Ante el problema metodológico que traen consigo las ciencias de la cultura, Weber combina la ciencia empírica y subjetiva, dando lugar a una forma de ver la objetividad en las ciencias de la cultura, una teoría de los tipos de acciones básicos y el concepto metodológico de tipo ideal.
Weber retoma de Rickert la idea de que lo que distingue al conocimiento histórico, y a las disciplinas que pertenecen a su ámbito, de la ciencia natural es su particular estructura lógica, es decir, la orientación hacia lo individual. Como bien subraya Rossi siguiendo a Weber: «No el objeto, sino el fin con miras al cual es indagado y el método de su elaboración conceptual; no la comprensión como procedimiento psicológico, sino el modo en que ella encuentra verificación empírica y se traduce en una forma específica de explicación causal, he ahí lo que distingue a las ciencias sociales»[8]. La comprensión entendida desde Weber no excluye la explicación causal sino que coincide con la determinación de relaciones de causa y efecto individuadas, es decir, intenta explicar cada fenómeno de acuerdo con las relaciones particulares de cada caso que lo ligan con otros fenómenos[9]
Weber retoma también de Rickert la distinción entre juicio de valor y «relación de valor»: el juicio de valor que condiciona el rumbo de la investigación es rechazado por las ciencias de la cultura[10]pero se admite una relación de valor que se explica como aquello que motiva al investigador (y en general a lo que los individuos le dan sentido) a delimitar el campo de estudio dentro de la infinitud de datos empíricos. La relación de valor entonces es un principio de selección que simplemente determina el campo de acción[11]La relación de valor tiene se vincula entonces con el «significado cultural», el cual siempre es histórico-individual, incapaz de ser entendido por leyes abstractas universales. No se trata entonces de leyes, sino de conexiones causales adecuadas, que pueden dar lugar a «juicios de posibilidad objetiva»[12]. La historia, desde este punto de vista, está totalmente vinculada –y su investigación determinada- a los valores.
Para Weber no existen criterios universales, ya que los datos históricos recopilados para la construcción de enunciados teóricos han sido seleccionados a partir de la toma de posturas valorativas particulares. Los valores son el determinado «punto de vista» con el que se observa una «determinada» parte de la realidad. Las ciencias se construyen a partir de «posturas» que tienen un significado (obviamente, valorativo)[13]. Las ciencias de la cultura, en cuanto son condicionadas por una postura y delimitadas al mismo tiempo por el interés del investigador, en su desarrollo, se constituyen como subjetivas, pero una vez bien delimitado el campo de acción investigativa, este tendrá validez objetiva en virtud de la estructura lógica del procedimiento.
Weber procede en su análisis metodológico siguiendo la línea kantiana de interpretación de la realidad social: la totalidad de las relaciones causa-efecto es conceptualmente inagotable, por lo tanto, la explicación se restringe a una serie finita de elementos determinada por un punto de vista. De este modo se logran garantizar las dos condiciones de objetividad: las ciencias histórico-sociales no deben recurrir a presupuestos que impliquen una toma de posición valorativa y deben verificar sus propias afirmaciones mediante la explicación causal.
En el cuadro teórico que nos construye Weber, es decir, el tipo ideal, existen nexos de causalidad que se diferencian gradualmente unos de otros, tomando como medida la postura que se haya tomado. Los elementos que mejor se adecuen al modelo teórico construido y que den una explicación causal más acertada serán «causaciones adecuadas», mientras que las que menos ayudan al desarrollo coherente y sistemático del tipo ideal serán «causas accidentales»[14].
Para Weber, los análisis objetivos de la vida cultural no son independientes de puntos de vista unilaterales[15]esto es, construcciones teóricas que se explican a sí mismas con elementos seleccionados (tomando como criterio, de nuevo, el determinado punto de vista unilateral) de los hechos empíricos. El fin de las ciencias de la cultura es comprender la significación cultural de sus relaciones, estructuras o fenómenos y las razones históricas de por qué es así y no de otro modo[16]Weber añade: «El concepto de cultura es un concepto de valor. La realidad empírica es para nosotros «cultura» en cuanto la relacionamos con ideas de valor; abarca aquellos elementos de la realidad que mediante esa relación se vuelven significativos para nosotros, y sólo esos. Únicamente una pequeña parte de la realidad individual considerada en cada caso está coloreada por nuestro interés condicionado por aquellas ideas de valor; ella sola tiene significación para nosotros, y la tiene porque exhibe relaciones para nosotros importantes a causa de su ligazón con ideas de valor»[17].
