El sistema escolar de convivencia: una mirada desde su sanción hasta su implementación actual en Buenos Aires (página 2)
Enviado por César Agustín Flores
donde se construye una relación con la norma y la convivencia, no solo a través de los espacios curriculares que la escuela destina para ello, sino por el modo en que la justicia y la ética circulan por los pasillos, por los patios, en las palabras que se ponen en juego y en tantos otros lugares donde la escuela les da paso a formas de autoridad específicas (Southwell, 2004).
La formación ciudadana en la escuela secundaria abarca tres aspectos fundamentales. Por una parte desde un plano más general, se relaciona con la perspectiva de los derechos humanos de los niños, niñas y adolescentes presentes en el ámbito escolar. El segundo aspecto refiere a la conformación de espacios de participación democráticos y la normativa que vinculada a la regulación de la convivencia. Y un tercer aspecto que ubica a la formación ciudadana en espacios curriculares específicos para ello (Viscardi y Alonso, 2013). La escuela tiene como una de sus funciones la formación y promoción de prácticas ciudadanas, respetando las identidades particulares de los estudiantes y que a su vez aporten a la construcción de un universal que permita convivir en sociedad (Tenti, 2009). Estos procesos de singularización y socialización adquieren actualmente características particulares. La socialización escolar se encuentra vinculada a la inserción socio ocupacional de los alumnos y a la instrumentalidad del saber escolar (Pereyra, 2013), cuestión que se refleja en muchas de las normas que regulan las relaciones en la escuela y configuran un tipo de ciudadanía particular. En relación a ello consideramos fundamental, siguiendo a Ana Pereyra (2013), centrarnos en que
es solo sobre el principio vincular que tiene como horizonte de zación los una al conjunto en lugar de separarlos, en otros términos: una socialización crítica. (p. 40)
De este modo este tipo de socialización habilitará un tipo de ciudadanía basado en vínculos de reciprocidad (Piaget, 1971) que promuevan relaciones de cooperación y participación por parte de estudiantes y docentes en la vida escolar a través de, entre otras cuestiones, acordar las normas en tanto convenciones sociales que pueden modificarse a través del consenso y el diálogo y dejen de ser percibidas como una imposición externa (Barreiro, 2010; Barreiro y Castorina, 2007).
Para que las normas y las sanciones tengan sentido en el ámbito escolar es fundamental que tengan un carácter educativo y pedagógico. No da lo mismo poner idénticas sanciones para hechos cualitativamente diferentes y sin considerar la situación integral del estudiante. Aún cuando las faltas y las sanciones están estipuladas en la Ley de convivencia y en los reglamentos escolares, la arbitrariedad de los docentes puede posibilitar u obstaculizar su justa aplicación. En una investigación reciente realizada por Pablo Di Leo (2009) en escuelas secundarias públicas de la Ciudad de Buenos Aires, justamente se identifica que en los relatos de los jóvenes la táctica de impugnación de la autoridad predominante refiere a que los docentes no cumplen con su rol y aplican de un modo deliberado las medidas disciplinarias, acción que es percibida por los estudiantes como discriminatoria hacia alguno de ellos.
Ideas para concluir y seguir pensando
El pasaje de la disciplina a la convivencia ha permitido pasar de una instancia de preocupación tradicional por la administración del conflicto a una instancia de resolución alternativa del mismo. Los modos de tramitarse la convivencia en la escuela secundaria adquieren algunos matices en cada institución pero confluyen en características comunes de la matriz del nivel (Dussel, 2011). Los espacios colectivos de resolución de se instituyen como inmediatistas y más propias del modelo disciplinar (Fridman y Nuñez, 1984).
Como sucede con muchas leyes, mientras siga siendo solo letra escrita, los cambios no se sentirán en el trascurrir cotidiano de las instituciones escolares y, por ende, se continuará pensando que la violencia "es" de los adolescentes y que no hay nada que hacer al respecto. Para que la convivencia escolar tome su dimensión real deben crearse las condiciones para una acción educadora y una experiencia lo suficientemente relevante para toda la comunidad educativa y, sobre todo, para los alumnos.
En esta perspectiva, nos parece importante poder pensar la convivencia escolar un poco más allá y de un modo más integral que el restringido a lo disciplinario, que se asocie con prácticas que impliquen apropiarse de principios democráticos y que habiliten un clima institucional propicio para que la escuela cumpla con sus funciones principales: socializar y trasmitir conocimiento en un clima democrático con acceso y permanencia para todos.
La escuela es una de las instituciones estatales responsables de velar por los derechos de los adolescentes y de promover prácticas de ejercicio de la ciudadanía de un modo activo y participativo. En este sentido es importante en primera instancia los derechos de los adolescentes y jóvenes sean respetados dentro de la institución escolar en general y en el marco del sistema de convivencia en particular.
Por eso es importante que, a pesar de ciertas facultades regresivas que ha introducido el Decreto N° 998 en la última reforma que regula las relaciones escolares, la escuela continúe trabajando en pos de implementar políticas institucionales de participación y de resolución alternativa de los conflictos que produzcan cambios en toda la dinámica de la rutina escolar y en la vida de los jóvenes.
Para concluir, cabe resaltar que los modos de regulación del sistema han cambiado y que esto tiene consecuencias en las instituciones escolares y en sus actores que muchas veces pueden ser interpretadas como crisis generalizadas. Sin embargo la escuela no solo reproduce sino que
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VEsC: Virtualidad, Educación y Ciencia | ISSN-e 1853-6530
Centro de Estudios Avanzados Universidad Nacional de Córdoba. Argentina.
Autor:
Denise Fridman.
Docente investigadora ordinaria de la Universidad Pedagógica Provincial (UNIPE).
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