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El jubileo de diamante: La Princesa ‘Di’ vs Isabel II

Enviado por Felix Larocca


  1. Memorias
  2. El amor es sexista
  3. Las diferencias socialmente establecidas para los sexos
  4. El imperativo social que nos rige: El amor es machista
  5. El tabú de la virginidad, la maldición de la Princesa Diana
  6. ¿Ama el hombre… ama la mujer?
  7. La mujer, ser especial entre seres especiales
  8. En resumen
  9. Bibliografía

"Cuando la fallecida ex-consorte del heredero actual del trono inglés, la Princesa Diana, fue expuesta por la prensa sensacionalista como víctima de la anorexia y de la bulimia nervosa, la condición recibió mucha atención, pero menos de la que despertara en los Estados Unidos la muerte, de la cantante Karen Carpenter causada por complicaciones cardiomiopáticas de la bulimia. Con los dos eventos y con la admisión subsiguiente que hicieran muchas figuras del cine, la bulimia entró el mundo del conocimiento universal. FEFL en La bulimia nervosa: No la invención romana.

"De Inglaterra, de la compleja y casi infinita Inglaterra, de esa isla desgarrada y lateral que gobierna los continentes y los mares, no correré el riesgo de dar una definición. Ya que basta recordar que es quizás el único país que no está fascinado consigo mismo, que no pretende ser el Paraíso o la Utopía. 

"Yo pienso de Inglaterra como se piensa de un ser querido, como algo único e insustituible. 

"Ella es capaz de indecisión reprochable, de lentitud terrible (que tolera a Franco, y que tolera los subsidiarios de Franco), pero que también es capaz de rectificación y de arrepentimiento, de volver a emprender una vez más — cuando la sombra de la espada cae por todo el mundo — la cíclica batalla de Waterloo."(Jorge Luis Borges 1899-1986) FEFL en El Príncipe Alberto en la Era de Victoria: La Guadaña de la Muerte y el Diagnóstico Equivocado.

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La Reina Victoria, la tatarabuela perdurable…

Este artículo es un proyecto exegético acerca de monarquías (institución obsoleta) y un examen de ese complejo sentimiento, que, en ocasión, linda en la locura, conocido como el "amor".

Empezaremos, entonces, con el amor, sentimiento inefable y ubicuo, que nos llena de gloria y sufrimientos.

Memorias

Todos recordamos con añoranzas y ternuras la primera vez que, como jóvenes, sintiéramos ese conjunto indescriptible de emociones, que la presencia (o la ausencia) de otra persona nos hiciera sentir, porque estábamos "perdidamente" enamorados.

En ese momento nos percibíamos diferentes, elevados, trascendentes y etéreos. Compartíamos, en aquellos tiempos, la magia del romanticismo universal que inspiraran todos los poetas, músicos y artistas que en el mundo ha habido.

En un instante similar, todos estuvimos, por primera vez, enamorados. Pero, el amor no es sustancia simple, como más adelante descubriríamos.

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Isabel II antes y después

El amor es sexista

¡Asombro! ¡Sorpresa! el amor es sexista

Desde luego que lo es, porque nuestra naturaleza, y la de muchos otros animales, son asimismo sexistas. Existen, en estos géneros, y especies similares, machos y hembras cuyas funciones son esencialmente distintas. Para nuestra especie, el género establecido con que nacemos es importante ya que posee considerables repercusiones tanto anatómicas como sociales y psicológicas.

Es valioso entender que la "asignación" del fenotipo morfológico no siempre corresponde a la anatomía o a la psicología del individuo en cuestión. (Véanse mis múltiples artículos al respecto, especialmente los del pseudo-hermafroditismo en la Bahía de las Calderas: http://www.monografias.com/trabajos49/tunel-carpiano/tunel-carpiano).

Prosigamos

Desde la cuna nuestros custodios nos inculcaron las diferencias entre los sexos, estipulando cuidadosamente, nuestra orientación genérica anatómica, e indicándonos concienzudamente lo que tales diferencias entrañaban.

