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Sobre el superyó, sus fases y desarrollo; hacia un súper-yo para la civilización

Enviado por Fernando Romero


Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. De la primera etapa de organización del Superyó
  4. Conclusión
  5. Bibliografía

Resumen

El Superyó, es un sistema de representaciones encargado de las funciones ética y moral; re- sulta de la internalización de leyes, reglas, normas y prohibiciones. Su desarrollo es lento, lleva toda la vida y nunca termina. Se diferencia gradualmente del Yo. Existen trabajos que explican su desarrollo por fases. Retomo esa idea con intención de integración. Desde Freud, (1921-1923) puede pensarse que se consolida al integrarse Yo ideal e Ideal del Yo. Desde Klein (1923-1930), las posiciones esquizoparanoide y depresiva implican niveles de organización previa, incluso, a "La moral esfinteriana" (Ferenczi, 1925) Al cuarto año se establece como instancia, pero continua desarrollándose (Kohut, 1971/1977) hacia un "Sis-tema de internalización transmutativa de la Ley". Su estudio se complementa con la teoría psicoanalítica de las representaciones (Freud, 1895) y la cognoscitivista (Perner, 1988)

Palabras clave: Registros neuronales, huellas mnémicas, representaciones cosa, representaciones palabra, simbolización; y sus análogos cognitivos: representaciones de modelo único, representaciones de modelos múltiples y metarrepresentaciones.

ABSTRACT

The Superego is a system of representations of ethical and moral functions: internalization of laws, rules, norms and prohibitions. Its slow development takes a lifetime. It gradually becomes differentiated from the Ego. There are pieces of work that explain its development through phases. I take up that idea once more with the intention of integration. From the works of Freud (1921-1923) it can be considered to be consolidated by means of the integration of the ideal Ego and the Ideal of the Ego. From the works of Klein (1923-1930), the schizoparanoid and depressive position imply levels of previous organizations, including the "sphincteric moral" (Ferenczi 1925). At fourth years of age, it still requires development (Kohut 1971/1977) as a transmutative law internalization system. Its study is complemented by the theories of representations: psychoanalytical (Freud, 1895) and cognitive (Perner, 1988)

Key Words:

Neuron records (registers), mnemic imprints, thing representations, word representations, symbolization, and their cognitive correspondents: unique model representations, multiple models representations and metarepresentations.

Introducción

Para la Teoría psicoanalítica, la parte de la personalidad que se encarga de regular la conducta con miramiento por la ética, la moral y los valores humanos en gene- ral, es un sistema verdaderamente com-plejo y subjetivo que Freud definió como "Superyó" en su trabajo de 1923, "El Yo y el Ello".

Sin embargo, probablemente desde mu- cho antes empezó a detectar de manera indirecta lo que podríamos denominar precursores del Superyó, porque lo "im-portante" en el principio era entender la parte inconsciente de la personalidad pues desde ese espacio se podría develar y en-tender el síntoma. Y es que las primeras representaciones que hace el neonato, y el Superyó es un sistema de representacio-nes, parecen ser aquellas que ocurren en base a la excitación captada durante el trabajo del parto, y posteriores, merced a los breves pero crecientes espacios de tiempo en que la tensión de necesidad mantiene despierto al bebé. Podríamos considerar que a partir de dichas repre-sentaciones originarias, inicia una de las primeras funciones yóicas relacionadas con las dos formas básicas de inteligen-cia: la inteligencia emocional y la inteli-gencia intelectual. Es decir, la primera que organiza y fija el recuerdo afectivo asociado con la alimentación y figurabili-zado de manera cada vez más completa, respecto de la representación del objeto y la relación con él y las funciones yóicas de organización, integración y síntesis.

Las representaciones son un producto psí-quico íntimamente relacionado con el re-gistro de la experiencia nutricia y la rela-ción con el objeto involucrado. En ese sentido es actividad yóica originaria, que liga energía libre invistiendo procesos fisiológico-relacional-vinculares de carác-ter vital. De hecho, la actividad fisiológi-ca da lugar a los "Registros neuronales" que Freud observó en su trabajo sobre el "Proyecto" (1895), como una "experien-cia" que se desplaza hacia la posibilidad de ser mentalizada, y, dependiendo de su trascendencia, los "registros neuronales" pueden erigirse como producto de una función frontera entre lo fisiológico ins-tintivo y lo psíquico emocional-intelec-tual. Así planteado, se hace posible que podamos elucubrar sobre el momento de organización de las "huellas mnémicas", pues es el momento justo en que se inte-gran una información captada a través de alguno de los órganos de los sentidos, con una emoción congruente a ella, (misma que, si le ponemos palabras, tiene que ser, necesariamente, en términos de "buena" o "mala"; es decir, con una clara connota-ción pre-moral), conformando así un con-tenido prelógico, pero, evidentemente, de naturaleza intelectual.

