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Diversidad cultural: la (difícil) tarea de enseñar


Partes: 1, 2

    1. Un caso particular que ayuda a enmarcar la reflexión
    2. Buscando rastros…
    3. Tras la pistas encontradas…
    4. Hacia una definición
    5. En clave de educar para lo diverso
    6. El desplazamiento de la igualdad a la diversidad
    7. Igualdad para lo diverso
    8. Conclusión
    9. Bibliografía

    Reflexiones acerca de la multiculturalidad en la escuela

    En lo puro no hay futuro

    la pureza está en la mezcla

    en la mezcla de lo puro

    que antes que puro fue mezcla.

    (Jarabe de Palo)

    Introducción

    El presente trabajo es un primer paso de un camino de reflexión acerca de las distintas interrogantes y cuestionamientos que desde la práctica y el intercambio docente se presentan. La intención de poder identificar a los destinatarios de nuestra acción pedagógica, reconocer sus raíces y características particulares es un trabajo propuesto de antemano que requiere tiempo y dedicación. Ver mas allá de lo áulico-curricular para poder trazar estrategias que posibiliten a los educandos un aprendizaje realmente significativo es un propósito casi utópico, pero no imposible. Redescubrir la singularidad de cada alumno, de cada curso, de cada comunidad educativa, de cada barrio, de cada contexto social; reconstruyendo su "hoy" dando pasos en los distintos caminos de la historia que los ha forjado, complementa parte de la mirada en los destinatarios, mirada que no siempre es tenida en cuenta u observada. Develar lo latente u oculto es reconocer un valor no siempre dicho.

    Un caso particular que ayuda a enmarcar la reflexión

    Una escuela primaria de la localidad de Villa Celina (Partido de La Matanza) cuenta con una población estudiantil de cuatrocientos alumnos aproximadamente, divididos en dos secciones por grado, en un turno solamente. La cercanía a la autopista Ricchieri hacen que el acceso a escuela no sea tan sencillo, y traza una división, o frontera en geografía cotidiana. Gran parte de la comunidad educativa son del barrio y de la zona, los docentes (incluidos los directivos) viene de otras localidades cercanas. La mayoría de las familias de los alumnos trabaja en el Mercado Central de Buenos Aires.

    Lo particular de la escuela, y que ha sido motivo de intercambio con docentes de la misma, es la dificultad en la inserción dentro de la comunidad boliviana circundante. También, muchas de las familias que participan en la escuela tienen raíces culturales, religiosas de Bolivia o del norte Argentino. Es común ver a abuelas que hablan en dialecto Quechua, madres que no comprenden las indicaciones de las docentes: son indicios de la dificultad en el lenguaje. Fiestas patronales, fiestas patrias que no existen en el calendario escolar y que se les dedican varios días en el barrio son motivo de dudas, diálogo y polémicas. En lo pedagógico hay diferencias de criterios y valores a la hora de optar por trabajos en conjunto, signo de esta diversidad. Consultando a algunas docentes comentaban la incertidumbre de la utilidad de los signos escolares, patrios y de la "verdadera significación y comprensión" de estos. Ante esto, ¿es la escuela un espacio de educación que incluye a todos por igual, integrando las diferentes culturas? ¿se debe descartar el aporte de las raíces familiares, o solo tomarlo como un dato característico? ¿se debe posicionar la escuela desde un racionalismo para instruir patrióticamente o educar para lo multicultural? ¿puede una sociedad establecerse con un parámetro de "todos por igual"? ¿somos todos iguales? ¿es la escuela un reflejo de nuestra sociedad y las relaciones que esta plantea? Por último se abre un interrogante puntual sintetizando a los anteriores, indicando el sentido de este trabajo reflexivo. ¿La escuela debe educar promoviendo la integración desde la diversidad cultural alcanzando la igualdad? También me pregunto ¿Cómo haremos para enseñar-educar? ¿para que sirve el sistema de enseñanza en las aulas? Entonces ¿cómo debe ser para no suprimir lo diverso? No pretendo llegar a una idea acabada, y seguramente varias de las conclusiones a las que arribe sean tal vez apresuradas. La respuesta, es el final del camino de un recorrido por la esencia y objetivos de la educación, la escuela, la cultura, sin perder la definición de cultura, reconociendo a los destinatarios de la misma.

    Buscando rastros…

    Observando la historia de nuestro país se puede encontrar un crisol de culturas que fueron formando la población de la argentina, en distinto tiempo y de distintas procedencia: por un lado la cultura oriental por otro la occidental, quedando más silenciada la primera que la segunda y que casualmente es la que aumentó en los últimos años; también se debe tener en cuenta a los aborígenes de nuestra tierra (en orden alfabético -dato estadístico del INDEC): Ava guaraní, Chané, Chorote, Chulupí, Comechingón, Diaguita, Guaraní, Huarpe, Kolla, Mapuche, Mocoví, Mbyá guaraní, Ona, Pilagá, Rankulche, Tapiete, Tehuelche, Toba, Tupí guaraní, Wichí.

    En las primeras décadas del siglo XX los ingresantes eran de España, Italia, etc. En los últimos años el ingreso de inmigrantes procedentes de países americanos (en orden según las radicaciones -dato estadístico del INDEC: Perú, Bolivia, Paraguay, Estados Unidos, Chile, Brasil y Uruguay, etc.) y orientales (en orden según las radicaciones -dato estadístico del INDEC: Corea, Japón, China, Taiwán, etc.) hasta el año 2000 –año en el que se produjo la mayor cantidad ingresos– porque en el 2001 con pérdida de la paridad del peso argentino con el dólar se produce el éxodo de profesionales y el declive de las inmigraciones.

    En un plano ontológico, es decir, en torno al planteo de la pregunta por el ser, Heidegger pondera a la vida cotidiana como el espacio para descubrir los existenciarios del Dasein. Al menos desde el planteo de Ser y Tiempo (1927), el filósofo alemán cree poder encontrar a las estructuras constitutivas del hombre en el abordaje de la vida cotidiana. Por supuesto que acá el hombre es interpretado como ser – ahí, es decir, como el ente capaz de comprender ser. En su condición de Dasein es que el hombre puede decir algo sobre el ser, ya que el mismo hombre es fundamentalmente esa relación de cuidado del ser. En "Carta sobre el humanismo" de Martín Heidegger (trad. Alberto Wagner de Reyna; Buenos Aires; Revista Sur; 1960; pág. 96 y ss), el hombre es el pastor del ser, y gana la esencial pobreza del pastor, cuya dignidad consiste en ser llamado por el ser mismo a la custodia de su verdad, y al cuidado del ser mismo. Esta relación del hombre con el ser esta sujeta a la interpretación y a la capacidad de comprender ser, trata también, como a la condición de arrojado, que tiene que ver con una salida de sí, de no "encerrarse".

    Uno de los existenciales del Dasein es el Dass Man, o el uno, que no se trata de otra cosa que de una comprensión del ser-ahí, de una manera de esta en el mundo inauténtica. También el análisis de la medianía, es decir, de lo cotidiano de la vida hundida en la inautenticidad, es objeto de estudio y meditación, y es también camino para dilucidar una comprensión de ser más adecuada.

    Queda latente la idea de hacer foco en el destinatario de la escuela que esta hoy, que se presenta aquí, y ahora. Con la carga cotidiana e histórica que el ser de cada uno trae. La verdad del pastor es la consecuencia del la medianía, del estar-con para poder develar o alcanzar lo autentico, saliendo de lo individual y propio, diríamos un movimiento ex – tático.

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