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La categoría estilo de vida y su importancia para la psicología de la salud

Enviado por imayo58


    1. Los estudios del estilo de vida en la psicología de la salud.
    2. El enfoque personológico del estilo de vida y su importancia para la psicología de la salud
    3. Resultados alcanzados en la caracterización empírica del estilo de vida
    4. Problemas a investigar
    5. Conclusiones
    6. Referencias bibliográficas

    INTRODUCCION

    La Psicología, interesada en el estudio del sujeto individual de modo holìstico, ha utilizado frecuentemente el término estilo, (Sánchez, J. Sánchez, M P., 1994) precisamente porque hace alusión a lo típicamente individual. Así en la psicología cognitiva se ha utilizado para estudiar el pensamiento (estilo de pensamiento), el aprendizaje (estilo de aprendizaje). La psicología social se ha apoyado en el mismo para el estudio del liderazgo y la dirección (estilo de liderazgo y estilo de dirección). Por su parte la psicología de la salud lo ha utilizado para estudiar el afrontamiento al estrés (estilo de afrontamiento).

    Desde finales de la década del 70 y hasta principios de la actual, el estilo de vida se ha estudiado profusamente desde diversos ángulos. Se estudió el estilo de vida en relación con la orientación profesional (Cramer, S., 1987; Zunker, 1987; Brouw, D., 1987 y Tweed, W. y otros, 1979), con el género femenino (Tamgri, S. y Jenkis, S., 1987; Burnley, C 1979; Rodenstsinn, J. y Glickauf-Hughes, C 1977; Willis, F., 1976), así como el estilo de vida familiar (Hunt, J. y Hunt, L., 1987; Mink, I. y Nihira, K., 1986).

    Donochew, L. y otros (1987) clasificaron los estilos de vida de acuerdo con el uso de los medios masivos de información. Castro Felipe G. y otros (1987) compararon el estilo de vida en drogadictos. Rosow, J. (1978) estudió el cambio de las actitudes hacia el trabajo en relación con el estilo de vida. Por su parte Barrison, B. (1987) propuso algunas variables para el estudio del estilo de vida de los hispanos en Estados Unidos.

    Se han desarrollado inventarios para el estudio del estilo de vida (Cooks, Robert y otros, 1987; Streppa Wheeler, M y otros, 1991). También se ha escrito manuales para la modificación del estilo de vida a través de vías formales (Alklen, V y Hetherington, M, 1979; Dell. , 1978).

    El presente trabajo tiene por objetivo fundamentar la importancia de la categoría estilo de vida para la Psicología de la Salud. Para ello se presentarán los resultados de la investigación referativa sobre el tema, donde se recogen los antecedentes y resultados alcanzados en el empleo de esta categoría en la investigación, la que nos permite proponer algunas líneas de investigación que a nuestro juicio ilustran su valor no sólo investigativo, sino también práctico.

    LOS ESTUDIOS DEL ESTILO DE VIDA EN LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD.

    En las décadas del 70 y el 80 del pasado siglo, los estudios sobre el estilo de vida resultaron recurrentes en las publicaciones sobre la psicología de la salud. Movidos por la intensión de identificar los factores psicosociales asociados al proceso de salud-enfermedad, los estudios en esta dirección se apoyaron en los hallazgos de la epidemiología y con ello importaron el enfoque que esta ciencia utilizó en la investigación del estilo de vida.

    Predominaron los estudios factorialistas, que identificaron unidades parciales del comportamiento asociados a la aparición de enfermedades específicas, como modulador del estrés, hábitos de fumar y cáncer, disturbios del sueño, (Phillips, B. A. Y Danner, F. J. 1995); abusos de sustancias, estresores interpersonales y suicidio (Duberstein, P. R. , 1993); hábitos sexuales, estilo de vida y síntomas del período menopáusico (Huerta, R. 1995); ejercicios físicos, hábitos alimenticios, tabaquismo y muerte celular (Kusaka, Y. Et. Al, 1992).

    Los estudios encaminados a los cambios de comportamientos de riesgo y la promoción de salud, con mucha frecuencia hacen alusión al estilo de vida de los sujetos, reduciéndolo a los hábitos alimentarios, el ejercicio físico, la conducta sexual, el consumo de alcohol, etc. Obviamente estas unidades parciales del comportamiento forman parte del estilo de vida, pero no lo agotan.

