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Política de dividendos


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Los dividendos
  3. Política de dividendos
  4. Efectos que producen los factores influyentes en la política de dividendos
  5. Distribución de dividendos
  6. Pago de dividendos y obtención de recursos
  7. Casos prácticos y problemas
  8. Conclusiones

Introducción

La política de dividendos determina la decisión en cuanto a las utilidades, entre los pagos que se hacen por los accionistas y las ganancias que se reinvertirán en la empresa. Las utilidades retenidas son una fuente de fondos más significativos para financiar el crecimiento corporativo, pero los dividendos representan los flujos de efectivo que se acumulan para los accionistas.

El costo de capital y la política de dividendos, abarcan un gran contenido y un sin números de teorías muy extensas, el propósito de este trabajo no es frustrar a los lectores con la explicación y desarrollo de estas, mas bien persigue como finalidad comprender las nociones fundamentales de la estructura de capital y de la política de dividendos, limitándose al contenido pasivo de éstas para lograr la comprensión.

Los dividendos

9.1 Dividendos

Se considera como dividendo la cuota o parte que corresponda a cada acción en las utilidades de las compañías anónimas y demás contribuyentes relacionados, incluidas las que resulten de cuotas de participación en sociedades de responsabilidad limitada. Son utilidades que se pagan a los accionistas como retribución de su inversión.

9.2 Elementos que conforman el dividendo

Generalmente se sostiene que los dividendos de las compañías deben orientarse al acrecentamiento del valor de mercado de la acción. Esto se logra en la medida que la acción tenga alto nivel bursátil. En la medida que se logre este objetivo el pago de dividendo pasa a ser secundario y el accionista que requiera dinero puede obtenerlo vendiendo acciones en el mercado.

9.3 Teoría residual de dividendos

La teoría residual de dividendos sostiene que los dividendos pagados por una organización de negocios deben concebirse como un residuo, es decir, la cantidad que queda después de que se han aprovechado todas las oportunidades de inversión aceptables. De acuerdo con esta concepción, en tanto los requerimientos de aportaciones de la empresa excedan al monto de utilidades retenidas, no se han de pagar dividendos en efectivo. Si, por el contrario existe un exceso de utilidades retenidas, la cantidad residual sería entonces distribuida en forma de dividendos en efectivo. Tal teoría parece señalar que el rendimiento requerido de los inversionistas, no se ve afectado por la política de dividendos de la organización de negocios, lo cual, a su vez, parecería indicar que las políticas de dividendos carecen de importancia.

9.4 Irrelevancia de los dividendos

La teoría residual de dividendos sostiene que éstos son irrelevantes, es decir, que el valor de la empresa no se ve afectado por su política de dividendos. Los principales impulsores de esta teoría son Modigliani y Miller. Ambos autores afirman que el valor de la empresa está determinado únicamente por la redituabilidad y el grado de riesgo de sus activos (inversiones), y que la forma en que la organización divide sus ingresos entre dividendos y reinversión no tiene un efecto directo sobre su valor.

Sin embargo, algunos estudios demuestran que los cambios significativos en los dividendos afectan el precio de las acciones en el mismo sentido, es decir, que los incrementos en dividendos se traducen en aumentos en los precios de las acciones, y a la inversa. En respuesta, M y M proponen que los efectos positivos de los incrementos de dividendos se atribuyan, no al dividendo en sí, sino al contenido informativo de los dividendos con respecto a los ingresos futuros. Así, pues todo aumento en los dividendos haría que los inversionistas elevaran el precio de las acciones, mientras que un decremento causaría una disminución correspondiente en el precio de las acciones.

M y M señalan, por añadidura, la existencia de un efecto de clientela, por el cual la empresa atraerá a accionistas cuyas preferencias con respecto al pago y regularidad de dividendos corresponda la patrón de pago y estabilidad de la empresa misma. En otras palabras, los inversionistas que deseen dividendos estables como fuente de ingreso adquirirán acciones de empresas que pagan dividendos casi iguales cada período; los inversionistas que prefieren recibir ganancias de capital se inclinarán por compañías en proceso de crecimiento constante que reinvierten una gran parte de sus utilidades, lo cual resulta un patrón de dividendos bastante inestable. Como los accionistas obtienen lo que esperan M y M concluyen que el valor de la empresa no se ve afectado por cambios en las políticas de dividendos.

En suma M y M, junto con otros defensores de la irrelevancia de los dividendos, sostienen que (sin cambios en otros aspectos), el rendimiento requerido del inversionista, y por ende el valor de la empresa, no se ven afectados por las políticas de dividendos debido a los motivos siguientes:

  • a) El valor de la empresa está determinado únicamente por la redituabilidad y el grado de riesgo de sus activos.

  • b) Si los dividendos llegan a afectar el valor, ello se deberá tan sólo a su contenido informativo, el cual revela las expectativas e ingresos de los administradores.

  • c) Existe un efecto de clientela que provoca que los accionistas reciban los dividendos esperados.

De lo anterior se deduce que, como los dividendos son irrelevantes respecto al valor de la empresa, ésta no necesita establecer una política de dividendos.

9.5 Relevancia de los dividendos.

El principal argumento que oponen los partidarios de la relevancia de los dividendos se atribuye a Mirón Gordon y John Lintner, para quienes los accionistas prefieren recibir dividendos de manera constante, de hecho, una relación directa entre las políticas de dividendos de una empresa y el valor de ésta en el mercado. El argumento de Gordon y Lintner; argumento del pájaro en mano, sugiere que los inversionistas prefieren evitar el riesgo, sin importar que los dividendos y ganancias de capital futuro prometan ser mayores en proporción directa con el riesgo. Dicho sea de otro modo: " más vale pájaro en mano que cien volando". Por lo tanto se considera que los pagos constantes de dividendos reducen la incertidumbre del inversionista, haciendo que éste descuente las utilidades de la empresa a una tasa más baja, y, por ende ( sin que haya cambios en otro sentido) asignando un valor más alto a las acciones de la compañía. A la inversa, si los dividendos se reducen o no se pagan, se incrementará la incertidumbre del inversionista, elevando el rendimiento requerido, y disminuyendo el valor de las acciones.

Aunque son muchos los argumentos y refutaciones que se han propuesto al respecto de la relevancia de dividendo, aún queda por crearse un modelo al que pueda recurrirse para evaluar políticas alternativas a la luz del valor de las acciones. Sin embargo, en la práctica, las decisiones de los administradores financieros y accionistas apoyan la creencia de que las políticas de dividendos afectan el valor de las acciones. Para muchos los dividendos son relevantes, es decir, cada empresa debe crear una política de dividendos que contribuya a lograr las metas de los propietarios y maximice su beneficio en el largo plazo.

9.6 Importancia de los dividendos.

Los dividendos representan para los accionistas una fuente de flujo de efectivo, así como un indicador del desempeño presente y futuro de la empresa.

Debido a que las utilidades retenidas (ingresos no distribuidos en forma de dividendos) constituyen una especie de financiamiento interno, las decisiones en torno a los dividendos pueden afectar de manera significativa los requerimientos de financiamiento de externo de la empresa. En otras palabras, si la empresa necesita financiamiento, cuanto mas alta sea la cantidad de dividendos distribuidos, tanto mayor será el monto de financiamiento que deberá obtenerse de forma externa, ya sea mediante la venta de acciones comunes o preferentes, o bien, recurriendo a empréstitos.

Política de dividendos

10.1Definición y objetivos de la política de dividendos

La política de dividendos de una empresa es un plan de acción que deberá seguirse siempre que se decida en torno a la distribución de dividendos.

La política debe considerarse tomando en cuenta dos objetivos básicos: maximizar el beneficio de los propietarios de la empresa y proporcionar suficiente financiamiento. Ambos objetivos están interrelacionados, y deben alcanzarse a la luz de ciertos factores legales, contractuales, internos, de crecimiento y en relación con los accionistas y el mercado que determinan las alternativas de la política.

10.2 Tipos de políticas de dividendos.

10.2.1 La razón de Pago

Se calcula dividiendo el dividendo en efectivo por acción de la empresa, entre sus utilidades por acción. Este indica el porcentaje por unidad monetaria percibida que se distribuye a los accionistas en forma de dividendos.

Mediante una política de dividendos según una razón de pago constante, se establece que cierto porcentaje de las utilidades será distribuido a los propietarios en cada periodo de pago de dividendos. Uno de los inconvenientes de esta política es que si las utilidades de la compañía decaen, o si ocurre una pérdida en un periodo dado, los dividendos pueden resultar bajos o incluso nulos.

10.2.2 Política de dividendos regulares

Se basa en el pago de un dividendo fijo en cada periodo. Esta política proporciona a los accionistas información generalmente positiva, indicando que la empresa se desempeña correctamente, con lo que se reduce al mínimo toda incertidumbre. A menudo, las empresas que se valen de este tipo de política incrementarán el dividendo regular una vez que se haya probado un incremento en las utilidades. De tal suerte, los dividendos casi nunca se verán disminuidos.

Con frecuencia, una política de dividendos regular se construye en torno a una razón de pago de dividendos óptima. De esta manera, la empresa intenta pagar cierto porcentaje de los ingresos, pero en vez de dejar que los dividendos fluctúen, se paga un dividendo fijo, ajustándolo de acuerdo con la razón óptima a medida que se experimentan aumentos en las utilidades.

