- Resumen
- Objetivos
- Bioacústíca
- Contaminación acústica
- Efectos del tráfico marino sobre los cetáceos
- Efectos de los sismos sobre los cetáceos
- Efectos de los sonares sobre los cetáceos
- Efectos del LFAS sobre los cetáceos
- Conclusiones
- Bibliografía
Los cetáceos son un orden de mamíferos marinos distribuidos por todo el planeta: delfines, ballenas, marsopas y cachalotes; utilizan la bioacustica principalmente para su comunicación y ecolocalización; actividades humanas como la pesca, la contaminación química, el calentamiento global y la contaminación acústica afectan negativamente a los cetáceos.
Se han reportado numerosos casos de desplazamientos, lesiones del sistema auditivo, varamientos e incluso muerte de cetáceos producto de trafico marino, turismo, sismos y sonares, principalmente los de baja frecuencia. Muchas especies se encuentran catalogadas a nivel mundial como vulnerables, amenazadas y en peligro.
Para minimizar estos efectos se deben crear zonas acuáticas protegidas y normas internacionales que regulen todas estas actividades humanas. Solo el estudio y legislación garantizará la perpetuación de estas especies.
Palabras claves: Acústica submarina, bioacustíca, cetáceos, contaminación acústica.
Existen muy pocos indicadores de la salud de nuestros océanos mejores que el estado de conservación de las poblaciones de mamíferos marinos. Estos se encuentran distribuidos por todos los mares y océanos del planeta, tienen ciclos de vida largos, se integran en grupos sociales complejos y se sitúan en las posiciones mas altas de la red trófica marina, por lo que concentran los contaminantes, están expuestos a organismos patógenos y permiten visualizar muchas de las interacciones entre el medio marino y los organismos que lo habitan (López et al, 2003).
Los cetáceos son un orden de mamíferos marinos compuestos por delfines, ballenas, marsopas y cachalotes que se reparten por las aguas de todo el planeta, desde el trópico hasta ambos polos. Son alrededor de 80 las especies de cetáceos descritas en todo el mundo (DELPHIS, 2004). Están completamente adaptados a la vida acuática, tienen las extremidades anteriores en forma de aletas, las posteriores atrofiadas formando una aleta caudal y una aleta dorsal (Gómez, 1963).
Son de un tamaño mediano o muy grande, el cuerpo suele tener forma fusiforme; cabeza alargada, a menudo puntiaguda, unida directamente al cuello (sin región de cuello); algunos con una aleta dorsal carnosa, sin extremidades posteriores; cola larga terminada en dos anchos lóbulos carnosos transversos y escotada en la línea media; cuando tienen dientes éstos son iguales, carecen de esmalte; aberturas nasales en la parte superior de la cabeza; aberturas auditivas diminutas; superficie del cuerpo lisa, sin pelos salvo unos pocos en el hocico; sin glándulas en la piel excepto las mamarias y las conjuntivas; una gruesa capa de grasa debajo de la piel que suministra aislamiento; estómago complicado; oceánicos, distribución por todo el mundo siempre en el agua, si se les arrastra a tierra firme mueren por rotura de órganos internos; las ballenas pueden bucear hasta unos 1200 m y pueden permanecer sumergidas durante muchos minutos sin respirar, al volver a la superficie expulsan de los pulmones aire caliente y húmedo, que forma un surtidor cuando el aire caliente se condensa con el aire mas frío del océano; se aparean y crían en el mar, las crías son grandes al nacer y son amamantados (Storer et al, 1980).
Este es uno de los órdenes de mamíferos menos conocidos en Venezuela, los registros son escasos y los estudios locales son generalmente incompletos y puntuales. Se han señalado para Venezuela 31 especies de cetáceos, lo que corresponde al 40 % de la diversidad de este grupo a nivel mundial, 20 especies ya han sido confirmadas en aguas territoriales venezolanas, lo cual es un porcentaje relativamente elevado ya que la mayor parte de las costas de Venezuela están confinadas al mar Caribe. Todas las especies han sido señaladas como amenazadas de extinción de acuerdo a organismo internacionales (Romero et al, 1991; Romero y Agudo, 1993).
El orden Cetácea se divide en tres sub ordenes, el grupo extinto archaeoceti representados por zenglodontos, distribuido entre el eoceno al oligoceno; el grupo odontoceti que incluye a todos los que están provistos de dientes, de 2 a 40 dientes según la especie, una abertura nasal, tienen hábitos carnívoros y depredadores, representados por delfines, cachalotes y orcas; y el sub orden mysticeti que abarca a todos aquellos que en lugar de dientes presentan numerosas láminas córneas paralelas denominadas barbas o ballenas en los lados de la mandíbula superior, las cuales utilizan para filtrar las grandes masas de pequeños crustáceos o peces de los que se alimentan, presentan dos aberturas nasales, estas son las grandes ballenas. (Gómez, 1963; Storer et al, 1980; Bolaños y Boher, 1996).
A lo largo de setenta millones de años de adaptación al medio marino, los cetáceos han desarrollado los cambios necesarios para utilizar las ondas sonoras que encuentran en las aguas saladas un medio idóneo para su propagación. Los estudios de bioacústica en cetáceos han mostrado aspectos tan sorprendentes como las canciones de las yubartas, los silbidos de comunicación de las orcas, la utilización de ondas de baja frecuencia por parte de delfines para orientarse y comunicarse a escala transoceánica o incluso la utilización de ondas acústicas por parte de diversos odontocetos como arma para atontar o matar presas.
Desafortunadamente, desde mediados del siglo XX, la proliferación de motores, hélices, sónares y explosiones han convertido a los océanos en un medio ruidoso que dificulta la comunicación, orientación y alimentación de los cetáceos (López et al, 2003).
Las ballenas se enfrentan en la actualidad a un conjunto aplastante de amenazas ambientales producto de la acción humana. Existen cada vez un mayor número de pruebas que muestran como perjudican a los cetáceos, principalmente las ballenas, el cambio climático, la disminución de la capa de ozono, la contaminación química y acústica, las capturas accidentales, además de la escasez de presas producto de la sobre pesca (Greenpeace, 2001).
Muchas de las especies de cetáceos están catalogadas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como "vulnerables", "amenazadas" y "en peligro" (Romero et al,1991). En el Libro Rojo de la Fauna Venezolana de 1999 se reportan 14 especies de cetáceos, de las cuales 10 se clasifican como "Insuficientemente conocido", 2 de "Menor Riesgo – casi amenazado" y 2 de tipo "Vulnerable" (Rodríguez y Rojas, 1999).
La contaminación acústica en el medio marino es producida en un rango de frecuencias y niveles, el origen primario incluye barcos, sismos, sonares, explosiones y la actividad industrial (Gordon y Moscrop, 1996; National Research Council 2003). Sin embargo, el tráfico de embarcaciones pequeñas y grandes, producen los sonidos de baja frecuencia hechos por el hombre de mayor alcance. Un tono de 6,8 Hz de un petrolero gigante puede ser detectado a una distancia entre 139 y 463 Km, con fuentes de niveles de 190 dB (Gordon y Moscrop, 1996).
A pesar de la agudeza del extraordinario sistema de ecolocación de los cetáceos, y tal vez incluso por que depende de él casi por completo, periódicamente se encuentran varamientos individuales y colectivos. Existen las incógnitas de cómo animales tan inteligentes, con dominios de navegación ampliamente demostrados, de pronto pierdan el sentido de orientación y se desplacen hacia bancos de arena donde no pueden liberarse.
Y mas desconcertante aun luego de rescatados y ayudados por personas, estos regresan hacia la orilla. Existe una hipótesis de una forma de espejismo auditivo susceptible a desorientar a los cetáceos (Jácome, 1990). De los 48 varamientos contabilizados y reportados en Venezuela entre 1841 y 1992, se determinó que en el 56 % estuvieron signados por intervención humana diversa (Agudo, 1992).
- Determinar la existencia de efectos de la contaminación acústica sobre los cetáceos.
- Describir los principales tipos de contaminación acústica marina.
Todos los odontocetos presentan grandes depósitos de grasa en la frente llamado melón, por delante del cráneo y en la mandíbula inferior justamente debajo de una zona donde el hueso es muy fino y llega hasta la zona del oído medio. Tales depósitos son únicos en el reino animal y notables por una serie de razones.
