- Resumen
- Importancia económica del cultivo del tabaco
- Exigencias hídricas del cultivo del tabaco
- Elementos del régimen de riego en el cultivo del tabaco
- Conclusiones
- Bibliografía
Se realizo una recopilación bibliográfica sobre diferentes aspectos relacionados con el riego en el cultivo del tabaco, tales como la evapotranspiracion, los periodos críticos de exigencias hídricas, los coeficientes bioclimaticos de evapotranspiracion, los métodos para determinar el momento de riego, las normas totales y parciales, así como los intervalos entre riegos. También se incluyen algunos métodos y técnicas de riego utilizados en el cultivo tanto en la etapa de semillero como en plantación y su influencia en el rendimiento y calidad del tabaco.
Todas las citas bibliográficas fueron consultadas y las mismas están contenidas dentro de libros, revistas científicas y folletos nacionales e internacionales, destacándose la red nacional de investigaciones del tabaco y el instituto de Investigaciones de Riego y Drenaje.
Se encontró que el tabaco se riega por aspersión, por surcos y utilizando la técnica de riego localizado, el mismo no requiere de grandes volúmenes de agua, pero un déficit o exceso de ella, afecta el rendimiento y el valor de la producción. Utilizar un régimen de riego optimo, incrementa los rendimientos y mejora la calidad del producto
Se realizó una revisión bibliográfica sobre diferentes aspectos relacionados con el riego en el cultivo del Tabaco tales como: evapotranspiración, periodos críticos de exigencias hídricas, coeficientes bioclimáticos de evapotranspiración, métodos para determinar el momento de riego, normas parciales y totales así como los intervalos entre riegos. También se incluyen los métodos y técnicas de riego utilizadas y su influencia en el rendimiento y calidad de la cosecha del Tabaco.
Todas las citas bibliográficas consultadas están contenidas en revistas científicas, libros y folletos nacionales e internacionales, donde se destacan las investigaciones realizadas por el Instituto de Investigaciones de riego y Drenaje, así como del Instituto de Investigaciones del tabaco y resultados de investigaciones del autor.
Se encontró que el cultivo del tabaco se riega fundamentalmente por surcos y por aspersión y en estos últimos tiempos a cobrado alta vigencia la novedosa técnica de riego por goteo con resultados altamente satisfactorios tanto en rendimiento como en calidad en el tabaco negro tapado. Esta planta no requiere de altos volúmenes da agua, pero un déficit o exceso de agua afecta el rendimiento y el valor de la producción. Es por ello que la aplicación de un régimen de riego óptimo, incrementa los rendimientos y mejora la calidad del producto.
Importancia económica del cultivo del tabaco
El tabaco ocupa una posición sin paralelo entre las plantas de cultivo, con relación a algunos aspectos individuales, mientras que, en términos generales, esta planta ha logrado una situación realmente notable. Sus puntos más sobresalientes según Akehurst (1973) son los siguientes:
– Es una de las poquísimas cosechas que llegan al mercado mundial totalmente en forma de hojas.
– En muchos países es un importante instrumento en la política financiera y económica.
– Como narcótico formador de hábitos, es objeto de constantes ataques encaminados a moderar o interrumpir su uso, pese a lo cual, su consumo se ha mantenido, incluso incrementado.
Por otra parte, apuntó que el tabaco es un producto de gran intercambio comercial y que la cuarta parte del que se produce en el mundo, está sujeto a transacciones entre diferentes países.
La producción mundial de tabaco, de acuerdo a las estadísticas de la F.A.O. (1997) indica que los países de mayor producción fueron China (3 210 000 T), Estados Unidos (688 000 T), India (563 000 T), Zimbabwe (215 000 T) e Italia (104 000 T). Sitúa este anuario como los países de mayor rendimiento a Francia (2 984 kg/ha), Canadá (2 706 kg/ha), Japón (2 605 kg/ha), Oceanía (2 358 kg/ha), Estados Unidos (2 321 kg./ha), Zimbabwe (2 188 kg/ha), Italia (2 000 kg./ha), Brasil (1 867 kg./ha) y China (1 729 kg./ha).
La fuente citada plantea que Cuba produjo 33 000 toneladas y alcanzó un rendimiento de 871 kg/ha, indicador que la sitúa dentro de los más bajos rendimientos del mundo.
En los Lineamientos Económicos del Tercer Congreso del Partido Comunista de Cuba (Cuba, 1986) se refirió a la necesidad de aumentar los volúmenes y la calidad del tabaco entregado a la industria, de modo que se satisfagan las necesidades de esta, crear reservas para asegurar la estabilidad del mercado externo y garantizar los programas científicos en la producción tabacalera.