Un tipo ideal (o ideico, para el Dr. Luis Gómez) en palabras de Weber es: «Un tipo ideal está formado por la acentuación unidimensional de uno o más puntos de vista y por la síntesis de gran cantidad de fenómenos concretos individuales difusos, distintos, más o menos presentes, aunque a veces ausentes, los cuales se colocan según esos puntos de vista enfatizados de manera unilateral en una construcción analítica unificada [.]. Dicha construcción no puede ser encontrada en ningún lugar de la realidad»[18]. Y continúa: «Respecto de la investigación, el concepto típico-ideal pretende guiar el juicio de imputación: no es una «hipótesis», pero quiere señalar una orientación a la formación de hipótesis. No constituye una exposición de la realidad, pero quiere proporcionar medios de expresión unívocos para representarla. [.] Se los obtiene mediante el realce unilateral de uno o de varios puntos de vista y la reunión de una multitud de fenómenos singulares, difusos y discretos, que se presentan en mayor medida en unas partes que en otras o que aparecen de manera esporádica, fenómenos que encajan en aquellos puntos de vista, escogidos unilateralmente, en un cuadro conceptual en sí unitario»[19].
El concepto de tipo ideal debe ser considerado dentro de la intención de Weber de construir instrumentos conceptuales para analizar la realidad social e histórica. El pensador alemán trata de tender un puente entre el conocimiento teórico-deductivo y el análisis descriptivo de los hechos particulares. La relación entre teoría e historia se condensa en el tipo ideal.
Weber dice que la maduración de la ciencia implica, por lo tanto, la superación del tipo ideal, en efecto, el constante desarrollo histórico lleva a que ciertos tipos ideales se desgasten y sean reemplazadas por otras nuevas. El desarrollo de las ciencias de la cultura recae entonces en un continuo proceso de transformación de sus conceptos, agudizándolos y ubicando de forma más precisa en ellos los problemas de la realidad empírica. Los conceptos, dice Weber, no son fin –como lo serían en las ciencias de la naturaleza-, sino medio para entender las conexiones significativas desde puntos de vista individuales[20]
Cuando un individuo actúa, toda la estructura social se ve afectada. Todos los actos humanos tienen un fin, aunque el sujeto que los ejecuta no esté conciente de esto. Weber define la acción como un comportamiento comprensible en relación con «objetos», es decir, un comportamiento orientado por un sentido[21]La acción que tiene importancia para la Sociología comprensiva debe en primer lugar estar referida de acuerdo con el sentido subjetivamente mentado del actor a la conducta de otros, en segundo lugar, estar co-determinada en su curso por esta su referencia plena de sentido y, en tercer lugar, ser explicable por vía de comprensión a partir de este sentido mentado[22]
En el campo de la acción social, Weber distingue cuatro tipos de ideales básicos: a) La acción racional conforme a fines, determinada por las expectativas del comportamiento en el mundo exterior tanto de objetos como de personas, utilizando esas expectativas como medios para el logro de fines racionalmente sopesados; b) La acción racional con arreglo a valores, determinada por la creencia en algún valor ético, estético o religioso de tal conducta, sin relación alguna con el resultado de ella; c) La acción afectiva, determinada por el estado emocional del actor y d) La acción tradicional, que corresponde a la acción a la cual está habituado el actor, es decir, a sus costumbres.
