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La educación para la salud: instrumento en el desarrollo de actitudes

Enviado por esperanza cueva


    Introducción

    Las personas tenemos la peculiaridad de tomar conciencia de lo ocasional más que de lo habitual. Nos damos cuenta de lo que poseemos sólo cuando lo perdemos. Esto nos ocurre con la salud, que la valoramos cuando no la tenemos y llegamos a conceptualizarla en función de su pérdida, revelando cierta incapacidad en reseñar las características de nuestro estado más habitual, que es el saludable.

    Esto cobra importancia al trasladarlo a la escuela, pues convertimos con facilidad la Educación para la Salud en una serie de contenidos informativos para prevenir y luchar contra la enfermedad, en lugar de presentar una visión positiva de mejora de nuestra calidad de vida. Al final, la entendemos como una carga en nuestros apretados currícula y no como un instrumento que facilita el trabajo y lo hace más agradable

    . Si consideramos la Educación para la Salud como un recurso didáctico, nos preguntamos: ¿Cómo podemos utilizarlo en el aula? ¿Influye de alguna manera en otras materias curriculares? ¿Es necesario generar actitudes hacia ella? ¿En quién debemos generar actitudes, en el alumnado o en el profesorado? ¿Hay que generar actitudes hacia la salud o bien es la salud una fuente de actitudes?

    Objetivos

    • Determinar actitudes positivas para mejorar la calidad de vida

    • Generar actitudes positivas para la enseñanza y aprendizaje

    • Lograr de la educación para la salud como un ente planificador

    EDUCACION PARA LA SALUD INSTRUMENTO EN EL DESARROLLO DE ACTITUDES

    ¿Que concepto de educación para la salud?

    Son muchos los conceptos de salud que se han ofrecido desde que, en 1946, la OMS la definiera como "el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedades e invalideces". Un factor común a todos estos conceptos es la superación de la idea de salud como la ausencia de enfermedad, y el esfuerzo por presentar los aspectos positivos del término. Así, Dubos (1959) considera la salud como "el estado de adaptación al medio y la capacidad de funcionar en las mejores condiciones en dicho medio". Aunque cada definición hace hincapié en determinadas facetas, generalmente éstas suelen recoger las aportaciones más interesantes de sus predecesoras.

    Comentaremos brevemente la que presentó la Oficina Regional de la OMS para Europa en 1985, ya que nos basamos en ella para nuestra concepción de la educación para la salud en la escuela. En esta ocasión, la OMS indica que "la salud es la capacidad de realizar el propio potencial personal y responder de forma positiva a los retos del ambiente". Se considera un recurso para la vida, pero no su propio objeto. Esta concepción abandona la idea de salud como un estado o situación, más o menos utópica, y la presenta como una conquista diaria al señalar la importancia del desarrollo de las capacidades individuales. No se trata de algo acabado, que se tiene o no se tiene, sino de un proceso permanente y continuo por el que podemos mejorar nuestra calidad de vida y conseguir cada vez mayores cotas de salud. Ahora bien, estas capacidades personales están en función del ambiente en que se vive. No se trata, simplemente, de adaptarse y sobrevivir en él, sino de procurar su transformación.

    Nuestro concepto de salud no sólo considera la dimensión de desarrollo personal, sino también la ecológica de interacción con el medio. De esta manera, entendemos la Educación para la Salud como "el conjunto de estrategias de enseñanza-aprendizaje que permite a la persona analizar el entorno y que mejora su capacidad de funcionamiento en ese contexto" (Gavidia, 1993).

    El análisis del entorno identifica los factores que entrañan posibles riesgos para la salud y los que pueden significar mejoras. El aumento de la capacidad de funcionar implica la adaptación como necesidad para sobrevivir a las continuas modificaciones fisicoquímicas y sociales que se producen en nuestro medio, y la superación de los problemas generadores de tensiones. Esta adaptación no es unidireccional, de la persona hacia el entorno, sino bidireccional, ya que también comporta la modificación de ese entorno para acercarlo a la naturaleza de las personas, haciéndolo más humano, habitable y amable. La Educación para la Salud en la escuela no trata de desarrollar exclusivamente los consabidos tópicos sobre la higiene, la vacunación, la alimentación, el SIDA, las caries, etc., sino que pretende, fundamentalmente, el desarrollo personal de alumnos y alumnas, procurando el ambiente adecuado en el que se pueda dar el aprendizaje y el desarrollo de pautas de conducta libremente elegidas. Esta forma de entender la Educación para la Salud significa equiparar salud y aprendizaje, y considerar éste como motor de nuestro desarrollo personal. Aprendemos actitudes, conductas, valores, procedimientos, conceptos. Nuestro propio crecimiento cultural significa la interiorización de este aprendizaje y su puesta en práctica. De ahí, su importancia en la vida de las personas.

