Esa aceptación supone que el desarrollo desde inicios de siglo (momento en que suele ubicarse la preocupación inquisitiva por el fenómeno organizacional: la organización productiva del trabajo fabril como tema de interés para las nacientes "ciencias administrativas" y para la ingeniería industrial) vino a converger en una manera única de concebir el estudio de organizaciones que reunía la ‘decantación’ de los aportes del "taylorismo", de la "escuela de relaciones humanas" y del "análisis de toma de decisiones" propio desarrollado desde los años cincuenta. Esa única manera de concebir el estudio de organizaciones encontró en el lenguaje sistémico, propio de la sociología estructuro-funcionalista y de la "teoría general de sistemas", su nicho perfecto. M. Reed denomina a esta concepción como el "marco analítico" de las "organizaciones como sistemas sociales". En ese marco se definen las organizaciones como "unidades sociales dirigidas a la prosecución de metas colectivas o al cumplimiento de necesidades institucionales para la sociedad o el ambiente del que ellas son parte constitutiva" (Reed, 1992: 75-76).
Es frente a esta concepción única y, por ende, dominante, que van a surgir, a partir de la década de los años sesenta, otras concepciones como por negación, o más bien oposición, al modelo estructuro-funcionalista-sistémico. Así se define claramente el piso común del debate, aun cuando este no se presenta, inicialmente, más que como pura oposición, bien que el afán intelectual sea meramente empírico o cargado de cierta reflexión teórica. Así se verán surgir otros "marcos analíticos" que Reed denomina: "organizaciones como orden negociado", "organizaciones como estructuras de poder y dominación" u "organizaciones como construcciones simbólicas" (Reed, 1992: 75-112).
Esa proliferación e irrupción de otros marcos de análisis (es decir, su variedad) exige más precisión a la caracterización del piso común del debate.
Reed cree identificar en algunas contribuciones particulares, que navegan en las turbulentas aguas de la dispersión del campo académico, una especie de "actitud histórica" que supone el arraigo de ese campo en una tradición académica que no se limita al supuesto origen en los comienzos del siglo XX. El apego a esa tradición permite desvanecer la acendrada imagen del fantasma de la discontinuidad con una concepción dominante en el debate epistemológico. "En lugar de presumir rupturas irreparables con el pasado y discontinuidades fundamentales en orientación y enfoques, la teoría organizacional contemporánea parece estar redescubriendo y renovando sus conexiones con formas de análisis que tienen sus raíces en una narrativa intelectual coherentemente articulada y en programas que continúan expresándose en temas y problemáticas recurrentes." (Reed 1993: 179).
¿En qué consiste la tradición y narrativa intelectual a la que hace referencia el autor?
Reed reinterpreta la historia del pensamiento sobre organizaciones tomando como punto de partida y como hilo conductor la reflexión –generalmente de corte sociológico– referida al papel que juega el fenómeno organizacional en la construcción del proceso de modernización de la sociedad. Como si siempre hubiese estado de fondo la hipótesis siguiente: "Las organizaciones burocráticas parecen proveer la exacta combinación de instrumentalidad cognoscitiva, anonimia moral y efectividad técnica que asegura los prerequisitos necesarios para la exitosa transición de un orden social basado en la costumbre y la tradición a uno fundado en el cálculo y el control racional". (Reed 1992: 2).
¿Cómo procede operativamente?
En la investigación sobre el fenómeno organización han habido continuidades temáticas desde el propio origen de las reflexiones propias de la sociología, la economía y la filosofía política (los temas esenciales son: racionalidad, alienación, anomia, poder).
De manera que puede interpretarse la concentración exclusiva en un tema o la aparente dispersión temática de subtemas en el desarrollo de los "enfoques" organizacionales como el otro lado de la moneda de la dispersión epistemológica. Esa dispersión temática lleva la responsabilidad de hacer aparecer como nuevos enfoques lo que no es más que un inconsciente, y hasta ingenuo, renacer de la indagación por un tema de vieja data.
De ese modo, los temas del presente, es decir de las temáticas últimas que ocupan la avanzada del desarrollo actual del análisis organizacional (vigilancia y control, poder profesional, políticas del diseño organizacional, racionalidad organizacional, organización postmoderna) se pueden entender como redescubrimientos de la continuidad temática (Reed 1993: 179).
La narrativa, entonces, se presenta reconstruida en base a la continuidad temática. Esta manera de contar la constitución del campo académico del análisis organizacional pugna, claro está, con las "tradicionales ‘historias’ del pensamiento organizativo", v. gr. las que ubican el origen de éste en el desarrollo de la investigación empiricista propia de comienzos de siglo en USA en relación con el rendimiento productivo del trabajo fabril.
Y, ¿qué hacer con esa nueva historia, esa nueva narrativa?
Ella engrana como pieza esencial en la proposición de Reed de reconstruir el campo académico del análisis organizacional como una "práctica intelectual". Esta es una proposición basada en la idea de práctica formulada por el filósofo Alasdair MacIntyre: una práctica es "una forma coherente y compleja de actividad humana cooperativa, socialmente establecida, mediante la cual se realizan bienes internos a esa forma de actividad, en la medida en que se intentan alcanzar los patrones de excelencia que son apropiados para, y que definen parcialmente esa forma de actividad; ello conlleva al resultado de que los poderes humanos para alcanzar la excelencia, las concepciones de los fines y los bienes envueltos en la práctica mejoran sistemáticamente." (MacIntyre, 1981: 187), (Reed 1993: 176). La "práctica intelectual" que define al estudio de organizaciones tiene su propia historia oculta, por así decirlo, en la aparente dispersión de lo que, según el relato de Reed, ha sido la permanente y continua preocupación por generar el bien definido por la comprensión del proceso de constitución de la sociedad moderna a partir de la observación rigurosa del fenómeno organización.
¡Esto constituye la proposición de un nuevo piso común para el debate epistemológico!
¿Cómo se plantea, entonces, el debate epistemológico?
En primer lugar, Reed sugiere la idea de proponer una noción de Organización, como constitutiva de una Teoría –entendida como "práctica intelectual"– que la define como una "práctica social": Prácticas sociales que se engranan para ensamblar e integrar otras prácticas sociales (las que transforman las condiciones materiales e ideales que hacen posible la acción colectiva) (Reed, 1992: 112-115).
En segundo lugar, esa práctica social –la Organización– es identificada, conceptualmente, según el esquema de Anthony Giddens sobre el surgimiento y sostenimiento de la modernidad (Giddens, 1991). La noción de Organización que se propone entonces como elemento nucleico para el desarrollo del campo académico entendido como una "práctica intelectual" no se refiere tanto a la distinción que hace específica a una cierta organización particular; mucho menos, a la pretensión de descubrir los mecanismos de transformación que convierten la funcionalidad o papel de las organizaciones. Más bien se trata de observar, por intermedio de las organizaciones –o mejor, la Organización (como proceso societal)–, el devenir propio de la modernidad.
De este modo el piso común comienza a exigir mayor precisión. La mera contraposición a la concepción estructuro-funcionalista-sistémica da paso a una múltiple confrontación de concepciones. ¿Cuáles? Agotado el fantasma de la concepción dominante se abre paso la discusión epistemológica en un nuevo encajonamiento: lo que Silverman entrevió como contraposición "paradigmática" va a encontrar eco en el debate que se plantea la dualidad de la convivencia o no de la multiplicidad paradigmática. El libro de Burrell y Morgan (publicado en 1979, y el texto más citado en el campo académico en la década de los ochenta) dará pié a la triple posibilidad que encajona la discusión epistemológica de inicios de la década de los noventa; triple posibilidad a la que nos referimos al inicio de esta sección.
Pero, esta misma década de los noventa se abrió con una muy interesante particularidad: el "descubrimiento" por parte del campo del estudio de organizaciones del "debate" ‘modernismo-postmodernismo’.
Me parece que es la falacia de este tal debate lo que interesa más profundamente a M. Reed. Tal supuesto "debate" es el último (?) ropaje para el encajonamiento. En consecuencia, encierra un inmenso peligro; el de mantener la posposición del debate epistemológico de fondo. Tal "debate" pasa a ser el responsable de la más profunda dicotomía que se presenta en la triple posibilidad: profundizar en el desorden del campo académico dejando paso franco a la visión acomodaticia y utilitarista (un modo del no-debate; "exceso de relativismo epistemológico") u optar, ora por la inconmensurabilidad paradigmática, ora por el predominio de la tradición académica ortodoxa (otro modo del no-debate: "exceso de polarización teórica") (Reed, 1993: 174). El mal entendido debate modernismo- postmodernismo permite optar por la primera posibilidad del no-debate. Y ello porque tal "debate", en el contexto de quienes a él se refieren desde el campo del estudio organizacional, no es más que el reciente disfraz del "eterno retorno" a la oposición a otra supuesta concepción dominante… ahora identificada como "modernismo" o "modernidad". En resumen, el inmenso peligro que encierra el "debate" ‘modernismo-postmodernismo’ es el de servir de asiento a una falsa escogencia que siempre conduce al no-debate y, simultáneamente, permite investir de enemigo a una ‘modernidad’ que no cuenta como tal enemigo.
REPLANTEANDO EL DEBATE EPISTEMOLÓGICO DE LAS TEORÍAS DE ORGANIZACIONES
¿Es posible salir de este encajonamiento? La respuesta de Michael Reed es sí.
Bajo las siguientes condiciones: 1) reinterpretar la consagrada historia del pensamiento organizativo; 2) postular un sentido para el campo académico del estudio del fenómeno organizacional que no se agote en el mero fenómeno y que de significado al devenir de las diversas preocupaciones intelectuales "serias" que de él se han ocupado.
Reed cree identificar en algunas contribuciones particulares, que navegan en las turbulentas aguas de la dispersión del campo académico, una especie de "actitud histórica" que supone el arraigo de ese campo en una tradición académica que no se limita al supuesto origen en los comienzos del siglo XX. El apego a esa tradición permite desvanecer la acendrada imagen del fantasma de la discontinuidad con una concepción dominante en el debate epistemológico. "En lugar de presumir rupturas irreparables con el pasado y discontinuidades fundamentales en orientación y enfoques, la teoría organizacional contemporánea parece estar redescubriendo y renovando sus conexiones con formas de análisis que tienen sus raíces en una narrativa intelectual coherentemente articulada y en programas que continúan expresándose en temas y problemáticas recurrentes." (Reed 1993: 179).
¿En qué consiste la tradición y narrativa intelectual a la que hace referencia el autor?
Reed reinterpreta la historia del pensamiento sobre organizaciones tomando como punto de partida y como hilo conductor la reflexión –generalmente de corte sociológico– referida al papel que juega el fenómeno organizacional en la construcción del proceso de modernización de la sociedad. Como si siempre hubiese estado de fondo la hipótesis siguiente: "Las organizaciones burocráticas parecen proveer la exacta combinación de instrumentalidad cognoscitiva, anonimia moral y efectividad técnica que asegura los prerequisitos necesarios para la exitosa transición de un orden social basado en la costumbre y la tradición a uno fundado en el cálculo y el control racional". (Reed 1992: 2).
¿Cómo procede operativamente?
En la investigación sobre el fenómeno organización han habido continuidades temáticas desde el propio origen de las reflexiones propias de la sociología, la economía y la filosofía política (los temas esenciales son: racionalidad, alienación, anomia, poder).
De manera que puede interpretarse la concentración exclusiva en un tema o la aparente dispersión temática de subtemas en el desarrollo de los "enfoques" organizacionales como el otro lado de la moneda de la dispersión epistemológica. Esa dispersión temática lleva la responsabilidad de hacer aparecer como nuevos enfoques lo que no es más que un inconsciente, y hasta ingenuo, renacer de la indagación por un tema de vieja data.
De ese modo, los temas del presente, es decir de las temáticas últimas que ocupan la avanzada del desarrollo actual del análisis organizacional (vigilancia y control, poder profesional, políticas del diseño organizacional, racionalidad organizacional, organización postmoderna) se pueden entender como redescubrimientos de la continuidad temática (Reed 1993: 179).
La narrativa, entonces, se presenta reconstruida en base a la continuidad temática. Esta manera de contar la constitución del campo académico del análisis organizacional pugna, claro está, con las "tradicionales ‘historias’ del pensamiento organizativo", v. gr. las que ubican el origen de éste en el desarrollo de la investigación empiricista propia de comienzos de siglo en USA en relación con el rendimiento productivo del trabajo fabril.
Y, ¿qué hacer con esa nueva historia, esa nueva narrativa?
Ella engrana como pieza esencial en la proposición de Reed de reconstruir el campo académico del análisis organizacional como una "práctica intelectual". Esta es una proposición basada en la idea de práctica formulada por el filósofo Alasdair MacIntyre: una práctica es "una forma coherente y compleja de actividad humana cooperativa, socialmente establecida, mediante la cual se realizan bienes internos a esa forma de actividad, en la medida en que se intentan alcanzar los patrones de excelencia que son apropiados para, y que definen parcialmente esa forma de actividad; ello conlleva al resultado de que los poderes humanos para alcanzar la excelencia, las concepciones de los fines y los bienes envueltos en la práctica mejoran sistemáticamente." (MacIntyre, 1981: 187), (Reed 1993: 176). La "práctica intelectual" que define al estudio de organizaciones tiene su propia historia oculta, por así decirlo, en la aparente dispersión de lo que, según el relato de Reed, ha sido la permanente y continua preocupación por generar el bien definido por la comprensión del proceso de constitución de la sociedad moderna a partir de la observación rigurosa del fenómeno organización.
¡Esto constituye la proposición de un nuevo piso común para el debate epistemológico!
¿Cómo se plantea, entonces, el debate epistemológico?
En primer lugar, Reed sugiere la idea de proponer una noción de Organización, como constitutiva de una Teoría –entendida como "práctica intelectual"– que la define como una "práctica social": Prácticas sociales que se engranan para ensamblar e integrar otras prácticas sociales (las que transforman las condiciones materiales e ideales que hacen posible la acción colectiva) (Reed, 1992: 112-115).
En segundo lugar, esa práctica social –la Organización– es identificada, conceptualmente, según el esquema de Anthony Giddens sobre el surgimiento y sostenimiento de la modernidad (Giddens, 1991). La noción de Organización que se propone entonces como elemento nucleico para el desarrollo del campo académico entendido como una "práctica intelectual" no se refiere tanto a la distinción que hace específica a una cierta organización particular; mucho menos, a la pretensión de descubrir los mecanismos de transformación que convierten la funcionalidad o papel de las organizaciones. Más bien se trata de observar, por intermedio de las organizaciones –o mejor, la Organización (como proceso societal)–, el devenir propio de la modernidad.
La noción de Organización que se propone está ligada indisolublemente a un rasgo general de la modernidad: la profusión de la organización. Como bien dice Giddens: "Lo que distingue a las organizaciones modernas no es tanto su tamaño o su carácter burocrático, como el monitoreo reflexivo y concentrado que dicho tamaño y carácter burocrático llevan consigo. Quien dice modernidad no dice justamente organizaciones sino organización; es decir, el control regularizado de las relaciones sociales a través de indefinidas ‘distancias’ espacio-temporales" (Giddens, 1991: 16).
CONCLUSIÓN
Habíamos señalado al inicio que esta manera de entender y practicar el debate sobre el status de las teorías de organizaciones en términos de su fundamentación, tendría, al menos para el campo académico, implicaciones insoslayables. Se entiende, ahora que el debate contemporáneo más general lo hace manifiesto, que resulta una insensatez seguir paseando de torre en torre (de enfoque en enfoque) desentendiéndonos del problema de saber si lo que nos puede causar el vértigo es la lejanía del piso o, más bien, la permanente posposición de un debate que la academia, al menos, no puede eludir.
En consecuencia, esta proposición de estructuración del campo académico del estudio de organizaciones que hemos presentado en este trabajo intentaría diferenciarse, radicalmente, de todo cuanto se sugiere desde el campo productivo- comercial de las "tecnologías gerenciales" (Dávila, 1994). Sin embargo, este último campo representará para la "práctica intelectual" un riquísimo espacio discursivo que alimentará el sustancial análisis organizacional que, con profunda mirada crítico-histórica, produce el alerta imprescindible de esta época de transformación refinada de los tiempos modernos. Así parece impostergable la tarea de una crítica
de lo que pudiera denominarse el "pensamiento" gerencial.
BIBLIOGRAFÍA
Burrell, Gibson and Morgan, Gareth (1979), Sociological Paradigms and Organisational Analysis, Heinemann, London.
Dávila, Jorge (1994), Crítica parcial de la "Calidad Total", Revista FACES – Universidad de Carabobo, Año 4, Nº 10, pp. 20-37.
Donaldson, Lex (1985), In Defence of Organization Theory: A reply to the critics, Cambridge University Press, Cambridge.
Flood, Robert and Jackson, Michael (1992), Critical Systems Thinking. Directed Readings, Wiley, New York.
Giddens, Anthony (1991), Modernity and Self-Identity. Self and Society in the Late
Modern Age, Polity Press, London.
Jackson, Michael (1992), Systems Methology for the Management Sciences, Plenum Press, London.
MacIntyre, Alasdair (1981), After Virtue: A Study in Moral Theory, Duckworth, London. Morgan, Gareth (1986), Images of Organizations, Sage, Beverly Hills.
Morgan, Gareth (1989), Creative Organization Theory. A Resourcebook, Sage, Beverly Hills.
Reed, Michael (1992), The Sociology of Organizations. Themes, Perspectives and Prospects, Harvester, New York.
Reed, Michael (1993), Organizations and Modernity: Continuity and Discontinuity in Organization Theory en Hassard, John and Parker, Martin (Eds.), Postmodernism and Organizations, Sage, London.
Silverman, David (1970), The Theory of Organizations, Heinemann, London.
Jorge Dávila
Centro de Investigaciones en Sistemología Interpretativa, Universidad de los Andes, Mérida, Venezuela.
Revista Venezolana de Gerencia, Año 2, No. 4, 1997
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |