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Centenarios y otros temas (página 2)

Enviado por Felix Larocca


Partes: 1, 2

Miremos a los centenarios…

Los centenarios constituyen el grupo creciente más grande de la población estadounidense. El segundo consiste en el grupo de edad 85+.

En los EE.UU. Hoy viven unas 50,000 personas que han logrado vivir por lo menos cien años. De entre ese grupo, 85% son mujeres y el 15% son hombres.

Este fenómeno se explica de muchas maneras tentativas, sin haberse logrado un consenso para aclararlo.

El problema es inmenso. A pesar de que los gobiernos (y los gobernantes del mundo) se preocupan solamente por sus ansias de retener el poder; hay una fuerza, impulsada por la Naturaleza, que hará que el número de centenarios crecerá de un modo exponencial — los gobernantes de ahora, serán enterrados por los futuros centenarios de hoy. Ese es un fenómeno que ellos (los gobernantes corruptos de hoy) no podrán controlar.

Brooke Astor (1905 —2007)

Una pregunta que surge a la mente es la siguiente: ¿Vivir los cien años es cosa nueva?

Antes del siglo pasado, el promedio esperado de la vida era de unos 45 años. Pero, ahora, vivir hasta la edad de Madame Jeanne Calment quien muriera a los 122 años de edad no es cosa rara. Nuestras vidas están siendo prolongadas. Lo que no sabemos con certeza es, ni cómo ni por qué.

Nosotros tampoco entendemos, con certidumbre absoluta, los factores involucrados en que vivamos cien años. Lo que sí sabemos es que la longevidad es un fenómeno variado, selectivo, heterogéneo y con características hereditarias.

En lugar de los gobiernos de las naciones del mundo estar dedicados a la riqueza ilimitada y a la corrupción institucionalizada, les serviría bien, a esos líderes desviados, si se preparan para confrontar la decadencia inevitable de sus vidas disipadas para tratar de no morir ni prematuramente ni desahuciados.

Como en el brindis, dicen los italianos: "Cent’anni!"

Y, como asimismo, dijera un gobernante dominicano: "Es bueno sentarse en la mecedora para ver pasar el entierro de nuestros enemigos…" (Rafael Leónidas Trujillo Molina — alias El Jefe).

Prosigamos con algo que afecta a muchos, pero en el lado opuesto de la vida…

El problema con el suicidio juvenil en los Estados Unidos: Lisa

Hace más de treinta años que se reportara en la Ciudad de San Diego los resultados de investigaciones que se llevaran a cabo por un grupo de psiquiatras encabezados por Charles ("Chuck") Rich de la Universidad de California.

Los resultados de estas investigaciones fueron discutidos veces repetidas por Rich y por Houssain (de la Universidad de Missouri) en conferencias que se celebraran en muchos países alrededor del mundo.

Como tantas cosas que vienen y que van en la prensa norteamericana, estos hallazgos fueron relegados al olvido parcial. Rich, habiendo capitalizado en sus hallazgos se había mudado a la Universidad de Alabama, donde aceptara el cargo de Director del programa de Psiquiatría, mientras que Houssain continuaría ofreciendo sus conocimientos a sus colegas de su nativo Pakistán.

Pero, la tasa de la mortalidad del suicidio entre jóvenes, cuyas edades fluctúan entre los nueve y los quince años sigue extendiéndose de un modo alarmante por todo el mundo.

De acuerdo con un reportaje que apareciera el 21 de abril pasado en el periódico Des Moines Register, el porcentaje de suicidios exitosos consumado por personas cuyas edades estaban entre los diez y los catorce años creció un 120 %, durante los últimos doce años. Esta cifra también era igualada por el crecimiento que se reportara en los suicidios consumados por jóvenes cuyas edades estaban entre los quince y los diecinueve años. Los investigadores hacían hincapié en el hecho de que estos suicidios eran contemplados por sus víctimas muy cuidadosamente, ya que los métodos usados eran los que conducirían a una muerte cierta: el uso de armas de fuego.

En el mismo artículo, las explicaciones ofrecidas por miembros representantes de varias agencias gubernamentales, subrayaban la existencia en exceso de armas de fuego, el abuso de las drogas, el estrés que sufren los niños nacidos en nuestra generación, y los "problemas familiares" que a muchos afectan. Falsamente los "expertos" dimitían la posibilidad de que la depresión pudiese estar implicada entre las causas, debido al hecho de que (de acuerdo con ellos) "… los niños que se matan a sí mismos son muy jóvenes para tener una historia de depresión". A pesar de que la depresión infantil se reconoce como una enfermedad muy común y sus síntomas son muy floridos. (Véanse mis ponencias al respecto).

Hay varios factores que deben de ser examinados para tratar de ofrecer una explicación plausible a esta epidemia de suicidios.