La calidad de nuestro tabaco en rama permite alcanzar en el mercado internacional un precio promedio de 2 500 dólares por tonelada, lo que representa un ingreso de 21.5 millones de dólares anuales por este concepto. Sin embargo, la mayor entrada de divisas recae sobre la comercialización de los tabacos torcidos. A partir de 1996 se diseñaron tres nuevas marcas de tabaco torcido, respaldadas con un sólido criterio de calidad, ellas son "Cuaba", "Vegas Robaina" y "Trinidad", las que unidas a las tradicionales y a la insigne "Cohiba" brindan al cliente una gama de productos en diferentes formatos, envases y precios. En 1998 se comercializaron más de 140 millones de unidades, lo que ofreció un beneficio aproximado de 240 millones de dólares. (Cuba, 1999).
Exigencias hídricas del cultivo del tabaco.
El tabaco pertenece a la familia Solanácea, género Nicotiana el cual comprende tres subgrupos y catorce secciones de mas de 65 especies entre los cuales se destacan: Nicotiana Rústica y la Nicotiana Tabacum, siendo esta a la que pertenecen todas las variedades de tabaco cultivadas en Cuba y la gran mayoría de las cultivadas en otras partes del mundo (Espino, 1982).
Las condiciones climáticas y de suelo tienen un marcado efecto en el rendimiento y calidad del tabaco tal como lo señalan Shafer et al, (1961) y Matsujama et al, (1983). Estos autores coinciden en señalar que los rendimientos y la calidad de la hoja de tabaco se encuentran íntimamente relacionados con la variedad, las condiciones climáticas y de suelo, labores y atenciones culturales y técnicas empleadas para el curado y fermentación de la hoja. En algunos países las condiciones de clima y suelo son consideradas como factores limitantes del rendimiento del tabaco, así tenemos que Shesgairi, (1967) plantea que dichas condiciones limitan el cultivo del tabaco en la India, mientras que Roman, (1978), las señala para las condiciones de Polonia.
Las condiciones de clima, suelo y variedad hace que tengamos en Cuba diversas zonas tabacaleras con características específicas a nuestro mercado, tanto interno como externo. De lo anteriormente expuesto se deduce que en cada caso debemos observar políticas de riego diferentes con vistas a satisfacer las exigencias del cultivo y de la industria (Juan, 1982).
Llanos, (1969) demostró que las hojas se producen más finas y con menos nerviaciones cuanto mayor es la humedad relativa, en cuanto a la temperatura encontró que la óptima para el crecimiento del tabaco es entre 20 y 27 °C y por debajo de 15 °C el desarrollo es lento.
El agua constituye uno de los factores imprescindibles para el desarrollo de una agricultura con un alto nivel técnico. En aquellas regiones donde el humedecimiento natural del suelo resulta irregular en el año, la aplicación artificial del agua a los cultivos contribuye a asegurar las cosechas e incrementar los rendimientos.
El agua constituye un factor limitante en la obtención de altos rendimientos, por lo que su aplicación controlada puede determinar el nivel de producción a alcanzar. Se puede afirmar que entre los factores agrotécnicos, el riego contribuye de forma decisiva al logro de altos rendimientos siempre que la agrotecnia utilizada esté en correspondencia con éste. Al cultivo del tabaco no se le aplican grandes volúmenes de agua, siendo muy sensible a la falta de ésta, y su exceso le es perjudicial en cuanto a los rendimientos y a la calidad.
Muchos autores de diversos países productores de tabaco han realizado estudios del régimen de riego en semilleros y en plantación. Generalmente plantean que en los semilleros la etapa más crítica es la que corresponde a los primeros 15 días posteriores a la siembra, en esta etapa deben efectuarse riegos diarios con dosis pequeñas, pues la superficie del suelo debe estar lo suficientemente húmeda para lograr una buena germinación de las semillas ( Guzmán, 1983).
El manejo del agua en semilleros es un elemento determinado en la obtención de posturas de calidad, por lo que en áreas dedicadas a éstas, debe existir una adecuada armonía entre una correcta utilización del riego y una relación adecuada entre los diferentes factores ambientales y fitotécnicos.
Akehurst,( 1973) plantea que los semilleros lleva mayor frecuencia de riegos en las fases iniciales de éste, siendo los mismos más espaciados en la medida en que las posturas de tabaco se acercan al periodo de cosecha, y que un buen manejo del agua evitará un exceso de humedad y la proliferación de enfermedades fungosas, por lo que es necesario tener presente factores tales como: fase del semillero, tipo de suelo, topografía, ubicación del semillero y condiciones climáticas.
