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La Iglesia y el pedrastra (página 2)

Enviado por ramiolra ramiolra


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Animado por el éxito del apaño maquinado en Madrid, Benedicto XVI tomó otra decisión, con la esperanza de difuminar el escándalo. Ordenó que la investigación se extendiese a toda la organización. El argumento de la medida era inatacable: si el fundador legionario había llevado una vida de crápula, ¿cómo es que nadie de su entorno lo advirtió y denunció? Para encontrar respuestas, el Papa nombró a cinco "visitadores", todos ellos obispos: Ricardo Blázquez, de Bilbao (España); Giuseppe Versaldi, de Alessandria (Italia); Ricardo Watty, de Tebladpic (México); Ricardo Ezzati, de Concepción (Chile), y Charles Joseph Chaput, de Denver (EE UU). Watty inspeccionaría en México y Centroamérica; Chaput, los centros legionarios de Estados Unidos y Canadá; Versaldi, los de Italia, Israel, Corea y Filipinas; Ezzati, los de Suramérica, y Blázquez, los de Europa, con la excepción de Italia. Para facilitarles el trabajo, el Papa, único que puede atar y desatar esas cosas en la confesión católica, derogó el cuarto voto de la Constitución legionaria, que obliga a los seguidores de Maciel a confesarse sólo con sus superiores y a guardar secreto de los conflictos internos.

En un principio, la inspección ordenada por el Papa fue tomada por el sucesor de Maciel al mando de la Legión y del Regnum Christi, el también mexicano Álvaro Corcuera, como un gesto de confianza. El propio cardenal secretario de Estado, Bertone, había dado pie al equívoco en la carta en la que comunicó públicamente la decisión papal. "La visita apostólica es de fundamental importancia y merece la pena consagrarse a ella con amplitud de miras y limpio corazón. [Los legionarios] Siempre podrán contar con la ayuda de la Santa Sede para, a través de la verdad y la transparencia, en un clima de diálogo fraterno, superar las dificultades existentes", decía la carta del cardenal al sacerdote Corcuera.

Lo que no podían prever entonces ambas partes es el aluvión de noticias sobre la vida secreta de Maciel, ahora sin control posible. Para colmo, había entrado en acción un abogado de prestigio, anunciando acciones judiciales civiles, que siempre sacan de quicio a la Santa Sede. El letrado se llama José Bonilla. Uno de sus hijos fue sometido a abusos sexuales a la edad de tres años en un colegio de los Legionarios y le ganó a la Iglesia católica un juicio penal por esos hechos. Ahora representa a tres de los autoproclamados hijos de Maciel, con nombres propios y en busca de reconocimiento legal y compensaciones económicas. Se trata de tres varones, hermanos entre sí, de nacionalidad mexicana. El letrado asegura que Maciel habría tenido tres hijos más, incluida la española Norma Hilda, cuya existencia ya ha reconocido oficialmente la Legión. Otro hijo viviría en Londres, y una sexta hija se mató en un accidente de tráfico cuando iba a recoger a su padre a un aeropuerto de París. Norma Hilda, por cierto, cursó su carrera en la Universidad Francisco de Vitoria, en Madrid, propiedad legionaria.

Los obispos visitadores que llevan casi un año investigando en las instituciones y centros de los Legionarios de Cristo y del Regnum Christi no sueltan prenda de sus averiguaciones. Tampoco desmienten noticia alguna, y eso que se publican a diario, sobre todo en la prensa latinoamericana. Reconocen, en cambio, que los cinco prelados han sido convocados a Roma de urgencia para presentar a Benedicto XVI un primer informe de lo actuado. José Martínez de Velasco, redactor jefe de la agencia Efe y el primero que desveló los escándalos de la Legión -publicó en 2002 el libro Los Legionarios de Cristo, el nuevo ejército del Papa, y dos años más tarde, Los documentos secretos de los Legionarios de Cristo-, sostiene que la investigación está "prácticamente concluida", pese a que son muchas las personas que han solicitado ser recibidos para dar su testimonio o desahogarse.

Martínez de Velasco afirma, además, que las acusaciones de pederastia contra Maciel prácticamente no se han investigado porque estaban suficientemente contrastadas. Las primeras denuncias sobre abusos sexuales en centros de la Legión llegaron al Vaticano en la década de los años cincuenta del siglo pasado, durante el pontificado de Pío XII, paternal protector también del sacerdote mexicano. Éste había llegado a Roma avalado por su parentesco con un tío abuelo suyo, Rafael Guízar, obispo de Veracruz y en proceso de canonización por Benedicto XVI como uno de los héroes de la persecución y guerra de los Cristeros en el México revolucionario de los años treinta del siglo XX. Sin embargo, un libro publicado en México con el título El Legionario, escrito por Alejandro Espinosa, sostiene que el obispo Guízar murió envenenado con cianuro por el propio Maciel. "Guízar acogió a su sobrino en su seminario clandestino, pero la buena relación entre ambos duró hasta que el obispo descubrió que el joven Maciel le estaba pervirtiendo su seminario con relaciones sexuales con otros estudiantes. El día en que el obispo murió había tenido una discusión muy fuerte con Maciel", sostiene.

Apoyado con información de algunos testigos del suceso y con confesiones que el mismo Maciel le hizo cuando tenía con él una relación muy cercana, Espinosa armó esta hipótesis. "La muerte de monseñor Guízar no quedó esclarecida. Y cuando años después exhumaron su cadáver, se le halló incorrupto y con el pelo rojizo, tal y como deja el cianuro a los cuerpos. Pero la gente se fue por el lado del milagro", sostiene este ex legionario, él mismo sometido a abusos cuando estudiaba en el seminario que la Legión posee en Ontaneda (Cantabria). Hoy vive retirado en el campo mexicano, con estrecheces económicas y, aún, amenazado por antiguos correligionarios. En cambio, el postulador en México de la causa de canonización de Guízar, el sacerdote Rafael González Hernández, tacha de absurda la historia. "Monseñor Guízar murió en 1938 a causa de una insuficiencia cardiaca y de un ataque de diabetes. Tenía 60 años y ya era un anciano decrépito y acabadísimo, pues gastó su vida al servicio de los fieles. Efectivamente, 12 años después de su muerte, en 1950, sus restos fueron exhumados y se encontraron incorruptos", afirma.

Lo cierto es que, con informaciones de acá y de allá, más lo que le han aportado ya los visitadores, el Papa tiene datos suficientes sobre la situación de la Legión de Cristo y sobre las acusaciones contra el fundador y algunos de sus colaboradores. La decisión que adopte se conocerá el próximo marzo. Según Martínez de Velasco, el Vaticano se debate entre tres opciones: disolver la congregación, proceder a su refundación o designar un comisario pontificio que conduzca a la Legión hasta un Capítulo General de renovación total.

Desde la disolución de los jesuitas en 1773 por Clemente XIV, forzado por los reyes de Francia, España, Portugal y de las dos Sicilias -por motivos de poder, por tanto-, la Iglesia católica no se había enfrentado a un caso igual, esta vez por sucios escándalos sexuales y financieros. Benedicto XVI, él mismo acusado de no haber actuado con diligencia cuando estaba al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se enfrenta al peor momento de su pontificado, sobre todo si la investigación interna confirma una culposa pasividad de Juan Pablo II por amistad personal con Maciel.

"Un guía eficaz de la juventud", según piropo de Juan Pablo II

Los días de gloria de Marcial Maciel, y los de los Legionarios -unos 70.000, de los que 800 son sacerdotes-, estaban contados cuando un grupo de ex seminaristas de la organización se unió para denunciar ante la opinión pública al fundador y a sus protectores en el Vaticano. Unos, en Ontaneda (Cantabria), y otros, en seminarios de México, todos sufrieron abusos sexuales de su padre confesor. Fueron sacerdotes la mayoría. Tardaron en "contactarse", pero al final fueron "atando datos", dicen, hasta llenar de credibilidad una denuncia, que llegó ante Ratzinger cuando todavía no habían explotado los escándalos de pederastia en la iglesia de EE UU. He aquí la identidad de algunos de los denunciantes: además de Alejandro Espinosa, los hermanos Fernando y José Antonio Pérez Olvera, Samuel Barrales, Arturo Jurado, Juan José Vaca, José Barba y Félix Alarcón.

