Características genéticas y estructurales del virus de la Hepatitis C. (página 2)
Enviado por Juli�n Triana Dopico
Figura 2. Esquema de la organización genómica del VHC y productos génicos. (a) Estructura del genoma viral (arriba), que contiene los genes que codifican para las proteínas estructurales y no estructurales y las regiones no traducidas 5´ y 3´. La representación de la organización de las proteínas en el precursor poliproteico (abajo), muestra en cada una de ellas su principal función. Los círculos en negro indican los sitios de corte de la peptidasa señal; el círculo en blanco refiere el sitio de corte de la peptidasa señal donde se obtiene el péptido de la proteína Core inmadura; la flecha en blanco indica el sitio de corte autocatalítico de la unión NS2-NS3; las flechas en negro señalan los sitos de corte del complejo proteinasa NS3-NS4A. (b) Topología de las proteínas del VHC con respecto a su inserción o no en la membrana celular, mostrando los dominios transmembranas, así como los estiramientos hidrofóbicos de sus extremos C-terminales.
La RNT 5´ es muy importante para el inicio de la traducción de las proteínas virales, ya que constituye el sitio de reconocimiento ribosomal (IRES, del inglés Internal Ribosomal Entry Site) (Drazan, 2000), el cual permite la unión directa de la subunidad ribosomal 40S al sitio del codón de inicio AUG del marco de lectura. Varias proteínas hospederas interactúan específicamente con la RNT 5´, así la proteína de unión y transporte de pirimidina (PTB) y el autoantígeno LA, son necesarias para la traducción del genoma por mediación del IRES (Ali y cols., 2000).
La RNT del extremo 3´ (Fig.2a) consta de una secuencia pobremente conservada de aproximadamente 40 nt que sigue al codón de terminación, y una región polipirimidínica interna (U/UC) de 30 a 150 nt, aunque se reporta una región poli A en el VHC genotipo 1 (Hougton, 1994), seguida por una secuencia "X-tail" única, de 98 nt (Tanaka y cols., 1996). Esta última secuencia puede plegarse en una estructura conservada en forma de tallo y lazo. Esto sugiere que la cola 3´ es una región común del genoma del VHC y que juega un papel importante en la iniciación de la replicación (Kolykhalov y cols., 1996). La PTB y el autoantígeno LA también se unen específicamente a este extremo del genoma, por lo que se estima que se relaciona además con la encapsidación del ARN (Kato, 2000).
Procesamiento de la poliproteína y características de las proteínas virales
El procesamiento proteolítico del precursor poliproteico viral ocurre co-traduccionalmente y post-traduccionalmente y está mediado por al menos tres enzimas: una peptidasa señal celular y las proteinasas virales NS2-NS3 y NS3 (Takamizawa y cols., 1991). Otra pequeña proteína viral, NS4A es requerida para el procesamiento proteolítico como un cofactor de NS3 ( Reed y Rice, 2000).
Las proteínas estructurales del VHC, son producidas por cortes mediante la peptidasa señal (Hougton, 1994). La proteinasa NS2-NS3 es una enzima dependiente de zinc y corta el sitio entre NS2 y NS3, por lo tanto, esta actividad se pierde luego de su acción (Pieroni y cols., 1997). La proteinasa NS3 escinde el sitio entre NS3 y NS4 en cis, mientras que los otros sitios (NS4A/4B, NS4B/5A, NS5A/5B) en trans (Penin y cols., 2004).
Proteína de la nucleocápsida: core
La proteína core es una fosfoproteína producida a partir de la porción N-terminal del precursor proteico, por acción de la peptidasa señal celular del hospedero que produce la forma inmadura de esta proteína, la cual posee 191 aa (aproximadamente 22 kDa) (Fig.2a). Esta es nuevamente procesada por la misma enzima para dar lugar a la forma madura de la proteína, la cual termina alrededor del aa 179 (McLauchlan y cols., 2002). La secuencia nucleotídica de la región codificante para la proteína core está altamente conservada (homología más del 90%) entre los diferentes genotipos (Bukh y cols., 1995). Dicha proteína es rica en prolina, en aminoácidos básicos y puede unirse específicamente al extremo 5´ no traducido y muy eficientemente a una secuencia de 31 nt del dominio del lazo IIId (Fig. 2a). Adicionalmente se ha demostrado, in vivo e in vitro, la existencia de interacciones homotípicas, multimerización de la cápsida e interacción con E1 y E2 (Matsumoto y cols., 1996). Todo esto confirma que esta proteína forma la nucleocápsida del virus.
