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Jesús en el nuevo testamento

Enviado por Cristian Salas


Partes: 1, 2

  1. Nacimiento e infancia
  2. La vida pública de Jesús
  3. Camino del Jordán
  4. Juan Bautista
  5. El Bautismo de Jesús
  6. Las tentaciones del desierto
  7. Milagros de Jesús
  8. Entrada en Jerusalén y purificación del Templo
  9. Conclusión

Introducción

El tema que elegí fue en base a las primeras clases de teología, donde me despertó curiosidad los hechos que fueron adjudicando a Jesús como el Mesías que el pueblo esperaba. Me gustaría profundizar en la historia de Jesús y como fue reconocido como el Mesías, desarrollando un poco su historia en parte humana y parte divina, por así decirlo, y llegar a conocer un poco mas sobre los milagros que realizo, sobre su vida, lo que tuvo que pasar para liberar al hombre de sus pecados, etc.

1- Nacimiento e infancia

La Sagrada Familia (José, María y Jesús, con Isabel y su hijo Juan el Bautista, parientes de Jesús según el Evangelio de Lucas)

Los relatos referentes al nacimiento e infancia de Jesús proceden exclusivamente de los evangelios de Mateo (Mt 1,18-2,23) y de Lucas (Lc 1,5-2,52).4 No hay relatos de este tipo en los evangelios de Marcos y Juan. Las narraciones de Mateo y Lucas difieren entre sí:

· Según Mateo, María y su esposo, José, viven (según parece, pues no se relata ningún viaje ) en Belén. María queda inesperadamente embarazada y José resuelve repudiarla, pero un ángel le anuncia en sueños que el embarazo de María es obra del Espíritu Santo y profetiza, con palabras del profeta Isaías (Is 7,14), que su hijo será el Mesías que esperan los judíos (Mt 1,19-21). Unos magos de Oriente llegan a Jerusalén preguntando por el "rey de los judíos que acaba de nacer" con la intención de adorarlo, lo que alerta al rey de Judea, Herodes el Grande, que decide acabar con el posible rival. Los magos, guiados por una estrella, llegan a Belén y adoran al niño. De nuevo, el ángel visita a José (Mt 2,13) y le advierte de la inminente persecución de Herodes, por lo que la familia huye a Egipto y permanece allí hasta la muerte del monarca (de nuevo notificada a José por el ángel, que se le presenta por tercera vez: Mt 2,19-29). Entonces, José se instala con su familia en Nazaret, en Galilea.

· En el evangelio de Lucas, María y José viven en la ciudad galilea de Nazaret. La historia de la concepción de Jesús se entrelaza aquí con la de Juan el Bautista, ya que en este evangelio María e Isabel, madre del Bautista, son parientes y el nacimiento de Jesús es notificado a María por el ángel Gabriel (lo que se conoce como Anunciación: Lc 1,26-38). El emperador Augusto ordena un censo en el cual cada uno debe empadronarse en su lugar de nacimiento y José debe viajar a Belén, por ser originario de este lugar. Jesús nace en Belén mientras se encuentran de viaje y es adorado por pastores. Lucas añade además breves relatos sobre la circuncisión de Jesús, sobre su presentación en el Templo y su encuentro con los doctores en el Templo de Jerusalén, en un viaje realizado con motivo de la Pascua, cuando contaba doce años.

En los evangelios de Mateo y de Lucas aparecen sendas genealogías de Jesús (Mt 1, 2-16; Lc 3, 23-38). La de Mateo se remonta al patriarca Abraham, y la de Lucas a Adán, el primer hombre según el Génesis. Estas dos genealogías son idénticas entre Abrahán y David, pero difieren a partir de este último, ya que la de Mateo hace a Jesús descendiente de Salomón, mientras que, según Lucas, su linaje procedería de Natam, otro de los hijos de David. En ambos casos, lo que se muestra es la ascendencia de José, a pesar de que, según los relatos de la infancia, éste solo habría sido el padre putativo de Jesús.

2- La Vida Pública de Jesús.

Después de treinta años de vivir una vida sencilla, de trabajo, de familia, Jesús emprende el camino.

Deja todo atrás y comienza su vida pública. Tres años dedicados a cumplir su misión, predicando, curando, enseñando. Ha llegado el momento de anunciar el Reino de Dios, de dar las pistas necesarias para alcanzar la salvación.

Conozcamos en profundidad todo lo que sucedió en estos tres años:

3- Camino del Jordan

Ha llegado la hora

Jesús -un desconocido- toma el camino del Jordán. Deja Nazaret, y todos sus recuerdos. Lo deja impulsado por el Espíritu Santo, y consciente del gran reto del amor, que es redimir. Sabe que tiene que comprar a gran precio la vida de los hombres y camina decidido. Cada paso es un acto de amor al mundo entero. El mundo abre sus caminos a los pies de aquél que anunciará la buena nueva. La mente y el corazón de Jesús se abren a todos. Ha llegado la hora en que el Eterno abre la historia a un tiempo nuevo. Ha llegado un paso más de la plenitud del tiempo. Ha llegado la luz al mundo que se bate en las tinieblas.

Al dejar Nazaret, Jesús deja muchas cosas. Treinta años de vida de amor intenso. Conoció un hogar con calor de amor en todos sus rincones. Todos allí sirven por amor. José pasó de hombre joven a maduro hasta conocer la muerte, con el consuelo de estar con María -esposa virgen- y el Niño, que ya es hombre, junto a su último suspiro. María pone un toque maternal en todos los rincones. Su maternidad virginal es tan pura, que es la madre más madre de todas las madres. José puso el taller donde Jesús santificó el trabajo de los hombres, elevando el quehacer de las manos y la mente a vocación de santidad y redención que completa el acto creador de cada esfuerzo. Y el sudor que vino desde Adán se torna salvador; aunque cueste, es acto de amor.

Deja Jesús en Nazaret muchas horas de oración en silencio amoroso, en canto de salmos y oración pública con José y con María. Deja el suave obedecer, donde el mandato más fuerte es "por favor". Donde todos obedecen a todos, aunque siguiendo el orden que quiso el Padre eterno, y el Hijo quien más obedece, y está más sujeto, pues ama con esa libertad que todo puede. Deja de escuchar los dulces cantos de María, sus coloquios cuando cae la tarde y al mediodía. Deja la comida familiar que, aunque austera, es alivio del cuerpo y ocasión de encuentro familiar, siempre nuevo. Deja el descanso cuando el cuerpo se rinde al sueño, y reposa confiado sin miedo alguno. Deja eso, que es familia, que es amor encarnado en la tierra, reflejo de la vida del Eterno, para entrar en un mundo que ofrece mil sorpresas, algunas amorosas, otras hostiles, todas ellas difíciles. Pero camina decidido, pues el amor ha madurado en aquella casa es el que le lleva, diciendo de nuevo: "¿No sabéis que debe dedicarme a las cosas de mi Padre" (Lc).

El camino

El camino desciende por la feraz llanura de Esdrelón; se acerca por Samaria al río Jordán, y allí en silencio peregrino se dirige al lugar dónde está Juan cerca de Judea, va buscando al nuevo profeta que clama en el desierto. Juan es el pariente que, con signos de Dios, vino a este mundo de madre estéril y fecunda por gracia de Dios, que todo lo cuida, para bien de los hombres. La llamada a la conversión se hace clamorosa y muchos, conscientes de sus pecados, caminan hacia las aguas, sin saber que junto a ellos va también un hombre joven y maduro que quiere llevar sobre sí el pecado de todos y el pecado del mundo. Camina Jesús abriendo el mundo a tres años que le cambiarán de desierto en paraíso para todo aquel que quiera amar del mismo modo que Jesús, y creer con la fe nueva. Dios que camina entre los hombres.

4- Juan Bautista

Y, en efecto, en el Jordán estaba Juan, conocido también como el Bautista, porque bautizaba con agua llamando a la purificación de los pecados y preparando la venida del Mesías:

"He aquí que yo envío a mi mensajero, para que te preceda, y prepare tu camino.

Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas" (Is).

"Apareció Juan Bautista en el desierto predicando un bautismo de penitencia para perdón de los pecados. Y acudía a él toda la región de Judea y todos los habitantes de Jerusalén, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados. Juan llevaba un vestido de pelos de camello y un ceñidor de cuero a la cintura, y comía langostas y miel silvestre. Y predicaba diciendo: Después de mí viene el que es más poderoso que yo, ante quien yo no soy digno de inclinarme para desatar la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado en agua, pero él os bautizará en el Espíritu Santo" (Mc).

La voz y la Palabra

Jesús camina hacia este hombre. Juan es la voz. Jesús es la Palabra que llenará de luz el mundo entero. Los que escuchen la voz estarán más próximos a conocer la palabra que salva, la palabra definitiva del Padre, el Verbo de vida, que es el Hijo. Jesús camina junto a otros con la seguridad del que sabe que va a cambiar el mundo aquellos días. Se mezcla entre los peregrinos, hombres de buena voluntad, y va en silencio, pues es mucho lo que se va a revelar el próximo día.

5- El Bautismo de Jesús

El Evangelio de san Mateo, en el capítulo 3, nos narra el episodio del Bautismo de Jesús, momento en el que Él se manifiesta como enviado del Padre y comienza su vida pública:

En aquel tiempo, fue Jesús de Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara. Pero Juan intentaba disuadirlo, diciéndole: -Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí-?

Jesús le contestó: -Déjalo ahora. Está bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere.- Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz del cielo que decía: -Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto.-

Jesús se encuentra en el río Jordán, en Galilea, con Juan el Bautista y comienzan a hablar. Jesús le pide que lo bautice, pero Juan se resiste: -¿y tú acudes a mí?-… No Jesús -pensaría Juan- soy yo el que necesita ser bautizado por Ti, soy yo el necesitado de tu perdón, el pecador.

El Evangelio nos cuenta como continúa el diálogo: -Jesús le contestó: -Déjalo ahora. Está bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere?.- Y ya Juan no puede resistirse y lo bautiza. Y cumple Jesús toda justicia. Él, siendo inocente, asume los pecados de los hombres haciéndose Él mismo pecador. Esta decisión libre, de amor hasta el extremo, le costará la vida entregada en la cruz. Jesús no tenía pecado, pero solamente Él era capaz de hacernos merecedores del perdón de los pecados.

El agua simboliza la limpieza del alma. Jesús la santificó al sumergirse en ella, sumergiendo así todos los pecados de los hombres.

Al salir Jesús de las aguas se manifiesta abiertamente la Santísima Trinidad: La voz es la del Padre, eterno Amante, el que engendra al Hijo en un acto de amor eterno, dándole toda su vida. El Hijo es el Amado, igual al Padre según su divinidad y consustancial con el Padre, los dos son uno en unión de amor. El Padre le dio toda su vida, y el Hijo ama al Padre con ese amor obediente. El Padre se complace en ese hombre que le ama con amor total y ama a su vez a los hombres en el Hijo.

La paloma simboliza el Espíritu Santo. Jesús es ungido por el Espíritu. Es así el Cristo, el nuevo rey del reino del Padre.

6- Las tentaciones del desierto

El silencio

Jesús es llevado por el Espíritu al desierto para un gran combate; va a asumir su vocación de Mesías con toda su plenitud humana. Jesús vive la experiencia religiosa en una forma de espiritualidad extrema. Muchos hombres religiosos se han sentido llamados al silencio de modo que su espíritu se expanda en una relación con Dios, sin que nada distraiga esa tensión. Muchos han experimentado el ayuno como una forma de purificación en que el cuerpo extingue sus pulsiones para que el espíritu emerja. En el antiguo hinduismo era frecuente esa acción, como también en el budismo aunque sin llegar a tanto extremo. Siempre han existido eremitas, en todas las culturas religiosas. Cristo asume la espiritualidad religiosa de los más religiosos de los hombres.

El demonio

En esa tensión se dan las tentaciones que se prolongarán a lo largo de su vida, pero que aquí se plantean con gran crudeza: el diablo, como enemigo lúcido que plantea los verdaderos problemas, será el padre de la mentira, que intentará disuadir a Jesús de su misión. Este agente oscuro es tan importante en la vida de los hombres, que si se excluye no se entienden problemas como el mal y el bien, ni mucho menos el Evangelio de Jesucristo. El demonio es un ser vivo, creado, inteligente, pero pervertido y pervertidor. Él se rebela contra Dios de un modo lúcido y consciente, y encuentra en ese orgullo un gozo amargo y triste al tiempo. En sus tentaciones, no tratará solamente de investigar quién es Jesús, ni en un juego intelectual habilidoso, aunque lo es, sino de plantear su propia tentación al hombre que ha sido llamado el Hijo Amado que trae el bautismo de fuego superior al bautismo de agua. El diablo no cree que un hombre pueda amar más allá del amor propio y se lo va a decir claramente a Jesús, no sin engaños y con métodos capciosos.

El diablo tienta a Jesús

"Entonces fue conducido Jesús al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Después de haber ayunado cuarenta días con cuarenta noches, sintió hambre. Y acercándose el tentador le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes. El, respondiendo, dijo: Escrito está:

No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que procede de la boca de Dios.

Luego, el diablo lo llevó a la Ciudad Santa y lo puso sobre el pináculo del Templo. Y le dijo: Si eres Hijo de Dios, arrójate abajo. Pues escrito está: Dará órdenes acerca de ti a sus ángeles, para que te lleven en sus manos, no sea que tropiece tu pie contra alguna piedra.

Y le respondió Jesús: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios. De nuevo lo llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y su gloria, y le dijo: Todas estas cosas te daré si postrándote me adoras.

Entonces le respondió Jesús: Apártate Satanás, pues escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y a El sólo darás culto"(Mt).

El momento adecuado

Las tentaciones se dan tras cuarenta días y cuarenta noches de oración y ayuno. Siente hambre, se agota, experimenta las limitaciones del cuerpo, la mente también es influida por el cansancio y el hambre y la soledad.

Satanás elige el momento más adecuado para tentarle, aquel en que está debilitada la humanidad. Ahí, en situación extrema, es donde se verá si Cristo acepta el reto que le va a plantear.

Es posible que la creencia en la divinidad de Jesús lleve a pensar, que en el fondo, las tentaciones son externas y ficticias, como de mentirijillas. Pero no es así: real fue el dolor y la muerte, y real es el hambre y la sed. Jesús experimenta la trepidación de la tentación, ve el lado positivo que toda tentación propone, y descubre lo negativo, más o menos oculto, pero que acabará saliendo a relucir. De ahí, también, que la victoria sea real, humana. El resultado final confirma a Satanás que se puede ser fiel al proyecto amoroso del Padre, que es posible cumplir la voluntad de Dios también como hombre, a pesar de las alternativas que se le ponen delante.

El sentido de las tentaciones

Es cierto que las tentaciones tienen un sentido de ejemplo para que los hombres venzan las provocaciones al mal. Es un primer nivel no despreciable. Muchos ven en las tentaciones las tres concupiscencias: el desorden de la sensualidad y la carne, la llamada de la soberbia y del orgullo, y la inquietud por el dinero y el poder. Las respuestas de Cristo aciertan en las soluciones, el espíritu está sobre la materia y debe regirla; la humildad lleva a confiar en Dios; y el poder es para servir a Dios y a los demás. De hecho, es frecuente entre los hombres que el primer obstáculo en el que muchos quedan atrapados sea la sensualidad del comer, del beber o la impureza. Un segundo nivel, tienta la soberbia y el amor propio, y viene el ansia de dominar a los demás. En un tercer nivel el mundo como fin último del hombre, engloba todas las sugerencias del mal cuando se coloca en lugar de Dios.

La primera tentación

Las tres tentaciones tienden a quebrar el mesianismo de Jesús. Pero hay un nivel más profundo. Veamos la tentación primera. Jesús tiene cuerpo en su doble vertiente de sentido y afectividad, tiene, por tanto necesidades sensitivas y afectivas. La tentación dice: "Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes", es decir haz un milagro con tu poder de Hijo de Dios para satisfacer tus necesidades. El pan es el alimento para la vida; pero, al satisfacerla, se encuentra un placer en la función natural. Jesús nunca dice que eso sea malo. Lo mismo ocurre con la procreación que añade a los efectos del cuerpo la satisfacción del afecto. Nada dice el texto de la extensión de la tentación; pero entre los hombres estas cuestiones son universales. Jesús añade la dificultad del ayuno y del celibato, prescindiendo libremente del uso legítimo de esas tendencias corporales y afectivas por un amor más alto. Ahí incide la tentación: transforma el gozo natural en amor propio; benefíciate, búscate en algo tan natural como estas satisfacciones, o ¿acaso son malas?

Vivir el amor

La respuesta de Jesús es clara: no son malas, pero "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que procede de la boca de Dios". Si el diablo le hubiese propuesto algo ilícito Jesús lo habría tenido que rechazar, de forma obligada; pero, en esta primera tentación, Jesús rechaza algo que en sí no es malo, pero se trata de vivir un amor que vaya más allá del amor propio y de la satisfacción que producen cosas buenas. Y rechaza decir que esas realidades sean malas y pecaminosas, aunque deben someterse a un amor superior. No se trata sólo de superar la gula y la impureza, sino de vivir un amor espiritual superior. De hecho, el Hijo de Dios es sobrio con naturalidad, y conviene que no tenga descendencia según la carne, sino sólo según el espíritu. El amor al Padre y a los hombres debe estar por encima de cosas que en otros son buenas y santificantes, pero a Él se le ha pedido más. El amor a su misión debe ser superior al tirón de los sentidos y de la afectividad, e incluso del deseo de tener una descendencia humana. Jesús responde con una palabras del libro de la Sabiduría en las que señala que el placer de los sentidos no es malo dentro de su función natural, pero no es todo. El amor sensitivo y el afectivo son buenos, pero existe el amor espiritual. El que ama con este amor espiritual supera las atracciones de lo sensible, sin decir que sean malas, aunque pueden serlo por desorden o por exceso. El primer combate ha concluido, aunque la tentación acechará a Jesús toda la vida, especialmente en la cruz, donde el dolor será máximo. El amor de verdad pudo más.

La segunda tentación

La segunda tentación es más profunda y complicada. El diablo cita el salmo 91 diciendo: "Si eres Hijo de Dios, arrójate abajo. Pues escrito está: Dará órdenes acerca de ti a sus ángeles, para que te lleven en sus manos, no sea que tropiece tu pie contra alguna piedra". El demonio sigue tentando a Jesús, a partir de lo que, en Él, forma parte de su ser: era hijo de Dios y confía en el Padre como nadie lo ha hecho jamás en la tierra, por eso Satanás plantea la posibilidad de la salvación de la humanidad a través de un milagro. Esto es posible tanto para Dios, como para el que lo pide con fe: quiere salvar a la humanidad. Se trata de dejar boquiabiertos a los hombres ante la manifestación de un poder sobrenatural. La gente quedaría admirada ante el éxito del nuevo salvador. Se creía en aquellos momentos que el Mesías anunciaría la salvación de Israel desde aquel pináculo del templo de altura imponente. Le sugiere que las gentes veneran a los triunfadores y se convertirán con esa acción milagrosa. Le oculta con engaño que se puede introducir la vanidad de ser admirado por lo prodigioso, y se abandona el camino de humildad.

Jesús podía usar su poder, no sólo en los milagros para ser admirado y admitido por todos. Pero quedaría oculta – u oscurecida- la manifestación del amor, un amor que no puede esconder ni un ápice de amor propio; y es precisamente en la cruz en la que la máxima humildad revela el mayor amor.

Tentar a Dios

La tentación es contra el mismo Dios como se ve en la respuesta de Jesús: "Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios". ¿Es posible tentar a Dios? Sí. No porque Dios pueda pecar, cosa imposible; sino, en el sentido de que Él se decida a cambiar su proyecto de salvación; la tentación, esta vez, se dirige a que Jesús rechace el camino más difícil, que es el del dolor y la expiación, el de la muerte y el del sacrificio, y le propone el de utilizar el de una salvación evidentemente sobrenatural que, prácticamente, le asegure el éxito entre los suyos. Otro camino de salvación, sí; pero menos reveladora del amor.

Y Cristo, el Hijo, elige la sabiduría del amor del Padre; rechaza el camino del triunfo humano lejos del camino de la humildad, tan rodeado de piedras, persecuciones, insultos y muerte. ¿Acaso no puede arrasar a todos los perseguidores y aplastarlos como gusanos? Sí puede, pero el camino humilde permite encontrar excusas a los díscolos y tratarles con misericordia, aunque con la estricta justicia sólo merecerían castigo e ira.

No tentar a Dios es confiar en su misericordia y su decreto de salvación del hombre a través de un sacrificio perfecto, oculto a los ojos del mundo.

La tercera tentación

La tercera tentación es aún más honda. Jesús se proclamará, como había sido profetizado, rey de justicia, de paz, de prosperidad, de victoria, y ahí incidirá la seducción: "De nuevo lo llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y su gloria, y le dijo: Todas estas cosas te daré si postrándote me adoras". Puede parecer un acoso alocado, pero es en esta tentación donde la frialdad de la astucia diabólica es mayor y la lucha más frontal. Le propone un reino donde impere la justicia, la ley buena, la paz. El diablo le dice: "somos inteligentes, podemos organizar un reino de justicia. Toma el poder político, impón un reino en el que todos puedan, y deban, ser justos; y así podrán alcanzar la salvación que tú propones. No está fuera de tus posibilidades organizar un movimiento que llegue más lejos que lo que realizó un hombre como Alejandro Magno". Y ante los ojos de Cristo desfilan los reinos humanos que se han sucedido en la historia desde las formas de organización más rudimentarias y primitivas, en las que tantos hombres sobrevivieron malviviendo, hasta las grandes como Babilonia, China, India, Persia, Grecia, Roma; y el esplendor de esos reinos refulge lleno de gloria. ¿Será posible hacer algo mejor? Es posible, es más, es deseable para unos hombres que suspiran por la paz, la justicia, la libertad y la prosperidad. Si además es un reino religioso, mejor que mejor: será nada menos que el reino de Dios entre los hombres. Dios en las leyes, en la economía, en el arte, en las ciencias, en la convivencia, en la familias y en toda organización humana.

Pero hay dificultades que el diablo oculta, y no en vano será llamado por Jesús "príncipe de este mundo". Es fácil que los poderosos con el poder; se cieguen, se sirvan a sí mismos, se mundanicen en todos los sentidos de la palabra. Pero, sobre todo, se trata de que los hombres conviertan su corazón, que el reino de Dios anida en su interior y después se transmita a lo exterior. Dios respeta la libertad de los hombres, no quiere imponerse desde arriba, sino desde el amor personal.

La respuesta de Jesús

La respuesta de Jesús es más tajante que en los casos anteriores: "Entonces le respondió Jesús: Apártate Satanás". Ya no puede soportar más insidia, y hace un acto de acatamiento a la sabiduría amorosa del Padre. Dios sabe más; el reino será realidad en los que quieran: no será quitada la libertad a los hombres. Cierto que la pueden usar para burlarse de Dios, pero siempre tendrán al alcance su misericordia. El reino se realizará en cada corazón y a través de cada hombre en su actividad humana, y de ahí a todas las estructuras humanas. La existencia del pecado obstaculizará la justicia y el progreso; pero al final el Padre me enviará como rey y como juez para los que quieren – mal o bien- la libertad, esta es la grandeza humana y la sabiduría del Padre. Es difícil aceptar la libertad, pero sin ella es imposible el amor, y en este reino es esencial, hasta

el punto de que no hay justicia posible sin libertad; todo el engaño de la tentación está ahí: suprimir el amor de la creación y rechazar el amor de Dios cuya gloria es la vida amorosa del hombre, no un engreimiento soberbio del que quiere ser admirado, "pues escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y a El sólo darás culto". Esto es el reino de Dios: la justicia de Dios entre los hombres y el que ellos veneren y acaten la perfección del amor divino.

"Entonces lo dejó el diablo, y los ángeles vinieron y le servían". Es el primer triunfo en la primera batalla en el interior de Cristo y vence. Los ángeles, que también habían vencido, se alegran con el triunfo del Hombre, y le consuelan. Pero la suerte está echada; las batallas seguirán de un modo casi continuo hasta el final especialmente en la Pasión.

7- Milagros de Jesús

Los milagros de Jesús pueden dividirse en cinco grupos:

1 -Sobre la naturaleza

2 -De curación física

3 -De liberación demoníaca

4 -Victorias sobre voluntades hostiles

5 –Resurrecciones

Milagros sobre la naturaleza: 9

· Cambia el agua en vino en Caná (Jn 2).

· Primera pesca milagrosa (Lc 5).

· Calma la Tempestad (Mt 8; Mc 4; Lc 8).

· Primera multiplicación de panes (Mt 14; Mc 6; Lc 9; Jn 6).

· Camina sobre las aguas (Mt 14; Mc 6; Jn 6).

· Segunda multiplicación de panes (Mt 15; Mc 8).

· La moneda aparece en el pez (Mt 17:27).

· Maldición de la higuera (Mt 21; Mc 1l).

· Segunda pesca milagrosa (Jn 21).

Milagros de curación física

Jesús hizo muchísimas curaciones milagrosas en su vida pública. Hay referencias en los Evangelios a muchas curaciones que no son relatadas en detalle (Mt 4; Lc 4, 6; Mc 6), pero si se relatan 20 curaciones:

· El hijo de un funcionario real (Jn 4).

· La suegra de Pedro (Mt 8; Mc 1; Lc 4).

· El leproso (Mt 8; Mc 1; Lc 5).

· El paralítico (Mt 9; Mc 2; Lc 5).

· El paralítico de Betesda (Jn 5).

· Hombre de la mano paralizada (Mt 12; Mc 3; Lc 6).

· El sirviente del Centurión (Mt 8; Lc 7).

· El ciego (Mt 12; Lc 11).

· La Hemorroísa (Mt 9; Mc 5; Lc 8).

· Dos ciegos (Mt 9).

· Endemoniado mudo (Mt 9).

· El sordomudo (Mc 7).

· Ciego de Betesda (Mc 8).

· Niño lunático (Mt 17; Mc 9; Lc 9).

· Ciego de nacimiento (Jn 9).

· Mujer encorvada por espíritu inmundo (Lc 13:10-13).

· Hombre hidrópico (Lc 14:1-4).

· Diez leprosos (Lc 17).

· Ciego de Jericó (Mt 20; Mc 10; Lc 18).

· El siervo que perdió la oreja (Lc 22:51).

Milagros de liberación de endemoniados (exorcismos con manifestaciones físicas). Las formulas generales para exorcizar (Mc 1) y el pasaje de Mt 8: 16 -"le trajeron muchos endemoniados"- demuestran que endemoniados eran numerosos en la vida pública de Jesús. Algunos casos fueron contados con detalle. Algunos de estos incluyen también curación física y por eso aparecen en la lista de arriba.

· Endemoniado en Capernaum (Mc 1; Lc 4).

· Sordomudo (Mt 12; Lc 1 l).

· Geraseno (Mt 8; Mc 5; Lc 5).

· Endemoniado mudo (Mt 9).

· Hija de la mujer Syro-Fenicia (Mt 15; Mc 7).

· Niña lunática (Mt 17; Mc 9; Lc 9).

· Mujer encorvada por espíritu inmundo (Lc 13:10-13).

Victoria de Jesús sobre voluntades hostiles

En algunos casos en los que Jesucristo ejerció poder extraordinario sobre sus enemigos no está claro si fue por intervención de poder divino o por los efectos naturales de la ascendencia de su extraordinaria voluntad humana sobre la de aquellos hombres. En Jn7:30, 44; 8:20 los judíos no lo arrestan porque la hora no había llegado. En Jn 8:59, no lo arrestan porque se escondió. Hay dos casos en que parece que se trata del ejercicio de su poder:

1.Cuando saca los vendedores del Templo (Jn 2; Mt 21; Mc 11; Lc 19);

2. El episodio de su escape de la turba hostil en Nazaret (Lc 4).

Resurrecciones

Jesús respondió a los enviados de Juan Bautista: «Id y contad a Juan lo que oís y veis: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva" (Mt 11; Lc 7). La forma general en que habla de resurrecciones hace pensar que Jesús resucitó a muchos mas de los tres que no aparecen en el Evangelio:

· Hija de Jairo (Mt 9; Mc 5; Lc 5).

· Hijo de la viuda de Naim (Lc 7).

· Lázaro (Jn 11).

Milagros por intercesión de la Virgen

El primer milagro que nos relata el Evangelio, Las Bodas de Caná (Jn 2), ocurrió por intercesión de la Virgen María. La Virgen también estaba con los Apóstoles en Pentecostés, cuando se derramó el Espíritu Santo y se dieron muchos portentos milagrosos. La intercesión de la Virgen no se ha interrumpido en la historia de la Iglesia, mas bién en estos últimos tiempos está en aumento como lo demuestran apariciones y milagros por todo el mundo. La Iglesia no aprueba oficialmente sino unas pocas, pero estas son suficientes para demostrar que La Virgen María sigue haciendo milagros.

8- Entrada en Jerusalén y purificación del Templo

Según los cuatro evangelios, Jesús fue con sus seguidores a Jerusalén para celebrar allí la fiesta de Pascua. Entró a lomos de un asno, para que se cumplieran las palabras del profeta Zacarías (Zc 9:9: "He aquí que tu rey viene a ti, manso y montado sobre un asno, sobre un pollino hijo de una bestia de carga"). Fue recibido por una multitud, que lo aclamó como "hijo de David" (según el Evangelio de Lucas, fue aclamado solo por sus discípulos). En los evangelios de Lucas y de Juan, Jesús es aclamado como rey.

Según los evangelios sinópticos, a continuación fue al Templo de Jerusalén, y expulsó de allí a los cambistas y a los vendedores de animales para los sacrificios rituales (el Evangelio de Juan, en cambio, sitúa este episodio al comienzo de la vida pública de Jesús, y lo relaciona con una profecía sobre la destrucción del Templo). Vaticinó la destrucción del Templo y otros acontecimientos futuros.

Unción en Betania y Última Cena

En Betania, cerca de Jerusalén, fue ungido con perfumes por una mujer. Según los sinópticos, la noche de Pascua cenó en Jerusalén con los Apóstoles, en lo que la tradición cristiana designa como Última Cena. En el transcurso de esta cena pascual, Jesús predijo que sería traicionado por uno de los Apóstoles, Judas Iscariote. Tomó pan en las manos, diciendo "Tomad y comed, éste es mi cuerpo" y, a continuación, cogiendo un cáliz de vino, dijo: "Bebed de él todos, porque ésta es la sangre de la Alianza, que será derramada por la multitud para la remisión de los pecados". Profetizó también, según los sinópticos, que no volvería a beber vino hasta que no lo bebiera de nuevo en el Reino de Dios.

Arresto

Tras la cena, según los sinópticos, Jesús y sus discípulos fueron a orar al huerto de Getsemaní. Los apóstoles, en lugar de orar, se quedaron dormidos, y Jesús sufrió un momento de fuerte angustia con respecto a su destino, aunque decidió acatar la voluntad de Dios.

Judas había efectivamente traicionado a Jesús, para entregarlo a los príncipes de los sacerdotes y los ancianos de Jerusalén a cambio de treinta piezas de plata. Acompañado de un grupo armado de espadas y garrotes, enviado por los príncipes de los sacerdotes y los ancianos, llegó a Getsemaní y reveló la identidad de Jesús besándole la mejilla. Jesús fue arrestado. Por parte de sus seguidores hubo un conato de resistencia, pero finalmente todos se dispersaron y huyeron.

Juicio

Tras su detención, Jesús fue llevado al palacio del sumo sacerdote Caifás (según el Evangelio de Juan, fue llevado primero a casa de Anás, suegro de Caifás). Allí fue juzgado ante el Sanedrín. Se presentaron falsos testigos, pero como sus testimonios no coincidían no fueron aceptados. Finalmente, Caifás preguntó directamente a Jesús si era el Mesías, y Jesús dijo: "Tú lo has dicho". El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras ante lo que consideraba una blasfemia. Los miembros del Sanedrín escarnecieron cruelmente a Jesús. En el Evangelio de Juan, Jesús fue llevado primero ante Anás y luego ante Caifás. Solo se detalla el interrogatorio ante Anás, bastante diferente del que aparece en los sinópticos. Pedro, que había seguido a Jesús en secreto tras su detención, se encontraba oculto entre los sirvientes del sumo sacerdote. Reconocido como discípulo de Jesús por los sirvientes, le negó tres veces (dos según el Evangelio de Juan), como Jesús le había profetizado.

A la mañana siguiente, Jesús fue llevado ante Poncio Pilato, el procurador romano. Tras interrogarle, Pilato no le halló culpable, y pidió a la muchedumbre que eligiera entre liberar a Jesús o a un conocido bandido, llamado Barrabás. La multitud, persuadida por los príncipes de los sacerdotes, pidió que se liberase a Barrabás, y que Jesús fuese crucificado. Pilato se lavó simbólicamente las manos para expresar su inocencia de la muerte de Jesús.

Crucifixión

Jesús fue azotado, lo vistieron con un manto rojo, le pusieron en la cabeza una corona de espinas y una caña en su mano derecha. Los soldados romanos se burlaban de él diciendo: "Salud, rey de los Judíos". Fue obligado a cargar la cruz en la que iba a ser crucificado hasta un lugar llamado Gólgota, que significa, en arameo, "lugar del cráneo". Le ayudó a llevar la cruz un hombre llamado Simón de Cirene.

Dieron de beber a Jesús vino con hiel. Él probó pero no quiso tomarlo. Tras crucificarlo, los soldados se repartieron sus vestiduras. En la cruz, sobre su cabeza, pusieron un cartel en arameo, griego y latín con el motivo de su condena: "Este es Jesús, el Rey de los Judíos", que a menudo en pinturas se abrevia INRI ("Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum", literalmente "Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos"). Fue crucificado entre dos ladrones.

Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó: "Elí, Elí, lemá sabactani", que en arameo significa: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?", según los evangelios de Mateo y Marcos. Las palabras finales de Jesús difieren en los otros dos evangelios. También hay diferencia entre los evangelios en cuanto a qué discípulos de Jesús estuvieron presentes en su crucifixión: en Mateo y Marcos, son varias de las mujeres seguidoras de Jesús; en el Evangelio de Juan se menciona también a la madre de Jesús y al "discípulo a quien amaba" (según la tradición cristiana, se trataría del apóstol Juan, aunque en el texto del evangelio no se menciona su nombre).

Sepultura

Un seguidor de Jesús, llamado José de Arimatea, solicitó a Pilato el cuerpo de Jesús la misma tarde del viernes en que había muerto, y lo depositó, envuelto en una sábana, en un sepulcro excavado en la roca. Cubrió el sepulcro con una gran piedra. Según el Evangelio de Mateo (no se menciona en los otros evangelios), al día siguiente, los "príncipes de los sacerdotes y los fariseos" pidieron a Pilato que colocase frente al sepulcro una guardia armada, para evitar que los seguidores de Jesús robasen su cuerpo y difundieran el rumor de que había resucitado. Pilato accedió.

Resurrección y ascensión

Los cuatro evangelios relatan que Jesús resucitó de entre los muertos al tercer día después de su muerte y se apareció a sus discípulos en varias ocasiones. En todos ellos, la primera en descubrir la resurrección de Jesús es María Magdalena. Dos de los evangelios (Marcos y Lucas) relatan también su ascensión a los cielos. Los relatos sobre Jesús resucitado varían, sin embargo, según los evangelios:

· En el Evangelio de Mateo, María Magdalena y "la otra María" fueron al sepulcro en la mañana del domingo. Sobrevino un terremoto, y un ángel vestido de blanco removió la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Los guardias, que presenciaron la escena, temblaron de miedo y "se quedaron como muertos" (Mt 28, 1-4). El ángel anunció a las mujeres la resurrección de Jesús, y les encargó que dijeran a los discípulos que fueran a Galilea, donde podrían verle. Al regresar, el propio Jesús les salió al encuentro, y les repitió que dijeran a los discípulos que fueran a Galilea (Mt 28, 5-10). Entre tanto, los guardias avisaron a los príncipes de los sacerdotes de lo ocurrido. Éstos les sobornaron para que divulgaran la idea de que los discípulos de Jesús habían robado su cuerpo (Mt 28, 11-15). Los once apóstoles fueron a Galilea, y Jesús les hizo el encargo de predicar el evangelio (Mt 28, 16-20).

· En el Evangelio de Marcos, tres seguidoras de Jesús, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé, fueron al sepulcro el domingo, muy de mañana, con la intención de ungir a Jesús con perfumes (Mc 16, 1-2). Vieron que la piedra que cubría el sepulcro estaba removida. Dentro del sepulcro, descubrieron a un joven vestido con una túnica blanca, quien les anunció que Jesús había resucitado, y les ordenó que dijesen a los discípulos y a Pedro que fuesen a Galilea para allí ver a Jesús. Se indica que María y sus compañeras no dijeron nada a nadie, pues tenían miedo (Mc 16, 3-8). A continuación, se dice que Jesús se apareció a María Magdalena (sin mencionar a las otras mujeres), y que esta dio al resto de los seguidores de Jesús la buena noticia, pero no fue creída (Mc 16, 9-11). Jesús volvió a aparecerse, esta vez a dos que iban de camino: cuando estos discípulos contaron lo ocurrido, tampoco se les creyó (Mc 16, 12-13). Finalmente, se apareció a los once apóstoles, a los que reprendió por no haber creído en su resurrección. Les encomendó predicar el evangelio, y subió a los cielos, donde está sentado a la derecha de Dios (Mc 16, 14-20).

Partes: 1, 2
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