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Nivel ocupacional de la economía pinera. Problemas y tendencias


Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Desarrollo
  4. Conclusiones
  5. Referencias

Resumen

El trabajo pretende analizar si el comportamiento que mantienen indicadores como la producción mercantil, inversiones, salarios en la economía pinera está en correspondencia con el nivel ocupacional tomando como punto de análisis las teorías keynesianas y neoclásicas.

Introducción

La cuestión del empleo para todo país es una temática bastante polémica, para algunos estudiosos del tema, sugieren que cada economía debe preocuparse y ocuparse por llegar al pleno empleo, ¿pero esa debe ser la prioridad?, es algo que estará en función del tipo de economía e intereses que persiga el gobierno del mismo.

Desde 1959 hasta 1989, la economía cubana disfrutó un crecimiento económico estable y con equidad social. La nación se convirtió en la más equitativa dentro de la región de América Latina gracias a las excelentes relaciones con el anterior bloque socialista.

Entre 1959 y 1989 el PIB creció a una tasa de 4,3%, como promedio anual, considerado satisfactorio si se compara con América Latina. En efecto, entre 1960 y 1985 el PIB per cápita de la región latinoamericana creció a una tasa media de 1,8% anualmente, mientras que en Cuba este indicador creció a 3,1% Otros estimados calculan que entre 1981-89 el PIB per cápita de nuestra economía se incrementó a un ritmo promedio anual del 3,8%, sin embargo en América Latina decrecía en el 1% anual (Rodríguez, 1992).

Para sostener este ritmo de crecimiento, una de las medidas trazadas fue el desarrollo políticas que propiciaran el impulso de la industrialización, se desarrolló la industria azucarera para obtener los recursos necesarios que el proceso suponía. Además, el propio avance de la rama azucarera posibilitó el desarrollo del sector agropecuario en general y de las ramas básicas para la posterior industrialización del país.

Todo este proceso permitió que, entre 1959 y 1969 se incrementara el nivel de empleo de forma abrupta, en esencia se crearon un millón de nuevos puestos de trabajo, lo cual permitió que la tasa de desocupación descendiera de 12,5% a 1,3% en el mismo período.

Entre 1975 y 1988, el empleo en la industria aumentó en un 40%, mientras que la productividad y el salario se incrementaron en 25% y 27%, respectivamente.

En la actividad manufacturera el número de trabajadores se multiplicó por tres, es decir se pasó de 180 000 a 580 000 trabajadores. La década de los ochenta se caracterizó como la de mayor crecimiento del nivel de empleos en la isla dado el auge del proceso inversionista, el cual excedió los 15 000 millones de pesos entre 1986 y 1990 se originaron 1,2 millones de nuevos puestos de ocupación, el 70% de ellos en la esfera productiva. En el sector estatal absorbió el 94,4%, el cooperativo el 4,5% y el privado el 1,1% (IDHC, 1996).

A finales de los 80, el 49% de los trabajadores estaba empleado en la esfera de los servicios, principalmente en educación y salud [1]; el 29% en la industria y la construcción y, el 22% en la agricultura (CEE, 1988).

Desde el punto de vista cualitativo, a fines de la década de los ochenta, de cada 100 ocupados en el sector estatal civil, 8 eran graduados del nivel superior y 13 eran técnicos medios. Específicamente, en los sectores de salud y educación, esas dos grupos abarcaban el 50% del total de empleados y casi el 60% en la actividad científica (IDHEC, 1999).

Particularmente en la industria a finales de la década de los ochenta existía un graduado universitario por cada 26 trabajadores, en comparación con uno de cada 400 que existía en 1964. Las medidas tomadas por la Revolución, a favor de la mayor parte de la población, permitieron que la fuerza laboral accediera a puestos de trabajo estables, mejor remunerados y de mayor calidad, lo que implicó una redistribución del ingreso nacional más equitativa y por tanto un cambio significativo en el consumo.

Sin embargo, esta política, llevada a cabo por el Estado cubano, de garantizarles empleos a todos los individuos en edad laboral, sin importar el desempeño real ni los resultados económicos, resultó en la pérdida del nivel de eficiencia económica que se manifestó en el fenómeno del subempleo o subutilización de la fuerza de trabajo, dado que las empresas estatales absorbían un número de trabajadores que no respondía casi nunca a algún esquema organizativo empresarial y de trabajo racional(superior al óptimo). Muchas veces el número de trabajadores respondía a una plantilla teórica acorde a unas capacidades instaladas, que estaban lejos de explotarse, ocasionando bajos rendimientos de las inversiones, y perdida económica y financiera al no alcanzar los niveles productivos para los cuales fueron concebidos. De esta forma, con la explotación de las capacidades y de los recursos a la baja, se originaron puestos de trabajo económicamente innecesarios, con la consiguiente reducción de la productividad del trabajo.

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