    ¿Qué actitudes hay que promocionar?

    El término "actitud" forma parte del lenguaje coloquial y, normalmente, es utilizado para explicar por qué las personas tienden a comportarse de la manera como lo hacen. Aunque se caracteriza por su ambigüedad, es una organización de inclinaciones, sentimientos, prejuicios, miedos, convicciones, ideas preconcebidas, creencias, etc., relativamente duradera y estable, acerca de un objeto, persona o situación, que predispone a responder de un modo determinado.

    Las actitudes no son innatas, sino que se aprenden; y no se generan en el vacío, sino que necesitan de un contenido conceptual para su formación. Sabemos que para la adquisición de conceptos se requiere cierta actitud, y el desarrollo de una actitud requiere una base conceptual.

    Esta especie de tautología nos indica que ambos procesos deben tener lugar simultáneamente. Para que tenga lugar el aprendizaje, en el modelo de cambio conceptual, las nuevas ideas deben reunir las condiciones de ser inteligibles, plausibles y fructíferas (Hewson, 1992). Estas condiciones son otorgadas por la persona que aprende, desde la posición que ocupan sus esquemas mentales y sus actitudes, concediéndoles el status necesario para hacerlas interesantes y lograr su aprehensión. Las actitudes son necesarias para cualquier aprendizaje y se mantienen y refuerzan por la valoración positiva de éste. En este sentido, la actitud puede considerarse causa y efecto del aprendizaje. No obstante, entender que las actitudes están exclusivamente ligadas a determinados contenidos sería equipararlas a la motivación y, por tanto, reducir sus dimensiones. Las actitudes poseen otro objetivo: contribuir al desarrollo personal del individuo mediante la adquisición de valores, que son principios de norma, es decir, la guía de conducta ante situaciones que implican elección, predisposiciones estables y positivas de la personalidad (Bolívar, 1992; Escamez 1993). Consideraremos las dos clases de actitudes: las que están directamente relacionadas con los contenidos de aprendizaje y las que se refieren a la creación de valores. Esto lo hará tanto el alumnado como el profesorado, pues entendemos que la enseñanza no tiene sentido si no es en función del aprendizaje, por lo que la atención en la generación de actitudes debe recaer en ambos.

    La educación para la salud generadora de actitudes en el alumnado

    La Educación para la Salud debe generar actitudes positivas hacia la salud, que es un bien en las personas y un recurso para mejorar su calidad de vida. Estas actitudes irán dirigidas hacia el aprendizaje de sus contenidos, y hacia la creación de valores que signifiquen normas de conducta. Las cuestiones de salud tienen un fuerte atractivo en el alumnado, porque les afectan directamente y les encuentran una rápida utilidad. Las estrategias que hay que utilizar para generar actitudes hacia su estudio serán, en principio, semejantes a las empleadas en otras materias: partir de los esquemas mentales del alumnado para que el aprendizaje sea significativo, presentar situaciones problemáticas con una intención constructiva, propiciar en el alumnado la sensación de descubrimiento, etc., aunque en este caso será más sencillo, debido a la buena predisposición existente.

    El aprendizaje de temas de salud no deriva en una modificación inmediata del comportamiento, por lo que la Educación para la Salud no puede quedarse en los contenidos, sino que debe procurar el desarrollo de actitudes que faciliten las conductas derivadas. Debemos prestar especial atención a esta cuestión, ya que estamos sanos por lo que hacemos, no por lo que sabemos. Las actitudes, entonces, deben dirigirse hacia la creación de valores individuales, de forma que determinadas conductas pasen a formar parte del sistema de valores de la persona.

