A pesar de sus diferentes metodologías, la manipulación del tiempo siempre se da con un mismo motivo: hacerlo infinito.
Pero, por otro lado, si tenemos en cuenta la obra "El Inmortal", otros podrían decir que la eternidad solo conduce a perder las ganas de vivir la vida, de disfrutar cada momento y de hacer cosas nuevas. Recordemos aquel inmortal que simplemente dejaba que un pájaro anidara en su pecho: si nos ponemos aunque sea por un segundo en su lugar, sería muy lógico que nos hiciéramos preguntas como ¿para qué hacer algo ahora si tengo toda la eternidad para hacerlo? En el estado de este inmortal se ve reflejada una persona para la cual la vida ya no tiene sentido. Tal vez porque ya ha hecho todo lo que quiso o tal vez debido a la insignificancia que tiene el tiempo para él ya que sabe que vivirá eternamente. De cierto modo, en esa imagen Borges deja translucir su miedo ante la posibilidad de ser eterno.
A pesar de esto, en este mismo cuento se expresa que un hombre con una vida eterna puede ser todas las personas mortales existentes en la historia de la humanidad. Es decir que en una sola vida inmortal se puede hacer todo lo que millones de personas por separado han hecho. Es por esto que un inmortal hace la siguiente reflexión: "…es imposible no haber escrito la Odisea…". Esto implica que para él un ser eterno, sea quien sea, puede haber escrito una obra de este nivel de genialidad. A raíz de esto, podemos concluir que, a pesar del miedo que la eternidad le produce, Borges se siente fuertemente atraído por ella.
"El personaje ha perdido su identidad y como todo hombre puede ser todos los hombres y a la vez nadie. Ser inmortal es haber perdido identidad y por lo tanto, los límites que el tiempo impone al hombre. Borges crea ésta, como otras ficciones, para que podamos descubrir nuestra finitud. "Soñamos con el infinito, pero de alcanzarlo -en el espacio y en el tiempo, en la memoria y en la conciencia– nos destruiría. El límite se convierte en dádiva, en don. Es todo lo que Borges nos ofrece: el descubrimiento alborozado de la finitud, una mínima averiguación de la condición humana, que no es de orden especulativo sino que pertenece al orden de la vivencia." (Manuel Benavides. Cuadernos Hispanoamericanos, 505-507, p. 260-261.) Sabe que alcanzar el infinito nos aniquilaría porque los hombres estamos cercados por el espacio, el tiempo, el olvido y la muerte.
Este inmortal pues, pierde la identidad y pasa a ser todos y nadie, no tiene vida entretejida con memoria, no tiene recuerdo, carece de la "nostalgia" como viaje a nuestra interioridad. (…)
También el personaje de Borges se salva recobrando su mortalidad. (…)
Borges llega a la eternidad, o concentra años en un minuto, o dilata un segundo en años, pero son juegos que tiene el intelecto y que no tienen la intención de evitar la muerte que puede ser tiempo y eternidad a la vez, porque Borges desde una muerte interior contempla el final de su vida: "Espacio y tiempo ya me dejan"…"(Cecilia Ibarra; Borges, la eternidad; http://sololiteratura.com/bor/borlaeternidad.htm)
Aquí vemos claramente la concepción que Borges tiene acerca de la eternidad. No cree que sea una existencia que se extienda infinitamente a través del tiempo, sino que piensa que se trata de poseer cada instante del tiempo simultáneamente. Aquella infinita existencia provoca la pérdida de los valores humanos debido a que somos concebidos dentro de un mundo con determinadas características, entre las cuales está la finitud. Si una de estas características se ve modificada, definitivamente el individuo va a ser transformado. Cuando el hombre es librado a la infinitud, pierde una de sus características más fundamentales y, como Cecilia Ibarra lo diría: "es aniquilado".