En primer lugar son bastante grandes en relación al tamaño del animal, representan una inmensa energía metabólica potencial, pero al parecer no se utilizan como tejidos de reserva. En segundo lugar la composición química de esta grasa es notablemente diferente de la composición de las grasas corrientes del cuerpo y de las que ingieren con la dieta normal. En tercer lugar la forma y la posición de estos depósitos tiene tanta importancia que se han producido importantes modificaciones en la forma y estructura del cráneo para hacerles sitio (Maldonado y Alcalá, 1996).
Los cetáceos emiten dos clases de sonidos, uno de alta frecuencia llamados chasquidos utilizados para la ecolocación; y sonidos de baja frecuencia como silbidos, chillidos y ráfagas de graznidos los cuales sirven en la comunicación entre ellos.
Para explorar su entorno los delfines emiten un chasquido o una serie de chasquidos cuya frecuencia varia desde 2.000 ciclos a mas de 10.000 ciclos por segundo. Siendo capaces de orientarse, calcular distancias, tamaño, forma, estructura y densidad de los objetos. Las informaciones proporcionadas por un eco son por lo menos de cuatro órdenes: sobre la dirección, las variaciones de la frecuencia, la amplitud del sonido y el tiempo que trascurre desde el momento de la emisión hasta el retorno del eco (Jácome, 1990; Maldonado y Alcalá, 1996).
El aire, inspirado a través del espiráculo (orificio respiratorio), que permanece cerrado durante la inmersión, es conducido a través de un complicado sistema de "sondeo" compuesto por varias solapas vibrátiles y cámaras de resonancia que producen los ultrasonidos. Estos se reflejan en la superficie del cráneo, que actúa a modo de reflector parabólico, dirigiendo el sonido hacia el melón. El melón actúa como una lente de sonido, de manera que dirige muy efectivamente los sonidos.
Los ecos de retorno son recogidos en la mandíbula inferior, donde hay un hueco a todo lo largo relleno de grasa de composición semejante a la del melón, y son conducidos al oído interno. De ahí, en forma de pulsos nerviosos son enviados al cerebro y analizados. La cantidad de tejido nervioso que conecta el oído medio con el cerebro de los odontocetos es mas del doble que en el humano (Maldonado y Alcalá, 1996).
Los odontocetos son los únicos cetáceos que han adquirido una verdadera capacidad de ecolocalización, los misticetos utilizan sonidos de baja frecuencia para comunicarse y crean "canciones" complejas, pero si tienen algún sentido acústico comparable al de los odontocetos ha de ser, en el mejor de los casos, muy primitivo.
Existen datos referentes a ciertas especies de misticetos que emiten chasquidos de frecuencia bastante concreta y se ha propuesto que podrían tener la función del sonar, detectar objetos y determinar la profundidad, pero no ha sido comprobado (Maldonado y Alcalá, 1996).
Los estudios experimentales de la habilidad de escuchar han sido conducidos a unos pocos odontocetos (Gordon et al, 1998; National Research Council, 2003). Además se asume que los misticetos escuchan en el mismo rango de frecuencia de los sonidos que producen, aproximadamente entre 5 a 10 Hz (Richardson et al, 1995).
Investigadores soviéticos consideran que una particularidad del lenguaje de los cetáceos es su capacidad de combinar, con diverso grado de complejidad, algunos elementos indivisibles (algo por el estilo de fonemas o sonidos del alfabeto del habla humana) en secuencias complicadas de sonidos parecidos a palabras y frases. Los científicos señalan que existen determinadas regularidades en la estructuración de estas señales "frases" de los cetáceos, el carácter jerárquico en la utilización de algunos elementos del alfabeto, la estructura de bloque en la formación de señales complicadas, la existencia como mínimo, de tres y no menos de cinco niveles de agrupación de señales idénticas, entre otras características.
Los científicos consideran que este tipo de formación de señales de los delfines es propio de los sistemas de comunicación del llamado tipo abierto (entre los cuales figura también el habla humana), que sirven para transmitir una información complicada (Maldonado y Alcalá, 1996).
Las mortandades mas altas de cetáceos, exceptuando a las causadas por agentes infecciosos, son las producidas por actividades humanas, la contaminación química procedente de vertidos industriales o accidentes, el trafico marítimo conllevando contaminación acústica y atropellos, redes a la deriva y otros objetos potencialmente peligrosos, destrucción del litoral y ecosistemas asociados, y las actividades turísticas masivas como el turismo de avistamientos sin control ni regulación (DELPHIS, 2004).
En las últimas cinco décadas, la investigación acústica ha enfocado un esfuerzo sustancial sobre el estudio de los cetáceos, por lo que se dispone hoy de suficientes datos científicos sobre su sistema sónar biológico (bio-sónar) y su dependencia de las señales acústicas como fuente de información y sistema de comunicación en el medio marino.
El ruido submarino producido por actividades humanas aumenta cada día e incluye el tráfico marítimo, la explotación y producción de gas y petróleo, el sonar industrial y militar, las fuentes sonoras de experimentación industrial, los explosivos submarinos, etc. De hecho, no existe ningún rincón del mundo que no esté afectado por la contaminación acústica.
Dentro del conjunto de los factores de riesgo que pesan sobre el hábitat marino, esta contaminación constituye una de las mayores amenazas a corto plazo y escala mundial para el equilibrio de los océanos. Dado que los cetáceos dependen del sonido en todos los aspectos de sus vidas, no cabe duda de que son especialmente vulnerables a las fuentes de ruido artificial (López et al, 2003).
Los cetáceos son altamente dependientes de su aparato auditivo para su supervivencia. Muchas especies utilizan sonidos para localizar presas, navegar y comunicarse, alcanzando distancias considerables en el caso de numerosas especies de grandes ballenas. Los cetólogos están cada vez mas preocupados por la contaminación acústica de los océanos derivada del intenso tráfico marítimo, los muestreos sísmicos, la extracción del petróleo o los dispositivos de sónar, elementos que pueden estar teniendo importantes impactos negativos en muchas especies (López et al, 2003).
Estudios referentes a las respuestas de los cetáceos a la contaminación acústica incluyen la evitación a la fuente del ruido y la alteración del comportamiento (Gordon y Moscrop, 1996; Moore y Clarke, 2002; Williams et al, 2002). Algunos odontocetos ocasionalmente se acercan a embarcaciones y nadan paralelas a ellas, y cetáceos habituados al trafico marino se aproximan a los barcos, aparentemente para socializar (Lusseau, 2003; National Research Council, 2003). El efecto del ruido en la fisiología y sicología de los mamíferos marinos es pobremente entendido (Richardson et al, 1995).
A la luz de recientes mortalidades en aguas españolas, parece claro que fuentes de ruido, a diferentes niveles de intensidad, pueden afectar de forma negativa a poblaciones de cetáceos. El impacto de estas fuentes puede variar de forma significativa, desde causar molestias y desplazamiento de poblaciones hasta lesiones de distinta gravedad en el sistema auditivo: de ligeras, y posiblemente reversibles, a graves, produciendo sorderas permanentes e incluso la muerte inmediata del animal (López et al, 2003).
La modernización y aumento del trafico marítimo, junto con practicas de exploración geológica, prospecciones petrolíferas y el empleo militar de sonares activos en España vuelven particularmente sensibles a las poblaciones de cetáceos existentes en aguas como las de Canarias, de donde se disponen de datos más recientes, y probablemente las del estrecho de Gibraltar y Baleares.
Sin embargo, no se debe de descartar este impacto en otras áreas hasta la fecha no estudiadas (López et al, 2003).
Las plataformas petroleras afectan en la distribución de las ballenas (Balaena mysticetus) a distancias de mas de 50 km (Schick y Urban, 2000). Sin embargo no existen experimentos que demuestren fehacientemente la relación de causa y efecto, niveles de 143 db en el rango de 20 a 1000 Hz fueron determinados a 1 km de una plataforma de petróleo de California, lo que indica que un amplio rango de frecuencias son audibles a distancias significantes de esas plataformas. Los taladros utilizados en la extracción de petróleo generan sonidos con fuertes tonos en bajas frecuencias (< 20 Hz) (Gordon y Moscrop, 1996).