La gota que colmó el vaso de su paciencia fue una frase de Juan Pablo II, amigo y protector de Maciel. El fundador de los Legionarios de Cristo es "un guía eficaz de la juventud", dijo el Papa polaco, de visita en México. Era en 1994. Con este sorprendente piropo del distraído Pontífice, el fundador legionario, que iba para los altares según el polaco, empezó su caída a los infiernos de la Iglesia romana. El proceso contra Maciel, según lo plantearon los ocho ex legionarios y su abogada, la austriaca Martha Wegan, tenía dos planos: el de los abusos sexuales y la adicción a la morfina del fundador, y el que éste dominara la conciencia de sus víctimas mediante la dirección espiritual. Es decir, además de los delitos sexuales, que en 1998 podrían estar prescritos, Maciel había absuelto a sus muchachos en confesión. La figura de la absolución del cómplice, uno de los mayores delitos en la Iglesia católica, no prescribe, y su examen queda reservado a la Congregación para la Doctrina de la Fe. La demanda contra Maciel se presentó en Roma en octubre de 1998 con este título: Absolutionis complicis. Arturo Jurado et alii versus Rev. Marcial Maciel Degollado. Las desviaciones del fundador legionario ya fueron investigadas entre 1956 y 1959, sin resultado conocido. Durante ese tiempo, Maciel fue suspendido como superior general y expulsado de Roma. El cardenal Alfredo Ottaviani, entonces gran inquisidor, encargó al claretiano vasco y futuro cardenal Arcadio Larraona que dirigiese la investigación. Éste envió a sus visitadores al seminario de Ontaneda, pero no resolvió nada.

Caso 2

El mantequero y los niños

Cuando era chica mi tia Lola me decía que si no era obediente o si me alejaba mucho de casa, vendría "el mantequero",tambien llamado "el Hombre del Saco"(que no era Santa Claus aunque tambien porte saco) y me llevaría con él. Por aquel entonces yo no sabía quién era ese personaje, pero bastaba que se le nombrase para que,llena de térror, obedeciese a los mayores, temerosa que una especie de Frankestein con un saco grandón colgado a sus espaldas me raptase para siempre a un lugar de no regreso,oscurisimo y sombrio.Hoy, tenemos claro que esos témores infantiles eran fundados y no leyenda,que los máyores se basaban en realidades para inculcarnoslos.

En nuestro pais hubo contabilizados un par de Sacamantecas o "mantequeros"y un Hombre del Saco que mataron a niños para extraerles la grasa, porque existía una creencia que afirmaban que podía sanar alguna enfermedad grave si se usaba como cataplasma o pómada sobre la parte de la piel a tratar. La leyenda del sacamantecas se hizo muy pópular a finales del siglo pasado y principios de este por la creencia en masa de que, tanto las ruedas de los carros y carretas como la de los molinos y las máquinarias de vapor precisaban engrasarse muy frecuentemente para que funcionasen perfectamente.

Según se rumoreaba y casi afirmaba, el mejor lubricante era la grasa humana tierna, porque la animal no era tan gruesa y no causaría tan inmejorables efectos. Entonces, para satisfacer esta demanda de grasa humana se creía que rondaban por la calle hombres muy raros, con sacos en el hombro, que cogian crios y los asesinaban para venderlos luego a un matarife, que se ocupaba de sacar las mantecas y pagaban a los raptores una buena suma de pesetas por cada presa que les traían.

En España aumentaron estas historias cuando se pusieron en marcha los nuevos ferrocarriles, y desaparecieron niños en Cataluña,concretamente en las cercanias de Barcelona .Corrieron las vocesde que no era casualidad y que había algunos sacamantecas cerca que habían raptado a los menores.Desde entonces, la fama del Sacamantecas se debe más que nada al uso del nombre para asustar a lo niños, a quienes los padres también amenazaban que si eran malos vendría el Hombre del Saco a llevárselos. Y a mi ademas,me solian asustar con la luna,que si la miras demasiado o estás bajo ella mucho tiempo te atrae hacia ella,vas subiendo como globo de gás y jamás vuelves a La Tierra porque ella,la luna,te engulle.Y el objeto de esto seria que no nos diera la noche en la calle.

EL CRIMEN DE GADOR:Uno de los hechos que despertaron la leyenda del Hombre del Saco fue el Crimen de Gádor, un pueblo a a escasos Kms de Almería.

Allí se cometió un horroroso infanticidio en 1.910 con el fin de quitarle la sangre y la grasa o mantecas a un chico de siete años para curar a un señor tuberculoso, que como era pudiente había pagado previamente una gran cantidad de dinero de la época para tan macabro encargo. La madre del niño había denunció su desaparición a la Guardia Civil y todo el pueblo colaboró en el rastreo de los cerros,los campos, acequias, pozos, hasta que uno de los vecinos al que llamaban Julio "el tonto" se presentó en el cuartel asegurando que había hallado al chaval al muerto y cubierto con piedras en un barranco.

El cadaver presentaba lesiones, que fueron detalladas tras la autopsia. Entre éstas, las más importantes serian: múltiples heridas en la cabeza con rotura de cráneo, cortes por todo el cuerpo, y una gran herida desde la boca del estómago al pubis que dejaba las tripas al exterior del cuerpo y por donde se le había extraído todo el peritoneo con el saco seroso, es decir, toda la grasa, y además, casi toda la sangre.

Las sospechas pronto fueron a caer sobre un vecino poco querido por los demás habitantes de Gádor y se trataba de un curandero, sanador y santero llamado Francisco Leona, pero este negó todos los hechos que se le imputaban poniendo en su defensa como coartada que ese día no había salido del pueblo, y señaló a su vez a Julio "el tonto", el que había encontrado el cadáver.

Los agentes de la Guardia Civil empezaron a sospechar del curandero, debido a su frialdad, pues ni se había inmutado durante los interrogatorios, pero también era sospechoso el comportamiento, la actitud "del tonto", y detuvieron a los dos hombres.

Ya presos fueron sometidos a gran número de interrogatorios, pero sin resultado en un principio. A veces los detenidos negaban la autoría del homicidio, entre contradicciones y otras, se acusaban entre ellos, pero no ofrecian luz sobre lo realmente acaecido.

Finalmente, trás presión de la Guardia Civil, el curandero se confesó culpable de los hecho y "el tonto", cómplice. Tras esta confesión se pudo elaborar la reconstrucción de los hechos y lo mas horripilante el móvil, el porqué estas dos personas habían destripado a un niño de siete años. Como todos los vecinos intuian ya, el hecho de que se extrajese del cadáver el saco seroso, estaba relacionado con las raras y oscuras prácticas del curandero.

La sangre caliente, según confesó Francisco Leona, era un reconstituyente milagroso para recuperar la salud que se administraba tras una grave enfermedad o en casos de vejez como elixir de juventud. El motivo que le hubiesen extraído la sangre al niño no tenía otra finalidad que el ser bebida por un enfermo.

En el caso de las grasas, también iban con la sanación, pero esta vez para casos específicos, como en emplastos para la tuberculosis. El enfermo para quién estaban destinados estos órganos resultó ser Francisco Ortega apodado "el moruno", un hombre afectado por tál mal y tremendamente obsesionado por su enfermedad y el térror a morir,que tras visitar a varios médicos eminentes y curanderos y no obtener mejorias para su salud, optó por recurrir a lo que le había propuesto Francisco Leona ofreciéndole gran cantidad de dineros para que cometiese el infanticidio, si esto solucionaba sus problemas.

Los tres hombres fueron condenados a muerte por el asesinato con premeditación y alevosia,por ensañamiento fiero. Y esta es la historia que me pediste que te contara amiga Madeleine y que nos hace ver que hace cien años tambien existia el peligro,acechando,en sitios tan tranquilos como Gádor y que no solo estaba el siniestro Jack entre los neblinosos callejones de Londres.

 

 

 

 

 

Autor:

Ronald Ramírez Olano

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