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El desconocido que no se conoce a sí mismo ¿Necesitamos a los “santos” como intercesores? (página 2)

Enviado por Maite Valderrama


Partes: 1, 2

Ya sólo la falsa imagen del Dios que castiga, que observa a Sus hijos desde la lejanía para responder con un castigo a cada uno de sus movimientos pecaminosos, que los manda a la condenación eterna, impide una comunicación directa. Puesto que a consecuencia de ello ya no es posible sentir ni captar el apoyo en el propio interior, el hombre se agarra a la brizna de hierba que se ofrece en lo externo como ancla de salvación: Cree en las promesas de salvación de aquellos que toman la palabra "Cristo" en los labios y fingen servir a Dios y a los hombres.Dices con razón que los creyentes de iglesia reflexionan demasiado poco sobre la enseñanza de Jesús, e igualan la enseñanza de la iglesia con la enseñanza de Jesús. Quien establezca comparaciones entre la enseñanza de Jesús y la enseñanza de la iglesia, pronto advertirá que la enseñanza de la iglesia tiene muy poco que ver con la enseñanza de Jesús, la enseñanza cristiana. La enseñanza institucional conserva fragmentos de la enseñanza de Jesús y por esto opina poder llamarse "cristiana".

¡Cuánto tiempo necesita el hombre para comprender por fin lo que quería Jesús! Desde hace 2000 años lucha Jesús, el Cristo, para que los hombres comprendan por fin en su corazón que no se necesitan ni templos externos ni iglesias de piedra, sino sólo la purificación del propio templo, del hombre, de lo pecaminoso, de forma que el reino de Dios, que está en el interior del hombre, pueda hacerse visible en el exterior, en la paz y en el amor a Dios y al prójimo.Los verdaderos profetas de Dios fueron y son profetas del pueblo. Vinieron y vienen la mayoría de las veces de fuera, es decir, no de entre las filas de los escribas. Dios, el eterno, los envió siempre al pueblo, no importa qué fe tenía éste, pues para Dios no existen las diferentes formas de creencia. El desea que todos Sus hijos hagan Su voluntad, que se puede encontrar en los Diez Mandamientos y en las enseñanzas de Jesús.

Si la humanidad aspirara al reino del interior, este mundo sería más luminoso, la Tierra estaría sana y los hombres serían pacíficos. Todos los hombres serían entre sí hermanos y hermanas unidos en el Rey, que vive en el reino del interior. Su vida sería entonces la vida del Sermón de la Montaña, y las leyes del reino interno serían también las leyes del género humano en Dios: igualdad, libertad, unidad, fraternidad y justicia.

 El contemporáneo crítico:

En mi opinión, parece como si los fundadores de la iglesia católica hubiesen procedido de la siguiente manera: en lugar de enseñar a los hombres la enseñanza práctica del Sermón de la Montaña, cuya puesta en práctica hubiese sido para su vida interna y externa una ayuda de valor inestimable, levantaron una especie de imagen ritual de culto. Elevaron la figura de María y la proveyeron con una aureola de gloria, que la "verdadera" María, la mujer sencilla que vivió en Palestina hace 2000 años, con toda seguridad no hubiese aprobado. A María se le adjudican toda clase de maravillas y poéticamente se le suscribieron muchas cosas. La imagen de culto así surgida fue entonces aceptada evidentemente de buen grado por los creyentes.Por esta razón, seguí la pista a la pregunta de sobre qué raíces místicas se basa el culto a María. De un estudioso de la ciencia religiosa me enteré de algunas cosas. El me explicó, según el sentido de sus palabras, que la adoración a María como "madre de Dios" procede del culto a Isis. En el concilio de Efeso (431) se puso a María en el lugar de Diana y de Artemisa. Muchos títulos de las antiguas divinidades matriarcales pasaron a María -más exactamente al "culto de María"- : "reina de los Cielos", "misericordiosa", "inmaculada", "madre de Dios", etc. El concilio de Èfeso declaró a la madre carnal de Jesús como "madre de Dios" e hizo de ello un dogma. ¿No se despierta con este concepto la idea, o sea se acepta conscientemente que María está por encima de Dios? En consecuencia ella sería la madre de Dios y Dios, su hijo.

 Respuesta del profeta:

La madre María no puede ser la madre de Dios.