Algunos resultados muestran que la misma está distribuida como una proteína nuclear o citoplasmática dependiendo de la talla de la proteína y del genotipo analizado. Recientemente, mediante un estudio de la localización subcelular de las proteínas estructurales utilizando el aislamiento JFH-1, subtipo 2a, el cual se replica eficientemente en la línea celular Huh-7, se observó que la proteína core se encuentra predominantemente en el citoplasma. En este se asocia a partículas de origen lipídico denominadas gotas lipídicas, consistentes en un núcleo de triacilglicéridos y ésteres de colesterol, recubiertos por una monocapa de fosfolípidos y proteínas. Dicha estructura surge a partir del retículo endoplasmático (RE) interaccionando con este después de su maduración por la cara citosólica (Rouillé y cols., 2006).
Se ha demostrado en estudios recientes, la existencia de un marco de lectura abierto alternativo dentro de la región que codifica para el core, donde se codifica una nueva proteína la cual fue llamada "proteína de marco de lectura alternativo" (ARFP del inglés, alternative reading frame protein) (Xu y cols., 2001; Varaklioti y cols., 2002). En varios pacientes fueron encontrados evidencias de anticuerpos y de inmunidad mediada por células contra esta proteína, aunque todavía no está totalmente dilucidada su acción en el ciclo de vida del virus (Bain y cols., 2004).
Proteínas de la envoltura: E1 y E2
E1 y E2 son proteínas de la envoltura lipídica del virus y tienen un peso molecular de 35 kDa y 58-72 kDa,respectivamente. Ambas poseen sitios de glicosilación (5 ó 6 en E1 y 11 en E2) bien conservados entre las cepas del VHC, y el patrón de carbohidratos consiste en oligosacáridos complejos, ricos en manosa y que contienen además ácido siálico (Hijikata y cols., 1991). Los extremos N-terminales de E1 y E2 están en los aminoácidos 192 y 384 del precursor proteico, respectivamente. Mientras que las posiciones aminoacídicas 746 y 809 fueron identificadas como los extremos carboxilos-terminales (C-terminales) de E2 conocidos como: E2 (E2a) y E2-p7 (E2b) (Mondelli y cols., 2001).
Los estudios cinéticos muestran que estas dos proteínas forman un heterodímero unido no covalentemente (Deleersnyder y cols., 1997; Rouillé y cols., 2006). Los ensayos de inmunolocalización y los análisis de glicanos han mostradoque este complejo asociado E1-E2 se localiza predominantemente en la red reticular endoplasmática y al menos dos señales, en este caso los dominios transmembrana de E1 y E2, están involucradas en la retención en el RE (Dubuisson y cols., 1994). Además, son consideradas proteínas de transmembrana tipo I (Fig.2b) con ectodominios de 160 y 334 aa respectivamente en el extremo N-terminal y un pequeño dominio C-terminal transmembranoso de aproximadamente 30 aa (Penin y cols., 2004).
La resistencia a la digestión con la endo-β-N-Acetilglucosaminidasa H (endo H) es indicativa de que las glicoproteínas se mueven desde el RE hasta por lo menos las regiones media y trans del Complejo de Golgi, donde los azúcares complejos son formados (Op De Beeck y cols., 2001).
La proteína E2 es conocida como E2/ NS1 y tiene función antirreceptora. En su extremo N-terminal se encuentran las regiones más variables de todo el genoma viral, denominadas regiones hipervariables I y II (RHV I y II) (Hijikata y cols., 1991; Kato, 2001). La primera, de 30 aa, ha sido detectada en todos los aislamientos virales y se ubica justo en el inicio de la proteína (aa 384) y tiene epítopos de linfocitos B. La segunda RHV, ha sido descrita sólo en los aislamientos de genotipo 1b y abarca 7 aa (aa 454-460) (Hijikata y cols., 1991; Kato y cols., 1992, Rosa y cols., 1996). Puntoriero y colaboradores en 1998 descubrieron que existen segmentos altamente conservados dentro de la RHV I, sugiriendo que la variabilidad inmunológica esta limitada a la heterogeneidad en la secuencia primaria. Se ha reportado recientemente que estas dos RHV modulan la unión de E2 al receptor celular de entrada del virus, a través de interacciones intermoleculares (Roccasecca y cols., 2003). La variabilidad presente en esta región puede deberse a la ocurrencia de mutaciones al azar y a la selección de los mutantes que son capaces de escapar a la neutralización por los anticuerpos del hospedero.
