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Representaciones sociales y pautas de crianza


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    Representaciones sociales y pautas de crianza

    J.J. Corredor B.

    Las representaciones sociales se pueden definir como: "Un tipo de conocimiento compartido por el grupo ampliamente distribuido por la sociedad. Este conocimiento se sitúa en el sentido común y está comprometido en la construcción del significado de los objetos y acontecimientos de la vida diaria" (Aguirre, 2003. P. 3)[1].

    Otra definición es la de Abric (1996, citado por Aguirre, 2003. P.3 ) "Una representación social es una unidad organizada y jerárquica de juicios, actitudes y de información que un grupo social dado elabora a propósito de un objeto".

    Jodelet (En Moscovici, 1993. P. 473)[2] la define como:

    (…) el punto donde se interceptan lo psicológico y lo social (…) la manera como nosotros, sujetos sociales, aprehendemos los acontecimientos de la vida diaria, las características de nuestro medio ambiente, las informaciones que nos circulan, a las personas de nuestro entorno próximo o lejano.

    Además "las representaciones sociales constituyen modalidades de pensamiento práctico orientadas hacia la comunicación, la comprensión y el dominio del entorno social, material e ideal" (Jodelet, en Moscovici, 1993. P. 474). Es así como "El concepto de representación social designa una forma de conocimiento específico, el saber de sentido común, cuyos contenidos manifiestan la operación de procesos generativos y funcionales socialmente caracterizados. En sentido más amplio, designa una forma de pensamiento social" (Jodelet en Moscovici, 1993. P. 474).

    Hay diferentes formas de abordar la representación social. Según Jodelet la primera de ellas sería como cognición social en donde la representación presenta dos dimensiones una de contexto (situaciones de interacción social) y la dimensión de pertenencia (valores y normas en la elaboración de la representación).

    El segundo enfoque tiene como eje el aspecto significante, aquí el sujeto interpreta y da sentido a la representación según su contexto cultural. El tercer enfoque como forma de discurso, enfatiza el uso comunicativo que de la representación hacen los sujetos.

    El cuarto enfoque, nos muestra cómo las representaciones sociales muestran las normas sociales a las cuales pertenece el sujeto y las ideologías predominantes. En el quinto enfoque la representación es el mediador entre las interacciones de los grupos y de las imágenes resultantes entre sus miembros. En el último enfoque se hace énfasis en los paradigmas culturales y por ende de las ideologías dominantes.

    Banchs (2000)[3] propone dos formas de aproximación a las representaciones sociales: la estructural, considera la representación como conjunto organizado de cogniciones compartidas determinado por relaciones complejas y compartidas por los miembros de un grupo, y el enfoque procesual, donde hay un abordaje hermenéutico del proceso de elaboración de la representación social. En el primero se puede señalar que hay una búsqueda constante del núcleo central.

    Moscovici (Citado en Jodelet, 1993) puso de manifiesto dos procesos que hacen que un conocimiento sea representación y que esta se constituya en una herramienta de cambio social. El primero de ellos es la objetivización, que se podría definir como la propiedad de hacer concreto lo abstracto, por ejemplo un concepto científico que hace parte de un cuerpo teórico se incorpora al mundo y lenguaje cotidiano como un término cargado de significados que tiene un referente en la realidad, y que por tanto no es un concepto vacío. En el caso de un objeto complejo, como es una teoría, la objetivización implica varias fases: la primera que involucra la selección de información, con criterios normativos de la cultura y la descontextualización, que sugiere apartarse del contexto (campo científico) que le dio origen.

    La segunda es la Esquematización Estructurante, en donde los conceptos teóricos se hacen visibles en imágenes coherentes que señalan las partes individuales y las relaciones entre sus componentes (denominada núcleo figurativo). Por último está la naturalización, que consiste en la integración de estos elementos en una realidad (chistes, formas de juzgar el comportamiento de los demás).

    La objetivización permite que la estructura generada a través de ella cumpla una finalidad social, que enmascara y acentúa ciertas características de las representaciones sociales; Jodelet (1993) cita la denominación piagetiana dada a este tipo de relaciones como pensamiento socio-céntrico, donde las representaciones servirán a las necesidades, intereses y valores del grupo; además esta estructura seguirá los modelos culturales e ideológicos de la sociedad donde se inserta.

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