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Alma platónica

Enviado por Jesús Castro


  1. El idioma indoeuropeo
  2. Cultura e idioma griegos
  3. Platón
  4. Conclusión

Este artículo pretende contestar lo más eficaz y sencillamente posible la siguiente pregunta, basada en los estudios profundos del Génesis: ¿Qué indujo a los filósofos griegos de la antigüedad a creer en la inmortalidad del "alma" humana?

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La obra PERSPICACIA PARA COMPRENDER LAS ESCRITURAS, tomo 1, página 329, publicada en 1991 en español y otros idiomas por la Sociedad Watchtower Bible And Tract, dice lo siguiente:

«Toda la humanidad desciende de la primera pareja humana, Adán y Eva. Después del Diluvio, la nueva población de la Tierra, incluidas todas las razas y grupos nacionales que existen en la actualidad, descendieron de Noé por medio de sus tres hijos y de las esposas de éstos, los supervivientes de aquella catástrofe global. Por eso, tras mencionar las setenta familias que se originaron de los hijos de Noé, el relato [sagrado] dice: "Procedentes de éstas las naciones se esparcieron por la tierra" (Génesis 10:32)».

El idioma indoeuropeo.

La revista DESPERTAD del 22-3-1973, páginas 12-14, publicada en español y otros idiomas por la Sociedad Watchtower Bible And Tract, dice, en parte, lo siguiente:

«Los eruditos han contado alrededor de 3.000 idiomas hablados. Si se añadieran todos los dialectos (formas locales de un idioma), la cifra anterior probablemente sería mucho mayor. Pero, hasta los expertos están en desacuerdo en algunos casos en cuanto a lo que es un idioma distinto y lo que es sencillamente un dialecto. ¿Por qué? Porque hasta cuando la gente habla lo que se llaman dialectos del mismo idioma, es posible que no puedan entenderse el uno con el otro.

No obstante en un tiempo todos los humanos hablaron el mismo idioma. Jehová Dios mismo, el Creador del hombre, originó los diferentes idiomas con el propósito de restringir la cooperación humana a un mal propósito. Su acción puso fin a la Torre de Babel que [ofendía] a Dios y obligó a sus constructores a dispersarse a través de la Tierra.

La mayoría de los idiomas pueden ser agrupados en unas diez o más familias de idiomas (en esto también, las distintas autoridades dan distintas cantidades). Todos los idiomas de la misma familia han descendido de un antiguo idioma original, y, en muchos casos, ese idioma original se ha extinguido.

Muchas personas saben que el francés, portugués y varios otros idiomas son todos variaciones modernas de un latín muy cambiado. No muchas están conscientes de que hasta el latín está clasificado como sólo un miembro de una familia de idiomas. Junto con muchos otros idiomas de Europa y de la India, se dice que se desarrolló de un perdido antepasado llamado indoeuropeo.

No sabemos exactamente cuántos idiomas originales puso Jehová en existencia en Babel porque parece que algunos idiomas, como el japonés y el vasco, no encajan en ninguna familia conocida, y muchos otros idiomas han desaparecido. Posiblemente hubo relativamente pocos idiomas originales. Con el tiempo la gente que hablaba el mismo idioma se separó y no tuvo comunicación una con otra durante siglos, así es que sus hábitos de habla divergieron y se llegaron a usar dos o tres idiomas donde solamente había existido uno solo.

Aproximadamente la mitad de la población del mundo habla un idioma clasificado entre los que pertenecen a la familia indoeuropea. No es accidente que la palabra para tres, por ejemplo, sea tan parecida en ruso (tri), alemán (drei), francés (trois), danés (tre), holandés (drie), irlandés (trí), griego (treis), lituano (trys), sánscrito (trí), albanés (tre), y así por el estilo. Se dice que todos estos idiomas se derivan del perdido indoeuropeo.

Muchos de éstos, más que hijos de esa antigua habla son nietos, porque se dice que muchos se derivan de idiomas perdidos que a su vez habían descendido del indoeuropeo. Por ejemplo, el galés, el bretón, el gaélico, y así por el estilo, se alistan como descendientes de un antiguo idioma celta que brotó del indoeuropeo. El ruso, el polaco, el serbio, el checo, y otros, trazan sus linajes a través de un antiguo antecesor eslavo. El inglés, el holandés, el alemán y otros, tuvieron un origen germánico en común.

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Sólo desde hace comparativamente poco tiempo, aproximadamente a fines del siglo dieciocho, comenzaron los lingüistas a analizar la historia y la relación entre los idiomas vivos. Antes de eso se inclinaban meramente a comparar las formas escritas de palabras en diferentes idiomas, pero hay mucho más que eso en las relaciones de familias. Aun cuando dos idiomas tienen pocas palabras parecidas, pueden construir las oraciones de tal manera que muestra una afinidad entre ellos.

Tal vez ahora uno pueda ver por qué algunos idiomas nos son mucho más fáciles de aprender que otros. Un idioma extranjero que pertenece a la misma familia que el nuestro por lo general tiene muchos sonidos, palabras o modelos de oraciones que nos son familiares. Cuanto menos relacionado esté otro idioma al nuestro, más extraño nos parecerá. Al principio hasta quizás seamos incapaces de pronunciar los sonidos, y el orden en que las palabras se siguen unas a las otras nos puede parecer muy raro.

A menudo las palabras que se encuentran en un idioma sencillamente no tienen equivalentes en los idiomas de otras familias. Por consiguiente es mucho más difícil traducir a un idioma que pertenece a una familia diferente».

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El idioma indoeuropeo (proto-indoeuropeo) fue quizás una de las lenguas que surgieron a consecuencia de la confusión en Babel, y originó la familia indoeuropea, que puede asemejarse a un árbol lingüístico.

Cultura e idioma griegos.

El tomo 1 de PERSPICACIA PARA COMPRENDER LAS ESCRITURAS, páginas 1048-1051, comenta, en parte:

«[El idioma griego] pertenece a la familia de lenguas indoeuropeas (el hebreo pertenece a la familia semítica). El griego es la lengua en la que originalmente se escribieron las Escrituras Cristianas (con la excepción del evangelio de Mateo, que primero se escribió en hebreo). Además, la primera traducción completa de las Escrituras Hebreas, conocida como la "Versión de los Setenta", fue una traducción al griego. Es un lenguaje flexivo, es decir, que consigue una amplia gama de expresión por medio de raíces, prefijos y desinencias.

La época de oro [del griego común o "koiné"] se extendió desde alrededor del año 300 antes de la EC hasta aproximadamente 500 de la EC. Se trataba de una mezcla de diferentes dialectos griegos, entre los que predominaba el ático. Con el tiempo se convirtió en lengua internacional, con una importancia que no tenían otras lenguas de la época. "Koiné" significa "[lengua] común" o "[dialecto] común a todos". Tal era su extensión, que tanto los decretos de los gobernadores imperiales como los del senado romano se traducían a la koiné para distribuirse por todo el Imperio romano.

Todos los alfabetos europeos de la actualidad se derivan directa o indirectamente del alfabeto griego. Sin embargo, los griegos no inventaron su alfabeto, sino que lo adoptaron del semita. Una prueba que apoya esta afirmación es que las letras del alfabeto griego (de alrededor del siglo VII antes de la EC) se parecían a los caracteres hebreos (de alrededor del siglo VIII antes de la EC). También tenían el mismo orden general, con pocas excepciones. Además, la pronunciación de los nombres de algunas de las letras es muy similar; por ejemplo: ál·fa (griego) y "á·lef (hebreo), b?·ta (griego) y behth (hebreo), dél·ta (griego) y dá·leth (hebreo), etc.

El vocabulario griego es amplio y preciso. El escritor griego tiene a su disposición suficientes palabras para diferenciar ideas afines y transmitir justamente el matiz deseado. Por ejemplo, el griego hace una distinción entre el conocimiento en general, gn?·sis, y el conocimiento más profundo, e·pí·gno·sis; y entre ál·los, que significa "otro" de la misma clase, y hé·te·ros, que significa "otro" de una clase diferente. Muchas palabras españolas se derivan del griego, lo que ha contribuido a la precisión y riqueza de la lengua española».

