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Enrique José Varona

Enviado por miguelcevedo


    1. Enrique José Varona
    2. El fracaso colonial de España
    3. Sobre la educación
    4. Frases de Enrique José Varona

    "Propender a la educación política es propender a que se enriquezca la inteligencia del pueblo con los datos y nociones que le sirvan para dirigir su razón a la consecución de los fines sociales. Es propender a que esté en aptitud de dirigirse por sí mismo; de tal modo que al cabo las leyes que se den, para regular su actividad, no sean el resultado de impulsos inconscientes, sino la expresión clara y compendiosa de los dictados de la razón colectiva".

    Enrique José Varona

    (1849-1933)

    Enrique José Varona.

    Filósofo, pedagogo; su nombre completo es Enrique José Varona y Pera quien nació en Puerto Príncipe (hoy ciudad de Camagüey en Cuba) el día 13 de abril de 1849. Se graduó de bachiller en el Instituto de Matanzas en 1891, y de Licenciado en Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana en 1892, doctorándose el siguiente año.

    Participó en la política activa primero en el Partido Liberal Autonomista, pasando luego, al Partido Conservador Nacional donde fue su Vice-Presidente en 1907, y Presidente en 1912.

    Falleció en La Habana el 19 de noviembre de 1933.

    El fracaso colonial de España.

    Este título corresponde a un par de conferencias dictadas por Varona en el Steinway may los días 12 de noviembre y 30 de diciembre de 1896 (seis años antes de la independencia de Cuba del dominio español).

    En esa intervención, Varona hace un enfoque positivista en el cual dentro de determinados parámetros se presenta la forma de colonización de las grandes naciones imperiales; situación ésta, muy alejada del llamado Imperio Español.

    En su argumentación señala lo siguiente: "Como en la evolución de los seres orgánicos la generación marca el máximum de desarrollo, es, por decirlo así, una forma extrema de crecimiento, en la evolución de las sociedades la colonización marca la forma más completa de la expansión nacional. Pero lo mismo que hay generaciones prematuras o demasiado tardías, que dan productos endebles, cuando no poco viables, hay colonizaciones que no son plenamente normales, y es así, la primera pregunta que nos impone nuestra pesquisa es: ¿Fue normal la expansión de España? Para que lo sea la de cualquier sociedad han de concurrir en ella las condiciones siguientes: población no escasa, industria floreciente, capital abundante, sanas ideas políticas. De ninguna de ellas podía gloriarse España".

    Resulta extraño, pero muy interesante el anterior análisis de Varona sobre las condiciones que debe tener una nación hegemónica para imponerse sobre otra, y es que en realidad, no le falta razón a este juicio que luce por lo demás, muy acertado.

    Para que una potencia se precie como tal, debe tener un grado de desarrollo que se manifieste en diversos órdenes más allá de lo puramente militar. Debe estar muy por encima en lo económico, social, demográfico, político, cultural y tecnológico.

    Entendemos en Varona y así lo constatamos en el desarrollo de su conferencia, que la situación española estaba muy alejada de esos elementos condicionales. España tenía una economía desesperada, y producto de ella fue la venta de sus joyas por parte de la reina para poder financiar el primer viaje de Cristóbal Colón.

    La población española según Varona, era muy escasa después de medio siglo de este acontecimiento en América. Apenas llegaba a unos quince mil españoles (tan solo trescientos inmigrantes por año).

    España estaba arruinada antes de la colonización. Así lo dice cuando sostiene: "La pobreza ha sido siempre planta indígena en España…Lejos de traer capitales a América, lo que precipitó a los españoles a sus riesgosas aventuras fue el ansia de buscarlos".

    Pero no sólo era la baja población española y su situación económica delicada la que estaba apartado del arquetipo varoniano sobre lo que debe ser un pueblo colonizador, sino que también, estaban sus formas políticas. Así no los refiere Varona cuando expresa: "Mientras en la América inglesa, el espíritu de autonomía local nace robusto y va siempre en aumento, en la española nace raquítico, y muere apenas nace.

    La construcción de los caminos en Roma y su famosa Vía Apia nos recuerdan la necesidad que tiene cada Imperio de poder estar conectado con todas sus colonias. Pero con el caso español, era todo lo contrario. De ahí, que Varona nuevamente nos indicara lo siguiente: "El comercio internacional, dificultado con rigor extremo por las leyes, era casi imposible por falta de comunicaciones. En un mismo territorio las poblaciones importantes vivían del todo aparte, por las incomodidades de los caminos, donde por acaso existían. Se ha llegado a decir que en esta deficiencia intervenía una idea política. Depons afirma que los españoles creían peligroso que hubiera un buen camino entre La Guaira y Caracas".

    No es que España hubiera querido intencionalmente haber mantenido incomunicadas las colonias entre sí para evitar acuerdos entre ellas que fueran perjudiciales para la colonia española; sino lo que es más grave, es que esta circunstancia se derivaba de su propia incapacidad para lograr esas comunicaciones. Lo observamos, cuando aún apreciamos que sus contactos directos con esas colonias era exageradamente escaso.

    Así no los transmite Varona al observar lo siguiente: "Una vez al año salían los galeones de Porto Belo y la flota de Veracruz y se reunían en La Habana, para seguir en conserva hasta Sevilla, más tarde hasta Cádiz. En vez de una circulación regular y continua, se tenía una circulación intermitente que determinaba un aflujo anormal de mercaderías, en ciertas épocas, seguido de parálisis".

    En lo cultural, la condición de las colonias hispanoamericanas no lucía mejor. No solamente se negaba a ciudades como Mérida la posibilidad de crear sus universidades, sino también, la matemática, la geometría, el pilotaje estaban prohibidos.

    Cuando existían universidades sus clases eran dictadas en un mal latín. No se enseñaba ni bien ni mal en castellano. Según Varona, la concepción española del aprendizaje de la lengua castellana estaba sintetizada en la famosa frase del Virrey Gil de Lemos que ordenaba su utilización sólo para "leer, escribir y rezar".

    Y es que la sociedad americana, dentro del dominio español estaba dividida racialmente según Varona al más purista sistema de clases brahmanista como en el caso peruano, entre los que se encontraba como grupos raciales los blancos europeos, los blancos americanos, indios, negros, mulatos, mestizos, chinos, cuarterones, quinteros, zambos, zambos-chinos, chinos-cholos, y unas quince variedades más.

    En Venezuela, encontramos que la clasificación que se hace es de blancos, indios, negros y de sus distintas mezclas en mestizos, castizos, mulatos y zambos. El blanco con indio da el mestizo; el mestizo con el blanco produce el castizo, y el castizo con el blanco, es blanco nuevamente.

    En el caso del blanco con el negro, el resultado es el mulato; y en el del negro con el indio, sería el zambo.

    Para Varona España se encontraba dentro de un situación política antievolucionista y antipositivista apartada del desarrollo global de las naciones del mundo. Así lo refiere cuando advierte: "Mientras todo se transformaba en torno suyo, las industrias, las ciencias, las leyes, las ideas, España permanecía ciega y adherida, como pulpo colosal e inerte, a la vieja roca de la tradición".

    Sobre la educación.

    Varona va a tratar el tema de la educación, si bien con cierto conservadurismo con relación a las mujeres; no así, en sus consideraciones generales sobre la misma (la educación); sus sistemas de exámenes; el papel que debe desempeñar la universidad en la formación de sus educandos, y el perfil que éstos deben tener dentro de las exigencias que espera de ellos la sociedad.

    Sobre las mujeres, llega a expresar lo siguiente: "…la temprana relajación de los vínculos de familia ha emancipado en ciertos países a no pocas jóvenes; y todo esto ha llevado a las mujeres a las industrias, a las profesiones, a las carreras científicas, reservadas hasta hace poco a los hombres".

    Por ello, plantea la diferencia existente entre las condiciones sociales que existen entre los niños y las niñas, oponiéndose con ello, a que se les coloque con una misma enseñanza sin tomar en consideración los requerimientos de cada sexo. La mujer está más destinada a las labores domésticas y a su condición natural de ser madre, por lo que la función de maestra es más adecuada a su naturaleza. ¡Toda madre debe ser maestra!, proclama Varona, a la par que debe recibir como modelo de asignaturas, las que se estipulan según la Ley (para entonces vigente) del 21 de diciembre de 1880 en Francia.

    Éstas comprendían Enseñanza Moral, Lengua Francesa, Literatura Antigua y Moderna, Geografía y Cosmografía, Historia Nacional y Universal, Aritmética, Elementos de Geometría, Química, Física e Historia Natural, Higiene, Economía Doméstica y Labores, Nociones de Derecho Usual, Dibujo, Música y Gimnasia.

    Piensa que: "…antes de dedicar una niña a una carrera, para que compita con el hombre, es decir, antes de dar una dirección anormal a su vida, conviene pesar cuidadosamente el pro y el contra".

    A lo que concluye parafraseando la frase de Withers-Moore: "Las mujeres están constituidas para ser, y deben ser, no hombres, sino madres de hombres".

    Igualmente Varona (adelantándose positivamente a su tiempo), hace una crítica al sistema de evaluaciones estudiantiles cuando dice: "Nosotros vamos de año en año experimentando los funestos resultados del sistema vigente en la enseñanza pública ─cuya síntesis puede reducirse a esto: exámenes reiterados con sujeción a un programa─…Desde luego si se estudia meramente para pasar en unos exámenes, el programa es un instrumento más o menos abonado para ese objeto; porque es claro que si me propongo responder a una serie de preguntas convenidas de antemano, lo mejor que puedo hacer, y quizás lo único, es aprenderme una serie de respuestas convenientes. Pero si se estudia para conocer una materia, el programa, no sólo deja de ser un instrumento adecuado, sino que se convierte en estorbo peligroso".

    En una defensa abierta de la libertad de cátedra frente a la sumisión que ahoga y esclaviza la enseñanza a través de los programas de educación, dice Varona lo siguiente: "Dos condiciones son requisito indispensable en la enseñanza, libertad en el que enseña para que pueda despertar interés en el que aprende; el programa es enemigo jurado de toda libertad y de todo interés. Se ha de enseñar lo mismo, del mismo modo y en el mismo espacio de tiempo. Poco importa cuál sea la capacidad del alumno, cuál su aptitud; en tantos días lectivos ha de aprender a contestar tantas preguntas, ni un día más ni un día menos; ni una pregunta más ni una pregunta menos".

    Por ello trayendo una frase de Izoulet dice Varona lo siguiente: "un pueblo que se confía a los mediocres, se suicida".

    Frases de Enrique José Varona.

    "La sociedad es un organismo. La correlación que existe entre sus partes componentes no permite que estén dañadas las entrañas, sin que se resientan las extremidades. Las condiciones sociales forman la roca viva sobre que descansa el edificio social, cuya vistosa fachada son las instituciones políticas".

    "El alma de Cuba, formada y concebida en el dolor de la esclavitud y de la derrota, se ha hecho visible, se ha hecho carne, en el heroico esfuerzo con que hoy arrastra a su pueblo, a todo su pueblo, a la lucha y al sacrificio".

    "El nudo de la dificultad está en esto: o la mujer que se dedica a las profesiones que hasta ahora les han sido extrañas, y que exigen la dedicación más asidua, acepta el celibato…y esto constituye una pérdida positiva para la sociedad…o se casa, y con muy contadas excepciones tiene que renunciar a su carrera; lo que constituye una pérdida positiva para el individuo".

    "La enseñanza universitaria ha de ser por tanto eminentemente liberal; es decir, que debe fecundar cada espíritu, para que éste vuele con sus propias alas, y escoja por su propio impulso la región del espacio, que le promete más dilatados y luminosos horizontes".

    "De aquí las tendencias extremas y contrapuestas en que se agita convulso el pensamiento contemporáneo, y el andar vacilante y temeroso de los pueblos modernos entre estas nuevas rocas. Simplégades del individualismo anárquico y el socialismo tiránico".

     

    Miguel Omar Cevedo Marín