Descargar

Nicolás Infante Díaz (página 2)


Partes: 1, 2

El día 15 Marco Alfaro invitó al general Mariano Barona a celebrar una entrevista en el sitio "El Aromo", comprometiéndose este último a verificar un movimiento revolucionario en Babahoyo, que al no producirse, circunscribió el ámbito de la sublevación a la zona de Palenque y sus alrededores, donde los hermanos Justo y Nicolás Infante disponían de numerosa gente y caballos para iniciar la revuelta.

El 22 los Chapulos desconocieron el gobierno de Caamaño, nombrando a Eloy Alfaro encargado del mando supremo con la suma de facultades necesarias para ejercer el poder público y declararon vigente la Constitución de 1.878. Nicolás Infante fue designado Jefe de Operaciones en la provincia de Los Ríos. Ese día los revolucionarios entraron sin resistencia a Palenque.

El 23 pasaron el río Palenque a dos leguas de la población de Vinces, que tomaron por asalto a las cuatro de la tarde, haciéndose de gran cantidad de armas y municiones y como tuvieran noticias de que se estaba organizando una partida de hombres armados por el gobierno en Baba, con gente llegada de Guayaquil y reclutas de los contornos al mando de Eloy Montalvo, resolvieron regresar a Palenque, de donde siguieron hasta Balzar, que también tomaron sin mayor resistencia el día 26.

Estando allí los principales Jefes de la sublevación a Infante aconsejaron partir a Manabí, provincia en la que posiblemente encontrarían un mejor ambiente, pero como no quería abandonar a su familia, se negó a ello, perdiéndose la oportunidad de proseguir la lucha en un ambiente más favorable.

El día 27 emprendieron los Chapulos, con mala voluntad, la contramarcha a Palenque y llegaron al sitio la Breña, sobre el río Macul, a la caída de la tarde, tomando posiciones para que las fuerzas de Montalvo pudieran vadear el río. El 28 avanzaron a la Bolsa y se enteraron que numerosos veteranos, bien armados y montados acompañaban a Montalvo, que había ofrecido bailar sobre los cadáveres de los Chapulos.

Entonces Infante ordenó posesionarse a su gente del sitio Maculillo, que corre por entre las lomas cortadas por un estrecho camino que desciende al río, donde sorprendió el 8 de diciembre a los 70 soldados gobiernistas en el momento más inesperado para ellos, cuando se habían detenido a abrevar sus caballos. La victoria fue total pues el enemigo gobiernista fue diezmado sin defensa posible y aunque unos pocos contestaron los fuegos, terminaron por huir dentro de la montaña en el más completo desbande, siendo tomados prisioneros.

Entre tanto, Alfaro había fracasado en la madrugada del 6 de diciembre en las aguas de Balsamaragua y huía con otros revolucionarios a través de las montañas de Manabí y Esmeraldas hasta repasar la frontera con Colombia.

De allí en adelante, libres ya, las autoridades de Guayaquil de ese peligro, se dieron cuenta que necesitarían de un fuerte contingente armado para sofocar la revolución. El experimentado General Secundino Darquea aceptó la misión y pasó a la provincia de Los Ríos el 8 de diciembre con el ánimo de capturar a los Chapules. Aún entonces, ellos pudieron seguir a Manabí como era la voluntad de la mayoría, pero nuevamente el criterio de Infante se impuso y retornaron a Palenque, perdiendo algunos valiosos días en descansar, hasta el 11 de diciembre, que ocuparon la casa de la hacienda Piscano, propiedad de los Aspiazu (Pedro Aspiazu Cotoy su hijo José María Aspiazu Andrade).

Desde allí indagaron los movimientos de Darquea, hasta que en la tarde del 14 unos 40 revolucionarios fueron sorprendidos por las avanzadas enemigas, mientras tranquilamente almorzaban y tuvieron que retirarse casi en desorden. Tal fue la acción de la pampa de Piscano, que ha pasado a la historia como el comienzo del fin de esta revolución gloriosa, aunque en este encuentro mataron a 16 soldados gobiernistas, pero los restantes llegaron a Palenque.

A las seis de la tarde los derrotados llegaron a la hacienda Soledad de propiedad de Infante, donde este concibió el temerario plan de entrar a Palenque y dispersar a la caballada de Darquea, lo que se consiguió con ocho hombres solamente, en acción suicida, donde encontró la muerte el valeroso Manuel Cerezo. Dicho golpe de audacia produjo la reacción de los gobiernistas, quienes comisionaron a José Montero para que tomara el ganado de propiedad de Infante y arriara con él, contestando un golpe de guerra con una expoliación.

El 15 se enteraron los Chapulos del asesinato del Coronel Rafael Anda y de su asistente el Mayor Mariano Rendón, quienes habían sido sorprendidos en la hacienda Piscano y disparados por las espaldas.

El 20, considerando que solamente se encontraban a veinte cuadras de las fuerzas de Darquea decidieron retirarse hacia los sitios la Yuca, Vuelta Alta, la hacienda Vinces de los Aspiazu y el sitio playa de Lima, que ocuparon a las cuatro de la tarde, donde se dio un largo tiroteo, que también les fue desfavorable.

Ese día 20, un grupo Chapulo, al mando de José Gabriel Moncayo fue derrotado en el sitio Playa de Lima, cerca de Quevedo, muriendo en esta acción el joven Moncayo.

Entonces, derrotados y sin pertrechos suficientes, Infante y sus últimos compañeros decidieron por fin salir a las montañas de Quevedo y por allí perderse hasta el sitio Castillo Encantado de la provincia de Manabí, en la esperanza de encontrar refuerzos. Al efecto, con su Estado Mayor se retiró a la hacienda Soledad donde le estaba esperando su media hermana y prepararon la fuga por el río, pero la canoa de ella se retrasó, perdieron un valiosísimo tiempo y llegaron a Vuelta Larga, donde un remolino los hizo volcar contra una palizada. Entonces, mojados y sin pertrechos, recibieron la ayuda de José María Aspiazu Andrade quien prometió regresar con gente de sus haciendas.

Mientras tanto sacrificaron una res (hicieron un llamao montubio) en tierras de Angel María Castro, amigo personal de Infante, traidor que por dinero le vendió pues dijo que regresaría con un cafecito y lo que hizo fue ir hasta Palenque y regresar con gente armada al sitio Playa de Limón, donde les sorprendió una partida gobiernista comandada por el chileno Alejandro Hurel y produjo la captura de Nicolás y Justo Infante, su hijo Pedro Infante, Emilio Estrada, Marco Alfaro, Francisco Borja Lavayen, Fernando y Luis Felipe Luna, José Benigno Sotomayor Nadal, R. Limones y R. Salomón.

El Comandante Hurel los condujo presos a la hacienda Soledad y allí, amarrados y a pie, fueron llevados hacia Palenque, arribando el 31 de diciembre. Esa tarde se inició un juicio sumarísimo que terminó en sentencia de muerte por fusilamiento para Infante, a pesar que la Constitución prohibía esa pena por delitos políticos y que existía un Indulto General de por medio. (1)

A las nueve de la mañana del 1°. De enero de 1.885 le armaron una Capilla ardiente en el Interior de la pequeña celda que ocupaba. Dos grandes cirios y un crucifijo convirtieron el lugar en sitio de expiación y muerte. Infante pidió recado de escribir, hizo testamento, ordenó sus asuntos particulares, reconoció deudas, declaró acreencias y expresó que no era Católico practicante. A las once recibió a una mujer del pueblo que le llevó el almuerzo y lo rechazó riendo "Para qué, esta noche cenaré con Plutón en los infiernos" luego despidió al Párroco de Palenque, Presbítero Julián D'Stéfano, Capellán del ejército, que intentó confesarlo. A las doce salió vestido de negro y la cabeza cubierta con un sombrero Jipijapa con

(1) Con fecha 27 de diciembre de 1.884 el General Secundino Darquea Iturralde había decretado un Indulto General de los facciosos, con tal que se presentaren a las autoridades de los pueblos inmediatos y entregaren sus armas y municiones. Darquea pensaba que con tal muestra de generosidad convencería a los Chapulos, pero no fue así pues tras el fusilamiento de Infante se tornó general la insurreción en toda la zona norte de la provincia de Los Ríos, alterándose la tranquilidad de la costa hasta 1.886.

cinta roja, maniatado y entre dos sacerdotes, caminando hasta la explanada que precede al pórtico del cementerio.

Poco antes había escrito "Hoy levantan el cadalso para exterminar conmigo el brote fecundo de la libertad. No lo conseguirán. Quedan hombres altivos y valientes que no se acobardan porque vean correr a borbotones mi sangre, dentro de un momento teñirán en ella la enseña de la rebelión y volaran al campo de batalla a luchar por la conquista santa de la Diosa Libertad, oprimida hoy por los verdugos de la Patria".

Paró el cortejo, se oyó el redoble de tambores y cornetas. Un oficial quiso vendarlo y protestó. "Eso nunca lo permitiré, quiero ver salir la bala que me arrancará la vida" pero cedió ante la insistencia solamente para cumplir el reglamento militar y sacó su pañuelo de seda color rojo, regalo de la mujer amada y del color de la bandera del partido Liberal Radical en el que militaba y con él fue vendado.

Enseguida se escuchó la descarga fatal. Un oficial se acercó y le disparó dos veces más en la frente. Su cadáver fue enterrado en Palenque, sin mayor ruido y fuera de sitio (el cementerio) por no haberse confesado y comulgado según el rito católico.

Emilio Estrada escribió en prisión el siguiente poema: // Ved como el héroe entre cadenas traído / Marcha al cadalso por su hermano alzado /¿Qué crimen cometió, cuál su pecado? / Luchar por libertad y ser vencido. // Luego describió el fusilamiento con las siguientes palabras: "Quedó solo, de pie, altivo, mártir representando la dignidad nacional pisoteada y rechazada por las autoridades constituidas. Seis u ocho disparos destrozaron su pecho y cayó del lado derecho, creo que muerto ya; sin embargo, un sargento, apoyando su rifle en la frente del cadáver, disparó dos tiros más.

Era alto y delgado, parecía prematuramente envejecido pues aún no cumplía treinta y nueve años cuando murió fusilado. Usaba una barba larga y poblada, nariz recta, ojos penetrantes, temperamento nervioso y cuerpo musculado. Fácil para la palabra, atento y amistoso, querido por sus subalternos, dueño de numerosas arboledas de cacao, quien pudo ser un petimetre fue un luchador, un rebelde, un intelectual, lector de Clásicos griegos y latinos, políglota".

Infante fue muy unido a su hermana Jacinta Infante Díaz, quien solía protegerlo durante sus persecuciones, en su hacienda de Palenque.

Las guerrillas continuaron dos años más. El Comandante Alfredo González quiso asesinar al Presidente Caamaño en Yaguachi pero solo atinó a matar al Edecán. Entonces se retiró a la provincia de Los Ríos, combatió en Pise y en Cauje y murió a traición en Palenque, por un disparo que le hizo Jacinto León. El 8 de abril de 1.886 los Chapulos emergieron en Quevedo y combatieron con éxitos inciertos en el Atascoso. El gobierno fusiló al Comandante Manuel de Jesús Luna en la plaza principal de Vinces. El Comandante Manuel Ruiz Sandoval luchó en la Aurora el 17 de diciembre y al día siguiente en Quinindé, donde fue derrotado con Crispín Cerezo. En Guayaquil fusilaron al joven Amador Viteri. Ruiz Sandoval fue acorralado el 27 de febrero de 1.887 en el Guabito pero escapó y logró salir del país por la frontera con Colombia, finalizando así la revuelta. Entonces recobraron su libertad los compañeros de Infante, que aún permanecían presos en la cárcel pública de Guayaquil, con excepción de Emilio Estrada, quien había logrado fugar a Panamá.

En el sitio del fusilamiento de Infante en Palenque se levanta su busto en bronce que perenniza el recuerdo de sus heroicas hazañas tras el juramento Chapulo.

 

 

 

 

 

Autor:

Richard Andrés Onofre Salazar

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente