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Violencia sexual y fisica contra las mujeres adolescentes y jovenes en el Perú


Partes: 1, 2

  1. Algunos resultados del estudio sobre violencia sexual y física contra las mujeres adolescentes y jóvenes en el Perú
  2. Algunos factores posiblemente asociados a las diferencias de las prevalencias por edad de la mujer
  3. A manera de conclusiones
  4. Bibliografía

Uno de los problemas más graves que vive la humanidad es aquel que, en mayor o menor medida, impide que las mujeres, por el solo hecho de serlo, desarrollen sus vidas con autonomía accediendo a condiciones materiales, sociopolíticas y culturales que les permitan tomar libremente decisiones respecto a sus cuerpos y en general a sus vidas. El medio más visible y dramático para impedirlo es la violencia en sus diversas manifestaciones –física, sexual, emocional, económica- que las coloca en el peligro cotidiano de sentir sus cuerpos lacerados y sus voluntades quebradas en función a designios ajenos a los suyos. Las consecuencias de la violencia son múltiples. Compromete, por un lado, la salud física, sexual y mental de las mujeres, y por otro, sus capacidades productivas y creativas, lo que tiene repercusiones negativas en el orden individual, familiar y social. Luego de más de medio siglo de que la mayor parte de los Estados del mundo firmara la Declaración Universal de los Derechos Humanos, poco aún se ha avanzado en erradicar esta flagrante violación a estos derechos.

Diversas investigaciones lo han demostrado, y en caso peruano el reciente estudio multicéntrico de la OMS confirma que su hogar, el lugar supuestamente más seguro y de mayor protección para la mujer, es el ámbito que mayor riesgo representa para su integridad física y sexual; y que la persona con quien está unida por lazos afectivos y comparte un proyecto común de vida, es decir su pareja masculina, es su principal agresor.

Prevalencia de vida de la violencia física y sexual contra las mujeres entre 15 y 49 años según agresor, en la ciudad de Lima y en el departamento de Cusco. 2000.

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Fuente- Estudio Multicéntrico de la OMS sobre la violencia de la pareja y la salud de las mujeres. Perú, 2000.

La prevalencia de violencia física o sexual ocurrida durante toda la vida de pareja, nos señala claramente que una mayoría de varones adultos, en Lima Metropolitana (51%) y en el departamento de Cusco (69%), ejerce violencia contra sus parejas (Güezmes, Palomino y Ramos, 2002). Esto demuestra que no se trata de un problema aislado de unos cuantos enfermos mentales, alcohólicos o drogadictos, sino que estamos ante un fenómeno social: vivimos en una cultura que justifica la violencia contra la mujer y una institucionalidad que la permite.

Las creencias en la superioridad masculina asociadas a atributos social y culturalmente asignados pero considerados como "naturales": fuerza física, racionalidad, control de las emociones y mayor dominio de lo público por ejemplo. Estas creencias- confieren a los varones autoridad sobre las mujeres. Ellas son consideradas seres inferiores, cuya debilidad se fundaría no sólo en su menor fuerza física, sino en la irracionalidad de sus actos, sustentados en impulsos emotivos y volubles. Por eso, a las mujeres habría que protegerlas, dirigirlas, corregirlas y controlarlas. Estas creencias se desarrollan en el contexto de una sociedad jerárquica y autoritaria, que reproduce su sistema en el ámbito familiar.

La dominación masculina se sostiene mediante diversos mecanismos de control y poder, uno de los cuales es la violencia. Muchos hombres permanentemente perciben amenazados su autoestima y su poder, y cualquier situación conflictiva en la pareja los lleva a temer que puedan perder el control en la relación. La violencia es utilizada como un último recurso, cuando interpretan que el ejercicio de ese poder está amenazado o encuentra barreras para ejercerlo. El hombre decide que tiene que luchar para recuperar su identidad de superior, su supervivencia y control, y lo hace de manera violenta [3]

No necesariamente el dominio y el control masculino se darían de manera uniformes durante todo el ciclo de vida conyugal, sino que su intensidad y frecuencia estaría mediada por múltiples condicionantes que le otorgarían mayor o menor poder, una de ellas es la edad de la mujer. A continuación, exploraremos la base de datos del estudio multicéntrico mencionado antes, para distinguir y comparar la experiencia de violencia de las mujeres adolescentes y jóvenes respecto a la de otras mujeres de mayor edad.