Herencia weberiana en el pensamiento metodológico de las ciencias de la cultura posterior
Son Dilthey y Rickert los que inauguran la visión de las ciencias sociales como ciencias interpretativas, diferenciadas de las naturales, no sólo por su objeto de estudio, sino por el método. Dilthey es el primero en proponer un enfoque epistemológico propio de las ciencias que él llamaría «ciencias del espíritu». Nos dice en un pasaje de Introducción a las ciencias del espíritu: «esta denominación [.] expresa con suma imperfección el objeto de este estudio. Pues, en este mismo, los hechos de la vida espiritual no están separados de la unidad vital psicofísica de la naturaleza humana. Una teoría que quiere describir y analizar los hechos histórico-sociales no puede prescindir de esa totalidad de la naturaleza humana y limitarse a lo espiritual»[23].
Heinrich Rickert también centra su atención en encontrar la distinción entre las ciencias de la naturaleza y las de la cultura, como él ya las denomina. Para Rickert las ciencias naturales emplean un método «generalizador» que busca la conceptualización de elementos universales de los cuales se puede «deducir» la empiria. Por otro lado el método de las ciencias culturales es el «individualizador», es decir, su tarea consiste en búsqueda de aspectos particulares que singularizan determinado fenómeno[24]
Posterior a estos dos pensadores –y a Weber- es el filósofo austriaco Alfred Schütz, para el que el objeto de la Sociología está constituido por el sentido subjetivo de las acciones humanas en el mundo de la vida cotidiana. Lo primero que se debe hacer es caracterizar construcciones de sentido común empleadas en la vida cotidiana. El «sentido común» está constituido por un conjunto de ideas previas a nosotros, que nos ofrecen una forma de interpretación y organización de la realidad social. Dichas construcciones de sentido común en la vida cotidiana se hacen en un mundo cultural intersubjetivo[25]El mundo intersubjetivo es un mundo de socialización del conocimiento, es un proceso que comprende la reciprocidad de perspectivas o la reciprocidad estructural del conocimiento, el origen social del conocimiento y la distribución social del conocimiento[26]Para Schütz el principal problema para la ciencia social es la elaboración de un método objetivo con el cual abordar el sentido subjetivo de la realidad social.
Otros pensadores no menos importantes como Goldmann[27]Gadamer[28]y Winch[29]mantienen concepciones «interpretativas» de las ciencias histórico-sociales.
«Tony» Giddens con sus nuevas reglas del método sociológico, define de nueva cuenta la labor sociológica. Dice que la producción de la sociedad es resultado de las destrezas de sus miembros, las condiciones de dicha producción es conocida de manera confusa por ellos. Todas las organizaciones constan de sistemas de interacción cuya existencia depende de modos de estructuración por los que son producidos. Para Giddens el lenguaje juega un papel central en la vida social, dice: «el habla (acción) presupone un sujeto (actor), y los actos del habla están situados contextualmente, puesto que es diálogo entre hablantes (interacción)»[30].
Las «nuevas reglas del método sociológico» aquí citadas textualmente son: A1) La sociología no se ocupa de un universo «pre-dado» de objetos, sino de uno que está constituido o es producido por los sujetos; B1) El dominio de la actividad humana es limitado. Los hombres producen la sociedad, pero lo hacen como actores históricamene situados, no en condiciones de su propia elección; B2) Las estructuras no deben conceptualizarse simplemente como imponiendo coerciones a la actividad humana, sino en el sentido de permitirla. Esto es lo que yo llamo la «dualidad de las estructuras»; C1) El observador sociológico no puede tornar asequible la vida social como «un fenómeno para la observación», independientemente de utilizar su conocimiento sobre la misma a modo de un recurso mediante el cual la constituye como un «tema de investigación»; C2) La inmersión en una forma de vida es el medio único y necesario por el cual un observador puede generar tales caracterizaciones; D1) De tal manera [siguiendo las reglas C1 y C2], los conceptos sociológicos obedecen a lo que llamo una doble hermenéutica y D2) En resumen, las tareas primarias del análisis sociológico son las siguientes: 1. La explicación y mediación hermenéutica de formas de vida divergentes dentro de los metalenguajes descriptivos de las ciencias sociales y 2. La explicación de la producción y reproducción de la sociedad como el resultado logrado por la actividad humana[31]
Soy nuevo en la Sociología, muchos discursos me parecen novedosos y realmente atractivos. Sobre todo los discursos referentes a las cuestiones teórico-metodológicas de construcción del conocimiento. Me parece, que toda teoría explicativa de la realidad social debe partir definitivamente de los hechos. La observación es el método por excelencia de las ciencias de la naturaleza y las de la cultura. No estoy de acuerdo en la existencia de leyes «dadas», más bien sigo la idea de «producción cultural de la vida social» de Tony Giddens. Sigo también la idea de la existencia de un mundo intersubjetivo que comprende reciprocidad de expectativas y motivaciones. Finalmente acepto la idea de la existencia de conexiones que configuran sistemas.
