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Sobre la gestión cultural universitaria (página 2)


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Extensión Universitaria es entonces el empleo de los conocimientos ya acumulados y de las capacidades de docentes e investigadores para desarrollarlos, adaptarlos y aplicarlos a fines útiles para la comunidad. Implica la existencia de un sujeto u organismo creador o gestor (productor o procesador), que ofrece a la comunidad destinataria un objeto, una reflexión, un valor que la sociedad recibe, asimila, aprovecha, disfruta, acepta, recrea, cuestiona o rechaza. No es una actividad unidireccional sino que debe producir un "diálogo" permanente entre el que da (Universidad) y el que recibe (Sociedad y Medio), lo que significa que el sujeto que "extiende", se enriquece en forma permanente. Esta bidireccionalidad explica la gratificación y el sentimiento de enriquecimiento del sujeto emisor y presupone que la Universidad también "aprende" a partir de los saberes y prácticas de la Comunidad.

Algunos criterios sobre la extensión y la gestión cultural:

  • 1. La gestión cultural dentro del ámbito universitario debe partir del sistema de interacciones que tiene la misma universidad. Es decir, desde las redes de intercambio dentro de la misma comunidad universitaria y desde ésta con la comunidad nacional. En ese sentido se debe tener claro que hay una extensión intrauniversitaria y una extrauniversitaria, o comunal. Lo importante entonces es poseer plena conciencia siempre de las interacciones entre el adentro y el afuera y viceversa, sin perder nunca de vista esas relaciones ni esos intercambios.

  • 2. La extensión universitaria debe verse como función y proceso en el amplio sistema de interacciones entre la universidad y la sociedad. Los procesos deben anteponerse a los eventos y/o resultados, entendiendo que los eventos y resultados obedecen al mismo proceso, al viaje que se realiza por las diversas estructuras sociales. En el ámbito puramente cultural debe entonces redefinirse el perfil del gestor cultural como un individuo preparado y entrenado para conducir procesos socioculturales requeridos para elevar la acción cultural a las dimensiones sociales pertinentes. En esa perspectiva se entiende al gestor cultural como un agente de la transformación social en una comunidad determinada.

  • 3. La gestión cultural debe poseer un componente social implícito para ampliar sus objetivos, en ese sentido podemos hablar de una suerte de gestión sociocultural. Por esa razón el gestor cultural debe conocer tanto los aspectos económicos como los de índole social, política y cultural de su contexto inmediato, nacional e internacional. Por lo demás, debe estar preparado para realizar diagnósticos que coadyuven a la comprensión de esa realidad y a la descripción e implementación de proyectos.

  • 4. Dentro de esa concepción se concibe al gestor cultural como un cogenerador de procesos culturales y como un agente capaz de darle a la cultura la dimensión social pertinente, es decir, no desvinculada del ámbito económico y social, sino comprometida con el conjunto de relaciones que posibilitan el desarrollo integral del ser humano a partir de la planificación operativa o de la capacidad de generar proyectos.

  • 5. Para lograr sus objetivos, sus propósitos o tareas, el gestor cultural debe conocer a cabalidad el entorno y los alcances de su quehacer tanto en la comunidad universitaria como en la sociedad en general. Debe estudiar y comprender las condiciones económicas, sociales y políticas del medio, así como las diferentes manifestaciones culturales, sus principales características y actores, de la comunidad. De esta manera evitará tomar decisiones arbitrarias que darían al traste con la consecución de sus metas.

  • 6. El gestor cultural debe poseer amplios conocimientos en los procedimientos y técnicas de administración y gestión de proyectos culturales. La buena conducción y distribución de los recursos a su disposición es un elemento fundamental para la concreción de sus actividades y objetivos. Por lo demás, debe procurarle sustentabilidad y permanencia a los procesos, proyectos y actividades.

  • 7. Una de las tareas importantes de la gestión cultural es detectar y estimular posibles alianzas de trabajo y acción con otras dependencias públicas o privadas. Pero fundamentalmente se debería permitir la cogeneración de proyectos con organizaciones comunales que precisen de apoyo en sus labores socioculturales y artísticas. Cuando hablamos de organizaciones comunales nos referimos tanto a la comunidad universitaria como a la sociedad en general. En ese sentido es importante subrayar la importancia del intercambio de saberes.

  • 8. Dentro de la anterior propuesta se debe clarificar y diagnosticar el tipo de población que será beneficiada, o aliada, con los procesos de gestión cultural. En nuestros países no hay duda de la opción por las comunidades y grupos más afectados por el embate de la globalización bajo esquema neoliberal, potenciando sus capacidades de resistencia en términos culturales.

  • 9. Un elemento a tomar en cuenta es el estímulo a la creatividad artística. Poseyendo las herramientas necesarias para comprender los procesos socioculturales, una de las tareas de la gestión cultural es fortalecer la creatividad artística sobre todo en aquellos sectores sociales excluidos por el mismo sistema socioeconómico. Pero la creatividad artística no debe desarrollarse solamente al interior de la universidad, sino, y prioritariamente, en comunidades donde no circulan los bienes culturales y que por tanto están ávidas de formación artística. Además, se debe comprender que el artista universitario, o el extensionista, no solamente va a las comunidades a enseñar y "mostrar" sus trabajos, sino también a aprender y a entregar las herramientas de la producción artística a los miembros participantes de esa comunidad. En ese sentido, como ejemplo, vale tanto la formación de un grupo teatral universitario como, y fundamentalmente, el impulso de un grupo de teatro comunal.

  • 10. Finalmente, es importante estrechar la relación entre la Extensión y la Investigación. Esto quiere decir que es importante también potenciar la investigación para reconocer, salvaguardar y estimular las producciones culturales y artísticas propias (auténticas) de una comunidad, y a los cultores y artistas populares que las hacen posible, así como para sistematizar experiencias. En ese sentido se debe procurar que la Extensión derive en una investigación participante que pudiera generar trabajos conjuntos, concertados, o alianzas creativas donde el extensionista o artista "profesional" se nutra del artista popular y viceversa.

A modo de conclusiones:

Como se ha expuesto, la gestión cultural universitaria se articula a partir de las redes de intercambio que posee la comunidad universitaria y ésta con el resto de la sociedad. La gestión cultural debe entenderse entonces como el organismo que hace posible esas interacciones en el amplio espectro del quehacer de la cultura. Esos intercambios deben darse de manera dialógica, en tanto las comunidades también tienen mucho que aportar a la misión universitaria y la universidad a la comprensión de sus identidades, incluida la suya.

La gestión cultural está adscrita a una visión más antropológica de la cultura y por tanto, necesariamente imbricada a los procesos sociales, económicos y políticos de la sociedad que hace posible a la institución universidad. Su actividad va más allá de la labor artística tradicional pues debe contemplar las necesidades culturales de la misma comunidad universitaria y de la sociedad en general. Sus objetivos están insertos en la promoción humana y en la justicia social como principios ineludibles de la universidad y su misión.

La gestión cultural universitaria debe ser, además, un ámbito donde se forme y perfeccione al individuo que la hace posible: el gestor cultural como componente de un colectivo, es decir, de equipos de trabajo que posibiliten el alcance de sus funciones. Su perfil debe estar adecuado a las condiciones y perspectivas de la misión inherente a las prácticas culturales universitarias. Por tanto, debe irse pensando en la profesionalización de ese perfil desde el punto de vista académico. La universidad misma debe procurar el acompañamiento institucional para desplegar su labor, así como los insumos para la formación de dicho profesional.

Bibliografía citada, consultada y recomendada:

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Carvajal, Luis B. Teoría y práctica de la gestión cultural. Instituto San Pablo Apóstol. Bogotá, Colombia, 1995.

Cembranos, Fernando; Montesinos, David H.; Bustelo, María. La animación sociocultural: una propuesta metodológica. Editorial Popular, S.A. Madrid, 1995.

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Cuevas, Rafael. El punto sobre la i. Políticas culturales en Costa Rica (1948-1990). Dirección de Publicaciones, Ministerio de Cultura. San José, 1996.

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Protti Ramírez, Giancarlo. "¿Gestión cultural en Costa Rica? Nuestro entorno y las dinámicas de transformación". En La tradición del presente. Actualidad de las experiencias teatrales en Costa Rica en las últimas tres décadas. Vinocour, Fernando, editor. Perro Azul. San José, 2007.

Rodríguez Barrientos, Francisco. Región, identidad y cultura. Perro Azul. San José, 2001.

Ruiz, Ángel. Universidad y sociedad en América Latina. FLACSO Programa Costa Rica-Universidad Nacional. San José, 1995.

UNESCO. Nuestra diversidad creativa. Informe de la Comisión Mundial de cultura y desarrollo. Ediciones UNESCO: Fundación Santa María, 1997.

 

 

 

 

Autor:

Adriano Corrales Arias

Escritor, profesor, investigador y extensionista del Instituto Tecnológico de Costa Rica.

Vargas Araya/Monterrey, setiembre-octubre 2009.

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