Posgrados de Comunicación en América Latina, un debate pendiente (página 2)
Enviado por �scar Bustamante Far�as
Nueve categorías han dado forma a la sistematización de los Poscom, todas ellas con las siguientes propiedades: a) se corresponden con la formulación estandarizada de la oferta en Internet; b) se corresponden con los dos marcos de referencia señalados.
Dichas categorías son:
- nombre del programa
- año
- tipo de institución
- perfil de ingreso
- perfil de egreso
- áreas de concentración/líneas de investigación
- modalidad pedagógica
- alumnos
- acreditación
Atendiendo el espacio disponible, se han seleccionado solo algunas de ellas para la caracterización de los programas.
Caracterización de los Posgrados de Comunicación en América Latina
Del total de programas, 23 corresponden a cursos de doctorado (20 por ciento) y 94 a cursos de maestría (80 por ciento). Los doctorados se concentran en Argentina, Brasil, Cuba y México, mientras que las maestrías se reparten en los 14 países que participan de la sistematización.
El amplio margen de las maestrías por sobre los doctorados es atribuible al modelo de la research university norteamericana adoptado en nuestros países, que vincula enseñanza e investigación a la obtención de esta secuencia de grados académicos (Schwartzman, 1996). Es la maestría, por lo tanto, la que marca las tendencias atribuidas al Poscom latinoamericano.
Vistos los programas en su distribución por países, es posible hablar de tres grupos. En el primero de ellos, se inscriben los tres grandes -Brasil, México y Argentina- con un total de 83 programas (59 maestrías y 22 doctorados), equivalentes al 71 por ciento. Concentración, además, que se corresponde con la dimensión de sus SES y del número de cursos de pregrado en comunicación: 348 cursos en Brasil, 321 en México y 55 en Argentina de acuerdo con la Relación de Escuelas de Comunicación en América Latina publicada por FELAFACS en abril de 2005.
En un segundo grupo asoman las ofertas de Chile, Colombia, Cuba, Perú, Puerto Rico y Venezuela, que en conjunto totalizan 22 programas (19 maestrías y un doctorado), equivalentes al 19 por ciento. Este grupo lo integran países que han mantenido una importante presencia y actividad al interior del campo académico latinoamericano de la comunicación, reflejada en su participación alrededor de los programas fundadores del posgrado regional. Éstos corresponden a las maestrías y doctorados que asistieron a las actividades de diagnóstico y reflexión impulsadas por FELAFACS, ALAIC y otras asociaciones académicas entre 1982 y 1986. A excepción de Cuba, en ninguno de ellos se ha logrado consolidar una oferta de doctorado.
El tercer grupo lo conforman Bolivia, Costa Rica, Ecuador, República Dominicana y Uruguay. De entre sus 12 ofertas, todas ellas de maestría, ninguna sobrepasa la década de existencia, en países además sin presencia al interior de los programas fundadores.
Es remarcable del análisis de esta categoría la evidencia de procesos disímiles en la institucionalización de los Poscom, los cuales van desde la consolidación (Brasil y México) hasta el desarrollo incipiente (República Dominicana y Uruguay).
Éstas corresponden a las cinco especialidades que nombran y definen 50 programas de maestría y doctorado de la región, equivalentes al 43 por ciento de la oferta total. Un valor de esta categoría es apreciar el grado de dispersión temática de los Poscom. Así, por ejemplo, el interés por abordar el fenómeno de la comunicación en términos genéricos (Ciencias de la Comunicación y Comunicación) se expresa en 29 programas, seguido por el estudio de la Comunicación Social y la Comunicación y Cultura. Todas ellas, con ofertas de maestría y doctorado. Las demás especialidades consignadas en los programas trazan recortes de estudio más específicos, así como interfaces con otras disciplinas y áreas de conocimiento, como ocurre con las maestrías en Comunicación y Tecnologías Educativas.
Otro valor de esta categoría es apreciar el influjo que tienen los diversos modelos fundacionales del campo académico de la comunicación latinoamericano. Modelos que aluden a la formación de periodistas, a la formación del comunicador como intelectual y a la formación del comunicólogo. En tal sentido, el alto número de ofertas genéricas en Comunicación coincide con la formación del comunicólogo en cuanto científico social, cual es el modelo más reciente, si bien persiste el influjo de los anteriores.
Los 33 años de posgraduación pueden ser vistos en dos períodos.
El primer periodo, que va desde 1972 a 1991, se caracteriza por una creación irregular de programas, en su mayoría de maestrías (15) y muy pocos doctorados (5), alcanzando el 20 por ciento. El segundo período, en cambio, abarca desde 1993 en adelante y se distingue por la creación ininterrumpida de programas y por cuadruplicar en ofertas al período anterior. En este tramo, se crean 62 maestrías y 17 doctorados, equivalentes al 80 por ciento de la oferta total; 44 de estos cursos, además, fueron creados entre 1993-1999, siendo este último año el más prolífico.
La década de los años 90, de este modo, señala para América Latina la irrupción de los Poscom, al incrementar notoriamente el total de programas abiertos durante las primeras dos décadas. Irrupción que va aparejada de una descentralización geográfica de la oferta, concentrada hasta entonces en Brasil y México, preferentemente. Aun así, en lo que va corrido de este siglo se constata la apertura de 35 nuevos cursos, más del doble de igual período de la década noventa.
La incorporación de los diferentes países a la oferta de posgrados o, si se prefiere, la ruta de la descentralización geográfica, es la siguiente: Brasil (1972) – Puerto Rico (1973) – México (1977) – Colombia (1990) – Argentina/Chile (1993) – Venezuela (1994) -Perú/Costa Rica (1996) – Bolivia (1999) – Uruguay (2002) – Ecuador (2005).
Como se aprecia, 18 programas no respondieron a la consulta sobre su año de creación.
Los 117 cursos de posgrado se distribuyen así: 54 corresponden a universidades públicas, 53 a universidades privadas, cinco a instituciones privadas no universitarias y cinco a instituciones internacionales. La oferta privada global alcanza los 58 programas, por encima de la pública, en tanto que las otras dos modalidades son todavía incipientes.
Los países que más aportan a la oferta pública, en términos absolutos o porcentuales, son Cuba con sus tres programas, Costa Rica y Venezuela con dos, y Brasil con 19 cursos. Del otro lado, Perú exhibe cuatro ofertas privadas, seguido de Argentina con 10 y Chile con cinco. México sostiene un equilibrio entre oferta pública/privada de 15/14.
Históricamente, las IES privadas se han hecho presentes en la oferta de Poscom latinoamericanos, vinculadas por lo general a instituciones confesionales. Presencia, por ejemplo, en varias de las universidades que participaron de los programas fundadores durante la década de los 80. Su influjo también se remonta a la constitución misma del campo académico y, según Fuentes (1998), al segundo modelo fundacional de la comunicación en América Latina -el comunicador como intelectual- basado en la impronta humanista y jesuita.
Instituciones privadas no universitarias e internacionales, existentes en todos los SES latinoamericanos y en determinados períodos muy importantes para el desarrollo del campo académico, tienen hoy baja presencia en la oferta de posgrados, solo en las maestrías, y se encuentran en Argentina, Bolivia, Ecuador y México. Destacan el ILCE, FLACSO, la Universidad Andina Simón Bolívar y la Fundación Walter Benjamín.
En la oferta de salida del posgrado se aprecia la concentración de 67 programas (57 por ciento) alrededor de un perfil de egreso múltiple. Aunque combina la formación profesional y en investigación, el egreso múltiple se define por una amplia capacitación en el desarrollo de habilidades y competencias para la reinserción de los alumnos en el mercado profesional y académico. En este grupo destaca Brasil con sus 31 ofertas, seguido por México y Argentina.
Dentro del perfil profesional (32 por ciento) sobresalen Argentina, Cuba, Costa Rica, Perú y México, mientras que programas dirigidos a la investigación se encuentran principalmente en este último país.
Esta categoría, junto a la del perfil de ingreso, representan el circuito de relación de las IES con el mercado laboral y la sociedad. Considerando que en ambas categorías la modalidad múltiple resulta mayoritaria, pero que la evidencia arrojada por la sistematización no es suficiente para iluminar dicha relación tan compleja, preferimos sugerir algunas preguntas: ¿cuánto hay de mera estrategia comercial en esto?, ¿cuánto de propuesta multidisciplinaria?, ¿cuánto de término a la indeseada función remedial del posgrado?, ¿cuánto de moda académica vinculada a la Comunicación?, ¿cuánto de una amalgama de todas las anteriores (y otras causas posibles)?
Este artículo no se propone responder a esas preguntas, pero sí puede sugerir una pista. Rompiendo con la definición normativa de los posgrados en general, que corresponde al deber ser de maestrías y doctorados establecido por la legislación de los países y se diferencia de la definición de base empírica, Ricardo Lucio (2002) propone hablar de a) posgrados de buena calidad de investigación, que producen conocimientos científicos y tecnológicos relevantes, están apoyados en comunidades académicas sólidas y cuentan con procesos eficientes de formación de investigadores; b) posgrados de especialización, que forman en aspectos novedosos y muy tecnificados del ejercicio profesional y, aunque no se plantean la formación de investigadores, su concepción del ejercicio profesional implica la capacidad de asimilar en él la producción científica y tecnológica; c) posgrados de consumo, que aunque se plantean en el papel la formación de investigadores, son en realidad programas montados sobre la base de comunidades académicas endebles e inestables. Atraen a una clientela que busca fundamentalmente un título.
El 57 por ciento de las maestrías y doctorados participa de sistemas de acreditación dentro de políticas de apoyo y fomento al posgrado nacional. Principal aporte a este grupo lo realiza Brasil (31), seguido por Argentina (17) y México (11). El 43 por ciento restante se trata de países donde no se han establecido sistemas nacionales de posgrado o, aun existiendo, los programas no se han incorporado a ellos.
Parece irreversible el avance de los sistemas de acreditación de posgrados, por cuanto el tema de la calidad resulta un eje prioritario de las reformas a los SES regionales. La cuestión es saber si las acciones, programas y estrategias que se emprendan responderán a una política pública consistente y orientada, en palabras de Ricardo Lucio (2002), "al fortalecimiento de sistemas claros e imparciales de acreditación, tanto nacional como (para los doctorados de calidad superior) internacional".
La principal conclusión de este sobrevuelo descriptivo por los Poscom latinoamericanos es la que enuncia su título. Transcurridas más de tres décadas de su desarrollo, paulatino en un comienzo e irruptivo en los últimos años, distribuida su oferta por 14 países de la región y orientados su ingreso/egreso a una amplia gama de estudiantes y destrezas científico-profesionales, los Poscom siguen sin constituir un objeto de reflexión relevante para el campo académico latinoamericano, como ocurriera (paradójicamente) en la perdida década de los años 80, no obstante algunos esfuerzos nacionales que se realizan a su favor. Su condición de debate pendiente, por lo tanto, esperamos que pronto se revierta, sobre todo en países como Chile que, sin ser de los grandes de la región, incrementa el número de maestrías en inversa proporción al sentido de las mismas y posterga hace más de 20 años el necesario avance al doctorado, cual es el espacio natural de la investigación y la producción científica.
Autor:
Óscar Bustamante Farías
Revista Chasqui Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para
América Latina (CIESPAL) Email: chasqui[arroba]ciespal.net info[arroba]ciespal.net Weblog: www.revistachasqui.blogspot.com Web: www.chasqui.comunica.org Web institucional: www.ciespal.net Quito – ECUADOR
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