"El viajero entra en la quebrada bruscamente. La voz del río y la hondura del abismo polvoriento, el juego de la nieve lejana y las rocas que brillan como espejos, despiertan en su memoria los primitivos recuerdos, los más antiguos sueños.
A medida que baja al fondo del valle, el recién llegado se siente transparente, como un cristal que en el mundo vibrara. Insectos zumbadores aparecen en la región cálida. El viajero oriundo de las tierras frías se acerca al río, aturdido, febril, con las venas hinchadas. La voz del río aumenta; no ensordece, exalta. A los niños los cautiva, les infunde presentimientos de mundos desconocidos. Los penachos de los bosques de carrizo se agitan junto al río. La corriente marcha como a paso de caballos, de grandes caballos cerriles.
¡Apurímac mayu! ¡Apurímac mayu! repiten los niños de habla quechua, con ternura y algo de espanto".
José María Arguedas "Los ríos profundos"
Resumen
Camino obligado por miles de viajeros que se desplazaronpor cientos de años entre Lima y Cuzco;territoriocuya impactante belleza escénica ha sido eternizada por una abundante literatura;sectoren donde los incas echaron un asombroso puente colgante de criznejas, el más largo de todo el Tahuantinsuyo; sitio de una afamada "huaca", que trasfirió su nombre al poderoso río y también a un departamento del Perú; el paso del río Apurímac representa una pintoresca parte de la historia del País que mereceser rescatada e integradaa nuestra herencia cultural.
Uno de los viajeros-exploradores del XIX siglo, el norteamericano Squier, escribió que"la fama del puente del Apurímac es coextensiva con el Perú mismo".
Al igual que Machu Picchu en la actualidad, un siglo atrás los panoramas del cañón del Apurímac, sus cuestas empinadas, los altísimos cerros, el puente colgantey su túnel,simbolizabanal Perú en la fantasía de los viajeros de todo el mundo.
Lamentablemente,la admiración que expresaron estos apasionados, los cuales dieron el Perú a conocer para el mundo, no ha sido valorada por nosotros y col pasar del tiempo se ha perdido la memoria del legendario paso del Apurímac y de su histórico puente colgante.
Con el fin de celebrar la silenciosa existencia del entonces popular desfiladero, en este trabajoreportaré a luzsu historiay su fama, mediante lo estudio de las crónicas antiguas y la exposición deunos sugestivos extractos literarios,escritos por transeúntes cautivados por el espacio.
Garcilaso relata la primera expedición bélica de los incas al otro lado del río Apurímac: " para lo cual mandó aprestar veinte mil hombres de guerra y cuatro maeses de campo experimentados que fuesen con el príncipe Inca Roca, su hijo, hacia Chinchasuyu, que es al septentrión del Cozco; porque los Incaspor aquella banda no habían alargado su Imperio más de cómo lo dejó el primer Inca Manco Cápac, que era hasta Rimactampu, siete leguas de la ciudad El Príncipe salió del Cozco y llegó al río Apurímac; pasólo en grandes balsas que le tenían aprestadas, y, por ser tierra despoblada, pasó adelante hasta Curahuasi y Amáncay, diez y ocho leguas de la ciudad;"
Según la crónica de Garcilaso, el territorio ocupado por los incas se había quedado delimitado por el río durante años, sin llegar más allá de Rimactampu (Tambo del vaticinante), la actual Limatambo.
Indubitablemente, el río Apurímac representósiempre una gran barrera y perturbó la inicial expansión del imperio inca.
Garcilaso continúa:
"El Rey Inca Roca mandó apercibir gente de guerra para pasar adelante en su conquista por la banda de Chinchasuyu, que es el septentrión del Cozco. Mandó que se hiciese una puente en el río Apurímac, que es la que está en el camino real del Cozco a la Ciudad de los Reyes, porque le pareció cosa indigna que, siendo ya Rey, pasase su ejército aquel río en balsas, como lo pasó cuando era príncipe. Entonces no la mandó hacer el Inca pasado porque no tenía sujetas las provincias de la comarca, como al presente lo estaban.
Hecha la puente, salió el Inca del Cozco con veinte mil hombres de guerra y cuatro maeses de campo. Mandó que el ejército pasase la nueva puente en escuadrón formado de tres hombres por fila, para perpetua memoria de su estreno "
Con estas últimas informaciones nos enteramos que el puente del Apurímac fue construido, por primera vez, alrededor del 1350, por el sexto reinante inca, Inca Roca.
Probablemente, ochenta años después, el puente fue usado por las tropas chancas que se dirigían al Cuzcoo,quizás, fue quemado por primera vez por los incas en aquel tiempo. Posteriormente fue usado para el tránsito de los metales preciosos hacia Cajamarca (1532), joyas que conformaronla contrapartida para la supuesta liberación de Atahuallpa, que nunca tuvo lugar.
Fue usado también, en Febrero del 1533, por una vanguardia de las fuerzas de Pizarro que se adelantaron al Cuzco; pero, en noviembre del mismo año, cuando Pizarro con el resto de su pequeño ejército llegaron a orillas del Apurímac, el puente había sido ya quemado por los incas.
La quema del puente del 1533 por manos incas fue posiblemente la primera, de una larga serie de veces, en las que el puente fue destruido, entre una y otra acción bélica.