Algunos resultados del estudio sobre violencia sexual y física contra las mujeres adolescentes y jóvenes en el Perú

La muestraLa población de estudio fueron mujeres de 15 a 49 años de edad de todos los estratos socioeconómicos. Fueron entrevistadas aleatoriamente 1414 mujeres en Lima Metropolitana y 1837 mujeres en el departamento de Cusco, de las cuales se encontró 1090 mujeres alguna vez con pareja en Lima Metropolitana y 1536 mujeres en el Departamento de Cusco. Teniendo en cuenta que en la muestra el número de mujeres alguna vez unidas en el grupo convencional de 15 a 19 años era bastante pequeño como para establecer algún tipo de relación con la violencia, decidimos ampliar el rango hasta los 21 años, evitando de esta manera perder del todo al grupo de mujeres adolescentes y sus características específicas y diferenciándolas del grupo etario propiamente compuesto por mujeres jóvenes.

Mujeres alguna vez con pareja según grandes grupos de edad

EDADES

LIMA

CUSCO

15 –21

108

135

22 – 29

288

460

30 – 49

694

941

TOTAL

1090

1536

Prevalencia de vida de la violencia[4]contra las mujeres adolescentes y jóvenes por parte de su pareja- Los niveles de violencia física, sexual y física o sexual de las mujeres adolescentes y jóvenes se acercan a las prevalencias promedio de las mujeres entre 15 y 49 años, a pesar que el tiempo de unión de estas mujeres es bastante menor que el promedio y por tanto es menor su tiempo de exposición al riesgo de sufrir violencia de parte de la pareja, lo que ya nos está denotando la alta prevalencia en las edades más jóvenes. Así, en Lima Metropolitana mientras que la violencia física, sexual, y física o sexual en las mujeres de 15 a 21 años (las de menor tiempo de exposición al riesgo) se acercan bastante a los promedios, en todos los casos son superiores cuando se trata del grupo etario de 22 a 29 años.

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En tanto que en el departamento de Cusco las prevalencias de toda la vida de las mujeres entre 15 y 21 años, y en las de 22 a 29 años, se acercan a los promedios aunque nunca los superan, mas en el caso de la violencia física para el primer grupo etario su prevalencia es bastante menor, denotando que los niveles de prevalencia de la violencia se comportan un poco más uniformemente que en el caso de Lima Metropolitana.

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Prevalencia actual de la violencia contra las mujeres adolescentes y jóvenes por parte de su pareja- Si tomamos sólo los 12 últimos meses hasta el momento de la encuesta, nos acercamos a tiempos de exposición al riesgo de sufrir violencia similares por grandes grupos de edad, y de esta manera podemos hacer comparaciones de prevalencias. Así tenemos que en Lima Metropolitana, a menor edad es mucho mayor el nivel de la violencia física, sexual y física o sexual. La prevalencia de violencia física y violencia física o sexual de las mujeres entre 15 y 21 años es 2.3 veces mayor que las de 30 y 49 años, y casi tres veces la prevalencia de la violencia sexual.

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En cuanto al departamento de Cusco ocurre el mismo comportamiento, a menor edad mayor es el nivel de violencia de todos los tipos, aunque no en forma tan pronunciada como lo que ocurre en Lima Metropolitana. En el caso de la violencia física la prevalencia de las de 15 a 22 años es un 59% mayor que las de 30 a 49 años; en la violencia física o sexual la prevalencia de las de 15 a 22 años es un 60% mayor que las de 30 a 49 años; mientras que en la violencia sexual la diferencia es un tanto menor. Lo que está ocurriendo en Cusco es que las prevalencias de violencia son muy altas para todas las edades.

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Algunos factores posiblemente asociados a las diferencias de las prevalencias por edad de la mujer

El hecho que las mujeres más jóvenes tengan niveles más altos de violencia física y/o sexual, estaría suponiendo la existencia de algunas factores sociodemográficos relacionados con la edad y/o del ciclo de vida familiar en el que se encuentran que las colocan en condiciones de mayor vulnerabilidad.

Uno de estos sería la edad de los hijos. Tanto en la ciudad de Lima como en el departamento de Cusco, la tenencia de hijos menores de 5 años está en relación inversa a la edad. Así, en los dos lugares de estudio, la totalidad de las mujeres de 15 a 21 años con hijos, tienen niños menores de 5 años, de la misma forma el porcentaje de mujeres de 22 a 29 años con hijos pequeños es muy alta, mientras que las mujeres mayores de 30 años tienen proporciones bastante menores Podría ser que la existencia de embarazos recientes o niños muy pequeños las aten más al ámbito doméstico, pocas pueden trabajar, tienen menor tiempo libre[5]y dependen más de la pareja. Cabe agregar, de acuerdo a otras investigaciones, que los hijos varones principalmente, desde el momento de la adolescencia, se convierten en defensores de sus madres frente a la agresión paterna. Y son lógicamente las mujeres de mayor edad quienes tienen hijos en edad adolescente, lo cual estaría jugando como un factor de protección.

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Otro aspecto que estaría jugando como factor de riesgo para la violencia es el aislamiento de las mujeres de sus redes amicales y sociales. En los dos ámbitos de estudio los varones tratan de impedir que las mujeres vean a sus amistades en mayor proporción fundamentalmente cuando ellas tienen entre 15 a 19 años. Ciertamente, en Lima se da con más fuerza esta prohibición, probablemente porque en las áreas rurales, que es la población mayoritaria en el departamento de Cusco, la violencia está socialmente más normalizada y las redes amicales no constituyan un factor de protección como en las ciudades, por lo que el agresor requiera menos un control de este tipo. Algunos estudios han señalado que generalmente los agresores buscan aislar a las mujeres de su familia y de su entorno de amistades para crear un ambiente de dependencia total respecto a ellos[6]Es muy posible que estos intentos sean más fáciles de lograr con mujeres adolescentes y muy jóvenes, generalmente poco empoderadas por su corta edad.

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Un tercer factor estrechamente relacionado con el anterior es que son precisamente las mujeres más jóvenes las que, en mayor medida, sufren el control de la pareja, una de cuyas expresiones es el enojo masculino frente a la posibilidad que ella hable con otro hombre y la violencia de la que es víctima por este motivo al temor a la infidelidad femenina es un fantasma que ronda a muchos varones y es causa de diversas maniobras de control y desencadenante de actos de agresión contra las mujeres[7]En una investigación que actualmente desarrollamos sobre masculinidad y violencia contra la mujer, la mayor parte de los varones en las ciudades de Lima y Cusco plantean que si hay algo que justifique la violencia contra las mujeres es la infidelidad, lo cual es compartido también por un alto porcentaje de mujeres[8]. Esta presión disminuye con el tiempo porque es probable que los varones consideren que, a menor edad, mayor es la atracción sexual que sus parejas provocan en otros hombres, y también porque a mayor edad aumenta el número de embarazos y de hijos, los cuales se constituirían adicionalmente en una forma de control de la sexualidad de las mujeres.

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A manera de conclusiones

  • Si bien la violencia contra las mujeres por parte de la pareja es un problema social generalizado, con altísimas prevalencias tanto en Lima Metropolitana como en el departamento de Cusco, ésta se distribuye de manera diferencial por edad, siendo precisamente las mujeres más jóvenes las que sufren con mayor fuerza estos actos violatorios a sus derechos humanos.

  • Esto obliga a realizar estudios más específicos que permitan comprender mejor la experiencia conyugal o de pareja a edades más tempranas, y su relación con la violencia.

  • Es muy probable que la mayor vulnerabilidad de las mujeres adolescentes y jóvenes frente a la violencia de parte de la pareja, se deba al menor empoderamiento alcanzado, producto de su menor madurez emocional y poca experiencia de vida, lo cual las hace más dependientes de la pareja.