10.2.3 Política de dividendos regulares bajos y adicionales

Algunas empresas establecen una política de dividendos regulares bajos y adicionales, con la que pagan un dividendo regular bajo, complementado con un dividendo adicional, cuando las utilidades lo justifican. Si las utilidades son mayores que lo normal en un periodo específico, la empresa tiene la posibilidad de pagar este dividendo adicional, denominado dividendo extra. La empresa evita ofrecer a los accionistas falsas esperanzas al designar como dividendo extra la cantidad del dividendo que excede al pago regular. El uso de la designación "extra" es común sobre todo entre empresas que experimentan cambios cíclicos de las utilidades.

Al establecer un dividendo regular bajo que se paga en cada periodo, la empresa proporciona a las inversionistas el ingreso estable necesario para generar confianza en la empresa, y el dividendo extra les permite compartir las utilidades de un periodo especialmente bueno. Las empresas que usan esta política incrementan el nivel del dividendo regular, una vez que comprobaron que se logró un aumento de las utilidades.

El dividendo extra no se debe pagar en forma regular porque dejaría de tener sentido. Se aconseja el uso de una razón de pago de dividendos neta al establecer el nivel del dividendo regular.

10.2.4 Dividendos en acciones

En el sentido contable el pago de un dividendo en acciones significa un cambio entre las cuentas de capital, en vez de una utilización de fondos. Cuando una empresa declara un dividendo en acciones, los procedimientos con respecto a la distribución son los mismos que los descritos para los dividendos en efectivo.

El accionista que recibe un dividendo en acciones no recibe en realidad nada de valor. Una vez que el dividendo ha sido pagado, el valor por acción disminuirá en proporción al dividendo, de tal suerte que el valor de mercado de sus participaciones totales en la empresa permanecerán sin cambio.

10.2.5 Divisiones de Acciones

Las divisiones de acciones tienen un efecto, sobre el precio de las acciones de una empresa, similar al de los dividendos en acciones. La división de acciones es un método comúnmente empleado para reducir el precio de mercado de las acciones de la empresa mediante el incremento en el número de acciones adjudicadas por cada accionista. Las empresas suelen creer que el precio de sus acciones es demasiado alto, y que una reducción en el precio de mercado harán más dinámicas las transacciones.

10.2.6 Recompras de Acciones

Una compra de acciones se realiza por diversas razones: Las divisiones de acciones no tienen efectos sobre la estructura de capital de la empresa. Incrementan, por lo demás, el número de acciones en circulación y reducen su valor contable. Las acciones pueden ser divididas de la manera en que se desee. A menudo se realizan divisiones opuestas de acciones: cierta cantidad de acciones en circulación son intercambiadas por una acción, para obtener acciones que habrán de ser empleadas en adquisiciones, para contar con acciones para los planes de opciones de acciones para empleados, para lograr una ganancia en el valor nominal de las aportaciones cuando las acciones se venden en un precio por debajo de su valor contable o simplemente, para retirar acciones en circulación.

10.2.7 Registros Contables

Los registros contables que resultan de la compra de acciones comunes son una reducción en el efectivo y el establecimiento de un activo denominado "acción de tesorería", el cual aparece como una deducción del capital social. El perfil acción de tesorería se emplea para indicar la presencia de acciones recompradas en el balance general. La recompra de acciones puede concebirse como dividendo en efectivo, ya que implica la distribución de efectivo entre los propietarios de la empresa, quienes son a su vez, los vendedores de las acciones.

10.4 Estabilidad de las políticas de dividendos y su razón fundamental.

La razón fundamental para la estabilidad de las políticas de dividendos se corresponde a la razón financiera. La razón financiera garantiza a la organización la previsión de los recursos monetarios requeridos para el óptimo desempeño de sus actividades.

A su vez incide en su capacidad de afrontar las fluctuaciones en las cuales se circunscribe la razón fiscal se debe prever el impacto que ocasione la aplicación de la normativa legal en materia de impuesto sobre la renta que afecta a una proporción de los dividendos pagados. Estas consideraciones afectan la disponibilidad de recursos monetarios.

10.5 Las políticas de dividendos en la práctica y su valor informativo.

El verdadero indicador de la eficacia económica y financiera de una empresa es el beneficio o ganancia neta anual por acción; sin embargo, este concepto sufre de gran relatividad, ya que el proceso de su determinación lleva implícito un elevado margen de subjetividad. Por eso, los dividendos constituyen para los accionistas un indicador de indudable valor informativo acerca de la sanidad económico-financiera de la empresa; son algo tangible. Cuando el beneficio repartido coincide con el dividendo esperado por el accionista, el valor informativo de los dividendos es nulo; pero si es superior, el accionista tiene una base objetiva para suponer que la eficacia de la empresa (ganancias reales y no sólo las contables) va en aumento, o que decrece si se da el supuesto contrario.

A la hora de fijar la política de dividendos empresarial, Lintner indica cuatro "puntos clave":

  • La fijación del ratio "objetivo" de pago de dividendos se realiza a largo plazo.