    Esto se consigue cuando se desarrolla la capacidad de elección y, especialmente, cuando hay que optar entre varias posibilidades con repercusión sobre la calidad de vida de uno mismo y de los demás. Todas las personas psicológicamente sanas tienden hacia la coherencia entre lo que piensan y su forma de actuar, por lo que mostrar una información que produzca un cierto desequilibrio psíquico puede resultar motivación suficiente para generar el deseo de cambio de proceder. Estas actitudes hacia la modificación de conductas pueden no resultar suficientes para consolidar comportamientos. Esto se debe a que son necesarios los elementos facilitadores y reforzadores de las decisiones tomadas. Ambos se encuentran en el entorno social; son los que hacen fáciles las acciones decididas y los que ofrecen el conjunto de beneficios que obtener por la continuidad de dicha conducta.

    De aquí la importancia que concedemos al análisis de la influencia que el entorno ejerce sobre nosotros.Los valores personales generados por la Educación para la Salud, como la superación personal, el aprendizaje, la autoestima, etc., no sólo son necesarios para la modificación de conductas, sino que mediante ellos podemos intervenir en la mejora de la predisposición hacia el propio aprendizaje. De esta manera, al generar actitudes sobre la salud, estamos contribuyendo al desarrollo de actitudes hacia el aprendizaje de otros contenidos.La generación de actitudes hacia la salud en las primeras edades de los alumnos y alumnas tiene lugar por imitación de las personas que les sirven como referencia (madres, padres, familias, profesorado, etc.) y aceptando, sin cuestionar, las normas existentes.

    En esta etapa, más que intentar la conceptualización de sus comportamientos, lo que importa es la adquisición de hábitos saludables. A partir de la Educación Secundaria, ya se necesita una base conceptual. Su "aprendizaje significativo provoca la movilización de actitudes" (Yus Ramos, 1993), lo que es necesario pero, a veces, no suficiente para la reafirmación o modificación de conductas. Hay que desarrollar actitudes hacia los contenidos de salud, estudiar el entorno para comprobar hasta qué punto condiciona nuestra conducta, generar actitudes que incidan en los valores relativos al desarrollo personal y realizar actuaciones que intervengan en la creación de un clima social favorable a determinados procederes.

    A continuación presentamos dos ejemplos aplicados a la prevención del tabaquismo. En ellos trabajamos contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales, y analizamos la posible influencia que posee el entorno en el desarrollo de la conducta hacia el tabaco. La reflexión sobre los datos que se obtienen en la actividad sirve para generar un pequeño "desequilibrio psíquico" que motive la modificación o reafirmación de determinadas costumbres. Para entender nuestra estrategia debemos tener presentes los siguientes aspectos: Nuestra acción no se centra en la pretensión de que los alumnos y alumnas que fuman dejen de hacerlo, sino en que los que no fuman se mantengan en su postura.

    No bastan unas pocas actividades para generar actitudes que sean predisposiciones estables. Es necesario un largo proceso.

    Son muchas las personas, tanto fumadoras como no fumadoras, que, a un cierto nivel de concentración, no pueden identificar los sabores; pero si la muestra es suficientemente amplia, superior a 10, los resultados suelen ser claros. El análisis de resultados permite demostrar que las personas fumadoras, en general, tienen una pérdida de la capacidad de identificar los sabores.

    La educación para la salud generadora de actitudes en el profesorado

    La Educación para la Salud puede generar actitudes positivas en el profesorado, si éste descubre que facilita y mejora la calidad de su trabajo profesional. Esto se consigue por tres motivos:

    · Por contribuir a la reflexión que éste realiza sobre el objetivo de su trabajo.

    · Por ser un auxiliar importante en la planificación y diseño del currículum.

    · Por facilitar la puesta en práctica de las actividades de enseñanza aprendizaje.

    Sobre la planificación del trabajo

    No es fácil la participación de la comunidad educativa, padres, alumnos y agentes sociales en el establecimiento del Proyecto Curricular de Centro. Sin embargo, la Educación para la Salud es un instrumento que canaliza y posibilita el derecho a tomar parte en la determinación del tipo de escuela que se quiere y a concretar los valores y actitudes que se desea transmitir.

