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La educación como práctica de cohesión social y participación democrática


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    "La educación es una práctica social ubicada en un proceso socio-histórico determinado al cual debe responder creativamente. La función principal del proceso educativo en un país subdesarrollado debe ir encaminada a colaborar en la transformación de las estructuras que perpetúan ese estado social, y a re-definir el proyecto de una sociedad liberada"[1].

    Frente a los numerosos desafíos del provenir, la educación constituye un instrumento de cohesión social y participación democrática indispensable para que la humanidad y en especial, nuestra querida Colombia, pueda progresar hacia los ideales de paz, libertad y justicia social. Es indispensable un nuevo tipo de sociedad para lograr la superación de la pobreza, en condiciones generales de participación y justicia sobre la base de un proceso educativo que contribuya a una mejor calidad de vida. "Una nueva civilización en la que sea imposible el despilfarro y la miseria"[2]. Al concluir este ensayo, deseo afirmar mi convicción respecto a la función esencial de la educación como práctica de cohesión social y participación democrática al "servicio de un desarrollo humano más armonioso, más genuino, para hacer retroceder la pobreza, la exclusión, las incomprensiones, las opresiones, las guerras, etc."[3].

    La educación desde sus orígenes ha encontrado variados significados que guían y orientan su quehacer. Para Sócrates la educación es un parto, un auténtico nacimiento lleno de riesgos y expectativas. Para un educador con convicción y vocación, la educación es el ejercicio de la vida. Para mí y después de ciertas experiencias, la educación es un clamor por la infancia, por la juventud que tenemos que integrar en nuestras sociedades en el lugar que les corresponde, en el sistema educativo indudablemente pero también en la familia, en la comunidad de base, en la nación.

    Al comienzo de un siglo caracterizado por el ruido y la furia tanto por los progresos económicos y científicos, donde la angustia se enfrenta con la esperanza, es imperativo que todos los que están y estamos investidos de alguna responsabilidad presten atención a la educación como factor de cohesión social y practica de la democracia.

    La cohesión de toda la sociedad humana procede de un conjunto de actividades y de proyectos comunes, pero también de valores compartidos, que constituyen otros tantos aspectos de la voluntad de vivir juntos. Con el tiempo, esos vínculos materiales y espirituales se enriquecen y se convierten en la memoria individual y colectiva, en un patrimonio cultural en el sentido amplio de la palabra, que origina el sentimiento de pertenencia y solidaridad.

    En todo el mundo, la educación en sus distintas formas, tiene por cometido establecer entre los individuos vínculos sociales procedentes de referencias comunes. Los medios empleados varían según la diversidad de las culturas y las circunstancias pero, en todos los casos, la finalidad principal de la educación es el pleno desarrollo del ser humano en su dimensión social. "Se define como vehiculo de las culturas y los valores, como construcción de un espacio de socialización y como crisol de un proyecto común"[4].

    Confrontada con todos los cambios acaecidos en la sociedad, la educación debe asumir la tarea de transformar la diversidad en un factor positivo de entendimiento mutuo entre las personas y los grupos humanos. En este sentido, se debe promover que "la diferencia de raza, de religión, de pensamiento e ideología no la vean como inferioridad sino como factor de riqueza humana"[5]. Creo que su más alta ambición es brindar a cada cual los medios de una ciudadanía consciente y activa, cuya plena realización sólo puede lograrse en el contexto de sociedades democráticas. Que bonita utopía, pero una utopía necesaria para nuestro país y continente, pues "un pueblo sin utopía es un pueblo que no vive socialmente"[6].

    Hablar de práctica de la democracia en nuestro país es un tanto paradójico, pero en cierta manera hay que revivificarlo. En todo caso debe seguir siendo una de nuestras prioridades, pues no creo que haya otro modo de organización del conjunto político y de la sociedad que pueda pretender sustituir a la democracia y que permita al mismo tiempo llevar a cabo una acción común en pro de la libertad, la paz, el pluralismo auténtico y la justicia social. Entiendo acá democracia como lo definido anteriormente y no como sustento ideológico de quienes detenta el poder y manipulan su contenido a favor de sus intereses personales o mejor dicho nacionales.

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