Pedro Sancho, uno de los conquistadores cronistas, escribe:
"El día siguiente partió el Gobernador para pasar el puente del último río que era casi tres leguas de allí. Antes que llegara a aquel río, vino un mensajero con una carta del Capitán, en la que avisaba cómo era llegado a aquel último río con mucha diligencia para que los enemigos no tuvieran lugar de quemar el puente; pero al tiempo que llegó lo habían acabado de quemar, y por ser ya tarde no quiso pasar el río aquel mismo día, sino que se fue a quedar en una aldea que estaba al par de él. A otro día pasó el agua que daba al pecho de los caballos y siguió su camino derecho al Cuzco que estaba de allí doce leguas;"
Diego de Trujillo, corrobora:
"Y así caminamos sin tener guerra con los indios que nos dañase, y pasamos los ríos de Vilcas, Avancay y Apócima, todos a nado, encima de los caballos, hasta llegar a Limatambo, siete leguas de esta ciudad del Cuzco".
Antonio de Herrera, historiador oficial de la Conquista de Felipe III, escribió:
"Fue remarcable que cruzaron los ríos con los caballos, aunque los indios hubiesen quemado los puentes y siendo los ríos tan poderosos; un hecho nunca antes acaecido, particularmente no con el río Apurímac".
Desafortunadamente por los incas, estos hechos ocurrían en el mes de Noviembre, período en el cual no habían todavía entrado las lluvias; es por ello que los conquistadores españoles pudieron cruzar a caballo el caudaloso rio Apurímac.
Pedro Pizarrono señalaal puentenial cruce del río, mas enfoca su atención al oráculo cercano:
"Pues yendo adelante, llegados a Aporima (que quiere dezir el senor que habla), aqui en este Aporimahablaua el demonio con ellos, y acontecio que delante de un espanol que Mango Yngatenia preso quandoestaua alzado, que se llamaua Francisco Martin, hizo este Mango Ynga que el demonio le hablase delante deste Francisco Martin, y este dixoaueroydo la boz del demonio que rrespondia a Mango Ynga a lo que le preguntaua, y le dixo: .
Pues aqui, como digo, en este Aporimaauia un buhio muy pintado, y dentro del hincado un palo muy gordo, mas grueso que un hombre muy gordo, y este palo tenia muchos pedazos desgaxados.
Estaua muy lleno de sangre de lo que le ofrecian.
Tenia un cinto de oro de anchor de una mano que le cinia todo, soldado a manera de encaxe, y en la delantera del dos tetas de oro grandes, como de muger, soldadas en el mismo cinto.
Tenian este palo bestido con rropas de muger muy delicadas, y con muchos topos de oro, que son a manera de alfileres que estas mugeres de este rreynousauan, grandes de mas de un palmo de largor, y la caueza muy ancha y llana, y colgauan de estas cauezas muchos caxcauelitos chiquitos.
Estos usauan ellas para prenderse las mantas que se ponian. A los lados de este palo grueso que tengo dicho, auia otros pequenos en rrenglera, de un lado y otro, que tomauan todo el aposento de una parte a otra.
Estos palos estauan asimismo banados en sangre y uestidos con mantas como el grande, con sus topos, semexando estatuas de mugeres. En este palo mayor dezian les hablaua el demonio, que se llamauaAporima.
Destehera guarda una senora que se deziaAsarpay, hermana destosYngas. Esta se uinodespues a despenar de un paso muy alto que ay a la bajada para la puente del rrio de Aporima: tapandose la caueza se arroxo en el rrio queba junto a esta barranca mas de dozientos estados de alto, llamando alAporima, el ydolo a quien ella seruia.
Este palo que tengo dicho ubo el Factor Diego Nunez de Mercado, teniendo en encomienda aquellos yndios, y fue muy publico le dieron por el doze mil pesos. Esta muger que digo que se despeno fue porque se lo voluiese.
Esto fue en tiempo del cerco del Cuzco, porque Mercado vino entonces."
El testimonio de Pedro Pizarro, además que mostrar un fragmento característico de la religión andina, nos hace presumir que el nombre de "Apurímac" se le adhiera al río (llamado anteriormente "Cápac Mayu") a raíz de la cercanía del oráculo.
Esto es muy probable, pues esta "huaca" es mencionada como un adoratorio importante a los que acudían peregrinos de todo el Tawantinsuyu, siendo la última sacerdotisa a cargo una hermana del mismo Manco II.
También Cieza nos habla del oráculo:
"Pasado este río se ve luego donde estuvieron los aposentos de los Ingas, y en donde tenían un oráculo. Y el demonio respondía (a lo que los indios dicen) por el troncón de un árbol, junto al cual enterraban oro y hacían sus sacrificios".
Una vez "refundada" la ciudad del Cuzco (1534), los españoles se preocuparon por la reposición del puente, obra de fundamental importancia para las comunicaciones entre Cuzco y Lima, la cual fue mandada a hacer por los indios.
El nuevo puente colgante de 1534, ubicado en el mismo sitio de lo antiguo, fue nuevamente destruido en los eventos del cerco del Cuzco (1536), para impedir la llegada de las ayudas de Lima al mando de Alonso de Alvarado.
Dos años después fue de nuevo destruido por los almagristas, para impedir la llegada a Cuzco de Hernando Pizarro.
A lasdestruccionesintencionales, hay que agregar los mantenimientos periódicos de la estructura que, como indica Garcilaso, eran, al tiempo de los incas, de cadencia anual.
Antiguamente,solo se circulaba a pie o con algunas llamas cargadas; ahora losrefaccionamientos se imponían con más frecuencia porqueel puente de criznejas duraba muy poco tiempo, pues lo malograban los caballos y las manadas de mulas.
Antes la perentoria necesidad de conexión entre Lima y Cusco los españoles mantuvieron el sistema del puente colgante pero, aparte de la necesidad de muchas manutenciones, el puente no brindaba estándares de comodidad y de seguridad, como nos informan las crónicas del tiempo.
Cieza de León (1543), relata:
"Adelante está el río Apurima [Apurímac] mayor de los que se han pasado desde Caxamalca hacia la parte del Sur, ocho leguas del de Abancay el camino va bien desechado por las laderas y sierras y debieron de pasar gran trabajo los que hicieron este camino en quebrantar las piedras y allanarlo por ellas, especialmente cuando se abaja por él al río, que van tan áspero y dificultoso este camino, que algunos caballos cargados de plata y de oro han caído en él, y perdido, sin lo poder cobrar".
Niculoso de Fornee, corregidor de la Provincia de Abancay, allegaen su "Descripción.." (1586) evidencias sobre la fuerza del río y sobre el pesado trabajo necesario parael mantenimiento del puente:
"El rio que llaman Apurima esta deste pueblo de Curauaci legua y media, el cual es un rio muy caudaloso de mucha corriente y que no se puede pasar por vado, y tiene una puente de mimbres de grandor de setenta brazas y de ancho dos brazas, por la cual pasa la gente; y que los indios, cuando la van a hacer, mueren muchos, por el mucho trabajo que tienen en hacella y ser tierra caliente ".
El mercedario Martín de Murua(fines XVI siglo) insistesobre la peligrosidad del paso: "Entre las puentes famosas de esto reino, la más celebrada y aún temida, fue la puente de Apurímac, que quiere decir "el señor que habla", por el mucho ruido que lleva y por no hallarse vado en ningún tiempo del año, y por la laja que está antes de llegar a ella, viniendo de la ciudad de Los Reyes, junto a un recodo y remolino que allí hace el rio, donde han sido sin número las bestias que allí se han despeñado al río, y las riquezas de oro y plata que allí se han perdido para siempre, por ser imposible sacarlas de lo hondo del río".
Y continúa:
"Pero ya, mediante la diligencia y orden que en ello dio el virrey don Luis de Velasco, se aderezó este paso tan peligroso, de suerte que con seguridad casi a caballo se sube y baja, lo que antes a pie era con mucho riesgo".
Resulta que la administración española intentó varias veces de erigir un puente de cantería, pero nunca fue posible y todas veces fue irremediablemente un fracaso, por la arremetida de las aguas del río.
En una carta dirigida a Su Majestad en 1595, el virrey del Perú, Marqués de Cañete (1589-1596), escribe:
" Junto al Cuzco ay vn Rio que llaman de Apurímac y en el vna puente de criznexas por donde pasan los que van y vienen a las prouincias de arriua y todo el año andan ocupados de quinientos a 600 yndios en el aderezo y conseruacion de ella / Es rio muy caudaloso y peligroso (como lo tengoescripto) y peligran en el muchos yndios y españoles / y para que se escusenmuchos daños he mandado hazer de piedra esta puente / hase comenzado ya y daré la prisa posible a que se acaue. Labrase por la orden que Vuestra Magestad tiene dada sobre el hazer de las puentes y ayudan (con su parte) las caxas de comunidad de aquel distrito cuyos indios reciuendesta puente beneficio y aunque en tiempo de mi padre y en el mió se han hecho otras de importancia la mucha dificultad y costa desta lo ha dilatado tanto "
El Virrey Luis de Velasco (1596-1604), en arriba mencionado por Murua, dirigiéndose al Conde de Monterrey (el sucesivo virrey, 1604-1606)para informarlo sobre el estado del Perú, señala:
"En los ríos de la Barranca y Apurima que atraviesan el camino real entre la villa de Santa y la ciudad del Cuzco, se han hecho dos puentes de madera por no ser posible hacerse de cal y canto, como todos los Virreyes, mis antecesores, lo intentaron, y por no haber tenido efecto padecían trabajo y molestia todos los caminantes, y aún se ahogaban algunos, y mucho más los indios, que pasaban los ríos por unas criznejas, y de ordinario cargados de la ropa de los pasajeros y de las cargas de las recuas que andan en el camino, y era lo peor que ellos mismos hacían y ponían las criznejas a mucho trabajo y peligro suyo, de que han quedado libres y sin estos riesgos: las puentes son firmes y seguras, y lo serán siempre como se vayan reparando: esto queda a cargo de los corregidores más cercanos, y para los reparos de la del río de la Barranca están puestos a censo a cien pesos cada año: para la de Apurima no ha habido comodidad de situarse: V.S. proveerá, si fuere servido, cómo se situen para conservar esta obra, por ser como es, de gran importancia".
Fray de Ocaña (inicios XVII siglo) corrobora la existencia del nuevo puente de madera: "Este rio tiene una puente de madera agora de poco aca que habrá 4 meses que se acauo. La cual puente esta en el ayre porque están hechas unas cadenas de madera colgadas de una orilla a la otra assidas de unos argollones de hierro lamejo y inuencion que ay en estos reynos la qual por ser tan curiosa la pintare aquí de la manera que están las cadenas de madera hechas.
Destas cadenas ay por la parte de abajo tres y por la parte de arriua que sirvende espaldar y ante pecho dos, las extremidades pressas en la orilla del rio y por debajo pasa todo el rio de manera que queda toda la puente en el ayre, y por aquellas tres cadenas que están por auajo juntas que siruen de suelo están puestas unas tablas por donde pasan todas las requas, y todo el trato desta ciudad que a prouee de Lima, y de Quito y Guanico, y de otras muchas partes esta es una puente milagrosa y por cossa notable la pinto aquí la qual antes era de crisneja, y cada dia se desuarataua, aquí no se a podido hacer puente de piedra, y agora en este tiempo auia gastado el rey mucha plata en labrar y juntar la piedra para la puente, y al tiempo que se hacían los estribos se los lleuo todos, y assi se hico esta que costo mas de treintamillpessos".
El puente de madera no fue un puente fijo, masun distinto tipo de puente colgante; sus cables, o cadenas, estabanhechos con madera y no con fibras vegetales.
El anterior dibujo de Fray de Ocaña aclara sin dudas las ideas; lamentablemente en el manuscrito falta el ofrecido bosquejo de la "puente milagrosa".
Por la descripción, se deduce que este puente no se ubicaba en el mismo sitio del antiguo, porque el fraile no menciona el notable túnel parapasar a su estribo izquierdo.
Otro viajero, contemporáneo a fray de Ocaña, apodado el "Judío anónimo", refiere: "Habíase intentado construir sobre el Apurímac un puente de piedra, y como en un lado no había como hacer estribo, pensaron desviar el río rompiendo una montañuela, pero lo recio de las peñas hizo desistir del intento".
Agrega:
"El puente actual es de tablas, y tiembla mucho al paso de las recuas, que lo atraviesan descargadas, yendo las mulas de una en una".
Continúa conla siguientebreve descripción,en donde falta la mención del túnel y emergen detallesque corroboran que se trata de otro sitio:
"A esta profunda quebrada se desciende por una escalera de más de cuatrocientos pasos y en cada escalón puede descansar la cabalgadura. El paso es angosto. De la parte del río hay una pared que impide que caigan las personas y las bestias".
Poco tiempo después del pase del fraile y del judíoanónimo por esos parajes, la administración española intentó nuevamentearmarun puente de cantería, y esto ocurrió durante el gobierno del virrey príncipede Esquilache (1615-1621).
De esta obra, encontramos en Sevilla, custodiado en el Archivo General de Indias, el "Plano de la armadura para la puente de Apurima" del 1619.
El puente de cal y piedra, en construcción entre 1619 y 1620, se vino abajo en el mismo año de 1620; el siguiente virrey, marqués de Guadalcazar, intentó reconstruirlo, pero con el mismo desventurado resultado.
No se tuvo otra opción que permanecer con el puente colgante de madera; un tránsito más arduo que con un puente de cal y piedra, pero menos problemático de aquello impuesto por el antiguo puente inca.
Cabe señalar que en contemporánea, entre un refaccionamiento y otro, funcionó a lado del puente un servicio de balsas y también de oroya.
Sobre estas opciones, Bernabé Cobo (1653) nos cuenta su travesía:
"Llegando yo al río de Apurima el año de mil y seiscientos y diez y seis, en ocasión que se había quebrado la puente, lo pasaban en unas destas balsas y por Oroya, y aunque me descontentaron ambos pasajes, escogí antes que me metiesen en un cesto y pasarlo en el aire por la Oroya, que fiarme de la balsa de cañas, por el riesgo de mojarme con que vi pasar á otros".
En 1819, a raíz de una inundación que se llevó el puente nuevo de madera, lo mismo que atravesaron fray Ocaña y el judío portugués a primeros del XVII siglo, fue nuevamente reconstruido el "Maucachaca"(por Pío Tristán, presidente de la Audiencia del Cuzco; de allí el nombre, que algunas veces se le da al puente, "Presidentayocc"), en el mismo sitio en donde lo construyeron inicialmente los incas.
En su tiempo (1834), JoséMaría Blanco cruzó el Apurímac mediante el mencionado "Presidentayocc":
"Este puente nuevo tiene de elevación sobre el nivel del agua sesenta varas, cuarenta y ocho de largo, con dos varas de ancho.
El sitio donde está alocado y la caja misma del río espantan. La vista se cansa y se desvanece la cabeza al ver la altura de los cerros que la forman, que si uno al hallarse allí no hubiera caminado y bajado por ellos, se haría dificultoso creer que por ellos hubiese tránsito para racionales: tal es la perpendicularidad en que se hallan".
Y proporciona detalles sobreel viejo puente de madera:
"El puente que se llevó el río en 1819 se ubicaba tres leguas aguas arriba, en el sitio llamado Huayracpata, donde se halla un socavón que dicen principiaron a trabajar los gentiles para que pasase por allí el río y la peña sirviese de puente, el cual no le concluyeron".
Padre Blanco se equivoca atribuyendo a manos incas un trabajo que en realidad fue relativo a los antiguos intentos españoles de erigir un puente de cantería (véase en antes el judío anónimo), pero es preciso sobre la ubicación del puente:
"Siguiendo el camino por la banda de Curahuasi, que conducía a este puente antiguo, se pasa quebrada Honda y tres poblaciones contiguas:Ccayara, Mesua y Huaynarimac".
El puente de Maucachaca (o Presidentayocc) volvió a ser el paso obligado para miles de viajeros hasta fines del XIX siglo, cuando se construyó un nuevo puente colgante de cables de acero, llamado Tablachaca por tener el piso entablado, ubicado una docena de Kilómetrosaguas arriba del sitio del antiguo puente inca de criznejas (Maucachaca) y,presumiblemente, un poco más arriba del sitio del viejo puente colgante de cadenas de madera. El Tablachaca hizo su servicio hasta el 1936.
De allí, hasta el año 1993, funcionó el viejo puente Cunyacc, una estructura fija de metal, que perdurainstalada a lado del moderno puente Cunyacc.
"Más adelante llegamos al río de Aporimac; este también no se vadea; pásase por una puente de creznejas asaz larga y angosta, donde hay cantidad de mosquidos zancudos cantores, amicísimos de beber sangre humana, y no menos cantidad de los rodadores, tan sedientos como esotros; hay agua gruesa y muy cálida; todos estos tres ríos se juntan con el de Jauja y otro que pasa cuatro leguas del Cusco, por el valle de Yucay, no menor que cualquiera déstos, y hacen aquel grande y famoso rio del Marañon, que desemboca en la mar del Norte con 80 leguas de boca. Es el mayor rio del Orbe."
Reginaldo de Lizarraga, década de 1590
"Luego a dos jornadas del Cusco esta este rio de Apurimahaze abajo tan grande calor, y costantes y penosos mosquitos que si no se pasa este rio por la mañana no se puede sufrir el sol grandísimo y calor.
Como se pasa el rio se comienza a subirá la laxa que es una piedra cortada la qual cae sobre el rio, y en deslicando un poco a una parte caen las mulas cargadas al rio donde esta un piélago tan hondo que en cayendo alguna caualgadura no tiene remedio, y assian caído allí algunas mulas cargadas de barras de plata y con otras cargas, y no assido posible sacar nada de quanto a caydo, y quando los harrieros hacen el fletamento sacan por condición que la laxa de Apurima sea de pasar por quenta y rriesgo de cuya es la hacienda que fleta aunque ya sea remediado esto y esta el camino co" extriuo al rio.
Subimos una questa muy larga de mas de una legua, y es de aduertir que todo este camino del Cusco a Lima todo es questas, subir y bajar, y todo el dia se gasta en caminar cuatro y cinco leguas porque el medio dia se gasta con subir la questa y el otro medio en valalla, y ay tanta variedad de temples que quandoauimos subido la questa y llegamos a la cumbre y a lo alto es mucho el frio que haze que hay necesidad arzeuocarse las capas que después en lo bajo, y en los valles no se puede sufrir el calor "
Diego de Ocaña, 1600
"La puente de Apurímac, que está en el camino real del Cozco a Los Reyes, tiene el un estribo de peña viva y el otro de cantería. Los estribos, hacia la parte de tierra, son huecos, con fuertes paredes a los lados. En aquellos huecos, de una
pared a otra, tiene cada estribo atravesadas cinco o seis vigas, tan gruesas como bueyes, puestas por su orden y compás como una escalera de mano; por cada viga de éstas hacen dar una vuelta a cada una de las criznejas gruesas de mimbre de por sí, para que la puente esté tirante y no se afloje con su mismo peso, que es grandísimo; pero, por mucho que la tiren, siempre hace vaga y queda hecho arco, que entran descendiendo hasta el medio y salen subiendo hasta el cabo, y con cualquier aire que sea algo recio, se está meciendo.
Tres criznejas de las gruesas ponen por el suelo de la puente, y las otras dosponen por pretiles a un lado y a otro. Sobre las que sirven de suelo echan madera delgada como el brazo, atravesada y puesta por su orden en forma de zarzo, que toma todo el ancho de la puente, la cual será de dos varas de ancho. Echan aquella madera para que guarde las criznejas, porque no se rompan tan presto, y átanla fuertemente con las mismas criznejas.
Sobre la madera echan gran cantidad de rama atada puesta por su orden. Échanla porque los pies de las bestias tengan en qué asirse y no deslicen y caigan. De las criznejas bajas, que sirven de suelo, a las altas, que sirven de pretiles, entretejen mucha rama y madera delgada, muy fuertemente atada, que hace pared por todo el largo de la puente, y así queda fuerte para que pasen por ella hombres y bestias.
La de Apurímac, que es la más larga de todas, tendrá doscientos pasos de largo. No la medí, mas tanteándola en España con muchos que la han pasado le dan este largo, y antes más que menos.
Muchos españoles vi que no se apeaban para la pasar, y algunos la pasaban corriendo a caballo, por mostrar menos temor, que no deja de tener algo de temeridad. Esta máquina tan grande se empieza a hacer de solas tres mimbres, y llega a salir la obra tan brava y soberbia como se ha visto, aunque mal pintada.
Obra por cierto maravillosa, e increíble, si no se viera como se ve hoy, que la necesidad común la ha sustentado, que no se haya perdido, que también la hubiera destruido el tiempo, como ha hecho otras que los españoles hallaron en aquella tierra, tan grandes y mayores. En tiempo de los Incas se renovaban aquellas puentes cada año; acudían a las hacer las provincias comarcanas, entre las cuales estaba repartida la cantidad de los materiales, conforme a la vecindad y posibilidad de los indios de cada provincia. Hoy se usa lo mismo".
Garcilaso Inca de la Vega, 1609
"Desde el Rio Bermejo se va a el de Apurima, que es el de mas nombre de todas estas serranias y el mas necesario y dificultoso de todo el Piru, y de quien hacen especial memoria todas las coronicasdestereyno, principalmente cuando refieren
las revueltas y alteracion que hubo en su principio, pues o para defender o ofenderla, y a quien supiere los rios y arroyos que en si recibe, y las varias opiniones que hay sobre los circulos y vueltas que hace su corriente, no parecera
mucho compararle con los rios de mas nombre que hay en toda la Asia, Africa y Europa; porque sus aguas no son menores, si bien, por caminar encanaladas por altas penas y quebradas estrechas, no parecen tantas, pero es cierto son muchas y su profundidad grande, pues hay parte donde tiene cien brazas de fondo entre unas penas que sirven de estribos a una puente, cosa no vista en ninguno de los rios famosos de las otras tres partes del Orbe".
Vasco de Contreras y Valverde, 1650
"El Socavón, que tiene cincuenta varas de largo, está formado a tiro y comba en una peña, que está perpendicular sobre el rio, al que se puede entrar montado, como lo hizo S.E., no obstante tener un piso escabrosísimo todo sembrado de puntas, y en el que hay cuestas y escalones. A pesar de tener mucha claridad por las ventanas que tiene sobre el río, desde las cuales se ve éste, causa horror el entrar en él, por la inmensa bóveda de piedra que gravita sobre el arco que han formado, la cual está retajada en muchas partes.
En una media plazoleta que han formado en esta peña, se halla un cilindro grande de palo, que sirve para templar las maromas del puente, que por un extremo y otro están sostenidas en grandes maderos clavados a fuerza en la peña".
"Casi sin advertirlo se ve uno sobre el espantoso puente del Apurímac, que está colgado sobre dos peñas que enangostan aquí este caudaloso río formando una gran represa que continuamente está remolineando, manifestando la inmensa profundidad que tiene.
Se halla formado sobre ocho gruesas maromas de una tercia de diámetro, bien sostenidas, teniendo sobre estas dos más encima, que sirven de pasamano sobre
las cuales y las maromas de abajo enredan unas sogas que parecen reja, que más que para precaver de una desgracia sirven sólo de adorno, porque ningún transeúnte se carga más a un extremo que a otro por no perder el equilibrio y venirse al río.
Sobre las ocho maromas hay un tejido estrechado de palos, que son más sólidos y gruesos a las entradas de los dos extremos que al medio, formando escalones para que los pasajeros no se resbalen en las cuestas que se forman allí. Así es que el puente parece una hamaca, hondo al medio y elevado en los cantos, que lo mismo es poner un pie que empieza a mecerse causando ruido.
La mejor hora que tienen para pasarlo es por la mañana hasta las doce del día porque por la tarde, con el viento encajonado que corre, se suspende como un columpio".
José María Blanco, 1834
"En medio de una profunda quebrada de los Andes, el Apurímac se precipita con furia y produce un ruido tan espantoso que los indios sacaron de allí su nombre, que significa "él que habla como Rey".
Los incas construyeron sobre este torrente una obra que, a pesar de su fragilidad, es objeto de admiración a los viajeros.
Él que va de Lima al Cusco penetra en una oscura cueva, que después de un largo trayecto y disiparse la sombra, se presenta un precipicio.
Al bullicio de las aguas que pasan bajo nuestros pies, con la rapidez del rayo, a una espantosa profundidad, se vienen a unir los gritos agudos de las aves de tempestad; se ve delante de sí como una especie de estupor un ligero puente hecho de mimbres que dan vuelta y se tuercen a merced del viento que se precipita en el abismo.
Es necesario cierto valor para aventurarse sobre tan débil apoyo, que viene a estar ligado en el borde opuesto a una excavación hecha por la mano del hombre en un inmenso muro de rocas verticales".
Francisco de Castelnau, 1843-47
"Las montañas están desiertas; al ir rodeando una de ellas, súbitamente divisamos el tan ansiosamente buscado río Apurímac.
Sus aguas hacen espuma al avanzar rápidamente por su lecho rocoso.
Nuestra vista quedó interrumpida al dar otra vuelta, y entramos a un túnel abierto en la montaña, que está en la misma posición que sus estratos, perpendicular, al lado del río. En las rocas se han abierto agujeros a manera de claraboyas, y a medida querecorremos el túnel, entre luz y oscuridad, los arrieros gritan a la recua en cuello. Las mulas tienen miedo de avanzar.
Al llegar a una casa que estaba abierta por ambos lados, examinamos el puente, y luego miramos hacia abajo en dirección del río, que estaba abajo a una distancia enorme.
En la caseta de pontazgo viven dos mujeres, un hombre, un niño y dos cántaros de chicha.
Las sogas de este puente colgante –de corteza, casi del tamaño del cable de cáñamo de una corbeta- están amarradas a los postes que sostienen el techo de la casa.
Es mejor que los viajeros no sean demasiado meticulosos al examinar la manera en que están amarradas estas sogas.
Un torno que está en el centro de la casa mantenía las sogas tensas cuando estas se
aflojaban. El equipaje de las mulas era descargado a medida que se les hacía pasar por la casa, y cruzar el río una por una, cargando los arrieros el equipaje sobre sus espaldas.
El puente tiene ochenta yardas de largo y seis pies de ancho y está a una distancia de ciento cincuenta pies por encima de las aguas de color verde oscuro. Hay seis cuerdas que forman el piso, atravesadas por palos pequeños, atados con tiras de cuero a los cables.
Esta plataforma pende de dos cables laterales con unas cuerdas de corteza pequeñas.
El río corre hacia el noroeste, con una anchura de veinte yardas".
LardnerGibbon, 1851
"La mañana siguiente continuamos nuestro viaje bajando en el valle de Curahuasi y después de una legua llegamos al borde del precipicio, que desciende perpendicularmente hasta donde la poderosa corriente del Apurímac corre hacia la amazonia.
El descenso a lo largo de la angosta y peligrosa senda hasta el puente de criznejas que atraviesa el río, fue un trabajo que requirió de tiempo y atención.
Resbalosa, accidentada y tan angosta que en muchos sitios, mientras que una pierna empuja contra la roca, la otra se mece en el vacío; un paso falso hubiera arrojado mula y pasajero hacia el "bostezante" abismo.
Al fin el precipicio se vuelve tan perfectamente perpendicular, que un túnel de cuarenta pies de largo había tenido que ser escarbado en la sólida roca, cuyo final era el ingreso al puente.
En un lugar largo alrededor de treinta yardas, el puente de criznejas estaba
echadosobre el Apurímac. Este cruzaba el abismo en una graciosa curva, a una altura de trescientos pies sobre el río, que, aún muy profundo, chocaba y espumaba rumorosamente entre las poderosas barreras que lo confinaban en ambos lados.
Por ello, el nombre Apurímac, "el gran hablador"; los indios creían que el rugido de sus aguas podía enviar prodigiosos e importantes vaticinios.
Siendo el pasaje complicado, bajé hasta la orilla del río, en un punto donde una quebrada llevaba un pequeño riachuelo a juntar sus aguas, y allí miré fijamente al poderoso río, uno de los principales tributarios del Amazonas. Al otro lado del río, los cerros se erguían casi perperdicularmente a una altura de tres mil pies, con las furibundas aguas lavando sus bases, y sus paredes así lisas que un hilo de hierba no podía echar raíz en ninguna parte de ellos.
A través de lo espantoso abismo, trescientos pies encima de la corriente, se erguía el frágil puente de sogas, que a esa distancia parecía un único hilo, cuya debilidad formaba un fuerte contraste con la poderosa fuerza de la naturaleza que lo rodeaba".
Clements R.Markham, 1853
"La capa de aluvión descansa sobre una Aphanita de varios tintes, sobre la que está apoyado el puente colgante de cabuya.
Un poco antes del puente se ha labrado un socavón en la Aphanita que se presenta en capas muy inclinadas, de color gris o rojizo."
"El puente sobre el Apurímac es el mejor que he pasado en este viaje, aunque carece de la especie de alfombra que suelen tener otros puentes para que las bestias hallen el piso seguro y no puedan resbalarse; en cambio está mejor tendido de manera que no se mueve mucho".
Antonio Raimondi, 1858
"Atravesar el gran Puente colgante del Apurímac representó un memorable incidente en mis memorias de viaje nunca lo olvidaré…
La fama del puente sobre el Apurímac es coexstensiva con el Perú y cada persona que encontré que lo había atravesado seguía llena de espantosos recuerdos de su pasaje: como la frágil estructura tendida a una vertiginosa altura entre gigantescos peñascos sobre un oscuro abismo, llenado con el profundo rugido del río, y como sus ojos se volvieron empañados, su corazón lánguido y sus pies inestables mientras lo atravesaba, no osando echar una mirada a la derecha, ni a la izquierda.Nuestro camino al Puente se desarrolló entre revoluciones y precipicios
a medida quedescendíamos la garganta se estrechaba, hasta que se cerró con despeñaderos de roca estatificada extrañamente contorta; mientras enormes masas de piedra, desgarradas y astilladas como por una terrible convulsión de la naturaleza, se levantaban delante de nosotros previniendo aparentemente cada salida del amenazador barranco al fondo del cual una fuerte corriente luchaba, con un áspero rugido, contra las peñas negras.No había espacio para el eco. La barranca se volvió tan estrecha entre los escarpados lados de la montaña y un rugido más profundo, más fuerte y más firme que aquello de la quebrada que habíamos sido siguiendo, llegó a nuestras orejas y sabemos que era la voz del Gran Hablador. Después de poco, pudimos ver al río Apurímac y a dos o tres bajas cabañas construidas en lo espacio circunscrito por la unión de las dos corrientes de agua. A izquierda de las cabañas, oscilando alto en una graciosa curva, entre los precipicios en ambos lados, pareciendo demasiado frágil como una telaraña, se erguía el famoso puente del Apurímac.
Un escarpado, angosto sendero, seguía por un tramo uno espolón natural formado por la estratificación de la roca y más adelante continuaba cortado en la misma roca conduciendo, en unos cien pies hasta una pequeña plataforma, también escarbada en la roca, en donde estaban amarrados los cables que soportaban el puente.
En la ribera oposita había otra y más amplia plataforma parcialmente techada por la roca misma, donde estaba el torno para tensar los cables y en donde, trepados como cabras, vivían los guardianes del puente.
El sendero podía ser visto voltear alrededor de una roca a la izquierda de la plataforma, después reaparecer más arriba de ella y luego, después de varios zigzags, perdiéndose en la oscura boca de un túnel".
George E. Squier, 1866
"A tres leguas de Molle-Molle, abajo de la finca de Jesús María, el Apurímac ruge en su lecho rocoso, y las comunicaciones con el Cuzco se realizan por medio de un puente colgante que existe de tiempos de la civilización indígena.
La bajada hacia el puente se efectúa por innumerables zigzags, sobre una pared de roca casi vertical, todo lo cual ofrece una enorme dificultad.
Las mejores mulas no se desplazan sino con la mayor precaución, escogiendo a cada paso, por así decir, el punto donde han de poner sus cascos sin resbalar ni perder el equilibrio.
A una centena de metros por encima del puente la roca se hace completamente vertical. En ese punto existe un túnel de 1,90 m. de alto por 0,90 m. de ancho, que se remonta al tiempo de los autóctonos; desciende con un ángulo de 37°. Hay que desmontar y recorrer más o menos trescientos pasos por esa especie de intestino.
En el extremo inferior del túnel hay una pequeña plataforma sobre la que se hallan los pilares que sostienen las cadenas del puente.
Por primitiva que sea la obra, parece majestuosa.
El puente, a cincuenta tres metros encima del Apurímac, no tiene más que sesenta centímetros de ancho. Su piso, confeccionado con ramas achaparradas, ofrece a los pies del pasajero un sostén móvil, que representa una curva que, con un sector de más o menos cuarenta metros, tiene su centro a cerca de dos metros por debajo del punto de sujeción en cada uno de los extremos.
Se descarga los animales, unos porteadores cargan mis cajas metálicas sobre sus hombros, y conducen una a una mis vacilantes mulas.
Como no hay ninguna baranda, uno es presa fácilmente del vértigo, lo cual explica los numerosos accidentes que tienen lugar en el puente del Apurímac".
Charles Wiener, 1880
"Un puente nuevo de cables de acero atraviesa el río; cuatro cables sostienen la vía formada de troncos de árboles y ramas, que están entretejidos con correas de cuero.
Este puente era provisional, construido por los hacendados de la vecindad.
Ya habían llegado al puerto del Callao y esperaban su envío las cadenas para el puente colgante, que debía construirse por cuenta del Estado.
De todos modos, el nuevo puente provisional, en comparación con el anterior, constituyó un gran avance.
El puente viejo, ubicado río abajo del actual, estaba hecho de sogas de sauce, tendidas a través del río a una altura de 148 pies, de una roca a otra.
Al mediodía llegué al puente, pero tuve que esperar un buen rato antes de poder pasarlo. Una larga fila de mulas, cargadas de azúcar y aguardiente, lo estaba atravesando en este momento. Debido al movimiento del puente, cada mula era conducida por un arriero, y más de dos no podían pasar al mismo tiempo.
El ancho del río oscila entre 25 y 50 metros. El agua es transparente y de color verde azul, pero la profundidad del río no permite ver el fondo.
En la margen izquierda, la senda está tallada en la roca de la vertiente sumamente abrupta, y sube lentamente.
Ofrece este camino muchas vistas panorámicas de gran belleza; a medida que se sube, el panorama es cada vez más grandioso.
De lo profundo se deja escuchar el sordo rumor del río que, encajonado aquí en una angosta garganta, ha cavado su cauce a través de la cordillera.
Altas cumbres nevadas se yerguen a ambos lados.
El difícil camino corre, ya subiendo, ya bajando por las abruptas vertientes de los cerros, pero paulatinamente asciende hasta alcanzar finalmente el borde de la pared del valle.
Allí está, a cinco leguas del puente, el pueblo de Curahuasi".
ErnstMiddendorf, 1895
"Wasone of thereasonswhy I decidedtogotoPeru" (Refiriéndose al grabado de Squier, en arriba reportado)
Hiram Bingham, inicios de 1900
"Apurímac se traduce príncipe sonoro o rey de los ríos y fue adorado por los indígenas entre los mayores dioses. Al norte y a los confines occidentales, se empina la Cordillera en violácea gradería, de la que emergen el Soray y el Salcantay embozados en nieves y nubes, y a cuyos pies se guarecen, adivinadas en la lejanía, entre bosques tropicales invisibles, las fortalezas de Choquequirao y Vilcabamba, últimos refugios de los incas proscritos.
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