El polipéptido p7 es una proteína intrínseca de membrana (Fig.2b) de 63 aa (Sakai y cols., 2003). Posee dos segmentos transmembrana unidos por un lazo citosólico y sus extremos N y C-terminal están orientados hacia el lumen del RE (Carrere y cols., 2002). Observaciones actuales indican que p7 tiene características semejantes a un conjunto de proteínas llamadas viroporinas y que puede formar canales iónicos en liposomas (Griffin y cols., 2005), lo que sugiere una posible relación con la liberación de las partículas virales. Se ha demostrado que no es importante para la replicación viral (Lohmann y cols., 1999), pero se ha visto que es crítica para la infectividad del VHC in vivo y que tiene secuencias funcionalmente genotipo-específicas, que interactúan con otras regiones del genoma (Sakai y cols., 2003).
Proteínas no estructurales: NS2, NS3, NS4A, NS4B, NS5A, NS5B
Las proteínas no estructurales presentan funciones enzimáticas que comprenden una polimerasa, una helicasa y dos proteasas (Fig.2a) (Selby y cols., 1993).
La proteína de transmembrana NS2 (Fig.2b), es un polipéptido que contiene un dominio proteasa del tipo cisteína (Snijder y cols., 1995) que, junto al tercio N-terminal de NS3, forma una metaloproteasa dependiente de zinc (Pieroni y cols., 1997). Aunque la proteína NS2 es rica en aa hidrofóbicos y es producida por autoprocesamiento entre NS2 y NS3 por la proteinasa NS2-NS3, la función biológica de NS2 no está clara (Penin y cols., 2004).
La tercera proteína no estructural, NS3, de 70 kDa de peso molecular, posee tres actividades enzimáticas: actividad serino proteasa, localizada en un tercio de NS3, hacia el extremo N-terminal y posee un potencial catalítico trivalente, similar a la tripsina. La actividad helicasa-nucleósido trifosfatasa fue identificada en la mitad del extremo C-terminal de la proteína NS3, y está involucrada en la replicación y posiblemente en la traducción del genoma viral (Jin y Peterson, 1995).
NS4A es un péptido hidrofóbico pequeño, de 54 aa (≈ 8 kDa) (Fig.2b), que posee tres dominios distintos. El dominio central forma un complejo estable con NS3 como cofactor esencial de esta proteinasa, para el eficiente procesamiento de las proteínas no estructurales (Asabe y cols., 1997). El segmento hidrofóbico N-terminal es responsable de su inserción en membrana y el reclutamiento de NS3 a la membrana. Recientemente se encontró que el dominio acídico C-terminal contiene aa importantes para el establecimiento de la replicación del ARN (Lindenbach y cols., 2005).
NS4B es una proteína integral de membrana que se asocia a la membrana del RE por medio de una secuencia tipo "secuencia señal interna" (Fig.2b) (Hugle y cols., 2001) y tiene un peso molecular de 27 kDa. Reportes individuales sugieren que este polipéptido puede inhibir la traducción de proteínas, modula la función de NS5B, recluta otras proteínas no estructurales a un compartimiento con características similares a balsas lipídicas o media la transformación celular (Gao y cols., 2004). Se ha reportado además que la expresión de esta proteína es capaz de inducir la formación de redes originadas de la membrana del RE, que contienen todas las proteínas, tanto estructurales como no estructurales (Gosert y cols., 2003), por lo que sugiere la inducción de un escenario membrana-específico para la formación del complejo de replicación viral (Penin y cols., 2004). Estudios recientes revelan la presencia de motivos de unión a nucleótidos (NBM, del inglés Nucleotide Binding Motif), los cuales median la unión de trifosfato de guanosina (GTP) y una actividad GTPasa, la cual ha mostrado ser esencial para la replicación del VHC (Einav y cols., 2004).
