritoi lok/*i trajo consigoi.

Con los pronombres oblicuos, por el contrario, las referencias son necesariamente disjuntas, es decir –en términos de A. Bello– "el sujeto del verbo no se identifica con el término del complemento" (Párr. 752): Lo considera un genio. Le cepilló los dientes. Quieren todo para ella. Lo traje con ella. En los pronombres de primera y segunda personas, en cambio, la distinción no se manifiesta morfológicamente: Me serví el té /Me sirvieron el té. Te propusiste como delegada /Te propuso como delegada. Nos peinamos /Nos peinaron.

Básicamente, el se se halla en construcciones pronominales. Denominaremos así a aquellas secuencias formadas por un verbo y un clítico no oblicuo que comparten los rasgos flexionales (persona y número): me miré, te levantaste, nos saludamos, se arrepintieron, se venden, se acordó. No son construcciones pronominales, por lo tanto: te miré, lo levantaste, nos saludaron, lo venden.

I. Casos en que el se es un pronombre personal

A. No forma parte de una construcción pronominal

Existe un único tipo de se que no forma parte de una construcción pronominal, ya que es un mero alomorfo del clítico dativo le, pronombre oblicuo. Esta variante se halla morfológicamente condicionada: precede a un clítico oblicuo acusativo de tercera persona6:

[172]

(15) a. Juan le dio el libro a María / Juan se lo dio.

b. María les contó un cuento a los chicos / María se lo contó.

c. A ustedes les dedicaré esta canción / se la dedicaré7.

Como se advierte, no existe relación de correferencialidad entre el sujeto y este se; por eso, los rasgos flexionales pueden ser divergentes. Para distinguirlo de todos los que analizaremos a continuación, lo denominaremos se sustituto.

En el resto de los casos el se formará parte de una construcción pronominal.

B. Forma parte de una construcción pronominal

1. Se reflexivo: Los pronombres reflexivos constituyen un argumento del verbo. Puede darse en todas las personas del paradigma pero sólo tienen una realización diferencial en la tercera. Son obligatoriamente anafóricos ya que suponen correferencialidad con el sujeto de la cláusula (el referente del sujeto coincide con el del objeto). Generalmente se hallan en cláusulas que denotan una acción realizada por un agente animado. Admiten el refuerzo a sí mismo. Funcionan como O.D. (a) y (b), O.I (c), o dativo posesivo (d):

(16) a. Juan se afeitó.

b. María se cree hermosa.

c. El director del banco se otorgó un crédito.

d. Juan se afeitó el bigote.

2. Se recíproco: Cuando el sujeto es múltiple, ya sea porque es plural o por la coordinación de dos o más SSNN, los pronombres reflexivos admiten generalmente también una interpretación recíproca, que corresponde a una coordinación de cláusulas. En esta interpretación, la referencia es cruzada: el sujeto de la primera se corresponde con el objeto de la segunda, y viceversa. El pronombre desempeña las mismas funciones que en el caso anterior: O.D (a), O.I (b), y dativo posesivo (c). Las recíprocas admiten el refuerzo el uno al otro, entre sí o mutuamente:

(17) a. Juan y María se envidian / adoran / admiran / peinan / acarician / besan.

b. Juan y María se desearon éxitos / prometieron fidelidad eterna /se dieron las gracias.

c. Juan y María se envidian el éxito / se acarician las mejillas / se lavan las manos.

[173]

En cada uno de estos casos existe ambigüedad entre la interpretación reflexiva (a) y la interpretación recíproca (b):

(18) a. Juan ——– Juan y María ——– María.

b. Juan ——– María y María ——- Juan.

Tanto en el caso del se reflexivo como en el del recíproco, su sustitución por un pronombre oblicuo no acarrea mayor cambio que el derivado de los valores respectivos ni en el verbo ni en la cláusula en su conjunto. Frente a estos casos auténticamente pronominales, tanto en un uso reflexivo propiamente dicho como en un uso recíproco, hallamos otros que no cumplen con alguna de las condiciones.

El uso reflexivo y el recíproco son básicamente agentivos: suponen la existencia de un agente –o de un experimentador– y de un paciente o tema. En usos aparentemente similares, sin embargo, aparece un sujeto no agentivo:

(19) a. Pablo se lastimó (la mano).

b. Eduardo se clavó una astilla en el dedo.

c. Felipe se torció el tobillo jugando al fútbol.

Estas oraciones son ambiguas. Hay una interpretación, un tanto forzada, la "masoquista", reflexiva, con sujeto agentivo. En su interpretación normal, se entiende que el sujeto actuó de manera no voluntaria, es decir, que ha sufrido un daño físico causado accidentalmente por él mismo o por otro. Esta segunda lectura no admite el refuerzo reflexivo.

Tampoco admiten el refuerzo las oraciones de significado causativo o factitivo en que el sujeto no es el agente de la acción sino el instigador. De todos modos, igual que en (19), el pronombre cumple algunas de las funciones típicas que reconocimos en los verdaderos reflexivos (acusativo en (a) y dativo en (b) y (c)), por lo que resulta conveniente incluir estos casos entre los reflexivos, ya que sólo se trata de una interpretación ligada al contexto y sólo permitida por algunos verbos que denotan actividades:

(20) a. Mirta se retrató con su marido (= hizo que la retrataran con su marido).

b. Juan se construyó una casa comodísima (= Juan hizo que le construyeran una casa…).

c. María se hizo la permanente (= María hizo que le hicieran la permanente).

[174]

Finalmente, también existen casos de falsos recíprocos. En ellos la paráfrasis mediante la coordinación (18b) no se realiza entre un sujeto y un O.D. u O.I., sin0 entre un sujeto y un complemento simétrico:

(21) a. Juan y María se pelearon (= Juan se peleó con María y María se peleó con Juan).

b. Juan y María se reunieron en mi oficina (= Juan se reunió con María y María se reunió con Juan en mi oficina).

Como se advierte, el se se mantiene en las paráfrasis, a diferencia de lo que ocurría con los verdaderos recíprocos. Por otra parte, en (21) no se da la habitual ambigüedad con la interpretación reflexiva.

Andrés Bello distinguía los casos estrictamente pronominales (reflexivos y recíprocos) de otras construcciones, que denomina cuasi-reflejas, "en las que la reflexividad no pasa de lo material de la forma, ni ofrece al espíritu más que una sombra débil y oscura". En efecto, aunque en ellas aparecen las mismas formas pronominales que en 1 y 2 ya no existen las condiciones sintácticas y semánticas que las definen. La construcción pronominal denota un proceso que se realiza en el sujeto, que no es interpretado como agente. Sin embargo, esta caracterización puede aplicarse a valores bastante disímiles del se, que distinguiremos a continuación.

II. Casos en que el se absorbe algunos de los argumentos

3. Se intransitivizador: La presencia de este se, el más frecuente en español, afecta a la realización de los argumentos seleccionados por el predicado. De los dos argumentos seleccionados por el verbo, sólo se proyecta sintácticamente uno –el argumento interno. El otro, –el externo– queda "absorbido" por el incremento pronominal. Por eso, se lo denomina se "intrasitivizador". Sólo es posible con verbos que denotan un proceso (cambio de estado o cambio de posición):

a. ergativo o anticausativo: Como hemos visto en el capítulo seis, algunos verbos (hervir, aumentar, bajar, mejorar, resucitar, etc.) admiten tanto una forma transitiva como otra intransitiva sin diferencias formales: la relación que establecen con el objeto directo en la transitiva coincide con la que se da con el sujeto de la intransitiva. Más frecuentemente, esta alternancia exige un incremento pronominal, que en la tercera persona es se;

(22) a. Juan asustó a los niños.

[175]

b. Los niños se asustaron (*con Juan).

(23) a. El calor derritió la nieve.

b. La nieve se derritió (con el calor).

(24) a. La lluvia agravó la situación.

b. La situación se agravó (con la lluvia).

En cada uno de los pares, la forma transitiva, cuyo sujeto tiene el papel temático de causa (agente o fuerza), alterna con la intransitiva, denominada ergativa o anticausativa: en ésta desaparece el agente o la causa (ésta sólo puede mantenerse como elemento facultativo) y el paciente aparece en la posición de sujeto.8

Se halla fundamentalmente con verbos que denotan cambios de estados (psicológicos o físicos). Aquí, a diferencia de las construcciones reflexivas, el proceso se presenta como no motivado externamente sino producido espontáneamente; por eso pueden ser expandidos por el predicativo solo. Admiten, a menudo, la presencia de un dativo de interés que se interpreta como la persona afectada por un proceso accidental pero no responsable del mismo:

(25) a. Se me quemó el asado.

b. Se te rompieron los anteojos.

Como vemos, este se altera la realización de uno de los argumentos seleccionados por el predicado: al eliminar el argumento externo, el interno queda promocionado para ocupar la posición de sujeto; indirectamente, pues, el verbo pierde su transitividad. Este proceso está léxicamente condicionado ya que no todos los verbos transitivos admiten esta alternancia. La rechazan, por ejemplo, los verbos que son obligatoriamente agentivos (Juan cortó el pan /*El pan se cortó, Oswald asesinó a Kennedy /*Kennedy se asesinó).

b. verbos de cambio de posición: Un efecto similar se produce en estos verbos que, aparentemente, comparten algunas características del se reflexivo. Sin embargo, suponen una acción en la que no puede disociarse el agente del paciente ya que no se puede hacer consigo mismo lo que se hace con otro:

(26) a. Juan levantó la valija / la mano / a su hijo.

b. Juan se levantó (*a sí mismo).

(27) a. Juan apoyó la escalera / su peso contra la pared.

b. Juan se apoyó contra la pared (*a sí mismo).

(28) a. Juan recostó al niño / su cabeza sobre la almohada.

b. Juan se recostó (*a sí mismo).

[176]

Como hemos visto, en 3 la presencia del se incide en la realización sintáctica de la estructura argumental bloqueando la transitividad: en a el paciente asciende a la posición de sujeto y desaparece la causa. En b la distinción entre agente y paciente queda suspendida. En los casos que analizaremos a continuación tampoco se explicita el argumento agente, pero, a diferencia del anterior, en ellos el proceso supone un argumento externo. Aun cuando quede implícito, este sujeto de interpretación arbitraria está sintácticamente activo, como lo demuestra su compatibilidad con adjuntos orientados al agente o con cláusulas finales. Se diferencia de todos los otros casos por no ser paradigmático: sólo se da en la tercera persona. Se trata de dos construcciones, la impersonal y la pasiva, que, aunque responden a esta caracterización general, se diferencian sintácticamente por el hecho de que sólo la segunda cuenta con un sujeto sintáctico. No están restringidos léxicamente, pero la pasiva sólo es posible con verbos transitivos.

4. Se impersonal: Esta denominación puede dar lugar a confusión ya que no se trata de una cláusula impersonal en el sentido de las de verbos meteorológicos. En realidad, supone la existencia de un argumento externo –por lo general, con el papel temático de agente– con los rasgos [+Humano], [-Definido]. Precisamente se usa cuando la mención del agente resulta irrelevante o inoportuna. Responde, pues, a la caracterización que hemos dado en el capítulo seis del sujeto arbitrario. Es admitido por cualquier verbo transitivo (d) e intransitivo–inergativo –(a) y en la subordinada de (c)– e inacusativo –en la principal de (c)–, incluso copulativo –en el segundo coordinado de (e). También es compatible con una pasiva de participio –en la subordinada de (b)–. Es imposible, en cambio, con los verbos inherentemente pronominales (f):

(29) a. Aquí se trabaja demasiado.

b. Cuando se es ofendido impunemente, se vive con rencor.

c. Cuando se lucha por un ideal, se muere feliz.

d. En este país no se persigue a los delincuentes.

e. O se habla claro o se es cómplice.

f. *Se se queja de las incomodidades.

Puede tener un significado existencial, equivalente a "alguien" –(b), (c), (e)– o bien cuasi-universal: "la gente, uno" (con exclusión del hablante) –(a), (d). Este se impersonal sólo se da en la tercera persona del singular. Con verbos transitivos, sólo admite objetos directos de persona definidos, precedidos por la preposición a, que pueden pronominalizarse (Se los persiguió).9

[177]

5. Se pasivo: Como en toda oración pasiva, el sujeto sintáctico corresponde al argumento paciente; sólo son posibles, pues, con verbos transitivos. Como en las impersonales, el se anula el carácter argumental del agente, que también aquí posee un significado no referencial e indefinido. Lo que las diferencia es la presencia del sujeto y la consiguiente concordancia del verbo con éste. Por eso, las pasivas se dan no sólo en la tercera persona del singular sino también del plural.

Cuando el sujeto es un SN indeterminado o indefinido, aparece en la posición típica del objeto: pospuesto al verbo. En cambio, si va encabezado por determinante o cuantificador, también puede aparecer antepuesto. Las condiciones para que el SN pueda funcionar como sujeto de una pasiva pronominal son más estrictas que las de las pasivas morfológicas. Coinciden con las de los objetos directos sin a. Los sustantivos que denotan personas, sólo pueden aparecer en esta construcción cuando no son definidos, generalmente con la denotación de cargos o funciones. En los restantes casos, se usa la construcción impersonal ejemplificada en (29d).

(30) a. Se vende un departamento de dos ambientes. / Se venden departamentos.

b. Se necesita un secretario bilingüe. / Se necesitan secretarios.

c. Se encontró petróleo. / Se encontraron nuevos yacimientos.

d. Se eligió delegado de curso. / Se nombraron nuevas autoridades.

En realidad, los primeros ejemplos de cada par admiten un doble análisis: o bien como impersonales (en los que el SN funciona como O.D. ya que en el español americano admiten pronominalización: Se lo necesita, Se lo eligió) o como pasivas (con el SN en función de sujeto). En cambio, la presencia de un plural en los segundos requiere que se los analice como pasivas, en las que el SN es el sujeto.10 En este caso, la pronominalización arrojaría resultados agramaticales (*Se los necesitan, *Se los nombraron). Asimismo, la posición antepuesta del sujeto indica que se trata de una pasiva (El departamento de dos ambientes se vendió ayer).

Mientras que la posible ambigüedad entre impersonal y pasiva sólo atañe al análisis del SN, la ambigüedad entre la pasiva y la ergativa conlleva diferencias semánticas. En efecto, como ya hemos visto, la ergativa denota un proceso que se produce espontáneamente en tanto que en la pasiva se supone un agente, aunque indeterminado. Por eso sólo ésta es compatible con los adjuntos finales o adverbios orientados hacia el agente:

(31) a. Se cerró la puerta (para que no entraran moscas). (= se pasivo)

[178]

b. La puerta se cerró (sola). (= se intransitivizador)

  • (32) a. Se hundió el barco (deliberadamente) (para cobrar el seguro).

b. El barco se hundió al quedar encallado en el arrecife.

  • (33) a. Para este trabajo, se dobla el papel en dos.

b. Se me arrugó el papel.

Todos los ejemplos (a) suponen un agente, aunque implícito, como permiten reconocerlo los adjuntos o la índole misma del verbo (doblar denota un proceso externamente causado, a diferencia de arrugar).

III. Casos en que el se es una marca léxica

Si bien en el caso 3 la presencia del se está condicionada por factores léxicos ya que no cualquier verbo transitivo admite la forma ergativa, en los casos que ahora consideraremos el se forma parte del lexema verbal.

6. Se diacrítico. En algunos casos la presencia del se permite distinguir la existencia de dos lexemas, uno pronominal (b) y el otro no (a), claramente diferenciados no sólo por su significado sino también por el régimen respectivo:

(34) a. Juan parece un buen muchacho. / Juan se parece a su padre.

b. Juan acordó las condiciones. / Juan se acordó de las condiciones.

c. Juan negó el hecho. / Juan se negó a responder.

d. Ocurrió un accidente. / A Juan se le ocurren unas ideas muy originales.

A veces las diferencias son más sutiles. Por ejemplo entre dormir /dormirse el contraste es fundamentalmente aspectual; dormir denota un estado que se extiende durante un determinado intervalo temporal; dormirse tiene un valor incoativo –denota el cambio y el consiguiente inicio del estado. Se ha señalado también que en el caso de morir / morirse, la forma pronominal implica que la muerte se ha debido a un proceso natural y no a una causación externa (*Se murió asesinado).

En los verbos de movimiento, la forma pronominal supone la existencia de un origen: Se fue, se marchó, se cayó. La forma no pronominal requiere la presencia de un complemento: *Fue, *Marchó pero Fue a la biblioteca, Marchó a la frontera, Cayó al agua. No acaban aquí las diferencias: si comparamos Se cayó el telón con Cayó el telón, el primero indica una caída brusca y accidental, significado del que carece la forma no pronominal. Por eso, como no es totalmente previsible el significado de las formas pronominales, aparecen [179] en una entrada propia en los diccionarios. Es fácil advertir que, dado que existen matices diferenciales muy sutiles entre ambas formas, se corre el peligro de caer en una casuística. Precisamente esto nos indica el carácter léxicamente marcado de estos casos.

En muchos casos, no resulta sencillo determinar si se trata de dos lexemas diferentes o de dos variantes del mismo lexema, una pronominal y otra no, ya que ambas comparten la misma estructura argumental pero se diferencian por la distinta realización sintáctica del tema. La variante pronominal selecciona un complemento de régimen:

(35) a. Lamentó el error. / Se lamentó del error cometido.

b. La muchacha despedía a su novio. / La muchacha se despedía de su novio.

c. Compadeció a sus compañeros. / Se compadeció de sus compañeros.

Estos casos también pueden ser incluidos dentro del se intransitivizador 3 dado que en todos ellos encontramos el contraste entre una forma transitiva y otra intransitiva. Sin embargo, como existen sutiles diferencias semánticas entre las dos variantes, las incluimos en este grupo. Adviértase que la primera oración de (b) permite presuponer que quien parte es el novio, en tanto que en la segunda es la muchacha. En las otras dos, en las pronominales predomina el significado de interés para el sujeto: por ello los sustantivos que se hallan en el complemento de régimen están ligados a la "esfera de lo personal". Si bien no constituyen lexemas netamente diferenciados como los que vimos en (34), los contrastes resultan menos previsibles que los que hallamos entre las formas transitivas e intransitivas de 3 y 4.

7. Se inherente: Por último, existen verbos inherentemente pronominales: el incremento pronominal se forma parte del lexema. del mismo modo que en una de las variantes del caso anterior: quejarse, arrepentirse, dignarse, adueñarse, apoderarse, vanagloriarse, jactarse, regodearse, atreverse, enterarse, desperezarse, atenerse, percatarse, estremecerse, desentenderse, repantigarse, arrellenarse, emperifollarse, acicalarse, etcétera. Rechazan absolutamente la transitividad:

(36) a. Los empleados no se dignaron saludar al jefe. /*No lo dignaron

b. No se han percatado aún de sus derechos. / *No lo han percatado

c. No creo que se haya arrepentido de su delito. / *lo haya arrepentido.

[180]

IV- Casos en que el se está condicionado por factores estilísticos

8. Se estilístico: A diferencia de los casos vistos en II, en los que el se absorbe uno de los argumentos seleccionados por el predicado, este se es un elemento facultativo –sujeto a un amplio margen de variación dialectal, sociolectal y contextual– que se añade a la estructura del predicado sin alterarla. Su omisibilidad se explica por no expresar un argumento seleccionado por el verbo. Sólo se da con verbos transitivos cuyo objeto directo está determinado. Este requisito proviene de una restricción aspectual: el predicado debe denotar una acción cuantitativamente delimitada. Si comparamos los ejemplos de (37), advertiremos que la agramaticalidad de los segundos radica en que, al no estar determinado el objeto, la situación denotada no queda delimitada. En el dialecto rioplatense, sobre todo en el cronolecto de los adolescentes, se registra una variante de este se, también omisible, que tiene valor cuantificacional: indica un grado extremo en que se realiza una actividad y enfatiza, así, la capacidad o habilidad del agente para llevarla a cabo. A diferencia del anterior, puede darse tanto con predicados delimitados (38a) como no delimitados (38b):

(37) a. Juan se fumó veinte cigarrillos durante el examen. / *Juan se fumó cigarrillos….

b. María (se) comió (toda) la torta. / *María se comió torta.

(38) a. María se comió todo.11 (= comió muchísimo)

b. Diego se camina todo para conseguir trabajo (= camina muchísimo)

Ejercitación

1. a. Reconozca y clasifique los pronombres del siguiente texto, indicando sus propiedades flexionales.

b. Identifique los que son usados deícticamente y los que funcionan endofóricamente.

c. Señale los otros elementos del texto con valor deíctico o anafórico:

…[Q]uiero contarles el destino de Benjamín Otárola. de quien acaso no perdura un recuerdo en el barrio de Balvanera (…). Ignoro los detalles [181] de su aventura; cuando me sean revelados, he de rectificar y ampliar estas páginas. Por ahora, este resumen puede ser útil.

(Jorge Luis Borges, "El muerto")

2. Identifique los se de las siguientes oraciones. Señale los casos en que es posible detectar alguna ambigüedad y reconozca los tipos de se de cada una de las lecturas:

a. María se postuló para el cargo pero no se lo otorgaron.

b. Manuel se despertó mareado y se tomó una taza de café antes de lavarse los dientes.

c. Se decretó asueto para que se discutieran los anteproyectos de Ley Universitaria.

d. Pedro no se atrevió a repatingarse en el sillón delante de sus tíos.

e. La puerta se abrió como por arte de magia, pero se cerró para que nadie se enterara de los temas que se discutían.

f. Se lo propuso como director.

g. Se leyó el poema.

3. Clasifique los se que haya reconocido teniendo en cuenta las siguientes propiedades:

a. omisible / no omisible

b. paradigmático (se da en todas las personas y números) / no paradigmático

c. léxicamente condicionado / no léxicamente condicionado

d. tiene función sintáctica / carece de función sintáctica ¿Incluiría alguna otra propiedad?

4. Construya oraciones, si es posible, que contengan, respectivamente:

a. un se recíproco y un predicativo objetivo

b. un se pasivo con un adjunto de manera

c. un se inherente con un O.D. personal

d. un se pasivo con un nombre propio como sujeto

e. un se estilístico con un O.D. no específico

f. un se impersonal con un verbo inergativo

g. un se ergativo con el sujeto pospuesto

5. Agrupe los casos de se que se encuentran en el siguiente texto:

[182]

Y después de hacer todo lo que hacen, se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se peinan, se visten y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son.

(J. Cortázar, "Amor 77")

6. Reconozca los factores a los que se debe la agramaticalidad de las siguientes oraciones:

a. Se fumó cigarrillos y habanos.

b. Se denunciaron a los políticos corruptos.

c. Se difundió esas noticias.

Partes: 1, 2
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