Podemos señalar que la Teoría de la Relatividad, relativiza algunas de las magnitudes que la mecánica de Newton consideraba absoluta, y en compensación absolutiza otras. Entre las magnitudes que resultan ser relativas al sistema de referencia tenemos, en primer término, el espacio, el tiempo, la velocidad, la aceleración, la masa y la energía. Entre las magnitudes que no dependen del sistema de referencia están: la velocidad de la luz (experimento que realizaron Michelson y Morley), la carga eléctrica, la fase de una onda y el espacio-temporal, esto es, la distancia entre dos puntos del espacio-tiempo.
De este modo, el "salto" a través del hiperespacio nos lleva más allá de una distancia N-Años-Luz. Sino que nos traslada a través de una geometría espacial diferente.
Según el mito bíblico, el primer "salto" realizado por el hombre tuvo como agente causal el "fruto prohibido", ya que la vida se desplegada en el mundo natural. En el relato, la "Luz Estelar" de Isaac Asimov el ámbito de la vida humana es una colonia espacial, que gravita en lugar del universo, es un mundo artificial. El "salto", en este caso, tiene como agente causal el robo de un kilo de "Krillium", material utilizado para construir las vías cerebrales de los robots (término inglés que proviene de la palabra Checa robota, que significa faena; el cual fue creado por el escrito Karel Capek en su libro "Los robots universales de Rossum"). Los cuales pueden ejecutar tareas que no son simples repeticiones, en los cuales están asociados órganos eléctricos, electrónicos de mando y control, según programas preestablecidos.
Los autómatas, vieja manía de los hombres de crear seres mecánicos, en la antigüedad además de realizar una acción, encarnaban a un ser determinado según la tradición. Los griegos, por ejemplo, tenían al gigante de bronce que protegía la isla de Creta; dicen que las esclavas fabricadas por Hefesto tenían vida; asimismo hay noticias de las esculturas andantes de Fidias.
En la Edad Media se creía en seres artificiales semejantes a los hombres. Paracelso no dudaba en la posibilidad de obtener un "homúnculo", especie de duende. Por otra parte, a pesar de su origen artificial el "Golem" era un servidor del hombre. En el siglo XIII, Alberto Magno creó un hombre mecánico, éste sólo sabía abrir y cerrar puertas. Según la leyenda Tomás de Aquino, amigo y alumno de Alberto Magno, lo destruyó con un martillo, cosa propia de la Iglesia.
En 1738, el mecánico Jacques de Vaucauson realizó una demostración de un "tocador de flauta", más tarde los relojeros suizos Pierre Jacques Droz (1721-1790) y su hijo Henri Louis Droz (1752-1791) conocieron la fama gracias a sus autómatas, entre los cuales había una mujer que tocaba órgano. En el siglo XIX, la técnica aprende a no avergonzarse de su desnudez, y así es posible la construcción de la Torre Eiffel (1889) convirtiéndose en un monumento de la ingeniería y la técnica del siglo XIX.
Esto llevó a que los creadores de robots ya no copiaran la forma antropomorfa, para estos mecanismos. La tendencia a los robots antropomórficos de los siglos XVII, XVIII y en parte del siglo XIX fue la aproximación genésica entre el hombre y la maquina.
Primero René Descartes, después La Mettrie con su libro "El hombre maquina", seguidos éstos de Cabanis, Voghts, Moleschoft, Büchner intentaron sucesivamente llevar a cabo una amplía analogía entre la maquina y el cuerpo humano. El desarrollo de la bioquímica, de la fisiología del sistema nervioso, entre otros privó de todo valor tales argumentos. Pero esto no fue suficiente, ya que en 1960 Ahsby en "Proyecto para un cerebro" retomó el tema; por su parte, Wooldrige en 1963 en "Mecanismo de Cerebro" opera en términos técnicos y fisiológicos como si fuesen perfectamente acordes.
Desde las alas derretidos de Icaro cayendo al mar por su insensatez, el 5 de julio de 1785 Joseph y Etienne Montgolfier mostraron, a los habitantes de Annonay, el primer globo relleno de humo de lana quemada que se elevó al cielo. Años más tarde, Wilbur y Orville Wright, en 1903, consiguieron volar por primera vez con un aparato más pesado que el aire. Y el 21 de julio de 1969, Armstrong pisó un suelo distinto al de todos sus antepasados.