Dios era y es eternamente. Dios es la gran ley del amor onmipresente que actúa en todo. Dios es, por tanto, Ser omnipresente. Dios es todo en todo. Tanto se trate de los astros como de los reinos de la naturaleza, o bien de los seres espirituales, de las almas o de los hombres, Dios es la fuerza omnipresente, la vida eterna. Dios, el amor infinito, estaba en Jesús como fuerza y luz y está en cada uno de nosotros, de forma omnipresente. El Eterno, Uno Santo, el Padre eterno de los Cielos es la manifestación que emana de Su ley omnipresente del amor. Es la ley comprimida del amor, de la paz y de la armonía. Dado que el Uno Santo eterno, el Padre celestial de todos nosotros, es la manifestación que emana de Su sagrada ley del infinito, DIOS, el Padre eterno, se le llama también Dios-Padre. Jesús, en el que estaba encarnado el Cristo, el hijo del Supremo, el Corregente de los Cielos, cumplió el amor a Dios y al prójimo, de forma que al Espíritu Santo, Dios, a la Ley Eterna, le era posible traspasarlo por completo, es decir, colmarlo con su corriente. Por lo tanto, la madre de Jesús no puede ser la madre de Dios, porque Dios, el Espíritu Omnipresente, la Ley del Amor, está en todo. Es la fuerza eterna fluente, que traspasa con su corriente y mantiene a todo ser. Dios es por tanto la ley, la vida.

Si María fuese realmente la "madre de Dios", habría para Dios un comienzo, y donde hay un comienzo, hay también un final, pero Dios es Ser eterno por toda la eternidad, eternamente existente. No tiene comienzo alguno, no fue por tanto nacido de la "madre de Dios" -eso es imposible-. La "madre de Dios" tampoco puede ser la madre de Dios-Padre, pues en Jesús no se encarnó el Padre eterno mismo, sino que Su ley del amor, la vida omnipresente, le traspasó completamente. Jesús no dijo ser Dios, el Eterno, sino que El dijo: "Mi Padre es más grande que Yo". Así El dio a conocer que es el Hijo de Dios, y no Dios-Padre mismo. El tampoco habló nunca de que su madre carnal María fuera la "madre de Dios", o incluso la madre del Padre eterno. ¿Cómo puede ser la madre de Jesús la "madre de Dios", si Jesús es el Hijo de Dios? ¿Cómo puede María ser santa, si solamente hay un único Santo, Dios, nuestro Padre eterno?

 El contemporáneo crítico:

En la iglesia católica María tiene la categoría de "santa", también por la razón de que supuestamente – al igual que Jesús de Nazaret – no estaba manchada por el pecado original. Todos los demás hombres, así como el resto de los llamados "santos", han venido al mundo con esta mácula.

 El profeta:

El llamado pecado original no debe ser visto como una mácula del alma debida a una culpa propia. Quisiera describir al pecado original como una especie de "pecado global de la Caída", que parte desde el acontecimiento de la Caída. Cada ser divino, ser espiritual, que de la existencia eterna va a la Tierra y a la encarnación, deja en la existencia eterna una parte de su poderoso potencial de luz, que es el camino divino, el imán divino del alma, para regresar de nuevo a la existencia eterna, a su hogar paterno. En el camino hacia la Tierra, a la encarnación, el alma toma también consigo una parte del pecado que surgió por el hecho de la Caída. Esta parte que se lleva cada alma se llama "el pecado original".

Es un dogma el hecho de que el cuerpo espiritual de la portadora de la Misericordia, llamada María como ser humano, y el cuerpo espiritual del Corregente de los Cielos, como hombre llamado Jesús, hubiesen venido a la dimensión temporal sin esta parte del llamado pecado original. Un dogma es algo institucional de la iglesia y no tiente nada en común con la verdad eterna. Este dogma está en contradicción con el principio de la igualdad divina de todos Sus hijos.

 El contemporáneo crítico:

Perdona Gabriele que te interrumpa. Lo que explicas aquí es completamente nuevo para mí: en ningún lugar he oído ni escuchado jamás nada semejante. En vano busqué en la infancia una explicación para el "pecado original" -y tú me das ahora la aclaración-. Te lo agradezco. Me alegro de que por fin se arroje luz en esta oscuridad. En tus palabras sentí en seguida: "Sí, esta es la verdad. ¡Así es!" -pero también tengo que admitir que todavía no lo comprendo del todo, es decir, que aún no entiendo el contexto.

Con el término "pecado original" hasta ahora la mayoría de las veces asociaba rápidamente engendramiento y concepción. En las clases de religión se dejaba entender que estos procesos estaban en relación con la mácula del alma.