    En cuanto a la planificación del trabajo docente, nos encontramos con dos posibilidades: responder a los objetivos marcados desde cada una de las áreas o diseñar el trabajo disciplinar alrededor de temas relacionados con la salud. Son los dos modelos básicos de trabajar la transversalidad. Desde las áreas, los temas de salud sirven como ejemplos para comprender mejor los contenidos disciplinares, al tiempo que se responde a las necesidades e intereses del alumnado y de la sociedad.

    Esto ocurre cuando, al estudiar las palancas o las fuerzas en Ciencias de la Naturaleza, usamos las articulaciones, los músculos, los huesos y la higiene postural como modelos; cuando, al realizar análisis y comentarios de textos en Lengua y Literatura, empleamos los que hacen referencia a la coeducación o a la sexualidad; cuando, al estudiar los movimientos migratorios de la población en Ciencias Sociales, tratamos las ventajas que adquieren las poblaciones que reciben la inmigración, ofreciendo una visión que demuestre la irracionalidad de las posturas racistas o xenófobas, etc. La otra forma de utilizar la Educación para la Salud en el diseño del currículum consiste en situarla como eje de la enseñanza aprendizaje, lo que significa organizar los contenidos disciplinares alrededor de la salud. Estos temas, presentados con un enfoque globalizador (Zabala, 1994), son de una gran potencialidad didáctica. En ellos se seleccionan cuestiones de varias áreas, con la idea de conectar con los esquemas mentales del alumnado y no con la pretensión de acumular mucha información.

    Así, podemos tratar temas como la alimentación, la sexualidad, la publicidad, el agua, las drogas, etc. que poseen muchas posibilidades de aglutinar contenidos disciplinariamente muy diversos, pero muy próximos a la realidad del alumnado.

    Sobre el desarrollo de las actividades de enseñanza-aprendizaje

    La Educación para la Salud facilita el desarrollo de actividades de aula por la buena predisposición que tiene el alumnado para el estudio de estos temas, lo que les lleva a participar activamente en la secuencia de enseñanza-aprendizaje diseñada.

    Asimismo, la Educación para la Salud trabaja la autoestima, ya que potencia el desarrollo de las capacidades de elección, las pautas de conducta, y procura y facilita su puesta en práctica. Esto supone la consideración de la vertiente cognitiva (autoconcepto), la comportamental (autorrealización) y la afectiva, lo que genera un clima positivo y enriquecedor en el aula.

    La creación de ambientes en los que se potencie la creatividad, la expresión de sentimientos, la autonomía personal, las relaciones interpersonales, la afectividad, etc., genera en el alumnado actitudes positivas hacia la escuela y el aprendizaje.Ésta es la mejor fuente generadora de actitudes positivas en el profesorado, hacia los temas o procedimientos que consiguen estos resultados.

    Conclusión

    Generar actitudes hacia la salud es relativamente sencillo, pues existe una predisposición para solucionar los problemas cotidianos y para mejorar nuestra calidad de vida. La dificultad reside en convertir estas actitudes en comportamientos.

    La Educación para la Salud es generadora de actitudes positivas hacia la enseñanza-aprendizaje, por los siguientes motivos:

    · Puede presentar situaciones problematizadoras sugerentes y personales, en las que se trabajen diversos contenidos disciplinares.

    · Crea actitudes positivas hacia el aprendizaje al contribuir en el desarrollo de valores personales.

    · Ofrece nuevas dimensiones a los objetivos de enseñanza.

    · Es un instrumento útil para planificar el currículum, ya que se puede considerar la salud bajo las diversas modalidades que ofrecen las líneas transversales.

    La Educación para la Salud tiene la capacidad de generar actitudes positivas en el alumnado, lo que motiva al profesorado para mejorar su trabajo, que, a su vez, repercute positivamente en aquél. De esta forma, se puede formar una espiral que convierta a la escuela en un lugar saludable, Donde tenga lugar el desarrollo de las capacidades de todas las personas que en ella conviven y trabajan.

    Bibliografía

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    Autor:

    Obstetra Esperanza Cueva Rossel

    Juliaca- Perú