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Esta figura reproduce un pergamino antiguo escrito en griego "koiné".

La misma obra PERSPICACIA, tomo 1, páginas 1040-1048, hablando de GRECIA y los GRIEGOS, expone en parte:

«[Los] términos "Grecia" y "Griego" vienen de "grai·kói", el nombre de una tribu del Noroeste de Grecia. Los habitantes de Italia aplicaron ese nombre (latín "graeci") a los habitantes de Grecia en conjunto, como también hizo más tarde Aristóteles en sus escritos… A partir del siglo VIII antes de la EC, aparece un nombre más antiguo, "jonios", en los registros asirios cuneiformes y en los relatos persas y egipcios. "Jonios" viene de Javán (hebreo "Ya·wán"), hijo de Jafet y nieto de Noé. Javán fue el antepasado jafético de los pueblos primitivos de Grecia y las islas vecinas, y también debió serlo de los primeros habitantes de Chipre, de algunas partes del sur de Italia, de Sicilia y de España.

En las Escrituras Griegas Cristianas se llama a esa tierra "Hel·lás" ("Grecia", Hch 20:2), y a su gente, "hél·le·nes". Los mismos griegos habían empezado a usar estos nombres varios siglos antes de la era común y continúan haciéndolo. El nombre "Hélade" (Hel·lás) puede que tenga alguna conexión con "Elisá", uno de los hijos de Javán…

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La historia moderna ofrece varias explicaciones sobre el origen de las tribus griegas y su asentamiento en la zona. La idea, bastante extendida, de que hubo una serie de "invasiones" sucesivas de tribus septentrionales, se basa en gran parte en mitos griegos y en la especulación arqueológica. De hecho, la historia del pueblo griego da comienzo en torno al siglo VIII antes de la EC (en 776 antes de la EC se celebró la primera olimpiada), y sólo se dispone de un registro histórico ininterrumpido a partir del siglo V antes de la EC, es decir, en una fecha muy posterior al Diluvio y, por ende, a la dispersión de las familias humanas por causa de la confusión de las lenguas en Babel. Puede ser que durante todos esos siglos se infiltrasen otros grupos étnicos en el tronco original de Javán y sus hijos, pero lo que se conoce de todo el período anterior al primer milenio antes de la EC sólo da pie a teorías de dudoso valor histórico.

A la filosofía se le dio una gran importancia en Atenas y con el tiempo en toda Grecia. Entre las corrientes filosóficas más importantes estaba la de los sofistas, que sostenían que la verdad era materia de opinión personal; a este punto de vista (similar al de los hindúes) se opusieron filósofos griegos de la talla de Sócrates, su discípulo Platón y el discípulo de este, Aristóteles. Otras corrientes filosóficas trataban de la fuente primaria de la felicidad. Los estoicos, sostenían que la felicidad consistía en vivir de acuerdo con la razón y que solo eso bastaba. Los epicúreos creían que el placer era la verdadera fuente de la felicidad.

Una característica del pueblo griego, manifiesta al menos en tiempos posteriores, fue su carácter inquiridor y su predisposición al debate y la conversación en torno a temas nuevos. Se propusieron hallar la solución a algunas de las grandes cuestiones de la vida y del universo a partir del razonamiento lógico (y de la especulación), y llegaron a pensar que ellos eran el centro de la intelectualidad del mundo antiguo. Pese a sus debates filosóficos e investigación, sus escritos revelan que no pudieron hallar una base inamovible para la esperanza. A este respecto, los profesores J.R.S. Sterrett y Samuel Angus dijeron: "Ninguna otra literatura contiene lamentos tan patéticos sobre las penalidades de la vida, la frivolidad del amor, la ingenuidad de la esperanza y la crueldad de la muerte" (Funk and Wagnalls New Standard Bible Dictionary, 1936, página 313).

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La información más antigua sobre la religión griega viene de la poesía épica de Homero. Según los historiadores, escribió los dos poemas épicos titulados "la Ilíada" y "la Odisea". Se cree que las porciones de papiros más antiguos de estos poemas datan de poco antes del año 150 antes de la EC. Pero como dice el profesor de griego George G.A. Murray, estos textos primitivos "difieren "una barbaridad" de nuestra vulgata", es decir, del texto que se ha aceptado popularmente durante los últimos siglos (Encyclopædia Britannica, 1942, volumen 11, página 689). Así que, a diferencia de la Biblia, no se ha conservado la integridad de los textos homéricos, sino, como afirma el profesor Murray, se han difundido con grandes variaciones. Los poemas de Homero trataban de héroes y dioses guerreros que se parecían mucho a los hombres.

Hay pruebas de la influencia babilonia en la religión griega, y hasta se ha encontrado una antigua fábula griega que es casi una traducción literal de un original acadio.

A otro poeta, Hesíodo, probablemente del siglo VIII antes de la EC, se le atribuye la compilación de los muchísimos mitos y leyendas griegos. Los poemas de Homero y "la Teogonía" de Hesíodo formaron los principales escritos sagrados, o teología, de los griegos.

Cuando se examinan los mitos griegos, es interesante ver cómo la Biblia arroja luz sobre su posible, o hasta probable, origen. Como muestra Génesis 6:1-13, antes del Diluvio los hijos angélicos de Dios bajaron a la Tierra, materializándose en forma humana, y cohabitaron con atractivas mujeres. Produjeron una prole a la que se llamó "nefilim" o "derribadores", es decir, "los que hacen caer a otros". Como resultado de esta unión contranatural entre espíritus y humanos y de la raza híbrida que produjeron, la Tierra se llenó de inmoralidad y violencia. Al igual que otras personas de tiempos postdiluvianos, Javán, el progenitor del pueblo griego, habría oído hablar de los tiempos antediluvianos, pues era hijo de Jafet, uno de los supervivientes del Diluvio. Nótese a continuación lo que revelan los escritos que se atribuyen a Homero y Hesíodo.

Los numerosos dioses y diosas de los que hablaron tenían forma humana y una gran belleza, aunque estaban dotados de poderes sobrehumanos y a menudo se les representaba de gran tamaño. Comían, bebían, dormían, tenían relaciones sexuales entre ellos e incluso con humanos, vivían como familias, se peleaban y luchaban, seducían y violaban. Aunque supuestamente eran santos e inmortales, eran capaces de cualquier tipo de engaño y delito. Podían moverse entre la humanidad tanto de manera visible como invisible. Los escritores y filósofos griegos posteriores procuraron eliminar de los relatos de Homero y Hesíodo algunos de los actos más viles atribuidos a los dioses.

Estas narraciones probablemente sean un reflejo del auténtico relato de las condiciones antediluvianas que se halla en Génesis, aunque de una forma muy exagerada, adornada y distorsionada. Otra correspondencia destacable es que en las leyendas griegas no sólo hay relatos sobre los dioses principales, sino también sobre semidioses o héroes, cuya ascendencia era en parte divina y en parte humana. Estos semidioses tenían fuerza sobrehumana, pero eran mortales (Heracles [Hércules] fue el único al que se le concedió el privilegio de alcanzar la inmortalidad). Guardan una marcada similitud con los "nefilim" del relato de Génesis.

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Hércules luchando contra la "hidra" de Lerna.

Partiendo de esta correspondencia básica, el orientalista E.A. Speiser remonta el origen de la mitología griega hasta Mesopotamia (The World History of the Jewish People, 1964, volumen 1, página 260). Mesopotamia fue la región donde se edificó la ciudad de Babilonia y la tierra desde la que se dispersó la humanidad después de la confusión de las lenguas.

Los adivinos, por medio de quienes los dioses supuestamente revelaban lo desconocido, tenían muchos devotos. Los más famosos residían en los templos de Delos, Delfos y Dodona. Por cierta cantidad de dinero, las personas recibían respuestas a las preguntas que formulaban. Las respuestas solían ser ambiguas y los sacerdotes tenían que interpretarlas… El profesor G. Ernest Wright comenta que la astrología moderna nos llega, a través de los griegos, de las prácticas adivinatorias desarrolladas en Babilonia. (Arqueología bíblica, 1975, página 53). También fueron populares los santuarios donde se hacían curaciones.

Como los filósofos griegos se interesaban en las cuestiones elementales de la vida, sus puntos de vista influían en las creencias religiosas de la gente. Sócrates, un filósofo del siglo V antes de la EC, enseñó que el alma humana era inmortal. En "el Fedón" (64c, 105e) Platón pone en boca de Sócrates y de otros dos compañeros la siguiente conversación: ""¿Consideramos que la muerte es algo? […] ¿Acaso es otra cosa que la separación del alma del cuerpo? ¿Y el estar muerto es esto: que el cuerpo esté solo en sí mismo, separado del alma, y el alma se quede sola en sí misma separada de cuerpo? ¿Acaso la muerte no es otra cosa sino esto?" "No, sino eso" —dijo—". ""¿Es que el alma no acepta la muerte?" "No"." Sócrates continúa: ""Por tanto el alma es inmortal." "Inmortal""…».

NOTA:

En G029 (Generación espontánea), página 9, se explica que para cuando comenzaba a despuntar la cultura griega y su filosofía (hacia el año 776 antes de la EC, fecha de la celebración de de la primera olimpiada), la nación israelita, única depositaria del relato del Génesis (y, por tanto, de la verdad revelada acerca del alma o néfesch y de la auténtica condición de los muertos), se encontraba en franca decadencia en todos los sentidos. Si bien el relato sagrado fue muy atesorado por un cierto número de fieles sacerdotes (razón por la cual nos ha llegado prácticamente intacto hasta nuestros días), la total pérdida de la hegemonía nacional y cultural hizo que la información del Génesis palideciera en cuanto a relevancia en el pensamiento académico de las nuevas potencias intelectuales que se estaban fraguando, entre ellas, Grecia… No sería nada extraño que el vacío religioso generado por la mengua de la influencia hebrea, aunado a la efervescencia de las creencias paganas de los nuevos imperios y al auge especulativo de la filosofía griega, condujera en poco tiempo al surgimiento de doctrinas, escuelas y movimientos explicativos que, tomando el lugar del Génesis (o sea, suplantando implícitamente a la verdad revelada), intentaran dar respuestas convincentes a las preguntas fundamentales que se formula todo pensador competente: De dónde venimos, por qué estamos aquí y hacia dónde vamos.

Así, pues, la imperceptible o nula influencia del Génesis sobre las mentes de Grecia durante los siglos VIII a III antes de la EC, cuando se formó el pensamiento filosófico occidental clásico (Sócrates y Platón pertenecen a esta franja de tiempo), dejó sin guía fidedigna y revelada por el Creador a los constructores del pensamiento griego. El único peso que gravitó sobre ellos, un peso pesado sin duda, fue el deseo mental de supervivencia del cerebro intelectual, el fuerte deseo innato de trascendencia que posee alguna gente, la influencia engañadora demoníaca sobre el verdadero estado de los difuntos, el dolor irreductible que produce la pérdida de un ser querido en algunas personas, la idea preconcebida e irreal de que toda materia es corruptible y de que la mente es inmaterial e incorruptible o no perecedera, la influencia sutil del animismo infiltrado en la poesía y la religión griegas, etc.

En estas condiciones es fácil comprender por qué los filósofos griegos más destacados de la antigüedad optaron por afirmar que existe un alma inmortal en el caso del hombre, la cual se separa del cuerpo al tiempo de la muerte de éste y entonces se dirige hacia el mundo de los espíritus, o región donde habitan los dioses.

Platón.

En un artículo de Rafael Morla para la revista de filosofía EIKASIA, de fecha 14-7-2007, titulado PLATÓN DE ATENAS: VIDA E IDEAS PRINCIPALES, se expone:

«[Platón nació] en Atenas en el -427 y murió hacia el -347. Vivió 81 años, llevando por calificativo o apodo el sobrenombre de Platón (el de las espaldas anchas), pero su nombre originario fue Aristocles. Como miembro de una familia aristocrática, en la que su madre habría sido una discípula pitagórica, conjugó todas las condiciones para llegar a realizar una gran obra: inteligencia, larga vida y un propicio ambiente intelectual.

En la "Carta VII", confiesa haber tenido la intención de dedicarse a la política, pero la muerte de Sócrates después de un proceso injusto, lo lanzó a la arena filosófica. Su encuentro con Sócrates, cuando apenas tenia 20 años fue el acontecimiento capital que definió su vocación filosófica. Nunca se apartó de la actividad política, pese al juicio crítico [y despectivo que hizo] sobre ella.

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Sócrates no sólo influye sobre Platón con sus magníficas ideas filosóficas, sino que su vida ejemplar y la valentía con que afrontó la muerte se convirtieron en acontecimientos fuertes, que lo estremecieron desde los pies hasta la cabeza. Será siempre un asunto en discusión aquél que encierra la pregunta siguiente: ¿Qué influyó más sobre Platón, las ideas socráticas, o la vida ejemplar del maestro Sócrates?

Refiriéndose a Platón, Jean Brun escribe: "el acontecimiento capital que decidió su vida fue la condena a muerte de Sócrates, a tal punto que puede decirse que la muerte del maestro ha tenido para el desarrollo del pensamiento de Platón, una influencia más grande que la enseñanza recibida por el". Dicha influencia la encontramos plasmada en los "diálogos" (Criton, Apología), donde se va diseñando la imagen del Sócrates virtuoso y del ciudadano apegado a los valores.

Hay en Platón una separación entre cuerpo y alma, entre lo pasional y racional. El cuerpo es visto como la cárcel del alma, el portador y generador de las pasiones, que impiden con frecuencia al hombre llevar una vida virtuosa y alcanzar la verdad en este mundo. Y es en este ámbito que tiene cabida el concepto de filosofía como preparación para la muerte, o como una eterna huida de la carne o de lo sensible en general.

Platón asume, en este punto, una serie de ideas propias de la tradición: Inmortalidad y trasmigración del alma, a través de sucesivas reencarnaciones, su situación de esclavitud con relación al cuerpo. Estas ideas son de factura oriental y las encontramos en otros pensadores griegos, Pitágoras y Empédocles, quienes de conformidad con sus ideas llevaron a una vida ascética, sometida a permanentes purificaciones, a fin de alcanzar la limpieza de espíritu y llevar una vida virtuosa y alejada de los apetitos "mundanos".

En el diálogo Fedón, se postula la tesis de la inmortalidad del alma y su propia existencia, antes, durante y después de la muerte. Lo importante es el juego dialéctico y de creación, que Platón produce al vincular la inmortalidad del alma con la otra tesis de que la ciencia no es más que una "reminiscencia", algo así como que conocer es recordar, en virtud de que el alma, antes de adoptar el ropaje del cuerpo, estuvo en contacto con las cosas (esenciales) en el mundo suprasensible.

El alma (inmaterial e invisible) por oposición al cuerpo (material y sensible) tiene ya en Platón (lo que puede asumirse como una herencia socrática) una dimensión cognitiva, racional e intelectual, que le permite "examinar las cosas por sí mismas", dirigirse a lo "puro, eterno, inmortal, inmutable".

Antes de cada ser humano nacer o venir al mundo el alma (inmortal) que está dentro del cuerpo (mortal) existía, así como las ideas o géneros supremos (que Platón llama "adornos" del alma). De aquí concluye el pensador ateniense que hemos tenido conocimientos antes de nacer, es decir, que el saber es innato en cada persona. Platón se revela así como precursor de todas las manifestaciones de innatismo e iluminismo que encontraremos en las filosofías medievales y modernas.

¿Qué es "saber" para Platón? Platón, por boca de Sócrates, contesta con dos preguntas: "¿Es otra cosa que conservar la ciencia que se ha recibido y no perderla? Y olvidar, ¿no es perder la que se tenía antes?".

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De aquí el oficio de partero, de aquél que asiste o ayuda a las personas a que alumbren las ideas que el alma lleva dentro. La "mayéutica" se realiza en un juego dialéctico de preguntas y respuestas, cuyo propósito final es hacer que la verdad brote en toda su fuerza y pureza de la morada, en la que habita, desde aquel momento en que el alma avistó el verdadero ser de las cosas, en aquel mundo imaginario llamado por Platón "inteligible"».

Conclusión.