 El profeta:

Engendramiento y concepción – procesos necesarios según las leyes naturales dadas por Dios, para posibilitar a las almas una vida terrenal -con las palabras "inmaculada concepción", los presenta la iglesia institucional como algo pecaminoso-. Pero si queremos relacionar la concepción inmaculada con el engendramiento, resulta algo espinoso. ¿Cuál es la voluntad de Dios a este respecto? Dios desea que Su ley del amor se viva en los matrimonios entre hombre y mujer. Si esto sucede en el sentido correcto, surge también el deseo de tener hijos, e hijos son engendrados. Por tanto, si en ambos cónyugues existe el deseo de tener hijos, este proceso no constituye mácula alguna, ninguna carga del alma o del cuerpo.

¿En qué se basa la degradación de este proceso natural? Debido a que las autoridades de la iglesia católica evitan el matrimonio y no fundan ninguna familia, pero muchos se ocupan en pensamientos y de tanto en tanto también físicamente con la sexualidad, y dado que estos deseos no pueden admitirse ni cumplirse, para alguno de entre las autoridades eclesiásticas el engendramiento de un hijo es algo que se puede incorporar a la "inmaculada concepción".

Si hay que excluir lo que corresponde a las leyes de la naturaleza y por tanto a la voluntad de Dios, esto sólo puede proceder de un patriarcado célibe, que rechaza el matrimonio para sí, y presenta el no casarse como una forma de vida sagrada, para vivir supuestamente como vivió Jesús, el Cristo. Los pensamientos de muchos cargos eclesiásticos y sus actos escondidos son, sin embargo, cualquier cosa menos sagrados. Saben que eso es pecado: en consecuencia, tiene que ser también pecado todo lo que es completamente natural: que cuerpos engendren cuerpos. Esto corresponde a las leyes de la naturaleza, en tanto cada uno se atenga a ello. Esto lo siguieron también José y María.

Quien no deja que la unión física se convierta en un exceso sexual, con el que cultiva sus apetitos y relaja sus nervios, sabe que cada hijo deseado es la voluntad de Dios.¿Para qué se necesita la idealización de María que, como todos los seres humanos, tenía un cuerpo completamente natural, que fue engendrada por su padre carnal y nacida de su madre carnal? Quien, por ejemplo, como en el engendramiento de Jesús, no abuse sexualmente de un cuerpo natural, actúa según la voluntad de Dios. Un hijo así es un don del amor de Dios, del Espíritu Santo.

La caída en el pecado, el acontecimiento de la Caída, ha de ser purificado por todos los hombres y almas, no sólo reconociendo a Dios en nuestro corazón, sino también acogiéndolo y haciendo cada vez más las obras del amor desinteresado, para cumplir así Su ley del amor. Entonces el pecado original se transforma también en la ley del amor, y el ser del amor, que se ha convertido de nuevo en la perfección, forma parte de la perfección, en el amor de Dios, en el reino eterno, que es el que anunció Jesús, indicando que el reino de Dios está en cada uno de nosotros, es decir, dentro de nosotros.

Dios no hace excepciones con ningún ser espiritual ni con ningún alma que va a la encarnación, y El tampoco las hizo con María. El hijo de Dios igualmente dejó una parte de su luz sagrada en la existencia eterna, cuando se dispuso a convertirse en un ser humano. La poderosa luz ha de ser cubierta cuando un ser así, elevado y puro, va a la encarnación. La luz suprema, la Luz Primaria, está comprimida, y vista como una totalidad es el fundamento del alma en cada hombre. El ser espiritual puro como luz e irradiación, sin embargo, deja atrás una parte de su potencial de irradiación.

Precisamente a María, la madre de Jesús, la deberíamos apreciar mucho, pues ella sufrió mucho por Jesús, su hijo. Nosotros los hombres deberíamos respetar a nuestra hermana celestial María, amarla y agradecerle por su perseverancia, por la gran dimensión de lo que como ser humano rindió, por la gran fe y confianza en Dios, nuestro Padre eterno, y en el ángel anunciador, pero también por la confianza que depositó en José, que la tomó por esposa y respetó su cuerpo. Podemos dar las gracias a María, siguiendo y haciendo lo que Jesús, su hijo carnal, enseñó. Entonces cumpliremos también con el tiempo lo que María nos mostró con su vida: la pureza de su alma y de su corazón, la fe grande y profunda en Dios, nuestro Padre eterno, y en los mandamientos de Dios, y también en las enseñanzas de Jesús. Entonces no necesitaremos la enseñanza dogmática, que idealiza a María; así tendríamos la unión profunda e interna con Jesús, el Cristo, nuestro Redentor, y a través de nuestro Redentor hacia Dios, con nuestro Padre.