  • La tenencia de hijos muy pequeños les estaría ocasionando menor autonomía y, en contrapartida, la existencia de hijos mayores constituiría un factor de protección para las mujeres mayores.

  • La necesidad de un buen número de varones de afirmar su autoridad, característica fundamental del modelo de masculinidad hegemónica, se vería más exacerbada a edades tempranas por la existencia de una mayor inseguridad en el ejercicio de ese rol social y culturalmente asignado, lo cual se ve facilitado por el menor empoderamiento femenino en el período de adolescencia y primera juventud.

  • El conocer que la violencia, en todas sus formas, se dirige con mayor intensidad contra las mujeres adolescentes y jóvenes, obliga a redoblar esfuerzos de prevención y atención a este segmento poblacional, a través de programas educativos y desarrollo personal que empodere a estas mujeres. A la vez, los servicios de salud, policial y de justicia, deberán estar alertas para reforzar la calidad de sus servicios y atender oportunamente las necesidades de esta población.

  • La magnitud del problema nos indica acerca de la necesidad de contribuir a cambios culturales de corto y mediano plazo que transformen los mecanismos de poder que operan en las relaciones cotidianas de hombres y mujeres. Este esfuerzo no podrá realizarse exitosamente si a la vez no trabajamos también con los varones, para que se hagan responsables de sus actos violentos y de los cambios hacia relaciones más equitativas de género, mediante programas reeducativos que permitan construir nuevos modelos positivos de masculinidad.

Bibliografía

BONINO, Luis. 1995. Develando los Micromachismos en la Vida Conyugal. Una aproximación a la desactivación de las maniobras masculinas de dominio. En: Corsi, Jorge et al.. "Violencia Masculina en la Pareja. Una aproximación al diagnóstico y a los modelos de intervención". Paidos, 1era. Edición. Buenos Aires. Pags 191-208.

CORSI, Jorge et al.. 1995 "Violencia Masculina en la Pareja. Una aproximación al diagnóstico y a los modelos de intervención". Paidos, 1era. Edición. Buenos Aires.

CORSI, Jorge. 2001. "Una mirada abarcativa sobre el problema de la violencia familiar". En: Corsi, Jorge. (Compilador). Violencia Familiar: Una mirada interdisciplinaria sobre un grave problema social. Paidos, 4ta. Reimpresión, Buenos Aires.

FULLER, Norma. 1997. "Identidades Masculinas. Varones de la Clase Media en el Perú". Pontificia Universidad Católica del Perú. Fondo editorial, Lima

FULLER, Norma, 2001. Masculinidades. Cambios y permanencias, Fondo Ed. Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.

GUEZMES, Ana, PALOMINO, Nancy y RAMOS, Miguel Violencia sexual y física contra las mujeres en el Perú. Estudio multicéntrico de la OMS sobre la violencia de pareja y la salud de las mujeres, Lima, 2002

JACOBSON Neil & GOTTMAN John. 2001. "Hombres que agreden a sus mujeres. Cómo poner fin a las relaciones abusivas". Ed. PAIDOS. Barcelona, Buenos Aires.

KAUFMAN, Michael. 1989. "Hombres. Placer, poder y cambio". CIPAF, Santo Domingo.

KAUFMAN, Michael. 1997. "Las experiencias contradictorias del poder entre los hombres". En: Valdés, Teresa y Olavarría, José (eds.) "Masculinidades. Poder y crisis". Isis Internacional. Ediciones de las Mujeres Nº24. Santiago, Chile.

RAMIREZ, Felipe Antonio, 2000. "Violencia masculina en el hogar". Editorial Pax México.

RAMOS, Miguel, et. al. 1993. "Tiempo Libre y Pobreza Urbana. Experiencia lúdica y calidad de vida en Villa María del Triunfo". GTZ – IPD. Lima.

 

Enviado por:

Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.

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Santiago de los Caballeros,

República Dominicana,

2016.

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