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Educación colombiana. El espejismo del reformismo a la búsqueda de la calidad


Partes: 1, 2

  1. Problemas educativos actuales
  2. Bibliografía

La Educación asumida como posibilidad de cambio social, no solo en lo referente a las posibilidades que puede producir desde el punto de vista de la asimilación de tecnologías y de la necesidad de competitividad en la era de la internacionalización de la economía, sino, además, de educar al nuevo ciudadano para la participación y la democracia, para el respeto a los derechos humanos y la construcción de identidades colectivas como salidas a la situación de conflicto y violencia en la que se halla Colombia, es un importante aparato de transmisión y difusión de la cultura.

La educación es un proceso continuo de formación integral y permanente que tiene en la escuela la institución donde se formaliza, reproduce y difunde la ideología imperante en un grupo o sociedad determinada. En los actuales momentos el fenómeno de la globalización, el vertiginoso avance tecnológico y la consolidación del sistema democrático como forma de gobierno por la que han optado los pueblos en la actualidad, exigen y plantean al aparato educativo nuevos retos que hacen de la labor educativa una tarea nada fácil y que debe estar a tono con los desarrollos de la pedagogía, la psicología y la sociología como pilares que sustentan el accionar de los miembros de la comunidad educativa.

El Plan Decenal de Educación 2006-2016 formulado para el país como carta de navegación en materia de educación, dentro de sus propósitos establece que "La educación en su función social, reconoce a los estudiantes como seres humanos y sujetos activos de derechos y atiende a las particularidades de los contextos local, regional, nacional e internacional, debe contribuir a la transformación de la realidad social, política y económica del país, al logro de la paz, a la superación de la pobreza y la exclusión, a la reconstrucción del tejido social y al fomento de los valores democráticos, y a la formación de ciudadanos libres, solidarios y autónomos". (2008:16)

En Colombia durante el siglo XX se desarrollaron tres modelos de pedagogía: la pedagogía católica (1900-1927) la pedagogía activa (1927-1952) y la pedagogía técnica o tecnología educativa (1952-1988), cada una de estas pedagogías esta conformada por un método de enseñanza, una concepción del maestro, una definición de niño, una teoría sobre la escuela, un modo de entender la disciplina y políticas educativas. Todas ellas dejan ver su influencia en el modelo pedagógico que se construye en el país al comienzo del siglo XXI.

Una mirada retrospectiva al desarrollo de la educación y la pedagogía en Colombia permite reconocer la existencia de dos grandes modelos de escuela: la Escuela Tradicional y la Escuela Progresista. La primera tendencia muestra una gran preocupación por la universalidad de la enseñanza, la graduación de la misma según la edad de los educandos, la enseñanza de la lengua materna, la formación del carácter y el método que permite "vencer el fraccionamiento de la instrucción, primer paso para instaurar la unidad de las conciencias y de los pueblos. Se constituyen en el legado que va a marcar todo el desarrollo de la educación hasta comienzos del siglo XX.

Las críticas que se hacen contra la pedagogía tradicional, desde la misma época del renacimiento, señalan el carácter excesivamente libresco, memorístico y apartado de lo real del saber que allí se "enseña". Pero, ante todo, reclaman un trato diferente del niño, que lo asuma como un sujeto capaz y deseoso de conocer y no como un objeto que el maestro pretende modelar a su capricho y con métodos crueles. Para eso, se advierte ya desde Rousseau que "ningún progreso decisivo puede lograrse mientras la acción no se funde en un conocimiento suficiente de la manera de ser y de pensar del niño".

En esas condiciones la Escuela tradicional supone que el centro de toda la actividad educativa es el educador que ha llegado a sentirse como amo y señor en la Escuela, detentador del saber y de la autoridad depositada en él para que cumpla con el encargo social de imponer, a como de lugar, el orden y la disciplina en los cuerpos y los espíritus de sus educandos, son sin duda el principal y más grave obstáculo a cualquier intento de transformación. Tal concepción no sólo determinó la actitud del maestro hacia los educandos, sino que modelo al educador como un ser extremadamente resistente al cambio, a la vez que sumiso a todo lo que crea que le puede garantizar el aseguramiento de su condición.

Es frente a esa cultura escolar, que constituye la escuela tradicional, que se resiste a desaparecer no obstante su incapacidad para responder a las exigencias del desarrollo de la sociedad, que van apareciendo diversas corrientes educativas que tratan, cada una a su manera, de poner a prueba en la Escuela las nuevas ideas que, sobre el conocimiento y sobre el ser humano como sujeto que conoce y que requiere adaptarse a la vida con otros seres humanos, se producen desde las ciencias humanas.

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