La aventura espacial del hombre adámico arrojado al espacio sideral confiado en la palabra de Dios. Por su parte, Arthur Trent (personaje de Asimov) confiado en el computador, heredero de los autómatas y las maquinas robóticas, nos muestra que confiamos en el conocimiento acumulado por la experiencia empírica e intelectual.
Si aquel primer explorador lunar confía en su fe, éste otro confía en el primer escrutador del cielo; el cual condujo al registro de las estrellas hasta asentarse en las cartas estelares. Pero no fue hasta 1886 cuando el astrónomo David Gill propuso la elaboración de una carta fotográfica de todo el cielo, que fuese precisa y de gran escala. Paul y Prosper Henry, del observatorio de París, habían proyectado un instrumento fotográfico para reproducir la Vía Láctea, la carta así compuesta se calcula contiene cien millones de estrellas.
Por la distancia entre ellas y la cantidad de las mismas no era suficiente, había que indagar en la composición del mecanismo divino, para saber de qué estaban compuestas, si eran útiles para la vida, y poder reconocer su composición química. De allí la espectroscopia, que analiza los espectros de las radiaciones producidas por las distintas sustancias, en particular, el estudio del espectro de la luz visible. La cual ha desempeñado un papel central en la física atómica, al proveer datos que han servido para forjar hipótesis sobre la constitución de los átomos y las moléculas.
Fueron Newton y Huygens, los primeros en estudiar que cuando un haz de luz blanca incide sobre un dispositivo de difracción de luz, emerge de éste un haz de rayos divergentes de diversos colores, que proyectarse sobre una pantalla pueden observarse bandas que reproducen los colores del arco iris, a estas bandas en conjunto se llama espectro.
Las bandas espectrales son características de cada cuerpo. Esto permite utilizar el espectroscopio para individualizar cada sustancia o cuerpo contenido en una muestra cualquiera; lo que permite descubrir la existencia de sustancia. De esta manera, Bunsen y Kirchhoff descubrieron el Litio. Durkeim descubrió el Celsio y el Rubidio.
El análisis espectral será cualitativo si se limita a indicar los elementos que entran en la composición del cuerpo observado. En cambio, será cuantitativo si por medio del estudio de las intensidades relativas de las distintas frecuencias se llega a determinar las cantidades relativas que se encuentran los elementos de la muestra.
Gracias al análisis espectroscópico, los astrónomos pueden clasificar las estrellas, de acuerdo con el aspecto de su espectro luminoso. Los tipos más importantes que van de las estrellas frías hasta las calientes, éstos son designados con las letras: O, B, A, F, G, K, M.
La condición de querer conocer, con anterioridad, el territorio donde el hombre intelecto se dirige, lo hace diferente del primer hombre que compelido por lo divino da el "salto" a la tierra desconocida. Sin embargo, la incertidumbre de no conocer todas las circunstancias los asemeja. Así el homo sapiens ha desarrollo dos modos generales de conocer, el modo deductivo que parte de un principio general ya conocido, e infiere de él consecuencias particulares. La función de éste en la investigación científica consiste, primero, en hallar el principio desconocido de un hecho conocido, se trata de referir el fenómeno a la ley que lo rige; la segunda función radica en descubrir la consecuencia desconocida de un principio conocido, esto es, si se conoce cierta ley se puede aplicar ésta casos particulares menores.
El conocimiento inductivo, por su parte, se remonta desde los conocimientos particulares hasta las leyes y principio generales. Este modo de conocer para llegar a la formulación de la ley definitiva recorre las etapas de la observación de los hechos, la formulación de las hipótesis mediante la experimentación y, por último, la formulación de la ley definitiva.
Desde aquel hombre desnudo que sale apresuradamente del Edén, quien tenía como único conocimiento su relación con el primer principio, desde el cual tenía que hacer devenir todas las cosas, donde lo particular tenía que ser concebido necesariamente como lo general, así ese hombre dedujo su mundo de Dios. Su cosmovisión descubre que consiste en develar que los particulares devienen de la causa primera, en cuanto manifestación de esa realidad divina.
Pero por la actividad sacrílega del conocimiento e insistir en averiguar en los predios de Dios deviene el conocimientos opuesto. Posiblemente por la modesta naturaleza del hombre, al cual sólo compete lo finito y particular, así éste siguiendo el camino de Occidente descubre la segunda puerta del Edén y con ella el conocimiento inductivo. De este modo, asalta la morada de Dios propugnando desde lo particular, de lo contingente, el reino de las leyes de la naturaleza. Además vuelve a desacralizar el conocimiento eterno al erigir el conocer como un conocimiento contingente de utilidad.