"La ironía tiñe los pasajes del texto en que descubrimos cómo la nación de los inmortales se ha convertido, mediante un hábil y clarísimo tirón de descenso del concepto sublime y prestigioso del hallazgo de la inmortalidad, en una tribu, la de los trogloditas, que han olvidado no sólo la validez o aplicación de cuantos conocimientos adquirieron a lo largo de su dilatada e infinita existencia, sino incluso la capacidad de articular el lenguaje: el don de la palabra, la morada del ser que ha dejado, paradójicamente, a los inmortales sin morada humana." (Vicente Cervera Salinas, Las horas y los siglos de Borges, http://www.hum.au.dk/romansk/borges/bsol/cerver.htm)
"Porque yo creo que la inmortalidad personal no es menos creíble que la muerte: ¡las dos cosas son increíbles! El hecho de que alguien perdure más allá de la terminación de su cuerpo parece rara, pero también lo es el hecho de que alguien desaparezca finalmente." (Por Julio César Calistro, Borges, el eterno, entrevista realizada en Buenos Aires, en 1983)
Antes de seguir es necesario aclarar qué es exactamente la eternidad para Borges. Para él está claro que no es "una agregación mecánica del pasado, del presente y del porvenir", sino que "una simultaneidad de esos tiempos" (Historia de la Eternidad, 1936). El autor hace un resumen de la tesis platónica de la eternidad que la diferencia de la cristiana: "los individuos y las cosas existen en cuanto participan de la especie que los incluye, que es su realidad permanente" (Historia de la Eternidad, 1936). De esta forma podemos inferir que el tiempo está incluido en la eternidad y que por lo tanto si este dejara de ser parte de la eternidad, dejaría de existir así como los individuos y las cosas. Borges otorga gran responsabilidad a la eternidad:
"Es sabido que la identidad personal reside en la memoria y que la anulación de esa facultad comporta la idiotez. Cabe pensar lo mismo del universo. Sin una eternidad, un espejo delicado y secreto d lo que pasó por las almas, la historia universal es tiempo perdido, y en ella nuestra historia personal -lo que nos afantasma incómodamente."
Luego de citar un fragmento de su libro El idioma de los argentinos, en la que después de describir una serie de calles de su barrio, dice: "Me quedé mirando esa sencillez. Pensé, con seguridad en voz alta: Esto es lo mismo que hace treinta años…", decide dar un definición de lo que para él es la eternidad: "esa pura representación de los hechos homogéneos -noche en serenidad, parecita límpida, olor provinciano de la madreselva, barro fundamental- no es meramente idéntica a la que hubo en esa esquina hace tantos años; es, sin parecidos ni repeticiones, la misma". También desvaloriza al tiempo: "El tiempo, si podemos intuir esa identidad, es una delusión: la indiferencia e inseparabilidad de un momento de su aparente ayer y otro de su aparente hoy, bastan para desintegrarlo."
Claramente, nuestro escritor está describiendo que una situación se repitió exactamente idéntica a como había sucedido años atrás. Esto se relaciona con una temática a la que él suele hacer alusión: el tiempo cíclico. En Historia de la Eternidad, escribió un ensayo acerca de tres distintos modos de tiempos circulares. Por la concepción de eternidad que Borges esboza según lo citado anteriormente, él coincide con el modo Platónico de tiempo cíclico. Ese modo se justifica mediante la astrología:
"Esta ciencia, como nadie lo ignora, afirma que el destino de los hombres está regido por la posición de los astros. Algún astrólogo que no había examinado en vano el Timeo formuló este irreprochable argumento: si los períodos planetarios son cíclicos, también la historia universal lo será; al cabo de cada año platónico, renacerán los mismos individuos y cumplirán el mismo destino."
Algunos críticos cometen el error de confundir el modo de tiempo circular en el que se basan para analizar al Borges:
"Sin embargo, de todos los esquemas temporales, el preferido y el que se da con mayor frecuencia en sus narraciones es el tiempo cíclico o circular. En varios de sus ensayos Borges ha estudiado las vicisitudes de esa doctrina: desde su génesis pitagórica hasta la renovada comulación de Nietzsche. De todas las versiones del eterno retorno, la que Borges refiere es aquélla que considera que los ciclos que se repiten infinitamente no son idénticos sino similares." (Alazraki, Jaime, "el Tiempo", en: La prosa narrativa de Borges)
En el caso de Jaime Alazraki, se utiliza el modo que Borges asocia a Marco Aurelio. Este se basa en la "concepción de ciclos similares, no idénticos" a partir de dos ideas principales: "negar la realidad del pasado y del porvenir" y "negar (…) cualquier novedad" ya que "todas las experiencias del hombre son (de algún modo) análogas".
Lo que todavía queda por demostrar es por qué Borges es seducido por la eternidad si se ve tan claramente un desprecio por la vida infinita en "El Inmortal". Es probable que haya otra razón para que se sienta atraído a ella y podríamos decir que si bien es cierto que ésta le produce algún tipo de "miedo", lo que lo horroriza mucho más es el cambio. El cambio es inevitable y va de la mano del paso del tiempo. El cambio corroe al cuerpo y finalmente ataca a la mente. Si lo relacionamos con su vida real, él se fue quedando ciego poco a poco y cada cambio en su visión era para peor. Si lo buscamos en sus obras, él mismo dice en "El Aleph", a través de su personaje llamado Borges, que no hay nada peor que el cambio y que todo el universo puede cambiar, pero él no. También agrega que el universo es "incesante", mostrándonos que cada cambio es parte de "una serie infinita" y que por lo tanto no pueden ser evitados por ningún ser mortal. Borges, al no poder controlar el tiempo, sólo le queda optar por negar el cambio que este provoca ya que para evitarlo debería ser eterno.
"Cabe realizar otra operación mágica: anular el tiempo y regalarle la eternidad. Oponiendo tiempo y eternidad Borges ha dicho: "El tiempo es un problema para nosotros, un tembloroso y exigente problema, acaso el más vital de la metafísica; la eternidad un juego o una fatigada esperanza" (E, 9). (…) Pero este juego, al sustraer al hombre del ámbito cotidiano que es lo temporal, lo envuelve en una atmósfera de irrealidad intensa". (de Barrenechea, Ana María, "Desintegración del Tiempo", en: La expresión de la irrealidad en Borges).
En resumen, podemos decir que si Borges busca la eternidad, lo hace con el fin de evitar el cambio, el deterioro de su cuerpo y de su mente. Un cambio que se ve producido por el paso del tiempo y que lo aterroriza. Solo la eternidad le permitiría abolirlo ya que cuando el tiempo (cíclico para Borges) vuelve a pasar por una determinada circunstancia, ésta se esta viendo repetida, y no simplemente imitada. Al observar esto, Borges se siente poseedor del concepto de eternidad y a su vez desintegra al tiempo y lo somete a existir solamente en función de ella. Sin eternidad no hay tiempo, así como sin humanidad, no hay humanos.
Sin el paso del tiempo la vida no tendría sentido, y seríamos aniquilados, pero como no se lo puede controlar, los cambios que provoca nos impiden hacer todo lo que quisiéramos. Así es como nos vemos sumergidos en esta paradoja: ¿soportar la infinitud o sufrir los cambios provocados por el correr de las horas? De esta paradoja sólo escaparíamos si pudiéramos imitar al gato de "El Sur" y tuviéramos la habilidad de hacer infinito cada instante ya que el paso del tiempo es inalterable.
Bibliografía utilizada:
Alazraki, Jaime, "el Tiempo", en: La prosa narrativa de Borges,
Barrenechea, Ana María, "Desintegración del Tiempo", en: La expresión de la irrealidad en la obra de Borges, Buenos Aires, PAIDOS
Borges, Jorge Luis, "El Inmortal", en: Obras Completas, Buenos Aires, EMECé, 1981
Borges, Jorge Luis, "El Aleph", en: Obras Completas, Buenos Aires, EMECé, 1981
Borges, Jorge Luis, "El Sur", en: Obras Completas, Buenos Aires, EMECé, 1981
Borges, Jorge Luis, "Historia de la Eternidad", en: Obras Completas, Buenos Aires, EMECé, 1981
Calistro, Julio César, "Borges, el eterno", entrevista realizada en Buenos Aires, en 1983
Ibarra, Cecilia; Borges, la eternidad; http://sololiteratura.com/bor/borlaeternidad.htm
Salinas Cervera, Vicente, "Las horas y los siglos de Borges", en: http://www.hum.au.dk/romansk/borges/bsol/cerver.htm
Autor:
Silvina Marsimian
Franco Bottini
5to Año, 3ra División
2005
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