Mientras añoramos la sostenibilidad – Cultura Socioambiental y Universidad
Enviado por Dianelkys Martinez Rodríguez
- La cultura socioambiental como elemento mediador del desarrollo sostenible
- Una dimensión dentro del campo de la cultura: lo socioambiental
- El saber ambiental: epistemología de la cultura ambiental
- El reto de las Universidades frente a la cultura socioambiental para el desarrollo sostenible
- La Educación Superior cubana y la cultura socioambiental para el desarrollo sostenible
" Crear una nueva cultura no significa sólo hacer individualmente descubrimientos <<originales>>: significa también, y especialmente, difundir verdades ya descubiertas, <<socializarlos>>, por así decir, convertirlos en base de acciones vitales, en elementos de coordinación y de orden intelectual y moral.."
Antonio Gramsci.
La relación sociohistórica hombre–naturaleza, que se ha sucedido a través de los siglos, ha resultado un hito trascendental en la manera en que el hombre ha ido creando su segunda naturaleza: esa naturaleza humanizada que es la cultura, y en la cual aparecen reflejados tanto material como espiritualmente los modos en que los seres humanos han interpretado su correlación con el medio circundante.
En las primeras sociedades humanas, el desconocimiento del hombre primitivo acerca de los fenómenos naturales, convirtió a la madre natura en elemento mítico mágico objeto de adoración y respeto; sin embargo, con el perfeccionamiento de las técnicas de trabajo, el paso de una formación económico social a otra nueva, así como el surgimiento de los primeros filósofos alrededor del 600 a. n .e* , constituyeron pautas significativas para el cambio de los métodos empleados en la apropiación de los recursos naturales y en la manera de concebir el mundo circundante, por lo cual se fue transitando de un estado inicial de dependencia hacia una estadio de despiadada depredación del entorno, al extremo de gestar y desplegar una marcada problemática ambiental que cada día se torna más preocupante.
Hasta nuestros días, la inequidad con que han sido distribuidas las riquezas a nivel mundial, constituye una prueba fehaciente de las características depredadoras de los modelos de desarrollo imperantes, los cuales se han basado en la explotación del hombre por el hombre, el egoísmo y la concentración unipolar de las riquezas provenientes de un patrimonio universal.
Los países desarrollados, al igual que los del Tercer Mundo, han impactado negativamente al medio ambiente a consecuencia de sus formaciones económico social, que en el primer caso, implementa sistemas y modelos de producción y consumo irracionales, lo que provoca que ante el agotamiento de sus recursos trasciendan fronteras en busca de los ajenos.
Mientras los segundos, enfrentados a una carencia de alimentos, a la insalubridad y las limitadas posibilidades para satisfacer sus necesidades básicas, ejercen grandes presiones al entorno, puesto que a fin de sobrevivir, se talan bosques, se degradan los suelos y se contaminan las aguas y el aire.
El caos, producto de la relación contradictoria desarrollo-subdesarrollo de los países, tanto en el plano interno como externo, generó una acumulación de pequeños efectos ambientales locales, la multiplicación de los efectos de unos problemas sobre otros, la irreversibilidad de algunos de estos, su gravedad y extensión, dando lugar a los principales problemas que por su dimensión planetaria nos afectan de manera global: degradación del suelo, aumento de la contaminación ambiental, agotamiento de la capa de Ozono, cambios climáticos y la pérdida de la diversidad biológica, los cuales, con el incremento de la población a escala macro, el aumento de la industrialización, de tecnologías nocivas, de las guerras y otros males como la globalización neoliberal han provocado que: "Después de 300 años de capitalismo el mundo cuenta con 800 millones de hambrientos… 1000 millones de analfabetos; 4000 millones de pobres; 250 millones de niños que trabajan regularmente, 130 millones sin acceso alguno a la educación, 100 millones que viven en la calle, 11 millones menores de 5 años, que mueren cada año por desnutrición, pobreza y enfermedades prevenibles o curables; crecimientos constantes de las diferencias entre ricos y pobres, dentro de los países y entre los países; destrucción despiadada y casi irreversible de la naturaleza; despilfarro y agotamiento acelerado de importantes recursos no renovables; contaminación de la atmósfera, de los mantos freáticos, de los ríos y los mares; cambios de clima de impredecibles y ya visibles consecuencias. En el último siglo, más de 1000 millones de hectáreas de bosques vírgenes han desaparecido y una superficie similar se ha convertido en desiertos o en tierras degradadas."
En este sentido Enrique Leff plantea: "El discurso de la globalización aparece así como una mirada glotona más que como una visión holística; en lugar de aglutinar la integridad de la naturaleza y de la cultura, engulle para globalizar racionalmente al planeta y al mundo. Esta operación simbólica somete a todos los órdenes del ser a los dictados de una racionalidad globalizante. De esta forma, prepara las condiciones ideológicas para la capitalización de la naturaleza y la reducción del ambiente a la razón económica. Las estrategias fatales de este discurso globalizante resultan de su pecado capital: su gula infinita e incontrolable de todo lo real."
De esta forma, según la Declaración de Comodoro Rivadavia (2000): "La crisis ambiental es la manifestación final de un proyecto sociohistórico que se subordina a la lógica de mercado y la razón tecnológica, expresándose incuestionablemente como una racionalidad totalitaria. Así, la diversidad cultural y la biodiversidad natural, tanto como la propia especie humana han sido desterritorializadas, negadas y devastadas por la globalización homogeneizante de un mundo sin sentido ético ni respeto por los sujetos e identidades culturales."
Al parecer, como dijera ese excelente escritor norteamericano que fuera Mark Twain, ante la generosidad de la naturaleza: "el hombre, en su incapacidad para calcular, en su simpleza y en su autocomplacencia, cree que la naturaleza lo considera a él como el miembro más importante de la familia. Con toda seguridad, hasta para su roma cabeza debe aparecer claro algunas veces que la naturaleza tiene una curiosa manera de demostrarlo." Entonces, ha llegado la hora, siguiendo la idea de Twain, que como "miembro más importante" de la naturaleza, el hombre se cuestione constantemente su manera de proceder hacia ella.
I. La cultura socioambiental como elemento mediador del desarrollo sostenible.
i) El desarrollo sostenible: alternativa del debate ambiental.
El debate ambiental que se ha venido generando ha dejado esclarecido que: "La cuestión ambiental aparece como una problemática social y ecológica generalizada de alcance planetario, que trastoca todos los ámbitos de la organización social, a los aparatos del Estado, y a todos los grupos y clases sociales",de ahí que los problemas ambientales ya no se hallan independientes unos de otros sino que componen elementos que se relacionan entre sí configurando una realidad diferente a la simple acumulación de todos ellos. Por esto, hoy en día se considera que podemos hablar de algo más que de simples problemas ambientales; actualmente, estamos enfrentando una auténtica crisis ambiental y la gravedad de esta se manifiesta en su carácter mundial.
Este esclarecimiento ha coadyuvado a conceptuar al medio ambiente como un sistema complejo y dinámico de interrelaciones ecológicas, socioeconómicas y culturales, que evolucionaron a través del proceso histórico de la sociedad, abarca la naturaleza, la sociedad, el patrimonio histórico cultural, lo creado por la humanidad, y como elemento de gran importancia las relaciones sociales y la cultura. Esta interpretación de su contenido explica que su estudio, tratamiento y manejo, debe caracterizarse por la integración y vínculo con todos los procesos de desarrollo.
Otras de las maneras de enfocar lo ambiental en un plano aún más actual ha sido el concebido por Leff. E (2006): "El ambiente no es la ecología, sino el campo de relaciones entre la naturaleza y la cultura, de lo material y lo simbólico, de la complejidad del ser y del pensamiento. El ambiente es una realidad empírica; si, pero en una perspectiva epistemológica es un saber; un saber sobre las estrategias de apropiación del mundo y la naturaleza a través de las relaciones de poder que se han inscrito en las formas dominantes de conocimiento."
Dado estas maneras de concebir lo ambiental, se genera una condición esencial en torno a la reflexión: la alternativa de un desarrollo que garantice la calidad de vida de las presentes y futuras generaciones.
Para Leff. E (2000): "Esta crisis civilizatoria se nos presenta como un límite en lo real que resignifica y reorienta el curso de la historia: límite del crecimiento económico y poblacional; límite de los desequilibrios ecológicos y de las capacidades de sustentación de la vida; límite de la pobreza y la desigualdad social; pero también crisis del pensamiento occidental, de la disyunción del ser y del ente que abrió la vía a la racionalidad científica e instrumental de la modernidad, y que produjo un mundo cosificado y fragmentado en su afán de dominio y control de la naturaleza."
Estos límites a los que fue arribando la humanidad, conllevaron a la necesidad de plantearse un desarrollo de manera sostenible como contraste a la insostentabilidad y desequilibrio ecológico y social al que estamos sumergidos. De esta forma, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano en Estocolmo (1972) se plasma en su declaración y principios que:
- La defensa y el mejoramiento del medio humano para las generaciones presentes y futuras se han convertido en meta imperiosa de la humanidad, y ha de perseguirse al mismo tiempo que las metas fundamentales ya establecidas de la paz y el desarrollo económico y social en todo el mundo, y de conformidad con ellas.
Principio 2: Los recursos naturales de la tierra, incluidos, el aire, el agua, la tierra, la flora y la fauna y especialmente muestras representativas de los ecosistemas naturales, deben preservarse en beneficio de las generaciones presentes y futuras mediante una cuidadosa planificación u ordenación, según convenga.
Para 1975 en la Carta de Belgrado se apunta que:
La reciente Declaración de las Naciones Unidas para un Nuevo Orden Económico Internacional (Resolución de la 6ta. Sesión Especial de la Asamblea General de la ONU, adoptada el 10 de mayo de 1974, Nueva York) pide un nuevo concepto de desarrollo, que tenga en cuenta la satisfacción de las necesidades y los deseos de todos los habitantes de la Tierra, el pluralismo de las sociedades y el equilibro y armonía entre el hombre y el ambiente. Lo que se busca es la erradicación de las causas básicas de la pobreza, del hambre, del analfabetismo, de la contaminación, de la explotación y de la dominación. Tratar, como se hacía anteriormente, estos problemas cruciales de una manera fragmentaria no es de algún modo adecuado para la situación.
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