Esas primeras formas de inscripción o "registros neuronales", como veíamos son casi simultáneas con las "huellas mnémi-cas", y éstas últimas a su vez se separan apenas de las "representaciones cosa", por el hecho de que éstas últimas son un resultado de la "figurabilidad" de la que Freud nos informó en la doctrina psico-analítica de los sueños. (Freud, 1900)

Es bien probable que de aquí haya partido Klein para desarrollar esa parte de su teo-ría que se centra en la dinámica y la eco-nomía de los "objetos parciales". Por lo demás, coherente con la forma propuesta por Freud según su concepto de "repre-sentaciones cosa" y con el cual se refirió específicamente a estructuras propias de la dinámica y economía de las "relaciones tempranas de objeto", pero que a su vez constituyen el inicio de la capacidad re-presentacional, como una función yóica de carácter cognoscitivo.

En otras palabras, la investidura con libi- do (representaciones de objeto y de fun-ciones en relación con un objeto "bueno") y agresión (representaciones de objeto y de funciones en relación con un objeto "malo") de experiencias que han sido re-, presentadas por significativas, aluden por un lado a funciones y partes del cuerpo del neonato que se vieron involucradas: función, órganos y aparatos como el res-piratorio; la boca y órganos relacionados con la deglución; la piel, oído y órganos relacionados con las funciones primarias de excreción. Y, por el otro lado, partes del cuerpo del objeto: pecho, manos ("handling"), ojos, brazos, contención ("holding") al cargarlo, y sonidos contin-gentes con la experiencia, como lo es la palabra de la madre; todo ello en conjunto constituye lo que denominamos "función maternante" y será representada esa rela-ción como en una suerte de "guión repre-sentacional" y contrastada contra una in-formación que es "bagaje" genético. En e-fecto, es bien probable que lo que Freud pensó como "huellas mnémicas", inicie con las emociones y las acciones involu-cradas en la función nutricia, estimulando a su vez, los primeros intentos de "figura-bilización" (Freud, 1900) de la represen-tación, de esa amplia gama de experien-cias que dan sentido y significado al en-cuentro sujeto-objeto; es decir, al encuen-tro altamente matizado de afectos entre una mamá y su bebé. Las acciones, su re-gistro y representación, dando cuenta de la forma y las consecuencias del encuen-tro. Roles y funciones, son energizados con libido y agresión: experiencias tácti-les, cenestésicas, olfativas, gustativas, au-ditivas, visuales y vestibulares, produ-ciendo ciertas formas de representación que resulta difícil llamarlas de algún mo-do. Freud las pensó simplemente como "representaciones cosa", y se percató que dicho así, para empezar evocan la impre-sión de que se refieren a información vi-sual. Por eso se ocupó (Freud, 1891-1895) de señalar que no se refería, por la forma de decirlo justamente, a percepcio-nes visuales; sino que aludía a una forma de contenido que no era susceptible de ser verbalizado en tanto que no había sido simbolizado aún: por tanto eran "la cosa en sí misma": sensación o percepción se-gún los diferentes órganos de los senti-dos y la forma específica de captación de la experiencia de cada uno de ellos.

Lo simbolizado es, definitivamente, infor- mación "metabolizada", porque la parte emocional más importante que, por lo co- mún, provoca reacciones instintivas y/ o descargas viscerales, ha sido reprimida. A eso habría que agregar que la palabra po-see en sí misma y de manera implícita, una capacidad catártica. De hecho, em-pleamos formas simbólico-coloquiales para comunicar experiencias traumáticas; por ejemplo, ante un abuso, el cual pudo incluso ser terrible, tendemos a decir que "fue un atropello", o "lo sentí como una cubetazo de agua helada"; más aún, "lo sentí como patada al hígado". Cuando se reactiva "la cosa en sí misma", traumática de suyo, no podemos decir una expresión como las anteriores. Simplemente nos volvemos a traumatizar y sentimos impo-tencia, miedo, angustia, furia, etc. Por eso es que, en ocasiones, poder decir una gro-sería resulta liberador. Por lo menos, y en cierta medida, merced a esa función catár-tica de la palabra.

Se pueden pensar esas primeras repre-sentaciones desde otra perspectiva, la cognitivo pernerniana. Para algunos psi-cólogos cognoscitivistas (Leslie, 1987; y Perner, 1988), las experiencias desde el nacimiento, invariablemente, estimulan la formación de "representaciones prima-rias" para el primero, o de "modelo úni-co" para Perner, (1988), las cuales son "estructuras" que anotician de la naturale-za y el nivel de la inteligencia típicamente humana, en tanto que informan de capaci-dades innatas que nos hacen sujetos de precoces y rápidos condicionamientos, los cuales, a su vez, funcionan como una guía básica para el desarrollo y organización posteriores, de estructuras más complejas en tanto que se trascienden a sí mismas.

Estamos hablando de lo que los conduc-tistas denominan: "capacidad de aprendi-zaje". Parafraseando a Perner, las "repre-sentaciones de modelo único" son una forma de "pensar" naciente, que a noso-tros nos parecería análoga o coherente con el "Proceso primario" freudiano y, quizás dentro del "Proceso originario" que propuso Aulagnier, (1977; menciona-do por Békei, 1986) en tanto que el neo-nato puede condicionarse y emitir ciertas respuestas, vegetativo-conductuales, ante determinadas condiciones estímulo que las evocan, según una forma de memoria que puede echar mano de recuerdos muy breves del pasado cercano, y sin poder re-tenerlos, psíquicamente hablando, por mucho tiempo. Me parece lógica su pro-puesta. Pero no creo que se conserve igual durante todo el primer año de vida. Y en tal caso, ¿cómo cambia? Por ejem-plo, los bebés "embracilados" todas las madres saben que "pretenden" manipular con sus gritos y su llanto para satisfacer sus necesidades de contacto humano, las cuales se incrementan en la medida que pueden permanecer más tiempo despier-tos; cosa de la cual son capaces antes de los seis meses.

Evidentemente, la propuesta de "La men-te representacional" de Perner, tiene una connotación diferente de como la maneja-ron los conductistas de mediados del siglo pasado. Sin embargo la capacidad de a-prendizaje del ser humano es algo que no está en discusión. En efecto, una respues-ta condicionada es "camino andado" y al mismo tiempo estimulación para acceder a una información genética particular por vía de la cual las respuestas condiciona-das tienden a repetirse, depurarse y tras-cenderse, en función del nivel intelectual del "sujeto" de que se trate. Y, por lo me-nos en el ser humano, o, de una forma ca-racterística en él, a eso alude el concepto piagetiano de las "reacciones circulares". (Piaget, 1964)

Por un lado, ciertas acciones y conductas, si se quiere en un principio incluso azaro-sas, tienden a repetirse, ya sea porque ge-neraron consecuencias gratificantes y "re-forzantes" (la perspectiva psicoanalítica nos diría que debido a que su investidura organiza lo emocional y garantiza la aten-ción a través del vínculo, y que, además, porque son pre-moralmente "buenas"), permitieron recuperar equilibrios, y/ o porque su repetitividad eliminó, o permi-tió evadir estados displacenteros de ten-sión de necesidad. Este sería un estadio en el cual se están organizando y separan-do, por decirlo de algún modo, las "repre-sentaciones cosa" "buenas", por un lado, y las "representaciones cosa" "malas" por el otro. Pero dada la capacidad de apren-dizaje del ser humano, cada acción puede, al menos potencialmente, trascender a la anterior, corregirla y mejorarla.

De la primera etapa de organización del Superyó

Implícitamente, estamos dando por senta- do, incluso a partir de Freud, que la expe- riencia es de alguna manera "registrada" en una forma de memoria, que es quizás en el principio, somato-psico-fisiológica. Pero en breve, y muy en breve por cierto, en otras formas de memoria que son ya más predominantemente psicológicas. Por ejemplo, las que propone otro cognosciti-vista: José María Ruiz-Vargas (1994): una memoria que se refiere a la experien-cia afectivo-emocional: la memoria "a-necdótica" o "episódica" y otra que se re-fiere a las primeras experiencias motrices o de las acciones: "memoria procedimen-tal", a la cual bien podríamos llamar, em-pleando la terminología piagetiana, como memoria "sensorio-motriz" (Piaget, 1964) porque la información ahora trasciende las sensaciones. Es decir, ha sido figura-balizada (Freud, 1900): "representaciones cosa" (Freud, 1895) e iniciando, al menos potencialmente, el avance hacia el desa-rrollo de las "representaciones palabra" (Freud, 1895) y haciendo posible el poder evocar los introyectos en tanto que repre-sentaciones figurabilizadas (pre-morales: pecho "bueno", pecho "malo") o imáge-nes con un cierto sentido lógico, suscepti-ble de ser verbalizado, en breve.

Poco a poco la información se transfor-mará y tornará susceptible de ser evocada en forma de recuerdo imaginarizado. Así, además refrenda su matiz afectivo, libidi-nal o agresivo, con cuya investidura ini-ciaron los dos primeros niveles de orga-nización: el de las "huellas mnémicas" y el de las "representaciones cosa" (Freud, 1895)

Pero, entonces, las "huellas mnémicas" y las "representaciones cosa", al ser evoca-das, frecuentemente por un estímulo in-terno, impulsan al sujeto a ciertas ac-ciones, ya sean las que invistió con libido y que lo impulsan al acercamiento, acep-tación, integración; o bien, hacia las ac-ciones que invistió con agresión y que lo impulsan al ataque —alejamiento, recha-zo, fragmentación-

El neonato, en efecto, "vive" la experien-cia como si se tratara de relaciones con dos objetos diferentes: uno "bueno" pre-sente, gratificante y satisfactor, y otro "malo", por ausente, doloroso y/ o frustrante, según el proceso a través del cual se les otorga a sus significados un cierto valor, el cual es presimbólicamente super-yóico: "pecho bueno" y "pecho malo", en el seno de la fundante "economía de las escisiones".

1.1. Primer nivel de organización del Superyó temprano.

En ese sentido, la estructuración y conso- lidación de la "etapa esquizoparanoide", se puede considerar lograda, superada o cohesiva, en la medida en que el bebé pueda tolerar el dolor y la culpa que le significa el percatarse del "engaño" implí- cito en la escisión, y pueda avanzar hacia la necesidad de "reparación" (primero maníaca, pero poco a poco cada vez más realística y con rumbo hacia la futura ca-pacidad sublimatoria) consecuencia lógi-ca de la maduración y la tendencia normal a la integración, pues desde la perspectiva tópico-topográfica, se torna "preconscien-te" el contenido que informa que el objeto es uno y sólo uno. Hasta entonces, y mer-ced a la escisión, había sido concebido como si fueran dos objetos. Este momen-to estimula la necesidad de reparar lo que el mismo bebé siente haber destruido du-rante sus ataques hostiles y agresivos, es-quizoparanoides, contra un supuesto "ob-jeto malo", cuando aún "pensaba" que e-ran dos y atacaba al asociado con la frus-tración y laceración. Esto significa que con la escisión se sientan las bases para el inicio del desarrollo del "Superyó tempra-no" y alcanza un primer nivel de organi-zación justamente cuando el bebé "capta" que la escisión es sólo un artificio.

En función de tal entendimiento es que puede salir de la posición esquizoparanoi-de e iniciar la organización de la expe-riencia que se refiere a la "posición depre-siva", misma que implica alcanzar una cierta preconsciencia de "necesidad" de reparar al objeto amado, cuya representa- ción juega un papel central en la integra- ción y cohesión, tanto del Yo, como de la personalidad total.

Quizás nos podamos permitir, si es que no parece muy tirado de los pelos, equi-parar el primer nivel de integración del "Superyó temprano" (Klein, 1923-1925-1926) en la primera etapa de estructura-ción kleiniana, hacia el final de la posi-ción esquizoparanoide, con la primera sub-instancia superyóica freudiana: el Yo Ideal nirvánico, narcisista y omnipotente, (Freud, 1914-1923)

Desde la perspectiva de la psicopatolo-gía, podemos observar esta sub-instancia operando, según su omnipotencia, en el pensamiento y el manejo que hace de la palabra, por ejemplo, el esquizofrénico; en los delirios erotomaníacos y mesiáni-cos del paranoico; en la "orgía masoquis-ta culpígena y culpógena" del melancóli-co o la hiperexcitación, incluso motriz e ideas omnipotentes y súper aceleradas del maníaco; en la omnipotencia perversa ca-si total del anoréxico y la mayoría de pre-estructurales; aunque quizás principal-mente en aquellos fronterizos que encuen-tran la fórmula para evitar el sufrimiento, a través de la "adaptación" caracteropáti-ca; lo que Coderch (1975) observa en quienes clasificó dentro de las "Neurosis de carácter": los psicópatas, los perversos y los toxicómanos; mismos que, por lo demás, se corresponden con los "border" que Kernberg catalogó como más graves (Kernberg, 1968-1975-1976)

1.1.2. Una primera etapa del Edipo temprano.

Las frustraciones son inevitables en la re-lación temprana con el objeto y se ven, asimismo, estimuladas por la fuerza del temperamento heredado. No todos los be-bés reaccionan igual ante el apremio y el displacer asociado al hambre. Tampoco todos reaccionan igual ante la experiencia de dolor físico. Las diferencias heredadas de inteligencia intelectual pueden incluso para algunos, ser un aliciente inductor de "representaciones de lo inexistente" pero deseable, como lo podría ser la fantasía de existencia de un paraíso "continente", por ejemplo dentro del ámbito de la "gra-tificación alucinatoria". (Freud, 1900-1905) Pero para otros no. Simplemente porque sus recursos para tolerar el displa-cer-dolor son también diferentes y, fre-cuentemente bloquean o alteran los proce-sos intelectuales, aunque también en dife-rente medida.

En fin, la inevitabilidad de las frustracio-nes, otorga soporte a la idea kleiniana del "Superyó temprano" porque estimula un "echar mano" del recurso de dividir entre "buenos" y malos" y porque la agresión contra supuestos objetos malos es justa-mente la base del sentimiento de culpa. Me atrevo a parafrasearlo como sigue: la niñita originalmente se mueve dentro de una dinámica relacional de naturaleza ho-mosexual, pues su objeto de relación amorosa, la madre, pertenece a su mismo sexo. El niño pequeño, por el contrario se mueve desde el principio dentro de una dinámica heterosexual porque la madre es del sexo opuesto al de él. Ahora bien, las frustraciones los hacen reaccionar a am-bos con una, más o menos, momentánea y particular exacerbación de la agresividad, contra la representación del "pecho malo" la coherente con sus respectivos ímpetus temperamentales heredados, lo cual im-plica diferencias humanas individuales.

La carga agresiva estimula y provoca fan-tasías de ataque y destrucción, en función de las cuales disminuyen en el "mundo interno" o "espacio intrasubjetivo", las re-presentaciones de objeto "bueno" y se in-crementan, por lógica, las de objeto "ma-lo" y sus consecuentes ansiedades perse-cutorias y de fragmentación. En efecto, dado el predominio original de una diná-mica y una economía de "posición es-quizoparanoide", los ataques se dirigen contra las representaciones de "objetos malos", pero éstos se multiplican como si de cada "pedazo" de objeto agredido "brotara" uno nuevo completo y furioso.

Sabemos que las experiencias de frustración, desde sus perspectivas de amenaza y dolor tienen la virtud de "hacernos pen-sar", en aras de lograr sobrevivir. Desa-fortunadamente no siempre ocurre lo mis-mo con la perspectiva del enojo. En efec-to, de manera "esquizoparanoide" en un principio, pero poseemos la capacidad de que se estimulen formas de pensamiento más evolucionado: pensamiento de tipo obsesivo. Por lo tanto, ciertos razona-mientos precoces estimulan la tendencia a "buscar" en la infomación genética, un objeto alternativo que permita atenuar la sensación de predominio persecutorio y/ o de fragmentación interna que provocó la frustración y, con ella, los ataques hosti-les e indiscriminados sobre las representa-ciones del objeto. Y es justamente ahí el único lugar en donde se lo podría encon-trar: el objeto alternativo es la información genética a partir de la cual se puede desarrollar la representación del padre: el "pene paterno": información genética en relación con el padre y su rol.

Porque Klein se ocupó muy bien de espe-cificar que, para entonces, los objetos no eran personas, sino "objetos parciales": "pecho" y "pene". Me atrevería a agregar con base en los aportes de la Psicología Cognoscitiva y las Neurociencias, especí-ficamente en relación con los conceptos de "Mente representacional" y "Neuronas espejo" (Romero. 2003-2004), que tam-bién objetos "mano" que acarician, obje-tos "ojo" que miran y reflejan, y objetos "voz, sonido-palabra", porque todos ellos son estímulos que el neonato se represen-ta, los capta por vía de sus diferentes ór-ganos de los sentidos. Los registra y los representa, a nivel de "huellas mnémicas" al investirlos y, casi simultáneamente, co-mo "representaciones cosa".

Del mismo modo, lo lógico es pensar que se representará parcialmente a Sí mismo, en función de la experiencia de estimula-ción y de roles jugados a través de los ór-ganos de los sentidos involucrados en esos intercambios. Es decir, como "boca" y "tracto digestivo", "piel" y "partes del cuerpo", las más estimuladas por el con-tacto de la mano de su madre, el olfato por el olor de su cercanía, por lo demás, olor característico; la influencia de su mi-rada, el sonido de sus palabras y la repre-sentación fragmentada de un "esquema corporal" general estimulado y represen-tado según experiencias de aseo y cari-cias. Incluso "imagen" de sí mismo, pre-cozmente descubierta en los ojos de la madre que lo mira arrobada: coherente precursor del "Estadio del espejo" de Lacan.

1.1.3. De la inaccesibilidad del anoréxico al carácter "organizador" del Edipo.

Entonces, "buscar", pero sobre todo "en-contrar", en la información genética la que se refiere al rol paterno, acceder a ella, fantasmáticamente, e incorporarla, poder incorporar "el pene bueno paterno", oralmente, constituye una atenuante ante la improcesable sensación de invasión que provocan la angustia de fragmenta-ción, la fantasía de aniquilación y/ o el odio exacerbado al pecho "malo"; asimis-mo, la amenaza persecutoria retaliativa, por los ataques hostiles contra él. Sólo después de esa "incorporación" (de la co-sa en sí misma o "representación cosa") se podrán desarrollar los representaciona-les correspondientes: introyección "del pene del padre", como un "objeto-pene-bueno" alternativo que permite o hace po-sible repararrestaurarrecuperar, la re- presentación de un "pecho bueno", princi-palmente porque otorga tiempo para que los bebés de ambos sexos se tranquilicen y disminuyan las proyecciones masivas de su propia agresividad incrementada contra la representación del pecho su-puestamente "malo".

Para la niña ésta experiencia, en efecto, constituye la base para la oportunidad de reorientarse hacia la heterosexualidad. Pe-ro tanto a ella como al varón, les provee fantasmáticamente de la oportunidad de no tener que renunciar al alimento, pues en su fantasía, en los momentos de con-flicto con el pecho, el miedo a la retalia-ción (ser envenenados) y ante el embate del hambre, succionan del pene y no del pecho. Por tanto no hay "nada que temer" respecto de la alimentación. De hecho, en sus fantasías el psicosomático ulceroso, con la ayuda del analista que hace de lado la "neutralidad" y la "abstinencia", refiere que algo "malo" que ingirió lo arremete desde dentro. Deducimos que se reactivan en él fantasías de incorporación del obje-to, el cual fue destruido en el proceso in-corporativo y por eso, desde dentro, pre-tende "vengarse". Así, por ejemplo, el consumo de irritantes le puede significar paradójicamente al psicosomático, una es-pecie de abastecimiento de "armas", "áci-dos", con los cuales defenderse y "contra-atacar" introyectos tales como "pechos malos", "penes malos" y "madres malas", que amenazan y persiguen desde dentro. En el mismo talante, se puede pensar el consumo de alcohol y otros enervantes cuya intención defensiva fantasmática sería la de "emborrachar", adormecer, al objeto malo internalizado para atenuar su amenaza.

A la postre, el introyecto "pene bueno del padre", otorgará los elementos básicos para la identidad de ambos sexos. Asimis-mo, desde esta hipótesis podríamos dedu-cir que el anoréxico no "encontró" la in-formación referente al "pene bueno del padre", y/ o, no pudo "incorporarla". Ya por un conflicto transgeneracional con el hombre, transmitido a la progenie con conductas y actitudes y no necesariamen-te con palabras, desde la actitud de las mujeres de la familia de la madre; ya por temores homosexuales desde las actitudes de los varones de las familias de ambos progenitores.

Por lo tanto, parafraseando a los Kestem-berg, los anoréxicos deslibidinizaron el alimento para, omnipotentemente "sentir" que dependían menos del pecho y porque no lograban discriminar bien el pecho "bueno" del "malo". Al no contar con la alternativa del objeto "pene bueno", fortalecieron el recurso hiperlibidinizando, de manera eróticamente perversa la sensa-ción de hambre, y negando lo corporal: fantasía de "conversión" en "espíritu", en esencia, desprendimiento omnipotente de lo corporal, fantasía de un Self "descarnado". (Corrobórese con el trabajo "El hambre y el cuerpo" de Kestemberg y Kestemberg, 1972-1976)

1.1.4. Sobre la etiología de la homosexualidad.

Asimismo, se puede deducir que la homosexualidad de hombres y mujeres es un fenómeno cuyo origen etiológico debe si-tuarse también durante el transcurso de la temprana etapa esquizoparanoide. Al menos en lo que constituyó la fijación que sirvió de base, por aquello de "las series complementarias" (Freud, 1916-1917)

Tanto en la homosexualidad femenina como en la masculina, parece haber ocurrido una experiencia de apego exagerado a un pecho idealizado, al nivel de haber te-nido que negar las frustraciones lógicas reales, y entonces no haber "necesitado" buscar la información referente a un obje-to alternativo: el "pene bueno del padre".

Ya sea que por una tendencia heredada a asumir una actitud predominantemente pasiva y/ o por la presencia de actitudes, más o menos, seductoras y reengolfantes de una madre neurótica. Pero también podría ser que ocurriese por una falla sistemática de una madre alterada e incapaz de poder ser responsiva ante las señales que su bebé emitía, y éste hubiera quedado en condiciones de frustración sistemática y reiterada, al grado de que una inhibición esquizoide le hubiera impedido la utilización fantasmática del recurso: "pene bueno del padre", para la "reparación" del pecho y estimular la posibilidad de representar un pecho lo "suficientemente bueno" como para que sirviera de "núcleo" al desarrollo de un Yo sano y no potencialmente perverso.

1.1.4.1. De la homosexualidad femenina y su cercanía con la anorexia.

La homosexualidad femenina tendrá que ver con el hecho de no haber podido aceptar o no haber podido acceder de manera pertinente, a la información referente al "pene bueno del padre", digamos, como segundo precursor importante para el establecimiento del Superyó temprano"; situación, ésta, muy cercana y similar a la que se puede encontrar en la etiología de la anorexia, pero menos tanática. Esta limitación deja importantes montantes de libido y agresión indiferenciadas y fijadas a representaciones también indiferenciadas, "buenas" y "malas" del pecho; situación que condicionará la organización de los "diques contra los placeres pregenitales" y perversos, de que nos habla Anna Freud (1971), potenciando el surgimiento de fantasías altamente infiltradas de energía instintiva no neutralizada o precariamente neutralizada, para poder enfrentar la necesidad de "elaborar" un duelo sin contar con otro tipo de recursos: elaborar el duelo de no haber podido acceder a la información referente al pene-bueno-paterno. Sin embargo, en la futura personalidad homosexual femenina, se cuenta con recursos como para encontrar una forma caracterial de "adaptación", que en la anorexia no se observa; sino que predominan tendencias a echar mano de mecanismos adaptativos de tipo homeostático. Es decir, fisiológicos, no psíquicos.

La niñita se ve así, negada de la oportunidad de nutrir su personalidad posterior, porque tampoco podría ocurrir de manera normal, la experiencia "organizadora" de la personalidad, en el sentido que Spitz (1965) propone al término, en relación con un sano pasaje por el Edipo freudiano. No pudiendo ser elaborado el duelo por obvias razones, el resultado es que se bloquean los canales normales de identificación con la madre, se sobreestimulan los de activación de identificaciones precoces que la conducen a identificarse precozmente con el "padre parcial": el pene. En la adolescente anoréxica, también se observan esfuerzos fallidos de acercamiento hacia el padre, el cual, por su parte, parafraseando a Lacan, (1966-1971-1975) no puede otorgarle "existencia" a la chica desde su condición de mujer, pues no desarrolla caracteres sexuales secundarios. Curiosamente, esta característica típica de la anoréxica, la hace parecer un verdadero "falo" deambulatorio, activo y siempre erecto.

1.1.4.2. De la homosexualidad mascu-lina y la menor incidencia de anorexia en el varón.

Por lo demás, para el varón esta experiencia significa una etapa "homosexual tem-prana normal". Y, justamente por tempra-na, no le significa ninguna amenaza. Por ende, tampoco necesidad de defensa. De hecho su fijación a este tipo de represen-tación, obedeció a la necesidad de defen-derse de ansiedades crecientes ante la fi-jación a un pecho idealizado, activo y omnipotente. Y en otro sentido, por el contrario, le puede significar un medio defensivo a través del cual poder conjurar ansiedades persecutorias provocadas por tener que incorporar "a fuerza", (forza-miento coercitivo), por hambre, un "pe-cho-alimento-malo" y "peligroso" al cual se convirtió en persecutorio, justamente proyectando sobre él la propia agresivi-dad y a través de hostiles y contundentes ataques fantasmáticos. En términos generales, se traduce en un menor conflicto con la comida y eso al Psicoanálisis klei-niano le permite explicar por qué la anorexia es un padecimiento de inciden-cia mucho menor en los hombres que en las mujeres. Y, al mismo tiempo, sería una prueba a favor de la hipótesis de que, en efecto, la homosexualidad es una desviación que ocurre con mayor frecuencia y de manera más permanente o exclusiva, en hombres, que en mujeres. El trastorno anoréxico ocurre, en efecto, con mayor incidencia en las mujeres que en los hom-bres.

Pero entonces la fijación para la etiología de la homosexualidad del varón según esta hipótesis, se potencia en el momento de "encuentro" entre el bebé y la informa- ción genética referente al "pene bueno" del padre. Dependiendo de la proclividad a fijarse, por un lado y de la repetitividad de circunstancias que lo orillen a disponer del recurso, hiperlibidinizará la represen- tación de un acercamiento oral fantasmá- tico al "pene-bueno-paterno" como sustituto del pecho, ante cada experiencia de alimentación. Entonces, el elemento per-verso estaría dado por la fijación de una desviación de la ecuación "comida-madre-pecho", que también debemos a Anna Freud (1971), a la de una ecuación alter-nativa: comida-pene-bueno del padre. Y eso significaría una erotización perversa de la incorporación-oral, la cual, a trasluz de un Edipo temprano invertido, por des-plazamiento, estaría estimulando sistemáticamente una fantasía inconsciente de in-corporación, misma que al avanzar la libi-do en su organización merced a la maduración, terminaría infiltrando la zona anal.

1.2. De la segunda etapa de organización del Superyó.

Los fronterizos "intermedios" y los menos graves, o con más recursos, parecen haber logrado un mejor pasaje por la posi-ción esquizoparanoide. Pero, sin embar-go, sobre todo los "intermedios", no pu-dieron consolidar lo que epistemológica-mente debemos considerar como la se-gunda gran estructura kleiniana: la "Posi-ción depresiva". Son personalidades es-quizoides y melancolicoides que la Escuela Francesa (Guex, 1950-/1962) cata-logó como "Neurosis de abandono" y en quienes se observan reacciones de pánico ante la posibilidad de pérdida del objeto, al grado de orillar a estos enfermos a esta-blecer y a aferrarse sistemáticamente a formas de relación de tipo anaclítico. Por eso es que se someten a cualquier canti-dad de agresión sádica por parte del otro, el cual podría corresponder al fronterizo psicópata o perverso del tipo sádico principalmente. Sin embargo, también estos fronterizos de nivel medio pueden llegar a reaccionar con "furia homicida", no a la agresión de aquel, sino, irónicamente, a su abandono, real o fantaseado.

Mientras que el fronterizo "abandónico" no sienta la amenaza de ser abandonado a grado tal que la ansiedad le provoque una reacción de "furia homicida", al igual que el fronterizo menos grave que desarrolla la habilidad para emplear "máscaras" de neurótico histérico u obsesivo, ambos funcionan desde la segunda sub-instancia del Superyó: el "Ideal del yo", que Freud sugirió como resultado de las primeras identificaciones con los padres, en su tra-bajo de 1923 "El yo y el ello", pero que ya había mencionado en 1921, principal-mente en "Psicología de las masas y aná-lisis del yo", como la representación de una parte valorada del propio Yo en rela-ción identificatoria, con los objetos signi-ficativos de quienes se recibe aprobación desde el exterior, y que en lo estructural corresponden al "Ideal del yo".

Esa sub-instancia mimetizada por proyec- ción con el líder en el fenómeno de masa (quizás sería más exacto decir por identi- ficación proyectiva), es inmediatamente reintroyectada y colocada justamente en el lugar que originalmente ocupaba el Ideal del yo, dentro de la estructura del Superyó, conservándose, sin embargo, di-sociada de éste y erigiéndose en una sub-estructura-objeto "comandante", como en una suerte de representación indiferen-ciada narcisísticamente, entre el líder y la parte del Self que hoy denominamos, pa-rafraseando a Kohut (1977), como "Imago parental idealizada". Visto de esta ma-nera resulta más clara, a mi entender, la forma como Deutsch (1934-1945-1952) percibió a las "personalidades As-if", las cuales tienen la "virtud" de hacer sentir al mismo enfermo, que su vida parece de-sarrollarse como en un escenario: "plena" de inautenticidad, aunque sin mucha ansiedad.

1.2.1. Segundo nivel de organización del Superyó temprano.

Pero entonces la resolución más o menos exitosa de la posición depresiva, entre el sexto-octavo y el doceavo mes, represen-tada teóricamente por el establecimiento de una defensa menos maníaca de repa-ración, es requisito fundamental para la integración del Ideal del yo. Y significa que en la personalidad en formación del bebé, sigue predominando una omnipo-tencia narcisista importante en la econo-mía y la dinámica mentales. Sin embargo, el establecimiento de las representaciones del objeto y de la relación sujeto-objeto, más las diversas identificaciones con ambos padres a partir, incluso, de su repre-sentación a nivel de objetos parciales, y recién ahora como objetos persona, son un hecho consumado entre los meses octavo y doceavo.

O sea que, tras los procesos de "estableci-miento del objeto libidinal" (Spitz, 1965) y los de internalización que dan lugar al desarrollo de la identidad del Self, una cierta consciencia de inermidad y depen-dencia, le exige al niñito de escasos doce meses, una orientación sistemática y cre-cientemente mayor hacia el exterior; es un hecho que es ahí, en el exterior, y, fue-ra de Sí mismo, donde se encuentran los satisfactores. Incluyendo, los objetos de los cuales, evidentemente, aún depende.

La diferencia entonces entre "Yo Ideal" narcisista-nirvánico e "Ideal del Yo" ob-jetal-originario, sería que, parafraseando desde la función al primero: "todo lo bue-no está en mí" y/ o "todo lo bueno me pertenece", o más aún: "todo lo bueno soy yo mismo"; y desde el segundo, igual parafraseando desde la función del "Ideal del yo", como fundamentalmente: "lo bueno es lo que el otro espera de mí" y complementando con: "si me apego a todo lo que el otro espera de mí, no existe la posibilidad de perderlo".

Es decir, mientras que en el "Yo ideal" no existe el otro, ni siquiera claramente exis-te el exterior, en el "Ideal del yo" la de-pendencia y la necesidad del objeto colo-can al bebé, y, en su momento, al fronte-rizo o al sujeto en la masa, en una situación paradójica como de negación de sí mismo, sin embargo, omnipotentemente reasegurado en tanto que fusionó su Ideal del yo con el Objeto o la "Imago parental idealizada" que lo representa internamente, y en seguida, reintroyectó la representación de la dupla, colocándola dentro del Superyó, precisamente en el sitio donde debería de estar la segunda subinstancia pre-superyóica: el Ideal del Yo.

Por tanto, podemos decir que esta según-da subinstancia, a más tardar debe haber quedado organizada en la "mente repre-sentacional" (Perner, 1988), hacia el esta-blecimiento de la representación del "ob-jeto libidinal" (Spitz, 1965), cuando el bebé se angustia ante el extraño, porque le significa la duda o la confusión de si, en efecto, destruyó a dicho objeto. "La angustia del octavo mes" o "ante el extra-ño", puede y debe tener esa lectura adi-cional, pues significa que el bebé a alcan-zado la organización emocional suficien-te, así como de la información y la ca-pacidad de razonamiento, como para sustentar formas no maníacas de reparación, que son la base para librar la amenaza de la posible estructuración psicótica y poder desarrollar el "mecanismo" de la sublimación.

Partes: 1, 2
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