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    Es mejor que renuncie quien no pueda unir su horizonte a la subjetividad de su época.

    J. Lacan, Escritos 1

     

    Lamentaba, uno de estos días, no andar con la cámara fotográfica, cuando marchando con mi auto, por mi costado y en bicicleta, pasó un adolescente. Ropa suelta y colorida, el pelo muy negro, pero lo interesante no era eso sino que tenía teñido, en rubio, tres signos de preguntas en su cabeza y me pareció la metáfora justa acerca de lo que le viene sucediendo a los adolescentes.

    Ahora ¿A quién les están dirigidas esas preguntas? Este trabajo intenta mostrar que esas Preguntas están dirigidas a nosotros, los adultos. Preguntas acerca de un destino al que los jóvenes no consiguen arribar. No siempre nos vamos a encontrar con jóvenes que tengan teñido su pelo exponiendo tres signos de pregunta, en todo caso y no es una tarea simple, habrá que leer entrelíneas que en aquello que hacen se esconde una pregunta, una demanda a ser interpretada. La pronta exogamia, la calle como lugar de hábitat, el consumo de diversas drogas, la trasgresión a la Ley social, la violencia, son el modo que reviste la pregunta, son otras formas posibles de declarar.

    Equivalente a la niñez, la adolescencia presenta una etapa del "¿por qué? " no solamente, como en el caso de los niños, para comprender y apropiarse del mundo nuevo, sino como el modo de confrontar y poner a prueba, la consistencia de los adulto y su mundo. Hacia ahí van dirigidas las preguntas, a los adultos supuestamente crecidos, ocupando un lugar también supuesto, en la sociedad.

    ¿Y qué lugar hay para los adolescentes? No podemos pensar ninguna etapa de ningún sujeto, sino es en un momento social determinado. Hoy que los adultos no tienen un lugar propio o el mismo es vacilante. Hoy que faltan los modelos, próceres (tan necesario para que el joven pueda identificarse) y abundan "ídolos" fácilmente desechables y reemplazables. La permanencia va perdiendo valoración, ganando presencia lo descartable, lo marginal, lo de afuera. El joven en tránsito a la adultez necesita un trato humanizante, un espejo social donde verse y proyectarse, y parece que eso está obstruido. Señala Freud que en la pubertad "…simultáneamente al vencimiento y repulsa de estas fantasías claramente incestuosas (impulsos sexuales del niño dirigido a los padres) tiene lugar una de las reacciones psíquicas más importantes y también más dolorosas de la pubertad: la liberación del individuo de la autoridad de los padres, por medio de la cual queda creada la contradicción de la nueva generación con respecto a la antigua, tan importante para el progreso de la civilización."

    Los problemas que hallamos los analistas son: que no se escucha ni se encuentra contradicción alguna entre la nueva generación y la anterior, sino más bien competencia, incomprensión y aislamiento. La civilización, si es que progresa, lo hace para unos pocos y el resto está asistiendo, con su malestar mediante, a un cambio signado por la inestabilidad y la incertidumbre. Todos necesitamos un horizonte, aun más los jóvenes. No hay una real liberación ni una real autoridad y esa es la crisis adolescente.

     

    SÍNTOMA ADOLESCENTE

    En la década del cincuenta Jacques Lacan ya decía, "…el síntoma del niño está en posición de responder a lo que hay de sintomático en la estructura familiar..". Es sabido que el síntoma es una metáfora, como una pintura rupestre a ser descifrada y que guarda un sentido. No siendo cualquier cifrado, el síntoma es un texto que habla de una verdad que el sujeto desconoce, o que en todo caso conoce parcialmente y conlleva un sufrimiento. Síntoma que perturba su "aparente" armonía y por este padecimiento es posible que llegue a la consulta.

    Retomando la frase de Lacan y parafraseándolo, diría que el síntoma del adolescente está en posición de responder a lo que hay de sintomático no sólo en la estructura familiar, sino en la social. El adolescente oscila entre conservar actitudes de niño, dependientes de los padres, y el ir arribando a una posición adulta, para finalmente conquistar su autonomía externa, por fuera de la estructura familiar. Pero el drama adolescente actual, está en que la sociedad no facilita este despegue, mas bien lo obstaculiza. Antiguamente, sin ir muy lejos en el tiempo, los adolescentes tenían el obstáculo, diría casi natural, de la familia, en aquellas que impedían o no acompañaban su tránsito a la independencia. Padres que, por conflictivas propias y / o de la pareja, no aceptaban el drama del pasaje del tiempo y sus avatares, del hijo que deja de ser un niño, que se puede ir de la casa, con todo lo que ello conlleva para la pareja. Hoy se agrega un macro-obstáculo: la sociedad.

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