¿Qué indujo a los filósofos griegos de la antigüedad a creer en la inmortalidad del "alma" humana?

¿Cuáles fueron las causas de que Platón adoptara la creencia filosófica de la inmortalidad inherente del alma humana?

Centrémonos en Platón, uno de los tres filósofos más relevantes de la Grecia antigua y quizás el máximo exponente de la inmortalidad del alma, del siglo IV antes de la EC. En su descripción de la muerte de su maestro, Sócrates, se revelan convicciones muy parecidas a las que albergaban los celotes de Masada siglos después. Como apunta el erudito Oscar Cullmann, "Platón nos muestra cómo Sócrates, con una calma y una serenidad absolutas, va al encuentro de la muerte. La muerte de Sócrates es una muerte hermosa. El horror está completamente ausente de ella. Sócrates no podría temer la muerte, puesto que ella nos libera del cuerpo. […] La muerte es la gran amiga del alma. Así lo enseña y así es como muere, en admirable armonía con sus enseñanzas" (Revista LA ATALAYA del 1-8-1996, página 6, publicada en español y otros idiomas por la Sociedad Watchtower Bible And Tract).

¿Cuán fuerte fue el impacto de Sócrates, como preceptor, sobre Platón? ¿Hasta qué punto Platón estaba impregnado de la creencia en la inmortalidad del alma humana y hasta qué grado le quedó confirmada dicha creencia con la singular muerte de Sócrates?

El folleto ¿QUÉ NOS SUCEDE CUANDO MORIMOS?, impreso en 2006 por la Sociedad Watchtower Bible And Tract, en su página 5, expone:

«Un erudito y maestro de 70 años de edad es acusado de impiedad y de intentar corromper las mentes jóvenes con su enseñanza. Aunque hace una defensa genial ante el jurado, éste lo declara culpable y lo sentencia a muerte, pues está predispuesto en contra de él. Apenas unas horas antes de su ejecución, el anciano maestro presenta a los alumnos congregados a su alrededor una serie de argumentos para corroborar que el alma es inmortal y que no hay que temer a la muerte.

El condenado es nada menos que Sócrates, renombrado filósofo griego del siglo V antes de la EC. Platón, uno de sus discípulos, registra estos incidentes en sus escritos "Apología" y "Fedón". Se considera que Sócrates y Platón fueron de los primeros en proponer la idea de la inmortalidad del alma. Pero ellos no la inventaron.

[Las] raíces de la doctrina de la inmortalidad humana se remontan a tiempos más antiguos. Sócrates y Platón, sin embargo, pulieron el concepto y lo transformaron en enseñanza filosófica, haciéndolo así más atractivo para las clases cultas de su día y del futuro.

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Los griegos anteriores a Sócrates y Platón también creían que el alma sobrevive a la muerte. Por ejemplo, Pitágoras, el famoso matemático del siglo VI antes de la EC, sostenía que el alma es inmortal y que transmigra. Antes de él, Tales de Mileto, el más antiguo filósofo griego conocido, alegó que poseían alma inmortal no sólo los hombres, los animales y las plantas, sino también objetos tales como los imanes, ya que éstos pueden mover el hierro. Los antiguos griegos afirmaban que las almas de los muertos cruzaban en barca el río Estigia para entrar en una inmensa región subterránea conocida como "el reino de los muertos". Allí las almas eran sometidas a juicio y, o bien se las sentenciaba a sufrir tormento en una prisión de murallas altas, o bien se las destinaba a la felicidad absoluta del Elíseo».

NOTA:

La revista LA ATALAYA del 1-9-1990, página 4, dice que los griegos explicaron la creencia en la inmortalidad del alma en términos filosóficos: «Se dice que Sócrates, famoso filósofo griego, dijo: "El alma […], si sale pura y no lleva consigo nada que pertenezca al cuerpo […], se va a lo que se asemeja a ella, a lo invisible, divino, inmortal y sabio, y al llegar allá es feliz, queda libre del error, la insensatez y el temor […] y de todo otro padecimiento humano, y […] vive en verdad para siempre con los dioses" (Phaedo, 80, D, E; 81, A)».

 

 

Autor:

Jesús Castro