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Análisis de La tragedia de Macbeth de William Shakespeare

Enviado por Galo Ágreda


Partes: 1, 2, 3

  1. Introducción
  2. Análisis de la tragedia de Macbeth de William Shakespeare

Le estoy contando cómo mate a mi esposa. En el juicio me preguntaron con qué la maté. ¡Qué ilusos! Pensaron que la maté con un cuchillo, el 5 de octubre. No fue entonces que la maté, sino mucho antes. Igual que ahora todos están matando, todos, todos…

TOLSTOI, La sonata a Kreutzer

INTRODUCCIÓN

La propuesta de un método objetivo para el análisis de la obra de arte que plantea el psicólogo ruso, Lev Semionovich Vigotski, en su tratado de la Psicología del arte, nos ha impulsado a probar dicha metodología tratando de seguir los pasos sugeridos por su autor.

El método, advierte Vigotski, no está aún sistematizado; es más bien un programa, y tampoco pretende agotar toda la problemática del arte, sino tan sólo un problema central. A este problema le hemos denominado, el de la transhistoricidad del arte, dentro de una manifestación literaria específica: la tragedia. En el presente caso, la de Macbeth.

La psicología del arte es una obra inacabada; las intensiones del autor de volver sobre ella se vieron truncadas tras su prematura muerte, cuando aún no cumplía los 38 años de edad. ?Este libro —exhorta Vigotski— exige su comprobación y crítica, el sometimiento a la prueba del pensamiento y de los hechos?1.

Es lo que ahora intentamos comprobar y lo que nos motiva a la acción del presente trabajo.

Las primeras preguntas generales que nos asaltan son las siguientes: ¿Es válido el método propuesto por Vigotski? ¿Es objetivo? ¿Es funcional para el análisis de toda obra de arte? Hemos respondido positivamente, como paso metodológico. De la veracidad o falacia de las tesis sólo pueden contestar los hechos.

Como segundo paso, hemos ubicado, delimitado y razonado sobre el problema cardinal al cual nos enfrentamos; el mismo que mueve a Vigotski hacer una psicología del arte, y que se encuentra expresado ya en los Grundrisse de Marx:

La dificultad no consiste en comprender que el arte y la épica griegos estén ligados con determinadas formas del desarrollo social. La dificultad consiste en que nos sigan brindando placer artístico y sirvan de norma y modelos insuperables2.

En primer lugar, notemos la escasa (o ninguna) importancia dada por Marx a que el problema del arte esté «ligado con determinadas formas del desarrollo social», es decir, al ?reflejo? de ciertos modos de producción definidos históricamente; que, por el contrario, ha sido muy acentuado por el marxismo ramplón de ciertos ?estetas? de una izquierda economicista dogmática (vid infra, nota 11).

No se trata de descubrir el origen [del arte] según la economía —también previene Vigotski—, sino el significado de la acción y del valor de esa fascinación que ?no está en contradicción con el carácter primitivo de la sociedad en que creció?3. […] Ello no significa [en ningún momento] que las condiciones sociales [y, ?en última instancia?, las económicas] no determinen hasta el fin o por completo el carácter y la acción de la obra de arte, sino que no lo determina en forma inmediata4.

Además —señala el pensador ruso, citando a Hausenstein—, quien haga una sociología o psicología del contenido de las pinturas de Delacroix, por ejemplo, estudiaría la sociología o psicología de la revolución francesa, pero no el de la forma artística. Pues su objeto no sería la sociología o psicología del arte, sino la psicología o sociología en general, dentro de una época dada. Pero eso sería el trabajo del historiador, no el del investigador del arte. Asimismo, apunta Vigotski, es fácil identificar el ?reflejo? económico de las danzas corales griegas, por ejemplo, las cuales se llevaban a cabo en honor de Dioniso, rey de las vides, en cuya producción (tanto del producto material de la vid, como del producto espiritual: danza coral) participaba toda la comunidad. Pero, ¿qué modo de producción puede ?reflejarnos? el minuette del siglo XVIII5, o un cuadro de Picasso, etc.?

En segundo lugar, en la parte restante de la cita de Marx —«la dificultad consiste en que nos sigan brindando placer artístico»—, se indicaría que el arte tiene cierto carácter intemporal. Lo que nosotros hemos denominado, la transhistoricidad del arte.

Un problema teórico esencial esconde esta transhistoricidad del arte.

Vigotski dice que el arte como tal —como corriente determinada, como suma de obras realizadas— es sólo ideología como cualquier otra. A ello se agrega que cualquier ideología, como señalara Engels, culmina siempre en una falsa conciencia o, en esencia, inconscientemente:

Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no podemos juzgar tampoco a estas épocas de revolución por su conciencia, si no que, por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material [por el conflicto entre fuerzas productivas sociales y relaciones de producción], dice Marx6.

Engels aclaró esto de la siguiente manera en una carta:

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