    Todos estos trabajos si bien ilustran el interés suscitado por este fenómeno, también reflejan las insuficiencias teóricas que caracterizan el estudio de este objeto. No rebasan la mera descripción de rasgos y variables aislados entre sí. No se profundiza en los aspectos teóricos y conceptuales del estilo de vida y sus relaciones con la personalidad, tomándose como una categoría auxiliar para dirigir la atención sobre otros fenómenos. Son pocos los trabajos que profundizan en su naturaleza interna, y hasta ahora no ha sido el centro de las elaboraciones teóricas de los autores que han utilizado esta categoría.

    Para la Psicología de la Salud, resulta necesario trascender este nivel analítico y factorialista del estilo de vida. Ello no solo responde a una exigencia del desarrollo del conocimiento y de su tendencia a la integración intra e interdisciplinaria, sino también a una necesidad práctica. Un enfoque holìstico del estilo de vida, puede revelar que determinados comportamientos no reconocidos como factores de riesgo, pueden resultar disfuncionales para el sujeto por el modo en que se interrelacionan con otros.

    En nuestro medio el estilo de vida ha sido tratado por otros autores (I. Mayo, 1999 y M. Rodríguez y D. Zaldívar, 2001), que si bien difieren en sus planteamientos teóricos, coinciden en señalar la necesidad de tener en cuenta los constituyentes e indicadores del estilo de vida.

    Mayo estudia el estilo de vida en su función metodológica, como una vía para el estudio holìstico de la personalidad. Por su valor para la psicología de la salud, pensamos que resulta conveniente referenciar sus principales postulados.

    EL ENFOQUE PERSONOLÓGICO DEL ESTILO DE VIDA Y SU IMPORTANCIA PARA LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD

    Una exigencia del estudio de la personalidad como sistema superior de regulación psíquica, lo constituye el estudio sistémico e integral de sus relaciones con el medio. La Psicología de la Personalidad precisa la búsqueda del sistema de categorías que refleje estas relaciones sistémicas y que al mismo tiempo, permita una salida práctica a las diferentes esferas de la Psicología Aplicada. Ello no sólo responde a la lógica interna del desarrollo de la ciencia, sino que es también una exigencia social.

    El enfoque personológico parte de un replanteamiento de la relación de lo interno y lo externo. Con este enfoque queda en un primer plano el estudio de la personalidad y su relación activa con el medio. Enfatizando en su papel como mediatizadora y a la vez transformadora de las influencias externas.

    En la realización de este enfoque mantienen actualidad problemas metodológicos tales como el relacionado con la unidad de lo cognitivo y lo afectivo; la relación entre lo consciente y lo inconsciente; la estructura de la personalidad y sus niveles de regulación, entre otros. Existe consenso entre los estudiosos de la personalidad en cuanto a su carácter sistémico; sin embargo, asumirlo consecuentemente presupone la determinación de las relaciones sistémicas del sujeto con el medio, o sea revelar el contenido psicológico de estas relaciones y su dinámica funcional.

    Estas consideraciones sugieren, como una exigencia metodológica, el estudio de las regularidades de la expresión de la subjetividad en el comportamiento, así como la dialéctica de "lo que soy" (lo que el sujeto llega a hacer de sí mismo) y "lo que me sucede" (circunstancias e interrelaciones en que se ve envuelto).

    Un enfoque personológico sobre el estilo de vida tiene importancia esencial para la Psicología en el momento actual. Desde el punto de vista teórico contribuiría a la integración, sistematización y generalización del enorme cúmulo de datos empíricos existentes sobre unidades parciales del comportamiento utilizadas en diversas esferas de la psicología. Esto permitiría también una representación más integral sobre las relaciones individuosociedad.

    El estilo de vida individual tiene importancia metodológica para la investigación de la personalidad, por cuanto una condición esencial para el estudio de la personalidad como un sistema, es el establecimiento de las relaciones –sistémicas también– con sistemas más amplios. Un estudio de la recursividad del sistema personalidad, no puede obviar al estilo de vida.

    Desde el punto de vista práctico, la posibilidad de caracterizar integralmente el estilo de vida de los sujetos tendría múltiples aplicaciones. Haría más eficaz algunas tareas profesionales tales como la identificación de comportamientos integrales de riesgo patológico no evidentes en conductas aisladas o unidades elementales del comportamiento.

    Para dar cumplimiento al objetivo, se reseñarán los referentes teóricos a partir de los cuales I.Mayo (1999) caracterizó las tendencias generales en la comprensión del estilo de vida, los cuales se han sistematizados del siguiente modo:

    El estilo de vida y su relación con el modo de vida.

    Este aspecto señala el enfoque que los diferentes autores dan a la relación del estilo de vida con el modo de vida. Observándose aquí dos tendencias fundamentales. La primera establece una distinción entre modo y estilo, donde este último se subordina al primero y es un subsistema de él. Coincidimos con ella. La segunda es la que desde la categoría modo de vida estudia aspectos propios del estilo de vida relacionados con su determinación subjetiva y el papel de lo psicológico (Predvechnni y Sherkovin, 1986; O. Shorojova, 1987 B. F. Lomov, 1989). Los intentos de determinar el aspecto psicológico del modo de vida señalan elementos de valor, no obstante metodológicamente es difícil estudiar el aspecto psicológico de la personalidad y el sujeto de sus relaciones sociales desde la categoría modo de vida.

    El modo de vida debe ser enfocado al menos en dos niveles de análisis. En el nivel general, donde el hombre genérico es sujeto del modo de vida, y en tal sentido es objeto de estudio de la sociología y la filosofía; y el nivel particular, donde el individuo es sujeto, no del modo de vida en general, sino de su estilo de vida, como componente subjetivamente determinado del modo de vida.

    En el ámbito individual, las relaciones del modo de vida y el estilo de vida se dan a través de las condiciones de vida. El análisis de las condiciones de vida permite comprender como el modo de vida influye sobre los individuos de modo heterogéneo. La determinación social del individuo difiere de un sujeto a otro. Para cada sujeto concreto se configuran determinantes sociales muy específicos. Esto puede apreciarse en los diferentes niveles de acción de las condiciones de vida.

    Existe un nivel en que las condiciones de vida están dadas por el tiempo histórico y el escenario natural, social, cultural, económico y político en que se desarrolla el individuo. Son precisamente estas condiciones las mas estudiadas, pero no las únicas.

    En otro nivel encontramos condiciones de vida, determinadas por las primeras, pero con acción propia, de carácter inmediatos, mas ligadas a los subjetivo y menos consideradas por los estudiosos de esta categoría. Nos referimos a aquellas que tienen que ver con la dinámica familiar, la posición entre los hermanos, (hijo único, mayor, menor, etc.), la constitución biológica (genotipo y fenotipo). Ambos niveles tienen un denominador común: son condiciones de vida dadas al sujeto. No son ni elegidas ni construidas por él, actuando como determinantes objetivos de la formación de su personalidad y su estilo de vida.

    Sin embargo, también encontramos un nivel en que las condiciones de vida son el resultado del activismo del sujeto, del carácter activo de su personalidad, de su autodeterminación y elección individual, que el individuo las alcanza a partir de su desempeño social, es decir que no son condiciones de vidas dadas, sino creadas, pero que también se constituyen en determinantes externos al sujeto resultantes de su estilo de vida.

    Con este enfoque de las condiciones de vida es posible comprender el carácter de "subsistema funcional dinámico" del estilo de vida en la relación sujeto-modo de vida, así como acercar la categoría condiciones de vida a la psicología, destacando la significación que esta adquiere en sus diferentes niveles de análisis en relación con el sujeto.

    Es en este plano en que se encuentra el contenido genuinamente psicológico del modo de vida. Es en este nivel donde el análisis de la expresión en el estilo de vida de los constituyentes funcionales y dinámicos de la personalidad es de importancia metodológica.

    El estilo de vida y su relación con el sujeto.

    La relación sujeto-estilo de vida, o sea el lugar que se le asigna al estilo de vida en relación con el sujeto constituye una problemática observada en la literatura sobre el tema. Aquí se manifiestan dos tendencias fundamentales. La primera asume el estilo de vida como una cualidad subjetiva, de existencia interna en el sujeto (A. Adler, 1948; G. W Allport, 1965).

    La segunda tendencia, al no reconocer la especificidad del estilo de vida identificándolo con el modo de vida, lo concibe como una manifestación externa del sujeto individual, (Sherkovin y Predvecnni, 1987; B. F. Lomov, 1989; O. Shorojova, 1987; J. Potrony, 1989; R. Pérez Lovelle, 1989). Es característico de estos autores que sus elaboraciones teórica tengan carácter general, sin una salida a la investigación aplicada operacionalizando dicha categoría.

    En los últimos años se han venido publicando interesantes ideas sobre la especificidad psicológica de la categoría sujeto (F. González, 1995, 1997; H. Arias, 1993; 1994; 1997, 1998). Se ha trabajado en una diferenciación del sujeto y la personalidad, en los atributos funcionales de cada uno, así como en sus relaciones. Luego de una diferenciación entre las cualidades del sujeto y de la personalidad, así como la formulación de los componentes del sujeto, H Arias (1998, p. 26 y 40) diferencia los aportes de cada una de estas instancias en sus interacciones con la realidad.

    El análisis de la relación sujeto-personalidad-estilo de vida constituye una alternativa pertinente en la caracterización psicológica del estilo de vida. Siendo el sujeto el individuo concreto, al hablar de él no sólo se hace referencia a su mundo interno, sino también al sistema de relaciones en que se objetiviza su subjetividad.

    I Mayo asume que el sujeto individual existe en dos dimensiones: interna y externa. Las mismas se relacionan dialécticamente como dos partes de un todo. La personalidad constituye un componente de la subjetividad interna, mientras que el estilo de vida es la subjetividad objetivada, o sea la expresión comportamental externa de la personalidad del sujeto. Todo comportamiento es una función del sujeto, sin que necesariamente en él participe y se exprese la personalidad. Aquel comportamiento nuevo, eventual, no forma parte del estilo de vida y no es expresión de la personalidad, aunque sí del sujeto. En cambio, lo que en el individuo es típico, recurrente e identitario, es decir, forma parte de su estilo de vida, es una función que el sujeto ejerce a través de su personalidad. El estilo de vida expresa el modo en que se objetiviza el activismo del sujeto en relación con la sociedad y la construcción de su vida.

    Los constituyentes del estilo de vida

    Este aspecto da cuenta del nivel de profundización alcanzado con respecto a la naturaleza interna del estilo de vida, en cuanto a su estructura y funcionamiento. Al respecto se aprecian tres tendencias. La primera se caracteriza por el estudio fenomenológico del estilo de vida sin entrar a detallar en su configuración interna (A. Adler, 1948; G. W. Allport 1965; R. Pérez Lovelle, 1989).

    La segunda tendencia, fuertemente influenciada por la concepción filosófica y sociológica, reduce los componentes del estilo de vida a una sola categoría: la actividad vital. En esta tendencia se encuentran — como ya se ha visto– la mayoría de los autores marxistas que abordan la problemática desde la categoría modo de vida (B. F. Lomov 1989; O. Shorojova, 1989; J. Potrony, 1989; 1992).

    La tercera, representada por Yu. Sherkovin, G. Predevechnni, 1987 y J. Roman 1989a, proponen algunos constituyentes que pudieran tomarse como elementos de su estructura interna. No obstante en el primer caso, es poco probable que los mismos permitan una comprensión sistémica del estilo de vida, así como de sus relaciones con la personalidad (también sistémicas).

    La no-determinación de los componentes de la estructura interna del estilo de vida como categoría de existencia e identidad propia –característico en la mayoría de los autores revisados–, es algo que limita considerablemente su investigación teórica y aplicada y su consecuente implementación en la práctica profesional del psicólogo.

    Los constituyentes personológicos son aquellos componentes del estilo de vida en que se expresan los contenidos de la personalidad. Son aquellas cualidades comportamentales de carácter integrativas, subjetivamente determinadas, gracias a lo cual permiten el conocimiento de la personalidad a través de su estilo de vida.

    A continuación se abordan cada uno de los constituyentes personológicos que I. Mayo (1999) para el estudio psicológico del estilo de vida.

    1.Sistema de actividades vitales

    Por sistema de actividades se entiende a la organización jerárquica del conjunto de actividades que realiza el sujeto y que expresa el sentido subjetivo que la personalidad le confiere.

    El sistema de actividades puede ser caracterizado por el contenido de los nexos con el medio reflejados en el sentido subjetivo que el individuo le confiere a cada una de las actividades que lo integran. De acuerdo con esto, las mismas pueden ubicarse en diferentes niveles, de modo tal que es posible elaborar una tipología del sistema de actividades.

    2.Estilo comunicativo (sistema comunicativo)

    El estilo comunicativo, y particularmente la calidad, amplitud y durabilidad del sistema comunicativo que dentro de él establezca el sujeto, puede ser estudiado como un constituyente personológico del estilo de vida. El término sistema comunicativo se utiliza aquí para designar la organización jerárquica del conjunto de contactos comunicativos (relaciones interpersonales) del sujeto que expresa el sentido subjetivo que la personalidad le confiere. En este sentido, el sistema comunicativo es el componente comportamental y esencial del estilo comunicativo del sujeto

    3.Sistema de roles.

    Se considera como un aspecto funcional de la relación individuo-sociedad que es síntesis por un lado de los condicionantes sociales e individuales y por otro de la actividad y la comunicación. Es una unidad funcional porque tiene identidad propia en relación con otras formas de vínculo del individuo y la sociedad como el status, las actitudes, los valores, etc. El carácter sintético está dado porque integra aspectos diversos como la actividad y la comunicación –a través de los cuales se realiza –, por un lado, y las expectativas sociales e individuales por otro.

    La expresión de los contenidos personológicos a través del desempeño de un rol es más marcada, auténtica y menos indirecta en la medida en que el mismo está en la parte más alta de la jerarquía, es decir, en la medida en que es más significativo para el individuo y ocupa un lugar central dentro del sistema, pudiendo expresar la existencia de una unidad subjetiva de desarrollo o disfuncional según el caso.

    De este modo la personalidad toma una posición activa con respecto a los roles que realiza, expresando su grado de aporte a la sociedad, es decir, su activismo social, marco en que tiene la oportunidad de identificarse como sujeto en el desempeño de sus roles. Partiendo de esta comprensión, el sistema de roles se entiende como la configuración jerárquica y subjetivamente determinada del aspecto funcional de la relación individuo-sociedad, que es síntesis de condicionantes sociales e individuales y de las actividades y contactos comunicativos en el sujeto.

    4. Orientación en el tiempo.

    La problemática del tiempo ha sido ampliamente tratada en la psicología, destacándose los estudios sobre la perspectiva temporal (J. Nuttin, D. González), la anticipación (B. Lomov, F. González, H. Arias) y los proyectos de vida futura (O. D´Angelo).

    La orientación temporal impregnada al comportamiento es un indicador del nivel de desarrollo de la personalidad que se expresa en la construcción del estilo de vida, señalado el carácter contradictorio o armónico de los nexos de la personalidad con su medio. Por orientación temporal del estilo de vida se entiende la expresión en el comportamiento de las dimensiones temporales que participan en la regulación psíquica del sujeto.

    5. La autorrealización personal.

    La autorrealización supone dos facetas indisolublemente unidas: la apropiación y la objetivación ( O. D´Angelo, 1983).

    Ambas facetas de la autorrealización se expresan en el estilo de vida, pudiéndose considerar como elementos caracterizadores del mismo desde el punto de vista funcional de sus nexos con la personalidad que lo regula; pero que a la vez está condicionada por él para su autorrealización. De este modo el estilo de vida es premisa y resultado del proceso de autorrealización de la personalidad, constituyendo un elemento de contenido, que califica moral, cultural y políticamente al sujeto del estilo de vida.

    Dada la complejidad de la autorrealización como proceso, se tomó su expresión externa, entendiendo por tal a las formas de comportamiento del sujeto que expresan la amplitud, selectividad y nivel de satisfacción del sujeto con la apropiación de la realidad objetiva y la objetivación de la subjetividad individual.

    Como producto del activismo de la personalidad y como resultado de su autorrealización, el estilo de vida se convierte en premisa de su propio desarrollo. Las circunstancias de la vida actúan sobre la personalidad a través de su estilo de vida, a la vez que la personalidad actúa y modifica las propias circunstancias a través del estilo de vida.

    RESULTADOS ALCANZADOS EN LA CARACTERIZACION EMPÍRICA DEL ESTILO DE VIDA

    Para su trabajo I. Mayo estudió 4 muestras de sujetos, sus grupos fueron de enfermos psicosomáticos, delincuentes, maestros y dirigentes. Él obtuvo lo siguiente:

    GRUPO I: Los estilos de vida encontrados aquí se caracterizan por su consistencia y orientación temporal hacia el futuro, predominio de los roles sociales con sistemas de actividad y comunicación amplios y predominio de los contenidos sociales de nivel espiritual y funcional.. Este grupo se integró fundamentalmente por sujetos sanos, maestros y dirigentes.

    GRUPO II: Predominio en los estilo de vida de los roles familiares y de pareja. El sistema de actividades y de contactos comunicativos es de contenido personal de nivel sociopsicológico. La orientación temporal es hacia el futuro. Predominan en la autorrealización de la autoobjetivación. Este grupo lo integran maestros fundamentalmente.

    GRUPO III: Predominio de los roles personales. En los sistemas de actividades y de comunicación predominan los contenidos individuales hedonísticos. La orientación temporal es hacia el pasado. El nivel de autorrealización es bajo con predominio de la apropiación. Este grupo lo integran mayoritariamente enfermos psicosomáticos y delincuentes.

    GRUPO IV: Los estilos de vida encontrados aquí, se caracterizan por la inconsistencia entre sus constituyentes como denominador común. Estuvo integrado por enfermos y delincuentes.

    La comparación de sujetos diferentes por su situación social del desarrollo permitió apreciar la acción de los componentes personológicos del estilo de vida. Los grupos identificados revelan una tendencia estadísticamente significativa en su distribución. Los sujetos más funcionales tienden hacia los GRUPOS I y II, III, los enfermos hacia el GRUPO III y los delincuentes hacia los GRUPOS III y IV.

    La conformación de los grupos de acuerdo con las particularidades comunes de los constituyentes personológicos del estilo de vida fue un resultado empírico al que se llegó sin el pre-establecimiento de sus características. Esto significa que no se modeló lo que pudieran ser estilos de vida ideales, sino que se describen estilos de vida concretos, con particularidades funcionales y disfuncionales. No obstante esto no impide que en un análisis cualitativo, se consideren grupos más funcionales que otros, como los casos de los grupos I y II.

    En este trabajo se coincide con algunas consideraciones que I. Mayo (1999) formuló a partir de los resultados alcanzados

    Siguiendo el modelo propuesto, fue posible formular el concepto de configuración comportamental, para hacer referencia a la relación relativamente estable de constituyentes del estilo de vida e indicadores funcionales de la personalidad que adquieren un sentido psicológico en la explicación de la función reguladora de la personalidad expresada en el estilo de vida del sujeto. Las configuraciones comportamentales pueden tener carácter funcional o disfuncional en la medida en que promueven o no la realización personal y el desempeño social satisfactorio y las relaciones armónicas de la personalidad con su medio; en dependencia del efecto positivo o negativo en los niveles biológicos y/o social de las relaciones vitales del sujeto. La disfunción puede alcanzar una connotación patológica o delictiva según el caso.

    El predominio de los roles sociales y laborales (trabajador, directivo, activista social) no es indicativo de niveles superiores de socialización de la personalidad. El ajuste pleno del sujeto a la sociedad y al medio específico en que se desarrolla, supone la armonía y equilibrio en el desempeño de los roles, aspecto que no se observó en la muestra estudiada y que constituye un índice de desajuste en el estilo de vida de los sujetos estudiados. Pudo constatarse que la clasificación de las actividades vitales por niveles de acuerdo a los nexos con el medio reflejados en el sentido subjetivo de las mismas resultó productiva. Las actividades espirituales y funcionales resultaron predominantes en los sujetos dirigentes y maestros funcionales. Fue en estos grupos donde so observó además amplitud y equilibrio en el sistema de actividades. En el caso de las sociopsicológicas y psicosomáticas resultaron predominantes en maestros disfuncionales, enfermos y delincuentes, los que también se caracterizaron por la estrechez del sistema de actividades.

    La caracterización del estilo de vida en los sujetos estudiados evidenció que el valor de los constituyentes personológicos no está en su comprensión aislada, sino en su interrelación como configuraciones comportamentales. Así, el predominio de los roles personales y de pareja, no revela ningún significado psicológico por si sólo, teniendo una significación diferente de acuerdo a la configuración en que participe. Cuando este indicador aparece asociado a las actividades de contenido psicosomático, y una orientación temporal hacia el presente o el pasado, configura un comportamiento disfuncional, como en los sujetos del GRUPO III.

    Sin embargo el comportamiento puede ser diferente, si la configuración se constituye con las actividades socio-políticas, un contenido sociopsicológico en los contactos comunicativos y una orientación temporal hacia el futuro. Este es el caso de los sujetos que ubican en el GRUPO II.

    Otro tanto sucede con el nivel de autorrealización. La insatisfacción con el nivel de autorrealización alcanzado tiene un sentido diferente de acuerdo al modo en que se configure con los constituyentes del estilo de vida. Cuando la misma aparece asociada al predominio de las actividades psicosomáticas como en los sujetos del GRUPO III, no significa el deseo o la aspiración a alcanzar niveles de desempeño social superiores, sino una tendencia acentuada por continuar desarrollando este tipo de actividades sin considerar las consecuencias futuras de este comportamiento. Esto es particularmente acentuado al aparecer vinculado a una orientación temporal presentista o hacia el pasado como ya se ha visto. El carácter disfuncional está dado en que no promueve el desempeño armonioso del sujeto con su entorno, no le proporciona satisfacción y lo conduce con frecuencia a la patología o la búsqueda de medios ilegales o inmorales para su realización en la actividad antisocial.

    Como puede apreciarse, los GRUPOS III y IV constituyen los de más bajo nivel de desarrollo de los constituyentes del estilo de vida. El hecho de que los mismos estén integrados por sujetos enfermos y delincuentes mayoritariamente, evidencia el carácter disfuncional del estilo de vida de los sujetos que se ubican en estos grupos. En estos casos el estilo de vida expresa la falta de armonía de la personalidad con en el medio. Las particularidades que en este grupo adoptan los constituyentes devienen en configuraciones disfuncionales.

    Lo que hace diferente la disfuncionabilidad de los delincuentes y enfermos psicosomáticos, no radica en la estructura del estilo de vida, sino en las particularidades del contenido. Con estilos de vida estructuralmente similares, los aspectos de contenido en los enfermos es socialmente aceptado, con la presencia de valores espirituales, elementos que están ausentes en los delincuentes. Estas diferencias condicionan un funcionamiento diferente. Así encontró que estructuras similares, promueven funcionamientos diferentes en dependencia del contenido que reflejen.

    La diferenciación entre la disfuncionalidad de enfermos y delincuentes también ha sido señalada por H. Arias (1998) en sus estudios sobre la anticipación. Este autor considera que con dificultades funcionales similares, las diferencias en la tendencia a enfermar o a delinquir estarán dadas fundamentalmente por los contenidos. Para este autor los que se enferman presentan contenidos socialmente valiosos que funcionan en ellos como patrones rígidos. En cambio los que cometen delitos presentan con frecuencia contenidos socialmente negativos que facilitan la actuación delictiva (pp. 144 -145).

    La metódica utilizada en los diferentes grupos muestrales reveló su utilidad práctica al permitir la caracterización del estilo de vida de los sujetos evidenciando sus posibilidades diagnósticas en varias esferas de la Psicología, lo que contribuye a una mayor integración del conocimiento entre la Psicología General y las diversas esferas de la Psicología Aplicada.

    Los resultados alcanzados contribuyen a demostrar que la contradicción entre investigación cuantitativa y cualitativa es falsa. Ambas son válidas en momentos y objetos de investigación concretos. En ese trabajo se inició con una primera etapa prospectiva, utilizando instrumentos cuantitativos, luego de haberse perfilado el modelo teórico, en una segunda etapa se aplicó la referida metódica de carácter cualitativa, combinada con instrumentos cuantitativos y aplicando el método del estudio de casos y el repport. En este momento la investigación se encontraba en un estadio superior en el conocimiento del objeto de estudio.

    PROBLEMAS A INVESTIGAR

    De acuerdo a los resultados descritos anteriormente podemos enunciar direcciones investigativas que aporten nuevas perspectivas a la Psicología de la Salud.

    Resultan de actualidad para la Psicología de la Salud la investigación del apoyo social como un elemento determinante del proceso de enfermar. Se estudian las redes de apoyo social, los tipos de apoyo, su estabilidad y su influencia en el mantenimiento de la salud o de modo inverso, su incidencia en la vulnerabilidad del sujeto ante la enfermedad.

    Un enfoque personológico del apoyo social podría destacar el papel del sujeto en la construcción de su apoyo social, su amplitud, estabilidad y consistencia. Estos aspectos pueden ser investigados como constituyentes del estilo de vida.

    Los estilos de afrontamiento también han sido objeto de atención en las investigaciones, llegando a determinarse su nexo con la aparición, curso, evolución y rehabilitación de las enfermedades, según el caso. Por ejemplo, se sabe que las personas con patrón A, son vulnerables a las enfermedades cardiovasculares, las de patrón C, tiene más probabilidades de contraer enfermedades neoformativas. Se han descrito otros estilos de afrontamiento. Sin embargo, la identificación de los comportamientos holísticos y estables en que los mismos se objetivizan, resultan de interés para la profundización en las potencialidades del sujeto para el manejo de la enfermedad. Todo ello resulta posible a través del estudio del estilo e vida. En tal sentido la investigación de los constituyentes del estilo de vida que actúan como estilos de afrontamiento resulta una alternativa investigativa.

    Tomado de la Epidemiología, la investigación de los factores de riesgo, ha sido otra dirección de las investigaciones en la Psicología de la Salud. Se dice que los factores de riesgo permiten un abordaje preventivo de la salud. Si embargo, las investigaciones en esta temática han estado marcadas por el positivismo. Su propia denominación (factor), así como la metodología de su investigación, son ilustrativas del nivel analítico y factorialista que caracterizan a estos estudios. Se puede afirmar que este modelo está agotado, pues se han establecido las correlaciones estadísticas entre los comportamientos de riesgos y las enfermedades con bastante precisión.

    No obstante, en un nivel más integrativo, los nexos funcionales entre comportamientos complejos pueden revelarnos particularidades disfuncionales en los sujetos, que en un estudio clásico de factores de riesgo, serían obviados. En tal sentido, los hallazgos de I. Mayo, si bien aportan evidencias de la pertinencia de la investigación en esta dirección desde el estilo de vida, requieren de una continuidad de estudio para poder identificar otras configuraciones de riesgo, así como la expresión de éstas en otras enfermedades. La categoría configuración de riesgo, introducida por él, a la que se hizo alusión más arriba, así lo infiere.

    CONCLUSIONES

    Si bien la categoría estilo de vida ha sido utilizada con mucha frecuencia en las investigaciones de la Psicología de la Salud, la misma ha tenido una función auxiliar. Los autores que la utilizan no se han detenido a definirla, establecer sus constituyentes e indicadores, así como sus nexos con otras categorías psicológicas y sociológicas como personalidad, modo de vida, sujeto, etc.

    Las investigaciones del estilo de vida en la Psicología de la Salud han tenido un carácter factorialista, reduciendo la comprensión del estilo de vida a conductas, hábitos, y comportamientos simples. Resulta necesario trascender este nivel de las investigaciones y pasar al estudio sintético y holìstico del estilo de vida. En este sentido, el modelo teórico para el estudio de los constituyentes personológicos que propone I. Mayo, constituye una nueva alternativa investigativa.

    El enfoque personológico del estilo de vida puede resultar útil en el estudio desde una nueva perspectiva integradora y holística, de los factores asociados al proceso de salud y enfermedad, tales como el apoyo social, los afrontamientos y el riesgo.

    REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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    Dr. Israel Mayo Parra

    Doctor en Ciencias Psicológicas