Primero, debe de destacarse el hecho singular, que cuando Rich y Houssain reportaban sus hallazgos, ellos nunca hicieron el esfuerzo a formular hipótesis ninguna para expresar la razón por la cual este fenómeno hizo su aparición. Ellos, simplemente sonaron la alarma para indicar, a quienes les tocaba cuidar a los niños y a los jóvenes, que debían de prestar mayor atención, y estar alertas, a esta funesta posibilidad.

El hecho de que las armas de fuego estén menos disponibles en cualquier país, no le niega a la víctima potencial del suicidio, poder encontrar otros métodos efectivos de poner fin a sus existencias tristes, o atormentadas. Así que quedamos en la posición de tratar de identificar otros factores…

Cuando, analizando el crecimiento de la criminalidad, el vicio y la delincuencia en Norteamérica, un famoso sociólogo expresó lo siguiente: "tal vez es posible que la pobreza, la ruina de las ciudades donde viven quienes son pobres, la disolución de los vínculos familiares, la debilitación de nuestras instituciones, especialmente la religión, y la profusión excesiva del consumo de ‘drogas de recreo’, no sean responsables por estas circunstancias; pero, yo creo firmemente, que la eliminación de estas miserias contribuirían de modo significante a la eliminación del crimen en nuestro país".

Quizás para una juventud sujeta a la inmunización en contra de las realidades de la muerte, por haberla visto con tanta frecuencia en los programas televisivos. Una juventud que ha sido victimada por la manera indiferente con la que se reproducen los horrores de las (muchas) guerras que se libran por toda la faz de la tierra, gracias en su mayoría a los gobernantes americanos. Jóvenes, quienes observaran con deleite extraño las vicisitudes del juicio de O. J. Simpson; y quienes van al cine a ver películas donde lo explícito y lo morboso se aplauden de modo lucrativo. Una juventud que ha sido testigo de la disolución de los valores de la amistad y del soporte de la familia. Víctimas de los divorcios caprichosos de padres indiferentes, quienes substituyen la psicoterapia por su rol de ser modelos para sus hijos… ya que al fin y al cabo esta salida es mucho más fácil para sus propósitos egoístas. Una juventud que ha aprendido dolorosamente a no confiar en los adultos y que tratan de escapar la lucha por la existencia usando los métodos hedonísticos que tan fácilmente se encuentran.

Esta es la misma juventud que está sometida al crecimiento incesante de la población mundial y a la reducción simultánea de los recursos naturales.

Lisa, entonces…

Lisa A. (su apellido en inglés coincidencialmente expresa desafección extrema) tenía quince años cuando cayó víctima en sucesión rápida de la anorexia restrictiva y luego de la bulimia incontrolable. Debido a la severidad de sus síntomas y a la presencia de un trastorno afectivo severo ("depresión"), ella tuvo que ser tratada, varias veces, en una unidad hospitalaria especializada.

Cuando Lisa celebró sus dieciséis años aparentó la felicidad y la paz interior más rara que sus familiares hubiesen contemplado en mucho tiempo. Lisa se rió muchísimo, abrió sus regalos con mucho entusiasmo y se retiró después de la medianoche. Al día siguiente (un sábado), los padres salieron a hacer diligencias mientras ella dormía. Cuando Lisa no apareció para el almuerzo, la mamá la fue a despertar. Hecho imposible, porque Lisa estaba comatosa, el resultado de haber ingerido cantidades heroicas de todas las medicinas que se encontraban en su casa.

En esta familia la carga genética depresiva era extrema: Bill, el papá, sufría de depresiones, habiendo atentado el suicidio varias veces, Kathy, la mamá, usaba la máscara de una sonrisa perenne para disfrazar sus tristezas, y Joey (el único varón entre los cinco hijos) había mejorado enormemente con el uso de medicinas para el tratamiento de la depresión de la cual él también padecía.

Para rescatar a Lisa de las garras de una muerte cierta, ella estuvo en el servicio de cuidado intensivo del hospital por unas tres semanas durante los cuales permaneció comatosa. Pero restaurarle el deseo de vivir… tomó cinco años más. Lisa vive, tiene 33 años y (dice que) no tiene intención de volver a tratar de quitarse la vida — Ah, omití dos hechos que son relevantes, Bill trató de suicidarse cuando fuera seminarista y Lisa era una católica devota.

De el bosquejo ofrecido en la presentación de este cuadro clínico, se puede bien colegir que el suicidio juvenil en los Estados Unidos no puede ser explicado con teorías infundadas; y que nos resultaría mucho más útil el estudiar la fenomenología de este acto tan extremo, desde puntos de vistas variados, ya que las razones que facilitan esta decisión son muy dispares.