Cuando el Guardián de la puerta del jardín recibió el mandato de custodiar dicha puerta, el hombre adámico no tuvo elección. Sólo fue obediencia. Sin embargo, el mundo se abría ampuloso, no había razón alguna de pensar en lo probable, porque su destino de conocer el mundo había sido marcado por aquel mandato. El hombre adámico venía del paraíso donde lo contingente estaba ausente. Ahora su andar está expuesto al mundo de lo posible, de lo probable.
De aquel mundo donde el suceso era uno, es arrogado al mundo de lo variable. Entre lo azaroso y lo lúdico llega al estudio del azar, lo antidivino. El estudio del azar como conocimiento se produce a mediados del siglo XVI por Cardano en el "Libro de los juegos de azar". Un siglo más tarde, el Caballero de Meré al plantearle a Pascal un problema práctico da lugar a un nuevo paso que condujo a la expresión cuantitativa de la probabilidad, con lo cual siglos después se permitió a Arthur Trent pensar en la probabilidad del "salto".
De la teoría de la probabilidad se desarrollaron los estudios de tipo estadísticos. En la "teoría de los errores" de Legendre aparecen los resultados más importantes, recibe por parte de Gauss una clasificación geométrica, para ser definitivamente formulada por Laplace en su "teoría analítica de las probabilidades" de 1812, con esto se abrió la probabilidad de tratar en términos probabilísticos aquellos problemas en los que el número de resultados posibles es infinito.
El uso cotidiano de los términos probablemente, probable y probabilidad se emparentan en el sentido común como posiblemente. Es utilizado como algo que puede acontecer siendo posible que no ocurra, o con un alto grado de que algo suceda o no. Dos enunciados expuesto por Poisson, en "Rechercher sur la probabilité des Jugements" definen la ciencia de la probabilidad, primero, como "la probabilidad de un evento es la razón que tenemos para creer que ha tenido lugar o que lo tendrá; segundo, la medida de la probabilidad de un evento es la razón entre el número de casos favorables al evento y el número total de casos, favorable o contrarios, y todo igualmente posibles de que ocurran".
De estos enunciados se deduce que el término probabilidad tiene referencia con el estado de nuestro conocimiento de las circunstancias, en las cuales un evento puede acaecer o no. Con el grado de información que se posee acerca de determinadas circunstancias de un evento varia la razón para pensar que dicho evento acaecerá o no. Una perfecta familiaridad con todas las circunstancias, que afectan la ocurrencia de un evento, trocará la expectación en certeza. Por tanto, en este caso no hay ocasión para una probabilidad.
El mundo físico y espiritual se muestra como un espacio total de todos los puntos muestrales. Pero esta totalidad resulta imposible de abarcar, por eso el hombre reduce a ámbitos particulares los objetos de investigación. De los cuales obtiene datos mensurables, pro observación de sucesos fuera de su control o por la experimentación controlada y supervisada. El campo experimental por el cual se obtiene una observación o medición.
Los elementos que conforman el experimento se denominan "puntos muestrales", y al conjunto de todos los puntos muestrales se le denomina "espacio muestral", se representa con el símbolo "S" y dice que "S" es la totalidad de los puntos muestrales. Si se toma una parte o colección específica de puntos muestrales a esto se le llama "suceso", éstos se dividen en simples y compuestos. Los primeros se definen como el suceso que no puede ser descompuesto y estos sucesos se simbolizan con "E", se les agrega un subíndice "Ei", por ejemplo.
Los sucesos compuestos, por su parte, son la mayoría de los sucesos de interés en situaciones prácticas. Éstos requieren de un gran número de puntos muestrales y se forman por alguna composición de dos o más sucesos; la composición tiene lugar en alguna combinación de las formas de "Unión" o "Intersección".
En este conjunto de probabilidades se da la encrucijada en la cual se encuentra Arthur Trent, como ser expulsado del paraíso terrenal. En este personaje se da el conflicto del "salto", si en el mundo primigenio fue la desesperación, la incertidumbre de lo naciente. Ahora Arthur Trent a la distancia del hombre adámico se encuentra armado de teorías científicas. No obstante, se encuentra en la agonizante espera de la incertidumbre de lo nuevo, del mundo que se explaya para ser recorrido. Si el hombre adámico es el inicio del recorrido, Arthur Trent es el fin del mismo.
Autor:
Obed Delfín
Lic. en Filosofía
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