  • La fijación de los dividendos se ha de realizar desde un punto de vista dinámico: es más importante el cambio en los dividendos que el valor absoluto del mismo.

  • Los niveles sostenibles de ganancias son preferidos a los incrementos a corto plazo.

  • Una vez fijado el pago de dividendos no debe modificarse o cancelarse

10.5.1 Modelo Lintner

A mediados de los años cincuenta John Lintner realizó una clásica serie de entrevistas a directivos de empresa sobre sus políticas de dividendos. Su descripción de cómo se fijan los dividendos puede resumirse en cuatro puntos clave:

  • a) Las empresas tienen unos ratios objetivo de pago de dividendos a largo plazo.

  • b) Los directivos se centrar más en los cambios en los dividendos que en los niveles absolutos. De ahí que pagar un dividendo de 2.000 Bs sea una decisión financiera importante si el año pasado se pagaron 1.000 Bs, pero no lo es si se pagaron entonces 2.000 Bs.

  • c) Los cambios en los dividendos siguen hacia aumentos a largo plazo en las ganancias sostenibles. Los directivos aíslan los dividendos. Los cambios transitorios en las ganancias es improbable que afecten a los pagos en los dividendos.

  • d) Los directivos son reacios a hacer cambios en las políticas de dividendos que puedan tener que ser canceladas. En particular, se preocupan de tener que anular un incremento del dividendo.

Lintner desarrolló un modelo simple, consistente con estos hechos y que explica satisfactoriamente el pago de dividendos. Supongamos una empresa que haga siempre efectivo su ratio objetivo de distribución de dividendos. Consiguientemente el pago de dividendos en el año en curso (DVI1) debería ser igual a una proporción constante de los beneficios por acción ( BPA1) :

DVI1 = dividendo objetivo = ratio objetivo X BPA1

El cambio de dividendos será igual a :

DVI1 – DVI0 = cambio objetivo = ratio objetivo X BPA1 – DVI0

Una empresa que hiciese siempre efectivo su ratio de distribución de dividendos debería modificar su dividendo cuando varíen los beneficios. Pero en las entrevistas de Lintner los directivos eran reacios a esto. Creían que los accionistas preferían un crecimiento constante de los dividendos. Por tanto, aun cuando las circunstancias pareciesen permitir un fuerte incremento de los dividendos de su empresa, los directivos deberían desviarse sólo ligeramente del dividendo objetivo. Sus cambios de dividendo, por tanto, parecían conformar el siguiente modelo:

DVI1 – DVI0 = tasa de ajuste x cambio objetivo

= tasa de ajuste x ( ratio objetivo x BPA1 – DVI0 )

Cuanto más conservadora sea la empresa más lentamente se acercará a su objetivo y, por ende, menor será su tasa de ajuste.

El modelo de Lintner sugiere que los dividendos dependen en gran parte de los beneficios actuales de la empresa y en parte del dividendo del año anterior, que a su vez depende de los beneficios y dividendos del año anterior. Por tanto, si Lintner estuviese en lo cierto, deberíamos ser capaces de describir los dividendos en términos de una medida ponderada de beneficios pasados. La probabilidad de un incremento en la tasa de dividendos será mayor cuando los beneficios actuales se hayan incrementado; será algo menor cuando sólo se hayan incrementado los beneficios del año anterior y así sucesivamente. Un estudio más completo de fama y Babiak confirma esta hipótesis.

10.5.2 El contenido informativo de los dividendos

Se sugirió anteriormente que el pago de los dividendos depende tanto del dividendo del último año como de los beneficios de ese año. Este modelo parece proporcionar una buena explicación de cómo deciden las empresas las tasas de dividendo, pero probablemente esta no sea la historia completa. Debiéramos esperar que los directivos tuvieran en cuenta las perspectivas futuras cuando establecen el pago.

Por ejemplo, Healy y Palepu informaban de que entre 1970 y 1979 empresas que hicieron un pago de dividendos por primera vez experimentaron un crecimiento en sus ganancias relativamente estables hasta el año anterior al anuncio. En ese año las ganancias crecieron un promedio del 43%. Si los directivos pensaban que esta era una situación temporal favorable, podrían haber sido cautelosos en su compromiso de pagar en efectivo. Pero parece como si tuvieran una buena razón para confiar en las perspectivas de un crecimiento de las ganancias para los siguientes cuatro años superior al 164 por ciento.

Debido a que los dividendos anticipan las ganancias futuras, no es sorprendente encontrar que anuncios de disminución de los dividendos son tomados normalmente, como malas noticias (el precio de la acción suele caer) y los de incrementos, como buenas (el precio sube). En el caso de los primeros pagos de dividendos estudiados por Healy y Palepu, el anuncio de los dividendos a una anormal subida del 4% del precio de la acción. Es importante concluir que esto supone que a los inversores les gustan dividendos más altos per se. El dividendo puede ser bienvenido sólo como una señal de beneficios futuros más altos.

La eficiencia del mercado significa que toda la información disponible por los inversores es rápida y exactamente asimilada a los precios de las acciones. Esto no implica que la información básica sobre las operaciones de la compañía o sus perspectivas es obtenida siempre de forma fácil y barata. Los inversores, por tanto, se valen de adquirir cualquier pista. Esta es la razón por la que los precios de las acciones responden al fraccionamiento de las acciones, a los cambios en la política de dividendos y a otras acciones o anuncios que revelen el optimismo o pesimismo de los gestores acerca del futuro de sus compañías.

Una empresa que permanece siempre fiel a sus ratios objetivo de pago de dividendos siempre tendrá que cambiar la cuantía de éstos si cambian las ganancias. Sin embargo, según los aspectos anteriores, los directivos creen que los accionistas prefieren una progresión estable de los dividendos, y por tanto, si las circunstancias permiten garantizar un gran incremento de los dividendos, no ofrecerán más que parte del nivel al que tiende el ratio objetivo.

Este resultado fue confirmado por Fama y Babiak, si la empresa tiene un buen año, los dividendos se incrementarán pero en menor medida que las ganancias; los directivos prefieren esperar a ver si el incremento de las ganancias es permanente antes de que los dividendos se ajusten completamente. Esto hace referencia nuevamente a la reticencia de los directivos a hacer cambios en la política de dividendos que tuvieran que ser cancelados posteriormente.

Cuando las empresas pagan dividendos bajos no esperados, las ganancias medias disminuyen seguidamente; cuando pagan dividendos altos, las ganancias a continuación crecen. Esto es debido, en definitiva, a que los inversores siguen atentamente las decisiones sobre pago de dividendos.

En la práctica empresarial cada política de dividendos puede tener un efecto determinado sobre la cotización de las acciones, tal y como veremos a continuación:

  • Proporción fija del beneficio neto anual

Consiste en repartir vía dividendos un tanto por ciento fijo de las ganancias obtenidas. Como el beneficio neto es variable de un año a otro, esta política, si bien tiene la ventaja de que adecua el reparto de dividendos a la situación concreta de cada ejercicio, provoca que la cuantía de los dividendos sea también variable, salvo en el caso de beneficios estables. Para muchos especialistas esto incidirá negativamente a la cotización de las acciones, ya que el efecto anuncio de los dividendos, induce a pensar a los inversores, el año en que el importe absoluto del dividendo baja y que las cosas ya no marchan bien en la empresa.

  • Dividendo anual constante.

La empresa reparte cada año un dividendo anual fijo por cada acción en circulación. Para adecuar el importe del dividendo y el beneficio real obtenido se emplea la cuenta de reservas. Así, los años en que las ganancias son elevadas, el beneficio no repartido pasará a engrosar la partida de reservas, mientras que los años en que el beneficio sea inferior al dividendo que se pretende repartir e, incluso, que la ganancia neta sea negativa, se pagará la parte del dividendo no cubierta por el beneficio generado con una disminución de la cuenta de reservas.

Por tanto, cuando los beneficios no son constantes, la cuenta de reservas puede ser utilizada como bolsa compensatoria entre unos períodos y otros. Sin embargo, cuando el descenso o aumento del beneficio no es accidental, sino que constituyen el inicio de una tendencia a largo plazo, la empresa tendrá que replantearse su política de dividendos, no podrá seguir repartiendo igual volumen de beneficios. Si la tendencia es a una caída prolongada de beneficios, el continuo recurso a las reservas puede causar una descapitalización, y si la tendencia es de aumento de los beneficios se puede estar promoviendo una acumulación excesiva de reservas. Así pues, la empresa deberá modificar el dividendo fijo para adecuarlo a ese nuevo nivel de beneficio.

En general, se tiende a aceptar que la estrategia de repartir un dividendo constante causa también una cierta estabilidad en la cotización de las acciones, puesto que el mercado identifica dividendos estables con empresas sólidas y eficientes, bien equilibradas en el plano económico-financiero. Es muy posible que los inversores atribuyan un valor positivo a los dividendos estables y lo premien en la cotización de aquellas empresas que lo mantengan. Así, aún habiendo disminuido sus ganancias, la empresa puede mantener la cuantía del dividendo intentando transmitir al inversor la impresión de que los gerentes de la firma no conceden gran importancia a esa disminución y que el futuro continúa siendo favorable. En todo caso, está claro que si la empresa entra en crisis y comienza consecutivamente a perder dinero, no podrá mantener por mucho tiempo esta estrategia.

Asimismo, hay inversores interesados fundamentalmente en percibir una renta periódica en efectivo, con lo cual preferirán empresas que distribuyan dividendos estables. Si el dividendo disminuyese sería posible alegar que el accionista puede vender parte de sus títulos para completar su renta, pero es más que probable que tuviese que venderlos a un precio bajo, pues la cotización ha podido caer con la disminución del dividendo. Si el dividendo fuese mayor del previsto podrían plantearse problemas para su reinversión.