Hacia la última región del genoma se encuentran las dos últimas proteínas no estructurales: NS5A y NS5B (Fig.2b), las cuales son cortadas como productos maduros al unísono con NS4A por acción de la NS3 (Clarke y cols., 1997). La NS5A está fosforilada en residuos de serina por fosforilación basal en la región C-terminal y posee un peso molecular de 56 kDa en esta forma basal y 58 kDa en otra hiperfosforilada (Penin y cols., 2004).
La NS5B es la ARN polimerasa ARN dependiente, clave en la replicación del genoma viral (Bartenshlager, 2000). Es una proteína cuya secuencia de inserción atraviesa la membrana del RE (Fig.2b) como un segmento transmembrana (Ivashkina y cols., 2002) y su dominio funcional se encuentra hacia el lado citosólico (Wattenberg y Lithgow, 2001). Se ha reportado que la alfa-subunidad 7 del proteosoma y el Hu antígeno R (HuR), actúan como cofactores de la polimerasa viral (Korf y cols., 2005).
1.4 Heterogenicidad del VHC
El VHC presenta una gran heterogeneidad en su genoma, característica de la mayoría de los virus de simple cadena (Abe y cols., 1992). Esta notable diversidad genómica puede ser explicada en primer lugar, por la alta tasa de errores de la ARN polimerasa dependiente de ARN, ya que la misma no posee función correctora. Esta es considerada la razón principal para la generación de secuencias de gran diversidad en el genoma viral, las cuales conllevan a la existencia de una población de cuasi-especies en un mismo individuo con genomas virales que difieren entre un 1-5% en su secuencia nucleotídica (Kato, 2001). La alta capacidad de mutación de este virus se encuentra entre 10-3 y 10-4 sustituciones por sitio de genoma por año (Abe y cols., 1992). Debido a estas mutaciones en el genoma se producen partículas virales diferentes genéticamente, que constituyen un mecanismo rápido y eficiente para el escape del virus a la respuesta inmune, explicándose de esta forma la alta proporción de infecciones crónicas por el VHC y uno de los principales obstáculos para el desarrollo de una vacuna (Jonas, 2000).
Investigaciones de aislamiento y secuenciación en diferentes países revelan que existen cambios a nivel de secuencia nucleotídica y de aminoácidos entre sí, variando de una región a otra entre un 30 y un 40% (Takada y cols., 1993), hasta un 20% entre individuos y un 10% en un mismo paciente (Houghton y cols., 1991). Para los aislamientos que se diferencian entre un 30 y un 40%, se han definido hasta 12 genotipos; de los que se han descrito seis (1-6) con variación en su secuencia nucleotídica entre un 30 y un 50%. La mayor variabilidad del genoma se encuentra hacia el extremo N-terminal de la E2, donde se encuentran las regiones hipervariables (Hijikata y cols., 1991; Kato, 2001).
Todos los aislamientos del VHC se separan en grupos filogenéticamente relacionados, llamados subtipos. Dentro de los genotipos se definen más de 90 subtipos (1a, 1b…, 2a, 2b…, etc) con variaciones entre un 15 y un 30% (Simmonds, 2005). Cada subtipo muestra regularmente una diferencia de más de un 20% a nivel nucleotídico y más de un 15% a nivel de aa, aunque la RNT 5´ y la región que codifica para la proteína de la cápsida muestran una elevada homología (más de un 90%) (Hoofnagle, 2002). Según algunos investigadores, los diversos genotipos difieren poco en su expresión clínica y no están asociados con los resultados clínicos o con la severidad de la enfermedad (Lau y cols., 1996). Sin embargo, se ha observado que la respuesta al tratamiento con IFN-a pegilado (modificado con polietilénglicol) combinado con ribavirina, es bastante diferente en pacientes infectados con los genotipos 2 y 3 en comparación a los infectados con la variante 1 y 4 que son más resistentes (Liang y cols., 2000).