Juan, (1981) plantea que durante la fase de semillero deben darse dos riegos ligeros por día, uno a media mañana y el otro a media tarde. Sin embargo Donev y Fetvadgiev, (1983) plantean que regar una sola vez al día es suficiente porque los resultados obtenidos son superiores que al hacerlo dos veces con la misma norma y además se reduce la fuerza de trabajo utilizada.
Durante la segunda y tercera fase del semillero, regar a intervalos es preferible a los riegos diarios, pues se estimula el desarrollo de las raíces (Histier y Gisquet,1961).
Los semilleros según Akehurst,(1973) deben regarse ligeramente una horas antes del arranque de las plántulas a fin de lograr que el sistema radical de las plantas se afecte lo menos posible.
En la fase de plantación el tabaco no requiere mucha agua y cuando se le suministre se hará como una verdadera necesidad, pues la experiencia ha demostrado que es preferible que las plantas estén un poco faltas de agua a que crezcan con extremada lozanía por haber sido regadas excesivamente. En esto se requiere una adecuada programación del riego, pues muy frecuentemente dañan el cultivo; también cuando ocurre un déficit de agua
durante la mitad del ciclo vegetativo, se reduce el desarrollo vegetativo, las hojas son más pequeñas y disminuyen los requerimientos de agua del cultivo en su fase final (Todoroski, 1975).
Tradicionalmente el hombre a luchado y lucha aún, por obtener de cada campo de cultivo el máximo de rendimiento posible y en este sentido ha encaminado todos sus esfuerzos y recursos materiales.
Experimentos agrícolas han demostrado que la humedad que posee el suelo durante las primeras fases de su desarrollo tiene una influencia importante en la calidad y rendimiento de la cosecha (Pacheco, 1984).
Por ejemplo muchos investigadores informan sobre los efectos beneficiosos de la irrigación o lluvia sobre el rendimiento y características físicas y químicas del tabaco.
Trabajos realizados por Vodoloroski, Bikov y Sautich, (1957); Zlatev, (1970); Todoroski,(1975) y Kelly,(1977); Doorembos, (1978) y Kassan, (1979), plantean que con un buen manejo del agua de riego se obtienen altas y estables cosechas.
El número de riegos que se aplican depende de muchos factores tales como: año climático, variedad, tipo de suelo, forma de cosecha, época de trasplante, técnica de riego utilizada, etc. y oscila normalmente en las diferentes zonas tabacaleras de Cuba entre 5 y 8 riegos.
En trabajos realizados por Zlatev, (1978) indica que el riego es una importante medida fitotécnica en el tabaco, por lo que no regar en el momento oportuno es una causa de los bajos rendimientos.
Por otra parte Gerveb,(1972) expresa que mantener una humedad óptima en el suelo en estaciones en que hay sequía, incrementa los rendimientos del tabaco en un 50 – 60 % en comparación con plantas no irrigadas y que en estaciones húmedas el efecto del riego sobre las cosechas baja considerablemente.
Las experiencias de Shaumarski, (1973) indican que en el tabaco oriental el riego incrementa las cosechas en un 13 – 45 %. Ayers y Spencer, (1970) indican que manteniendo un nivel óptimo de humedad en el suelo para la cosecha en todas sus fases no solo aumentará el rendimiento, sino también el porcentaje de productos agrícolas de alta calidad, se mantiene el vigor y la salud de las plantas y con mayor resistencia a plagas y enfermedades.
Los resultados de Leonov et al, (1968) indican que para obtener tabaco de alta calidad, el régimen de riego debe ser determinado teniendo en cuenta la capacidad de absorción del suelo, el crecimiento y desarrollo de las plantas ya que una humedad mayor aumenta el tiempo de crecimiento de las hojas, se atrasa la maduración, se acumulan menor contenido de cuerpos de valor, se degrada la calidad y produce menor contenido de hojas oscuras.
Pérez, (1946) señala que en el cultivo del tabaco bajo tela es necesario aumentar el número de riegos con el objetivo de que las capas que se cosechen sean claras, finas, ligeras y puedan satisfacer las exigencias del mercado. Para los suelos sueltos resulta perjudicial demorar el primer riego, pues afecta el crecimiento del tabaco, y en las zonas donde los suelos son muy permeables y secantes, se aplicarán riegos frecuentes, generalmente cada 8 ó diez días.
Se plantea por Chouteau, (1984) que los riegos que se practican en los veranos secos permiten obtener un aumento en los rendimientos de un 30 – 40 %, esta tendencia se acentúa en las hojas altas (aumento de un 50 %), los riegos influyen en las características físicas del tabaco fermentado, con hojas más grandes, menos densas y de color mas claro y menos verdosas. El efecto de la composición química fue relativamente débil y en la mayoría de los casos el riego por aspersión bajó los contenidos de alcaloides y nitrógeno total.
En años muy secos la irrigación aumenta su valor unitario y total, los rendimientos motivados por el riego fueron del 175 % al ser comparados con las áreas no regadas. La respuesta de la irrigación depende del estado de la sequía ya que el agotamiento de los niveles de humedad del suelo pudiera afectar el desarrollo potencial total de la cosecha.
Miles, (1957) encontró que el tabaco irrigado dio un aumento significativo en producto, precio por quintal y valor sobre el tabaco no irrigado.
Cuando el nivel de humedad en el suelo es óptimo (100 – 50 % de la capacidad de campo) cerca del sistema radical, el crecimiento y desarrollo de la planta es óptimo. Pistarius, (1969) plantea que el regadío no es aconsejable en el periodo en que las plantas se están restableciendo y que siempre es necesario para el crecimiento y para lograr altos rendimientos y decide en la calidad. Concluye afirmando que la irrigación debe comenzarse cuando se haya consumido alrededor del 50 % de la humedad disponible.
El riego excesivo provoca una disminución en el rendimiento y acelera la maduración así como aumenta el contenido de azúcar, potasio, eleva la alcalinidad de la ceniza, disminuye el contenido de nitrógeno, de nicotina y de cloro (Miles, 1965 y Krishnamurthy et al, 1991).
Según investigaciones realizadas por Mora, (1965) encontró que con excesivas aplicaciones de agua (13 riegos con un total de 585 mm) se obtiene un aumento de la materia verde pero no en el peso de tabaco seco, y con 6 riegos se han obtenido muy buenos resultados.
Según Baulev, (1966) citado por Iordanov, (1969) recomiendan de 2 – 3 riegos para el tabaco negro y aplicarlos desde la formación de los botones hasta el principio de la floración.
Juan,(1976) elaboró recomendaciones para el riego del tabaco Virginia, señalando que la norma de riego para este tipo de tabaco oscilaba entre 110 hasta 254 metros cúbicos por hectárea y que el número de riegos oscilaba normalmente de 6 a 8. Miles,(1965) señala que el tabaco tipo Virginia, respondió al riego con un aumento significativo del rendimiento y valor de la producción, en comparación con el tabaco no irrigado.
Por ejemplo, experimentos concluidos por Zlatev, (1978) en las condiciones de Bulgaria señalan que el número de riegos a aplicar en el tabaco depende del régimen de las lluvias, recomendando un nivel de la humedad del suelo para el tabaco tipo Virginia del 80 – 60 % de la capacidad de campo.
Se acepta que cuando a un cultivo determinado se le aplica durante el ciclo vegetativo una cantidad de agua que coincida con las necesidades biológicas de la especie y variedad, debe obtenerse un rendimiento máximo si los demás factores que inciden en la obtención del mismo no resultan limitantes. Cuando el regadío cumpla con esta condición se dice que se ha aplicado un régimen de riego biológicamente adecuado (Pacheco, 1984).
Se plantea por Carorenuto, (1981) que las exigencias hídricas del tabaco representa una problemática bastante amplia y siempre actual, por lo que el tabaco mantiene su potencialidad productiva por efecto del agua, si la humedad es mantenida constantemente en un nivel superior al 50 % del agua útil, y que una humedad inferior, causa en la planta problemas en su desarrollo a consecuencia de los síntomas del estrés hídrico, a su vez, el periodo de máximo requerimiento de agua del tabaco se encuentra entre los 50 – 70 días después del trasplante.
Un déficit agudo durante el periodo de crecimiento afecta el peso de las hojas y su composición química y un déficit de agua ligero en la maduración es deseable.
Según Agens et al, (1970) manteniendo un nivel satisfactorio de humedad en el suelo para la cosecha en todas sus fases, no solamente aumentará el rendimiento sino también el porcentaje de productos agrícolas de alta calidad; además, la planta es más resistente a plagas y enfermedades.
Mora et al, (1977) reportaron que un buen manejo del riego además de influir sobre los rendimientos, evitará un exceso de humedad y la proliferación de enfermedades fungosas.
Zlatev, (1979) afirma que los tabacos orientales son cultivados sin irrigación, esta se practica solamente durante los años de sequía, siendo el régimen de riego óptimo aquel en el que el porcentaje de humedad durante el periodo de activo crecimiento (30 días después del trasplante – primera cosecha) no desciende por debajo del 60 – 75 % de la capacidad de campo.
Se plantea por Juan, (1985) que en el tabaco Negro tapado en las condiciones de Cuba cuando se realiza un manejo adecuado del riego, no solo aumenta los rendimientos, sino también se mejora la calidad del tabaco.
En la actualidad, en la problemática del riego del tabaco, uno de los objetivos fundamentales lo constituye la reducción de la norma total, el logro de cosechas de alta calidad y rendimientos más estables, así como aumentar la efectividad económica del riego. En tal sentido se plantea por diferentes autores que el régimen de riego alterado en el tabaco se caracteriza por la supresión del riego durante las diferentes fases del cultivo, reduce el número de riegos a aplicar, estudia los periodos de mayores exigencias hídricas, aplica normas de riego reducidas y busca un mayor efecto económico del agua. También señalan que suspender el riego en la etapa de crecimiento reduce el rendimiento y afecta la calidad de la hoja, así como alterar el régimen de riego tiene como objetivo fundamental lograr un ahorro del agua sin provocar variaciones significativas en el rendimiento y calidad del tabaco.
Juan,(1985) encontró diferencias significativas para la cosecha total y los diferentes grupos de clases de tabaco en miles de hojas / ha y de pesos / ha para el riego alterado en el tabaco tapado, siendo la variante más económica la que se regó por surcos alternos al final del segundo periodo vegetativo y durante el tercer periodo vegetativo, pues produjo en comparación con el régimen que se utiliza actualmente, una disminución de la norma total de riego en un 15 % y del costo de producción en 43 pesos / ha con una mejor calidad del tabaco.
En el riego del tabaco, cualquiera que sea la solución que se utilice, debe permitir su aplicación oportuna, aplicar la norma de riego en cantidad y uniformidad, así como evitar el encharcamiento y la erosión.
En la actualidad para la determinación del momento de riego así como la cantidad de agua a aplicar se utiliza el pronóstico de riego, esto puede realizarse por dos métodos: el gravimétrico, Juan y García, (1982) y el bioclimático (Rey et al, 1982).
El pronóstico de riego por el método gravimétrico se fundamenta en la determinación del momento de riego por la vía directa, con el empleo de la barrena. En el método bioclimático, el momento de riego se realiza sobre la base de un balance de humedad del suelo, los coeficientes bioclimáticos del cultivo, las lluvias y la evaporación.
Refiriéndose a estos aspectos, el Grupo de Pronóstico del Instituto de Investigaciones de Riego y Drenaje expresa que la determinación del momento de riego según la humedad presente es un método muy común en todo el mundo, con muchas variantes que van desde el uso de la sonda de neutrones, tensiómetros, resistencia eléctrica, etc. hasta la determinación gravimétrica de la humedad del suelo; es el más exacto en dependencia de la calidad que tenga la determinación de la humedad y su representatividad, con el inconveniente que implica la inversión de valiosos recursos. También plantea que los métodos biológicos se basan en el estado de las plantas, y en ellas se observa la respuesta de determinados órganos para determinar el momento de riego; es poco seguro y de uso limitado. Al referirse al método bioclimático se plantea que este tiene en consideración las necesidades de agua de la planta a lo largo de su ciclo vegetativo y que el mismo se basa en las relaciones entre el consumo de agua por la planta y algún elemento climático y concluye expresando que los avances crecientes en las investigaciones de riego han permitido que en el mundo estos métodos sean cada vez mas usados.
Juan et al, (1985) plantean que el pronóstico de riego en ocho Empresas de Pinar del Río permitió incrementos de la cosecha desde 100 hasta 240 Kg / ha, lo que posibilitó un aumento de los rendimientos de 11.2 y 20 % para las variedades de tabaco negro Criollo, Corojo y C-30 y de 9 a 27 % para el tabaco de tipo Virginia y Burley con utilidades y rentabilidad suplementarias de 529 pesos / ha – 156 % y 109 pesos / ha – 35 % para las variedades Corojo-Criollo respectivamente. En el cultivo del tabaco existen dos métodos de riego: Gravedad y Aspersión. El método por gravedad tiene dos técnicas: el riego por surcos, utilizando la guataca y el riego por mangueras.
El método por aspersión tiene como técnica fundamental la media presión en la que utilizan aspersores con medio alcance (InstructivoTécnico, 1979). La mayoría de las superficies dedicadas a la producción en las variedades de tabaco negro utilizan el método de riego por gravedad. No obstante Juan, (1977) al estudiar el método de riego por aspersión en el tabaco negro tapado por encima y por debajo de la tela plantea, que si se utiliza una adecuada fitotecnia se obtiene una buena cosecha tanto en rendimiento
como en calidad. Este autor en 1982 llega a la conclusión, de que no existen diferencias en los valores de producción y los valores de categorías al comparar el riego por aspersión con el riego tradicional con mangueras, pero sí en el rendimiento agrícola en favor del riego por aspersión.
En el segundo encuentro Provincial Tabacalero, (1981) se recomienda utilizar en zonas donde la topografía es accidentada, el riego por aspersión en plantaciones hasta los 35-45 días y en el resto del ciclo utilizar la gravedad para evitar la erosión.
En los últimos años ha despertado mucho interés el nuevo sistema de riego localizado o riego por goteo, que más que un método de riego es una nueva concepción entre la hidroponía y los riegos tradicionales (Cabrera et al, 1979).
Trabajos realizados por Juan, (1979) encontró que haciendo un buen uso de la aspersión en el tabaco negro rapado se obtienen buenos rendimientos y buena calidad.
Las investigaciones hoy día tratan de esclarecer para los distintos cultivos la relación existente entre el agua que consumen y el rendimiento que ofrecen para distintos niveles de abastecimiento hídrico. Una vez conocida dicha relación, la misma puede usarse para programar los rendimientos en consonancia con el abastecimiento de agua que se planifique, sin embargo esta relación agua – rendimiento, no es una relación sencilla y tiene gran complejidad su determinación.
Los cultivos agrícolas consumen el agua durante un periodo de tiempo que conocemos como periodo o ciclo vegetativo, a través del cual se suceden varias fases de su desarrollo, esto presupone que el agua de riego debe suministrarse paulatinamente durante un periodo más o menos largo donde se satisfacen (según se planifiquen) las necesidades hídricas de cada fase de su desarrollo.
La sensibilidad de los cultivos a la deficiencia de agua no resulta igual diferentes grados de respuesta de la planta en rendimiento a determinados déficits de agua en etapas distintas de su desarrollo (Paheco, 1984).
El periodo de máxima demanda de agua es generalmente el momento de máximo crecimiento del cultivo, ya que un déficit hídrico durante este periodo afecta notablemente los rendimientos (Rey et al, 1982).
La práctica actual del regadío en muchas regiones y países del mundo (incluido el nuestro) aplica un régimen de riego que dista mucho del biológicamente adecuado, pero el déficit hídrico que se produce no descansa generalmente sobre bases científicas que justifican su aplicación, más bien es el resultado de problemas organizativos, en indagaciones y criterios subjetivos.
Conocer la relación agua rendimiento para cada cultivo resulta doblemente importante porque su característica es que el rendimiento de los cultivos no se reduce en la misma proporción en que reducimos el agua aplicada, y esto, además, tiene un apreciable valor económico.
Cuando se conocen los momentos en que el agua de riego no incide significativamente en el rendimiento de las plantas pueden eliminarse riegos, aplicarse aquellos con un menor volumen, lo que ocasionará un notable ahorro de agua (Pacheco, 1984).
El estudio de diferentes regímenes de riego reviste gran importancia, ya que un riego adecuado aumenta las cosechas, iguala o mejora la calidad del producto y es buen estabilidad de los rendimientos (Juan, 1984; Cordero, Juan y González, 1987; Contreras, Cruz y León, 1988).
Un adecuado manejo del riego garantiza una adecuada regulación de la temperatura del suelo, estimula y favorece considerablemente el desarrollo del sistema radical, lo cual trae como consecuencia que la planta absorba una mayor cantidad de elementos nutritivos. Además, el uso del riego en proporciones adecuadas, evita la propagación de plagas y enfermedades, determina el número de hojas en la planta, el tamaño de éstas, así como las demás propiedades físico – químicas de la hoja, de las cuales va a depender el rendimiento y la calidad del cultivo en cuestión.
Existen por tanto métodos y técnicas de riego que tienen la misión de convertir el agua destinada al riego desde el estado de corriente de agua al estado de humedad del suelo. Mediante ello se deberá mantener en el suelo el régimen hídrico necesario y los relacionados con los regímenes de aireación, nutrición, salinización y térmico; garantizar, conjuntamente con la agrotecnia, una alta fertilidad del suelo y obtener los rendimientos más altos de las cosechas; crear en la capa activa del suelo la humedad necesaria de modo que esté distribuida uniformemente en toda su superficie; garantizar una alta productividad del trabajo durante el riego; no destruir la estructura del suelo y realizar el régimen de riego necesario con un alto coeficiente de aprovechamiento del agua (C.A.A.) en el campo. C.A.A.= 0.95-1.00 (Aidarov,et al, 1985).
Cuando se riega utilizando el método de riego por gravedad por acción de la gravedad, el agua se distribuye directamente sobre la superficie del campo por escurrimiento natural. El riego por la acción de la gravedad tiene una ventaja fundamental e indiscutible y consiste en que para su práctica no requiere de gastos adicionales de energía y no se necesitan máquinas especiales ni materiales deficitarios. Utilizando la técnica de riego por surcos no se interrumpen las demás labores al permanecer seca la tierra entre los surcos, de ahí que se cumpla que este sistema en cultivos intensivos requiere de frecuentes cuidados; el asentamiento de la superficie del suelo es menos acusada, la tierra no forma costra y solo se agrieta parcialmente, por lo que es muy interesante este sistema en las tierras arcillosas (reducción de las pérdidas por evaporación); el uso de los caudales reducidos disminuye el peligro de erosión, cosa que permite la utilización de pendientes acusadas; prescindiendo del riego por aspersión, el riego por infiltración lateral es obligado en aquellos cultivos en línea que precisan ser aporcados (Deloye y Rebour, 1974).
Este sistema de riego superficial es técnicamente imperfecto, de ahí sus desventajas que radican en la necesidad de trabajo manual; la dependencia de las condiciones del relieve, la destrucción de la estructura del suelo, la dificultad de la regulación del grado de humedad y su uniformidad en el suelo y la restricción en la mecanización de los procesos de la agricultura (Aidarov, 1982).
Cuando se riega utilizando el método de riego por goteo, el agua se suministra en pequeñas dosis (gota a gota) a la zona donde se encuentra la masa principal del sistema radical de la planta.
Resultados de un experimento de riego por goteo llevado a cabo en la Estación Experimental del tabaco Negro (inédito) demostraron que se pueden obtener buenos rendimientos cuando se usa un lateral con goteros por dos hileras de plantas con un considerable ahorro de agua.
En Francia, Rolland, (1974) en ensayos de riego por goteo señala que en un caso los rendimientos y calidad fueron equivalentes a los obtenidos con las técnicas de riego tradicionales, en otros, los rendimientos resultaron un 20 % superiores a los obtenidos con la técnica tradicional y la calidad mejoró considerablemente.
Oliver, (1977) recomienda utilizar el riego por goteo en lugares donde hay escasez de agua.
ELEMENTOS DEL RÉGIMEN DE RIEGO EN EL CULTIVO DEL TABACO.
Uno de los elementos de suma importancia para la determinación de la cantidad de agua a aplicar a la planta lo constituye la evapotranspiración del cultivo, ésta no es más que la transpiración por parte de la planta y la evaporación desde la superficie del suelo que incluye el agua de constitución. La misma se encuentra influenciada por el clima, el suelo, la planta, la filotecnia y técnica de riego empleada.
Según Doorembos et al, (1976) para el cálculo de la evapotranspiración existen diferentes métodos y fórmulas, se puede determinar de forma indirecta mediante el uso de fórmulas empíricas en las que intervienen elementos del clima tales como: temperatura del aire, horas luz, humedad relativa, déficit de saturación, evaporación, radiación solar, velocidad del viento y otros. Las investigaciones de Juan et al, (1985) demuestran que el uso consuntivo en el Tabaco Negro Tapado en las condiciones de la Habana alcanzó un promedio de 223 mm y para el tabaco Criollo de Sol de 202 mm, otros trabajos como los de Cordero et al, (1985) establecieron para el tabaco una evapotranspiración de 227 mm para el ciclo de 82 días con un promedio de 3 mm / día.
Para el tabaco Oriental, Zlatev, (1978) plantea que la evapotranspiración de éste es baja para el primer periodo vegetativo, máxima en el periodo de crecimiento y tiene un descenso durante la recolección.
El periodo de máximo requerimiento de agua para el tabaco se encuentra entre los 50 y 70 días después del trasplante. Un déficit agudo durante el periodo de crecimiento activo afecta el peso de las hojas y su composición química y un déficit ligero durante la maduración es deseable porque se restringe el crecimiento de las hojas jóvenes (Doorembos et al, 1979; Juan et al, 1990 y Rajvajah et al 1992).
Las investigaciones realizadas en Cuba por Juan, (1985) establecen que para el Tabaco Negro Tapado en las condiciones de la Habana, la máxima demanda de agua ocurre entre los 30 y 60 días con un promedio diario de 3.1 mm, y que durante las etapas de 0 – 30 y de 60 – 84 días la planta tiene la menor exigencia hídrica.
Por otra parte Cordero et al, (1985) establecieron que para el Tabaco Criollo las mayores exigencias hídricas se registraron en la etapa de activo crecimiento del cultivo con una demanda hídrica de 3.1 mm / día (41%) entre los 40 -70 días después del trasplante.
Otros elementos que conforman el régimen de riego lo constituyen las normas totales y parciales, además de los intervalos de riego para el cultivo. En el periodo de activo crecimiento (30 – 70 días) se deben utilizar láminas de 15 – 25 y 30 – 35 mm a intervalos de 6 – 8 días; de 9 – 11 y 12 – 15 días para los suelos ligeros, medios y pesados respectivamente y en la mayoría de los casos la cantidad de agua a aplicar es de 20 – 50 cm (Chouteau, 1970).
El tabaco Burley en Bulgaria se cultiva en condiciones de riego y en años normales se realizan 4 riegos con una norma de 400 m³/ha. Cuando el tabaco se cultiva en suelos ligeros, se realizan de 8 – 9 riegos con normas de 250 a 300 m³/ha. Este tabaco se desarrolla bien cuando durante su ciclo vegetativo se le aplica una norma total de 3500 – 3600 m³/ha. Por su parte, Cruz y Juan, (1992) recomiendan para este tipo de tabaco y en las condiciones de Pinar del Río, aplicar 7 riegos con una norma total de 1386 m³/ha.
Juan, (1976) plantea que para el Tabaco Tapado regado por aspersión se utilizan de 7 – 8 riegos con una norma total de 1651 m³/ha con normas parciales desde 100 – 375 m³/ha; las normas más pequeñas se aplican en la fase de enraizamiento y recolección y las mayores en la fase de crecimiento activo.
Para las condiciones de Pinar del Río, la norma total promedio para las variedades de tabaco negro Criollo y Corojo es de 1430 m³/ha y normalmente las siembras que se efectúan a finales de Diciembre reciben de 7 a 8 riegos con normas que oscilan desde 110 – 320 m³/ha, cuando se utiliza el riego por aspersión e intervalos de 8 y 10 días.
Juan, (1985) indica que las normas parciales de las variedades Hicks 187, Virginia 315 y Speight G-28 oscilan desde 100 – 150 m³/ha; el número de riegos es normalmente de 6 a 8 y que para el Pelo de Oro de acuerdo a las exigencias de la industria y a las características de esta variedad, las normas totales y parciales son de 1460 y 140 – 320 m³/ha y el número de riegos de 5 -6.
Juan y Cordero, (1985) plantean que en las condiciones de Pinar del Río para un 75 % de probabilidad de la lluvia el número de riegos para el tabaco Criollo oscila entre 7 y 9,con una distribución de 3-4; 1-3 y 1-2 para las diferentes etapas del cultivo al considerar un nivel de humedad en el suelo de 80 -75 -65 % de la capacidad de campo y una norma parcial y total de 140 a 200 m³/ha y de 1536 m³/ha.
También recomiendan para las plantaciones tardías en la variedad Criollo de 7 – 8 riegos con una norma total de 1363 m³/ha y una distribución de los riegos de 2-4; 1-3 y 0-1 para las diferentes etapas del cultivo.
-. De forma general, el cultivo del tabaco no requiere de aplicación de grandes volúmenes de agua, pero es muy sensible a la escasez o exceso de la misma, por lo que esta afecta el rendimiento y el valor de la cosecha.
-. Aplicar un régimen de riego adecuado, incrementa los rendimientos y mejora la calidad de la producción.
-. En el cultivo del tabaco se pueden aplicar los métodos de riego superficial, por aspersión y localizado, no debiendo subestimar el uso perspectivo del riego por gravedad en virtud de su larga tradición y menor consumo de energía, siendo necesario introducirle modificaciones que permitan elevar la productividad del regador, una mayor eficiencia del uso del agua y no provocar la erosión de los suelos.
-. Por la respuesta positiva del riego por goteo en cuanto al ahorro del agua, fuerza de trabajo y energía, es recomendable su aplicación inmediata en el cultivo del tabaco para la obtención de capas.
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Autor:
MSc. Ing. Ricardo Cruz Lazo *.
ricardo[arroba]af.upr.edu.cu
Ing. Luis E. León Sánchez.*
leon[arroba]af.upr.edu.cu
MSc. Ing. Rene Hernández Gonzalo.*
* Profesores Asistentes Universidad de Pinar del Río. Cuba.
UNIVERSIDAD DE PINAR DEL RIO.
FACULTAD DE FORESTAL Y AGRONOMIA.