Por último, en determinados entornos jurídicos la estabilidad es una condición necesaria para que una determinada acción pueda ser adquirida por inversores institucionales.

  • Dividendo anual constante con ajustes

El dividendo fijo presenta una elevada rigidez, no sólo por la posible variación del beneficio de la empresa, sino también por otras circunstancias como la situación de liquidez de la empresa. Por ello cuando el beneficio lo permita, la empresa puede repartir un dividendo complementario, esto es, recurrir a los dividendos extra y especiales. Aunque con estos términos puede hacerse referencia a distintos complementos de dividendos, lo que debe quedar claro es que ambos tiene carácter no regular, para que el inversor a la hora de hacer sus estimaciones no les conceda categoría de fijos.

Desde el punto de vista interno de la empresa, esta estrategia es mejor, ya que así no tienen por qué disminuir tanto las reservas cuando la sociedad entra en un pequeño bache. Sin embargo, al inversor le crea más incertidumbre. Además, después de varios años consecutivos de repartir un dividendo extraordinario, los inversores tenderán a pensar que el mismo se ha transformado en "ordinario", normal, con lo cual, si en un año concreto ese dividendo complementario no se reparte porque, aún yendo bastante bien las cosas, no hay suficiente liquidez en ese momento, el efecto anuncio de los dividendos cambiará las expectativas de los accionistas, que empezarán a pensar que las cosas ya no marchan bien.

  • Dividendo variable.

En esta situación, la empresa está a resultas de lo que ocurra. Según como vaya su actividad decidirá, en su momento, qué política seguir. No existe una planificación previa, predeterminada y anunciada, y el inversor no sabe en absoluto a qué atenerse, ya que, en realidad, no se sigue una determinada política de dividendos. El riesgo se mide por la variabilidad, y en esta situación la empresa se decanta desde el comienzo porque el dividendo sea variable y, por tanto, porque el inversor lo considere arriesgado. Esta política suele ser seguida principalmente por aquellas empresas que se encuentran a merced del mercado o de las vicisitudes de su entorno, y no han logrado adquirir todavía una situación de estabilidad frente a la competencia

10.6 Influencia de la política de dividendos en el valor de las acciones.

Acerca de la posible influencia de la política de dividendos sobre el valor de las acciones y, por tanto, de la empresa en el mercado, existen posturas contrapuestas, lo cual es lógico si tenemos en cuenta que las decisiones sobre dividendos se entrelazan a menudo con otras decisiones de inversión y financiación. Unas empresas consideran el dividendo como un "subproducto de la decisión sobre presupuesto de capital", y por eso prefieren pagar dividendos bajos porque se desea retener la mayor parte del beneficio para financiar las oportunidades de inversión que se presenten en el futuro y lograr la expansión de la empresa. Otras empresas lo consideran como un "subproducto de la decisión de endeudamiento", ya que piensan que si gran parte de los gastos de capital pueden financiarse con deuda, se liberarán fondos para pagar mayores dividendos.

Para analizar el verdadero efecto de la política de dividendos ésta debe aislarse de otras decisiones financieras. Por tanto, se debe analizar cuál es su efecto dadas unas determinadas decisiones sobre presupuesto de capital y endeudamiento.

Las dos posturas fundamentales son:

A) La tesis del beneficio. El reparto de dividendos es indiferente ya que no afecta al valor de la empresa; por tanto, la política de dividendos es irrelevante.

Esta posición, defendida por Modigliani y Miller (M&M), se fundamenta en la presencia de dos hipótesis básicas:    

  • La política de inversión de la empresa está determinada; las decisiones de presupuesto de capital ya han sido tomadas y no se verán alteradas por el volumen de dividendos que se paguen.

  • El mercado de capitales es perfecto.

Ante una situación como ésta podrá argumentarse que una decisión sobre dividendos es tan buena como cualquier otra. A los inversores les da igual recibir su rentabilidad vía dividendos o vía ganancias de capital. Se trata sólo de tomar una decisión estratégica de financiación ante dos alternativas: o bien financiar el crecimiento mediante una nueva emisión de acciones, lo que permitiría utilizar los fondos generados internamente para pagar dividendos, o bien utilizar dichos fondos para financiar el crecimiento y no realizar la emisión. En el primer caso, el accionista recibe dividendos y en el segundo puede "crear su propio dividendo", realizando sus ganancias de capital.

B) La tesis de los dividendos. El reparto de dividendos influye en el valor de la empresa; en este caso, se pueden distinguir dos opiniones:

  • Altos dividendos incrementan el valor de las acciones. Esta postura se basa en la incertidumbre que afecta a las decisiones de los inversores cara al futuro. Los dividendos son más previsibles, seguros, que las ganancias de capital. Los gestores pueden controlar el dividendo que pagan, pero no el precio de las acciones en el mercado. El mayor riesgo generado por la incertidumbre acerca de las ganancias de capital provoca un incremento de la rentabilidad requerida por las acciones en el mercado. Se valora más una misma cuantía si es recibida vía dividendos que si se recibe (potencialmente) vía ganancias de capital.

  • Bajos dividendos incrementan el valor de las acciones. Esta posición está basada en las diferencias de imposición sobre los dividendos y sobre las ganancias de capital. Aunque el tipo impositivo sea el mismo sobre los dividendos y sobre las ganancias de capital, subsiste la diferencia en cuanto al momento de tributación. Si el inversor recibe su rentabilidad vía dividendos habrá de tributar de forma inmediata e ineludible, en cambio, si la recibe vía ganancias de capital tributará en el momento en el que las realice y dicho momento, futuro y más o menos lejano, puede ser elegido por él mismo en la medida en que elegirá el momento en qué vender sus acciones. No obstante hemos de tener en cuenta también que muchos inversores están exentos de tributación.

  • La posición de M&M: La irrelevancia de los dividendos. Según esta posición, lo que determina el valor de una empresa es la renta que generan sus activos y no la forma como se reparte el beneficio después de impuestos entre reservas y dividendos. Por tanto, la política de dividendos es irrelevante desde el punto de vista del valor de la empresa. Esta tesis, sostenida por M&M es una consecuencia lógica de la conclusión alcanzada en sus trabajos anteriores relativos a que la estructura financiera no afecta al valor de la empresa. Estos autores sostienen la irrelevancia de la política de dividendos sobre el valor de las acciones; éste y, por tanto, el valor de la empresa, viene determinado por la capitalización del resultado de explotación generado por sus activos a la tasa de descuento apropiada al riesgo económico de los mismos.

Por tanto, es independiente de la proporción existente entre los recursos ajenos y los recursos propios; de esta forma también debe ser indiferente que la empresa cuente con más o menos reservas y que retenga más o menos beneficios.

En su planteamiento, M&M parten de los siguientes supuestos básicos:

  • a) La política de inversiones viene determinada para la empresa, no está sujeta a cambios.

  • b) El mercado de capitales es perfecto: todos los inversionistas son racionales; la información está disponible para todos los inversores sin costo alguno, y ningún inversor es lo suficientemente grande como para afectar el precio de un valor en el mercado. Además: No existen costos de transacción para los inversores, no existen costos de emisión para la empresa, hay ausencia de impuestos,

  • c) Certeza perfecta de todo inversor acerca de las inversiones y rentabilidad futura de la empresa. Este último aspecto se refiere a que los inversores no sienten aversión al riesgo, pues para ellos un dividendo futuro y lejano es tan seguro como uno actual o menos lejano. Esta hipótesis fue abandonada en posteriores trabajos, pero aún después de introducir la incertidumbre, los autores llegan a la misma conclusión de que la política de dividendos no afecta al valor de las acciones.

Bajo estos supuestos, M&M consideran que el valor de las acciones será gobernado por el siguiente principio fundamental: el precio de cada acción debe ser tal que la tasa de retorno (dividendo + ganancia de capital por unidad monetaria invertida) para cada acción será igual para todo el mercado y para cualquier intervalo de tiempo. De lo contrario, los accionistas podrían incrementar su riqueza vendiendo sus acciones y comprando otras con mayor tasa de retorno.

Teniendo en cuenta este principio, la empresa tiene siempre las siguientes opciones:

  • Pagar dividendos y emitir nuevas acciones para financiar sus inversiones.

  • Retener beneficios con los que financiar sus inversiones y no pagar dividendos (por tanto, no tiene que emitir nuevas acciones).

Por otro lado, si una empresa no reparte dividendos y reinvierte todos los beneficios que genera en inversiones rentables, con una rentabilidad superior al costo medio ponderado del capital, es de esperar que el valor de sus acciones suba en bolsa, de modo que el accionista, si en algún momento necesita liquidez, no tiene más que vender una parte de sus acciones.

En definitiva, los accionistas serán indiferentes entre dividendos y ganancias retenidas.

Hasta ahora hemos supuesto que, en caso de pago de dividendos las necesidades de financiación se cubrirían con emisión de capital ordinario, pero ¿qué ocurriría si la empresa recurre a la financiación con deuda?. Para responder esta cuestión, M&M recuerdan de nuevo su tesis sobre la inexistencia de una estructura financiera óptima, que implica irrelevancia en la elección entre deuda y capital propio.

En cuanto a la hipótesis de certidumbre, los autores levantan posteriormente este supuesto, pero mantienen su posición basándose en la "racionalidad simétrica del mercado", que implica que todos los inversores siguen un comportamiento racional en sus decisiones y suponen que los demás también lo siguen.

Por último, diversos autores han criticado la postura de M&M diciendo que los supuestos simplificadores de los que parte están muy alejados de la realidad. Estas críticas están centradas fundamentalmente en la introducción de la incertidumbre y en las imperfecciones del mercado (efecto fiscal, costos de emisión, costos de transmisión, etc.).

Los inversores no son indiferentes entre dividendos y ganancias retenidas, puesto que el pago de dividendos resuelve incertidumbre cara al futuro; según esto, preferirán que el beneficio sea repartido. Si los inversores son adversos al riesgo la tasa de descuento crecerá conforme el dividendo se aleja en el tiempo; por ello, si la empresa reduce el dividendo actual para reinvertir y poder ofrecer mayor dividendo en el futuro, al estar éste más alejado en el tiempo, el precio de las acciones caerá. Hay preferencia por el dividendo "cercano".

Por tanto, la tasa requerida por los accionistas crecerá conforme lo haga el porcentaje de ganancias retenidas, y al contrario, los inversores pagarán un mayor precio por las acciones de empresas con mayores dividendos actuales. Las ganancias retenidas se convierten en una fuente de financiación que aumenta de costo cuanto más se utilice. Este argumento refuerza la idea del contenido informativo de los dividendos; informan de la rentabilidad de la empresa, influyendo por tanto en la valoración de sus acciones en el mercado.

Si se consideran algunos de los hechos que distorsionan la perfección del mercado se tiene que:

  • El efecto fiscal: Los dividendos y las ganancias de capital no son gravadas por igual; esta diferencia provocará una preferencia por la retención de beneficios a costa de disminuir los dividendos.

  • Costos de emisión: Es otro factor que favorece la retención de beneficios, puesto que estos costos obligan a la empresa a emitir una cuantía de capital superior a la necesidad real de financiación. Además, cuanto más pequeña sea la emisión estos costos son relativamente mayores.

  • Costos de transacción: En caso de retención de beneficios, los inversores que necesiten liquidez tendrán que vender sus acciones y realizar las ganancias del capital. Los gastos aparejados a la venta de las acciones que sufren los inversores actúan a favor del reparto de dividendos.

10.7 La tesis de los dividendos: el modelo de Gordon.

Gordon considera que la política de dividendos sí afecta al valor de las acciones de la empresa. En este modelo, partiendo de la situación de una empresa en el instante actual: t = 0, se intenta averiguar qué destino debe darse, en el contexto de un horizonte de planificación ilimitado, al resultado neto después de impuestos; esto es, si debe repartirlo en forma de dividendos o si es mejor retenerlo en el interior de la empresa para financiar ulteriores procesos de inversión.

Supongamos que, en el año que acaba de finalizar, la empresa ha obtenido un beneficio después de intereses e impuestos (BDT) igual a Yo, y que esta empresa sigue la política, y la continuará manteniendo en el futuro, de retener un tanto por uno, b, de dicho beneficio para hacer frente a ulteriores inversiones, y el resto, (1-b), repartirlo como dividendos. Así pues, el dinero destinado, respectivamente, a inversiones y dividendos será:

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Si en el futuro, con total certeza, la rentabilidad anual, en tanto por uno, que la empresa obtendrá de sus nuevas inversiones es r y, al mismo tiempo, se hacen también las hipótesis de que la empresa no recurre nunca a financiación externa adicional de ningún tipo, y que la eficiencia de sus antiguos activos seguirá siendo la misma que en el pasado, el BDT que conseguirá la empresa al cabo de un año de actividad será:

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Al finalizar este primer año de su período de planificación, de acuerdo con las hipótesis anteriormente enunciadas, las nuevas inversiones que se realizarán de cara al segundo año de actividad y los dividendos que se repartirán serán:

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donde, sustituyendo Y1 por su valor en la expresión anterior:

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Razonando sucesivamente como lo venimos haciendo hasta ahora, en un año cualquiera t del horizonte infinito de planificación, tendremos:

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El valor de las acciones de esta empresa en el mercado, inmediatamente después de repartir en el instante inicial el dividendo Do, se obtendrá, como ya sabemos, capitalizando la corriente futura de dividendos a la tasa k libre de riesgo, ya que nos movemos en una situación de mercado de capitales perfecto, con certidumbre, sin inflación, etc., tasa que representa la rentabilidad que se podría obtener en el mercado financiero.

El valor actual de la acción es igual al dividendo esperado al final del período dividido por la tasa de retorno requerida por los accionistas menos la tasa de crecimiento de las ganancias. Cualquier empresa que aumente la tasa de rendimiento de sus inversiones, r, conseguirá aumentar el valor de sus acciones. Los cambios en la tasa de retención de beneficios afectan tanto a la cuantía del dividendo como a la tasa de crecimiento de las ganancias.

Partes: 1, 2
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