Pero, porque el suicidio, también es un acto imbuido con elementos culturales (de honor), de venganza (para herir a otros), de escapismo (para, como hacen algunos banqueros) no enfrentar a quienes arruinaran, o de otros matices sociales; no es propio tratar de explicarlo a través de todas las culturas, edades y condiciones humanas, como si su significado fuera idéntico y universal.

Entre los recursos más útiles que están a nuestra disposición, la educación y el apoyo mutuo son indispensables.

Seguiremos hablando de ello…

El desayuno y lo que se dice acerca del mismo

El Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española define el ayuno como "abstinencia de toda comida y bebida desde las doce de la noche antecedente". El ayuno no es ajeno, en absoluto, a la condición humana. Así, durante la mayor parte de su existencia sobre la Tierra, la raza humana no podía comer por la noche por falta de luz… (Véase mi ponencia acerca de los efectos psicológicos de los apagones).

El ayuno es la situación física y normal existente por la mañana después de una noche sin comer. Si el ayuno se prolonga, los procesos del cuerpo van cambiando indicándole al organismo que debe de procurar comida para satisfacer el hambre que comienza a hacer sus demandas sentidas. El ayuno nos purifica y nos templa. El desayuno escolar, nos envenena. El desayuno del hombre moderno es una abominación.

Lo que, los expertos, nos dicen acerca de la anorexia y la bulimia

La anorexia y bulimia, dicen algunos, se asocia a ciertos tipos de personalidad. Muchos pacientes presentan conductas obsesivas, aunque un trastorno verdadero (TOC) se detecta en el 28 por ciento de anoréxicos y el 30 por ciento de bulímicos, cifras que aumentan en los enfermos que exigen ingreso hospitalario. Los pacientes con anorexia nervosa y/o bulimia suelen presentar trastornos de la personalidad, entre los que son más habituales el trastorno por evitación y el trastorno obsesivo compulsivo. Tratamiento mixto Cuando en un enfermo coexisten ambos tipos de trastornos, el tratamiento es mixto. Nada nuevo.

El trastorno obsesivo compulsivo

Es un trastorno de ansiedad caracterizado por obsesiones o compulsiones. Tener uno, el otro, o los dos es suficiente para hacer el diagnóstico. Una obsesión es un pensamiento, sentimiento, sensación o idea fijos y recurrentes; mientras que una compulsión es un patrón de comportamiento recurrente y consciente que una persona se siente impulsada a realizar.

Este comportamiento puede ser una acción física (por ejemplo, lavarse las manos) o un acto mental (por ejemplo, rezar, repetir palabras silenciosamente, contar). El comportamiento está encaminado a neutralizar la ansiedad o el sufrimiento. Un ejemplo de esto es el lavado excesivo de las manos para evitar infecciones. (Véase mi artículo en la anorexia nervosa y el Síndrome de Tourette).

Anteriormente, este trastorno se consideraba poco común; sin embargo, los datos recientes muestran que de 2 a 3% de las personas, alrededor de 7 millones de norteamericanos, lo padecen. Este trastorno generalmente se observa en edades comprendidas entre los 20 y 30 años, y un 75% de los que la desarrollan manifiestan síntomas a la edad de 30 años.

Hay varias teorías acerca de la causa del trastorno obsesivo compulsivo, pero ninguna ha sido confirmada. (El psicoanálisis abunda en explicaciones, recientemente igualado por las neurociencias).

La descripción que la misma persona hace del comportamiento usualmente lleva a diagnosticar este trastorno. Se realiza un examen físico para descartar alguna causa física y se hace una evaluación general para descartar otros trastornos psiquiátricos. Para hacer el diagnóstico se puede utilizar un cuestionario, de los que varios existen.

El trastorno se trata utilizando medicamentos y psicoterapia.

La psicoterapia, que se puede ofrecer a nivel individual o de grupo, se utiliza para reducir la ansiedad, resolver conflictos internos y brindar formas efectivas de reducir el estrés.

Las terapias de comportamiento a menudo se utilizan y pueden incluir:

  • Exposición/prevención de respuesta: la persona es expuesta en forma repetitiva a la situación que desencadena los síntomas de ansiedad y aprende a resistir la urgencia de ejecutar la compulsión.
  • Control de pensamientos: la persona se aplica a frenar los pensamientos indeseados y a centrar su atención en el alivio de la ansiedad.

El trastorno obsesivo compulsivo es una enfermedad crónica, al igual que otros trastornos psiquiátricos, que tiene períodos de empeoramiento, seguidos de períodos de mejoramiento relativo, aunque es poco común que se presente un intervalo completamente libre de síntomas.

Con el tratamiento, los pacientes presentan un mejoramiento considerable, aunque la remisión total es infrecuente.

Así son los casos cuando son difíciles.

Bibliografía

Suministrada por solicitud.

 

Dr. Félix E. F. Larocca

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