Queda claro que no se debe olvidar que en general todos (docentes y alumnos) provenimos de una enseñanza declarativa y presencial, y no siempre es fácil para los alumnos adaptarse a modalidades de enseñanza que contradicen lo que la experiencia les dice que es el modo en que "se debe" aprender. ¿Cuántas veces, por ejemplo, los profesores de lenguas extranjeras oímos decir cosas tales como que "se pierde tiempo" en clase hablando en L2, en lugar de estudiar gramática y hacer ejercicios? De modo análogo, no es sorprendente que haya alumnos a quienes les cueste comprender la función de determinadas tareas o requisitos de la educación virtual. A la hora de posicionarse frente a los alumnos, hay que recordar también sus expectativas para tener en claro, por razones prácticas pero también afectivas, si estamos por contradecirlas o no.
Es también importante que las consignas y explicaciones en general sean sumamente claras, ya que deberán ser entendidas por el alumno sin la presencia física del docente. Es decir, los alumnos siempre deben tener suficiente información como para saber qué se esperaba exactamente de ellos. En cuanto al posicionamiento del docente, hay elementos del actuar "dialogando y mediando" que implica el rol del profesor virtual que deben darse en todos los casos. Es sobre todo importante que el docente cumpla el rol de facilitador en el aprendizaje que la mayoría de los alumnos deben hacer para adaptarse, luego de una enseñanza totalmente o predominantemente presencial, a la educación a distancia o virtual. Para enseñar estas habilidades es necesaria una gran dosis de paciencia y hasta apoyo afectivo por parte de los docentes. Todo lo que se pueda hacer (ya sea abrir un espacio social en la plataforma, o responder prontamente a sus pedidos y consultas) para que el alumno se sienta "acompañado" en la virtualidad, facilitará grandemente su satisfacción y en consecuencia la adaptación a esta modalidad de enseñanza. Seguramente, los alumnos que hace pocos años decían "me parece que los cursos a distancia no son lo mío", en más de un caso a estas alturas deben haber aprendido a ser alumnos virtuales porque les debe haber resultado necesario hacerlo. Si lograron adaptarse a la idea de no asistir a clases presenciales, seguramente fue por la habilidad de sus docentes virtuales para compensar las objeciones hechas a la falta de contacto personal, que hace que a algunos alumnos les parezca muy, o demasiado, difícil aprender a distancia.
Las dificultades provenientes de no conocer el uso de las herramientas tecnológicas utilizadas merecen gran atención. Todo curso debe prever la necesidad de explicar hasta lo más elemental, por si algún alumno lo necesita. Y si bien es posible planificar alguna actividad para la cual deban aprender primero a utilizar la herramienta, es muy importante en este sentido aprender a pedir esfuerzos que no vayan más allá de las posibilidades reales de los participantes concretos de cada curso. En primer lugar, en nuestra experiencia es necesario comenzar el curso con una pequeña clase en la sala de informática sobre el uso de la plataforma, para asegurarnos de que todos los alumnos se familiaricen con ella en presencia de los docentes, y de este modo puedan evacuar cualquier duda que su uso pueda generar.
Por otra parte, y a consecuencia de lo ya dicho, ¿qué competencias profesionales deberíamos desarrollar los docentes? Probablemente, ante todo, flexibilidad e imaginación, porque la educación a distancia es una actividad en formación y constante evolución, y mientras "hacemos" educación virtual, entre todos vamos creando la metodología de la enseñanza, que se basa en corrientes ya existentes pero debe crear el mejor modo de utilizar este nuevo medio, que a su vez también cambia y crece en posibilidades constantemente. Es decir que si el uso de las Tics en educación prospera (a pesar de algunas voces que auguran lo contrario) durante un período indeterminado de tiempo necesitaremos continuar repensando y reformulando nuestras prácticas actuales, a medida que veamos sus efectos a largo plazo en los hechos.
En síntesis, si bien se ha recorrido mucho camino, los docentes (muchos de nosotros con larga experiencia "cara a cara") que nos dedicamos a esta actividad estamos, en general, en proceso de aprendizaje, y en cierto modo dedicándonos al tipo de trabajo de investigación–acción que describe Flores (2005:passim), es decir aprendiendo mientras hacemos, aunque no sea de un modo tan sistemático. Cada uno ha llegado a tener algún grado de conocimiento (no siempre el mismo) sobre educación a distancia y uso de las TICs, y la mayoría seguimos necesitando formarnos en más áreas, porque muchos sólo hemos llegado por el momento a formarnos en lo que nos resulta necesario hacer, y desde ese punto de partida ampliamos nuestros estudios. Esto es otra consecuencia del hecho de estar ante una disciplina en formación, lo cual hace que necesitemos actualizarnos permanentemente en los desarrollos o las nuevas herramientas que van apareciendo.
Y, en consecuencia, a medida que vamos "explorando" estos nuevos medios, todos estamos involucrados en la apasionante tarea de generar nuevos conocimientos sobre la base de nuestras experiencias de enseñanza, que muchas veces nacieron del intento de crear modos de usar nuevas herramientas. Estas experiencias sirven para corroborar otras experiencias, aisladas y creativas como las nuestras, llevadas a cabo por otros docentes en otras instituciones. Es decir, los mismos docentes estamos aprendiendo a través del aprendizaje colaborativo que simultáneamente usamos para enseñar. Tal vez esto se deba al hecho de que todos sabemos que necesitamos de quienes ya exploraron nuevas posibilidades, y a que la misma metodología de la enseñanza (y la experiencia de aplicarla) nos lleva a valorar más el trabajo en equipo. Y tal vez por eso, el clima en los congresos sobre el tema a menudo nos deja con la grata sensación de que hay muchas personas cuyas comunicaciones significan algo así como "pongamos nuestras experiencias en común para que todos aprendamos". Si se me permite formular un deseo en relación con esta metodología de enseñanza, pediría que los educadores y alumnos virtuales aprendamos por este medio a trasladar nuestra experiencia a la vida diaria, y seamos capaces de establecer relaciones sociales más colaborativas.
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Autor:
Solange Hernández Fernández
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