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La competencia empresarial como fundamento para el desarrollo de la empresa cubana


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    La competencia empresarial como fundamento para el desarrollo de la empresa cubana: Retos y perspectivas

    No han sido pocos los tratadistas burgueses que han estudiado el tema de la empresa, así como su ubicación en lo más alto de las esferas económica y jurídica, analizando el lugar que ocupa en el ámbito jurídico mercantil, sus relaciones con el mercado, la competencia, los precios, la libertad de mercado, y con un sinnúmero de instituciones de carácter económico financieros, que ha socavado en la actualidad la naturaleza de la misma, así como su capacidad para mantenerse a flote ante las crisis de carácter cíclico que sufre el sistema capitalista.

    Por otra parte, los estudiosos socialistas, han analizado la empresa estatal, así como sus relaciones dentro del marco del desarrollo económico y social del período que corresponde a una revolución de carácter socialista, y su tránsito al período más alto del desarrollo integral de cualquier nación, ya sea en el ámbito social, económico, financiero, cultural.

    Desarrollaremos nuestro trabajo, basados en la realidad social que impera en el mundo de hoy, de forma tal, que sea meritorio su tratamiento, y válida su comprensión por parte de los operadores del Derecho en nuestro país. Asimismo, nos guiará en el desarrollo del mismo los 50 años de Revolución que hemos disfrutado en Cuba, las experiencias y conclusiones a las que podríamos llegar sobre el desarrollo y estado actual de la empresa cubana, así como sus reales posibilidades de desarrollo dentro del propio marco nacional, con vistas no solo a lograr su superación, sino también a obtener un producto o servicio de mayor calidad para el ciudadano cubano. No es falso que ha sido entendido por muchos, que el sistema socialista es contrario a todo cuanto pueda venir del capitalismo. Soy de la opinión que no existe un sistema mejor que otro, no es el socialismo mejor que el capitalismo, sino superior, donde la ideología se transforma de forma tal, que hace mejor la convivencia humana dentro de los principios y las bases que defiende. Pero tanto el capitalismo como el socialismo tienen sus elementos defendibles, y sus posiciones encontradas dentro de la tutela del propio sistema. No en vano el sistema burgués ha logrado mantenerse en el dominio de los sistemas políticos mundiales, durantes siglos.

    La competencia, como categoría principalmente económica, y burguesa, ha sido desprovista de su lugar en el sistema social socialista, entendiéndose contraproducente y ajeno a su naturaleza, quizás identificada con la posición marxista de que "…allí donde domine la propiedad privada sobre los medios de producción, actuarán las leyes de la explotación, de la lucha de clase y de la competencia…"[1] concepciones, a nuestro parecer erradas e injustificadas, y en la actualidad obsoletas y caducas. Se ha ido comprendiendo poco a poco por el estado socialista, que es imposible navegar en un sistema económico y mercantil internacional, caracterizado e identificado por la competencia, lográndose implementar políticas que desplegaron tal categoría en el ámbito de la empresa cuyo objeto social se refería más al comercio exterior.

    Fue en Francia, por los años 1789, donde se destacó y promovió el pensamiento burgués de la época, que trajo consigo una profunda transformación en el orden socio económico y político que repercutió en el orden jurídico. Este proceso trajo consigo enorme influencia para el Derecho Mercantil. En este sentido, la independencia fue bandera de todas las actividades, y el espíritu capitalista se alimentó con el libre ejercicio de la actividades económicas, ya con la supresión del intervencionismo, ya con el libre acceso a los medios de producción, o bien ya con una concepción egoísta de la riqueza.

    Por esa vía, el sistema económico se montó sobre los principios de libertad de industria y de comercio, que dieron paso a mediados del siglo XVIII a la Revolución Industrial. Fue este período la que ubicó a la empresa en el centro de la organización productiva. Hacia 1807, con la promulgación del primer Código de Derecho Mercantil, se materializaba una nueva organización del mercado, de la industria, así como las reformas al comercio, determinando inevitablemente el nacimiento de la empresa. Es así como para este entonces, la plataforma para el progreso de la empresa estaba afirmada, su intervención y dominio del mercado, y la lucha implantada dada por la competencia y los precios, consolidaron aun más su componente medular, el lucro, y la obtención ilimitada de ganancias[2]

    Muchos han emitido definiciones sobre el qué entender por la empresa. Mossa, la definió como "…el organismo formado por la aportación del capital y trabajo"[3]. Indudablemente una concepción burguesa de la empresa, identificándola y confundiéndola con la concepción de Derecho Mercantil que diera Wielan[4]y que la liaba con los actos del comercio. Para ambos la empresa era la médula del ambiente económico subordinado al Derecho Mercantil, así como el centro del sistema jurídico.

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