El conocimiento científico actual sobre el efecto del ruido en mamíferos marinos y su hábitat es insuficiente para entender la relación entre frecuencias, intensidades y duración de las exposiciones que pueden conllevar consecuencias negativas. Ante estas incertidumbres se considera que:
- Es urgente investigar los efectos del ruido artificial sobre los mamíferos marinos bajo los máximos estándares de credibilidad científica y pública evitando conflictos de interés.
- Se deben desarrollar e implementar medidas mitigadoras no invasivas.
- El uso de fuentes acústicas intensas debería limitarse en áreas de concentración de cetáceos hasta conocerse sus efectos, a corto o largo plazo, en los mamíferos marinos.
- El diseño de parámetros objetivos para asesorar la conservación de la biodiversidad marina es necesario para establecer normativas nacionales y europeas sobre contaminación acústica marina (López et al, 2003).
EFECTOS DEL TRAFICO MARINO SOBRE LOS CETÁCEOS
Una de las principales amenazas para los cetáceos está relacionada con el incremento exponencial del tráfico marítimo en las últimas décadas (López et al, 2003). Los ruidos de baja frecuencia producidos por grandes barcos y las altas frecuencias de pequeñas embarcaciones pueden tener grandes efectos sobre pequeños cetáceos (Richarson et al, 1995; Gordon y Moscrop, 1996).
Hasta la aparición de los motores de vapor, el mar era un medio ideal para la utilización de sonidos por parte de los cetáceos, tanto para comunicarse, orientarse y alimentarse. Pero además de la contaminación acústica, las embarcaciones constituyen hoy también una nueva amenaza para muchas especies de cetáceos.
En 1985 el barco de pasajeros Princesa Teguise que realizaba la línea las Palmas – Santa Cruz de Tenerife, colisionaba con un cachalote ocasionando la muerte de éste así como la de un pasajero. A pesar de este accidente, desde entonces las líneas de ferrys de alta velocidad han proliferado en diferentes puntos de nuestra geografía, coincidiendo en algunos lugares con importantes áreas de interés para la alimentación y migración de diversas especies de cetáceos (López et al, 2003).
El estudio de Zacharias y Gregr (2004), encontró que la vulnerabilidad de dos grupos de ballenas sometidas a cuatro tipos de estrés acuático, trafico de transbordadores, tráfico de barcos comerciales, tráfico de embarcaciones pequeñas y potencial producción de petróleo lejos de la costa; fue relativamente similar, sin embargo las especies cercanas a la costa fueron mas sensibles a actividades costera como la producción de hidrocarburos, tráfico de transbordadores y de pequeñas embarcaciones.
Hace 30 años se crea una nueva industria, el avistaje de ballenas; se trata de una búsqueda aparentemente inofensiva de cetáceos con fines turísticos. En la ausencia de códigos de conducta esta industria ha traído nuevos peligros para las ballenas, mientras que el avistamiento desde tierra es inofensivo, la gran cantidad de barcos moviéndose muy rápido y operando con mucho ruido pueden interrumpir comportamientos tales como alimentación y reproducción además de causar daños físicos (Piedra et al, 2003).
Tres de las regiones mas importantes para los cetáceos en las costas españolas, las islas Canarias, la zona costera de Galicia y el Mar de Alborán, son puntos claves para el tráfico marítimo internacional. Mas de un 20 % de este tráfico marítimo transita por estas aguas.
Además de estos buques mercantes hay que resaltar la proliferación de embarcaciones dedicadas al turismo de avistamiento de cetáceos y otras como motos acuáticas o embarcaciones ligeras que causan molestias por persecución reiterada a los animales. Actualmente existe únicamente en las islas Canarias una legislación que evita el acercamiento inadecuado de estas embarcaciones a los cetáceos, que puede no solo ocasionar un riesgo de colisión, sino también un estrés que puede llegar a poner en peligro a esos animales (López et al, 2003).
EFECTOS DE LOS SISMOS SOBRE LOS CETÁCEOS
Las mediciones sísmicas son usualmente conducidas utilizando pistolas de aire que generan principalmente sonidos de baja frecuencia como cortos pulsos en fracciones de segundo y repetidas cada 5 a 10 segundos. Aunque se disponen normalmente apuntando hacia abajo, significante cantidad de energía de sonido es proyectada de los lados.