De manera que, por bien o por mal, aprendimos que éramos hembras o varones.

El género al que pertenecemos es algo muy importante para el ser humano de ambos sexos. Asunto que se expresa muy temprano durante el proceso del desarrollo psicosexual.

De esa manera, sin titubeos y sin rodeos, la Naturaleza, asistida por el entorno, determinaría nuestro destino, mientras la sociedad, a su vez, circunscribía nuestras perspectivas.

Llamando lo antedicho, génesis o epigénesis, el resultado sería el mismo, para los fines de esta tesis.

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Charles y Diana

Las diferencias socialmente establecidas para los sexos

Para las mujeres:

  • Ser pasiva

  • Solícita

  • Tolerante

  • Débil

  • Ingenua

  • Recatada

  • Mediadora

  • Buena organizadora de su hogar

  • Cocinera sin par

  • Buena amante

  • Buena madre

  • Bella

  • Delgada

  • Discreta y

  • Comprensiva con lo que los maridos disfruten en sus momentos de "ocio"

Para los hombres:

  • Tener éxito financiero y/o profesional (financiero, please)

  • Ser perseverante

  • Agresivo

  • Impetuoso

  • Dinámico

  • Dominador

  • Exigente

  • Un poco brusco

  • Tosco

  • Hosco

  • Si es rico, puede aún ser llenito — y si le sobran los cuartos — que sea gordo no importa. Pero, que vista bien y sea espléndido con las damas — especialmente con nosotras

  • Que sea codiciado por toda otra mujer — preferiblemente por las que son más jóvenes y bellas de lo que nosotras somos — pero que vea y no toque. Y que además sea:

  • Malicioso

  • Machista y

  • Homofóbico.

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Charles y Camilla

Con esos preceptos, es como, de jóvenes, todos se aventuran en el terreno difícil del amor. Llenos de prejuicios y de diferencias socio/culturales establecidas. Por ello el amor, a menudo pierde su ensueño y se torna en asunto mecánico y frío.

El imperativo social que nos rige: El amor es machista

No es importante para el propósito de la Naturaleza, que nuestro primer amor sea inocente o virtuoso, ya que sus designios se limitan a la replicación de nuestros genes vía la reproducción.

Sin embargo, en la sociedad en que vivimos, la probidad y la pureza se reservan para nuestras madres, nuestras hermanas, nuestras noviecitas y nuestras parejas. Pero, para nuestros papás, hermanos, novios o compañero varón, es lo opuesto, y todo lo que signifique la exuberancia sexual es lo permisible y aún lo deseable — repetimos, solamente lo es así, si es para el varón a quien esto aplica.

Dice mi amigo Pablo, "el hombre, por naturaleza, es faldero…"

Los hombres trazan las pautas, que la mujer debe seguir, en todo asunto de importancia. Por eso Dios se representa como viejo barbudo y sabio, mientras que a las mujeres se las descarga asignándoles un rol secundario en todo lo que hacen.

En otras palabras, que por — presumidamente — no ser hembra, a Dios, los hombres no lo pueden representar como mujer sabia y barbuda…

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Los hijos de Diana en su sepelio

Aún en la pantomima de la selección de un nuevo Papa, las mujeres no son bienvenidas, porque el miedo, hace que los hombres que controlan la Iglesia católica, las excluyan, a pesar de que Cristo, nunca las menospreciara, y de que María Magdalena fuera uno de sus apóstoles — y dicen que algo más.

Estamos llegando a Inglaterra

En junio del año 2012 con pompa, protocolo y júbilo patriótico, se celebraron por todo el Reino Unido (incluyendo Gibraltar y las Malvinas) los sesenta años de que fuera coronada, la Reina Isabel II.

De vivir cuatro años más, Isabel excederá los sesenta y tres años del reino más largo en la historia inglesa, que fuese el de su tatarabuela la Reina Victoria la mojigata.

El reinado de Isabel ha sido uno de los más difíciles de la historia inglesa. La vida de la soberana ha estado complicada por mucha controversia, a veces consecuencia de los desatinos de sus familiares más cercanos, como fueran los de su única hermana y las de sus cuatro hijos y descendientes. (Su difunta hermana, la Princesa Margarita, nunca tuvo hijos).

En este respecto, la efímera y turbulenta vida de su fenecida nuera, Diana Spencer, dejó un hito permanente en la memoria de todos.

El tabú de la virginidad, la maldición de la Princesa Diana

Este tabú, superpuesto al comportamiento sexual femenino, es esencialmente un castigo, que el hombre ha impuesto a la mujer, ya que la Naturaleza erigió el obstáculo mecánico del himen, no contra la mujer, sino contra el hombre senescente, impotente, infértil y agotado. El hombre que padece de múltiples limitaciones y trabas para ser padre efectivo de los hijos que con mujer joven procrearía y, nada más. (Para leer más: http://www.monografias.com/trabajos90/totem-y-tabu-albor-historico-psiquiatria-antropologica/totem-y-tabu-albor-historico-psiquiatria-antropologica).

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Futuros ocupantes del trono

Aunque, para éste y todo hombre débil, la virginidad (la propia y la ajena) constituyen un estorbo. Lo es, hasta que ese individuo encuentra a la mujer núbil con quien desea contraer nupcias. Entonces, es cuando la presencia intacta del himen adquiere importancia desproporcionada y fugaz.

Ya que son ellos mismos los que sueñan, constantemente, con "inaugurar" (léase, desflorar) a toda mujer virgen que encuentren en su camino o a seducir mujeres que otros hombres hayan desflorado — ¡el placer lujuriante y vicario de la conquista amorosa! (Véanse mis artículos al respecto).

Ese sería el caso patético de la Princesa Diana de Gales, cuyo único rol fue la de arrendar a los miembros de la monarquía inglesa, su útero de doncella "inmaculada", para que en éste gestaran dos herederos al trono de la Corte de Saint James, como éstos se llaman a sí mismos.

Una vez nacidos los príncipes sucesores, a Diana la reemplazó — subrepticiamente — en el tálamo nupcial, Camilla, la amante del esposo, una consorte infiel con quien, luego de la muerte controversial de la princesa, el príncipe casó sin esperar mucho tiempo.

En este caso, la virginidad de la Princesa, era asunto de importancia política y de relaciones públicas y nada más.

De acuerdo a la leyenda, los reyes de la Inglaterra por tradición, han provenido de las matrices de mujeres vírgenes.

De esta fábula ser cierta, hoy por hoy, esto ha cambiado, y no por falta de vírgenes sino por un exceso de mujeres liberadas.

Pero, todo lo antedicho no importa, porque ser mujer es ser especial y ser excepcional

Frente al sexo, los miedos del hombre no se comparan con los miedos inexistentes en la mujer. No se comparan, porque la mujer verdadera mira al sexo objetivamente y sin recelos.

Como la desafortunada Princesa "Di", lo viera cuando tuvo la audacia de tener amantes — siguiendo la pauta que su consorte trazó — y de enamorarse de un egipcio, de tez oliva (¡horror de los horrores!), aunque heredero de una tremenda fortuna.

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El Príncipe consorte: "Rey de las metidas de pata" (¿Asperger, perchance?)

Los tabloides han cubierto este triste episodio de manera espectacular, para permitirnos el lujo de evitar repetir los morbosos detalles del mismo en este espacio.

Continuando

La mujer evalúa el sexo, como proceso y función, como misión biológica, como actividad única, y consciente de sus consecuencias finales.

El hombre, por su parte — instintivamente — lo mira como expresión narcisista de masculinidad portentosa, como vehículo del placer sensual y para seducir mujeres, lo que, cuando logran — muchos — a todos informan con fruición desvergonzada.

