Dos campos en la formación de comunicadores
Generalmente, la profesión relacionada con las distintas actividades de la comunicación se concentra en dos amplios campos. Lo referente a los medios de difusión masiva, con diferentes matices y métodos de trabajo, y en menor medida, pero cada día con mayor fuerza, a las tareas en las organizaciones y la publicidad, aunado al surgimiento del marketing político, que demanda especialistas en la comunicación política.
Un aspecto importante que paulatinamente ha impactado la orientación profesional del comunicador y empieza ha ser decisivo en el surgimiento de nuevas definiciones del campo laboral, es el crecimiento acelerado, en la última década, de la empresa maquiladora. Con el impulso de un fuerte proceso de industrialización en México, y en particular en la zona fronteriza, lenta pero segura, y cada vez más intensamente, este sector de la economía demanda profesionales de la comunicación para el campo organizacional, a diferencia de otras profesiones que hasta hace algunos años ocupaban este espacio laboral. Son los medios y lo organizacional, campos preferenciales del trabajo del comunicador. Sin embargo, de manera significativa surgen otras necesidades que empiezan a demandar del profesional de la comunicación, nuevas y dinámicas competencias para enfrentar escenarios laborales antes no explorados en México. Si bien es cierto, que el desarrollo de la profesión de comunicador en México puede obedecer a las diferencias significativas en el desarrollo socio-económico de las distintas zonas geográficas del país, los datos empíricos muestran que, en gran medida, el escenario profesional de los egresados de las carreras de Ciencias de la Comunicación es similar entre las regiones del país.
La maquila y la comunicación
El surgimiento de la industria de la transformación, en especial en la frontera de los Estados Unidos con México, tiene enormes implicaciones de problemas ambientales de distinta naturaleza, mayormente de escasez y contaminación de agua y del aire.
Desde esta perspectiva, una actividad profesional emergente en el campo de la comunicación es el comunicador orientado hacia el campo ambientalista. Aspecto cada vez más relevante, no sólo por los problemas de este tipo, sino por la necesidad de orientar, informar, educar y crear una cultura de preservación y cuidado del medio ambiente. De idéntica manera, los problemas de salud pública originan la presencia del comunicador al interior de las instituciones de salud gubernamental en mayor medida. En el rubro de la salud, desafortunadamente, México padece de un enorme rezago en programas de atención a la población, mediante la intervención de las instituciones públicas y privadas.
En esta perspectiva, el comunicador se hace presente desde el diseño y coordinación de estrategias de difusión de campañas promocionales, así como de la elaboración y producción de los mensajes respectivos, en mayor medida destinado a la orientación y aceptación de medidas preventivas de salud, sobre todo en los núcleos de población marginal. La eficacia de la tarea del comunicador en la salud se mide por la trascendencia de su labor, en la que una campaña de vacunación para niños, la atención a personas discapacitadas, la orientación sobre los riesgos del sida, o en situaciones de emergencia, son vitales para la ayuda a estos sectores de ingresos bajos.
Otro campo que empieza a manifestarse con enorme fuerza para el comunicador es su participación en el uso, desarrollo y aplicación de las nuevas tecnologías de comunicación. De manera significativa, el desarrollo de la informática y de las aplicaciones de la computación ha afectado profundamente las actividades de la industria de los medios y con ello el cambio tecnológico ha sido crucial, ya que alteran el sustrato material, así como los medios de producción y recepción de los que depende el proceso de transmisión cultural.
El arribo de estas nuevas tecnologías de comunicación, junto con otras aplicaciones en la electrónica-digital a los medios, está generando propuestas como: los diarios y revistas electrónicas en Internet, las emisoras radiofónicas también por Internet, el diseño y la animación digitales para producir efectos en el cine, los videos comerciales. Estas y otras alternativas de uso de la tecnología permiten que el comunicador, ahora denominado cibercomunicador, perciba este espacio profesional de manera atractiva, pero fuertemente demandado.
El diseño de los materiales
En la producción de materiales multimedia y otras aplicaciones, el cibercomunicador se inserta en este ámbito, conjuntamente con otras disciplinas, como los pedagogos, los arquitectos, los publicistas, los ingenieros en computación, los psicólogos y distintas profesiones más, para el diseño y elaboración de materiales, que van desde programas de capacitación, de divulgación científica, de promoción y difusión artística, cultural y comercial, en la publicidad y la mercadotecnia, en productos para la comunicación política y en programas de educación en línea y a distancia. Este yacimiento laboral emergente implica una necesaria interdisciplina por parte del cibercomunicador y también el desarrollo de competencias cada vez más flexibles y adaptables al acelerado cambio tecnológico.
Barbero, particularmente, enfatiza la fuerza de impacto de lo tecnológico y lo atractivo que resulta para la comunicación y los egresados de las escuelas de esta disciplina. Pero advierte que, el cibercomunicador deberá saber adaptarse a un mercado profesional sumamente competitivo, cambiante, dinámico en lo laboral, y que se manifiesta sobre todo en los grandes consorcios transnacionales de la informática y la computación.
En contrapartida, un espacio más cercano a lo social lo representa la participación del comunicador en las organizaciones de carácter ciudadano. Es el comunicador, desde la perspectiva de la construcción de la comunicación ciudadana, para la atención de problemas como: en la educación del trabajador, al interior de los sindicatos; del ciudadano, en la defensa de sus derechos humanos; en lo cultural con los indígenas; en la perspectiva de género; en la comunicación popular, al interior de pequeñas organizaciones de barrio, y entre otros espacios ciudadanos igual de significativos.
La emergencia de campos profesionales para cualquier profesión tiene en mucho que ver con la transformación de lo social, como señalan Barbero y Thompson. En este sentido, en México, el surgimiento y desarrollo del espacio de lo civil, materializado en parte por las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), así como de otras organizaciones ciudadanas, para atender las demandas no satisfechas por las instancias gubernamentales, cobra especial importancia y relieve para el trabajo del comunicador, desde lo ciudadano y popular.
Un fenómeno global
Un ejemplo dramático y cotidiano lo representa el trabajo con inmigrantes ilegales. México, por poseer una amplia zona fronteriza con los Estados Unidos, en los últimos años ha generado un fuerte flujo migratorio de individuos, no solo de nacionalidad mexicana sino de otros países de Centro y Sudamérica, al vecino país del norte. Dada la política migratoria de los Estados Unidos hacia los inmigrantes ilegales, han surgido numerosos y graves problemas de atentados a los derechos humanos, dando por consecuencia la formación de ONG’s dedicadas a la defensa del migrante. Es este espacio emerge la profesión de comunicador, desde la perspectiva de la construcción de la comunicación ciudadana.
Este comunicador utiliza, principalmente, los medios de difusión masiva y también los alternativos, para orientar, prevenir e informar a la ciudadanía, y en especial a los inmigrantes, de los diferentes riesgos que sufre por su condición de ilegalidad en Norteamérica. Por supuesto que la comunicación ciudadana tiene otros muchos ámbitos de expresión, este es solo uno de los más representativos y urgentes de atender.
Otro campo de práctica de lo comunicacional está en lo popular. Es decir, en torno a las formas de organización de los sectores populares y de resolución de sus necesidades. Lo popular es el espacio mediante el cual dichas clases se organizan, manifiestan y reproducen lo popular a fin de resolver sus necesidades laborales, culturales o sociales. Lo anterior se explica, a partir de que el Estado reconoce que no puede ofrecer bienes y servicios suficientes para la satisfacción social y cultural de las clases, y tiene que aceptar de éstas, sus propias manifestaciones culturales y sus modelos de organizaciones sociales.
Es ahí donde el comunicador de lo ciudadano emerge y empieza a ser demandado, para la producción de materiales de difusión, propaganda, y de la mercadotecnia social. Los espacios profesionales en que se ubica son múltiples, como diversas son las necesidades del rescate de lo ciudadano. Desde lo urbano, al interior de las organizaciones de barrio, en las medianas y grandes ciudades, para materializar la capacidad de gestión de los propios ciudadanos en la resolución de los pequeños grandes problemas de servicios públicos, en las más de las veces estrechamente ligados a la tarea de la administración municipal.
En este sentido, los ejercicios de periodismo de barrio dan cuenta en las grandes urbes de la necesidad de otro tipo de información, que no siempre es considerada por las grandes empresas de medios de difusión masiva. Estos vacíos de información ciudadana son aprovechados por el comunicador ciudadano, para dar cuenta de lo cotidiano en los microuniversos que existen en los grandes conglomerados urbanos. Desafortunadamente, en México son fuertes las restricciones gubernamentales para el otorgamiento de permisos a particulares, para operar pequeñas estaciones de radio o televisión, e impiden el surgimiento y desarrollo de estos genuinos espacios de comunicación ciudadana.
El comunicador se transforma
En resumen, se podría plantear que el imaginario social del comunicador evoluciona en función de la transformación de lo cotidiano de la comunicación. Son además, en muchos de los casos, las experiencias profesionales exitosas las que van marcando la ruta para las generaciones futuras de comunicadores.
Sin embargo, la percepción social del comunicador ubicado profesionalmente en los medios ha transitado y transita en este momento, como ocurrió en las décadas de los 60 y 70, por el creciente desarrollo en México de la televisión abierta y a color, por la producción masiva de la prensa y su desarrollo tecnológico y por la amplitud de la cobertura de la radio y sus diferentes formatos, a un comunicador orientado a múltiples campos laborales, que no necesariamente parten de los medios.
De las características profesionales tradicionales del comunicador está el trabajo poco interdisciplinar que ejerce, en la mayoría de los casos, centrado más en la creatividad y producción individual y en menor medida en la consideración del trabajo en equipos multidisciplinares, muy a semejanza del periodista solitario, cazador de noticias, que difícilmente se adapta en los grupos de redacción de los diarios modernos. Esta figura no ha desaparecido, ni creo que lo haga, pero cada vez, para su trabajo diario, requiere de mayor apoyo técnico procedentes de otras profesiones, para el buen desarrollo de su trabajo periodístico. La década de los 90 y su explosión tecnológica, junto con su impacto en lo comunicacional, implicó para el comunicador la necesidad de generar productos comunicativos a partir de la concepción del fenómeno, desde distintas perspectivas disciplinares. Con ello, la reflexión y la labor comunicológica se volvió más integral, holística y flexible.
Con ello, la profesión de comunicador implica, por una parte, un permanente diálogo con las necesidades y requerimientos laborales de la sociedad, manifestada mediante los procesos de la producción social de la comunicación. Sin que por ello deje de prestar atención a la emergencia de los fenómenos sociales, económicos y políticos que tienen lugar, de forma continua, en México. Por otra parte, la continua saturación y el abordaje de otras profesiones a los tradicionales campos del comunicador, le plantean la necesidad de revisar, principalmente desde las universidades, la conveniencia de seguir anclados a un solo perfil del comunicador.
En esta perspectiva, López aporta una buen comprensión del fenómeno de la formación del periodista, de la tradición empírica, a la necesidad de un profesional de la comunicación formado en las universidades y centros de preparación ex profeso. Buena parte de esto, condicionada por la exigencia de los ciudadanos por la comprensión de la realidad social, a través de productos mediáticos mejor construidos.
¿Un solo modelo o perfil?
Exhorto a reflexionar sobre la conveniencia de seguir reproduciendo un solo modelo o perfil de comunicadores. En particular, con los saberes y las competencias que antaño considerábamos suficientes para la época y que seguramente, en muchos de los casos, nos formamos en nuestras épocas estudiantiles. La invitación es a promover al interior de los espacios universitarios la formación de comunicadores multiculturales, polivalentes en sus competencias, creativos en lo individual, pero dispuestos al trabajo en equipo, menos disciplinares y más transdisciplinares, con fuertes valores éticos, y también más humildes con su conocimiento.
Jesús Martín Barbero refería una charla con Manuel Castell, sobre la común queja de los maestros universitarios, acerca de que los estudiantes de comunicación no saben leer y tampoco tienen el interés de hacerlo con la frecuencia que el caso lo requiere.
Me parece -dijo Barbero- que los estudiantes universitarios saben leer diferente a sus maestros, provienen de una cultura que privilegia la imagen por sobre el texto impreso. Están acostumbrados a otro tipo de información, y a una velocidad para acceder a ella, que sus maestros no poseemos. Su nervio óptico está acostumbrado a otro tipo de identificación de caracteres. Y lamento decirlo, pero parecería que en la universidad, lo que solemos hacer es tratar de domesticar esa capacidad de comprensión del universo, tan diferente a la nuestra. Por mi parte agregaría que eso no ocurre solo en la universidad, también suele acontecer por los mercados laborales de los comunicadores.
La lección que debemos tener muy presente los profesores es que la realidad académica, en profesiones como la del comunicador, difiere en buena medida de la profesional.
Manuel Ortíz Marín
Revista Chasqui Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para
América Latina (CIESPAL)
Weblog: www.revistachasqui.blogspot.com
Web institucional: www.ciespal.net
Quito – ECUADOR
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