Niveles de origen superiores 200 dB han sido medidos (Gordon y Moscrop, 1996). Estudios de respuestas de mamíferos marinos a los sismos han documentado cambios de conducta a mas de 10 km para ballenas azules (Mcdonald et al, 1995) y de 8 km para ballenas jorobadas (McCauley et al, 1998). Por esta razón muchos estudios sugieren un horario para las exploraciones sísmicas durante periodos donde las potenciales especies afectadas se encuentren ausentes (LGL Consulting, 2000; Environmental Australia, 2001; Moore y Clark, 2002).
EFECTOS DE LOS SONARES SOBRE LOS CETÁCEOS
La reciente coincidencia en espacio y tiempo de maniobras militares y varamientos masivos de cetáceos, sobre todo de especies de hábito de inmersión profunda, ha producido alarmas sobre el impacto que esta tecnología puede causar sobre los mamíferos marinos. Aunque los sistemas sonares actuales no son los únicos o mayores causantes de problemas acústicos, si son un claro exponente de lo dañino que puede ser el ruido antropogénico en su forma mas aguda y letal (López et al, 2003).
Un sonar activo es básicamente un radar submarino que mediante la emisión de sonidos permite la composición de una imagen y detección de objetos por la recepción del eco que se produce por reflexión. Debido a las características físicas del sonido este viaja 4,5 veces mas rápido por agua que por aire y las bajas frecuencias se propagan a mayor distancia (López et al, 2003; Guevara, 2004).
La armada española posee sonares de gran potencia y medio alcance utilizados cualquier objeto hundido, especialmente submarinos. Estos sonares han sido implicados en varamientos masivos de zifios, especies poco conocidas y de reducida tasa de varamiento. Los casos mas recientes se han dado en Bahamas en el 2000 y en las islas Canarias en el 2002, en los que estaban implicados estos sistemas sónicos de detección submarina.
El uso extensivo de estos sistemas por los buques de la OTAN en aguas españolas y europeas representan un claro factor de riesgo para las poblaciones de cetáceos. Aún mas cuando se desconoce el efecto de la combinación de varios sonares como posible factor potenciador del impacto negativo (López et al, 2003).
Considerando la capacidad directa o indirectamente letal de estos sistemas acústicos activos quizás no se tiene en consideración los daños a largo plazo que pueden sufrir las poblaciones expuestas. El riesgo sobre los mamíferos marinos que producen estos sonares hace perentorio el estudio y seguimiento de estas actividades, establecer limites de seguridad y las medidas mitigadoras para establecer su viabilidad y en su caso los parámetros sobre los que desarrollarlas (López et al, 2003).
EFECTOS DEL LFAS SOBRE LOS CETÁCEOS
El LFAS o SURTASS LFAS es el termino con el que se conoce a un sistema de sónar de gran precisión cuyas siglas significan Surveillance Towed Array Sonar System (Sistema de Sonar de Vigilancia por Medio de Barrido Reticular) Low Frequency Active Sonar (Sónar Activo de Baja Frecuencia). Se basa en la utilización de ondas de sonido de alta intensidad (superior a 200 dB) y baja frecuencia (entre 450 y 700 Hz) que pueden viajar mayores distancias bajo el agua y detectar objetivos a cientos de kilómetros de distancia.
Se emiten decenas de ondas en periodos de pocos segundos (cerca de 250 en 4-5 segundos) que golpean sobre los objetos y rebotan hasta un receptor que las interpreta, también pueden utilizarse sonidos durante un minuto o mas a intervalos de 10 a 15 minutos. Este emisor se encuentra suspendido desde el barco a unos 50 metros de profundidad (Guevara, 2004).
El LFAS ha sido recientemente implementado por la marina norteamericana, este sistema además de emitir sonidos de alta intensidad a través de 18 elementos emisores, utiliza bajas frecuencias para aumentar considerablemente su radio de acción. El potencial impacto sobre grandes cetáceos, quienes utilizan frecuencias similares, es motivo de gran preocupación a la que se añade la de su uso proyectado en todos los océanos (López et al, 2003).
El objetivo de este sistema de sónar en los navíos militares es el de poder localizar con total precisión a los submarinos (tanto nucleares como diesel), incluidos los más silenciosos o incluso submarinos parados. La OTAN, y especialmente la Armada estadounidense, tiene como objetivo implantar este sistema en sus embarcaciones para poder cubrir el 75 % – 80 % de los océanos del Planeta (Guevara, 2004).
El LFAS puede provocar efectos sobre los cetáceos hasta a 100 kilómetros de distancia. La resonancia de estos sónares provoca la vibración de todas las cavidades del cuerpo, la traquea, mandíbulas, senos craneales y órganos internos, con mayores repercusiones sobre aquellos que contienen aires. Pueden provocar hemorragias en los pulmones y los oídos incluso destruirlos (Guevara, 2004).
En 1997, la MMPA, Comisión del Congreso Estadounidense sobre Mamíferos Marinos presentó un informe en el que reconocía el impacto del LFAS sobre los cetáceos, indicando que esté podía producir efectos como muerte por hemorragia en los pulmones y traumas en otros tejidos, pérdida parcial o total de la audición dificultando la comunicación, estrés y otras alteraciones psicológicas, haciendo a los individuos mas vulnerables a patologías como virus, bacterias y parásitos, cambios en las rutas migratoria evitando las zonas habituales de alimentación y reproducción, además de otras alteraciones del comportamiento; si estos efectos son de carácter severo o continuo se podrían provocar fallos reproductivos y de supervivencia, disminuyendo las poblaciones y colocando en peligro la perpetuación de la especie.
Entre 1996 – 1998 la armada estadounidense probó su LFAS sobre ballenas de Hawai, las evidencias demostraron que los cetáceos modificaban sus migraciones y movimientos desapareciendo de la zona y, en el caso de las yubartas, paraban sus cantos. En estos experimentos con 140 decibelios era suficiente para provocar que las ballenas abandonaran la zona, aunque algunos investigadores consideran que más de 120 dB ya es suficiente para ser perjudicial para la salud de estos animales.
Según los propios estudios de la armada los LFAS pueden generas ondas de sonido de 140 dB capaces de superar las 300 millas (Guevara, 2004).
Un estudio de impacto ambiental realizado por la armada estadounidense, generado por denuncias de numerosos colectivos sociales que mostraban sus preocupaciones por las maniobras militares, demostró que los zifios podían verse afectados por estas operaciones. En 2001, un año después de la mortandad de Bahamas, oficiales de la Armada estadounidense anunciaron que, basándose en las necropsias y otras evidencias de los animales varados, era "altamente probable" que fueran debidas a trasmisiones de sónar de la armada (Guevara, 2004).
- Los cetáceos presentan una serie de condiciones y actividades antropogénicas que afectan seriamente la preservación de sus especies, la pesca de cetáceos y la contaminación química en las aguas son temas ampliamente estudiados, pero no conocemos realmente el grado de afectación de la contaminación acústica marina, la cual ha crecido de manera exponencial en los últimos años.
- Es necesario reglamentar el trafico marino y las actividades de avistamiento, cuando las embarcaciones naveguen en zonas frecuentadas por cetáceos.
- Se deben estudiar y clasificar las principales zonas donde se concentran los cetáceos con el fin de decretarlas zonas marinas protegidas y así controlar las actividades humanas.
- Los procesos de extracción de petróleo producen alteraciones en los cetáceos, del estudio de estos efectos se puede obtener nuevos equipos y recomendaciones para minimizar el estrés causado.
- Los sonares en general afectan los sistemas de comunicación y localización de los cetáceos, pero se ha determinado que los nuevos y poderosos sonares de baja frecuencia y largo alcance causan muertes masivas a los cetáceos, haciendo inminente su estudio y regulación ya que este puede afectar además a otros organismos marinos, e incluso poner en peligro la vida de buzos.
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Lic. César A. Mac-Quhae R.
Fundación La Salle de Ciencias Naturales
Estación de Investigaciones Hidrobiológicas de Guayana
Puerto Ordaz – Venezuela