Me parece acertada la consideración de la no inmutabilidad de los paradigmas en las ciencias sociales; encuentro en la forma de construcción teórica típica-ideal de Weber una mediación válida entre una estructura lógica de un sistema conceptual y la realidad empírica de los hechos históricos. Una forma en la que teoría e historia pueden convivir de manera provechosa para la comprensión de la segunda.
Creo que yo soy producto de un desarrollo biopsicosocial, y sólo en esa medida puedo ser entendido de manera total. Una interdisciplinariedad es necesaria si se desean conocer las cosas en un amplio sentido. En el sentido sociológico, yo le apuesto a los preceptos desarrollados en el párrafo anterior.
Autor:
Roy Marín
Teoría Sociológica Clásica II
Sociología – FCPyS – UNAM
Enero del 2010
[1] HOBSBAWM, Eric. La era de la revolución 1789-1848, Edit. Crítica, Barcelona, 1997, pp. 15-61
[2] Cfr. Op. Cit., pp. 173-222
[3] HOBSBAWM, Eric. La era del capital 1848-1875, Edit. Crítica, Barcelona, 1998, pp. 165-178
[4] Cfr. Op. Cit., pp. 80-108
[5] WEBER, Max. Ensayos sobre metodología sociológica, Amorrortu editores, Buenos Aires, 2006, pp. 9-10
[6] COMTE, Augusto. La filosofía positiva, Edit. Porrúa, México, 2006
[7] SIMMEL, Georg. «La sociabilidad» en Cuestiones fundamentales de sociología, pp 77-101
[8] WEBER, Max. Ensayos sobre metodología sociológica, Amorrortu editores, Buenos Aires, 2006, p. 19
[9] Ibidem, p. 20
[10] Al respecto de esto Weber señala: «una ciencia empírica no puede enseñar a nadie qué debe hacer, sino únicamente qué puede hacer y, en ciertas circunstancias, qué quiere» (WEBER, Max, Ensayos sobre metodología sociológica, p. 44), y unas hojas más adelante habla de la ciencia social como ordenamiento conceptual de los hechos y la política social como exposición de ideales: «es preciso indicar [.] cuando se calla el investigador y comienza a hablar el hombre como sujeto de voluntad, dónde los argumentos se dirigen al intelecto y dónde al sentimiento» (Ibidem, p. 49)
[11] WEBER, Max. «La objetividad cognoscitiva de la ciencia social y de la política social» en Ensayos sobre metodología sociológica, Amorrortu editores, Buenos Aires, 2006, p. 61
[12] Ibidem, p. 67-69
[13] Ibidem, p. 24
[14] WEBER, Max. Ensayos sobre metodología sociológica, Amorrortu editores, Buenos Aires, 2006, pp. 24-25
[15] Aunque los planteamientos metodológicos de Weber no se inclinan del todo a la unilateralidad; sugiere estudiar las influencias recíprocas entre los fenómenos históricos: «[.] valdría la pena estudiar el proceso de influjo que el ascetismo protestante recibió, por su parte, en su desarrollo y aspectos básicos por el conjunto de las condiciones en que se encontraba la cultura y la sociedad, en especial las económicas, que, precisamente, nació en su seno» (WEBER, Max. La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Ediciones Coyoacán, México, p. 111)
[16] WEBER, Max. Ensayos sobre metodología sociológica, Amorrortu editores, Buenos Aires, 2006, p. 61
[17] Ibidem, pp. 65-66
[18] WEBER, Max. Ensayos sobre metodología sociológica, Amorrortu editores, Buenos Aires, 2006
[19] Ibidem, p. 79
[20] Ibidem, pp. 93-96. Sólo para dejar completamente claro el punto de los tipos ideales, se pondrá un ejemplo ubicado en la propia teoría weberiana. El concepto de Burocracia constituye un tipo ideal: 1) Es una organización continua de funciones definidas por reglas; 2) Cada cargo tiene una esfera delimitada de competencia. Esto implica: a) una esfera de obligaciones definida dentro de una división sistemática del trabajo; b) la autoridad dada al encargado del puesto para cumplir sus funciones; c) los medios requeridos por este último para cumplir sus funciones; 3) Los cargos están organizados jerárquicamente; 4) Las reglas que regulan la conducta del ocupante del cargo pueden ser reglas técnicas o normas; 5) El personal que ocupa los cargos no es dueño de los medios proporcionados para cumplir sus funciones; 6) El titular de un cargo no puede apropiarse de su posición, la cual siempre pertenece a la organización y 7) Los actos administrativos, las decisiones y las reglas se encuentran formulados por escrito (WEBER, Max. Teoría de la organización económica y social)
[21] WEBER, Max. Ensayos sobre metodología sociológica, Amorrortu editores, Buenos Aires, 2006, p. 177
[22] Ibidem
[23] DILTHEY, Wilhem. Introducción a las ciencias del espíritu, Alianza Editorial, Madrid, 1980 p. 40
[24] RICKERT, Heinrich. Ciencia cultural y ciencia natural, Espasa-Calpe, Buenos Aires, 1943, p. 77-98
[25] Intersubjetivo en cuanto vivimos con otros individuos con capacidad subjetiva, es decir, con capacidad de dar sentido y de comprender al otro (SCHÜTZ, Alfred. El problema de la realidad social, Amorrortu editores, Buenos Aires, 2006, p. 39)
[26] SCHÜTZ, Alfred. El problema de la realidad social, Amorrortu editores, Buenos Aires, 2006, pp. 43-45
[27] Goldmann intenta señalar las diferencias básicas entre las ciencias sociales y las fisicoquímicas, denominadas así por el mismo. Para él, las diferencias se dan en el campo de la objetividad del conocimiento y en el carácter de totalidad que caracteriza a todos los planos de la vida social. «[.] las ciencias históricas y humanas no son, como las ciencias fisicoquímicas, el estudio de un conjunto de hechos exteriores a los hombres, de un mundo en el cual realizan sus actos. Son, por el contrario, el estudio de esta misma acción, de su estructura, de las aspiraciones que las animan y de los cambios que sufre [.]» (GOLDMANN, Lucien. Las ciencias humanas y la filosofía, Nueva Visión, Buenos Aires, 1967, p.22)
[28] Gadamer sobrepasa la idea de la comprensión como un método para convertirla en una dimensión básica del ser humano en sus aspectos históricos y sociales. Para el filósofo alemán ya no se debe entender simplemente al otro, sino entender al otro con respecto a un «texto», que puede ser cualquier fenómeno cultural. La comprensión del «texto» debe ser siempre histórica. (GADAMER, Hans-Georg. Verdad y método)
[29] Winch hace un rescate del planteamiento de Wittgenstein y hace en base a el una evaluación de las ciencias sociales. Para Winch la pretensión de basar las ciencias sociales en la metodología de las ciencias naturales es un error que proviene de una confusión conceptual y que por tanto debe aclararse por un análisis lingüístico: «[.] la noción de sociedad humana involucra un esquema de conceptos que es lógicamente incompatible con las clases de explicaciones ofrecidas en las ciencias naturales» (WINCH, Meter. Ciencia social y filosofía, Amorrortu editores, Buenos Aires, 2001, p. 72)
[30] GIDDENS, Anthony. Las nuevas reglas del método sociológico, Amorrortu editores, Buenos Aires, 2001 p. 128
[31] GIDDENS, Anthony. Las nuevas reglas del método sociológico, Amorrortu editores, Buenos Aires, 2001 pp. 163-166
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |