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Marx: biografía de una teoría

Enviado por hcetinamx


Partes: 1, 2, 3

    1. Escritos escolares
    2. La tesis doctoral
    3. Los artículos periodísticos
    4. La crítica de la filosofía del estado de Hegel
    5. Sobre la cuestión judía
    6. La filosofía del Derecho de Hegel
    7. Los cuadernos de Paris
    8. Manuscritos económico-filosóficos de 1844
    9. La Sagrada Familia
    10. Tesis de Feuerbach
    11. La ideología alemana
    12. Miseria de la filosofía
    13. Manifiesto del partido comunista
    14. Trabajo asalariado y capital
    15. La revolución permanente
    16. Las luchas de clases en Francia
    17. Los "grundrisse"
    18. El materialismo histórico
    19. El salario precio y ganancia
    20. "El capital"

    1.- ESCRITOS ESCOLARES

    En agosto de 1835, cuando el joven Marx contaba con 17 años, presentó tres ensayos para aprobar su bachillerato.

    Las ideas humanísticas de la revolución francesa son las que dominaban el ámbito cultural, de la región renana de Alemania, donde nació el 5 de mayo de 1818.

    Desde muy pequeño recibió la influencia de su padre, maestros de escuela y de su futuro suegro.

    En esta edad de su vida, el joven alemán, revela una transición de un pensamiento cristiano, bebido desde la infancia, a una mentalidad humanista.

    Las materias que debía aprobar eran: latín, religión y un tema libre en alemán..

    El primero, según su biógrafo Mac Lellan carece de valor y todavía no ha sido traducido al español, tenia como titulo: "¿Es posible considerar que el gobierno de augusto, ha sido uno de los más felices de la historia de roma?".

    Este primer trabajo "constituye una comparación bastante trivial de dicho reinado con el de la época anterior, menos culta, y con la época posterior, en la cual la decadencia empieza a manifestarse y ya se enuncia la tiranía".

    El segundo escrito tuvo como titulo: "mostrar según el evangelio de san Juan-IV, 1-4, la razón, la naturaleza, la necesidad y los efectos de la unión de los creyentes con el cristo".

    Aquí el joven comienza diciendo que la historia "la gran maestra de la humanidad" nos enseña que desde la antigüedad la naturaleza humana siempre ha tratado de elevarse hacia una moralidad superior.

    Luego asienta que la historia de la humanidad nos indica la necesidad de la unión con cristo.

    También "cuando consideramos la historia de los individuos y la naturaleza del hombre, percibimos de inmediato una chispa divina en su interior, y un entusiasmo por el bien, una lucha en pos del conocimiento, un deseo de verdad"

    Aunque estos instintos naturales se viesen oscurecidos por deseos pecaminosos, la unión con cristo los vencería y proporcionaría una "felicidad que en vano, el epicúreo en su simple filosofía y el más profundo pensador en los más hondos abismos buscarán felicidad que sólo alguien incondicionalmente entregado como un niño a cristo, y mediante él a dios, puede conocer y que le procura una vida más bella y elevada.

    Según Auguste Cornu, estudioso de la obra de Carlos marx, este escrito "inspirándose en las concepciones racionalistas de su padre y sus maestros, en especial de wyttenbach, reducía la religión a la moral.

    Al comentar este pasaje del evangelio de san Juan desde un punto de vista histórico y filosófico, sostiene que la unión de los hombres en dios responde a una profunda tendencia de la naturaleza humana, que siempre se ha esforzado, como lo prueba el ejemplo de platón, por elevarse hasta dios por medio de una moralidad más noble.

    A continuación exponía que la unión de los creyentes con cristo –que la impura moral de los paganos había hecho necesaria- permitía acceder a la verdadera virtud, a la virtud cristiana, más humana y más dulce que la de los estoicos, más elevada y más pura que la de los epicúreos.

    Desde el punto de vista dogmático, esta disertación era más bien débil, pues las razones dadas para la unión de los creyentes en cristo eran exclusivamente de orden moral, y no se tenían en cuenta, como observó el corrector, las razones específicamente religiosas".

    A partir de este momento el joven marx, al igual que su padre, se desliga de toda creencia dogmática y la filosofía racionalista predomina en él sobre la religión.

    Este ensayo tampoco ha sido traducido al español.

    El tercer escrito se llamó: "reflexiones de un joven al elegir profesión".

    Aquí la filosofía de la razón le hace reemplazar la concepción religiosa de la vida humana por la teoría del destino moral del hombre.

    Por considerar de importancia para este libro y para que los lectores conozcan este trabajo escolar, lo reproduzco íntegramente:

    "reflexiones de un joven al elegir profesión"

    "Al animal se encarga la misma naturaleza de trazarle el radio de acción dentro del que ha de moverse y en el que se mantiene tranquilamente, sin salirse de él ni sospechar siquiera que exista otro. también al hombre le ha trazado dios un fin general: el ennoblecer a la humanidad y ennoblecerse a sí mismo, pero encargándole al mismo tiempo de encontrar los medios para alcanzarlo; dejando que sea él el encargado de elegir el puesto que dentro de la sociedad considere más adecuado para su persona y desde el cual pueda elevarse mejor él mismo y elevar a la sociedad.

    "esta posibilidad de elegir constituye un gran privilegio del hombre con respecto a los demás seres de la creación, pero es, al mismo tiempo, algo que puede destruir su vida entera, llevar sus planes al fracaso y hacerlo desgraciado. de ahí que la elección seria de una profesión sea el primer deber del joven que inicia su carrera en la vida y no quiere encomendar al azar sus asuntos más importantes.

    "cada cual tiene ante sus ojos una meta que a él, por lo menos, le parece grande y que lo es, siempre y cuando que su convicción más profunda, la voz más recóndita del corazón, la considere así, ya que dios no deja nunca al hombre sin consejo y, aunque hable en voz baja, su voz es siempre segura.

    "sin embargo, esta voz es ahogada, a veces, por los ruidos de fuera y los que se nos antoja entusiasmo puede ser un capricho del momento, que el momento mismo se encargue también de disipar. puede ocurrir que nuestra fantasía se sienta inflamada, que nuestros sentimientos se vean estimulados, que se proyecten ante nuestros ojos imágenes engañosas y nos precipitemos afanosamente hacia una meta que creemos nos ha sido trazada por dios, para ver luego que lo que habíamos abrazado tan apasionadamente nos repele, y toda nuestra existencia amenaza con derrumbarse.

    "debemos, pues, pararnos seriamente a meditar, cuándo, de veras, sentimos entusiasmo por una profesión, si es una voz interior la que la aprueba o nos engañaba el entusiasmo que se hacia pasar por una llamada de la divinidad.

    "Ahora bien, la única manera de convencerse de esto, es ahondar en la fuente misma de la que nace el entusiasmo.

    "la grandeza brilla, el brillo suscita la ambición y la ambición puede fácilmente provocar el entusiasmo o lo que se hace pasar por tal: y cuando la furia de la ambición se desencadena y nos atrae, ya no podemos refrenar la razón, sino que nos precipitamos alocadamente en pos de nuestros impulsos refrenados, y no somos nosotros quienes elegimos lo que queremos ser en la vida, sino que nos dejamos llevar por la apariencia y el azar.

    "el puesto para el que estamos llamados no es precisamente aquel en que más podemos brillar, ni es tampoco el que a lo largo de todos los años en que podamos ejercer esa actividad, no nos fatiga ni deja que se entibie nuestro entusiasmo, pero en el que, sin embargo, al cabo de algún tiempo, ya no colma nuestros deseos, ya no satisface nuestras ideas, sino que nos lleva a murmurar de dios y a maldecir de los hombres.

    "pero no es sólo la ambición la que puede suscitar en nosotros el repentino entusiasmo por un puesto en la vida; a veces es también nuestra fantasía la que lo adorna engañosamente, llevándonos a ver en él lo más alto que la vida puede ofrecernos. no nos detenemos a analizarlo, a considerar todas las cargas, la gran responsabilidad que nos impone, sólo lo vemos de lejos, y la lejanía siempre engaña.

    "en esto, nuestra propia razón no es nunca buena consejera, ni la experiencia, ni una profunda observación se encargan de apoyarla, y los sentimientos y la fantasía la fascinan, no pocas veces. y si nuestra propia razón nos abandona, ¿hacia donde podemos volver la mirada, en quien podemos buscar apoyo?

    "en nuestros padres, que han recorrido ya la trayectoria de la vida y saben lo que es rigor del destino: he ahí lo que nuestro corazón nos aconseja.

    "y si, en estas condiciones, seguimos sintiendo el mismo entusiasmo y seguimos amando la misma profesión por la que nos sentimos atraídos, habiéndonos parado a considerar lo que representa como carga, conociendo sus inconvenientes y sus amarguras, podemos abrazarla sin miedo, seguros de que no nos engañará el entusiasmo ni obraremos movidos por la precipitación.

    "ahora bien, no siempre podemos escoger en la vida aquella posición hacia la que nuestra vocación nos llama, pues las relaciones en que nos encontramos dentro de la sociedad se encargan, hasta cierto punto, de decidir por nosotros antes de que nosotros mismos lo hagamos.

    "ya nuestra misma naturaleza física se interpone con frecuencia, en ademán de amenaza, sin que nadie se atreva a discutir sus derechos.

    "es cierto que podemos desafiarla, pero, cuando lo hacemos, nos exponemos a perecer irremisiblemente, nos lanzamos a levantar, imprudentemente, un edificio sobre precarios fundamentos, nos exponemos a que nuestra vida sea un conflicto desventurado entre el principio físico y el principio espiritual. quien no sea capaz de acallar dentro de sí mismo los elementos en pugna jamás podrá obrar serenamente, y sólo en la paz pueden nacer los grandes y hermosos hechos de la vida; la calma es el suelo del que tienen que brotar los frutos sazonados.

    "aunque no sea posible luchar durante mucho tiempo y rara vez con satisfacción contra una naturaleza física adversa a la profesión abrazada, la idea de sacrificar al deber nuestro bienestar se hace sentir siempre vigorosamente, en cierta medida. pero, si elegimos una profesión sin poseer el talento necesario para ella, no podemos ejercerla dignamente y no tardaremos en reconocer, avergonzados, nuestra propia incapacidad y considerarnos como un ser inútil en la creación, como miembro de la sociedad condenado a no poder ejercer con fruto su profesión. y la consecuencia más natural de ello será, entonces, el desprecio de uno mismo, el más doloroso y amargo de los sentimientos, en el que nada vale todo lo que, como compensación, nos puede ofrecer el mundo exterior. pues el desprecio de uno mismo es como el veneno de una serpiente que nos corroe constantemente el corazón, que corrompe día tras días nuestra sangre y destila en ella la ponzoña del odio a la humanidad y la desesperación.

    "cuando nos engañamos acerca de nuestras dotes para el ejercicio de la profesón a la que nos entregamos, cometemos un crimen que se venga de nosotros mismos y que, aunque no sea condenado por el mundo que nos rodea, provoca en nuestro pecho un dolor más penoso que la condena de los demás.

    "después de meditar en todo esto y si las condiciones de nuestra vida nos permiten realmente escoger la profesión deseada, debemos procurar elegir aquella que nos ofrezca la mayor dignidad, que descanse sobre ideas de cuya verdad estemos profundamente convencidos, que abra ante nosotros el mayor campo de acción para poder actuar en bien de la humanidad, que nos permita acercarnos a la meta general al servicio de la cual todas las profesiones son solamente un medio: la perfección.

    "la dignidad es lo que más eleva al hombre, lo que confiere mayor nobleza a sus actos y a todas sus aspiraciones, lo que le permite mantenerse intacto, admirado por la multitud y elevarse, al mismo tiempo, por encima de ella.

    "y solo puede conferir dignidad aquella profesión en la que el hombre no se convierte en un instrumento servil, sino que puede elegir por sí mismo el círculo en que se mueve; solamente aquella profesión que no impone ninguna clase de hechos reprobables ni siquiera el vislumbre de ellas puede ser abrazada con noble orgullo por los mejores. y las que más garantizan esto no son siempre las más altas, pero sí las más dignas de ser elegidas.

    "pero así como una profesión sin dignidad nos humilla, podemos estar seguros de sucumbir ante aquella basada en ideas que más tarde habremos de reconocer como falsas.

    "si la abrazamos, sólo podremos sostenernos en ella engañándonos a nosotros mismos, camino que nos conducirá necesariamente a la desesperación.

    "las actividades que, en vez de entrelazarse con la vida, se alimentan de verdades abstractas son las más peligrosas de todas para el joven cuyos principios aún no están formados, cuyas convicciones no son aún firmes e inconmovibles, aunque puedan considerarse, al mismo tiempo, como las más altas de todas, si han echado profundas raíces en nuestro pecho, si somos capaces de sacrificar la vida y todas nuestras aspiraciones por las ideas que en ellas predominan.

    "podemos considerar dichoso a quien se siente llamado por estas actividades, aunque destruye a quien las abraza precipitada y atolondradamente, dejándose llevar por un impulso del momento.

    "en cambio, la alta opinión que nos formamos de las ideas sobre las que descansan nuestras actividades nos confiere una posición superior dentro de la sociedad, acrecienta nuestra propia dignidad y hacen que nuestros actos sean inconmovibles.

    "quien elige una profesión que tiene en alta estima retrocederá aterrado ante la posibilidad de hacerse indigno de ella y obrará noblemente por el solo hecho de ser noble la posición que le asigna en la sociedad.

    "pero la gran preocupación que debe guiarnos al elegir una profesión debe ser la de servir al bien de la humanidad y a nuestra propia perfección. y no se crea que estos dos intereses pueden ser hostiles o incompatibles entre sí, pues la naturaleza humana hace que el hombre sólo pueda alcanzar su propia perfección cuando labora por la perfección, por el bien de sus semejantes.

    "cuando el hombre sólo se preocupa de sí mismo, puede llegar a ser, sin duda, un famoso erudito, un gran sabio, un excelente poeta, pero nunca llegará a ser un hombre perfecto, un hombre verdaderamente grande.

    "los más grandes hombres de que nos habla la historia son aquellos que, laborando por el bien general, han sabido ennoblecerse a sí mismos; la experiencia demuestra que el hombre más dichoso es el que ha sabido hacer dichosos a los más; y la misma religión nos enseña que el ideal al que todos aspiran es el de sacrificarse por la humanidad, aspiración que nadie se atrevería a destruir.

    "quien elija aquella clase de actividades en que más pueda hacer en bien de la humanidad, jamás flaqueará ante las cargas que pueda imponerle, ya que éstas no serán otra cosa que sacrificios asumidos en interés de todos; quien obre así, no se contentará con goces egoístas, pequeños y mezquinos, sino que su dicha será el patrimonio de millones de seres, sus hechos vivirán calladamente pero por toda una eternidad, y sus cenizas, se verán regadas por las ardientes lágrimas de todos los hombres nobles".

    Carlos Marx

    Cornu escribe que esta patética profesión de fe era la primera afirmación apasionada de un ideal al cual debía seguir siendo fiel y al que sacrificaría su vida.

    En su idealismo juvenil refleja las ideas humanistas de su padre y maestros y era testimonio de que ya había tomado resueltamente partido por la tendencia democrática que había nacido en Alemania.

    La conclusión de este ensayo es un plan de vida o mejor dicho un manifiesto filosófico que será la meta a la que dedicará toda su vida: trabajar por el bien de la humanidad

    Aquí el joven desdeña la vanidad, la ambición egoísta y la búsqueda de una brillante posición económica.

    Guiado por la conciencia del deber social, considera que su misión es dedicar toda si vida al servicio de la humanidad.

    En conclusión: imbuido de racionalismo critico a sus 17 años, este joven optó por esas altas actividades humanas, que se alimentan de verdades que exigen el sacrificio de la vida misma.

    La elección estaba hecha: sólo faltaba que la experiencia biográfica la concretase.

    Partes: 1, 2, 3
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