La deontología aplicada: La Teoría de la Evolución y el SIDA como paradigma evolutivo
Enviado por Felix Larocca
- Tres hombres de ciencia excepcionales coinciden en el mismo período de la historia, transformándola
- El instinto moral y por qué nos importa
- La clavija o "switch" de la moralización
- El Dilema del Tranvía
- ¿Una moralidad universal?
- La genealogía de los comportamientos morales
- El SIDA: Prototipo paradigmático y ciego de la Evolución de las Especies
- En resumen
- Bibliografía
"Si nosotros deseamos vivir una vida genuinamente moral, primero debemos comprender qué clase de animal somos. "(Robert Wright en The Moral animal.)
Deontología (del griego d??? "debido" + ????? "tratado"), término introducido por el anglosajón Jeremy Bentham — Deontology or the Science of Morality, en 1834 — Con este término se hace referencia a la rama de la Ética cuyo objeto de estudio son los fundamentos del deber y las normas morales. Se refiere asimismo a un conjunto ordenado de mandatos y obligaciones de comportamiento que comparten los profesionales de una determinada disciplina.
La deontología es conocida también bajo el nombre de "Teoría del deber" y junto con la axiología es una de las dos ramas principales de la Ética normativa. Aunque Bentham, erróneamente opuso, durante su vida, la noción, hoy establecida de la existencia de una Ley Natural.
Esta lección persevera con el tema del entendimiento de las ordenanzas que rigen nuestras actividades y responsabilidades sociales y que modulan nuestras consciencias, con atención especial a la aplicación de la Ley Natural y del principio de la moralidad humana como pulsión instintiva y adaptiva, en el sentido darvinista.
Ley Natural.
La razón para esta proposición, continúa siendo el hecho de que, todavía no se han satisfecho con exactitud, las causas y el significado que fundamentan nuestros atributos morales e intelectuales usando la perspectiva de la Teoría de la Evolución. La única que se arriesga a tratar de explicarlas como comportamientos esenciales para nuestra supervivencia harmoniosa como especie.
El instinto moral desde el punto de vista de Darwin
Darwin nunca demostró estar satisfecho con el concepto de su propia orientación ético filosófica, o religiosa, porque, no estando instruido en las ciencias genéticas, carecía de esta importante herramienta para establecer lo que fuera transmitido por el ADN y qué senderos — lo que no fueran diversificaciones físicas sino psicológicas — seguirían. Por esta razón nunca propuso la noción de que los atributos morales estaban fundamentados en la evolución adaptiva.
Como resultado y, por gran parte de su existencia Darwin, dudaba de, y, a la vez, afirmaba, la posibilidad de un orden divino al que él obedeciera, y en el que creyera cuando fuera hombre joven. El sabio condenaba la pobreza, la esclavitud, y detestaba el comportamiento de algunos animales que, como la avispa parasítica ichneumonidæ, consume desde adentro hacia afuera a ciertas orugas. Esta conducta, una vez, él escribió, lo hacía dudar en la existencia de una divinidad — asunto que hoy la epigénesis y la neurociencia pueden explicar sin mayor dificultad. (Véanse mis ponencias al respecto).
Pero, dilema este último, que representa uno que aún confronta a muchos científicos en el presente.
Tres hombres de ciencia excepcionales coinciden en el mismo período de la historia, transformándola
Por serendipia o por resultado de la aplicación del principio antrópico — que la Naturaleza, entendemos, nos impone. Cuando Darwin publicara El Origen de las Especies en el año 1859, este trabajo fue afectado, aunque de manera circunstancial e indirecta, por las publicaciones de dos de sus ilustres contemporáneos anglosajones: Samuel Smiles, autor de Self-Help (Autoayuda) y por John Stuart Mill, autor de On Liberty (Sobre la Libertad).
Las influencias en Darwin, ejercidas por Smiles y Mill
Autoayuda.
Smiles, en su libro Self-Help, no proponía, de manera especial, un autoanálisis de los sentimientos propios del individuo, sino que en esencia predicaba la aplicación metódica y estricta de un compendio de las virtudes victorianas características de la época: civilidad, integridad, industria, perseverancia, y por encima de todo, un autocontrol implacable.
Página siguiente |