1.5 Ciclo replicativo del VHC y sistemas de replicación viral
El virus de la Hepatitis C se replica principalmente en hepatocitos (Sugano y cols., 1995), aunque se ha detectado genoma y antígenos virales en otras células del hígado, entre las que se incluyen las células de Kupffer y las células endoteliales (Blight y cols., 1994). Otros estudios han demostrado que el virus puede replicarse en células mononucleadas de sangre periférica (linfocitos T y linfocitos B), en células polimorfonucleadas (en este caso monocitos), en células de los nódulos linfáticos y en células epiteliales del tracto gastrointestinal y de cerebro (Deforges y cols., 2004; Forton y cols., 2004).
El ciclo de vida incluye:
1) Unión a un receptor de la superficie celular todavía no identificado y su internalización.
2) Liberación al citoplasma y descubrimiento del RNA viral
3) Traducción mediada por IRES
4) Procesamiento de la poliproteína por proteasas celulares y virales
5) Replicación del RNA
6) Ensamblaje y empaquetamiento
7) Maduración del virión
8) Liberación de la célula del huésped
Fuertes evidencias confirman que la proteína CD81, miembro de la familia de las tetraspaninas, está implicada en la internalización del virus a la célula (Pileri y cols., 1998). Sin embargo, se ha reportado que otras moléculas están involucradas en este mecanismo, incluyendo el receptor scavanger clase B tipo I (SRB-I), el cual dentro de otras funciones, es el receptor de la lipoproteína de alta densidad (HDL, del inglés High Density Lipoprotein)(Scarselli y cols., 2002) y el receptor de lipoproteína de baja densidad (LDL-R) mediante la asociación de las apoproteínas ApoB y ApoE con el virus, sugiriendo que quizás la entrada del virus se realice mediante su unión a lipoproteínas (Nielsen y cols., 2006). Unido a estos reportes, se han encontrado como posibles candidatos las lectinas de tipo C: L-SIGN(CD 209L)(del inglés, lectin-specific intercellular adhesion molecule 3 grabbing-nonintegrin) y DC-SIGN(CD 209)(del inglés, dendritic cell-specific intercellular adhesion molecule 3 grabbing-nonintegrin) (Cormier y cols., 2004), ambas expresadas en las células endoteliales hepáticas y las células dendríticas (CD) respectivamente; el heparán sulfato presente en los glucosaminoglicanos de la superficie celular (Barth y cols., 2003); el receptor de asialoglicoproteína (Saunier y cols., 2003), y la proteína claudina-1 que forma parte de las uniones estrechas presentes en las células hepáticas (Evans y cols., 2007). Todo esto debido a que la expresión de CD81 no se restringe a los hepatocitos o a células de sangre periférica, y es posible que se requiera un co-receptor. Trabajos recientes indican que el CD81 y el SRB-I se encuentran asociados a balsas lipídicas ricas en colesterol, sugiriendo que la presencia de este lípido es crítica para la infección por el virus (Cherukuri y cols., 2004) y que además estos dos receptores actúan cooperativamente en la infección por el aislamiento viral JHF-1 en la línea celular de hepatoma humano Huh-7 (Kapadia y cols., 2007).
Luego de la entrada a la célula, el ARN viral es liberado al citoplasma. Dirigido por el IRES de la RNT 5´, el genoma viral es traducido y la poliproteína resultante es procesada en proteínas individuales. La mayoría de ellas, si no todas, forman un complejo multiproteico íntimamente relacionado con membranas intracelulares. Dentro de este complejo, el ARN positivo es copiado a un ARN negativo intermediario, que sirve de molde para la síntesis de la progenie de ARN positivo. Estos son usados para la síntesis de nuevos ARN negativos, para la traducción o para la encapsidación (Bartenschlager y Lohmann, 2000). Se ha reportado que la alfa-subunidad 7 del proteosoma y el Hu antígeno R (HuR), actúan como cofactores de la polimerasa viral (Korf y cols., 2005).
El hecho de que las proteínas estructurales no son transportadas más allá de la región cis del Complejo de Golgi, sugiere que las nucleocápsidas virales adquieren su envoltura por gemación dentro del lumen del retículo endoplasmático. En este caso, el virus sería exportado por la vía de secreción constitutiva. De acuerdo con esta suposición, se encontraron complejos N-glicosilados en la superficie de partículas virales parcialmente purificadas, sugiriendo que el virus transita a través del Complejo de Golgi (Bartenschlager y Lohmann, 2000).