Advertencia

Tengamos cuidado, con algunos hombres… Muchos hablan más de lo que hacen y dicen más de lo que debieran…

¿Ama el hombre… ama la mujer?

El hombre ama, pero con amor soberbio, aparatoso, sensual y dominante.

Como amara el personaje triste del famoso poema El Duelo del Mayoral, o de la balada de García Lorca, La Casada Infiel.

Pero, para que la mujer ame, el contacto carnal no es todo lo que es importante. Lo que incumbe, para ella, es amar un hombre que debe de ser "especial", de manera singular.

Manera que es atávica, darvinista, y que está grabada e impresa en sus genes.

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El Príncipe Andrés, Segundo hijo de la reina. Pomposo mercachifle internacional de influencias

Lo es así, aunque tantas mujeres, en el afán de resolver los dilemas de sus existencias juveniles, utilizan el "amor" y el sexo de modo intercambiables. Descuidadamente haciéndose daño a sí mismas, a su imagen de mujer, y a las de otras mujeres que no actúan como ellas — ya que todos dicen con autoridad frágil, que "todas las mujeres son lo mismo" — aunque este proverbio, invención del hombre, sea falso.

La mujer ama con un estilo especial, porque ella nace dotada con el amor del instinto materno. Por eso, su cariño es algo exclusivo.

La mujer es única, cuando ama, porque:

  • Es el sexo fuerte, como ha sido ampliamente demostrado científicamente

  • Porque goza de mayor intuición que el hombre

  • Porque tolera más el dolor

  • Porque teme menos a la vejez y a la muerte

  • Porque es poseedora de una historia más extensa en el desarrollo teleológico y en la evolución del universo que la que disfruta el hombre

  • Porque ella no necesita "dominar" en la esfera sexual — ya que no temiéndole al fallo, el sexo para ella es sustancialmente superior al de que el hombre disfruta — mientras que el hombre sí que teme la impotencia y el fracaso eréctil…

  • Porque a ella la Naturaleza le ha otorgado la facultad del logro de múltiples orgasmos.

  • Porque ella es quien define la masculinidad del hombre, mientras que el hombre, por su parte, a menudo falla en despertar, lo qué es femenil en la mujer — algo que sólo pocos logran hacer, aunque no se den por enterados

  • Porque ella necesita del amar y del ser amada para llenar su misión especial.

Por esas, y otras razones, la mujer es única en el amor, cuando se entrega.

La mujer, ser especial entre seres especiales

La historia de la humanidad y los libros sacros no fallan en investir a la mujer con aptitudes extraordinarias, con atributos excepcionales y con cualidades únicas. Habiéndolo establecido en otras lecciones, no nos valdremos de este ensayo para amplificar estas ideas.

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La Princesa Anne en uniforme militar

Lo que sí deseamos, aquí fundar, es, que en esta época de roles indefinidos y de sentimientos confusos, una situación permanece bien clara, desde el punto de vista de la psicología, y ésta es que la estrecha relación personal, que entre mujeres existe, no puede existir entre los hombres. ¡Punto!

La mujer joven, la mujer moderna

Es una mujer envalentonada con el derecho, derivado del poder de haber arrancado por sí misma, y a pesar de todo obstáculo, prerrogativas sobre-debidas y de antes a ella negadas, por una sociedad intolerante, machista y sexista como la nuestra.

Ésta es una mujer:

  • Que no se abarata, rindiendo sus encantos al primer hombre que las pretende

  • Que no se "cualquieriza", portándose como los hombres le exigen, para satisfacer sus instintos

  • Que no se deprecia por razones de conveniencia social

  • Que se percibe a sí misma como ser único y especial

  • Que espera que quien sea su objeto amoroso, sea asimismo algo y alguien "excepcional"

  • Que dice "no", repitiéndolo abundantemente

  • Que no discute fácilmente sus actividades íntimas compartiéndolas en el ámbito social

  • Que desea ser independiente e igual al hombre — ni más ni menos

  • Que, de así desearlo, disfruta del poder de la maternidad — privilegio único de su género, y

  • Que no explora la sexualidad simplemente por placer, sino que se entrega, cuando, y porque sabe lo que es más conveniente para ella, para su futuro y para el de sus hijos, si es que los desea.

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El Príncipe Eduardo, el menor y más tranquilo de los vástagos de Isabel II

En resumen

La mujer, por naturaleza, ya hemos visto, es especial. Y la mujer joven, amén de ser especial, es vehículo del destino de su identidad exclusiva. Para ella el amor, como actividad, es una tarea solemne.

Los ingleses celebraban el jubileo de su reina y madre simbólica con mucha aparatosidad y pompa, mientras sus hijos y sus familiares políticos aprovecharon la ocasión para la venta de chucherías conmemorativas.

El comercio y la economía siempre se apartan de lo sentimental cuando hay dinero de por medio.

"Por el dinero baila el mono", decía el organillero en el Bosque de Chapultepec.

En este espacio nuestro objetivo ha sido recordar y rendir tributo a la memoria de Diana Spencer Princesa de Gales, quien — con su efímera vida y trágica muerte — definió el reinado de la Reina Isabel II, transformando una mujer de insensible, gélida y remota personalidad en una de apariencia cuasi humana.

Antes de concluir, "escuchemos" la voz de la Princesa:

"La mayor dolencia que el mundo sufre actualmente es el mal de la falta de amor. Sé que puedo dar mucho a esas personas carentes, por un minuto, una hora, un día o un mes, y es eso lo que quiero hacer. Es preciso que alguien que posea una vida pública pueda dar cariño y afecto a las personas, y hacerlas sentir importantes. Personas como yo pueden apoyarlas y ser una especie de luz en el final del túnel. Para mí ese es el único camino posible. Nada me hace más feliz que intentar ayudar a los más débiles y vulnerables de la sociedad. Si alguien que precisa de mí, me llama, voy a su encuentro no importa donde esté. Me gusta tocar a las personas, es un gesto que me nace naturalmente, no es premeditado, brota del fondo de mi corazón. Nunca me consideré a mí misma como la reina de mi país. Me gustaría ser la reina en el corazón del pueblo".

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Dodi Al-Fayed y Diana, semanas antes de sus muertes…

Y Diana ahora pertenece a las edades… (Como el Secretario de Guerra Edwin M. Stanton, dijera, de Lincoln, cuando este último yacía en su lecho de muerte).

Fin de la lección.

Adenda:

He aquí lo que muchos de sus súbditos expresaron acerca del desventurado jubileo de Isabel II:

http://www.guardian.co.uk/books/2012/jun/01/diamond-jubilee-writers-reflect

Bibliografía

  • Larocca, FEF: La bulimia nervosa: No la invención romana en monografías.com

  • Larocca, FEF: El Príncipe Alberto en la Era de Victoria: La Guadaña de la Muerte y el Diagnóstico Equivocado en monografías.com en monografías.com

  • Larocca, FEF: La Membrana del Himen y el Destino de la Mujer: Gobernado por una Reliquia Evolutiva en monografías.com

  • Larocca, FEF: La Virginidad como Tabú en monografías.com

  • Larocca, FEF: El Himeneo: ¿Ceremonia Trivial o Tribal? en monografías.com

  • Larocca, FEF: Tótem y Tabú: El Albor Histórico de la Psiquiatría Antropológica en monografías.com

  • Larocca, FEF: El Sexo como Función y el Sexo como Proceso en monografías.com

  • Larocca, FEF: Las Tres Etapas en la Vida de la Mujer en monografías.com

  • y en mailxmail.com

  • Larocca, FEF: La Virginidad: Historia en mailxmail.com

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Diana Spencer (1961-1997)

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F. Larocca