Seguro que como ser humano María no podría entender más de una cosa de lo que Jesús decía o hacía, pues El hablaba a menudo en parábolas e imágenes. Aunque no entendiese todo lo que Jesús, su hijo terrenal enseñó, lo apoyó, siéndole fiel a El y a Dios. Tuvo que ver cómo los fariseos y escribas le entregaron al estado romano. No le abandonó en su hora más difícil, cuando por miedo, casi todos sus amigos se apartaron de su lado, retirándose a lugares escondidos de los entornos.

En frases aisladas que se recogen aún en la Biblia, se puede reconocer que Jesús, el Cristo, no siempre estaba de acuerdo con lo que María le exigía. En una de sus declaraciones dice por ejemplo: "¿Qué te incumbe, mujer, lo que yo haga?" En otro pasaje de la Biblia -que la iglesia católica acepta palabra por palabra-, dice de los verdaderos parientes de Jesús: "Cuando El aún hablaba al pueblo, he aquí que su madre y sus hermanos estaban fuera y querían hablar con El. Uno le dijo: Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo. Pero El habló y le respondió a aquel que le había dicho esto: ¿Quién es mi madre y quiénes mis hermanos? Y extendiendo la mano sobre sus discípulos dijo: Mirad, ésta es mi madre, y éstos son mis hermanos, pues quien haga lo voluntad de mi Padre en el Cielo, ese es mi hermano, hermana y madre.

El amor permaneció en el corazón de María, el amor a Dios, la fe y la confianza en Dios y el amor a su hijo carnal. Los fariseos y escribas mostraron cuán pocos valores divinos espirituales poseían y lo poco que significaban para ellos la vida interna y el reino del interior, pues el miedo por el reino de su religión externa y su prestigio tuvieron más peso. Así, entregaron a Jesús al estado romano.

¡Cuán grande hubo de ser el dolor de María cuando Jesús tuvo que recorrer el amargo, doloroso camino de la crucifixión! Ella, que tuvo a Jesús en sus extrañas y a quien más adelante también guardó en el interior de su corazón, tuvo que ver como su amado hijo fue crucificado, un hecho que fue desencadenado por los fariseos y escribas, que amotinaron al pueblo, que primero rindió homenaje a Jesús y lo aclamó con vítores de "Hosana". Desde su monopolio de poder religioso, los guías eclesiásticos instigaron al pueblo, que poco más tarde gritó: "¡Crucificadle!" y "¡Liberad a Barrabás!. El, que era inocente, tuvo que ir a la cruz, porque los escribas y fariseos así lo querían y porque el estado romano prestó oídos y tragó el anzuelo de los ladinos argumentos de éstos, porque fingieron ante los romanos que Jesús, el Cristo, quería un reino externo, su reino, y que El quería erigirse rey. Los que ostentaban el poder en el estado romano se atemorizaron, igual que los hipócritas fariseos y escribas. Así tuvo que ir a la cruz Aquel, de quien temían que pudiese querer quitarles su monopolio del poder de oprimir al pueblo.

Pero Jesús, el Cristo, nunca quiso un reino externo y nunca quiso un rey externo. Jesús quería erigir el reino del interior en el corazón de los hombres, para que lo interno, el reino del interior, que es amor, paz y armonía, pueda crecer en lo externo. El Rey de este reino es el Espíritu eterno, es Dios, en Cristo, que a su vez es el amor y la paz. Quien sin embargo no tenga en sí la paz, sino odio, envidia y egoísmo, tiene miedo de que su competencia del poder se ponga en entretela frente al pueblo.

María tuvo que sufrir y padecer dolores inimaginables al ver crucificado a su hijo, que con voz ahogada le dijo: "¡Mujer, he aquí a tu hijo!", y a Juan: "¡He aquí a tu madre!". Con ello Jesús, el Cristo, pidió a Juan que atendiese a María, la madre carnal de Jesús.

Después de 2000 años tiene que estar tradicionalmente colgado aún en la cruz, porque los escribas y fariseos actuales así lo quieren, ya que es su "tradición". ¿Por qué razón?¿Han cambiado los fariseos y escribas en el transcurso de 2000 años o se han vuelto sólo más hipócritas porque ahora tienen un disfraz llamado "cristiano", pero siguen manteniendo la tradición: En aquel entonces "¡Crucificadle!" y en la actualidad "¡Dejadle crucificado!"?Lo que fue en aquel tiempo hoy día no es muy diferente. En aquel tiempo los cargos eclesiásticos, los fariseos y escribas, persiguieron a Jesús para discriminarle ante el pueblo, para ridiculizarlo, para calumniarlo y burlarlo, para desacreditarle como sectario, para que el pueblo no le escuchase a El, sino a ellos, los escribas y fariseos, ¿Qué hacen hoy en día las autoridades eclesiásticas con las personas que piensan de forma diferente a la suya?

Los escribas y fariseos actuales se permiten afirmar que su religión es cristiana. Sin embargo, no es cristiana, sino simplemente la religión de su parecer, y ésta, apenas si tiene algo en común con la enseñanza de Jesús, el Cristo. Toman el nombre de Jesús, el Cristo, para crear con ello su fachada. Esta sin embargo es como las tumbas disimuladas; por dentro todo es hueco y podrido y lleno de muertos espirituales. En aquel tiempo entregaron a Jesús a la cruz, hoy día afirman que Jesús a través de Pedro es el constructor y el que lleva la iglesia romana.

En aquel tiempo causaron a la madre de Jesús un dolor infinito, hoy es idealizada y atada al dogma, que entre otras cosas dice que fue acogida en el Cielo con su cuerpo físico.Si se aceptase la acogida física en el Cielo como una realidad de hecho, casi habría que suponer que el morir de forma natural tendría que ser pecado. De las manifestaciones divinas del Cristo de Dios sabemos que el cuerpo espiritual de María es el serafín de la Misericordia ante el trono de Dios. El cuerpo espiritual puro, el ser espiritual, es la imagen y semejanza del Padre eterno, pero de ningún modo la imagen que la "santa" iglesia católica ha dibujado de María y ha proyectado al Cielo.

La iglesia católica es católica. Posee solamente fragmentos de la enseñanza de Jesús, el Cristo, y por eso no puede figurar como enseñanza cristiana que sigue a Jesús.

 El contemporáneo crítico:

La iglesia católica llama a su líder, el Papa, "Padre Santo". El dogma de la "inmaculada concepción", por medio del cual María, desde el primer momento de ser concebida en el vientre de su madre, Ana, fue mantenida limpia de toda mancha del pecado original, fue anunciado en el año 1854 por el papa Pío IX.

 El profeta:

Quien use el sentido común debería preguntarse: ¿Por qué ha necesitado Dios casi 1900 años para manifestárselo entonces al papa Pío IX? ¿Acaso necesita Dios 1900 años para que Su palabra llegue hasta nosotros, y eso precisamente con el papa Pío IX? ¿Por qué no le anunció Dios esto ya a Ana, la madre de María? Y si se lo anunció por primera vez al papa Pío IX, ¿por qué tantos años después? Y, ¿Por qué habría El favorecido en este caso a la iglesia católica sin tener en cuenta a la iglesia evangélica protestante? ¿Es Dios parcial?Si estoy bien informada, cuando el papa anuncia un dogma, no se trata de ningún modo de una manifestación de Dios, sino simplemente de una anunciación de la iglesia, que supone que Dios no se ha manifestado desde hace 2000 años. Luego siguió la proclamación de la llamada "pureza" de María por parte de la iglesia católica, que a través de siglos se ha manchado hasta lo peor. La madre iglesia se ha vuelto estéril puesto que rechaza las manifestaciones de Dios y afirma que éstas acabaron con la muerte de Jesús. La inadmisión de las manifestaciones de Dios es como un "método anticonceptivo", que entre otras cosas, se expresa en la persecución y exterminación de los profetas, algunos de los cuales vinieron también después de Jesús de Nazaret y que Jesús mismo anunció: "Os enviaré profetas, y a algunos de ellos los matarán y a otros los perseguirán…".

En el diccionario alemán de Bertelsmann leo en el término "dogma" lo siguiente: "Dogma: opinión formulada con carácter obligatorio de enseñanza, enseñanza religiosa de fe; según la iglesia católica, un teorema que la iglesia reconoce como las verdades manifestadas por Dios y afirma que es por lo tanto inalterable en su afirmación positiva, y obliga a la fe de forma absoluta…".

Según la enseñanza evangélica protestante, un dogma es un "teorema que recoge un contenido de una manifestación como está contenido en la Biblia, que como afirmación de condición humana, no puede adecuarse libremente al objeto, y por ello es básicamente suceptible de ser modificada y actualizada".

La iglesia católica enseña que las manifestaciones de Dios acabaron con Jesús. ¿Cómo se compagina esto con el hecho de que después de casi 2000 años de pronto sean anunciados nuevos contenidos de manifestación como los dogmas de la "inmaculada concepción" y cien años después la "acogida en cuerpo físico de María en el Cielo"? Aquí sólo puede tratarse de meras afirmaciones eclesiástico-teológicas, de "afirmaciones humanamente condicionadas", como dice la iglesia evangélica protestante.

Con la amenaza de la excomunión de la comunidad con Dios, los hombres del occidente "cristiano" se han desacostumbrado a pensar y a utilizar su sentido común. De otro modo habrían comprendido que tanto para Jesús como para María, respecto a su existencia física, tienen vigencia las mismas condiciones que para todos los demás seres humanos. La ley de Dios no es ni confusa, ni contradictoria, ni nebulosa, ni incomprensible. Dios es claridad, perfección, inteligencia suprema. Por ello, su ley es clara y lógica.

La pretensión de absolutismo de la iglesia católica está en clara contradicción con las leyes de Dios. Los dogmas obligan a los católicos a creer. En el dogma está contenido: "tú tienes que creer, de otro modo serás excluido de la comunidad de Dios". Los Diez Mandamientos, por el contrario, hablan de libertad. En ellos se dice: "Tú deberías". Por tanto la iglesia católica no puede ser cristiana; es, pues naturalmente católica.

 El contemporáneo crítico:

María es una mujer. ¿Tiene tal vez este hecho un significado especial?

 El profeta:

Hay que preguntarse si la adoración a una mujer no es tal vez la compensación por la opresión de todas las demás mujeres como se practica por ejemplo en la iglesia católica, refiriéndose a Pablo, que en una de sus epístolas escribe: "Como en todas las comunidades de los santos, las mujeres deberían callar en la asamblea de la comunidad". Jesús, el Cristo, no habló de "santos" ni de mujeres que debían callar. Muy por el contrario, El estaba a favor de la igualdad y la practicaba también, pues entre sus seguidores había también discípulas. En el imperio romano dominaba el patriarcado, y Pablo era un romano. Eso habla por sí mismo.Si la iglesia católica se llamase sólo católica, pero no además cristiana, o si las autoridades eclesiásticas se definieran como seguidores de Pablo, serían consecuentes. En cualquier caso, la sociedad masculina de la iglesia católica poco tiene que ver con Jesús de Nazaret. El patriarcado católico se considera mejor que los padres de familia, entre los que más de uno engendra hijos con respeto ante la vida, protege al hijo y a la madre, siendo así un buen soporte para la familia.

Con toda seguridad tampoco es una casualidad que una iglesia en la que las mujeres no son miembros de igual derecho y cuyos sacerdotes están obligados al celibato, recibiese el nombre de "Madre Iglesia", y como tal dirige y guía a sus "hijos" con absoluta dureza. Allí donde el principio masculino oprima al femenino, se destruye la dualidad del alma.

Si se perturba la relación entre hombre y mujer, como por ejemplo por medio del celibato y la madre iglesia, no puede darse ningún engendramiento, o multiplicación de los hijos de la iglesia. La infertilidad de la madre iglesia se puede reconocer en el número de los que se salen de ella y en el fruto del mundo actual. Está escrito. "Salid de ella, pueblo mío, para que no participéis de sus pecados y no os alcance ninguna de sus plagas".

Han pasado 2000 años hasta que muchos hijos de la madre iglesia han ido reconociendo todo esto poco a poco.

 El contemporáneo crítico:

Estas asociaciones me aclaran algunas cosas: el principio masculino se estanca cuando al vivir el estadio de hijo busca apoyo en la "madre", en lugar de desarrollar en sí el principio Padre-Madre. De esta forma la "madre iglesia" es de alguna manera un matriarcado y un descendiente de la "gran madre", una figura mítica de la historia temprana de la humanidad. La iglesia se ve a sí misma como "madre", porque predicando y bautizando dio a luz a hijos que supuestamente había recibido del Espíritu Santo, como se dice en una anunciación papal.

¿Cómo puede estar en juego el Espíritu Santo, que es un espíritu de la libertad, cuando la iglesia obtiene a sus "hijos" con el bautismo obligatorio de los lactantes, y cuando predica la amenaza del castigo infernal eterno en el caso de que los hijos no crean en los dogmas eclesiásticos? Además, Dios enseñó a través de Jesús: Enseñad y bautizad. Y no: bautizad y luego enseñad.

Ahora me hago consciente de muchas cosas. Al estudiar las diversas religiones reflexioné a menudo sobre los dogmas y no llegué a ninguna conclusión. Antaño, la anunciación de un nuevo dogma acababa con la frase: "Quien no admita…, que sea maldito", es decir, censurado con la expulsión de la iglesia y sellado como un condenado para toda la eternidad. Hoy día se formula esto de forma más recatada, con la frase "que sea excluido" o con palabras como: ¡Si por tanto, que no quiera Dios, alguien se atreve a negar o conscientemente o sea poner en duda esta verdad, que ha sido definida por nosotros, que sepa que se ha desprendido de la fe divina y católica!". El salir de esta comunidad significa según el sentido de la enseñanza eclesiástica: salir fuera de la comunidad con Dios -lo que significa el infierno-.

 El profeta:

Quien se pare un poco a reflexionar sobre todo esto se hará consciente de que esta enseñanza es cruel y que no tiene nada en común con la enseñanza de Jesús, el Cristo. Quien enseña algo tan falto de amor, está lejos de la enseñanza de Jesús, lejos del amor divino y atrapado en sus ideas humanas. En Dostojewski, el gran inquisidor le dice a Jesús: "Pero les diremos que Te obedecemos y que gobernamos en Tu nombre. Les engañaremos de nuevo (con ellos se refería a los hombres), porque a Ti ya no te dejaremos entrar. En este engaño también estará nuestro padecer, pues estaremos obligados a la mentira".

Yo me pregunto: ¿Cómo pueden mantenerse durante tanto tiempo semejantes contradicciones entre la enseñanza de Jesús y la de la iglesia? Sólo porque lo hombres no reflexionan, sino que ciegamente se dejan guiar por ciegos. Se podrían citar más cosas y preguntarse una y otra vez: ¿Por qué se ha podido creer todo esto durante tanto tiempo? Jesús no habló de dogmas, tampoco de la obligación de creer. Dios dijo a través de Moisés en los Diez Mandamientos "deberías", y Jesús no enseñó las legitimidades divinas con un "tienes que", sino con un "deberías". O: "Quien escuche esta mi enseñanza y la lleve a cabo, se asemeja a un hombre sabio…". Tampoco habló Jesús de la separación absoluta de lo divino, pues El , el gran amor que dona misericordia y compasión, trajo a cada alma y a cada hombre, a todos nosotros, el destello redentor, que nos asegura el regreso al reino de la paz y del amor, al hogar celestial.La iglesia luterana dice por ejemplo que basta la fe en Jesús, el Cristo, para obtener la salvación, que uno no necesita esforzarse en reconocer y purificar sus pecados; que todo lo esencial lo hace Cristo por medio de la fe en El. Con esto, la iglesia luterana anula el sentido de las leyes de Dios que el Eterno dio a los hombres a través de Moisés. El que tome en serio los mandamientos también tiene que hacer algo, porque a través de Moisés Dios nos dijo: "deberías": Si el hombre cumple lo que es la voluntad de Dios tiene que volverse activo, es decir, tiene que esforzarse, para poder cumplir los mandamientos. Con la declaración de la iglesia luterana de que la fe basta para obtener la salvación, aquella está también en contra de las palabras de Jesús, el Cristo que dijo: "Quien escucha esta mi enseñanza y la practica, se asemeja a un hombre sabio, que construyó su casa sobre una roca…Y quien escuche esta mi enseñanza y no la practique, es como un hombre necio, que construyó su casa sobre arena…".

Jesús, el Cristo, muestra el pro y el contra, y las consecuencias, en lo que reside también la libertad de decidirse por el contra y reunir con ello experiencias. Quien construye su casa sobre arena no tiene sin embargo que sufrir por ello toda la eternidad, si la casa se derrumba. El puede cambiar y construir su próxima casa sobre la roca. El puede, si quiere, pero no está obligado a hacerlo.

Más de uno, que durante bastante tiempo haya relexionado sobre esta enseñanza fría como un témpano del "debes" y sobre la condenación eterna, y se ha hecho también conciente de las palabras de Jesús que dicen: "Aspirad primero al reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura", o incluso las palabras del Apocalipsis de San Juan: "Salid de ella, pueblo mío, para que no participéis de sus pecados ni recibáis de sus plagas" y quien haya abandonado estas estructuras de poder, dice una y otra vez que está contento de no pertenecer ya a semejante iglesia. Y más de uno dice por ejemplo: He comenzado a consagrar mi vida a Dios, nuestro Padre eterno, y a Cristo, nuestro Redentor, y a retirarme varias veces al día a mi camarilla silenciosa, para allí rezar y dialogar con Dios, mi Padre, tal y como nos enseñó Jesús. Otro a su vez se da cuenta que aunque la "madre iglesia" me maldiga, me es indiferente, porque sé que Dios ama a todos sus hijos y también a mí. Y otro por su parte pregunta: ¿Quién tiene el derecho de maldecir a otro, cuando Dios ama y conserva en Su corazón a todos Sus hijos?

La verdad eterna es inalterable. También en el tiempo actual nos manifiesta el Cristo de Dios que únicamente deberíamos orientarnos a El, al Gran Espíritu, y no a hombres. El nos enseñó muchas legitimidades del reino del interior, de la existencia interna, e hizo realidad lo que anunció siendo Jesús: "Todavía tengo mucho que deciros, que aún no podéis comprender. Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, os guiará a toda la verdad".

Entretanto Su obra divina, que El llama para nosotros los hombres, Vida Universal, está extendida por todo el mundo. Puesto que ninguna energía se pierde, se está creando alrededor de la Tierra una atmósfera espiritual; es la corriente de la verdad, la Palabra, que hablada y por escrito va por toda la Tierra. Hay millones de cristianos originarios que escuchan al Cristo de Dios por boca profética, que entre otras cosas explica y muestra los Diez Mandamientos y el Sermón de la Montaña que enseñó siendo Jesús de Nazaret, indicando cómo se pueden aplicar éstos en la vida diaria de cada uno. Millones de cristianos originarios recorren el Camino Interno, el camino del autorreconocimiento, que permite llegar a ser libre y que conduce a una vida activa según las leyes de Dios.

La enseñanza central del Cristo de Dios, que se manifiesta en la actualidad por boca profética en Vida Universal, es la purificación y el orden del templo, que es el hombre, y que tiene lugar cuando uno reconoce diariamente su parte pecaminosa que le refleja el día, de la que él entonces se arrepiente desde lo más profundo de su corazón, y no vuelve a cometer más.

La enseñanza central nos enseña también a retirarnos a lo más interno del hombre, al silencio interno. Su enseñanza dice también que no hay que orientarse a líderes religiosos, tampoco a autoridades eclesiásticas, sino únicamente a El, al Cristo de Dios, que es la luz del alma y de los hombres.Muchos millones de hombres que han sido alcanzados en su corazón por el Cristo de Dios, comienzan paulatinamente a llamarse cristianos originarios, porque ya no quieren pertenecer a ninguna iglesia externa ni tampoco pertenecen más a ella, puesto que siguen las palabras: "Salid de ella, pueblo mío, para que no participéis de sus pecados ni recibáis sus plagas".

Los cristianos originarios son por tanto cristianos libres, para los que no existe ningún "tú debes", sino el "tú deberías". Los cristianos originarios en Vida Universal no constituyen una institución, sino que siguen la religión interna, la cual une a aquellos que adoran a Cristo en su interior y hacen paso a paso Su voluntad, es decir, le siguen a El.

"Quien practique la enseñanza de Jesús, el Cristo, es como un hombre sabio que construye su casa sobre la roca". Quien por tanto es sabio, sigue a Jesús, el Cristo, tal y como lo hacen los cristianos originarios. Nosotros no tenemos ninguna iglesia de piedra, porque sabemos que cada hombre es el templo de Dios. Sólo tenemos locales de reunión, donde nos juntamos en momentos determinados para rezar juntos, para cantar y para hablar de las leyes de la vida interna. Se trata de una comunidad de hermanos y hermanas que acogen a todos los que sinceramente buscan a Dios, a los que quieren saber qué es la religión interna, es decir, la libertad en el espíritu de Jesús, el Cristo. Semana tras semana se acercan cada vez más buscadores de Dios a los cristianos originarios y se sienten como en casa, porque éstos no esperan ni exigen nada de ellos, les hablan como hermanos y hermanas, conscientes de que todos nosotros somos hijos e hijas de Dios, el Padre Eterno. Quien busque de verdad y cumpla paso a paso los Mandamientos de Dios y el Sermón de la Montaña de Jesús se siente entre los cristianos originarios espiritualmente como en su casa.

Gabriele Wittek

www.radio-santec.com

 

 

Autor:

Maite Valderrama

 

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