Ciertos animales y plantas no atraviesan esta barrera geológica, la foránea palmera datilera no se desarrolla con vigor más allá de la falla. En el suroeste, la víbora del desierto, serpiente propia de la región etiópica, no se presenta al norte de la falla.
Los límites meridionales también son de difícil definición, en esa región toda la lluvia cae en verano y el clima desértico es más tropical que mediterráneo. Las temperaturas son mucho más elevadas y, como consecuencia, es bastante más intensa la evaporación. La frontera meridional más lógica es la zona donde aparece por primera vez la típica vegetación de la región subdesértica sudanesa.
En el Sahara existen tres tipos principales de terrenos desérticos: los ergs, los regs y las hamadas. Los ergs son enormes extensiones de dunas arenosas, como el desierto de Libia o el Gran Erg Occidental. Los regs son llanuras horizontales que se extienden en todas direcciones con la superficie constituida por arena gruesa, grava o piedras azotadas por el viento. Y las hamadas son altiplanicies cortadas por ríos secos, con su superficie plagada de piedras.
Las hamadas representan el origen de los otros dos. En el oeste del Sahara existen varios macizos montañosos de grandes dimensiones, las últimas estribaciones del Atlas, el Gran Macizo Hoggar, las aisladas masas del Tibesti y las mesetas y cordilleras menores como las de Air y Tassili. Las cumbres más elevadas de estas cordilleras desérticas, fueron atacadas por la erosión durante larguísimo tiempo, períodos geológicos enteros, de modo que las rocas se alzan como esqueletos desnudos. Las laderas inferiores forman extensas planicies que son las hamadas y, a menudo son tan extensas y llanas que dificilmente se advierte que son de gran altitud.
Las escasas lluvias del desierto caen sobre la región montañosa con más frecuencia que sobre las tierras bajas y llanas. Cuando llueve sobre una hamada, el agua no penetra en el suelo, tampoco existe una densa vegetación que impida que fluya, el agua entonces se desliza como por el tejado de una casa, introduciéndose primero en las gargantas de pequeñas corrientes de agua, y luego en valles mayores, donde arrastra consigo gran cantidad de piedras y barro. A veces, el agua descargada por una lluvia torrencial, llega a una de las depresiones cerradas del Sahara en forma de devastadora riada. El deslizamiento nunca llega a ser el ciento por ciento pero el agua resbala por la hamada casi por completo.
A lo largo de muchísimo tiempo, el resultado de tales tormentas son los regs. Las corrientes de agua desembocan en depresiones cerradas, en un terreno casi plano, donde se extienden, depositándose su carga de barro en capas que se amontonan obstruyendo la inundación. Entonces el río busca un nuevo lecho, esparciendo su carga de lodo por otros lugares, Los estratos de barro depositados por estos torrentes desérticos, a lo largo de grandes períodos de tiempo, acaban formando enormes extensiones llanas que son los regs.
El viento empieza a actuar, azotando la uniforme superficie del reg y no viéndose detenido por vegetación alguna, ni siquiera por relieves físicos. En primer lugar es eliminado el polvillo fino y luego la arena, que es posible se acumule en algún otro lugar; pero los cantos rodados y las grandes piedras se quedan donde los dejó la riada. Con el tiempo se forman las extensiones plagadas de piedras y desprovistas de todo relieve, característica de los regs que, con frecuencia, reciben el nombre de "pavimento del desierto".
Los ergs son grandes extensiones de dunas arenosas y representan el resultado de la descomposición de los regs y de su erosión, llevada a cabo principalmente por el viento. En el transcurso de muchísimos años, las piedras más pequeñas de los regs se desintegran formando arena que después es arrastrada por el viento. Como el propio reg es una depresión cerrada, la arena arrastrada por el viento no puede escapar, se deposita en ciertas zonas según las direcciones predominantes por el viento.
El mayo de todos los ergs es el Desierto de Libia. Desde la cima de una duna se divisa una gran extensión de ondulados montículos de arena que parece carecer de límites.
Cada erg está formado por dunas separadas por terrenos desnudos. Los "sifs" o sables son crestas largas y curvadas de suave pendiente frente al viento y de pendiente movil, abrupta y casi imposible de ascender por el lado opuesto. Pueden también combinarse varios tipos de dunas simples para formar masas compuestas, denominadas "dunas estrelladas" por la forma que toman al unirse.
Las dunas geológicamente jóvenes son blanquesinas, siendo doradas las más antiguas. En éstas últimas, cada uno de los granos de arena ha tenido suficiente tiempo para oxidar los compuestos de hierro que posee y de ahí es que toman este color.
Algunos de los ergs del Sahara son de origen relativamente recientes siendo el resultado de la descomposición de regs que fueron formadas por enormes ríos que descendían de las tierras altas, en los períodos pluviales del cuaternario, coincidentes con las glaciaciones. Las hamadas, posteriormente, se vieron sometidas a un clima más húmedo, floreciendo sobre ellas la estepa, con hierbas perennes, jirafas, antílopes, elefantes y grandes rebaños de animales domésticos. Pero muchos otros ergs son más antiguos.
El desierto de Libia es un viejo erg en avanzado estado de descomposición. En los ergs jóvenes, resultantes de las riadas del Cuaternario, los cursos de los ríos que los originaron pueden seguirse con mayor o menor exactitud. En todo caso, el antiguo río da lugar a un oasis. Pero en el desierto de Libia no hay trazas de antiguos cursos de agua, encerrando pocos oasis; estos hechos indican que el desierto de Libia es mucho más antiguo que otros ergs del Sahara.
También existen ergs que podrían llamarse "ergs fósiles" que consisten simplemente en antiguas dunas cementadas, que probablemente se formaron durante el Silúrico, por un proceso muy parecido al de los ergs de los ríos del Cuaternario.
El clima del Sahara ha sido el de un desierto durante muchísimo tiempo, con un marcado período evolutivo durante las épocas geológicas recientes. En los períodos glaciares del Cuaternario, el Sahara gozó de un clima relativamente húmedo por razón del deslizamiento de las aguas.
Los restos de coníferas y algunos arbustos son la prueba de la llegada de las plantas mediterráneas hasta esas regiones. En aquellos días el clima de las alturas redujo la gran barrera del desierto a extensiones relativamente pequeñas. La flora y fauna mediterránea pudieron avanzar hacia el sur y la del Sudán pudo extenderse hasta el norte.
Hay gran número de ríos fósiles, como por ejemplo el Wadi Saoura, que nace en el Atlas y es alimentado por el Wadi Guir procedente de Marruecos, confinado entre paredes rocosas, el Saoura penetra profundamente en el desierto. Sus aguas descienden con violencia, al menos una vez al año y aunque no está completamente seco, su fin está próximo.
El gran Erg Occidental, o Erg de Gourara, es un mar de dunas formado por la descomposición del reg cuaternario originado por el Sauora. Hacia el fin de su curso, el Saoura, cuyo lecho está marcado por las palmeras datileras que crecen en él, corre casi en línea recta entre el borde de este erg y una línea de farallones.
El Saoura es lo suficientemente vigoroso como para despejar de vez en cuando el lecho por el que corre, atravesando su propio erg, pero llegará un día, si sigue adelante la desecación, en que el erg avanzará aún más lejos e interceptará también el curso del río. Entonces éste se verá forzado a fluir hacia otros lugares, o tal vez resulte capturado por el valle de otro río.
Este fenómeno de captura de las aguas de un río llevado a cabo por otro, es muy significativo en el Sahara. Un río de poderosa corriente que se dirija hacia el mar, ocasiona en el terreno una erosión más intensa que la de un río débil que muere en una depresión cerrada. Como consecuencia, el río vigoroso puede echar abajo el borde de la depresión capturando el agua de otro río.
En el desierto podemos encontrar pequeñas zonas provistas de agua y zonas muchas mayores desprovistas de la misma. Los pocos ríos superficiales del Sahara, a excepción del Nilo, nacen en las montañas del Atlas y fluyen hasta ser absorbidos por las arenas del desierto. Pero existen también importantes zonas húmedas llamadas oasis, de los que dependen buena parte de los seres vivos del desierto.
Un oasis es un lugar en el que hay agua permanente, procedente de fuentes o pozos. Suelen estar plantados con bosques de palmeras datileras pero en los más fértiles también crecen otros árboles frutales e incluso se dan cosechas.
Además de los verdaderos oasis, que son lugares habitados y con cultivos permanentes, en el desierto también se dan charcas temporales. Se presentan en el fondo de las depresiones cerradas, principalmente entre dunas de arena o zonas de cantos rodados y rocas. Si el agua de una depresión es dulce, es índice del fluir subterráneo de un río fósil, y la depresión se denomina "daya". Si es salada indica que algún río fósil ha llegado a su depresión final.
Contrastando con los oasis, existen grandes extensiones que carecen por completo de agua. La mayor parte de ellas, en la zona meridional del centro del Sahara, reciben el nombre de "tanezfouft" o tierras de la sed. El gran tanezrouft se extiende durante cientos de kilómetros y en todo el Sahara se hallan zonas parecidas aunque menores.
Los animales y plantas que viven en el desierto se dividen en dos tipos: los que pueden vivir únicamente en las proximidades del agua y aquellos que pueden subsistir en pleno desierto. No hay lugar en el Sahara que se halle completamente desprovisto de agua, de modo que no hay lugar que carezca de todo tipo de vida.
En el desierto las plantas no solo tienen que luchar contra la dificultad de procurarse la humedad necesaria para vivir sino que tienen que defenderse también contra animales movidos por el hambre y que tienen una gran necesidad de agua.
