En la Sierra Maestra, donde operaba la Columna I José Martí, al mando del Comandante en jefe Fidel Castro, se firmó, en octubre de 1958, la Ley Agraria que concedía la propiedad de la tierra, en las zonas liberadas, a quienes la trabajaban en extensiones de hasta cinco caballerías.
Al llegar la Revolución al poder, instrumentó de inmediato una Ley de Reforma Agraria profunda, la cual fue promulgada el 17 de mayo de ese mismo año 1959. El latifundio fue erradicado para siempre, más de 100 000 productores recibieron la propiedad de la tierra que laboraban, se acabaron los desalojos y comenzaron las radicales transformaciones en beneficio de las familias del campo, ahora dueñas de sus tierras, con créditos, ayuda técnica y un mercado seguro, con precios justos, para sus productos. Nuestros campos fueron sembrados de cooperativas. El abandono rural fue erradicado para siempre en la nación cubana.
El 3 de octubre de 1963 se aplicó la Segunda y última Ley de Reforma Agraria, que redujo a cinco caballerías la propiedad sobre la tierra, socavando, con esa medida el sostén que a la contrarrevolución brindaban los campesinos ricos.Así, la promulgación de la Reforma Agraria cubana, la más radical en nuestro Continente, atrajo sobre la Revolución el odio irracional de los latifundistas, de los esbirros y explotadores desplazados del poder, y, sobre todo, del gobierno imperialista de los Estados Unidos, quienes trataron de impedirla primero y entorpecerla después. No en vano, en la invasión mercenaria de Playa Girón, el 17 de abril de 1961, derrotada por Cuba en menos de 72 horas, vinieron 100 ex-latifundistas, con el objetivo de recuperar las tierras ahora en manos de sus verdaderos dueños.
Hoy en Cuba, existen, sin contraponerse unas a otras, varias formas de propiedad y explotación de la tierra. Están las Empresas Estatales, además de las Cooperativas de Producción Agropecuaria, integradas por campesinos que decidieron unir sus tierras y medios; ellos son dueños absolutos de cuanto producen.Existen también las Cooperativas de Crédito y Servicios, en cuya estructura están organizados campesinos que mantienen su propiedad individual sobre la tierra y los medios, recibiendo la ayuda de créditos y ayuda técnica por parte del Estado. En 1993 surgieron las Unidades Básicas de Producción Cooperativa, creadas en tierras del Estado, en forma de usufructo. Estas entidades asumieron la compra de los medios e instalaciones anexados a sus territorio y sus integrantes – principalmente antiguos obreros agrícolas estatales- son dueños de todo lo que producen, administrados por una Junta por ellos electa y dotada de todas las facultades para las decisiones.En nuestros campos existen también campesinos individuales que no se han incorporado a ninguna forma cooperativa, pero son beneficiarios de todas las leyes y cooperación estatal.
Una medida agraria más reciente fue la Ley que concede, en usufructo, las tierras ociosas a las personas con deseos y posibilidades para hacerlas producir , mediante la cual decenas de miles de hombres y mujeres se han incorporado a nueva forma.
Los sueños de incontables generaciones de cubanos de ser propietarios de la tierra que trabajaban, fue sólo posible con el cumplimiento del programa del Moncada. Ese sueño, convertido en razón del combate, es hoy uno de los frutos más extraordinarios de la victoria.
La Historia me absolverá tiene hoy tanta vigencia en Cuba y fuera de ella —porque la Revolución Cubana vive y vivirá—, que no es tardío hacer un repaso de su lectura y conocer cómo fue posible que este libro existiera. Un sencillo hombre, cajista de imprenta —oficio casi extinguido— comparó La Historia me Absolverá, por su calidad discursiva, fuerza y posibilidades, con una "Pequeña Gigante", nombre de cierta máquina de apariencia modesta pero altamente apreciada por los obreros del giro. Así, de "pequeña gigante" la calificó aquel hombre desde que empezó a leerla al revés, como leían los operarios del arte tipográfico tradicional. En 1954, él iba descubriendo en la lectura un tanto mecánica de los viejos cajistas, el por qué del Moncada; la denuncia de los crímenes perpetrados y el programa anunciado por el autor del discurso —el joven abogado Fidel Castro Ruz— que tenía ante su vista mientras lo preparaba cautelosamente para ser impreso en el chinchal de imprenta —un pequeño taller en un barrio popular de La Habana—, donde único habría podido realizar su trabajo de arte de imprenta, en aquella fecha. Calificativo poético y trascendental ese del Patato —como lo llamaban sus compañeros: "la pequeña gigante".
Autor:
Rahimi Romero Borges.
UNIVERSIDAD DE CIENCIAS PEDAGÓGICAS
"Félix Varela Morales"
Santa Clara. Villa Clara.
Facultad: Educación Infantil Asociada a la UNESCO.
Carrera: Licenciatura en Educación Primaria.
Santa Clara. 2013
"Año 55 de la Revolución."
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |