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Las herramientas de la mente para apropiarse de la realidad (página 2)


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Por lo visto anteriormente, lo que entendemos por realidad es una proyección relativa, histórica, no absoluta de los contenidos de la mente, ésta, a su vez, está programada por el paradigma histórico en el que vive, es cual es definido por la cultura a la que pertenecemos. Por tal motivo, algunas religiones del oriente, definen a la realidad del mundo como una ilusión mental, como "maya", algo perdible y transitorio, no permanente. Colectivamente depende del paradigma reflejado por la cultura, como lo venimos insistiendo, pero individualmente, por el marco de referencia interno, es decir: por las creencias, los juicios, prejuicios, emociones personales. Por eso a veces se presentan diferencias particulares en la percepción de la realidad. A medida que vamos cambiando de creencias, vamos modificando lo que entendemos por ésta. En las etapas de la vida personal percibimos el mundo de diferente manera, cuando niños es muy diferente a como lo vemos cuando somos adultos. Igualmente ocurre en las culturas de las naciones, pues depende del desarrollo histórico del paradigma científico, y de las creencias del imaginario popular en las que se apoya la definición de la realidad.

El doble filo de la razón

Si bien es cierto que La razón es la herramienta más eficaz, para apropiarse de la verdad que haya construido la mente humana, sin embargo, no siempre es la más confiable. Este invento de la mente, viene desde los griegos con los sofistas presocráticos, y mejorado notablemente por Renato Descartes, en siglo XVI, con su método cartesiano para hallar la verdad por medio de la razón. Las ciencias en general, y especialmente las matemáticas, se explican impecablemente con métodos racionales. Gracias a ésta herramienta, se debe el portentoso progreso científico de los últimos 2500 años. En los procesos de la naturaleza, en la mayoría de casos, se observan comportamientos que entiende la razón y por eso la mente humana se apropia de ellos y formula principios y construye teorías científicas. Pero otras veces, la naturaleza, oculta sus secretos a la razón, y es aquí donde el método racional es insuficiente para conocer las leyes del Universo.

De acuerdo a mis intereses personales, es decir, a mi marco de referencia interno, mi mente formula proposiciones y construye silogismos para elaborar razonamientos con una lógica formal perfecta, y desde mi punto de vista siempre tendré la razón; así la cosas, puedo caer fácilmente en mi propia trampa, al confundir la razón con la verdad. Además olvidar que el otro, también la tiene; en estas condiciones, también caemos en una falta de reciprocidad lógica; porque, desde su marco de referencia interno, todo el mundo tiene la razón. No quiere decir esto, que se esté siempre a favor de la verdad.

En las mesas de negociaciones ignoramos éste elemental hecho, y con nuestros razonamientos queremos someter al otro, descalificarlo, o suprimirlo. Quizás, aquí pudiera nacer la tragedia humana, pues siempre a la verdad no se puede acceder con razonamientos, así éstos sean impecables formalmente.

La razón pura, es un arma de dos filos, pues con ella se puede defender cualquier causa. Con un buen razonamiento, puedo falsificar los hechos, inclusive ocultar, temporalmente, la verdad. A esto llamó Emanuel Kant, las antinomias de la razón, es decir, la contradicción entre dos principios racionales; la cual consiste en que con razonamientos formalmente rigurosos, se puede defender cualquier causa, por absurda que ésta parezca.

La Historia da cuenta de esto, pues con argumentos racionales, se han defendido los actos más bárbaros contra los pueblos, realizando invasiones y tantos otros atropellos. En la Revolución Francesa, se erigió a la diosa razón como modelo arquetípico, luz y guía de los destinos de Francia, y a la sombra de ésta herramienta mental, nacieron Robespiere, Dantón, Napoleón, y tantos otros líderes que ejecutaron acciones espantosas y crímenes de lesa humanidad, avalados por la razón. Así vemos episodios similares a través de toda la Historia. El hombre con todo y su avance racional, se ha quedado rezagado espiritual y emocionalmente, pues el actual, no es muy diferente al de las cavernas, donde las disputas se arreglaban a mazazos.

Lo cual nos indica que la razón como herramienta de la mente, para apropiarse de la verdad, no es suficiente, ya que ésta tiene sus límites vedados por la naturaleza, y como instrumento de la mente es una navaja de dos filos que nos conduce a paradojas. En estas condiciones, la razón humana es una jaula; es muy gigantesca, pero es una jaula para la mente porque le pone límites a la imaginación creadora, y a los sentimientos.

Es un lastre también, para la intuición del científico que se ve atrapado y sin salida en esta jaula de oro, engolosinado con sus secos y fríos raciocinios. Cabe anotar, que muchos académicos padecen del síndrome de Descartes, el cual consiste en rechazar, metódicamente, toda información, o conocimiento, que no apruebe "su" razón.

La mente humana necesita libertad para utilizar eficazmente la razón, pero sin camisa de fuerza, donde pueda combinar, también, ésta herramienta mental con la intuición y la imaginación creadora, sin apego al método cartesiano. Porque así mismo lo indica la naturaleza en sus procesos; a veces los vemos regulares, de gran imaginación, cíclicos y muy racionales, y otras totalmente irregulares e irracionales. Albert Einstein, resumió lo anterior en un memorable pensamiento: La imaginación es más importante que el conocimiento. Fue en las alas de su imaginación creadora como voló tan alto y propuso, contra todo sentido común, la Teoría de la Relatividad, donde nos dio una nueva visión del universo en un continuo espacio-tiempo tetradimensional, la cual, de manera frustrante para la razón, la intuición no puede captar tan fácilmente. Por una ironía de la historia, no aportó mucho más a la ciencia, porque regresó a la jaula del cartesianismo, donde la relación causa-efecto es un proceso lineal. Pues conociendo las causas, de un fenómeno cualquiera, se puede inferir sus efectos inexorablemente. Cosa que en la Mecánica Cuántica, es un imposible.

Por ésta razón, muchas teorías científicas que pretenden describir las leyes naturales, parten de principios o axiomas indemostrables. Y con indemostrables en sus bases, que trascienden lo racional, se han formalizado exitosas teorías científicas que dan cuenta, paradójicamente, del comportamiento, así sea parcial e incompleto, de las leyes del Universo.

Diferencia cualitativa entre la razón y la verdad

Si nos atenemos a nuestros sentidos, la verdad es la que coincide con los hechos y con la apariencia de las cosas; esto se inscribe, desde luego, en el marco de lo que entendemos por realidad. Pero la realidad es subjetiva, porque está condicionada por el paradigma histórico en el que se vive; en términos generales, por mis proyecciones mentales, mis creencias, mis emociones, es decir, por mi marco de referencia interno. Este mundo interior es el que proyecto afuera, y origino así, la percepción. Contrario a lo que comúnmente se cree, es La Proyección la que origina la Percepción, formando una relación lineal causa-efecto. Tal como el hombre piensa, así mismo percibirá, pues ésta es un efecto, no una causa. Desde mi mundo interior, origino y proyecto la causa; el efecto lo contemplo en el mundo exterior. Si la percepción es la película que proyecta mi mente, entonces, el mudo exterior es igual a mi mundo interior, y por lo tanto, mi universo será tan grande como sea el nivel de mi conciencia. La percepción es una suerte de patrón mental, (vibración que entra en resonancia con la programación, o condicionamiento), previo del ente receptor y su capacidad de ampliar la onda de percepción. Es permeable y se puede entrenar como cualquier otra cualidad y talento. Entre Conciencia-Percepción-Realidad hay una estrecha interdependencia, de hecho son tres facetas del mismo fenómeno. El mundo es un campo para la percepción y la conciencia humana le asigna un significado a éste, pues el mundo, en sí mismo, no significa nada. No podemos separarnos de nuestras percepciones del mundo.

En estas circunstancias, mis razonamientos están condicionados por mi marco de referencia interno, o mi programación, es decir, por mi mundo interior; siendo ésta la ley de la percepción, no importa ser reiterativo con lo anterior. Como lo que me muestran los sentidos, es el espejo externo de mi mundo interior, creo que todo lo que me trae la percepción es verdad. Aquí caigo en el autoengaño y relaciono mis razones con la verdad, lo cual no siempre es así, pues éstas son subjetivas, como ya lo vimos, y raras veces coinciden con la verdad. Aunque la razón y la verdad tienen una relación directa, no necesariamente son lo mismo, y nada garantiza que tener la razón, es estar en favor de la verdad. Es tan variable esto que veces, un mismo hecho lo juzgamos de diferente manera condicionado por nuestros estados de ánimo.

Por los argumentos expresados, los razonamientos proyectados desde mi marco de referencia interno, serán subjetivos, falsificables, negociables, y muchas veces, excluyentes por que no tienen en cuenta al otro; en estas condiciones, también caemos en una falta de reciprocidad lógica; porque olvidamos que, desde sus propios intereses, todo el mundo tiene la razón. Recordemos, no quiere decir esto, que se esté siempre a favor de la verdad. En las mesas de negociaciones ignoramos éste elemental hecho, y con nuestros razonamientos queremos someter al otro, descalificarlo, o suprimirlo. La razón es una herramienta que utiliza la mente para apropiarse de la realidad; a la mente la rige el ego, el yo, o la personalidad, que en éste contexto son estados de conciencia equivalentes, y tienen que lidiar con la ley de los contrarios en el mundo de las formas y de las ideas. En otras palabras, estos estados de conciencia comandan a la mente en el proceso de la percepción.

En cambio la verdad es una y única; no falsificable, concilia la ley de los contrarios porque es incluyente, y sobre todo, no admite interpretaciones. En las relaciones con el otro, se llega a la verdad por consenso. No hay ganadores, ni perdedores. Parece un poco extraña ésta afirmación, porque culturalmente hemos creído que, dar o ceder en la relación con el otro, es perder algo, trátese del poder o de cosas. Tenemos que entender, que en un mundo de paz, de cooperación, equidad y justicia, dar es lo mismo que recibir. Porque no hay relaciones de dominación, sino un reconocimiento y respeto por la diferencia, y ésta actitud, precisamente, es la que genera un clima favorable para iniciar cualquier diálogo. Es la columna vertebral de una negociación de la Paz. La verdad, no es un mecanismo de la mente, como sí lo es la razón, sino un estado de conciencia del perceptor donde se admite y respeta la diferencia que nos muestra la percepción, ya que ésta es subjetiva, tal como lo hemos demostrado. En ese estado de conciencia cavemos todos, con toda la variopinta y pluralidad que nos exhibe la naturaleza: razas, credos, colores, ideas, etc. En la relación con el otro, se busca conciliar sus intereses con los míos.

Nos parece una utopía ésta definición de la verdad, pero ésta no es una mera formulación conceptual y romántica. Porque la Historia, siempre nos muestra relaciones de dominación del hombre por el hombre. Dando origen a desequilibrios en la naturaleza, que revientan en explosiones de masas resolviendo los conflictos por medios de guerras fratricidas. El error está, quizás, en la percepción humana que nos muestra un mundo fragmentado y dividido y como actores tomamos partido donde excluimos al otro, al cual queremos someter, o suprimir, porque lo consideramos inferior o equivocado; y caemos en una fantasía delirante: queremos amputar del mundo la diferencia que nos molesta, lo cual es imposible de realizar, porque la naturaleza lo prohíbe. Ya que hace parte de una dialéctica, o dinámica de los contrarios que nos muestra siempre el universo manifestado, la cual viene a ser el motor de las relaciones, y de los ciclos de la vida.

 

 

 

 

 

 

Autor:

Néstor Jaramillo Hernández

Febrero 14 de 2009

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