La mayor limitante en el estudio del VHC ha sido la falta de un sistema de cultivo celular que permita una propagación confiable y eficiente de este virus. Se ha logrado un avance significativo con el desarrollo de ARN subgenómicos autorreplicativos. Algunos de estos sistemas contienen el IRES del VHC y las regiones no estructurales del genoma fusionados a un gen de selección y un promotor potente (Lohmann y cols., 1999). Estos sistemas se replican a niveles moderadamente altos en cultivo celular, pero no producen viriones intactos o partículas infectivas (Blight y cols., 2000). No obstante, ha permitido estudiar la replicación del VHC y provee un medio rápido para monitorear agentes antivirales (Hoofnagle, 2002).
También se ha probado la susceptibilidad de varias líneas celulares humanas y de chimpancé (Pan troglodytes), sin embargo, el nivel de replicación en estos sistemas no es satisfactorio, ya que se requiere realizar una reacción en cadena de la polimerasa con retrotranscripción (RT-RCP) para la detección del ARN. Por otra parte, se han tratado de aislar clones infecciosos de ADN complementario; pero no han proliferado en cultivo de células humanas (Kato, 2001). Recientemente se logró que el asilamiento viral JFH-1, perteneciente al subtipo 2a, se replicara eficientemente en la línea celular de hepatoma humano Huh-7 obteniéndose de esta forma un modelo de cultivo de células que propaga eficientemente el VHC (Lindenbach y cols., 2005; Wakita y cols., 2005).
Hasta el momento sólo en chimpancés se logra una reproducción confiable de la infección por este virus. Se han desarrollado pequeños modelos animales que incluyen animales quiméricos con hepatocitos humanos trasplantados (Ilan y cols., 2002), pero aún no son ampliamente utilizados. Por otra parte, se ha encontrado que las musarañas arborícolas (Tupaia belangeri chinensis) son susceptibles a la infección, pero la tasa de transmisión es muy baja, desarrollan viremia con títulos muy bajos y los resultados parecen poco reproducibles (Xie y cols., 1998).
1.6 Historia natural del VHC
La historia natural precisa de la hepatitis C permanece desconocida. Su estudio se torna difícil por la ausencia de datos relacionados con el tiempo inicial de la enfermedad debido al establecimiento silente de la fase aguda, y a los escasos síntomas que se observan durante los estadíos tempranos de la infección crónica. A esto contribuye la influencia variable de múltiples factores que conducen a la progresión de la enfermedad (Wong y Lee, 2006).
La infección por el VHC es infrecuentemente diagnosticada en la fase aguda. Las manifestaciones clínicas ocurren usualmente de 6 a 8 semanas después de la exposición al virus desarrollándose la infección aguda de la enfermedad, en la que del 60-75% de los individuos permanecen asintomáticos. Aproximadamente del 15-50% de los pacientes expuestos al VHC se recuperan espontáneamente, mientras que el 50-85% desarrollan infección crónica. De ellos, del 2-20% sufrirán de cirrosis en las dos a tres décadas siguientes. A partir de este estado, del 2-5% de los paciente por año sufren de descompensación o fallo hepático y del 1-4% desarrollan carcinoma hepatocelular, conduciendo en ambos casos a la muerte (Seeff, 2000).
El incremento de la tasa de progresión de fibrosis en los pacientes con infección por VHC se ha asociado a: edad mayor de 40 años al momento de la infección, consumo diario de alcohol de 50 g o más, género masculino (Alvarado-Esquivel y cols., 1999) y coinfección con el virus de la Hepatitis B (VHB) o el virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) (Eyster y cols., 1993).
A pesar de su hepatotropismo, este agente microbiológico puede ocasionar diversas manifestaciones extrahepáticas, muchas de ellas debidas a las alteraciones inmunológicas. Entre estas manifestaciones se destacan la crioglobulinemia mixta, la disfunción de las glándulas salivales y lagrimales, y algunas nefropatías (Nocente y cols., 2003).
1.7 Vías de transmisión
El virus es transmitido fundamentalmente por vía parenteral y percutánea. Antes del año 1992 el principal factor de riesgo para ser infectado eran las transfusiones de sangre o sus derivados. Actualmente en los países donde se realizan ensayos de detección del virus en hemoderivados que se usan para transfusiones, el principal factor de riesgo es la inyección de drogas. Los índices de infección por esta vía oscilan en un 80 % globalmente y en EE.UU. llega hasta un 95 %. La transmisión perinatal de la hepatitis C ocurre aproximadamente del 3 al 5% de los recién nacidos de madres infectadas con VHC (Alter y cols., 1999).
Otras vías potenciales para la infección son: los tatuajes, piercing, la sexual, las diálisis, el contacto doméstico donde se usan comúnmente cuchillas de afeitar, pinzas para uñas o cepillos para dientes; también los accidentes con agujas y el consumo intranasal de cocaína y otras vías indefinidas como el contacto de la piel dañada con sangre contaminada. Los por cientos de transmisión por estas vías, excepto entre los que requieren ser dializados, son bajos (Alter y cols., 1999).
El riesgo de transmisión desde personas con bajos niveles de ARN viral es insignificante (Prince y cols., 1999). Adicionalmente se ha evaluado ARN viral en fluido ascítico, semen, y orina de pacientes crónicos, lo que no descarta la entrada del virus por otras vías entre ellas la mucosal (Seeff, 2000). En aproximadamente un 10 % de los individuos infectados no se puede definir la fuente de la infección. Muchas personas en esta categoría son de bajo nivel social lo que se asocia a su vez con muchas infecciones y a un alto nivel de exposición a las enfermedades, en estos grupos sociales la prevención también se dificulta (Alter y cols.,1999).
1.8 Pruebas de Diagnóstico
Se recomienda para un diagnóstico certero la realización de ensayos inmunológicos, biopsia, e independientemente la determinación de alanita transaminasa (ALAT) y aspartato transaminasa (ASAT) (Hoofnagle, 2002).
Una forma primaria de testaje está disponible para la detección de anticuerpos anti-VHC son los ensayos inmunoensayos enzimáticos (EIA), la determinación de los anticuerpos contra la proteína core es uno de los más utilizados, debido precisamente a la conservación de esta proteína entrte los diferentes genotipos También, ensayos moleculares como la reacción en cadena de la polimerasa (PCR, del inglés polimerase chain reaction) son útiles en la identificación de individuos infectados (Jonas, 2000). La carga viral puede ser medida como una función cualitativa o cuantitativa, las cuales tienen un papel en la evaluación y tratamiento de pacientes con hepatitis C.
La detección de genoma del VHC en suero y tejidos a través del uso del ensayo de PCR es corrientemente el principal método para detectar infecciones activas (Jonas, 2000). Este ensayo ha sido útil en la identificación de portadores seronegativos y transmisión perinatal del VHC. Ensayos cuantitativos de PCR se convierten en importantes herramientas en la evolución de la terapia. El test es el más ampliamente usado puede detectar niveles de virus tan bajos como 100 copias por mL de suero (Jonas, 2000).
En resumen, el diagnóstico de infección con VHC en un individuo con hepatitis crónica, definida como infección persistente por más de 6 meses, usualmente incluye la detección de anti-VHC en suero seguido por la detección de la viremia usando un PCR cuantitativo. El diagnóstico de una infección aguda es más problemático, porque los anticuerpos anti-VHC no aparecen antes de los 2 meses. Adicionalmente, individuos inmuno-comprometidos como los hipogammaglobulinémicos y pacientes transplantados inmuno-suprimidos, pueden no elevar una respuesta anti-VHC. En esta situación, el diagnóstico es hecho por detección del ARN en suero por técnicas de amplificación por RT-PCR (PCR con retrotranscripción) (Jonas, 2000).
1.9 Referencias bibliográficas
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Autor:
Lic. Julián Triana Dopico
Lugar de nacimiento: Pinar del Río, Cuba.
Estudios realizados: Licenciatura en Bioquímica, Universidad de La Habana, Facultad de Biología.
Profesión: Profesor-investigador, Universidad de Pinar del Río "Hermanos Saíz Montes de Oca", Facultad de Forestal y Agronomía, Departamento de Química.
País, ciudad y fecha correspondiente al trabajo realizado: Cuba, Pinar del Río, Noviembre 2008.
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