La lluvia suele caer en forma de grandes tormentas, separadas por intervalos muy largos, parte de su agua va a parar a las depresiones de los ríos, humedeciendo a los viejos depósitos de barro y arena donde pueden vivir arbustos y árboles perennes. Lejos del lecho principal, pero en lugares donde hay todavía algo de humedad, con frecuencia crecen acacias. En los límites meridionales del Sahara, condiciones parecidas dan lugar a filas de palmeras egipcias y palmeras de espinos. Pero éstas no son las verdaderas plantas del desierto. En el interior del propio desierto sorprende la ausencia casi absoluta de vida vegetal, en esto el Sahara se diferencia de los desiertos de América del Norte donde se da una vegetación relativamente abundante de cactus y otras plantas.
Las plantas perennes que sobreviven de un año para otro, poseyendo parte verde que sobresalga del suelo, pueden retener cierta cantidad de agua en sus tejidos, cosa que logran sea almacenando agua en un bulbo o en la raíz subterránea o bien reduciendo la transpiración o revistiéndose de una superficie pilosa, espinosa o rugosa y creciendo pegadas al suelo para escapar de los vientos.
El otro problema fundamental con que se enfrentan las plantas del desierto es el de evitar ser comidas. Para protegerse de los animales, las plantas perennes suelen ser espinosas o repulsivas, o presentan ambas propiedades a la vez. En realidad toda la vegetación del desierto suele tener un olor repulsivo, un sabor amargo o están cubiertas por espinas.
Cuando estalla una de las escasas tormentas del desierto, millones de semillas que se han mantenido en vida latente durante años, germinan al unísono dando lugar a vistosas plantas con hojas y flores. Florecen en un intervalo muy corto, dejan caer sus semillas y se marchitan. Ante las lluvias siguientes, las nuevas semillas perpetuarán la especie del mismo modo, en realidad no son anuales pues la lluvia no cae cada año, por eso se llaman efímeras, por la brevedad en que florecen y desaparecen.
En cuanto a los animales, las aves y algunos de los grandes mamíferos se valen de su movilidad para solucionar sus problemas. Por ejemplo, las gacelas, que son los verdaderos animales del desierto, viven principalmente en las zonas altas aunque pueden vivir igualmente entre las dunas. Éstas no pueden existir indefinidamente en el desierto, precisan tener acceso a los pastos que se dan en torno a las riberas de los ríos desérticos, charcas ocasionales, o zonas en que la humedad subterránea es suficiente para mantener cierta vegetación. Para lograr alcanzar estas zonas, sus grandes partes y ligeros cuerpos les posibilitan desplazarse con gran rapidez, economizando el agua. Son nómadas al extremo y no beben por regla general.
Las aves del desierto tienen otra ventaja sobre los mamíferos, ambos tienen que evaporar agua de su cuerpo para enfriarlo, pero la temperatura de las aves es relativamente alta, más alta que la de la mayoría de los mamíferos. Cuando las temperaturas al sol llegan a ser extremas, las aves buscan la sombra de los arbustos y de las rocas, saliendo a anidar en los agujeros y en las grietas, evitando así las temperaturas superiores a las de su cuerpo. Además, las aves pueden extraer más agua de sus productos de desechos del cuerpo que los mamíferos ya que no orinan ni producen ningún tipo de leche.
A pesar de estas ventajas, no son muchas las aves que se encuentran a gran distancia del agua en el desierto. Entre las más conocidas se encuentran dos especies de alondras, así como los corredores, halcones y búhos reales.
Los peores problemas son los que deben afrontar los grandes animales, que tal vez posean gran movilidad, pero que son demasiados grandes para que les resulte práctico excavar un agujero en el que ocultarse ni tampoco le es posible meterse en las grietas como lo hacen los roedores y los reptiles, sino que se ven obligados a evaporar agua para enfriarse durante el día. De estos grandes animales salvajes, el más digno de mención es el adax.
Los adax viven en grandes extensiones arenosas, incluso en el mismo corazón de un erg. Como precisan agua muy de cuando en cuando, pueden habitar zonas que carecen de ella y tienen grandes pezuñas que les posibilita desplazarse por las dunas de arena suelta pero suspendiendo durante la porción más calurosa del día.
Por otro lado tenemos a los camellos, los cuales no son originarios del Sahara sino que fueron introducidos por el hombre procedentes de Asia, dentro de los últimos dos mil años. Pueden pasar largos períodos de tiempo sin agua y la temperatura de su cuerpo puede variar , no solo puede elevarse unos tres grados durante el día sino que también puede descender durante la noche y, mediante esta forma, son capaces de conservar el calor evitando la excesiva exudación durante el día. A esto contribuye su gruesa capa de pelo, o de lana, que aisla su piel y hace que el cuerpo se mantenga fresco, además de posser una habilidad extraordinaria de extraer agua de otras partes de su cuerpo.
Autor:
Mirta E. Mazzotta
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