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Ensayo de reflexión sobre la ética y la interculturalidad (página 2)

Enviado por Cristóbal Vega Prado


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2 Ética fundamentada en el querer.

Esto me lleva a pensar en cómo reformular una ética donde se ve la realización del hombre solo respecto al grupo y no de manera individual, donde la construcción y vivencia de proyectos mas humanizados sea objeto de la justicia, donde el fundamento de esta ética es el querer, y en el fondo un querer –nos como humanos, donde lo decisivo no es el progreso, el desarrollo, el confort, sino el bien – estar de los grupos humanos, con la directriz de que el proyecto sea adecuado a mi y yo a él.

El fundamento de esta ética es el querer, ya descrito como un querer posibilitado por la estructura misma; quiero porque quiero, pero este querer, no es un capricho, antojo, tendencia; es un querer real, en vista a un proyecto que se va determinando para vivir humanamente, para realizarnos, humanizarnos; donde intervienen los quereres de los demás, y desde donde yo me voy haciendo real, es decir realizándome a través de mis actos. Y lo que quiero es el bien, pero un bien – estar con-vivido. Y para llegar a esto me siento exigido a ajustar esa realidad a mí y yo a ella, donde la felicidad (sentimiento que me permite percibir el ajuste con la realidad, es el resultado del atemperamiento con la realidad) es el criterio fundamental para saber si el proyecto esta en realidad llevándome a realizarme –nos como humanos.La nueva filosofía y la nueva ética, deben considerar un doble plano teórico y práctico de acción: el referido a la situación histórica del "tercero excluido", es decir, del "otro" que concretamente busca superar su exclusión y enajenación insertándose como sujeto en la historia, esto es, liberándose; en referencia a la filosofía y ética dominantes de Occidente, que solo confieren valor de universalidad a lo propio; sin otros rostros que el propio reflejándose en múltiples espejos. "Alteridad no es solamente el carácter abstracto de ser alter. Porque alteridad no consiste en que la afección nos haga presente algo meramente otro; por ejemplo, este sonido o este color verde. Si no que nos hace presente esto otro en una precisa forma; lo otro pero en tanto que otro".

Descentra la reflexión filosófica y más bien sienta la reflexión filosófica en el momento de la interconexión, de la intercomunicación, algo así como el puente que no podemos saltar, pero que debemos transitar para llegar a la otra orilla.La propuesta ética sienta la reflexión en el querer, en el ajustarnos, en la posibilidad de libertad, y de con – vivencia. Y en un actuar que es proyectivo, que es determinable, no esta dado, es objeto de integración cultural y ante tanta diversidad lo que esta a la base es reconocer – nos como humanos, en un aspecto fundamental: ser respectivamente construidos con el otro, desde el otro, e innegablemente vertidos al otro.

"La praxis humana es constitutivamente social porque toda actividad del hombre esta socialmente articulada".Aspecto a considera es el horizonte del contexto y de la historia, contexto que no puede estar separado del proceso de colonialismo y marginación en que se encuentran las llamadas subculturas, como si no tuvieran nada que decir, como si sus logos no fueran integradores y dadores de sentido ante un pensamiento occidental que es unidireccional.Posibilidad fundante del diálogo es el despunte de la polifonía del logos filosófico; la multiplicidad de las voces de la razón, voces históricas, cargadas de contexto y de cultura, como momentos centrales de una tradición particular de comprender el mundo y de la historia en una cultura determinada.

Y es este contexto y historia lo que implica un primer desafio para el diálogo intercultural. Pero lejos de ver en esa carga histórica – cultural un impedimento para el diálogo, hay que asumirla como la verdadera posibilidad de comunicación no dominante. Este primer desafío queda resumido de la siguiente manera ¿cómo lograr la explicación comunicativa de posiciones culturalmente determinadas y diferenciadas?El proceso de inculturación marca el comienzo de una nueva relación y la novedad esta en que dicha relación sea entre sujetos que se interpelan y que encaran en libertad la tarea reciproca de la comunicación. El otro ya no es objeto de interés, objeto de investigación, sino sujeto de un pensamiento propio en proceso. El termino inculturación ha de ser entendido como derecho a la polifonía.La situación analizada exige que el reconocimiento de lo "otro" no sea solamente el reconocimiento de lo otro como exterioridad, sino el reconocimiento de lo otro como formando parte de una nueva interioridad complementaria, esto es, "como parte constitutiva de una unidad diferente de la unidad de lo "uno hasta ahora dominante". Tratando de decirlo en otra forma, esto significa que cada factor (lo "uno" y lo "otro", llamémosle así por el momento) se constituye complementariamente mediante un sistema de influencias recíprocas, de una interacción".

Este reconocimiento no debe entenderse como:

  1. Un reconocimiento externo al otro (el excluido) por parte del uno,
  2. Ni siquiera como una integración del otro en el universo del uno, sino;
  3. Como una relación interdependiente y una integración intercurrente, bilateral, biunívoca. Complementaria y dialéctica, formando como consecuencia de esa relación un nuevo mundo en el que, no obstante, el uno y el otro conservan su identidad.

    • Implica una radical revisión de la relación hombre – mundo, una manera de concebir al ser humano necesariamente social, y ver que la construcción de una ética fundamentada en el querer, implica una orientación desde el otro (otras culturas) que interpele y ponga en diálogo sus diferencias.
    • Es llegar a crear espacios de intercambio cultural para "dejar que hablen desde ellos mismos". Y esto implica ruptura con los modelos de comunicación, de concepciones de historia, progreso, vida, salud, trabajo, etc.
    • Es rescatar el contexto de opresión, lucha, marginación, de muchas de las llamadas subculturas, no otorgándoles valor, sino reconocimiento como algo que interpela mi – otras culturas, y la manera de estar frente al mundo y sus dinámismos.
    • Es poner como centro al hombre mismo, al proyecto de realización con – vivido, a llegar a reflexionar sobre temas de interés vital: ecología, pobreza extrema, marginación.
    • Implica replantear las distintas racionalidades de las disciplinas, sus objetivos, en función de… y así construir una ética liberadora de cargas impuestas desde una cultura occidental.
    • Además del problema del contexto y la historia, hay un segundo desafío: condensado en la necesidad de replantear los presupuestos de la propia teoría del entender.
    • Convertir nuestra propia manera de pensar en el lugar del encuentro con el otro, desde la situación histórica del encuentro con él. Este encuentro con el otro es interpelación, es desafío a nuestro horizonte de comprensión. El otro es entonces, principalmente allí donde nos sale al encuentro en la alteridad de una forma de vida o cultura, una perspectiva sobre el todo.

    Implica necesariamente la radical revisión de la actual formación de la racionalidad, que apunta al descubrimiento de las unilateralidades en nuestros modelos filosóficos tenidos por universales. Se busca la trans –formación de la razón, es decir, la incorporación del Sur sobre el mundo y la historia. Se trataría de esbozar una forma de racionalidad que traspase los limites actuales de nuestra teoría del entender, ver el mundo y la historia desde la exterioridad del otro.

    Interesa el pensamiento de Zubiri por la integración y la síntesis que hace entre inteligencia y sensibilidad y asumir como condición inevitable de toda ética, la relación entre el hombre y su mundo. Para construir la reflexión que nos ocupa, hemos tratado de seguir la argumentación de Zubiri contenida en su obra Inteligencia Sentiente.

    En esa línea de pensamiento empezaríamos diciendo que para Zubiri es "imposible una prioridad intrínseca del saber sobre la realidad ni de la realidad sobre el saber. El saber y la realidad son en su misma raíz estricta y rigurosamente congéneres".

    Esto implica que el estudio del saber no es anterior al estudio de la realidad.

    "Una cosa se nos dice es sentir, otra inteligir. Este enfoque del problema de la inteligencia contiene en el fondo una afirmación: inteligir es posterior a sentir, y esta posterioridad es una oposición.".

    Contra esta separación se alza la filosofía de Zubiri. "Se nos dice a lo sumo que los sentidos dan a la inteligencia las cosas reales sentidas para que la inteligencia las conceptúe y juzgue de ellas"… "resulta que esta apelación de las cosas reales en cuanto sentidas es una aproximación sentiente; pero en cuanto es una aprehensión de realidades, es aprehensión intelectiva. De ahí que el sentir humano y la intelección no sean dos actos numéricamente distintos, cada uno completo en su orden, sino que constituyen dos momentos de un sólo acto de aprehensión sentiente de lo real: es la inteligencia sentiente".

    Zubiri deja bien claro que lo inteligente y lo sensible forman parte de una unidad que las contiene. "No se trata de inteligir lo sensible y sentir lo inteligible, sino que inteligir y sentir constituyen estructuralmente (…) una sola facultad, la inteligencia sentiente" (…) "Inteligir es un modo de sentir y sentir en el hombre es un modo de inteligir".

    El acto de aprehensión implica la apropiación de lo otro entendido, precisamente en su propia alteridad. "Alteridad no es solamente el carácter abstracto de ser alter. Porque alteridad no consiste en que la afección nos haga presente algo meramente otro; por ejemplo, este sonido o este color verde. Sino que nos hace presente esto otro en una precisa forma; lo otro pero en tanto que otro".

    La inteligencia sentiente nos conduce a reconocer en esta relación entre lo inteligente y lo sentiente una ética y una praxis. Una ética fundada en una praxis. La ética debe consistir en la praxis de una actividad creativa que ponga en relación al hombre y su mundo, no sólo circundante, sino, a la vez constituyente y constituido y que lo libere de la alienación y la deshumanización. El hombre no sólo es producto de la naturaleza sino factor que la determina y transforma. La función radical de la racionalidad del ser humano es la búsqueda y apropiación de posibilidades, lo que exige, inevitablemente, partir de la inextricable integración entre el hombre y el mundo.

    BIBLIOGRAFÍA

    1. Fornet Betancourt, Raúl. "Hacia una filosofía intercultural latinoamericana", Unisinos, 1994
    2. Alejandro Serrano Caldera.

    -La Unidad en la Diversidad. Ediciones Progreso. Managua. Nicaragua

    – Ética: entre la mundialización, y la identidad. Conferencia, San Salvador, curso 2004

    3. Velasco, Pedro de, El miedo al placer en occidente. En Xipe-Totek # 17, Marzo, 1996, pp. 5-30

    4. Xavier Zubiri. Inteligencia Sentiente. Alianza Editorial. Madrid, España

    1. Antonio González. El hombre en el Horizonte de la Praxis. Estudios Centroamericanos. ECA. San Salvador, El Salvador
    2. Ellacuria Ignacio, Fundamentación biológica de la ética, ECA junio 1979.

    7. Ellacuria Ignacio, Scannone, comp. "Para una filosofía desde América latina", Santa Fé de Bogotá, 1992.

     

    Cristobal Vega Prado

    Colón, Qro

    17/febrero/1978

    Lic. En filosofia y Ciencias Sociales

    ITESO

    Guadalajara, Jal

  4. Consecuencias de este planteamiento.
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